La Otra (+18)

Autor: BkPattz
Género: + 18
Fecha Creación: 19/12/2010
Fecha Actualización: 18/02/2011
Finalizado: SI
Votos: 43
Comentarios: 112
Visitas: 152675
Capítulos: 27

Edward Cullen era un reconocido y brillante arquitecto en la ciudad de Chicago, su mayor felicidad haber encontrado y conocido al amor de su vida, a su alma gemela, a su otra mitad, a su todo, uno de sus más grandes logros concebir tres maravillosos pequeños con la mujer de sus sueños, su amor, su amiga de la infancia, la estudiante de Literatura Inglesa Bella Swan. Otro de sus logros, su pequeña Jane, su pequeña hija. Su peor error, dejar a su Amor, a su Bella en las sombras, convirtiéndola en la Otra, la Amante? porque mientras Bella Swan estaba en las sombras viviendo su idilio amoroso con Edward Cullen, era otra quien ostentaba el titulo de la Sra. Cullen, porque Edward estaba casado con otra. Edward POV

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Capítulo 14: El Espectáculo de tu Cuerpo

Declaración de Derechos de Autor: Todos los personajes de la Saga Twilight y sus descripciones pertenecen a la Sra. Stephenie Meyer y su Casa Editorial.

La inspiración de la historia, viene de todos los maravillosos escritores y relatos que nos regalan fantasías en este y otros muchos sites.

 

Edward Cullen era un reconocido y brillante arquitecto en la ciudad de Chicago, su mayor felicidad haber encontrado y conocido al amor de su vida, a su alma gemela, a su otra mitad, a su todo, uno de sus más grandes logros concebir tres maravillosos pequeños con la mujer de sus sueños, su amor, su amiga de la infancia, la estudiante de Literatura Inglesa Bella Swan. Otro de sus logros, su pequeña Jane, su pequeña hija. Su peor error, dejar a su Amor, a su Bella en las sombras, convirtiéndola en la Otra, la Amante… porque mientras Bella Swan estaba en las sombras viviendo su idilio amoroso con Edward Cullen, era otra quien ostentaba el titulo de la Sra. Cullen, porque Edward estaba casado con otra. Edward POV

 

…….                                                                            

Nota:

Los recuerdos de Edward los encontrarán en letra cursiva, lo referente al libro de Bella, “La Otra” podrán leerlo en subrayado. Hay unas frases entre comillas y en negritas que pertenecen a la película Twilight, por lo tanto son propiedad de Summit.-

 

……

 

Advertencia: Light Lemmon

 

Capítulo 14: El Espectáculo de tu cuerpo…

 

Decir que estaba impaciente era poco, no recuerdo ver tanto el reloj como en los últimos minutos, creo que en mi vida he estado tan impaciente por algo como ahora, conversaba con el nono Billy, cuando de pronto sentí su mirada en mí, gire un poco mi rostro y mis ojos se conectaron con la espléndida mirada de mi princesa, luego de unos segundos bajo su mirada mordiéndose sensualmente el labio y ese hermoso sonrojo adorno sus mejillas… Dios mi princesa estaba pensando en algo y estoy seguro que sería bueno… muy bueno, de pronto mi ansiedad empezó a trasladarse a otras partes de mi cuerpo, y tuve que pensar en algo que me enfriara rápido si quería terminar con la velada, tenía que concentrarme, solo faltaba una hora, mis hijos habían estado correteando por todo el salón de un saldo a otro, alegres, pero ya empezaban a dar señales de que el sueño y el cansancio comenzaban a hacer mella en ellos… pronto estarían dormidos, y yo no podría estar más feliz por ello.

 

Mientras Billy me conversaba sobre cosas fascinantes del viñedo, ofreciéndose a llevarme a hacer un recorrido, por las bodegas donde se produce el vino, yo seguía a mi princesa por todo el salón, justo ahora se encontraba sentada en el sofá, contándole una historia a nuestros hijos, estábamos en invierno y el frío en los últimos días había sido despiadado, pero los Nonos se ocuparon no solo de subir la calefacción, sino también de encender la chimenea del salón, y ya les había agradecido no menos de diez veces el detalle, no solo porque nos sentíamos increíblemente a gusto, sino porque le dio a mi ángel la oportunidad de usar un vestido… vestido que estaba a punto de causarme un paro cardíaco, y que segundo a segundo atentaba con mi autocontrol, allí desde donde me encontraba podía tener una vista privilegiada de las hermosas piernas de mi princesa, que estaban como bien sabía ella que me gustaba, culminaban en unos fantásticos zapatos de diseñador, imposiblemente altos, que solo lograban que sus piernas se vieran más exquisitas de lo que ya eran …. De nuevo me encontraba mirando el reloj y rogando porque los minutos pasarán. Me encontraba embelezado admirando la hermosura de mi princesa, cuando el nono interrumpió mis pensamientos.

 

- Es muy hermosa, no es cierto?.- dijo señalando a mi Bella, con la copa que sostenía entre sus dedos.-

 

- Mucho más que hermosa, es una Diosa.- le dije lo que sinceramente pensaba.-

 

- No entiendo como con el amor que se tienen dejaron que les pasarán todas esas cosas.- me dijo a modo de reflexión… creo que más para él que para mi.

 

- No sabes cuantas veces me he preguntado yo lo mismo en estos últimos años, pero ya perdimos demasiados años como para perder tiempo valioso haciéndonos preguntas, lo único que quiero es poder rehacer mi vida con mi princesa, donde quiera ella que sea… Aquí o en Chicago, donde sea, pero juntos. – le dije.-

 

- Eso va a suceder hijo, no tienes que ponerlo en duda.- me dijo el nono, agradecí sus palabras, yo confiaba que eso sería así, pero necesitaba continuamente confirmación de terceros.-  Supongo que se irán a Chicago.

 

- No puedo asegurarlo.- le dije.-

 

- Yo sí… Edward, crees que alguno de ustedes podrá seguir separado del otro.- yo me limité a negar con la cabeza.- y crees que ustedes podrán estar lejos de Marie.- volví a negar con la cabeza.- sobre todo porque mi principesa ha pasado todos estos años lejos de la pequeña, solo la dejó ahí por ti, cuando llegó a Montepulciano, estaba increíblemente triste, solo los pequeños lograban sacarla de la cama, Paul y Jacob, hacían todo lo que podían y más para poder animarla, pero nada parecía poder colocar esa hermosa sonrisa en su rostro, su dolor por la pérdida de su mariposita era infinito, además de que se encontraba terriblemente deprimida por como te dejo en Londres, creo que en más de una oportunidad se planteó buscarte, la desesperaba saber como te encontrabas, pero creo que el dolor hacía que colapsara de nuevo.- mi corazón se oprimía mientras Billy, me contaba esos días de la vida de mi princesa, que aparecen como páginas en blanco en su historia, no podía quitarle los ojos de encima, mientras la veía con toda la tristeza que su dolor podía dejar en mi mirada y mi alma, como siempre nos ocurría mi princesa se percató de mi mirada y levanto su vista, que inmediatamente se enganchó con la mía. Al notar mi estado de ánimo, hizo ademán de levantarse, pero le hice un gesto con la mano, pidiéndole calma, a la vez que negaba con la cabeza y le regalaba una pequeña sonrisa que esperaba la tranquilizaba, diciéndole un mudo “te amo”, que me correspondió con una deslumbrante sonrisa.- Las noches eran particularmente difíciles.- seguía contando Billy.- cuando no se despertaba gritando y buscando a su mariposita, entonces se despertaba gritando y buscándote, preocupándose por ti, sufriendo por tu dolor.

