La Otra (+18)

Autor: BkPattz
Género: + 18
Fecha Creación: 19/12/2010
Fecha Actualización: 18/02/2011
Finalizado: SI
Votos: 43
Comentarios: 112
Visitas: 152671
Capítulos: 27

Edward Cullen era un reconocido y brillante arquitecto en la ciudad de Chicago, su mayor felicidad haber encontrado y conocido al amor de su vida, a su alma gemela, a su otra mitad, a su todo, uno de sus más grandes logros concebir tres maravillosos pequeños con la mujer de sus sueños, su amor, su amiga de la infancia, la estudiante de Literatura Inglesa Bella Swan. Otro de sus logros, su pequeña Jane, su pequeña hija. Su peor error, dejar a su Amor, a su Bella en las sombras, convirtiéndola en la Otra, la Amante? porque mientras Bella Swan estaba en las sombras viviendo su idilio amoroso con Edward Cullen, era otra quien ostentaba el titulo de la Sra. Cullen, porque Edward estaba casado con otra. Edward POV

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Capítulo 27: Epílogo 2

Declaración de Derechos de Autor: Todos los personajes de la Saga Twilight y sus descripciones pertenecen a la Sra. Stephenie Meyer y su Casa Editorial.

La inspiración de la historia, viene de todos los maravillosos escritores y relatos que nos regalan fantasías en este y otros muchos sites.

 

Edward Cullen era un reconocido y brillante arquitecto en la ciudad de Chicago, su mayor felicidad haber encontrado y conocido al amor de su vida, a su alma gemela, a su otra mitad, a su todo, uno de sus más grandes logros concebir tres maravillosos pequeños con la mujer de sus sueños, su amor, su amiga de la infancia, la estudiante de Literatura Inglesa Bella Swan. Otro de sus logros, su pequeña Jane, su pequeña hija. Su peor error, dejar a su Amor, a su Bella en las sombras, convirtiéndola en la Otra, la Amante… porque mientras Bella Swan estaba en las sombras viviendo su idilio amoroso con Edward Cullen, era otra quien ostentaba el titulo de la Sra. Cullen, porque Edward estaba casado con otra. Edward POV

 

…….

 

Dedicatoria Especial a Guacha… Gracias a ti existen estas dieciocho páginas adicionales de “La Otra”

……

 

Epílogo 2:

 

 

Regresaba de mi acostumbrada cabalgata por los viñedos, habían pasado doce años desde la muerte de mi madre… después del dolor que nos sobrevino su perdida vinieron otros… Dos años más tarde murió el Nono Billy, una caída complico su estado de salud y termino con su muerte unos meses más tarde… Esa noticia nos hizo trasladarnos a Montepulcino, no queríamos que la Nona pasara sus últimos años de vida sola y triste, no había manera de alejarla de Italia, así que nos mudamos. El hecho de que los pequeños estudiaran en el Colegio Italiano ayudó a su traslado y que pudieran terminar y continuar sus estudios. Nos había costado mucho separarnos de Marie, pero íbamos a Chicago al menos cuatro o seis veces al año y en todas ellas íbamos a visitarla, en su tumba nunca faltaban flores, y mi hermana y su familia se encargaban de visitarla en esos meses en los que nosotros no estábamos en Chicago, también nuestra Jane estaba viviendo en esa ciudad que básicamente la vio crecer, mi muñeca ya tenía veintisiete años y hacía dos nos había hecho abuelos de una hermosa palomita, llamada Marie Anne, cuando estaba en Londres en la universidad estudiando letras se enamoro perdidamente de un chico llamado Noah Williams, un estudiante becado de arquitectura, oriundo de Chicago, humilde, honesto y trabajador que se convirtió en uno de mis pupilos y que a pulso se gano su puesto en Cullens-Voulturi & Asociados, mi respeto y el de mi hermosa, así como nuestra bendición para su matrimonio, ellos también eran una constante compañía para mi mariposita.

 

Tres años después de la muerte del Nono, Sue siguió sus pasos, pero al menos no fue una muerte dolorosa, simplemente se durmió para no despertar más. También nos dejaron Doña Bree y el Sr. James, y mi gran y querido amigo Aro Volturi. Al menos mi padre con a sus setenta y seis años se mantenía bastante bien y todavía podía espantar  los novios de mi hermanita Anette que a sus diecinueve años le llovían los pretendientes. Los mellizos estaban cerca de los veinticinco años,  mi gatita hermosa había estudiado medicina y mientras hacía la especialidad de Cardiología trabajaba en el dispensario de Montepulciano, era absolutamente hermosa, siempre lo había sido, responsable, profesional y dedicada, había tenido montones de pretendientes y algunos novios, y yo siempre los he odiado absolutamente a todos, ninguno era lo suficientemente bueno para mi hermosa Lizzie… al último no le he podido objetar demasiado, se trata del Dr. Derek Shepherd Gray, hijo  de dos reconocidos neurocirujanos norteamericanos que habían contribuido en innúmeros proyectos de la fundación, y participado en muchos de nuestros bailes y eventos benéficos, allí se habían conocido nuestros hijos y cuando estudiaron juntos empezaron como amigos, hasta que al graduarse comenzaron a saltar las chispas, no es que considerara que existiera él que fuera el hombre perfecto para mi princesita, pues ninguno lo era, pero la verdad es que el doctorcito era lo más cercano. Ed… mi campeón, era un reconocido concertista, además que daba clases en Juilliard, además de escuelas de los suburbios de New York… pero su vida amorosa era simplemente otra historia aparte…

 

Mi florecita hermosa, mi Belle, mi copia al carbón de mi preciosa… al menos por fuera lo era…  ya tenía diecinueve años, era la chispa de alegría de nuestra vida, me lograba sacar bastantes canas verdes, casi tantas como sus hermanos menores. Aun cuando poseía esa belleza etérea y angelical de su madre era mucho más inquieta, era ella la que se lanzaba rápidas cabalgatas conmigo a lo largo de los viñedos, o se la vivía corriendo Europa en moto en compañía del loco de su primo Kellan, verla montada en esa cosa me irritaba hasta niveles insospechados, pero ella lo arreglaba todo con unos besos y con la ayuda Elizabeth que me convencía de todo, no había duda  yo hacía siempre lo que quería mi gatita, así que a través de los ojos de mi gata no me parecía tan horrible que mi florecita  saltara en paracaídas, parapentes o cualquier locura que se le ocurría; seguía pintando, pero creo que lo hacía para calmar un poco el exceso de adrenalina, sin dejar de ser impactantemente grandiosa. Si tenía novio no me lo decía, aunque sospechaba que no le era para nada indiferente Allistair Volturi, sobrino de Félix… sin embargo no sé si el temperamento sosegado de Allistair podría conquistar el corazón rebelde de mi Gabrielle. Por suerte la adivina de la familia era Alice y no mi princesa, y el hijo de de Riley tenía una relación con una Cullen, pero no con mi florecita sino con Isa, la hija de Jasper y Alice.  

