La Otra (+18)

Autor: BkPattz
Género: + 18
Fecha Creación: 19/12/2010
Fecha Actualización: 18/02/2011
Finalizado: SI
Votos: 43
Comentarios: 112
Visitas: 152662
Capítulos: 27

Edward Cullen era un reconocido y brillante arquitecto en la ciudad de Chicago, su mayor felicidad haber encontrado y conocido al amor de su vida, a su alma gemela, a su otra mitad, a su todo, uno de sus más grandes logros concebir tres maravillosos pequeños con la mujer de sus sueños, su amor, su amiga de la infancia, la estudiante de Literatura Inglesa Bella Swan. Otro de sus logros, su pequeña Jane, su pequeña hija. Su peor error, dejar a su Amor, a su Bella en las sombras, convirtiéndola en la Otra, la Amante? porque mientras Bella Swan estaba en las sombras viviendo su idilio amoroso con Edward Cullen, era otra quien ostentaba el titulo de la Sra. Cullen, porque Edward estaba casado con otra. Edward POV

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Capítulo 2: Perdóname Mamá, pero no puedo perdonarte.

Capítulo 2: Perdóname Mamá, pero no puedo perdonarte.

 

Tenía que encontrar el valor… no se como, pero tenía que encontrar el valor, la fuerza para poder abrir su libro, y sumergirme en nuestra historia, en esas palabras que iban a darme una imagen de las emociones, de los sentimientos, de las alegrías, de las frustraciones y del dolor que le cause a mi princesa… Tenía que encontrar la fuerza para poder desenmarañar su historia y encontrar alguna pista que me pusiera en el camino correcto para encontrarla… para  encontrarlos, tenía que concentrarme en su punto de vista de la historia para poder encontrar los hilos que me ayudaran a desenredar toda esta locura y abrirme un camino hacia su perdón.  Si  algo necesitaba en esta vida para  encontrar un poco de la paz pérdida hace seis años, además de ella, además de su amor, además de su sonrisa, además de nuestros hijos, necesitaba su perdón, necesitaba el perdón de mis pequeños, casi tanto con el aire para respirar. Tenía suficiente castigo con no poder perdonarme nunca por lo que le hice, tenía suficiente castigo por no perdonarme nunca  el no estar con mis pequeños, tenía suficiente castigo con no perdonarme nunca el perderme la oportunidad de conocer a mi mariposita, de estrecharla entre mis brazos, de poderle decir en vida cuanto la amo, tenía suficiente castigo con no poderme perdonar nunca el no poder perdonar a Esme… No podía perdonarle a mi madre el que me hubiese obligado a permanecer al lado de Jane y de Heidi, mientras esta estaba ingresada en el hospital tras el accidente, sé que en parte mi madre lo hizo por Jane y se lo agradezco, porque mi muñequita me necesitaba a su lado, pero también me necesitaban Mi Princesa y mis pequeños, y era a ellos a quien más les había fallado; pero también sé que la otra razón para que mi madre no me permitiera salir a Londres como lo había planeado era todo por las malditas apariencias, por las estúpidas reglas de esa sociedad hipócrita que ella tanto se empeñaba en seguir.

 

No quiero que se mal interprete, mi madre es un excelente mujer, una madre abnegada y amorosa, pero demasiado cómoda en esta sociedad hipócrita, llena de lujos y mentiras de la cual esta tan orgullosa de pertenecer. Tampoco podré perdonarla nunca por obligarme a guardas las apariencias, parado en el hospital como el imbécil marido abnegado que nunca fui mientras que mi lugar era en otro hospital, en otra parte del mundo, lejos de allí, pero con mi princesa, con mis pequeños… con mi mariposita. Y no podré perdonarme tampoco por hacerle caso, por no querer complicar más las cosas, agregando un disgusto con mi madre… Maldito cobarde egoísta… Dios… necesito encontrar a mi princesa, necesito tenerla a mi lado, necesito tener a mis hijos a mi lado, ni siquiera pido felicidad, solo la felicidad de ellos, solo la felicidad de Jane, solo un poco de paz para mi, aunque nunca podré encontrarla, porque solo podré encontrar la paz con su perdón, con el de mi mariposita, y con el mío.  Y aún cuando consiga el perdón de mis hijos y el perdón de mi princesa, el que nunca podré encontrar es el mío, nunca podré alcanzar mi propio perdón.

 

Unos golpes en la puerta interrumpieron mi línea de pensamiento, de pronto Esme asomo su cabeza por la puerta… mal momento.