 

- Dios… mi princesa es mucho más de lo que merezco, es absolutamente maravillosa, no sé como podía pensar en mi dolor, en mi sufrimiento, si ella estaba sufriendo quizás peor que yo.- le dije.-

 

- Un día.- continúo Billy, como si yo no hubiese dicho nada.- un día se levantó, fue a la cocina por algo de desayuno dejándonos a todos mudos, y se encerró por horas en su estudio al teléfono, cuando salió nos gano la curiosidad por saber que estaba haciendo, y fue cuando nos dijo, que si ella estaba separada de ti, haciéndote estar lejos de tus hijos porque necesitaba sanar, lo entendía y lo aceptaba, pero no podía tenerlos a los dos abandonados, no podía estar tranquila mientras tu estabas solo, sufriendo en Chicago, y su pequeña sola, enterrada en un cementerio en Londres, así que hizo los arreglos para trasladar el cuerpo de la pequeña a Chicago, es cierto que no te lo dijo, sino hasta hace poco.- me decía al notar mi desconcierto.- pero ella estaba segura que podrías sentir una conexión especial con la pequeña, aún sin saber que estaba tan cerca de ti, además sino te lo dijo es porque ella creía que tenías que sanar primero, que tenías que empezar a ver las cosas desde todas las perspectivas necesarias, antes de saberlo.  Bella creía que si te decía desde el principio, entonces no habría poder humano que te arrancara de ese cementerio, que te enterrarías vivo allí con tus culpas, y no era justo contigo, con ella, tampoco con Jane, Elizabeth y Edward… así que espero a que pudieras sanar un poco tus heridas y luego con el accidente de Ed se dio la posibilidad y ella se decidió a contarte, no es como si necesariamente ella no hubiese podido viajar, porque ya habían pasado el cumple de los niños, y Edward perfectamente podría haberse quedado con nosotros o con Félix y Tanya que se encontraban de visita, pero Bella lo vio como una señal… y se decidió a comunicarse contigo.

 

- Creo que mi princesa tenía razón… si con todo el tiempo que ha pasado, y ahora que me encuentro mejor, he ido a visitar a mi pequeñita todos los días al cementerio, y he de confesar que estos días la he extrañado un montón, de saberlo desde el principio no me despegaría de su tumba, hubiese perdido la oportunidad de madurar en mi dolor, de sanar, de luchar por mi muñequita y esperar por mi princesa y mis bebes.- le dije, no podía molestarme con mi princesa por no habérmelo dicho, la verdad es que ambos teníamos que sanar y es cierto, de haberlo sabido antes probablemente todavía no estaría listo para regresar a mi familia aún.-

 

- Es bueno que estés pendiente de la pequeña Edward, pero tanto tu como Bella tienen que entender que Marie ya no está con ustedes, tienen que lidiar con su dolor, tienen que vivir recordándola, pero tienen que vivir, con y por sus hijos, con y por ustedes mismos, y el uno por el otro, no creo que sea saludable que estés metido en el cementerio todos los días, y menos que te sientas culpable, por no haber ido a verla estos días.- me dijo, y lo miré confundido.- sé que me dijiste que la extrañas, pero acaso no sientes un poco de culpa por no haberla ido a visitar, no te conozco mucho hijo, pero con lo que he visto y lo que he escuchado puedo asegurar que tienes una tendencia irremediable a culparte por todo, y creo sin temor a equivocarme, que esta estrechamente ligada a tu tendencia a ocuparte y proteger a todos de todo, especialmente a aquellos que amas, y si hay algo sobre lo que no tengo ninguna duda es que amas a Bella, la amas más que a tu vida, y así mismo amas a los pequeños.- asentí dándole la razón en todo lo que había dicho. De pronto sentí una mano en mi cintura y esa corriente eléctrica especial que recorría mi columna cada vez que nos tocábamos se hizo presente de alguna forma.-

 

- De que hablan mis perfectos caballeros.- dijo mi princesa, abrazándose a mi, yo no dude en rodearla con mis brazos y acercarla a mi cuerpo, apoyando mi barbilla en su hombro.-

 

- Solo hablábamos de lo absurdamente hermosa que estas esta noche cariño. De verdad debo repetir mi agradecimiento a los Nonos, por dejar toda la casa en esta temperatura tan agradable porque de lo contrario me perdería ver a mi Diosa tan deslumbrante.- le dije dejándole pequeñitos besos en su hombro casi desnudo.-

 

- Eres demasiado adulador amor.- me dijo girándose brevemente para dejar un beso en mi mejilla.-

 

- Pero así me quieres.- le dije entre risas.-

 

- No te quiero… Te amo Edward.- me dijo, haciendo que en ese momento me perdiera momentáneamente en sus ojos, Billy incómodo verifico la hora en su reloj.-

 

- Voy a buscar el Champagne a la nevera y el jugo de manzana para los pequeños.- dijo Billy, dejándonos solos a mi princesa y a mí.-

 

- Te amo cielo.- le dije cuando Billy se apartó de nuestro lado.- Gracias por darme la oportunidad de estar hoy con ustedes… no tienes ni idea de lo mucho que significa para mí.- le dije sinceramente.-

 

- Papito, papito.- grito mi gatita del otro lado del salón, mientras corría de su hermano, solté a mi princesa, y tomándola de la mano  nos acerque al sofá.-

 

- Que sucede gatita?.- le pregunte.-

 

- No es nada papá, solo que Elizabeth es una llorona.- me explicó Ed. Miré a mi princesa sin entender nada, ella se acercó a mi oído y me susurró.-

 

- Seguramente Ed esta molestándola con algún cuento del coco o algo por el estilo.- me explicó, pero su dulce aliento y cálida voz tan cerca de mi oreja me produjo un estremecimiento.- Y si te fijas bien, seguro que Lizzie tomó algo que tendría Ed, para hacer que dejara de asustarla y ahora se están persiguiendo para que Ed pueda recuperar sus cosas.- me dijo mi princesa, mientras yo miraba embelezado a mis hijos, en efecto Lizzie tenía en sus manos uno de los carro de colección de Ed, específicamente el Aston, mientras que sentada en el brazo de la silla Jane reía con sus manos en la boca de sus hermanos. Asentí en señal de entendimiento. Deje a mi princesa cerca de Jane, y me acerqué a los pequeños, poniéndome en medio de ellos.-

 

- A ver pequeños que sucede?.- inmediatamente mi gatita se lanzó a mis brazos, y la abrace fuerte muy fuerte, como acostumbraba hacerlo desde la primera vez que la tuve en mis brazos, dejando besitos en su hermosa cabecita, disfrutando de ese cálido aroma a flores silvestres y a bebé, tenía el mismo aroma perfecto de mi princesa, pero más tenue, más dulce.- Que sucede princesita, porque le quitaste su carro a tu hermano?.- le pregunté apartándola solo un poco para verla, y dirigiendo una mirada a su hermanito que se encontraba cerca de nosotros, con el seño fruncido y los brazos cruzados.-

 

- El quería que me asustara papito, y yo no quiero tener miedo, porque no quiero que me veas llorando asustada.- me dijo dándome un tierno puchero.- yo quiero ser valiente para ti papito.- me abrazo muy muy fuerte y me habló pegada a mi cuello.- yo quiero que estés muy orgulloso de mi papito. – levante la mirada y me encontré con la mirada de mi princesa, que abrazada a Jane en el sofá observaba la escena enternecida y preocupada.-

 