 

En cuanto a los pequeños de la casa, eran ellos los que verdaderamente ponían sazón a nuestra vida.  Mi Pateador, pasaba con nosotros todas las vacaciones y  cada vez que se podía escapar, el resto del tiempo Charles vivía en Chicago con su hermana, los gemelos tenían ya dieciséis años, y si Charlie quería tener futuro en el americano pues tendría que seguir en su escuela en Chicago.  Por su parte mi cachorro seguía jugando al Hockey aquí en Italia y el próximo año tendría enormes oportunidades de entrar en la selección, era una buena oportunidad pero la verdad es que aunque mi princesa no lo quería admitir, lo más seguro es que optará por ir a la universidad en Chicago y continuar con su deporte en Estados Unidos. A su edad lucían mucho mayores de lo que eran, por lo que generalmente atraían  mujeres de más edad, lo que le causaba numerosos dolores de cabeza a mi esposa, de hecho terminamos por prohibirle las fiestas hasta tarde o que las amigas de Gabrielle se quedaran a dormir, cuando en dos oportunidades nos encontramos en las mañanas a las chicas que en la noche acompañaban a Belle enrolladas en las sábanas de nuestros hijos menores… la primera vez casi le da un infarto a mi ángel, ya que sus bebés solo tenían quince años y las chicas dieciocho. El siguiente que casi se infarta fui yo, cuando encontré a dos de las amigas de Belle en la cama de Carl y una de las amigas de Lizzie en la de Charles…

 

Estaba desensillando el caballo, perdido en mis pensamientos, cuando unos pasos se acercaron a mí a la carrera haciéndome girar…

 

- Tito… Tito. – gritaba mi ternurita. Nuestra sobrina Keyla corría hacia mí, ella acostumbraba a pasar sus vacaciones en Montepulciano, sobre todo cuando sabía que Ed venía a pasar la temporada en casa; lo que no entendía era porque se encontraba llorando como lo hacía. Me gire para ofrecerle el consuelo de mis brazos, no sé por que pero la pequeña y yo siempre habíamos desarrollado un lazo especial, y aun cuando ella tenía más padres que nadie era a mí al que recurría en busca de consejo o con quien lloraba sus penas, lo cual era extraño cuando el causante de sus lágrimas eran en su mayoría mi hijo Edward. -

 

- Que sucede pequeña?. – le dije. – por que lloras de esa manera?. 

 

- Es Ed, Tito. – me dijo sollozando. – Él… Él…

 

- Ya llegó Edward?. – le pregunté, buscando respuestas puntuales que me ayudaran  a calmarla, pero creo que esa fue una de las equivocadas porque lejos de calmarla la alteraro un poco más de lo que estaba. – Que sucede pequeñita?. – repetí apretando mis brazos entorno a ella. – Es que acaso llamó para decir que no venía?. – intente de nuevo. -

 

- Si vino Tío. – me dijo mientras sorbía por la nariz. – Ya llegó.  – me repitió. -

 

- No entiendo Keyla. – le dije mirándola con ternura. – eso no era lo que querías que sucediera desde hace una semana cariño?. – le dije acariciando su mejilla.-

 

- Es que la trajo a ella. – me dijo con lo ojos enrojecidos por el llanto. – la trajo Tío, y sabes lo que eso significa. – me dijo en susurros y yo apreté el puente de mi nariz como gesto de frustración, nunca perdería esa costumbre… Claro que sabía que significaba eso, el hecho de que mi hijo trajera hasta el viñedo a Gianna Bantiocelli, solo quería decir que le estaba dando más importancia en su vida de la que yo y todos esperábamos.

 

Mi Campeón, ha pasado toda la vida enamorado de Keyla, él no quiere reconocerlo, pero todos lo vemos… todos vemos como lo ojos de Ed se encienden y se vuelven más cálidos en la presencia de Keyla, todos vemos en sus ojos la misma expresión que tengo yo cuando veo a mi Bella. Pero el siempre, como lo hice yo en mi época, se empeña en que Keyla es como su hermanita menor, su prima querida, a la que cuida y protege como si se tratara de Jane, Elizabeth o Gabrielle… cuando el ni siquiera puede verla como ve a Valerie, Renee, Isa, Anette o Ashely… es que ni siquiera la ve como ve a Leah…. Es tan ciego, y le está haciendo tanto daño a Keyla… y se está haciendo tanto daño a él, que ya no sé como hacer.

 

- Tranquila preciosa. – le dije. – ya vamos a ver como le abrimos los ojos al ciego de mi hijo. Ahora lo que vamos hacer es  lavarte esa cara, y vamos a ver que tan grave es la visita de Ed. - Así Keyla y yo nos dirigimos hacia la escalinata de la casona, una vez allí y antes de entrar me dirigí a ella nuevamente. - Keyla, eres una niña inteligente y dulce, eres una mujer hermosa y tengo la certeza de que no existe mejor mujer para mi hijo y para madre de mis nietos que tú. – le dije dejando un beso en su cabeza. –

 

- No creo que Edward piense lo mismo tío. – me respondió ella bajando esa tierna y dulce mirada que siempre había cautivado al ciego de mi hijo. -

 

- Pues en ese caso él se lo pierde… De todas formas por ahí anda Alec Volturi que también esta de visita. – le dije. -

 

- Si tío, pero sabes bien que él está enamoradísimo de Anette. – replicó. -

 

- Es verdad. – le dije encogiéndome de hombros. Ya tenía alguna idea rondándome  en la cabeza, y esta vez tendría que buscar la ayuda de mis hijas además de la de mi hermosa. – Ahora quiero que sonrías e ignores olímpicamente a mi hijo.  – le aconseje. – y deberías acercarte a Belle, con ella están Allistair y Alec. – tras guiñarle un ojo entramos a la Casona. Una vez dentro la luz de todo el lugar quedó para mi concentrado en un solo punto… Mi Diosa. -

 

- Mi princesa. – dijo al entrar, acercándome a besar a mi dulce Bella, antes de fijar mi vista en cualquier otro punto del salón. – Cielo te extrañe. – tras dejar un beso en sus labios y abrazarla fuertemente. – Tendrías que haberme acompañado. – le susurré al oído. – te aseguro que la pasaríamos tan bien como la última que cabalgamos juntos hasta el arroyo. – le dije suavemente sintiéndola estremecerse en mis brazos.

 

- También te extrañe cielo. – me dijo mi hermosa. – y siempre hay tiempo para un paseo nocturno. – me dijo en un susurró haciendo que este se convirtiera en mi turno para estremecerme. -  Que tal el paseo?. – agregó. -

 

- Espléndido como siempre. – dije mirando a Belle. – Solo me faltó que mi pequeña bribona me acompañara. – luego le guiñé un ojo a mi princesita. Para luego dirigirme a mi hijo. – Ed, hijo bienvenido a casa. – le dije haciendo que girara su atención de Keyla que se encontraba en un lado del salón con Allistair, Belle y Alec, y quien siguiendo mi consejo había entrado sin siquiera voltear a ver a Ed o su compañía, tras acercarle le di un abrazo y le dije al oído. – Veo que trajiste una invitada. –

 

- Si papá. – me dijo acercándose a su “novia”. – Papá ya conoces a Gianna. – dijo presentando a la chica que lo acompañaba.