 

- Mamá te pedí… no…. Te suplique que no quería que nadie, y oyelo bien, no quería, no quiero que nadie me interrumpa.- le replique con todo el dolor, y el reproche que traía hacia ella mis pensamientos anteriores.-

 

- Lo sé hijo, lo sé, pero me preocupas.- me dijo.-

 

- Lo sé mamá, y lo siento.- suspire pesadamente, no quería contestarle mal, no quería seguir sumando culpas y remordimientos a mi dolor.- lo sé.- repetí.- pero necesito esto, necesito estar solo, necesito entender muchas cosas, y si eso implica quedarme encerrado todo el fin de semana en mi estudio, es eso precisamente lo que voy a hacer… porque es lo que necesito.- me miro no muy satisfecha con mi respuesta, y trato de jugar bien sus cartas.-

 

- Lo sé hijo, pero Jane tiene una pesadilla, ella te necesita.- Mi corazón se contrajo de dolor, pero tenía que hacer esto, y tenía que hacerlo ahora.-

 

- Ella esta bien?.- le pregunte a mi madre.-

 

- Si, logré calmarla, tu hermana le dio un té y se durmió de nuevo.- me respondió.-

 

- Perfecto entonces, controlaste la situación tan bien como siempre mamá.- mi rabia comenzaba a crecer peligrosamente dentro de mi pecho.- Si lograste calmarla, si mi hija está perfectamente bien y dormida en su cama… Te puedo preguntar, entonces, por que?.- Le pregunté, me miro sin entender nada.-

 

- Por que, que?... Hijo… no te entiendo.- me replico.-

 

- Porque demonios me interrumpes, cuando te dije que no quería que nadie, ni siquiera Jane me interrumpiera.  Acaso es tan difícil para ti escucharme, y respetar mis deseos y mis necesidades por una maldita vez.- le dije elevando mi voz, mi madre se sobre salto, pero no perdió su oportunidad de responder.-

 

- Pero hijo tienes que sobreponerte de una vez por toda, ya es suficiente, llevas seis años pareciendo un muerto en vida, mal comes, no vives más que de la casa al trabajo y del trabajo a la casa, las veces que sales a hacer otra cosa es para buscarle cosas a Jane o llevarla a algún lado, eres la sombra de lo que eras hijo, entiéndelo.- Me dijo.

 

. QUE DEMONIOS QUIERES QUE ENTIENDA MAMÁ.- le grite.- QUE DEMONIOS QUIERES QUE ENTIENDA, Y PORQUE NO ME ENTIENDES TU DE UNA MALDITAS VEZ.- Mis gritos debieron resonar por toda la casa, porque a los pocos minutos estaban en el estudio, mi padre abrazando de forma protectora a mi madre, quizás temiendo lo peor de mi, creo que era la primera vez en seis años que expresaba una emoción verdadera frente a mi familia, también llegaron mis hermanos y cuñados… valla no sabía que estaban todos en casa este fin de semana.-

 

- Edward que pasa, porque le gritas así a tu madre.- me pregunto Carlisle, entre molesto y preocupado.-

 

- Le pedí… no… le suplique que me dejará solo, y como siempre no permite que haga lo que necesito.- Le dije bajando la voz hasta casi convertirla en un susurro.-

 

- Hijo, como quieres que te permita hacer lo que deseas si te estas haciendo daño, esto, encerrarte aquí solo, haciendo no sé que, no te hace ningún bien tienes que dejarlo, tienes que superarlo.- Me repitió mi madre.-

-   DEJARLO?... SUPERARLO?.... QUE MALDITA COSA QUIERES QUE SUPERE.- Grite fuera de mi.-

 

- Edward shhhh…. Vas a despertar a Jane, y nuestros hijos.- me rogó mi hermano.-

 

- Déjenme solo.- les rogué.- solo déjenme... Quiero.- hice una pausa, para intentar calmarme.- No, necesito por lo que más quieran que me dejen solo.-

 

- NO!.- Grito mi madre.-

 

- Necesito estar solo, por favor.- les suplique esta vez.-

 

- No.- Repitió mi madre.- Tienes que olvidarla, tienes que olvidarte de esa mujer que lo único que hizo fue destruir tu vida, destruir tu matrimonio, poner en peligro la vida de Jane, es que no lo vez.- me dijo mi madre con todo la rabia y el desprecio del que fue capaz.- No te das cuenta que esa maldita mujer se llevó lo mejor de ti y solo nos dejos a este despojo en el que te convertiste.- Ahí lo perdí todo, y toda la ira, y la rabia que tenía guardada en secreto en estos seis años, salieron.-

 

- TU NO SABES NADA.- le grite.- COMO TE ATREVES SIQUIERA EN PENSAR EN ELLA DE ESA MANERA.-

 

- No le grites a tu madre.- Me dijo Carlisle.-

 

- COMO QUIERES QUE NO LE GRITE, SI SE ATREVE A DECIR ESAS ESTUPIDECES… ESA MUJER… ERA MI MUJER… ES VERDAD QUE NO ERA MI ESPOSA, NO PORQUE NO QUISIERA SINO PORQUE YO ERA Y SOY UN MALDITO IMBECIL, PERO ERA MI MUJER, ERA…. ES EL AMOR DE MI VIDA, LO UNICO QUE HIZO ESA MUJER FUE AMARME, AMARME INCODICIONALMENTE COMO NUNCA NADIE LO HIZO, CON TODOS MIS ERRORES, CON TODOS MIS DEFECTOS, LO UNICO QUE HIZO ESA MUJER FUE DARLE LA VIDA A MIS HIJOS, ESOS NIÑOS QUE NO HE PODIDO CONOCER POR CULPA DE MIS MALDITOS ERRORES, POR CULPA DE LAS MALDITAS CIRCUNSTANCIAS.- gritaba y gritaba una palabra tras otra sin poder contenerme.-

 

- Si pero ella se fue, ella te dejo, tienes que afrontarlo, tienes que olvidarla.- me repetía mi madre.-