- Gatita, como puedes decir esas cosas.- la parte un poco para que pudiera verme y verla yo a esos espectaculares, hermosos y profundos ojos.- Papito está increíblemente orgulloso de ti mi amor.- Ella me miró y enseguida un pequeña lucecita de felicidad se encendió en sus ojitos, empecé darle pequeños cariños en el rostro.- Cielito, tu eres una pequeñita increíblemente dulce, hermosa, inteligente, talentosa, mi amor, pero sobre todas las cosas eres uno de los mejores regalos que me han regalado la vida y tu mami, princesa papito no solo esta muy orgulloso de ti, sino que te amo, te amo mucho, y nada de lo que hagas, ni que te despiertes llorando, ni que le tengas miedo al coco hará que yo pueda estar ni un poquitico menos orgulloso de lo que estoy de ti.- le dije regalándole un abrazo y dejándole un dulce beso en la frente.- Ahora preciosa, puedes darle el carro a tu hermano.- mi gatita me miró asintiendo y entregándole el carro a su hermano.- y a ver tu pequeño.- le dije tomándolo de la mano y acercándolo a mí, ya para esa altura estaba sentado en el suelo, con mi espalda recostada al sofá y con mi gatita sentada sobre una de mis piernas, hice que Ed se sentará del otro lado.- Porque asustas a tu hermanita campeón?.-

 

- Porque es divertido.- me dijo encogiéndose de hombros.-

 

- Es posible pequeño, pero no te sientes bien cuando ella toma tus cosas y sale corriendo, no es cierto.- la mueca en su rostro corroboro mi planteamiento.- y no has pensado que ella se siente igual de mal cuando intentas asustarla.- luego de pensarlo un poco asintió, suspiro mirándome primero a mi y luego se giro a su hermanita.-

 

- Lo siento Lizzie voy a intentar no asustarte más.- le dijo a su hermana. Lo acerque a mi con un abrazó, usando solo el brazo que tenía alrededor de él.-

 

- Bien hecho campeón, estoy orgulloso de ti.- le dije dejando un beso sobre su rebelde cabello.- Elizabeth es la más pequeñitica de la casa hijo, y tu eres el hombrecito, tienes que ayudarme a proteger y cuidar a nuestras mujeres, tenemos que cuidar y proteger a tu mami y tus hermanitas, no asustarlas. De acuerdo?.- le pregunté.-

 

- Claro papá, yo las protejo y las cuido.- me dijo muy seguro de si mismo y agradecido con su misión.-

 

- Eso es perfecto hijo.- los acerque a ambos, cuando sentí el flash de la cámara siendo disparado contra nosotros.-

 

- Lo siento pero se veían perfectos.- me dijo mi princesa con una tierna sonrisa.-

 

- Porque tu y Jane no los acompañan hija.- dijo Sue, que entraba con Billy con una bandeja con copas, las botellas de Champagne y Jugo de manzana, además de las tradicionales uvas.- Yo les tomo la foto a los cinco.- Mi princesa y Jane corrieron hacia nosotros y se abalanzaron en contra nuestra. Luego de un rato de risas logramos una hermosa foto de familia, era perfecta, era mi sueño hecho realidad pensaba mientras veía la foto en la pantalla de la cámara digital.-

 

- Papito despierta.- me decía mi muñequita.- Solo quedan cinco minutos.- Jane estaba emocionada, en estos días en Italia, la había visto alegre, plena y eso me hacía inmensamente feliz.-

 

Al fin llegó las doce, al fin se oyeron las campanas de la Iglesia de Montepulciano a lo lejos del viñedo, al fin llegó el año nuevo, al fin llegó la perspectiva de una vida maravillosa junto con mi familia, Billy descorcho la botella, mientras Sue servía el jugo de los niños, nos fuimos fundiendo en abrazos hacia los nonos, a cada uno de nuestros hijos, hasta que mi princesa llegó a mis brazos.

 

- Por fin cielo, no sabes todo lo que espere poder tenerte entre mis brazos en una celebración cualquiera.- le dije besando sus labios.- no sabes todo lo que te extrañe todas estas navidades, todos estos años nuevos, todos estos cumpleaños, y una larga lista de etcéteras, pero sobre todo no sabes todo lo que te extrañe cada minuto de mis días bebé.- me  permití perderme un momento en los hermosos ojos de mi princesa.- Te Amo Princesa, Feliz Año.- le dije besándola de nuevo.-

 

- Te amo bebé.- me dijo.- Te Amo, Feliz Año. – acercó para susurrarme al oído. – este será el primero de muchos años juntos cielo.

 

- Es lo que más deseo mi amor. – le dije con sinceridad.-

 

Nona Sue se acercó con un abrigo para mi princesa y otro para mí, cuando levanté la vista todos estaban enfundados en sus abrigos y guantes, y salimos a fuera para ver un hermoso espectáculo de fuegos artificiales. Los trabajadores del viñedo, quienes vivían en una especie de pequeña urbanización en unos muy lindos chalets cerca de los linderos de la propiedad celebraban todos los años en grande la venida del año nuevo, y para ello hacían un hermoso espectáculo de fuegos artificiales, según me había contado Billy; mis hijos, los nonos y mi ángel, siempre los acompañaban, pero como era nuestra primera celebración juntos, mi princesa se excuso regalándonos una pacífica noche en familia. Era increíble, podría pasar horas observando ese hermoso espectáculo, si no estuviese tan ansioso por otro hermoso espectáculo que estaba impaciente por presenciar, y que era el glorioso cuerpo de mi princesa. El rato con nuestros hijos logro que bajara un poco mi ansiedad, pero cuando estreche entre mis brazos a esa perfecta mujer que era mía, toda la ansiedad me golpeo de frente, con mucha más fuerza que las campanas de Montepulciano anunciando la llegada de un año nuevo, de otros 365 días de oportunidades para ser felices, para luchar por nuestros sueños y hacerlos realidad.

 

Gire hacia los lados y la imagen fue enternecedora y esperanzadora, el tiempo de espera se acercaba a su fin, mi gatita adormilada reposaba su cabeza en el hombro de Sue, mientras mi campeón tallaba sus ojitos, mientras se removía en los brazos de su nono, mi muñequita no se encontraba en una mejor situación, puesto que abrazada a la cintura de mi princesa mientras esta le hacía cariños en la espalda  bostezaba sin cesar, mientras luchaba con sus ojitos que intentaban cerrarse con cada giro de los cariños de mi princesa. Miré a mi ángel y le regale una sonrisa pícara, alzando una de mis cejas, que inmediatamente respondió con otra sonrisa deslumbrantes, mordiéndose el labio y sonrojándose, como amaba ese gesto en ella, y así como lo amaba me encendía. Lo mismo que la encendía a ella tenerme en esta situación.

 

- Billy y yo vamos a llevar a los pequeños a la cama, sigan disfrutando los fuegos artificiales.- dijo Sue dándonos una sonrisa pícara… fuegos artificiales… eso esperaba alcanzar, o al menos hacer que mi princesa alcanzará conmigo, Sue tomó la mano de Jane y la dirigió hacia el interior de la casa, me acerqué a mi ángel, colocando mis manos sobre su cintura y haciéndola apoyar su cabeza contra mi pecho.

 

- Gracias princesa.- le susurre al oído haciéndola estremecer.- Gracias, mi amor.- dije mordiéndole el lóbulo de la oreja.-

 

- No me lo agradezcas todavía bebé.- me dijo sensualmente pegándose a mi y restregándose descaradamente en mi cuerpo que ya estaba más que ansioso por tenerla así de cerca pero sin las estorbosas ropas.- pero te aseguro que me lo vas agradecer amor.- ronroneo de forma sensual, llevando una mano hacia atrás para acariciar mi nuca, mientras se mordía el labio de esa forma que me volvía loco, logrando que mordiera y besara su dulce cuello, ese perfecto y erótico lugar detrás de su oreja, mientras acariciaba su cintura, subiendo de forma lenta y tortuosa mis manos por sus costados, colándolas por dentro del abrigo. – Ven amor. – me dijo separándose de mi y extendiendo su mano invitándome a tomarla. – me acompañas?.-  me pregunto.-

 

- Hasta el fin del mundo, siempre mi amor. – le dije tomando todo lo que me ofrecía y caminando con ella de regreso al interior de la casa. 

