La Otra (+18)

Autor: BkPattz
Género: + 18
Fecha Creación: 19/12/2010
Fecha Actualización: 18/02/2011
Finalizado: SI
Votos: 43
Comentarios: 112
Visitas: 152655
Capítulos: 27

Edward Cullen era un reconocido y brillante arquitecto en la ciudad de Chicago, su mayor felicidad haber encontrado y conocido al amor de su vida, a su alma gemela, a su otra mitad, a su todo, uno de sus más grandes logros concebir tres maravillosos pequeños con la mujer de sus sueños, su amor, su amiga de la infancia, la estudiante de Literatura Inglesa Bella Swan. Otro de sus logros, su pequeña Jane, su pequeña hija. Su peor error, dejar a su Amor, a su Bella en las sombras, convirtiéndola en la Otra, la Amante? porque mientras Bella Swan estaba en las sombras viviendo su idilio amoroso con Edward Cullen, era otra quien ostentaba el titulo de la Sra. Cullen, porque Edward estaba casado con otra. Edward POV

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Capítulo 23: Marca de Nacimiento

Declaración de Derechos de Autor: Todos los personajes de la Saga Twilight y sus descripciones pertenecen a la Sra. Stephenie Meyer y su Casa Editorial.

La inspiración de la historia, viene de todos los maravillosos escritores y relatos que nos regalan fantasías en este y otros muchos sites.

 

Edward Cullen era un reconocido y brillante arquitecto en la ciudad de Chicago, su mayor felicidad haber encontrado y conocido al amor de su vida, a su alma gemela, a su otra mitad, a su todo, uno de sus más grandes logros concebir tres maravillosos pequeños con la mujer de sus sueños, su amor, su amiga de la infancia, la estudiante de Literatura Inglesa Bella Swan. Otro de sus logros, su pequeña Jane, su pequeña hija. Su peor error, dejar a su Amor, a su Bella en las sombras, convirtiéndola en la Otra, la Amante… porque mientras Bella Swan estaba en las sombras viviendo su idilio amoroso con Edward Cullen, era otra quien ostentaba el titulo de la Sra. Cullen, porque Edward estaba casado con otra. Edward POV

 

…….

Nota:

Los recuerdos de Edward los encontrarán en letra cursiva, lo referente al libro de Bella, “La Otra” podrán leerlo en subrayado. Hay unas frases entre comillas y en negritas que pertencen a la película Twilight, por lo tanto son propiedad de Summit.-

 

Dedicatoria Especial a mi Mami… luego les cuento porque…

……

 

Capítulo 20: Marca de Nacimiento

 

De camino a casa todo era silencio, los pequeños se quedaron dormidos durante el trayecto, mi princesa iba sumida en sus pensamientos, pero cuando sentí su afloje en la mano que llevaba sobre la mía entendí que se había quedado dormida también. Cuando llegamos a casa deje el coche en el garaje, estaba debatiéndome si despertar a mi familia o enfrentarme a la titánica tarea de llevarlos todos a sus respectivos cuartos en brazos… así que me detuve a observarlos, y la verdad es que  todos se veían pacíficos, adorables y angelicales, así que no tenía corazón de despertarlos, al menos sabía que mi falta visitas al gimnasio estas últimas semanas serían castigadas hoy, después de mucho pensarlo decidí llevar primero a Jane, porque no quería que Keyla o Lizzie se despertaran asustadas y yo estuviese muy lejos para atenderla.

 

Así que primero subí a Jane, luego a Ed, las siguientes Keyla y Lizzie, y por último mi princesa que se acurrucó en mi pecho, ronroneando, de no ser por la tensión del día y porque realmente mi princesa necesitaba descansar ya se me ocurrirían un par de cosas… pero era mejor dejar mi libido de lado porque tenía aun cosas que hacer, así que deje a mi princesa en la cama, y me toco hacer de nuevo el recorrido por el cuarto de los pequeños, quitando zapatos, blusas, vestidos, camisas y pantalones, ligas para el pelo, ganchos y listones y enfundando a los pequeños en sus pijamas… se suponía que debían lavarse los dientes, pero ciertamente no pensaba despertarlos, esperaba que no contribuyera a que ganaran caries. Después de arroparlos a todos y darles sus respectivos besos de buenas noches y decirles cuanto los quería regresé a mi habitación, antes de repetir el proceso con mi princesa, entre a la ducha y me preparé para dormir, aunque sinceramente debí hacerlo al revés porque me tomó todo mi autocontrol no tener que tomar otra ducha, pero de agua fría… pero lo conseguí, me acerqué a la cama y pude descalzar a mi princesa, también quitarle el vestido, sabía toda la presión que había sentido durante toda la noche así que tomé un recipiente que siempre había guardado en el baño, para que mi ángel colocará agua de rosas para refrescarse el rostro, y lo llene de agua tibia a la que agregué pétalos de rosas, que mi esposa siempre insistía en tener en el baño para poder colocarlos de cuando en cuando en la tina o en el agua con el que se refrescaba el rostro, siempre había sido así, así que llevé el agua y unas toallas que moje ligeramente, rozando con ellas el cuerpo de mi Diosa, esperando poder liberar la tensión de su cuerpo y hacerlas sentir mejor, tanto a ella como a mi florecita, sus exquisitos gemiditos de placer iban a lograr socavar mi autocontrol, pero debía dejarla descansar, fui también por el desmaquillante para quitar el poco que se había puesto… Busque una de las franelas que uso para dormir y libere sus hermosos pechos del fastidio del sujetador, y tras dejar las cosas en el baño me traje conmigo una crema que adoraba mi Bella, y así aún dormida le di un pequeño masaje en los pies y en las manos.