 

- No me da la gana.- le replique, porque no quería oírla más.-

 

- Si tanto te amaba, si tan perfecta era, porque se fue, porque no conoces a tus hijos?.- trato de picarme mi madre.-

 

- Maldita sea no sabes nada, no te metas, si mi padre te hubiese hecho lo que le hice a Bella… te juro que tu reacción sería peor… bueno no se si peor, porque a la final eres una maldita arpía egoísta, que solo le importa lo que le digan los demás, lo que piensen sobre su maldita perfecta familia en el club y en las fiestas de alta sociedad.- mi padre me calló de una  cachetada, mientras mi madre alzaba la barbilla con orgullo intentando contener las lágrimas.-

 

- NO TE ATREVAS A INSULTAR A MI ESPOSA, EDWARD.- gritó mi padre, mis hermanos y cuñados solo eran testigos mudos de lo que pasaba, no lograban salir de su asombro.-

 

- Maldita la hora en la que Bella regreso a esta ciudad, maldita la hora en la que la invitamos a esta casa, con  todo el mal que le hizo a esta familia.- seguía mi madre escupiendo veneno.-

 

- Yo solo maldigo la hora en la que seguí tu consejo y me case con Heidi, solo maldigo la hora en la que acepte ayudarla a  conseguir sus malditas herencias, a cambio de prestigio y renombre en el mundo de la construcción, yo maldigo la hora en la que acepte tu idea de tener una esposa florero, yo solo maldigo la hora en la que te hice caso y siguiendo tus malditos prejuicios me quede en ese hospital en lugar de hacer lo que tenía que hacer, maldigo la hora en la que seguí tu estúpido consejo.- le dije imprimiendo todo el dolor de mi alma en cada palabra.-

 

- Jane te necesitaba Edward.- me dijo Rosalie.- Hiciste bien en hacerle caso a tu madre.- Escuche un sordo sollozo y me gire a ver a mi hermana Alice, abrazada a Jasper, lloraba prácticamente en silencio. Solo Alice, y en consecuencia Jasper, sabían lo que había sucedido con mi mariposita, nadie más de mi familia lo sabía, me guarde mi dolor solo para mi.-

 

- Tenía que estar en Londres, mi lugar en ese momento era en Londres.- dije con voz ahogada.-

 

- Lo único que encontraste en Londres fue más dolor, más abandono.- Esta vez fue Emmet, quien intentaba justificar a mi madre, idolatrándola como siempre.- Llegaste allá simplemente para saber que ella te abandonó de nuevo, y que conseguiste con eso, solo un ataque de nervios.- Me lo recordaba, como si yo lo hubiese olvidado.- Hasta Alice tuvo que viajar para poder traerte de vuelta, dejando a Jasper solo, convaleciente luego de su accidente en Aspen. Tanto valía la pena esa mujer para que te desmoronases de modo tal que fuera necesario recluirte en un hospital, siempre pensé que eras más fuerte Edward.- me dijo a modo de reclamo, no pude más caí en el suelo sobre mis rodillas, llorando todo el dolor que desgarraba mi pecho, todo el dolor que acumulaba mi pecho en estos seis años.-

 

- Edward, tienes que levantarte, tienes que olvidar y seguir adelante, tienes que recomponerte, este fin de semana tienes que apoyar a Jane, recuerda que mañana es el aniversario de la muerte de Heidi.- dijo mi madre, y otra punzada de dolor desgarro mi pecho, solloce fuerte, fue un sollozo profundo, como un grito de dolor que asusto a todos los presente, si mañana era el quinto aniversario de la muerte de Heidi… era entonces el domingo el quinto aniversario de la muerte de mi mariposita… no es como si lo hubiese olvidado, pero con todo el asunto del libro, lo había empujado a lo más profundo de mi memoria, pero estaba seguro que el domingo, esa realidad me iba a golpear tan fuerte como siempre. Las lágrimas caían descontroladamente por mi rostro.- Edward, estas bien, que sucede, nunca pensé que el recuerdo de Heidi te descompusiera de esa forma hijo.- dijo mi madre con un tinte de ternura impregnado en su voz, no sé como Heidi había logrado conquistarla de esa manera… un momento… ya lo sé, eran tan parecidas, parecían más madre e hija, que nuera y suegra, hasta Rosalie y Alice tenían celos de su relación.

 

- No estoy así por Heidi, no me interesa Heidi, por mi que arda eternamente en lo más profundo del infierno.- le replique a mi madre, se asusto al escuchar mi voz plana, y apagada, parecida más a la voz de un muerto que de una persona que aún respira y cuyo corazón muy a su pesar seguía latiendo. No podía asegurarlo pero estaba casi seguro que el accidente de coche lo provocó Heidi, para que yo no viajara a Londres, pero todavía no podía decir mis sospechas hasta encontrar la forma de demostrarlo, a la final algo salio mal y en lugar de poner en peligro a mi muñequita fue ella quien resulto herida.-

 