 

Por un momento pensé que haría camino hacia la escalera y podríamos perdernos entre besos y carias detrás de la puerta de su habitación, pero al parecer mi ángel tenía otros planes, y con la certeza que lo que sucedería esta noche, lejos de preocuparme me excitaba aún más, dejándome llevar. Recorrimos un camino que había hecho montones de veces desde mi llegada a esta casa, y tomados de la mano fuimos hasta el salón de música, el cual se había convertido en nuestro espacio favorito, cuando la puerta se abrió me quede sin aliento, la imagen era absolutamente sublime, las luces estaban apagadas, solo encendida la lámpara de lectura a un costado del sofá, el salón estaba lleno de velas encendidas que desprendía un muy agradable olor a vainilla, también había pequeños arreglos de fresias en diferentes partes de la sala, aportando además ese olor tan parecido al delicioso aroma de mi princesa, la chimenea estaba encendida con montones de cojines y mantas en el suelo, perfecto para recostarnos frente a ella.

 

- Te gusta cariño.- preguntó mi ángel.-

 

- Es perfecto, como tu princesa.- me acerqué a ella, para dejar un beso en sus labios, el cual pretendía ser tierno, pero entre el hambre que tenía de su cuerpo, de sus labios se fue haciendo más y más pasional, más y mas intenso, mientras nuestras manos acariciaban avariciosas todo lo que estaba a su alcance. Cuando la necesidad de respirar se hizo inminente, separamos nuestros labios, pero no pude dejarlos lejos de su piel, besando sus mejillas, la línea de su mandíbula, su delicioso cuello.

 

- Cariño…- decía mi princesa con la respiración entrecortada.- ven.- tomó mi mano acercándose al piano, sobre la tapa del mismo había un tazón de fresas (frutillas), chocolate y dos copas, las tomamos, y nos sentamos en las mantas que estaban ya preparadas y en donde se encontraba una hielera con una botella de Champagne, descorché la botella, y serví en las copas que eran sostenidas por mi ángel, ella me entrego la mía, y se acercó a mi para un pequeño brindis.- Por nosotros, para que este sea el primer día del primer año de los muchos que estaremos juntos viviendo nuestro amor.- dijo mi ángel chocando su copa con la mía.-

 

- Que así sea para siempre mi amor.- tomamos un sorbo de la copa, sin despegar la mirada el uno del otro. Tomé una de las fresas, untándola con el chocolate y acercándola a la sensual boca de mi Diosa, ella entreabrió los labios para poder morder la fruta delicadamente, mientras yo trague en seco el nudo que se formó en mi garganta, acaricié su labio inferior con una nueva fresa, dejando rastros de chocolate y luego de comerme la fruta, me acerqué a otra fruta todavía más deliciosa y succionando su labio inferior con cuidado me deshice del chocolate, un gemido ahogado de su boca, me hizo perder completamente el control, así que tomando a mi princesa posesivamente por la cintura la hice sentarse a horcajadas sobre mí, el tener que colocar una pierna a cada lado de mi cuerpo, provocó que su cortísimo vestido subiera aún más, ofreciéndome una mejor vista de las piernas más espectaculares que he tenido el gozo de ver y disfrutar, lentamente con la punta de los dedos fui acariciando la piel blanca y perfecta de las piernas de mi princesa, haciéndola encovarse de placer hacia atrás y dejando a mi disposición su cuello, al que fui dejando cortos besos, y ganándome deliciosos gemidos en respuesta.

 

- Ed… Edward… - gemía mi princesa, envuelta en el placer de mis caricias, en el placer que la anticipación y la ansiedad habían creado en nuestros cuerpos.- tienes demasiada ropa cariño.- dijo al tiempo que se deshacía de su abrigo, el cual colocó cuidadosamente en el sofá, para luego y dejando suaves caricias en mis hombros y brazos, suaves y sutiles como las que deje yo a lo largo de sus piernas, fue retirando mi abrigo. El fuego en su mirada y las delicadas caricias, hizo que el fuego recrudeciera, mirándonos a los ojos, llevándonos a lanzarnos furiosa y apasionadamente a los labios del otro, besándonos con intensidad y con toda la pasión que siempre hemos sentido el uno por el otro, nos separamos brevemente para poder sacar el  suéter y la franela por mi cabeza, mientras que ya con mi torso descubierto y con las manos de mi princesa recorriendo mi pecho, la acerqué a mi para besarla en sus hombros y cuello mientras alcanzaba la cremallera del vestido de mi ángel, y bajándolo con cuidado, al tiempo que dejaba suaves caricias en su piel a medida que la iba descubriendo, una vez que el vestido estuvo enrollado en su cintura, la hice ponerse de pie, con cada una de sus piernas a un lado de las mías y aun sentado en el suelo, subí mis manos hasta su cintura, bajando el vestido poco a poco, y acariciando su piel en el trayecto, una vez en sus pies, con cuidado tome un de sus tobillos, acariciando el empeine del pie, aún calzado con esos impresionantes zapatos, y haciéndala mantener el equilibrio con sus manos apoyadas en el sofá atrás de nosotros, a veces pienso que tengo un pequeño fetiche, pero no existe nada más espectacular que ver el cuerpo de mi mujer, desnudo, debajo del mío o sobre el mío, con los zapatos de tacón aún puestos, una vez colocado nuevamente el pie en el piso, repetí el mismo procedimiento con el otro, cuando de pronto el vestido se encontraba en el sofá haciéndole compañía a nuestros abrigos, a mi suéter y mi franela, subí mis manos lentamente por sus piernas dejando caricias y besos a su paso, cuando llegué a su cintura me permití levantar la mirada hasta su rostro para conectarme con sus hermosos ojos y luego poder recorrerla con la mirada, aunque el término comérmela con la mirada era definitivamente más apropiado. La visión era perfecta, mi Diosa estaba vestida con un perfecto y hermoso conjunto de lencería de encaje azul oscuro, que contrastaba perfectamente con su piel, que haría las delicias de cualquier observador y sería la envía de cualquier mujer, mi mujer poseía un cuerpo de infarto, aún después de dar a luz a unos trillizos, era perfecta, solo unas muy pequeñitas y casi imperceptibles estrías en su cintura delataban que ese cuerpo había albergado a mis pequeños durante su gestación, y una pequeñísima e imperceptible cicatriz por la cesárea, me acerqué a ese vientre perfecto que había cobijado a nuestros hijos y lo bese con toda la ternura, todo el agradecimiento y todo el amor del que fui capaz.

 

Me incorporé solo un poco, colocando mi nariz contra su ombligo, el cual rocé tenuemente, dejando  pequeños besos, y el cual lamí un poco logrando que mi princesa se estremeciera, baje suavemente el rostro por su cuerpo, rozando con mi nariz en el centro de su cuerpo por encima del encaje de las bragas, y ganándome un suspiro de su parte, la mordí suavemente sin quitarle la pieza de ropa, acción que fue recompensada por un fuerte gemido, y luego tomándola por la cintura la hice colocarse en el suelo de nuevo, y acercándome a ella para besarla.