 

Podría pensarse que era mejor dejarla dormir, pero al salir de la ducha la había encontrado totalmente tensa y tras consentirla un poquito noté como toda esa tensión provocada por todas las revelaciones, como esa tensión que dejó en nuestros cuerpos todas las verdades y todos los horrores se habían ido poco a poco en cada suspiro, en cada gemido, en cada ronroneo. Baje a la cocina, a buscar el agua y las galletas saladas y las deje a su lado, y pude al fin encontrar la paz y tranquilidad que necesitaba al lado del cuerpo de mi princesa, me acosté y la atraje hacia mi, haciéndola acurrucarse en mi pecho, y ella suspiro tranquila.

 

- Te amo. – le dije, besando suavemente su cabello. -

 

- Te amo mi vampiro. – me dijo acurrucándose más y volviendo a su más profundo sueño.

 

A la mañana siguientes dulces besos por mi cara estaban logrando que me despertara…

 

- Buenos días amor. – me dijo mi esposa. -

 

- Buenos días cielo. – le dije dándole un pequeño beso. – Cómo estas?... Te sientes bien?, que paso con las náuseas?. – fui soltando preguntas si parar. -  Cómo se porta mi bebita?. – le dije acariciando su vientre y ganándome una  rodada de ojos por su parte, por insistir en que la bebé era una niña.

 

- Eso parece un interrogatorio, pero si estamos bien, el bebé se porta bien. – y yo hice caretas frente al uso del término “el bebé”… ella y yo sabíamos perfectamente que era “la bebe”. – ya me comí las galletas, me tomé el agua, también una ducha. – pero de pronto la interrumpí. -

 

- Una ducha y no me esperaste. – le puse un puchero como esos que hacía Lizzie. -

 

- Cielo, lo necesitaba. – me dijo mientras me besaba. – aunque mi esposito hizo un espléndido trabajo ayer. – me dijo regalándome un dulce besito. -

 

- Así y que hicieron por usted Señora Cullen?. – le pregunte.-

 

- Pues mi muy guapo esposo me consintió con compresas de agua tibia y pétalos de rosas, que hicieron maravillas para mi tenso cuerpo y sin contar con el muy rico masaje en mis manos y mis pies. – me dijo y la miré asombrado. -

 

- Como sabes todo eso?. – le pregunté. – acaso estabas despierta mi flojita. – le dije haciéndole cosquillas y dejando besos a todos lados por donde alcanzaba. -

 

- Para nada amor, estaba semi consciente, y demasiado tensa y cansada para reaccionar, pero además encontré las pruebas del delito en el baño. – me dijo sonriendo. - Gracias por lo de los niños también.

 

- Fuiste a verlos?.  – le pregunté extrañado porque no estaban aquí aún. -

 

- Si, y están muerto de cansados, parece que la juerga ayer con los primos fue pesada, además todavía es temprano. – me dijo recostándose nuevamente en mi pecho y yo la abracé con fuerza. - 

 

- La de nosotros no fue fácil tampoco. – le dije y tras un suspiro agregué. – por qué no me dijiste que Heidi te dio tu primer beso. – le dije mitad jugando mitad en serio, ganándome un golpe en el hombro. – Que?. – le dije entre risas. – no es mi culpa que sea un mal recuerdo, o que Heidi besará mal… yo no la besé demasiado pero no era tan mala. – y me gané otro golpe. – Auuhhhh… princesa eso dolió. -

 

- Te lo mereces. – me dijo seria, pero pude identificar el dejo de humor en su voz. – te pegó primero por decir que Heidi me dio mi primer beso cuando es mentira… y segundo porque te acuerdes de los besos de Heidi. – le decía mientras yo sonreía al recordar cual fue su primer beso, nuestro primer beso.

 

- Y si no fue Heidi, quien fue el imbécil que se atrevió a probar por primera vez esos deliciosos labios tuyos que me pertenecen. – le dije simulando estar celoso.-

 

- La verdad es que fue un chico de la escuela, fuimos a casa de su abuela, porque iba a contarnos una fabulosa historia, y le entregó una reliquia familiar, y él me pidió que lo acompañara, porque parecíamos la sombra el uno del otro y él tenía tanto miedo de perder aquello que le iba a entregar su abuela, que no me quedó más remedio, a la final me emboscó bajo un muérdago. – me contaba y yo rememoraba el pasado entre sus brazos…

 

Teníamos que hacer un trabajo de cálculo pero mi Abuela Elizabeth me había pedido que pasará por su casa porque necesitaba entregarme algo, mencionó que se trataba del Diamante de los Cullen, pero la verdad no me creía que mi abuela dejaría en mis manos esa reliquia familiar, siempre creí que le correspondería a Emmett por ser el mayor de los hermanos, así que aquello me tomó por sorpresa, estaba más que decir que esta terriblemente emocionado que me fuera entregado el honor de cumplir con el legado familiar, además de que estaba totalmente aterrado, por un lado estaba asustado porque conocía la historia de la joya y su significado para mi familia, y  no quería equivocarme y dársela a una mujer que no la mereciera como corresponde. En segundo lugar me aterraba perderla, vamos tenía solo diecisiete años… no era loco, no era irresponsable, pero eso de entregarle a un adolescente de diecisiete años una joya familiar era un poco temerario.