 

- Bienvenida. – le dije. – espero que te sientas cómoda en nuestra casa. – intente ser amable como siempre aunque la verdad no me apetecía demasiado. De pronto la suave risa de Keyla rompió la tensa calma y mientras miraba la postura tensa y los puños apretados de Ed al lado de su cuerpo, él miraba como  Alec hacia comentarios que provocaban la encantadora risa de nuestra ternurita, mientras colocaba uno de los mechones sueltos de su cabello en su lugar. Sonreí de lado y cruce mi mirada con la de mi ángel y mis dos princesas Belle y Lizzie, con Belle que ya se encontraba junto con Keyla y Lizzie que venía entrando por la puerta, todos vimos la situación, todos vimos los “galanteos” de Alec, todos vimos los “coqueteos” de Keyla, pero sobre todo vimos la postura en el cuerpo tenso de mi hijo, y los celos llameando en sus ojos, así como lo hacía la envidia en los ojos de Gianna. -

 

- Señora la cena está servida. – dijo María, quien se encargaba de ayudarnos con las cosas de la casa, interrumpiendo la tensa calma. -

 

- Gracias María, ya pasamos todos al comedor. – dijo mi esposa, haciéndole señas a nuestros hijos y sus invitados para que se dirigieran a la mesa. La cena transcurrió de una manera realmente agradable, aunque el toque de diversión los daban Carl y Belle sobre cada uno de los comentarios superficiales y banales de Gianna, Ed no hacía más que resoplar y voltear los ojos en una muda suplica a su madre y a mí para que hiciéramos que sus hermanos dejaran la fiesta en paz, pero solo conseguían ponerlo más pesados. Así que la paz no duro demasiado. -

 

- Mamá creo que es suficiente. – dijo Ed en un intento porque mi ángel calmara a sus hermanos que se burlaban de Gianna por los comentarios que hizo sobre “El David” y “Las Puertas del Paraíso” de Miguel Ángel que recién habían visitado en el día, y la pobre chica parecía no enterarse de nada; sin embargo ante el tono demandante que mi hijo uso sobre su madre, no pude más que mirarlo con reproche sobre el borde de la copa  de vino que reposaba en mis labios. -

 

- Ed… siendo sincero creo que si tu novia quiere perdurar en esta familia va a tener que aprender a manejarse o defenderse sola de tus hermanos. – le dije, y dirigiéndome a ella. – Y Gianna querida, espero que  tengas paciencia, porque si así te ves con este par, mañana cuando llegue Charles será peor.

 

- Charles llega mañana papito?. – pregunto mi gatita al pendiente siempre de sus hermanos. -

 

- Si hija, ya mañana lo tenemos correteando por aquí. – le dije. -

 

- Eso es genial. – dijeron a la vez Belle y Carl mirando a Gianna maliciosamente. -

 

- No tiene porque preocuparse por mí Sr. Cullen. – dijo la niñita mirando a Keyla de lado en lo que me pareció un abierto desafío. – A la final solo estaremos aquí un par de días para que Eddie resuelva unos asuntos con ustedes. – dijo la mocosa y yo me revolví con el apodo que uso para nombrar a mi hijo, además que sabía que él lo odiaba, no entendía como lo permitía. – Después de eso Eddie me prometió llevarme a conocer su casa de Creta. – dijo la igualada pretenciosa. -

 

- Su casa de Creta?. – dijo Lizzie. – Que yo sepa la casa de Creta es de papá, no de “Eddie”. – le dijo provocando una mueca de burla por parte de Gianna, y una mirada reprobatoria por parte de Edward. -

 

- Además… - agregó Gabrielle sacando la artillería pesada.  – Papá le prestó la casa a Kellan para pasara unas semanas con su novia. – Cosa que era mentira, pero aunque Kellan y Ed eran de la misma edad, la relación de amistad entre esté y Belle era mucho más sólida y nadie en la mesa desmentiría a mi florecita. – Y salvo que quieras encontrarte a Kellan y Catalina follando hasta en la mesa donde desayunas, mejor ni lo pienses. -

 

- Belle, cuida esos términos en la mesa. – le dijo mi princesa. -

 

- Lo siento mamá. – dijo ella inocentemente. -

 

- Lo siento Gianna, la casa de mi padre en Creta está fuera de discusión entonces. – le dijo Ed, recalcando el hecho de que la casa era de mi propiedad. -

 

- Si no vamos a tu casa en Creta, podemos ir a Londres. – le dijo ella batiendo las pestañas. – Tienes allí una casa no es cierto.  -

 

- Si Ed, porque no la llevas a “tu casa de Londres”. – dijo Carl, haciendo mofa de su hermano. Y burlándose de Gianna. -

 

- Por qué te ríes Carlisle?. – le dijo ella molesta. -

 

- Gianna, mi hermano se ríe porque si fuéramos a “mi casa” de Londres dormiríamos bajo un puente. – le dijo calmadamente Edward. – Te lo he dicho un millón de veces, esas casas de las que has leído en la prensa rosa, no son mías, son de mi papá y de mi mamá.

 

- Pero lo que es de ellos es tuyo. – le replicó la muy igualada. -

 

- Solo lo será después de que Edward y yo pasemos a mejor vida niñita. – le dijo mi esposa visiblemente molesta.  – y esas “casas” no serán de Edward, o no solo de él… Te recuerdo pequeña que nosotros tenemos seis hijos.

 

- Pero Ed es el mayor de los varones, así que es el heredero. – dijo la niña tonta esta. -

 

- No somos de la realeza Gianna. – le dijo Lizzie perdiendo la poca paciencia que le quedaba. -

 

- Y eso quiere decir?. – Preguntó la tonta. -

 

- Eso quiere decir que mis hijos, todos ellos, los seis, tomarán parte en la herencia y seremos mi esposa y yo quien decidamos quien va a heredar que. – dije y ella dio un respingo en su silla. – así mismo les hemos enseñado a nuestros hijos el valor del trabajo y del dinero propio, y si dentro de unos años nos provoca vender todo y dejar todo, absolutamente todo a nombre de la fundación y sus programas de ayuda y nada a nuestros hijos, pues así se hará porque sería esa nuestra última voluntad.

 

- Y ustedes piensan permitir eso. – les dijo horrorizada. Mientras que además de las expresiones de mis hijos era divertido ver a Allistair, Alec y Keyla que estaban mudos ante el descaro de la mujercita.  -

 

- No solo lo permitiríamos sino estaríamos completamente de acuerdo. – Sentenció Belle. – No es cierto Ed?. – le preguntó a su hermano, nosotros sabíamos perfectamente que ellos habían conversado al respecto innumeras veces y todos estaban completamente de acuerdos. De hecho aún cuando mis hijos se permitían ciertos lujos como el gasto de su ropa, y sus autos deportivos, preferían vivir de una forma sencilla, sin hacer mal uso de su dinero, su poder y su influencia, y se llevaban bien con todos en los alrededores y disfrutaban de la vida como cualquiera en el pueblo.