- Edward, hijo la verdad no te entiendo.- Levante mi rostro y me encontré la mirada de mi duende, mi hermanita, y me di cuenta que la hora de la verdad había llegado… por lo menos de algunas de ellas. Me senté mejor en el suelo y los vi a todos con gesto conciliatorio invitándolos a sentarse. Lo hicieron y me miraban expectantes, Alice se levanto del regazo de Jasper y se sentó a mi lado, tomo mis manos apretándolas en un silencioso gesto de apoyo.-

 

- Como saben.- empecé a decir.- el día en el que Jane y Heidi tuvieron su accidente, yo estaba a punto de salir para Londres, de hecho estaba en el aeropuerto cuando recibí la llamada.- eso ya lo sabía mis padres y mis hermanos.- Si deje por un momento el viaje y regrese al Hospital fue porque necesitaba asegurarme que Jane estuviese bien… Ese día tenía que estar en Londres.-

 

- Eso ya lo sabemos Edward, querías estar en Londres, para estar con la Golfa esa, en lugar de estar con tu esposa e hija que era el lugar que te correspondía.- replico Esme, Alice aumentó la presión en mi mano en un intento porque no perdiera los estribos, respire hondo y conseguí responderle a mi madre, con toda la calma que la tensión del momento me permitía.-

 

- Tenía que estar en Londres porque esa noche nacerían mis trillizos.- Vi la confusión en la cara de mi familia.-

 

- Trillizos?... Edward, no entiendo, siempre dijiste que tenías que encontrar a Bella, y tus hijos Elizabeth y Edward, eso es lo que siempre le has repetido a los detectives.- Replicó mi padre.-

 

- Cuando supe que Jane estaba completamente bien y fuera de peligro, quise reprogramar mi viaje a Londres.- continúe mi relato como si mi padre no hubiese dicho nada.- Pero las cosas se complicaron un poco, cuando Jane empezó con los dolores de cabezas y toco hacerle más estudios, conseguí hablar con mi Bella en el Hospital y le pedí un millón de perdones por romper mi promesa de estar con ella en el nacimiento de nuestros hijos, pero ella ya estaba acostumbrada a que no consiguiera cumplirle lo que prometía.- las lagrimas amargas escurrían por mi rostro, por el de Alice, y ahora también por el de Rosalie y Jasper, quienes siempre fueron amigos de mi ángel y sabían cuanto habían sufrido.- Ella me contó sobre mis pequeños, eran una luz de esperanza dentro de tanto locura, estaba tan feliz que casi olvidaba por ratos todo el dolor que le causaba no tenerme a mi lado.- Me levante, me dirigí a mi escritorio y saque las copias de las fotos que guardaba allí. Tenía copias por todos lados.- Ese día Bella envío estas fotos a mi correo.- Las puse en la mesa que estaba frente al sofá, en el que ellos estaban sentados, vi los ojos de mi madre llenarse de lágrimas… Sea como sea, eran sus nietos, no podía evitarlo.- Estaba a punto de salir de viaje cuando Heidi empeoró, y mi madre comenzó con todo su sermón de cual era mi lugar, yo fui tan estúpido como para hacerle caso, aunque me convencí que solo sería hasta que Heidi se estabilizará, no fui para Londres aún cuando mi corazón sabía perfectamente cual era mi verdadero lugar, el cual no era precisamente en un hospital en Chicago. – Hice una pequeña pausa, tome aire, y antes de continuar mi relato hice una pequeña presentación. La foto que tenía en mi cuarto dentro de mi libro de cabecera era una foto de los trillizos juntos, pero entre las que se encontraban en el escritorio, había fotos de cada uno de ellos solos. Tome la primera.- Él, es mi pequeño campeón, es el mayor de los tres, es Edward… Edward Anthony, se llama como yo, aunque sinceramente no lo merezco.- Mi padre tomo en sus manos la foto del pequeño.-

 

- Dios Edward, es como ver una de esas fotos que mamá tiene de ti cuando naciste.- dijo mi hermano, mirando sobre la mano de mi papá, sonreí con amargura.-

 

- Si, se parece a mi, aunque sinceramente, espero que solo en lo físico, y que sea tan maravilloso y buena persona como lo es su mamá.- mi madre bufo, pero no le preste atención, tome la siguiente.- Esta, fue la segunda en nacer, mi gatita.- Tome aire, le entregue la foto a Rosalie, sabía que se emocionaría.-

 

- Es hermosa Edward, tiene tus ojos, y muchos de tus rasgos, pero su cabello es como el de Bella, al igual que la profundidad de sus ojos y su mirada.- Me dijo Rose, con una sonrisa, llena de todo el cariño que sé que sentía por mi princesa,  le correspondí como pude la sonrisa que me brindó.- Cómo se llama?.- preguntó.