 

Cuando salí de clases, pase por la clase de literatura a recoger a mi mejor amiga, a Bella, la hermosa Mariposa de Arizona, desde que se mudo a la ciudad cuando murieron sus padres nos volvimos básicamente inseparables, al punto que hacíamos juntos todos los trabajos de las clases que tomábamos los dos, conocíamos todo el uno del otro, nuestros miedos, nuestras esperanzas, nuestros proyectos, nuestras inseguridades; nos cuidábamos, velábamos por el otro, éramos inseparables. Cuando salió Bella venía sonrojada y claramente molesta.

 

- Mariposa que sucede que vienes con ganas de matar al mundo entero. – le dije medio en broma, pasando mi brazo sobre su hombro y arrastrándola conmigo hacia el estacionamiento. -

 

- Pues entonces será mejor que te busques tu muerte natural Cullen. – me dijo y yo me eché a reír, ver a Bella amenazando de muerte a alguien era algo terriblemente divertido, sobre todo cuando ella siempre lucía tan pacífica, tan dulce, parecía más bien una angelito, y para nada un ángel vengador.

 

- Vamos Mariposa, quién se atrevió a molestarte.- le insistí.- Dime que te pasa?

 

- Nada solo que el imbécil de Michael ha estado insistiendo de nuevo con que salga con él, y no encuentro la manera de decirle que me deje en paz. – que le pasaba al idiota ese, Bella le había dicho ya de un millón de formas que no quería salir con él, es que acaso no entiende por las buenas… tan poco por las malas, porque ayer claramente lo amenace para que no se acercara a ella, cuando estaba diciendo todas las obscenidades que quería hacerle, mientras hablaba con los idiotas de sus amigos en los vestuarios al terminar la práctica de fútbol, y logró que casi le partiera la cara. -

 

- No te preocupes Mariposita, que tu amigo va a ayudarte con eso.  – le dije, porque ahora el “casi le partiera la cara” iba a quedar en pasado, pensaba partirle la cara en serio. -

 

- No vas a hacer nada Cullen. – me dijo. -

 

- Quién lo dice?. – la rete. -

 

- Lo digo yo. – me dijo rotundamente. – ya hemos levantado suficientes rumores en el colegio Ed, todo el mundo piensa que tenemos un romance secreto, si le haces algo a la chismosita de Michael, entonces el rumor va a tomar fuerza.

 

- Desde cuando te importan los rumores Bells?. – le recriminé, dolido porque le molestara que alguien pensara que tenía algo conmigo. -

 

- No me importa, pero muchas chicas quieren salir contigo y no se acercan porque creen que tenemos algo. – me explicó. -

 

- Pues no me interesa. – le contesté seguro, pero luego los celos de amigo se hicieron participé no podía siquiera pensar en permitir que alguien le hiciera daño. – No será más bien que te molesta que los chicos no se te acerquen porque piensan que salimos juntos. – le dije. -

 

- Deja los celos Cullen, sabes que no pienso enamorarme de nadie al menos hasta que llegue a la Universidad, quizás hasta que me gradúe. – me dijo. -

 

- Muchas responsabilidades sobre tus hombros Swan. – le dije bromeando mientras nos dirigíamos al mi volvo, un regalo de mi abuela cuando cumplí dieciséis. -

 

- Déjalo ya Cullen.- me dijo. – Vamos a casa de mis tíos para hacer el trabajo de cálculo. - me dijo mordiéndose el labio inferior. -

 

- Nop.- le dije. -

 

- Ed no quiero ir a tu casa. – me dijo mientras jugaba con sus manos nerviosas sobre su regazo. -  tu mamá…. – suspiró. – a tu mamá no le agrado. – sentenció, yo solo asentí, lo sabía perfectamente y no lo entendía. -

 

- No te preocupes Mariposita, vamos a casa de mi Abuela, que quiere entregarme algo, y luego podemos hacer el trabajo de cálculo donde quieras, en la casa de ella, en la de tus tíos, o en donde quieras…- dicho esto nos fuimos a casa de mi Abuela, ella a diferencia de mi mamá la adoraba, y siempre nos miraba y nos daba sonrisas cómplices que no entendíamos cuando nos veía juntos.

 

Hizo que la acompañáramos al salón, ella se sentó en un sillón frente a la chimenea y nosotros nos recostamos en una manta de espaldas a la chimenea.

 

- Edward. – me dijo mi abuela. – hoy te llamé porque quería entregarte esto, me dijo dándome una caja de terciopelo negra y al abrirla pude admirar el hermoso diamante de los Cullen, era una pieza de joyería única y muy hermosa. Bella a mi lado admiraba también la hermosura y perfección del anillo. – como sabes ese anillo fue diseñado por orden de tu Bisabuelo Carlisle, el lo diseño para entregárselo como anillo de compromiso a su amada Anette, años más tarde Anette le hizo entrega de la joya a tu Abuelo Christopher que me la dio como señal de compromiso y amor, esta joya desde hace tres generaciones ha sido entregado por los hombres de esta familia, para que con ella puedan prometerse y entregarse en amor, compresión, pasión y fidelidad a la mujer de su vida, a su otra mitad, a la verdadera dueña de su amor, a la mujer que amarán por el resto de su vida, su alma gemela, la madre de sus hijos, aquella que lo acompañará y a la que amarán por el resto de su vida, toda su vida. – la mirada de emoción de mi abuela mientras decía esas palabras era palpable, y nos miraba con un ternura infinita, Bella a mi lado también se mostraba emocionada y maravillada y yo por más que pensaba en alguien no encontraba a ningún nombre en mi cabeza que fuera lo suficientemente espléndida para merecer esa joya y su significado, la única que se me ocurría, la única mujer en mi vida que para mí  y en este momento pudiera ser merecedora del diamante de los Cullen, era la hermosa y dulce joven sentada a mi lado, pero no podía ser, nosotros somos amigos… amigos, los mejores amigos, y no quería perder lo que tenía con la Mariposa por nada del mundo. – Espero que lo cuides bien, y lo entregues a esa mujer especial que nació para ti. – me dijo. -