 

- Belle tiene razón Cariño, eso es algo en lo que hemos estado de acuerdo siempre. – sentenció él, mirando a Keyla de soslayo, quien no pudo evitar el gesto de oír a Ed llamar cariño a su novia. La cena siguió de forma tensa, estaba claro que solo Ed soportaba a Gianna, y eso no era demasiado seguro. Me tocó incluso ponerla en su sitio cuando fue grosera con María. -

 

- Cariño creo que tienes algo que conversar con tus padres. – le instó Gianna a mi hijo cuando ya estábamos terminando el café.  Él la miro y tras un profundo suspiro. -

 

- Mamá, Papá, podemos hablar en privado. – nos dijo, mi princesa apretó mi mano sobre la mesa y nos pusimos de pie, al tiempo que ambos asentíamos, lo mismo hicieron él y Gianna, pero inmediatamente mi princesa lo detuvo. -

 

- Vamos hablar Edward Anthony. – oh oh… Ed estaba en problemas, mi hermosa no le decía Edward Anthony de gratis. – Pero solo los tres… La señorita se queda con tus hermanos, o mejor aún puede ir a ocupar la habitación que Maria preparo para ella.

 

- No voy a ocupar la habitación de Ed. – dijo la mujercita. -

 

- Lo siento Gianna, pero no en mi casa. – le dijo mi hermosa. – Belle, por favor enséñale a la joven su habitación. -

 

- Por supuesto mamita. – le dijo mi florecita a su madre con un brillo maléfico en esa hermosa y chocolate mirada. -

 

Lejos de ir al despacho los tres nos enfilamos a la sala de música, ese lugar en el que habíamos sido tan felices a lo largo de nuestra vida juntos. Apenas entremos me senté en mi viejo piano, mientras mi hermosa nos servía a los tres una copa de vino oporto, no éramos de los que bebíamos demasiado pero esta vez lo necesitaríamos. Así que mientras Ed daba vueltas por la sala pensando en cual era la mejor forma de exponer su cometido, comencé tocando la nana de mi hermosa, y otras tantas canciones que compuse para ella a lo largo de estos años. Cuando Ed estaba apunto de abrir la boca, unos golpes en la puerta que interrumpió su conversación, espero que no así su valentía.

 

- Adelante. – dije mientras seguía al piano, y de pronto la hermosa cabellera negra de Keyla apareció por la rendija de la puerta. – Tito, tía Bella, quería avisarles que vamos a salir. – dijo, cuando estaba por retirarse después del asentimiento de cabeza de ambos estaba por retirarse cuando Ed se lo impidió. -

 

- Vamos quienes Keyla-key?. – le dijo. Y yo recordé el viejo apodo, espero que él se diera cuenta cuanto daño le hacía a Keyla diciéndole así, le decía Keyla-key, porque de niño y de adolescentes, siempre le decía a Keyla que ella tenía su heart key, la llaves de su corazón, aunque si él no lo recordaba, mi ternurita si, lo vi inmediatamente en la tristeza reflejada en sus ojitos. -

 

- Gianna ya está instalada y esperando por ti. – le dijo ella destilando tristeza en tu voz. – Eso es lo que te interesa. -

 

- Eso no responde lo que te pregunté, Keyla. – Le dijo mi hijo perdiendo la paciencia y pidiendo explicaciones que no le correspondía. -

 

- No vamos a llegar muy tarde titos. – nos dijo, ignorando a mi campeón. – Vamos a donde siempre. – dicho esto me lanzó un beso a mí y a su tía y salió. -

 

- Vas a dejarla ir así nada más. – dijo molesto jalando su cabello en señal de frustración. Yo solo lo miraba, esperando por lo que iba a salir de todo esto. - acaso saben para donde va y con quien.

 

- Todas estas noches han salido. – le dijo mi princesa encogiéndose de hombres. -

 

- Todas las noches?. – dijo …. Celoso?. – Quienes?. -

 

- Creo que Keyla tiene razón Ed, eso no es tu problema hijo. – le dije. – pero supongo que te sentirás igual de preocupado por tus hermanas al saber que también ellas han salido todas las noches. – le dije picándolo un poco. -

 

- Ellas van a  ir con Derek y Allistair. – dijo. – así que no tenemos de que preocuparnos. -

 

- Y Keyla va con Alec. – le dijo mi princesa, dándome una mirada disimulada. -

 

- Pero él no es nada suyo. – dijo. – no es su novio, no es su pareja, ni siquiera su amigo. – observó, molesto. -

 

- Aún no. – dije encogiéndome de hombros, y siguiendo con la pieza que tocaba, mientras mi princesa se paraba detrás de la banqueta del piano apretándome el hombro suavemente en señal de apoyo, pero de forma disimulada, para que no fuera percibida por nuestro hijo. – pero podría.

 

- Que quieres decir?. – dijo. -

 

- He visto lo mismo que has visto tú hoy hijo… solo eso. – le dije. – Pero eras tu quien querías decirnos algo. -

 

 - Tienen razón. – dijo sentándose en el sofá, y luego de mantener su cabeza entre sus manos apoyadas sobre sus rodillas. – Yo… yo… - Mi princesa se sentó a su lado, dándole conforto e intentando que dijera aquello que quería. -

 

- Que sucede hijo?. – le preguntó mi princesa. -

 

- Voy a casarme con Gianna. – dijo de una vez. -

 

- Estas seguro?. – le pregunté. -

 

- Si… tenemos año y medio juntos. - … año y medio????... tanto?, Dios como la aguanta?. -  Y creo que es el paso a seguir. -

 

- Ese no es un paso que se tome a la ligera, y no tiene que ver con el tiempo que han estado juntos, eso tiene que ver con lo que tu sientes, y si piensas que tu decisión es correcta o no. – le dijo mi ángel. -

 

- Estoy seguro.  – dijo, aunque su mirada y sus gestos decían todo lo contrario.  – por eso quiero el Diamante Azul de los Cullen, quiero formalizar el compromiso. – mi diosa y yo casi nos da un ataque en ese momento. -

 

- Qué?.... El Diamante de los Cullen…? - repetí incrédulo. – Estas enloqueciendo. -

 

- El Diamante me corresponde papá, voy a pedirle matrimonio a mi novia, mamá debe darme el anillo. – me dijo. -

 

- El anillo es de tu madre. – le dije tajantemente.  – Y   tu madre es quien decide a cual de sus hijos debe entregárselo, y no lo hará hasta que la mujer que lo porte cumpla para su hijo las características que marcan la tradición de los Cullen. – Le dije mientras mi princesa miraba a nuestro hijo sin decir aún palabra. –

 

- Gianna es la mujer que yo decidí que pasara su vida conmigo. – me replicó. – fue ella a la que elegí como madre de mis hijos y como futura señora Cullen.