 

- Te amo mi amor.- le dije entre besos mientras la acariciaba, ella llevo sus manos al cinturón de mi pantalón, y con la destreza que recordaba los desbrocho, al igual que el pantalón, el que fue bajando por mis piernas, dejando caricias sobre mis piernas, deslizándose sensualmente, casi haciéndome enloquecer, me quitó los zapatos y las medias, y de la forma más salvaje e intensa que encontró me arrancó los pantalones, colocándolos con la demás ropa, con un cuarto lleno de velas encendidas, no podíamos arriesgarnos a ser tan irresponsables como para lanzar la ropa, aunque era lo que nos provocaba… subió nuevamente por mis piernas, regalándome ahora unas caricias mucho más duras, mucho más intensas, se colocó nuevamente a horcajadas sobre mí dándome un intenso beso, que hizo que perdiéramos el control, mi princesa comenzó a moverse sobre mi, rozando su centro contra mi ya mas que dispuesto miembro y ganándose  diversos gruñidos y gemidos de mi boca, que la hicieron muy feliz, a juzgar por la intensificación de sus movimientos. Enceguecido por la pasión dirigí mis manos a su espalda buscando desesperadamente el broche de su brasier, el cual no conseguí encontrar.-

 

- Al frente.- se las arreglo para decir mi princesa. La separe un poco de mí para mirarla con los ojos ennegrecidos por la pasión, esos brasier con broches al frente se me hacían increíblemente sexy y ella lo sabía.- se que te gustan.- dijo susurrándome al oído.- todo por ti y para ti cielo.- me dijo antes de morder mi lóbulo y comenzar a besar desesperadamente mi cuello. La separe ligeramente de mí para poder verla, para poder ver esa pieza de lencería que adornaba el perfecto cuerpo de mi ángel y que pronto le haría compañía al resto de su ropa.-

 

- Perfecta, hermosa.- le decía mientras iba retirando la pieza y acariciando su piel con mis dedos de forma suave, sin poder evitarlo, subí mi mirada para buscar la suya y pude ver a mi princesa con la cabeza ligeramente hacia atrás, acercando su cuerpo aun más al mío, sus hermosos ojos cerrados y mordiéndose suavemente  el labio completamente perdida en sus sensaciones esta acción logró que me encendiera mucho más de lo que ya estaba, ni siquiera perdí tiempo pensando si estar más excitado de lo que estaba era posible, porque ya sin ser dueño de mis propias acciones sustituí mis manos por mis labios y me perdí en las sensaciones del cuerpo de mi mujer, llevé mis manos a su centro, necesitaba saber si mi mujer estaba preparada para recibirme en su cuerpo, y como siempre lo estaba, estaba completamente lista para mi, baje mis manos hasta su cadera, jalando tenuemente las tiras de las diminutas bragas que cubría mi paraíso, estaba en un dilema, porque aunque me moría por deshacerme de esa prenda de una vez por todas, no quería separar mis labios del hermoso y perfecto pecho de mi princesa.-

 

- Vamos Ed… rompelas… te mueres de ganas por hacerlo.- me dijo entre jadeos mi ángel, resolviendo mi problema, y de forma inmediata cumplí con la sugerencia de mi princesa, ganándome un sensual grito, provocado, por el jalón de la tela entre sus piernas.-

 

- Dios princesa, siente como me pones.- le dije acercándola más a mi, haciendo que me sintiera en su piel desnuda, mi princesa se separo un poco de mí, bajo mis protestas  y riéndose de mi impaciencia. Pero era necesario para poder hacer que mis ahora muy estorbosos boxers desaparecieran de mi cuerpo, ya cuando la ropa no fue un impedimento, pude recostar a mi Diosa cuidadosamente sobre las mantas y cojines, y fue cuando nuestros cuerpos se fundieron el uno en el otro dándose la bienvenida a casa, por fin esa profunda sensación de estar en paz y en mi hogar me invadieron con fuerza, nos fundimos en la pasión de nuestros cuerpos, y cada embestida era más profunda, cada gemido más alto, cada te amo cobraba mayor sentido, cada beso era más perfecto… mi princesa gemía mi nombre en mi oído, al igual que yo hacía con el suyo,  y nunca había amado más mi nombre que en ese momento, la fuerza de mis embestidas nos acercaba cada vez más a la gloria, sentía en ese preciso instante una conexión que nunca había sentido, era como si más que nuestros cuerpos, fueran nuestras almas las que se conectaban,  las que se tocaban con suaves caricias y las que nos llenaban de un exquisito placer, un par de profundas y fuertes embestidas más alcanzamos el más delicioso de los orgasmos, corriéndonos juntos, derramándome en ella en el más perfecto de los momentos, ahora podíamos decir que estábamos perfectamente en paz, perfectamente felices, perfectamente sincronizados, juntos, inseparables. Como lo había sospechado en nuestros días anteriores, en los que habíamos alcanzado la gloria juntos con nuestras manos, con nuestros besos, entre nuestros labios, el momento había sido sublime, ninguna experiencia previa, ninguna experiencia pasada había sido tan magnifica, tan perfecta, creo que la diferencia está en que éramos libres, éramos completamente libres para estar juntos, la diferencia estaba en que no teníamos que escondernos, en que ya no éramos amantes, en que ella no era la otra, ahora solo éramos un hombre y una mujer que se aman con locura, ahora solo éramos Edward y Bella amándonos como solo nosotros podíamos amarnos, completamente libres de gritárselo al mundo, libres de decirle al mundo que nos amábamos tan fuerte y tan claro como cada uno de los gemidos que salieron de nuestro cuerpo, ahora solo ahogaríamos gemidos contra nuestra piel, nunca más ahogaríamos nuestros sentimientos, nunca más tendríamos que ocultarnos de nadie. Con cuidado salí de su interior, le quite los zapatos y me coloqué a su lado, acerque una manta y nos cubrí con cuidado a ambos, me incorporé un poco, apoyando mi cabeza sobre una de mis manos y me acerqué a su rostro dejando en ellos pequeños besos.- bienvenida a casa princesa. – le dije mientras dejaba un suave beso en su nariz.-

 

- Bienvenido a casa mi ángel.- me dijo mi princesa dándome un dulce beso, que fue subiendo de intensidad y dejándonos listos para otra nueva ronda de perfecta pasión, otra vez pude tener a mi princesa envolviendo mi cuerpo, volvimos a hacer el amor despacio, con calma, sintiendo aún más cada pequeña sensación, cada pequeño jadeo, cada pequeña intromisión, cada embestida fuerte, profunda, cada gemido, y de nuevo esa sensación de tocarnos con el alma, de perdernos el uno en el otro, de fundirnos en una sola persona se hizo presente, cuando nuevamente llegamos al cielo juntos, la recosté sobre mi pecho, ahora felices, agotados logramos dormirnos abrazados el uno al otro. Un par de horas después unos dulces besos sobre mi pecho lograron rescatarme del sueño.