 

- Claro que lo cuidaré abuela. – le dije todo lo solemne que pude. – pero tendrá que esperar a que encuentre a esa mujer especial que nació para mí. – le dijo y alcance a ver una sombra de tristeza en los ojos de mi amiga. -

 

- Ya la encontraste Edward. – me dijo la Abuela riendo. – solo que eres… solo que son tan ciegos que no lo han visto. – completó. – y estoy segura que algún día existirá un Edward Jr., tan hermoso, noble y bueno como su padre, al que esa espléndida mujer le entregue el anillo con el que le pedirá matrimonio a la mujer de su vida.

 

- Si no la hace, yo la obligo Nana Lizzie. – le dijo segura Bella. -

 

- Claro que lo harás cariño. – le dijo mi Abu acariciándole la mejilla con dulzura.

 

Ellas se quedaron conversando y yo con el anillo en mano salí de la habitación, no podía creer que el legado de los Cullen había sido dejado en mis manos, acaso mi Abuela creía que estaba enamorado de alguien que sería en definitiva la mujer de mi vida, no lo entendía, porque la única mujer que siempre estaba conmigo y acompañaba mis pensamientos era Bella, pero la Maripa era mi amiga, éramos los mejores amigos, ella era mi apoyo, yo el suyo, a ella le contaba mis citas, a ella le contaba todo lo que quería de la vida, ella era quien me apoyaba, me aconsejaba. Me senté en los escalones que daban a la sala de música mientras pensaba en que quería del futuro, pensaba en mi amiga, mi amiga que se iría pronto a estudiar literatura en Inglaterra y por lo que secretamente sufría, no quería que ella supiera cuanto me entristecía que se fuera y me dejara solo sin ella, pero tenía que hacerme el fuerte y el seguro frente a ella, no podía dejar que pensará que sufría porque se iba, ya sufría ella suficiente por separarse de nosotros… no lograba entender como con tan buenas universidades en Estados Unidos ella se empeñaba en irse a otro continente, pero la verdad es que ese era su sueño y yo la apoyaría siempre, hasta el final, sobre todas las cosas. Lo más importante es que mi Amiga fuera feliz… muy feliz.

 

- Que pasa Cullen, aterrado por perder el anillo. – me dijo mi amiga sentándose a mi lado. -

 

- Un poco. – le dije. Pero de pronto recordé algo y tenía que preguntarle. – Mariposa, porque estabas tan triste cuando mi Nana contó lo del Diamante de los Cullen.-

 

- Porque debe ser lindo que alguien te quiera así. – me dijo y allí estaban esos ojitos tristes de nuevo. No entendía como ella no conseguía ver cuan hermosa era. – no se si alguien…

 

- Shhhh…. Swan no empecemos de nuevo. – la regañé. – Eres hermosa Mariposa, tú eres la única que no consigue verlo, tienes que escuchar todas las cosas que dicen esos idiotas de la escuela sobre ti. – le conté. – todos se mueren porque le des una oportunidad. – me adelanté a su próximo argumento. – y no tiene nada que ver con tu dinero, sino que eres hermosa, amable, buena, maravillosa.

 

- Y porque no salgo con nadie entonces. – dijo jugueteando con los dedos de sus pies y mirando al piso. -

 

- Porque no le das la oportunidad a nadie, y porque no quieres enamorarte hasta después de la universidad. – y porque los que ella no rechazaba directamente me encargaba yo de echarlos, pensé, pero no necesitaba que ella supiera de eso porque se enfurecería conmigo. – además que eres como un ángel mariposa, tu no pareces de este mundo, a todos les aterra acerarse a un diosa. – le dije y ella bufó cruzando los labios enfurruñada. -

 

- Entonces moriré virgen y sin ser besada. – dijo molesta. De pronto puse mis ojos en blanco y eché para atrás mi cabeza conteniendo toda la frustración que sus palabras me producían, y me di cuenta que estábamos debajo de un muérdago, seguro se había quedado allí desde la navidad pasada. -

 

- Sabes que es eso. – le dije señalando lo que colgaba sobre nuestras cabezas. -

 

- Un muérdago. – me dijo confundida y luego pude ver un brillo esperanzado en sus ojos. -

 

- Si. – le dije. – conoces la tradición. – ella asintió, así que poco a poco fui acercándome a ella, despacio, estaba increíblemente nervioso, la verdad que para mí era como mi primer beso, había besado a algunas chicas pero ninguna que me interesara sinceramente, y casi siempre eran ellas las que se me lanzaban y terminaban besándome, todo en ella me inspiraba ternura, era tan hermosa, tan frágil, estábamos tan cerca que sentía su suave y tibio aliento golpeando contra mi boca, y al final terminé con el espacio que nos separaba adueñándome de sus dulces y firmes labios, juro que nunca había probado nada tan delicioso.