 

- Eso no la hace merecedora del Diamante de los Cullen. – le dije con simpleza. – Si quieres casarte con esa mujer hazlo. Pero no tienes porque entregarle esa joya a ella. Cuando yo cometí la estupidez de casarme con Heidi le di un anillo de compromiso cualquiera. – le dije. – Deberías hacer lo mismo.

 

- Gianna no es Heidi. – dijo molesto. -

 

- Pero no es la mujer de tu vida, tu alma gemela, aquella destinada amarte por lo que eres por todos los días de tu vida, no es la que está destinada a ser la madre de tus hijos… No es la mujer para ti.  – le dije. - Si quieres casarte, adelante. – concluí. – pero será sin el Diamante de los Cullen.

 

- El Diamante me corresponde. – dijo. – La Abuela Lizzie lo dijo mamá. – apeló a su madre.  -

 

- La Abuela Elizabeth, dijo que aquella mujer destinada a tu padre sería la encargada de entregar el anillo a la siguiente generación, y en efecto dijo que esperaba que se lo entregarán a un pequeño con el nombre de su padre, pero eso no quiere decir que el anillo sea tuyo Ed. – le dijo mi princesa suave, pero firmemente. – Soy yo quien decide a cual de mis hijos le voy a hacer entrega el anillo.

 

- Pero mamá soy yo el que está próximo a casarse. – dijo él dando vueltas por el salón. – Además Gianna no va a aceptar otro anillo que no sea el Diamante Cullen.

 

- La única mujer que se atrevió a pedir el Diamante Cullen le fue negado. – le dije tajantemente recordando con un punzada de dolor la obsesión de mi madre con la joya. – Y pienso continuar esa tradición.

 

- No es justo papá. – dijo. – Yo soy el mayor de tus hijos, es a mí al que le corresponde. – estaba a punto de contestarle cuando Gianna haciendo gala de toda su mala educación entró sin ser invitada. -

 

- Eddi ya le diste las buenas nuevas a tus padres?. – dijo colgándose inmediatamente de su brazo. – Ya te dieron el anillo?.

 

- Ya Edward nos dijo sus noticias. – dijo mi ángel, colocándose a mi lado. -

 

- Y el anillo. – dijo emocionada. – Me muero porque me lo pongas en el dedo. – dijo mirando codiciosamente el anillo en la mano de mi esposa. -

- Lo siento Gianna, pero si mi hijo Edward quiere proponerte matrimonio tendrá que comprar un anillo. – le dije, bufando en mi interior por la pesadilla de ver a mi hijo casado con semejante mujer. – y para que ambos lo apreciaran más debería comprarlo con su suelo. – añadí. –

 

- Qué?. – Dijo la mujercita alterada. – Ese anillo me pertenece como futura Sra. Cullen. – decía apuntando con rabia la mano de mi princesa. -

 

- La única Sra. Cullen aquí es mi esposa joven. – le dije. -

 

- Pero Eddie es el mayor de sus hijos, a él le corresponde entregarle el Diamante Cullen a su prometida. – insistió. -

 

- La tradición dice que el Diamante pasa a los hijos varones para que se lo hagan entrega a la mujer de su vida, en señal de amor eterno. – le dijo mi ángel, sacando paciencia de no se donde. -

 

- Precisamente, es por eso que Eddie tiene que entregármelo. - insistía, mientras que mi hijo solo miraba un punto detrás de nosotros con los ojos tristes. Al medio girarme noté que era una foto suya con Keyla, que descansaba en una de las repisas sobre la chimenea. -

 

- Gianna, niña… mi esposo y yo tenemos tres hijos varones. – le explicaba mi princesa. – Puede que para ti, sea obvio que el anillo pase a manos de Ed, pero no es así.

 

- Acaso piensa entregarle esa joya a unos de sus niñatos. – dijo con desprecio. – Ese par de enanos inmaduros. -

 

- Puede que sean inmaduros, pero tienen dieciséis años, que esperabas. – le dijo mi Bella. – tu tienes veinticinco casi y no has madurado.

 

- Pero no es justo. – repitió. -

 

- Tienes razón, deberíamos ser justos con este asunto del Diamante Cullen. – me dijo mi princesa dándome una mirada de esas de cuando se le ocurre cualquier cosa.  – Creo que deberíamos seguir el consejo de Gianna, y deberíamos instaurar eso de que el mayor de los hijos conservé la joya, no te parece cariño. – me dijo.-

 

- Completamente de acuerdo cielo. – le dije, y luego me dirigí a Gianna. – Tienes razón bambina, eso es lo más justo. -

 

- Por su puesto que si. – dijo emocionada, mientras veía a mi princesa quitarse el Diamante Azul de los Cullen, y entregármelo, mientras ella estiraba la mano. -

 

- Voy ahora mismo llamar a Kellan, para que cuando deje la casa de Creta venga por él. – dije, haciendo ademán de retirarme. -

 

- A Kellan?. – dijo ella asombrada. -

 

- Papá de que se trata esto?.  – me dijo Ed. -

 

- Hijo, que tienes razón en lo de la justicia, y eso que dice Gianna de lo del hijo mayor tienen todo el sentido, por eso debemos corregir el error que se cometió hace tanto años. – dijo mi princesa con naturalidad.

 

- Que error?. – comento la niñita. -

 

- Mi Abuela Elizabeth me entrego ese anillo, cuando debió serle entregado a mi hermano Emmett.  –dije pero ella me miraba sin entender. -

 

- Este anillo debió ser el que Emmett le entregara a mi cuñada Rosalie. – le dijo mi esposa.- Y ella debería entregárselo a su hijo, cuando este encontrará su alma gemela, el amor de su vida, su otra mitad. Kellan también piensa casarse con su novia, se llama Catalina y es una chica encantadora. – le dijo mi princesa con una sonrisa soñadora. – Cuando ellos terminen sus vacaciones en Creta, vamos a decirles para que pases por aquí y entregarle el anillo a Kellan para que se lo dé a Catalina.

 

- NO NO NO…. Ese Anillo me pertenece. – gritó. – Acaso te volviste vieja loca. – Ahí lo vi todo rojo.  -

 

- Le diriges un insulto más a mi esposa y me olvido que eres una mujer. – le dije desafiante. Mi tono de voz fue tan duro y desafiante que vi el destello de terror en los ojos de Gianna. -

 

- Eddie, cómo permites que me hable así?. – preguntó indignada al borde de las lágrimas. -

 

- Cómo te atreves tu a hablarle de esa manera a mi madre?. – le dijo molestó. -

 

- Cielo entiéndeme fue el disgusto, además mira como me tratan. – dijo quejándose. -

 

- Y te vamos a tratar peor si no te largas de aquí. – Dijo Carlisle que venía entrando al salón con la maleta de Gianna, mal acomodada y que lanzó a sus pies. -

 

- Niño tonto arrugaste mis vestidos. – le gritó. – Acaso no ves que cuesta una fortuna. -

 

- Basta ya Gianna. – Dijo mi hijo, tomando la maleta de su novia con una mano y a ella con la otra arrastrándola a la salida. Al pasar dejó un beso en la mejilla de su madre. – Lo siento mamá. – le dijo. – regreso cuando la deje instalada.  – con eso salió por la puerta.