 

- Elizabeth Lilian.- La emoción de Rosalie al escuchar su segundo nombre en el nombre de mi hija no se hizo esperar y las lágrimas empezaron a escurrir por su rostro, Emmet la abrazó fuertemente y ella escondió su rostro en el pecho de Emmet.-

 

- Cómo pudimos dejarla sola Edward?.- me preguntó llena de amargura.-

 

- No lo sé Rose, yo estaba atado a ese maldito hospital, tu estabas dando a luz a Kellan, Alice estaba con Jasper en Aspen y el se había fracturado la pierna, no lo se Rose… Parece que todo estaba siempre en nuestra contra.- se hizo un tenso silencio.-

 

- Entonces.- dijo mi papá tomando la foto de Lizzie de manos de Rose, y sosteniéndolas una en cada mano.- estos son los pequeños que siempre pides a los detectives que busquen; Ed y Lizzie, que paso con el tercer bebe Edward.- pregunto con preocupación y algo de dolor en  su voz.-

 

- Debes continuar Edward.- Dijo Alice con la voz apagada.- Debes decirles de una vez toda la verdad para que puedan entenderlo, para que puedan entender tu dolor.- me dijo ella, la mire, y no pude evitar limpiar una de sus lagrimas con mis dedos, no me gustaba verla llorar, mientras las lágrimas salían una tras otra a una velocidad alarmante de mi rostro por el dolor que me causaba, era la segunda vez en la que admitiría en voz alta la muerte de mi mariposita. La primera vez había sido cuando le conté a Alice, cuando fue por mi a Londres, aunque sé que Alice se desahogo con Jasper, ella también necesitaba aliviar su dolor. Nunca más repetí eso en voz alta.- Es necesario Edward, necesita más apoyo del que te damos Jasper y yo.

 

- No Alice, no merezco apoyo, lo sabes, merezco morir de pena y dolor.- repetí con voz ahogada, mi madre que estaba asombrosamente callada desde que coloque en las fotos sobre la mesa se atrevió a hablar.-

 

- Edward que paso con el otro bebé.- dijo mi madre con un hilo de voz, creo que paso los últimos seis años renegando de sus nietos, aferrándose a la idea de que no eran mis hijos, pero no le quedo más remedio que aceptar la evidencia, mis pequeños eran tan parecidos a mi en tantos sentidos, sobre todo mi campeón, como dijo Emmet era una copia exacta de mi, era como mi pequeño clon. Me tome unos segundos para organizar mis ideas, para contener un poco mi dolor. Tome la última foto, la mire por unos momentos, acaricie la imagen de mi pequeña unos segundos, respire profundamente para asegurarme que mi voz saliera de forma apropiada y de forma que pudieran entender lo que tenía que decir.-

 

- Ella, mi mariposita.- dije dándole la fotografía a mi madre.- es la más pequeñita. Bella nunca supo nada de ella, hasta la última ecografía, pero aún así la amo… la amamos con toda nuestra alma. El día en el que se enteró me mando un correo, estaba tan feliz, y yo claro que me contagie con su felicidad. Dios como no podría ser feliz, si mi Bella, me iba a reglar el más maravilloso de los presentes y por triplicado, sabía que esa pequeña sería la más pequeñita y consentida de todas mis princesas.

 

- Es hermosa hijo.- dijo mi madre sin poder resistirse a los encantos de mi mariposita.- no me mal interpretes hijo, todos son hermosos, pero ella, no se, ella parece…

 

- Un Ángel.- la interrumpí, ella solo asintió con la cabeza.- Pues si es eso, exactamente un ángel.- decía mientras una lagrima resbalaba mi mejilla.- Se parece tanto a mi Bella, tiene una rostro pequeñito, esos labios rosaditos, esos hermosos ojos chocolates, sus rizos cobrizos y esa aura de paz.- suspire.-

 

- Que paso con la bebe Edward?.- pregunto mi madre de nuevo.-

 

- Marie Alice.- dije en un susurro, me gire a ver a mi hermana mientras de sus ojos escurrían silenciosas lágrimas, me arme de valor, tenia que terminar.-  El día que entró Heidi en coma, llame a Bella, para informarle que tardaría todavía un par de días en llegar a Londres, cuando me contestó lloraba desolada, su dolor era tan enorme que me rompía el alma en pedazos, cuando le pregunte con toda mi angustia que si  le pasaba algo a ella o a los pequeños, ella me informó que mi mariposita estaba muy enferma, que se había puesto muy mal y tuvieron que trasladarla a terapia intensiva pediátrica.- Mi madre ahogo una exclamación de asombro.- Lo había decidido … no me importaba nada, fui a buscarte.- le dije a mi madre, mirándola a los ojos, sin saber muy bien como continuar, sin comenzar con las acusaciones que no me iban a llevar a ningún lugar.- cuando llegue al pasillo los encontré a ti llorando en los brazos de papá y Jane llorando desconsolada en los brazos de los padres de Heidi, eso fue cuando… cuando…

 

- Cuando Heidi murió.- completo mi madre.- Jane cuando te vio se lanzó en tus brazo, se aferró a ti y no hubo poder que hiciera que se soltará de ti.