 

- Ed. – dijo ella en un suspiro contra mis labios, que se convirtió en una tierna sonrisa. – porque fue eso. -

 

- Ya por lo menos no morirás con los labios vírgenes. – y ambos estallamos en una sonora carcajada. Cuando pudo controlar sus risas añadió. -

 

- Gracias. – me dijo recostando su frente contra la mía. – Gracias por estar siempre para mí. – me dijo y no pude resistirme a darle otro beso. –

 

- Ed… en dónde estabas cariño?. – me dijo mi esposa sacándome de mi ensoñación. -

 

 - Bajo el muérdago en casa de mi Nana Elizabeth acompañado de una preciosa castaña, princesa – le dije para luego besar sus labios. -

 

- Te amo, te ame siempre aunque no lo sabía. Ese día no solo estaba triste porque pensara que nunca nadie me amaría como en la historia del diamante. – me confesó. – la verdad es que me sentí un poco triste de pensarte con una mujer a la que tú amaras de esa manera. – la bese nuevamente. -

 

- Tu eres esa mujer mi amor, mi mujer. – le dije. – siempre los has sido, en ese momento aún con el anillo en mano bajo ese muérdago, lo único que podía pensar era en ti, y cuando probé tus labios, juro que fue lo más delicioso que he probado en mi vida preciosa. Te amo… te amo. – le dije besándole una y otra vez, mientras la amaba despacio y sin prisas, arrancándonos suspiros y dulces gemidos de places, y llegando a nuestro orgasmo juntos, felices. Nos vestimos nuevamente, porque ahora si que los pequeños no debían tardar en llegar.

 

- Creo que tu nana era adivina cielo, o por lo menos sabemos de quien heredó sus dotes Alice. – dijo riendo. – Recuerdas cuando dijo lo de que tendrías un hijo llamado Edward, igualito a ti, a quien le legarías en su día el Diamante de los Cullen.

 

- Y cuando dijo que ya había encontrado al amor de mi vida, pero que éramos demasiados ciegos para verlo. – le recordé. – estoy seguro que hablaba de ti. – le dije con certeza, pasamos unos minutos más en silencio, pero había algo en lo que pensaba continuamente. – Cielo porque no me contaste nunca lo de Heidi. – le dije un poco herido. -

 

- Primero porque me avergonzaba terriblemente. -  me dijo y pude ver la sinceridad de su mirada y en el fuerte sonrojo de su rostro. – Además que Heidi estaba enamorada de mí, y yo no podía corresponderle, y yo de alguna forma pensé que nunca encontraría el amor tampoco o que nunca podría ser merecedora del tuyo, así que… sabía como se sentía. – me contó. – pero además había otra cosa… ambos estábamos desesperados por encontrar alguna razón para poder ganarle la custodia de Jane a Heidi, aún a pesar de las mentiras que ella y Esme pudieran inventar, pero quería que fuera una razón de peso. – se detuvo. – algo como lo que nos contó Renata, pero con todo y eso no la culpo, porque mi verdad habría ayudado a nuestra causa, pero tampoco la use. – me dijo con un dejo de sentimiento de culpa en su mirada.-

 

- Por qué cielo. – le pregunté realmente curioso, porque seguramente eso contribuiría si en ese momento hubiese demandado por la custodia de mi hija. -

 

- Lo hice por Paúl y Jacob amor. – me dijo mordiéndose nerviosamente el labio, y al ver que no entendía procedió a explicarse. – yo he sido testigo  de todo lo que sufrieron ellos por todas las trabas que tenía para poder tener hijos, y no creo que por el hecho de que Heidi fuera homosexual no tuviera derecho a tener una hija, amarla, cuidarla y darle todo lo bueno que tuviera para darle. – y luego de dar un profundo suspiro agrego. – pero la verdad es que Heidi no tenía nada bueno para darle a Jane o a ningún otro pequeño. – me dijo acurrucándose. – No sé si puedas perdonarme que por mi culpa no sacamos a nuestra muñequita de peligro. -

 

- Que dices, mi amor. – le dije incrédulo. – Yo te amo, tú me amas, amas a nuestros hijos y  también amas a mi muñeca como si fuera tu hija. – suspire profundamente. – y siendo sinceros todos sospechamos que había algo mal… que algo estaba malditamente mal… pero mi amor nadie hizo nada, y  debemos agradecer a Dios o a quien haya protegido a nuestra muñeca y que las cosas no fueran peor de lo que fueron. – le dije. – Pero espero que empecemos a poner las cosas en orden, lo primero es que voy a insistir en no permitir que mi madre este cerca de mis hijos a solas nunca más. – le dije convencido. -

 

- Ed, eso no es demasiado radical. – me dijo.-

 

- No cielo, no pienso arriesgar la seguridad y la salud de nuestros hijos. – le dije convencido. – también le voy a pedir a Aro que despida a Lauren, si es que ya no lo hizo, pero no puede permitir que esa mujer con tan pocos escrúpulos sigan trabajando para la firma.

 

- Es verdad, no sé como esa mujer se atrevió a tanto. – me dijo. – pero espero que ni se le ocurra mirarte de nuevo, porque sino tendré que hacerle una visita para informarle que eres mío. – dijo ella dándome un beso rudo y apasionado. -

 

- No importa cuantas mujeres existan en el mundo princesa, yo soy tuyo y solo tuyo.

 

- Como soy solo tuya. – me dijo. – Volviendo a lo de anoche, cómo crees que termine el asunto de Renata y tu padre.