 

- Uhmmm….- me queje negándome a despertar, negándome a dejar el más perfecto sueño que era estar en brazos de mi preciosa princesa.-

 

- Vamos mi Vampiro, despierta.- me decía dulcemente mi ángel.-

 

- Quiero quedarme aquí.- le dije adormilado, apretando mi abrazo en su cuerpo.-

 

- Cielo tenemos que ir a la habitación, recuerda a lo niños.- cierto los niños, teníamos que aprender a ser cuidadosos por los niños. Pero acaba de tomar una decisión, cuando mi princesa viajará a Chicago iba a buscar la manera de que pudiéramos hacer una escapada de fin de semana, solo los dos.- Además tengo otra sorpresa esperando en la habitación.- ronroneo mi princesa en mi oído, y moviendo su cuerpo de una forma tan sensual y sugerente que termino por despertarme por completo.-

 

- Vamos, que esperas.- dije impaciente, poniéndome de pie y ofreciéndole mis manos, empecé a mirar a mi alrededor, decidiendo entre vestirnos de nuevo o usar las mantas para cubrirnos en el camino que nos separaba de la habitación. Mi ángel rió de mi inspección, y se acercó a mí con un par de albornoz suaves y blancos, perfectos. Seguramente los dejó allí cuando preparo todo el ambiente. Ya para esa hora las velas estaban consumidas casi en su totalidad, y salvo la luz de las pocas que quedaban, estábamos iluminados además por la lámpara de pie y la chimenea, apagamos la lámpara al salir, ya más tarde nos ocuparíamos de la ropa, lo que si hice fue recoger los retazos de la ropa interior de mi princesa y guardarlos en el bolsillo de mi albornoz, no quería tener que darle explicaciones a nuestros hijos. Cuando llegamos a la habitación, me llevó hasta el baño, que al igual que el salón de música estaba repleto de velas encendidas y fresias, jacuzzi llenó, con sales, pétalos de rosas y espuma, era perfecto, lentamente retiré el albornoz del cuerpo de mi diosa, y ella me quitó el mío y lentamente entre caricias robadas y dulces besos nos metimos juntos en el jacuzzi, perdiéndonos nuevamente en nuestro amor, en nuestra pasión, en una nueva oleada de sexo a ratos dulce, a ratos desenfrenado, pero demostrando el amor que sentíamos en cada segundo transcurrido, en cada sensación vivida. Una vez más y exhaustos por todas las emociones vividas, saque a mi princesa del jacuzzi vaciándolo, mientras ella se encargaba de apagar las velas, mirando alrededor y juzgando por lo caliente que estaba el agua cuando entramos al cuarto de baño, empecé a sospechar que Sue había sido nuestra celestina, nuestra hada madrina.

 

Tome una suave y tibia toalla que había sido dejada sobre la encimera y la seque con todo el cuidado y con toda la ternura de la que fui capaz, como si se tratará de una hermosa muñeca de porcelana, tome la otra toalla y me seque a medias envolviéndola en mi cintura, al salir al cuarto sobre la banqueta encontré nuestra ropa, ayude a mi princesa a ponerse una hermosa perfecta pijama de seda blanca, que la hacía ver virginalmente sexy y provocativa, y yo me coloqué mi pantalón de dormir y una franela blanca y nos dirigí hasta la suave y perfecta cama de mi mujer, pude acomodarla en mi pecho y tras darle un dulce beso de buenas noches nos dejamos caer en el más perfecto y reparador de los sueños. Un rato más tarde y antes de que los pequeños aparecieran por la puerta, sentí las traviesas manos de mi princesa despertando mi cuerpo para una corta, intensa y salvaje sesión de sexo, a medio vestir y sin deshacernos del todo de nuestras ropas, que nos regalo el mejor orgasmo de la noche,  y una vez más exhaustos y felices, descansamos con una sonrisa en el rostro, no solo por la dicha que alcanzamos juntos, sino porque en un par de horas, nuestra paz sería interrumpida por la razón de nuestras alegrías, nuestros hijos.

 

Como ya lo teníamos previsto unas horas después unos suaves golpes en la puerta lograron que mi princesa se removiera intranquila en mi pecho, quería dejar pasar a los pequeños, pero no quería despertar a mi ángel, por suerte mis hijos parecieron entenderme, y mi gatita suavemente abrió la puerta asomando su hermosa cabecita de preciosos rizos castaños, cuando me vio despierto me regalo una sonrisa de esas que me derretían el corazón y el brillo en sus ojos se gano una dulce sonrisa de mi parte, le hice señas para no para que no hicieran ruido y entrarán, fue divertidísimo verlos entrar de puntillas haciendo el menor ruido posible, con cuidado fueron subiendo a la cama, dejándome un tierno beso y acomodándose como podían intentado no despertar mi bella durmiente, nos quedamos todos en perfecta paz y logramos dormir un rato más todos juntos acurrucados en la cama de mi princesa, cuando desperté la imagen de mis pequeños y mi preciosa se me antojo como la más maravillosa imagen del universo entero, por lo que no resistí la tentación de tomar el teléfono de mi princesa de la mesita de noche y tomarles un par de fotografías que inmediatamente envíe a mi teléfono, con mucho cuidado comencé a dejar caricias en el rostro de mi princesa, intentando hacerla despertar de forma suave y dulce, intenté ahogar mi risa por las entretenidas muecas que hacía mi ángel al despertar, cuando sus hermosos ojos se cruzaron con los míos una hermosa sonrisa se instaló en su rostro, al verla despierta y tan hermosa le dije un mudo “Te Amo”, ella me miró extrañada por haberle expresado mis sentimiento en muting, así que le señale a los pequeños que dormían acurrucados por la cama, ella les sonrió regalándoles una mirada enternecida a nuestros hijos.

 

- Son perfectos.- señalo mi princesa con esa dulce voz que empelaba solo cuando hablaba con los niños.-

 

- Lo son, porque son como tu princesa.- le dije.-

 

- Se parecen a ti cielo.- me contradijo.-

 

- No... se parecen a ti y por eso son perfectos.- le dije bajito intentando no despertar a los pequeños, e intentando dar por terminada nuestra discusión.-

 

- Nuestra muñequita se parece a ti, y es perfecta, así que tanto Lizzie como Ed son perfectos porque también se parecen a ti.- la sola mención de Jane, como nuestra muñequita me dejo mudo, y con eso se dio por terminada la “pequeña discusión” sobre a quien se debía la perfección de nuestros hijos. Poco a poco mientras admirábamos embelesados a nuestros pequeños se fueron despertando, la primera fue Jane, quien se colocó a nuestro lado, dándonos los buenos días muy bajito para no despertar a sus hermanos, los cuales se despertaron al cabo de unos minutos de forma sincronizada haciendo casi los mismos gestos haciéndonos reír.- Siempre lo han hecho.- dijo en susurros mi princesa mientras yo no podía sacar la mirada de mis hijos.- cosas de mellizos supongo.- completo encogiéndose de hombros.-

 

- Mamita, estas despierta. - le dijo mi campeón a su mamá con la voz pastosa del sueño.-

 

- Si cariño, ya desperté.- le respondió mi ángel.- pero creo que es hora de dejar la cama a ir a comer algo, estoy segurísima de que estas barriguitas tienen hambre.- les decía mientras les hacía cosquillitas en las barriguitas a nuestros pequeños, bajamos todos juntos a la cocina, a desayunar aún en pijamas y planear nuestros próximos movimientos antes de regresar a Chicago, solo me quedaban dos días aquí y ya empezaba a entristecerme la separación aún cuando sería corta, ese día haríamos un recorrido por los viñedos y la planta, al ser un día feriado y con los trabajadores descansando se hacía perfecto para que podamos dar un paseo por los alrededores sin interrumpir el trabajo, estaba fascinado de todo el proceso que se llevaba a cabo en el viñedo, y cuando entramos en la bodega me brindó una degustación de sus mejores cosechas, y la verdad es que era un vino grandioso, estaba realmente orgulloso de mi preciosa, más de lo que estaba ya.