 

- Si, mi muñequita estaba tan asustada de que me fuera yo también y la dejara sola, que no me dejaba ir a ningún lado. Luego empezó todos los trámites del Velorio.- dije cada vez con un tono de voz más bajo más apagado.-

 

- Y viniste a mí, me dijiste, me rogaste que tenias que marcharme, y yo use todo lo que tenía para no permitírtelo.- dijo mi madre, ahora llena de culpa.-

 

- Si, no me lo permitiste.- corroboré lleno de amargura.-

 

- Que pasó con la niña Edward.- dijo mi padre, con las lágrimas surcando su rostro, supongo que ya sabía lo que se venía, guardamos silencio por unos minutos que parecían eternos.-

 

- Al día siguiente del entierro, discutí con mamá, deje a Jane con Alice, con todo el dolor que sentía al dejar a mi muñequita en ese momento tan horrible que ella estaba viviendo,  y bajo el riesgo de que se sintiera abandonada, pero tenía que estar con ellos, tenía que esta con mi princesa, tenía que estar con mis pequeños, necesitaba… sobre todo necesitaba hacerme cargo de todo lo necesario para que mi mariposita pudiera salir de la crisis y poder hacer algo para mejorar su afección.- tome aire, venia lo peor.- cuando llegue al hospital pregunte por ellos, la recepcionista me informó que Bella, Lizzie y Ed ya estaban de alta y no se encontraban en el hospital, cosa que me pareció muy extraña  e inmediatamente supe que no todo estaba bien… Mi Princesa no dejaría el Hospital sin mi Mariposita. Le pregunte a la Recepcionista por Marie su respuesta fue que tenía que hablar con el Doctor que había llevado el caso.- de pronto me calle.-

 

- Que fue lo que paso Edward?, que tenía mi nieta?.- me apremió mi padre para que siguiera.-

 

- Me dieron instrucciones para poder llegar al consultorio, el doctor ya estaba esperando por mí, me explico toda la afección de Marie, y me dio una copia de su expediente médico, copia de los informes de los estudios que le hicieron. Marie nació con una afección coronaria, que no fue detectada por el reconocimiento pediátrico el día que nacieron los pequeños, tres días antes tuvo un primer ataque que permitió el diagnóstico de su condición, cuando pregunte si podría verla, con su expresión lo dijo todo, me negaba a creerlo hasta que le sucedieron las palabras. Mi mariposita murió.- dije en un susurro.-

 

- NO.- mi madre soltó un grito ahogado por sus sollozos.-

 

- Mi mariposita murió.- dije en un susurro, mientras todos a mi alrededor lloraban con mi dolor.- nunca podré conocerla, nunca podré tenerla en mis brazos, nunca podré decirle cuanto la amo, nunca la veré, nunca estaré con ella.- mi voz se había apagado.-

 

- Dios, hijo…- mi madre no sabía que decir, sabía que la culpa la estaba ahogando.- Dios hijo… no pudiste conocerla, no pudiste y todo por mi culpa.- mi madre lloraba desconsoladamente.-

 

- Shhhhh… Esme, Amor calmate, no fue tu culpa.- le repetía una y otra vez mi padre, ofreciéndole consuelo.-

 

- Si fue su culpa.- solté mi amargura, mi dolor.- Es su culpa… es su culpa y la mía, la mía por no querer enfrentarme a todo de una maldita vez, y hacer lo que tenía que hacer y no lo que se esperaba que hiciera.- mi madre me miró con el dolor que en sus ojos se reflejaba la verdad de mi palabras.-

 

- Podrás alguna vez perdonarme hijo?- pregunto mi madre con todo el dolor que toda esta información le producía, dolor al saberse tan culpable como me sentía yo mismo. Me levante. Me acerque a ella, cayendo de rodillas a su frente. Me incorporé, bese su frente con todo el amor que puede tener un hijo por su madre, a pesar de sus errores, a pesar de todo.-

 

- Perdóname mamá, perdóname, pero no puedo…. No puedo perdonarte, como no puedo perdonarme yo… Lo siento.- Comencé a llorar sobre su regazo y ella lloraba conmigo con su cabeza apoyada a la mía.  No se cuanto tiempo pasamos todos juntos llorando mi dolor.

 

- Son las Tres de la mañana.- Dijo Jasper, siempre con su tono comprensivo y conciliador.- Creo que es suficiente por hoy… Edward… tu también.

 

- No Jasper no puedo, tengo que leer el libro.- le respondí.-

 

- Que libro?- preguntó Alice.-

 

- Ally, mi ángel publicó un libro, es la mejor pista que tengo de ella en años.- dije emocionado a pesar de la pena reflejada en mi rostro. Alice sonrió.-

 

- Eso genial cariño, pero tienes que descansar.- me dijo con ternura mientras acariciaba mi mejilla.- Te propongo algo, porque no te vas a descansar, duermes un rato, mañana, vienes para acá, yo me voy a encargar personalmente de Jane para que no te preocupes por ella, voy a encargarme de que te traigan comida y agua; y sobre todo.- dijo, suspiró mirando a mamá y luego giro su vista hacia mi.- sobre todo me voy a ocupar de que nadie, nadie te interrumpa hasta que tu decidas salir del despacho.- dude.-

 

- Edward hazle caso a Alice, yo la ayuda, estate tranquilo, ve a descansar.- afirmó Rose.-

 

- No puedo, tengo que terminar antes del domingo.- les dije con vehemencia.- el domingo es el aniversario de la muerte de mi mariposita, necesito terminar con esto antes. Ese día no voy a tener fuerzas para eso.