 

- Que le pasa al imbécil de Ed. – dijo Carl claramente molesto. -

 

- Lo mismo me pregunto yo cachorrín. – le dije despeinando su rebelde cabello. -

 

- Esa mujer es de lo peor. – dijo mi esposa. -

 

- Comparto contigo mi amor. – le dije. – espero que nuestro hijo entre en razón. No me gusta nada la idea de estar emparentado con esa loca.  Pero estoy seguro que ella sola firmo su despedida de la vida de Edward.

 

- Si no es así, no te preocupes papá. – me dijo Carlisle. – Mañana llega Charlie y sacamos la artillería pesada. – dijo seguro de si mismo. – Deja que le cuente a Belle, seguro que deja a Gianna sin ninguno de sus pelirrojos cabellos en su cabeza. – Reí ante la imagen.  -

 

- No creo que sea necesario hijo, espero que tu hermano haga lo que tenga que hacer. – le dije. -

 

- De verdad el Diamante se lo vas a dar a Kellan. – le preguntó con curiosidad a su madre sentándose a su lado en el sofá. -

 

- No hijo, sabes que ese Diamante ya tienen dueña. – le dijo mi princesa. -

 

- Espero que Keyla no se canse de esperarlo. – le dijo mi hijo, que tras levantarse dejo un beso en la cabeza de su madre. – Te amo mamá, hasta mañana. -

 

- Hasta mañana hijo. – le dijo su madre. – Descansa mucho, te amo. – paso por mi lado que estaba recostado en una de las paredes, dejándome un abrazo, y aproveche para besarle la cabeza. -

 

- Te amo hijo. – le dije. – Y gracias por ayudar a sacar la basura. -

 

- Siempre papá. – me dijo al salir. – Te amo viejo. – me acerque sigilosamente a mi princesa. -

 

- Se que no estás de humor para ese paseo nocturno, pero que te parece un baño de burbujas. – le dije mordiendo levemente su oreja y haciéndola gemir en el acto. Salimos de la sala de música hasta nuestra recámara, después de pasar un muy deliciosos rato con mi esposa, estábamos juntos en la cama, dándonos besos, dándonos dulces caricias cuando los gritos y el hall de entrada nos hicieron levantarnos a la carrera.

 

- Déjame en paz. – gritaba Keyla. – Acaso ya no es suficiente con todo lo que me haces sufrir, como para que encima me hagas pasar vergüenza. -

 

- Esa te las estabas haciendo pasar tú solita besándote con ese imbécil. – Ya va… con quien se besaba Keyla????.... -

 

- Que yo sepa yo no tengo compromiso con nadie y me beso con quien me de la realísima gana…. Y si me da la gana besarme con…  – le grito ella.  Cuando estábamos llegando cerca de ellos nos quedamos impactados con lo que vimos, de la misma manera quedaron Gabrielle, Allistair, Alec que traía el labio partido, Derek y Elizabeth; al tiempo que Keyla no podía continuar discutiendo porque Ed la besó con toda la fuerza y la pasión de la que fue capaz en ese momento. Pero cuando todos salimos de nuestro estupor, pensando erróneamente que todo entre ellos se había solucionado, Keyla se separó de mi hijo y le cruzó la cara con una sonora cachetada.  – Imbécil yo beso a quien me da la gana, y tú no estás en esa lista. Ve a besar a la zorra de tu novia. – y dicho esto salió corriendo. - 

 

- Si serás imbécil. – le dijo Alec. – Nunca vas a tenerla de esa manera. – Ed, supongo que vio todo en rojo en ese momento porque se abalanzó sobre él y se fueron a los puños. -

 

- Carl. – le grité sabiendo que estaba detrás de mi porque lo escuche cuando bajábamos la escaleras. – intenta con Derek y Allistair separarlos. – les dije. – Belle, ve por algo para que tu hermana y Derek puedan curarlos. – me acerqué a mi esposa y le bese la frente, mientras veía por mi visión periférica que ya estaba medio controlada la pelea. – Mantente lejos de los golpes y habla con tu hijo, yo voy por Keyla. – Salí de la casa, hasta la parte de atrás donde había un hermoso jardín que mi princesa había creado para nuestra mariposita. Sabía que escondida detrás de uno  de los naranjales estaba Keyla, siempre se escondía allí, desde pequeñita ese había sido su lugar secreto en la hacienda, solo  yo lo conocía. – Princesa. – le dije acercándome a ella y sentándome a su lado. -

 

- Tío… - ella sollozó lanzándose a mis brazos. -

 

- Shhh… princesita. – le decía. – Ya paso mi ternurita. – le dije.  – No llores más. - le pedía. -

 

- Por qué tío?. – me decía entre lágrimas. – Por que no me quiere?. – insistía. -

 

- Porque soy un imbécil. – dijo mi hijo cerca de nosotros. -

 

- Ed, no creo que este sea el momento. - le dije. -

 

- Papá, por favor necesito hablar con ella. – me dijo, yo me gire a mi sobrina, para preguntarle su opinión. -

 

- Tu que dices ternurita?. – le pregunté. -

 

- Keyla-key por favor. – le dijo acercándose y acariciando suavemente su rostro. – tenemos que hablar princesa. – le dijo suavemente, y ella solo asintió. -

 

- Hijo, sabes que te amo. – le dije seriamente. – pero que no sepa que haces que Keyla llore de nuevo, porque esa ceja rota, el ojo morado y el labio partido que te dejo Alec no serán nada frente a lo que voy a hacerte yo, y ni te cuento de Seth, Paul y Jacob.

 

- Despreocupate papá. – me dijo seriamente. -

 

Los deje solos bajo aquel naranjal, con la esperanza de que las cosas entre ellos se solucionaran, esperaba que el velo de la ceguera de mi hijo quedará al descubierto tras ese ataque feroz de celos que le genero el ver a Keyla con Alec, esperaba que esa infame mujer hubiese salido de la vida de mi hijo para siempre… confiaba en el buen censo de Edward, y sabía que después de cómo trato a su madre no permitiría que esa mujer compartiera su vida. Regresaba a la casona, a mi cama, a los brazos de mi mujer, con la certeza de que esa noche, bajo los naranjales en el jardín italiano de mi mariposita se empezaría escribir una nueva historia de amor. Que al fin mi hijo vería lo que siempre ha estado frente a sus ojos  y que el Diamante de los Cullen encontrara su destino en una nueva mano, una que lo portaría orgullosa, una que estaría cumpliendo su destino por y para siempre.