 

Esa noche viajaríamos a Volterra, y nos quedaríamos en una posada, no quería quedarme con Bella y mis hijos en casa de los Volturis, se perfectamente que Aro, no permitiría ninguna grosería en contra de mi mujer y mis hijos, pero no quería tentar a mi suerte haciendo que Didyme y Chelsea compartieran con ellos estando Jane y yo presentes, regresaríamos el día tres en la mañana, y esperaba que para entonces decidiéramos que hacer con nuestra situación, y  finalmente el día cuatro, mi muñeca y yo emprenderíamos camino hacia Chicago, aunque gran parte de mi alma y tres quintas partes de mi corazón se quedarían aquí en Montepulciano. Viajar con mis hijos y mi princesa fue sencillamente cautivante, la pasamos de lo mejor, y la verdad es que los Volturis nos hicieron sentir como en casa y pudimos incluso pasar por Pisa y tomarnos algunas fotos para continuar con toda la colección que habíamos iniciado. Hablando con mi princesa decidimos que el día nueve ellos viajarían a Chicago, por lo que solo estaríamos separados cuatro días por lo pronto, y tendría que apurarme en terminar de preparar las habitaciones de mis hijos para que pudieran sentirse cómodos, había decido además acondicionar el estudio de la planta baja en una sala para ejercicios y una sala de ballet para mi gatita, a la final en el ático habíamos acondicionado un estudio para mis pequeños, mi princesa tenía el suyo en el Chalet, y yo contaba con el mío en el sótano el cual podía acondicionar para compartir con mi princesa si no quería usar el del Chalet, apenas se me ocurrió la idea le envíe un mensaje a mi hermana para que prepara los cambios, quería que cuando mi familia llegara a casa todo fuera perfecto para ellos.

 

Una vez en Chicago, mis princesa cumpliría con las especificaciones del contrato, ella había decidido que podíamos rescindir el contrato en vista de que solo había sido un artilugio para hacerlos regresar, pero la convencí en lo importante que sería para su carrera, sería un buen impulso y más si pensaba realizar una nueva publicación, esperaba que en algún momento escribiera una secuela de “La Otra” y que contara nuestro vivieron felices por siempre, pasaría además unas dos semanas más en los Estados Unidos para que nuestros pequeños compartieran y conocieran a su familia, y luego ellos volvería a Montepulciano, para solucionar todos los asuntos correspondientes al colegio y el traslado de los pequeños.  En febrero yo regresaría a Italia para visitarlos, mi estadía sería de una semana con mi familia, y la siguiente semana viajaría con mi ángel a Londres para solucionar el asunto de los apellidos de nuestros hijos y además quería conocer la ciudad de la mano de mi princesa y la fundación en honor de mi mariposita, además coincidía con una de las sesiones de apoyo dirigidas por mi princesa, y se celebraría una cena benéfica para apoyar investigaciones para la cura y el tratamiento de enfermedades cardíacas congénitas, así como la presentación de un proyecto para la construcción de un hospital pediátrico que marcaría una pauta en toda la Unión Europea, a juzgar por la modernidad, el trabajo de investigación, y el personal altamente calificado que estaría a cargo del proyecto. Así nos mantendríamos viajando intercaladamente un vez al mes cada uno, los que nos garantizaba vernos dos veces al mes, y en las vacaciones de semana santa viajaríamos todos juntos a Orlando, así como en las vacaciones de verano viajaríamos todos juntos por Europa. No es que me hacía muy feliz dejar a mi familia del otro lado del mundo, pero ni modo, era lo mejor que podría tener hasta ahora, ya para el inicio del próximo año escolar mi familia estaría toda junta en Chicago y pasaríamos la primera navidad juntos, así como los cumple de los peques, los mellizos cumplían años a finales de noviembre, mientras que mi muñequita lo hacía a principio por lo que estaríamos juntos para el cumple de todos los pequeños. Por otro lado ya habíamos planeado pasar el cumpleaños de mi princesa y el mío los dos juntos de viaje, solos, cada uno elegiría el destino del viaje que realizaríamos en el cumpleaños del otro, tenía que pensar en el lugar perfecto para viajar con mi ángel para celebrar su cumpleaños, pero me preocuparía cuando llegará la fecha… aun faltaba un montón. Todos los días de este año han sido perfectos entre las risas de nuestros pequeños y su alegría, entre nuestros besos, nuestras caricias, y todo el amor  que grabábamos todas las noches a fuego sobre nuestra piel. Llegó sin quererla la última noche de este viaje a Montepulciano, ya habíamos logrado hacer dormir a los pequeños, luego de intentarlo por más de una hora con mi gatita la cual se quedó dormida después de tanto llorar por no querer perder ni un segundo de esta última noche conmigo, la verdad me partió el alma ver a mi pequeñita sufrir tanto, pero luego de que le explicáramos un montón de veces que en menos de cinco días estaríamos de nuevo juntos se calmó y se quedo dormida finalmente.

 

Estábamos mi princesa y yo, abrazados, desnudos, con nuestros cuerpo sudorosos después de la intensa pasión que nos habíamos demostrado esta noche, la desesperación que nos provocaba la separación se reflejó en cada beso, en cada caricia, logrando que hiciéramos el amor de una forma casi ruda, y como siempre el orgasmo alcanzado había sido brutal, dejándonos cansados, jadeando, con cada uno de nuestros músculos y huesos adoloridos, pero absolutamente felices. Ahí abrazados, en un perfecto silencio, diciéndonos solo con besos, caricias y miradas todo lo que sentíamos el uno por el otro, comencé a notar como la respiración de mi princesa se iba normalizando y me di cuenta, que no había momento más perfecto que este para dar el siguiente paso decisivo de nuestra relación, metí suavemente mi mano debajo de mi almohada, para verificar si lo que había guardado allí antes que mi princesa llegará al cuarto continuará en su lugar, me tomé unos minutos más para encontrar el valor requerido y me entretuve mientras tanto acariciando la tersa y perfecta piel de mi mujer, ella hacía pequeños ruiditos y ronroneos por el placer que le provocaban mis caricias y yo me sentía en la séptima nube, perfectamente feliz.  Mientras recorría suavemente su cuerpo con mis manos, me detuve unos minutos de más acariciando ese perfecto vientre que había albergado y protegido a nuestros hijos y deseando que por algún milagro del cielo sus pastillas hubiesen fallado y que se estuviese formando la vida de un nuevo fruto de nuestro amor, de nuestra alma… pero no podía pedirle tanto a Dios, así que tendría que planteárselo a mi princesa en algún momento, pero sabía que ella preferiría esperar, pero no haría daño que ella supiera que yo lo deseaba, y creo que no haría daño si yo supiera si ella quería unir aún más nuestras vidas con otro bebé.

 

- Princesa.- la llame suavemente.-

 

- Uhmmm.- me dijo a modo de respuesta, mientras acariciaba perezosamente mi pecho.-

 

- Quiero… yo… quisiera.- me quede trabado, no encontraba las palabras, esa traba provocó que mi princesa se incorporara obligándonos a ambos a acostarnos recostados sobre uno de nuestros lados, mirándonos de frente el uno al otro, yo con mi cabeza apoyada sobre la palma de mi mano, y ella recostada sobre la almohada, dejando desplegado ese hermoso y perfecto cabello castaño.