 

- Edward, Edward.- me decía mi hermana.- Esta vez será diferente, esta vez podrás apoyarte en nosotros, en todos nosotros.- dijo mirando a su alrededor.- podemos preparar…  si quieres algo para honrar la memoria de Marie, te gustaría eso?.- pregunto, lo pensé por un momento. Una ceremonia?, un homenaje a mi mariposita con toda mi familia?.... si… si creo que estaría bien. Solo asentí con la cabeza.- Bien, ahora vamos todos a descansar.- Todos se pusieron de pie, me apoye en mi hermana que me abrazo por la cintura, al pasar al lado de mi padre puso su mano en mi hombro en gesto de apoyo.-

 

- Hijo, no debiste guardarte esto tanto tiempo.- me dijo con reproche y ternura.- Estamos aquí para ayudar, siempre hemos estado, solo que no sabíamos como y porque teníamos que ayudarte.

 

- Lo se papá, puedes creer que lo, por eso sigo aquí.- sonreí con amargura, esa frase me la repetía mi ángel cada vez que le rogaba que me creyera que de verdad la amaba.

 

- Descansa hijo, te amo.- me dijo mi madre, limpiándose las lagrimas del rostro.-

 

- También te amo mamá.- dije al salir, recordé mi libro, me regrese a buscarlo de nuevo.-

 

- Edward.- dijo mi padre, cuando estaba cerca del escritorio.- Dijiste que tenías… .-mi padre vaciló un momento, inspiro profundamente y continuo.- Hijo, dijiste que tenías el expediente médico de Mary.- Asentí.- Quisiera verlo… sino te importa claro.- Sopese por un instante la idea de entregarle el expediente a mi padre, a la final siempre quise su opinión medica al respecto, al igual que la de mi hermano Emmet, dado que mi padre es un reconocido cardiólogo y mi hermano pediatra, y sabía que mi padre se apoyaría en Emmet al verlo.-

 

- Claro papá.- rebusque en mi gaveta y saque el expediente, tome el libro, al pasar a su lado le entregue el expediente,  y salí en dirección a mi cuarto. Tome un baño, me puse unos boxers y me metí en la cama, nunca había dormido con pijama, solo cuando empecé mi relación con Bella las usaba cuando iba a dormir en la cama que compartía con Heidi, porque si de algo de mi relación con Bella, hice correctamente, fue que luego de tener a Bella en mis brazo, jamás le puse ni un solo dedo encima a mi esposa.

 

Me metí en la cama, con mi libro, admirando una vez más esa inquietante foto de mi Bella con los ojos verdes, con mis viejas fotos, no resistí y quise revisar si la historia de mi Ángel tenía alguna clase de dedicatoria, lo que jamás espere fue ver que me incluía en su dedicatoria, estaba embargado de una alegría y una esperanza como la que no sentía desde hacía demasiado tiempo. La dedicatoria del libro de mi Bella rezaba:

 

A mi Vampiro Lector de Mentes, Te Amo Cielo, Te Amo y Te Amaré siempre a pesar de todo y de todos, nunca dejare de ser tuya, como sé que tu nunca dejarás de ser mío, a pesar del tiempo, a pesar de las distancias. Gracias por regalarme a mis pequeños.

A nuestros pequeños Lizzie y Ed, son mi luz, mi motor, mis alegrías, mis esperanzas, mis ganas de seguir. Los Amo peques, Los Amamos.

En Honor a nuestra pequeña Marie, eres nuestro Ángel de la Guarda, siempre vivirás en nuestros corazones. Te Amamos, te amaremos siempre nuestra pequeña mariposita.

 

Las lágrimas se desbordaban por mi rostro sin que pudiera evitarlo, por Dios, como podía amarme todavía… Que mujer tan maravillosa y perfecta, no la merecía, creo que por primera vez en mucho tiempo pude esbozar una autentica sonrisa de alegría. Leí nuevamente la dedicatoria, ame el hecho de que me incluyera en los Amamos que escribió para nuestros hijos, ame el hecho de que usará en apodo que le puse a mi Marie, ame cada palabra.  Estaba tan eufórico que leí nuevamente la dedicatoria, y una carcajada salio de mí, cuando releí el apodo que me dio mi Ángel, y un recuerdo regreso de mi memoria…

 

Estábamos en casa de mi hermana Alice celebrando el cumpleaños de Valerie, uno de los pequeños de mi hermano Emmet y su esposa Rosalie, Heidi se encontraba de viaje, y aunque mi hermana Alice, su esposo Jasper y mi cuñada Rosalie sabían de mi relación con mi Bella, habían otras personas como Emmet y mi madre quienes nos reprocharían nuestra “inmoral” relación por lo que debíamos, como siempre guardar las apariencias. Estaba de un lado de la sala, desde la cual alcanzaba a ver la cocina, detrás de la barra de la cocina se encontraba mi princesa. Apenas sintió mi mirada posarse en ella giro a verme, y como de costumbre nos quedamos enganchados en la mirada el uno del otro, Bella estaba en la cocina, terminando unos canapés para la fiesta, y en parte un intento de escapar de los comentarios fuera de lugar de mi madre. De pronto bajo la mirada y cuando volvió a verme se mordió el labio de esa forma que ella sabía que me enloquece, su mirada se lleno de lujuriosas promesas y además un hermoso sonrojo cubrió sus mejillas mandando al carajo todo mi autocontrol.