 

- No sé cariño, pero estoy casi seguro que mi padre no va a regresar a casa. – le dije con pesar. – creo que con Renata encontró un poco de la paz, la felicidad y la tranquilidad que tuvo hace demasiado tiempo con tu madre, la que apenas sintió con la mía… aunque quiero creer que en algún momento fueron felices, no sé en que bizarra forma mi padre amó a Esme y no sé en que obsesiva forma ella lo amo a él, pero creo que algunas vez el sentimiento existió… pero la verdad es que los odios de mamá, el fantasma de Reneé, la pérdida de Christopher ha pesado demasiado en su relación y a la final papá no lo soporto. – le dije mientras acompañaba acariciando el dorso de su mano, los movimientos que ella hacía sobre mi pecho.

 

- Espero que encuentren la felicidad. – me dijo. – Renata sufrió mucho por su relación con Heidi, sufrió mucho la pérdida de Alec, según me contó cuando hablábamos en la firma de libro, pero creo que ella esta realmente enamorada de tu padre. – me contó. – piensas oponerte  a esa relación después de lo que descubriste ayer de su relación con Heidi. -  me preguntó. -

 

- Para nada cielo, si ellos se aman, si ellos encuentran la felicidad juntos y se aceptan yo no tengo nada que decir, solo espero que mi madre encuentre también su felicidad a pesar de todo, pero la verdad lo que no me pasó jamás por la cabeza fue lo de esa “cana al aire” de mi madre con Heidi, nunca lo pensé… la verdad es que esas fotos fueron unas de las cosas más impactantes que he visto en mi vida… ver a tu  madre…en eso… con esa. – le decía la verdad no lo podía creer. – pero sabes que me asombró en todo eso de las fotos. – le dije, ella negó. – Carlisle no estaba para nada asombrado. –

 

- Quizás ya lo sabía. – me dijo, sería lógico que las viera en casa de Renata o que ellas se las enseñará o no lo sé. – Pero la verdad es que lo que me preocupa es lo que pueda suceder con Rosalie y Emmett. – me comentó mi princesa. – ellos se aman demasiado y me da pesar que por culpa de tu madre y sus locuras, de las locuras a las que accedió ayudando a Heidi lo alejen de su familia.

 

- Eso es cierto amor, pero el actúo de forma irresponsable al cumplirle todos los caprichos a mamá. – suspire. – la verdad no sé como le hace Esme para manipularlo, pero lo hace y ahora sin Rose y los niños que son de alguna forma su cable a tierra, no sé que pueda ser de él. Y el dolor de Rose me duele, ella es como mi hermana. Y a pesar de nuestras diferencias me duele igual el dolor de mi hermano.

 

- A mi me entristece mucho su situación. – me dijo con pesar. De pronto unos ligeros toques en la puerta nos alertaron de que nuestra tropa estaba cerca. -

 

- Cuidado con la princesita. – le dije besando suavemente el vientre. -

 

- No le van a hacer nada Ed. – me dijo torciendo los ojos. – No seas exagerado. -

 

- Por mi salud mental mi ángel. – le dije. – necesito que tengas cuidado y cuides a mi florecita hasta que yo pueda ayudarte a hacerlo. – repetí, pero nuevamente los golpes nos alertaron de alguien ansioso en el pasillo. – adelante. – le dije colocando delicadamente mi mano sobre mi florecita para protegerla.

 

- Buenos días papi. – dijo mi muñeca subiéndose de un lado de la cama, dejándome un beso en la mejilla. – hola mami. – dijo abrazando a su madre. -

 

- Hola muñeca. – le dijo mi princesa. -

 

- Cielo y tus hermanos y tu prima?. – le pregunté curioso porque estaba sola. -

 

- Aún duermen papito. – me dijo, pero intuí un poco de tristeza en su voz. -

 

- Cariño, que sucede. – le dijo mi esposa a nuestra hija, había notado lo mismo que yo.-

 

- Es que no me gustó como te grito la abu ayer, tampoco me gustó lo que dijo. – dijo dejando caer lágrimas por sus hermosos ojitos, que inmediatamente secamos mi princesa y yo. – porque la abu no entiende que papi y yo te queremos mami.

 

- No tengo esa respuesta preciosa, pero no debes sentirte mal por las cosas que hace tu Abu. – le dijo mi Bella. -

 

- Pero yo quiero a la Abu, pero ella hace cosas feas y que no me gustan. – dijo mi pequeña. – acaso tengo que dejar de querer a mi abu.

 

- Peque, a veces las personas que amamos hacen cosas que no están del todo bien, pero en el amor encontramos el perdón, y tenemos que buscar ayudar y entender, comprender y apoyar a quienes amamos. – le dije. – es verdad que la abu dijo cosas muy feas y yo también estoy muy molesto con ella, pero no voy a dejar de amarla, yo ya he intentado comprenderla y ayudarla hablando con ella, pero ella parece que deja que sus sentimientos malos hablen sobre los buenos, pero es mi mamá y la amo, siempre la voy a querer.

 

- Y que vamos a hacer papi. Yo la quiero, pero quiero a mamá y a mis hermanos. No podemos permitir que esto siga así. – le dijo. – que hacemos?. – me preguntó haciendo gala de toda su madurez. -

 

- Por lo pronto vamos a intentar que tu mami y tus hermanitos no pases tiempo cerca de tu abuela. – le dije, y ella asintió. – además quiero pedirte un favor preciosa. – ella me miro curiosa. – no quiero que dejes de ver a tu abu, porque sabemos que la quieres y es importante para ti… pero no quiero que estés a solas con ella. De acuerdo?.- ella asintió.-

 

De pronto tres pequeños tornados aparecieron por la puerta y Jane se encargó de cambiar el tema dirigiéndolo a que era lo que lo que podíamos planear para hoy, así que una vez en la cocina y después de nuestros siempre maravillosos desayunos planeamos un tranquilo picnic en el jardín de mi mariposita, además de la acostumbrada visita a Marie,  y luego los niños habían planeado montar coreografías de ballet para Lizzie, que pudiera Jane usar en su patinaje y Ed estaba dedicado a componer una melodía que le sirviera a sus dos hermanas. Mi princesa y yo luego de hablar por teléfono con Rose para saber como estaban ella y los niños, nos acurrucamos en el sofá con nuestra sobrinita viendo una película infantil. Mientras Keyla disfrutaba de su película, yo abrazaba a mi esposa, dándole cariño a nuestra bebita a través de su cuerpo y pensaba en todo el dolor de mis hermanos.