 

- Que quieres decirme cielo.- me dijo con dulzura.-

 

- Es algo que me gustaría mucho pero no sé si tu quieras que suceda.- le dije algo apenado.-

 

- De que estas hablando bebé, porque te a pena tanto decirme eso que te gustaría.- me instó a contarle aquello que me preocupaba.-

 

- La verdad es que no quisiera que te asustarás o pensarás que soy un atorado, o que eso se convirtiera en un problema entre los dos.- le dije y ella me miro haciendo un gesto para continuara.- pero es que a mí me gustaría mucho que en algún momento podamos tener otro hijo.- mi princesa se sorprendió de mi deseo.-

 

- Un hijo Edward?.... de verdad quieres otro hijo?.- me preguntó.-

 

- Por supuesto que quiero otro hijo cielo, yo te amo muchísimo, y estos días contigo he sido inmensamente feliz, más de lo que nunca he sido, y no es que cuando mantuvimos nuestra relación y cuando no éramos más que amigos no disfrutara y  fuera feliz… pero es que esta felicidad es absoluta, plena… y lo que hace       que sea así son dos motivos principales, la primera es que estamos juntos, libres de culpas, libres de perdones, libres y sin tener que esconder lo nuestro de nadie, y la segunda razón, la más importante son nuestros hijos, ellos hacen la diferencia entre la felicidad y la felicidad plena.- le dije ganándome una sonrisa de sus labios, mientras yo le acariciaba tiernamente la mejilla.- pero si te soy sincero tengo días pensando en la idea de otro hijo contigo, incluso antes de venir a Montepulciano.

 

- Estas seguro que eso quieres?,. me preguntó de nuevo.-

 

- Claro cielo, quiero vivir contigo todo lo que no pude vivir con el embarazo y los primeros años de nuestros hijos, quiero tener la oportunidad de vivir contigo todo lo que me perdí por mi estupidez, además que otro hijo solo vendría a potenciar nuestra felicidad.- le dije acariciando suavemente sus deliciosos labios.- acaso a ti no te gustaría?.- le pregunte sin poder evitar el tono triste que se filtraba en mi voz ante la perspectiva de que mi princesa no quisiera tener más hijos conmigo.-

 

- Por supuesto que quiero amor.- me dijo haciendo que una boba sonrisa de felicidad se quedara de forma semipermanente en mi rostro. – Pero creo que deberíamos estar juntos primero.-  la miré extrañado, acaso no estábamos juntos. – Cariño me refiero juntos, bajo el mismo techo, en la misma ciudad de forma permanente.- su respuesta solo logró que mi felicidad se incrementará en un millón de veces. -

 

- Tienes razón princesa. – le dije dejando un calido beso en sus labios. – pero espero que sea pronto cuando tengamos a otra hermosa princesita creciendo dentro de la protección de tu vientre.- le dije acariciando lentamente su vientre con cariño y dulzura. -

 

- Otra hermosa princesita?. – me preguntó divertida a lo que yo asentía. – Y si resulta un encantador príncipe?. – me replicó ella. -

 

- Nop.- negué frenéticamente con la cabeza ante la mirada divertida de mi princesa.- será una hermosa princesita… Si quieres un encantador príncipe podemos intentarlo de nuevo después de tener a otra pequeña princesa, le dije acercándola a mi y atrapando sus labios contra los míos.-

 

- Entonces estamos hablando de dos hijos en lugar de uno.- me dijo divertida, y yo negué, ganándome de su parte una mirada confundida.-

 

- No preciosa, estamos hablando de dos embarazos, si en alguno tenemos mellizos o gemelos de nuevo, es solo una agradable sorpresa adicional.- mi comentario se ganó una pequeña carcajada de su parte.-

 

- Si quieres un salón de Kindergarden deberías considerar cambiarte de profesión y convertirte en maestro de escuela cielo.- me dijo mi ángel.-

 

- No cielo, quiero que seamos felices, completamente felices con la gran familia que alguna vez soñamos. – le dije ganándome un beso de su parte. – además no vas a negarme que nos salen hermosos y perfectos, es nuestra obligación compartir nuestro talento con el mundo. – le dije entre las risas de ambos.  Mi princesa hizo ademán de quererse acurrucar nuevamente en mi pecho, pero había algo más que quería decirle, y era mejor estar uno frente al otro.- Cielo quiero decirte algo más.- le dije recostándome también en la almohada para que nuestros ojos quedarán al mismo nivel y conectándome con su mirada la tome de las manos.- Amor sabes que te amo.- ella asintió.- que estos años, no han sido vida sin ti, tu eres mi amor, eres mi aire, eres mi razón, eres mi hogar, eres mi todo.- vi por el brillo de su mirada como comenzaba a emocionarse. – y no sé como, pero Dios debe tenerme en alta estima, porque se perfectamente que yo represento lo mismo para ti amor… no quiero separarme de ti, quiero que estemos juntos para siempre, quiero… no… la verdad es que necesito tenerte en mi vida mi amor, por eso…- le dije sacando la caja que guardaba debajo de la almohada y la cual era el anillo de compromiso que mi abuelo le había regalado a mi abuela cuando le propuso matrimonio, ese mismo anillo que había heredado de mi dulce abuelita y que estaba destinado a la mujer de mi vida, el mismo anillo por el que había tenido interminables discusiones con mi madre porque me había negado a dárselo a Heidi, y en lugar de ello, le había dado un frío, impersonal pero costosísimo anillo de compromiso que mi secretaria compró por mi; ese mismo anillo con el que estaba a punto de pedirle matrimonio a mi mujer, a mi amor, a mi alma, al amor de mi vida. Abrí la caja, mostrándole el anillo que ella había visto cuando mi abuela me lo entregó, pidiéndome que se lo entregará a aquella mujer que realmente lo significará todo para mi, y esa nunca fue otra que mi princesa.- Bella… Mi Isabella, princesa, te necesito y te quiero en mi vida, aceptas ocupar el lugar que siempre ha sido tuyo, que siempre te a pertenecido como legítima dueña de mi vida, de mi corazón, de mi alma… aceptarías ser finalmente mi esposa?. – antes de darme una respuesta mi princesa tomó la pequeña caja, dejándola a un lado en la cama, y con los ojos brillantes de una emoción que hasta ahora me era desconocida, se acercó lentamente a mí, apoderándose de mis labios y ofreciéndome un beso lento, a conciencia, probando cada espacio de mi boca, succionando lenta y sensualmente mi legua.

 

Sus manos se movían codiciosamente sobre mi cuerpo, tocando lentamente, rozando con la punta de sus dedos, con sus uñas, obligándome a tocarla lenta y tortuosamente, dejando profundas caricias por todos mis rincones favoritos de su anatomía, rocé su cuerpo suavemente, lo encendí y calenté con cada pequeño roce de mis manos, nos amamos lentamente, hicimos el amor despacio, disfrutándonos, amándonos, entregándonos plenamente, gimiendo lenta y suavemente el nombre el uno del otro, besándonos con amor, con pasión, cada embestida lenta y profunda nos acercaba cada vez más a nuestro paraíso, a tocar el cielo juntos, la conexión de nuestras almas, nunca fue más profunda, nunca fue más intensa, pasamos la mayor parte del tiempo perdidos en la mirada del otro, y mirándonos intensamente alcanzamos el mejor orgasmo de nuestra vida, y en punto máximo del clímax escuche las palabras que ansiaba escuchar desde hace demasiado tiempo.

 

- Si… si … si…- repetía mi princesa.- soy tuya… soy tuya y quiero que todos los sepan.- me dijo jadeando.- acepto ser tu esposa mi amor.- en ese momento me lancé a sus labios y la bese demostrándole toda la felicidad que sentía en ese momento. Intenté alcanzar la caja para entregarle finalmente el anillo que la convertiría oficialmente en mi prometida. Pero de pronto sus manos me detuvieron.- Espera cariño…

 

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Gracias a todos por el apoyo...

Espero lo disfruten

"Life is the most spectacular show in earth"

kisses

BkPattz

Capítulo 13: Ansiando las Doce Campanadas... Capítulo 15: Outtake Capítulo 14. El Espectáculo de tu Cuerpo. POV Bella...

 
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