 

Fin Edward POV

 

Anette Cullen, se encontraba al frente del elegante piano de cola tocando primorosamente las notas de la canción especial que el novio compuso para la ocasión, mientras de soslayo recibía las miradas que Alec Volturi le dedicaba desde su lugar como padrino de la ceremonia. Anette siempre había sido feliz porque su hermano Edward descubriera su talento y se dedicara a enseñarle, no era tan talentosa como él o como su sobrino, pero se defendía bastante, y se  sentía inmensamente feliz por estar participando en el enlace de esta forma.  Desde su posición privilegiada a un costado del altar podía ver como su hermano abrazaba a su esposa, felices y radiantes… nunca había visto un amor tan puro, tan verdadero, tan de novela como el de su hermano y Bella.  Lo habían dado todo por sus hijos, y ella desde allí podía ver que felices eran todos, cuan amados habían sido y cuan fantástica había sido sus vida.

 

Desde allí veía a la siempre madura Jane, era una mujer fuerte, elegante y atractiva… una reconocida escritora que se había hecho camino en la literatura juvenil y que ahora estaba probando suerte con su primera novela, allí estaba con su pequeña Marie Anne, o la palomita como le decía Edward, era una pequeñita adorable con el cabello rubio castaño, y los ojos avellanados de Noah, su padre. Jane había encontrado el sentido de familia, de mamá y de hermanos con Bella y los mellizos, y de allí su vida solo se vio multiplicada en alegrías con la llegada de sus hermanos más pequeños. Jane quien siempre fue como una hermana mayor para ella… esa con quien se había conectado de forma especial y a quien había acudido en los momentos de confusión cuando en su adolescencia descubrió el pasado que vinculaba a su madre con Heidi Volturi, la mamá biológica de Jane.  

 

 Anette podía ver también desde allí a la dulce Elizabeth, colgada como siempre del brazo de su papá… como si a él le importara, él feliz con tal de tener siempre cerca de su adorada gatita. Lizzie lucía radiante, le faltaba muy poco para terminar la especialidad, y ya el buen mozo Dr. Derek había puesto un hermoso anillo de compromiso en su dedo, provocando que a Edward casi le diera un infarto, pero sobrevivió al entender que difícilmente encontraría alguien mejor para su gatita. Unas risas le hicieron apartar la vista de Elizabeth, para encontrarse con los ojos curiosos y despiertos de Carlisle, que observaba todo con especial cuidado, aun teniendo el mismo carácter desenfadado de su hermano, Carl era más protector, más “responsable”, aunque sin serlo demasiado, parecía expectante por querer detener las sorpresas de mal gusto… a su lado Charles estaba al pendiente al parecer de un par de chiquillas que estaban ayudando con la preparación del brindis, ya se hacía una idea de quienes ocuparían las camas de sus sobrinos esta noche, eso si lograban  sobrepasar la estricta vigilancia de Bella, lo que con la ayuda de Gabrielle no les sería nada difícil.

 

Gabrielle…. Gabrielle, Renee, Isa y ella siempre habían sido inseparables. Era todas de la misma edad y se complementaban. Conocían todos y cada uno de los secretos de las otras y los guardaban tan celosamente como si fueran los propios… Así que con completo conocimiento de causa, podría decir que la siempre hermosa y etérea Gabrielle se moría de amor por el apuesto y rubio joven de pie a su lado… Allistair Volturi había logrado conquistar el corazón de la siempre rebelde Gabrielle Carlie Cullen Swan… esa florecita que su padre había soñado como la copia al carbón de su amada Bella… esa florecita, que aun la siendo la hermosa copia de su madre, era una florecita rebelde, toda una florecita roquera que amaba la adrenalina y la velocidad… en eso se parecía mucho a su padre aunque a él le ponía los nervios de punta verla  montada en una mota o volando sobre la hacienda en un parapentes… Anette estaba segura que el carácter apacible de Allistair había conquistado a Belle, de la misma forma que lo hacía la pintura, era una necesidad de su espíritu de apaciguar su alma.

 

Isa se encontraba al lado de Belle, de las cuatro Isabella era como un remanso de aguas claras y puras, pacífica y cristalina, era un alma noble como pocas, era la contrapunta entre el carácter desenfadado del Diablillo de Belle y las demás… Era increíblemente hermosa, tenía esa belleza exótica de su hermana Alice, pero con el carácter dulce y refinando, pacífico y conciliador de Jasper Whitlock. El corazón de la dulce Isa, fue conquistado por el rebelde de Riley James Ferland, hijo de un antiguo conocido de Bella, corredor de fórmula uno. Anette podría asegurar que como Allistair calmaba el espíritu de Belle, Riley inyectaba de adrenalina la vida de Isa.

 

Y dónde se encontraban Belle, Isa y Ane… estaba por su puesto Renee, la bellísima rubia de ojos grises y cuerpo espectacular, con ese carácter afable y desenfadado, fina e increíblemente elegante, y que pasa sus días metida dentro de las entrañas de un carro, viviendo su pasión y la de su madre, y dejando a más de uno sin palabras cuando se dan cuenta de que esa escultural rubia es mecánica. Ella al igual que sus primas encontró joven el amor verdadero, de manos de Seth Black, ese pequeño que una vez superados sus problemas cardíacos se enfrento al mundo con todo, a sus veintiséis años era un ya reconocido abogado especialista en derecho internacional y refugiados, carrera que le ha ganado un sin numero de retractores y fanáticos a lo largo del mundo.

 

Antes de que empezara la ceremonia y guiada por las dulces tonadas del piano, Anette divago un poco más a través de los rostros de su amada familia, y se concentro unos instantes en su sobrino Kellan, que hacía unas semanas se había casado con Catalina, una joven española que conoció en Grecia cuando estaba trabajando para las empresas Masen y quedó completamente enganchado, regreso antes de su luna de miel para asistir a este evento que la familia entera llevaba esperando hace mucho tiempo, y sobre el cual todos los primos y Anette habían hecho incontables apuestas… hoy serían cobradas por parte de los ganadores. Valerie se encontraba también en compañía de su esposo un magnate de la moda, y con quien era realmente feliz, mientras daba clases en un preescolar en un suburbio de Londres.

 

Leah había venido de África para la ceremonia, se había unido a médicos sin fronteras y andaba por el mundo ofreciendo su ayuda allá donde era necesaria, siempre acompañada de Sam Volturi, el gemelo de Alec quien había caído bajo sus encantos y era capaz de acompañarle hasta el fin del mundo. Los chicos de la familia también estaban presentes. Los torbellinos Jackson y Ashley, tenían apenas catorce años, pero era increíblemente maduros para su edad y bastante traviesos… Jackson siempre se dejaba envolver por las locuras de los gemelos Cullen, y con ellos se llevaban arrastrada a Ashley, que a pesar de su elegancia, de su modernismo y de su belleza, mostraba una cierta inclinación y preferencia por las chicas, ya incluso Alice lo había vaticinado, diciendo que la novia de su Ashley sería la mujer más hermosa, de cuantas desposaran o se relacionaran con los Cullen.