 

Rose nos contó que tuvo una no muy agradable conversación con Emmett en el almuerzo alejado de los niños, ella le pidió que se fueran de Chicago los cuatro un tiempo lejos de Esme y sus influjos, pero por supuesto mi hermano se negó aún cuando esta pudiera representar una de sus ultima oportunidades de arreglar las cosas  con su esposa. La verdad me sentía increíblemente mal por la situación, por la tristeza y el dolor de mis hermanos, y por el momentáneo futuro incierto de mis sobrinos. Hablé también con Jasper y Alice, quien no se podía creer aún todo lo que paso  anoche, por suerte su pequeña Isa parecía tener el carácter calmado de mi cuñado y eso parecía mantener a mi hermana a raya. Por supuesto hable con mi padre, estaba en casa de Renata y aparentemente planeaba quedarse allí, supongo que hasta que encontrará un lugar adecuado para los dos. Finalmente y a petición de mi princesa llamé a mi madre y hermano para saber como estaban. Emmett me dijo que estaba destrozado y que Rose era muy injusta con él, que mi princesa y yo habíamos causado todas sus desgracias y que a pesar de su amor por Rosalie no podía acceder a dejar a mamá sola, no después de lo de ayer. Finalmente mí madre no hizo más que proferir insultos hacia mi mujer, por lo que terminé colgando la llamada y dando por finalizado el asunto. A media película Keyla se quedó completamente dormida, por lo que aproveché para contarle a mi princesa algo que me inquietaba.

 

- Princesa. – le dije llamando su atención. – Yo… yo sé que tu cita con Safrina es el próximo viernes. – Safrina era la gineco-obstetra que nos recomendó mi padre habíamos hablado con ella por teléfono ayer y la verdad era genial y muy simpática. – pero te soy sincero si te digo que me quedaría más tranquilo si la llamamos y vamos mañana. – le dije. -

 

- Que exagerado Edward. – me dijo. -

 

- No exagero mi amor, ayer pasamos por un presión muy intensa, fue un día terrible y me aterra pensar que eso pudiera afectar a mi pequeña florecita. – ella me miró incrédula, pero no iba a permitir que me negara esta petición. - Amor por favor, déjame protegerlas. Por favor. – le dije de nuevo. -

 

- De acuerdo Edward, pero que conste que exageras. – me dijo al tiempo que colocaba una mano en su vientre. – Estamos bien cariño, de verdad. – me incliné para besar allí donde tenía su mano y luego bese tiernamente sus labios.

 

- Gracias. – le dije. –

 

Al siguiente día deje a Jane, Valerie y Kellan en el Colegio, también llegaron a instalarse Doña Bree y James, quienes congeniaron inmediatamente con mi ángel y los pequeños, ya en la tarde conocerían a Jane. Cómo teníamos la cita, con la doctora llame a Aro para excusarme y recibí la fabulosa noticia de que Lauren estaba fuera de la empresa, y respiré porque si esa mujer había sido capaz de todo eso, no la quería cerca de mí ni de mi familia. Y aunque no nos gustó demasiado la idea, dejamos a Ed, Lizzie y Keyla con Doña Bree y Cynthia por unas horas mientras íbamos a la consulta, pero la verdad es que tendríamos que aprender a desprendernos un poco, sin embargo todo sería más sencillo a partir de la próxima semana, el lunes ya los mellizos irían a clases y a nuestra tierna sobrinita vendrían sus padres a recogerla el viernes, pasaría el fin de semana con nosotros para irse el lunes a primera hora.

 

Llegamos a la consulta impacientes y emocionados, la verdad es que para mi tener esta experiencia con la mujer que amo, era absolutamente maravillosa, así que después de que Safrina nos bombardeara con todo tipo de preguntas, luego que pesara, tomara medidas y la tensión de mi esposa, fuimos a la sala de ecografía, y allí, en es minúscula manchita de la pantalla estaba mi princesita, mi hermosa florecita, aunque nuestra emoción se incrementó en un millón de veces cuado el rápido y fuerte latido de su corazoncito  inundo la habitación y nuestros ojos de lágrimas de alegría. Fue sin lugar a dudas uno de los momentos más felices de nuestra vida. Era pronto para saber si era niña o niño, pero la verdad no me importaba porque dijeran lo que dijeran yo estaba completamente seguro de que sería mi florecita mi pequeña Bells… la copia de mi ángel, ya hasta sabía que nombre le pondría, pero no le diría nadie todavía.  Regresamos a casa para encontrarnos a nuestros hijos perfectamente bien y haciendo de las delicias de Doña Bree y Cynthia. Fuimos por los pequeños al cole y al igual que el día en el  que comimos acompañando a Alice en su reposo, fuimos repitiendo visitas entre casa de Alice y la nuestra, quedando todos de acuerdo en el que el sabado realizaríamos una barbacoa en casa, para que los niños disfrutaran un poco en la piscina, jugando y  a ver si lográbamos borrar un poquito la tristeza del rostro de Rosalie, Valerie y Kellan, era el pequeño quien más resentía la falta de su padre, quien pidió una licencia en el hospital y había pasado los últimos días en su casa ahogándose en una botella tras otra. Tenía entendido que solo salía de allí si Esme lo llamaba y que parte de las continuas llamadas que le hacía a Rosalie, eran deprimentes y deplorables pero  no terminaba por aceptar la condición de esta para que volviera casa.