 

Recogí unos cuantos vasos sucios que se encontraban por allí y me ofrecí a llevarlos a  la cocina, cuando entre Bella estaba de espalda, sin embargo, sabía perfectamente que había entrado en la cocina, teníamos una especie de sentido en el que podíamos sentirnos el uno al otro mal entrar en una habitación, aun estando de espalda o haciendo cualquier otra cosa. Me acerque a ella, y le susurre al oído, y se estremeció con mi aliento rozando su cuello.

 

- Que estas pensando mi pequeña pervertida.- le dije, y me regalo una sonrisita nerviosa.-

 

- Quien te dice que estoy pensando algo pervertido, en ese caso el pervertido eres tu.- me replico, le di esa mirada y esa sonrisa torcida que sabía que tanto amaba.-

 

- Pues si, yo soy un pervertido siempre que se trata de ti.- le replique.- pero no era precisamente yo el que te veía con ojos lujuriosos, mordiéndome ese sensual labio tuyo que me enloquece y no fui yo quien se sonrojo ante mis propios pensamientos. – me pegue a su espalda tomándola disimuladamente la cintura y me restregué contra ella para que sintiera la erección que me provocaba, ella jadeo de sorpresa.- Así que dime mi pequeña pervertida, que pensabas y que podemos hacer con esto que me provocas. Porque no me vas a negar que era algo muy sexy, caliente y prohibido lo que pasaba por esa cabecita.- dije restregándome nuevamente contra su muy sexy y provocativo trasero.

 

- Edward.- dijo en un gemido.- ahora que eres lector de mentes.- dijo en tono de bromas.- mire a mi alrededor y me acerque para morderle el cuello.- ahhhh.- gimió, la mordí de nuevo.- Edward… basta, acaso ahora eres un Vampiro Lector de Mentes.- río bajito.- seguí restregándome en su cuerpo.- Edward no podemos.- me dijo no muy convencida.

 

- Deja que yo decida eso cariño.- le dije.- Dime cielo que pensabas, en donde estabas pensando que podríamos hacerlo?.

 

- Bien mi lector de mentes, estaba pensando que nunca lo habíamos hecho en tu auto.- Me dijo y casi se me salen los ojos de la cara, mi auto… demonios mi auto es sagrado, la gire para ponerla frente a mi. La mire… más bien la devore con la mirada, y la verdad es que esa falda y esos tacones estaban atentando contra mi cordura. Al diablo mi sagrado auto.-

 

- Te veo en diez minutos en el garaje, allí esta mi auto. – le dije.- voy a darle un ojo a Jane y nos vemos.- antes de que pudiera protestar metí mi bajo su falda para acariciarla sobre sus bragas, y me encontré que no tenía ropa interior… Gemí muy bajito, mientras mis dedos se perdían entre sus pliegues húmedos y expectantes.- Sin ropa interior…. Quieres matarme.- le dije mientras profundizaba un poquito mis caricias, y ella mordía su labio para no gemir.- Sabías que no iba a poder resistirme a ti, a tu depilado y delicioso centro… eres una tramposa.- le dije con falso reproche.-

 

- No solo tu lees mentes mi Vampiro Sexy.- me dijo  haciendo un esfuerzo para ahogar un gemido.- Te veo en cinco minutos en tu auto.- Se iba a dar la vuelta y se devolvió para susurrarme en el oído.- tampoco llevo brassier cariño.- y con eso salio de la cocina con esos sensuales movimientos que me enloquecían, dejándome tan excitado en la mitad de la cocina que estaba a punto de explotar sin quitarme aun los pantalones. Me asome a la puerta de la cocina para ver a mi pequeña entretenida en el patio jugando con sus primos, estaba con mi madre, hermana y cuñada…. Estaría bien, así que salí corriendo directamente en dirección al volvo, soñando despierto  en como me follaría a mi Bella, en la parte trasera de mi Volvo sin necesidad de quitarle la ropa y con esos sexy zapatos.

 

 

Sacudí mi cabeza apartando el recuerdo, sonreí al darme cuenta que necesitaba una nueva ducha pero esta vez de agua fría… regrese de nuevo a la cama y me encontré a mi mismo sonriendo como un tonto… como hace mucho que no lo hacía, encontré un poco de esperanza… así que con todo el amor que sentía, y con todo el cansancio con el que mi dolor  castigaba mi cuerpo; me abandone en el sueño, soñando con ella, igual que todas las noches, con un peso menos al haberme desahogado con mi familia, con la esperanza de lo que iba a encontrar en libro, con la certeza de que mi Bella está de alguna forma más cerca de mi, con la seguridad de que me amaba y seguía siendo mía …  en esos pensamientos encontré el valor necesario para poder enfrentarme a mi historia.  Mañana leería su obra, mañana leería “La Otra”, mañana me enteraría de la otra mitad de mi historia.  Y así dormí hasta las seis de la mañana, soñando que tenía a mi princesa en mis brazos, diciéndonos miles de Te Amo, diciéndonos miles de veces Te Perdono, diciéndonos miles de veces Te Necesito, diciéndonos miles de  veces Soy Tuyo, Soy Tuya. Me desperté con la certeza de que encontraría a mi ángel y a mis pequeños, me ganaría su perdón y estaríamos juntos para siempre.  Nunca más mi princesa sería la otra. Iba a darle la inspiración para una nueva historia.  

Capítulo 1: Mi maldito sufrimiento Capítulo 3: Reencontrando mi Destino

 
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