 

Estaban también su hermano Emmett/Christopher… como lo decía ella en juego, feliz, pleno, alegre… como siempre debió ser, le habían contado que no siempre había sido así, pero para Anette su hermano mayor era especial, divertido y genial, era a quien recurría para cuando quería hacer bromas pesadas o cuando necesitaba un permiso especial por parte de papá… Siempre enamorado de su hermosa Rosalie, su Osita Rose, que lejos de esa apariencia de mujer frívola era una mujer cálida, bondadosa y dedicada a su familia. 

 

Su hermana Alice sonreía soñadora desde los brazos de Jasper, ese cuñado/tío que se había convertido en el guía de todos sus sobrinos,  a ese al que recurrían en busca de consejos y de su sabia experiencia, mientras que era la loca de Alice la que los acercaba a la moda…  Anette veía con nostalgia a sus padres, siempre enamorados, siempre felices, siempre sonrientes, siempre juntos… sabía que no disfrutaría mucho años más de su padre, por eso gozaba cada segundo a su lado, cada sabio consejo, cada intento por consentirla y malcriarla… Anette sabía que ella de alguna forma se había convertido en gran parte de la alegría de Carlisles Cullen en los últimos diecinueve años… veía a su madre, hermosa como siempre, feliz y plena sonreírle, y tras devolverle la sonrisa poso su mirada de nuevo en Alec Volturi… ese chico que llevaba el nombre de su tío en homenaje a su memoria, ese tío que fue uno de los hombres que más amo su madre en su vida, a ese que amo queriéndolo y aún amándolo no supo hacerlo feliz, no supo retenerlo y ambos se vieron envueltos en las intrigas, en el engaño, en la infelicidad, en la traición y en la muerte… Esa relación por la que su madre pensó que no era merecedora de la felicidad… esa relación con ese hombre, el cual Anette estaba segura ya la había perdonado y la cuidaba desde donde quiera que estuviese, ese que ella estaba segura había puesto a sus padres en el camino el uno del otro…

 

Las notas de la canción compuesta por el novio llegaban a su fin, volvió su mirada a su sobrino feliz parado frente al altar, Ed estaba exultante de felicidad, esperando a su novia, a su amor, a la mujer de su vida, a su alma gemela, tras regalarle una dulce sonrisa, Anette hizo la transición de la música compuesta por Edward para su novia a la de la marcha nupcial que acompañaría sus pasos hacia el altar… las puertas que daban al jardín fueron abiertas y los padres de la novia salieron a cada lado del brazo de su hija, Keyla se veía hermosa y radiante, el vestido de novia resaltaba delicadamente su cuerpo, hermosamente redondeado por sus cuatro meses de embarazo… Unos nuevos Cullen venían al mundo, a hacer las delicias de esta familia… esos que fueron concebidos bajo el manto estrellado del cielo de Montepulciano a los pies de una naranjal… ese que fue testigo de un nuevo, profundo amor, ese que abrió el camino para revelar a la nueva heredera del Diamante de los Cullen… ese hermoso diamante que desde esa noche reposaba en la mano de Keyla Rachel Simmons Black… esa que en unos minutos más sería la nueva señora Cullen… Esta vez no fue necesaria una invitación, esta vez no fue necesarias las manos de la pequeña Keyla destapando una caja, esta vez y sin invitación, miles de mariposas revoloteaban felices por el hermoso jardín de los Black… esta vez sin que nadie se lo pidiera estaba allí presente Marie Alice Cullen, cobijando a su familia, diciéndoles con los mudos susurros del viento cuantos les ama.

 

Fin…

 

Fin Narrador POV…

 

- Terminaste cariño?. – me preguntó mi adorado esposo desde el umbral de la puerta del estudio. -

 

- Si, acabo de ponerle el punto final. – le dije levantando la vista del computador y poniendo los lentes a un lado. – Voy a mandárselo a mi madre por correo y luego voy a llamarla. – le conté emocionada. Se acercó a mí para dejar un dulce beso en mis labios. -

 

- Entonces mejor voy yo a darle un baño y acostar a Marie Anne. – me dijo entre risas.- porque esto va a ser para largo. -

 

- Que exagerado eres cariño. – le dije a Noah, al tiempo que le golpeaba juguetonamente. -

 

- Exagerado no Jane. – me dijo. – Sé perfectamente como eres cuando hablas con tu madre, y más cuando hablan del libro. – me dijo en tono dramático. – pero no te preocupes, me encantas así… Te amo. – me dijo. – Nos vemos cuando termines… Te estaré esperando. – me dijo con un suave ronroneo al oído. Deje que se fuera y sopese la posibilidad entre irme detrás de él o llamar a mi mamá… pero todavía había que dormir y dar de comer a nuestra pequeña antes de pensar en algo más… así que mejor hacía rápido esa llamada y subía a ayudar a mi esposo.

 

- Muñequita cariño, extrañaba no haberte escuchado el día de hoy. – dijo mi madre alegremente desde el otro lado de la línea. -

 

- Ya está listo mamá. – le dije emocionada. -

 

- Es genial cariño, me muero por leerlo. – me dijo compartiendo mi  emoción. -

 

- Te lo estoy pasando por correo para que termines de darle el visto bueno. – le dije.  Después de un rato más conversando y antes de subir a mi recamara a buscar a mi esposo, abrí nuevamente el archivo para agregar una nota final…

 

Del Libro de Jane…

 

Y a la final para esta familia todo se resume al ejemplo de amor que dieron Edward y Bella… A pesar de La Otra parte de su vida, a pesar de los días de oscuridad, a pesar de La Otra relación a escondida, a pesar  de La Otra realidad que vivían tras las paredes de su apartamento… a pesar de todo, solo el amor gano todas las partidas, solo el amor supero todos los obstáculos, solo el amor encontró el perdón, solo el amor sanó las heridas. Solo ellos… juntos, solo ellos siendo uno solo alcanzaron todos sus anhelos y vivieron su felices para siempre… a pesar de no creer en los cuentos de hadas, creían en lo que tenían… Su amor el uno por el Otro…

 

Del Libro de Jane Swan…

Mi Vida después de La Otra…

 

Fin… Fin….

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Nota: Silmo... Gracias por la corrección... Kisses

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Ahora si creo que es hora de despedir a “La Otra”… Gracias a Guacha porque fue su solicitud la que trajo este nuevo capítulo… sé que no e como te lo imaginaste… creo que ni siquiera como lo imagine yo cuando lo sugeriste… Pero fui feliz con el resultado, espero que tanto tú como quienes compartieron esta historia conmigo a lo largo de este tiempo lo disfruten igual…

 

 

Gracias… Miles de Gracias Siempre…

 

Ustedes contribuyeron a que se cumpliera este proyecto y me ayudaron a creer en que si podía hacerlo y hacerlo bien.

 

Espero nos sigamos leyendo…

 

Kisses

Nos Leemos…

BkPattz….

 

 

 

 

 

Capítulo 26: Epílogo 1

 
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