 

El fin de semana llegó al fin  habíamos decidido decirle a la familia lo de nuestra florecita, pensábamos aprovechar que estarían todos juntos, incluidos los hermanos de mi princesa, por supuesto que los primeros en saberlo serían nuestros hijos y le pediríamos a nuestra familia que la noticia no llegara a oídos de Esme o Emmett. La alegría de mi princesa se incrementaba además porque pasaría el fin de semana con sus hermanos, así que Keyla y ella rebosaban de felicidad, además teníamos muchas expectativas porque conoceríamos a la pequeña Leah, lo único que nos entristecía un poco era que a partir del lunes nuestra dulce ternurita regresaría a Londres, pero estábamos más que dispuestos a viajar seguido para visitar a nuestros sobrinos, además que debíamos ir  el próximo mes unos días a Londres porque mi princesa tenía una de sus sesiones en la fundación, y necesitábamos revisar algunas cosas del proyecto, ya de regreso debíamos pasar también por Montepulciano para ver algunas cosas sobre el viñedo y visitar a los nonos… La verdad es que últimamente estaba sopesando sinceramente la posibilidad de mudarnos a Montepulciano, podríamos dedicarnos al viñedo y la fundación y yo podía seleccionar los proyectos en los que quisiera trabajar a distancia, y mis hijos vivirían una vida tranquila, más sencilla y sin ajetreos, lo único que me pesaba era dejar a nuestra mariposita solita en Chicago.

 

El viernes en la noche fuimos a buscar a mis cuñados al aeropuerto, y solo para variar nos vimos asediados por un par de fotógrafos, pero al ser solo dos eran más sencillos de manejar, como siempre las preguntas sobre la relación, el viaje, los niños, etc… no se hicieron esperar, sobre todo cuando notaron las alianzas en nuestras manos y las preguntas sobre una boda secreta estuvieron a la orden del día, ese día mi princesa no estaba de muy buen humor así que decidió no darles pie y no respondió a ninguna pregunta. Yo por mi parte solo les dirigía la palabra para pedirles que respetaran nuestro espacio. Pero no me extrañaría que esta noche recibiera una llamada nada alentadora de mi madre. Los saltitos emocionados de mi esposa me advertía que mis cuñados ya se acercaban.

 

- Cariño no te exaltes. – le dije de forma protectora. -

 

- Ed, estoy feliz de ver a mis  hermanos y por conocer a mi sobrina, así que no  fastidies. – en otro momento podría sentirme dolido con sus palabras y por el énfasis que les dio, pero la verdad es que no podía porque estaba claro que el tono se debía a las hormonas del embarazo, mientras que las palabras eran producto de que claramente estaba siendo un fastidio, pero me aterraba enormemente el hecho de que mi princesa o mi florecita sufrieran o les pasara cualquier cosa, así sea la mínima cosa.

 

- Hola preciosa. – le dijo Paúl a mi princesa acercándose a ella. – Cómo se porto mi pequeña?. -

 

- Maravillosamente como siempre. -  le respondió ella y yo asentía dándole la razón. – pero ahora quiero conocer a la nueva princesita. – le dijo acercándose a la pequeña que venía en brazos de Jacob. -

 

- Puedes verla. – le dijo esté enseñándonosla. – Acaso no es preciosa. – dijo orgulloso. -

 

- Es muy hermosa. – le dije. – Espero que sea tan dulce como mi ternurita.

 

- Hermano, si que eres posesivo. – me dijo Paúl. – Ya te apropiaste también de nuestra hija. – dijo soltando una carcajada. -

 

- Claro, si esa pequeña es toda una dulzura, casi  que les digo que se regresen a Londres y la dejen con nosotros. – le dije. -

 

- No nos darás ninguno de los tuyos a cambio verdad.  – dijo Jake con sarcasmo. -

 

- Nunca. – respondí rotundamente. -

 

- Entonces tendrás que viajar a Londres para ver a Keyla. – dijo. – Y en cuanto al carácter de Leah, creo que será esta las que nos saque las canas verdes, porque la verdad Keyla es una ternura y Seth es muy humilde y humano, pero a esta pequeña ya se le ve la casta. – dijo y todos reímos de su ocurrencia.

 

Salimos del aeropuerto, con Paúl, Jacob y la pequeña Leah en brazos de mi esposa, aunque me ponía nervioso no podía evitarlo, por lo menos ella no era tan pesada como Keyla o como nuestros hijos. Llegamos a la casa y nuestros hijos estaban más que felices con sus tíos y la pequeña… ni hablar de Keyla que no se despegaba de ella ni un minuto, era una hermanita sumamente sobre protectora, atenta y colaboradora… Podía ver las mismas ilusión y esperanza en los ojos de nuestros hijos, sobre todo en los de mi Gatita y mi Muñeca. Cuando Paúl y Jacob decidieron irse a descansar con sus hijas decidimos que sería un buen momento para hablar con los pequeños, por lo que les pedimos que fueran a bañarse y se vistieran con sus pijamas y fueran a nuestra cama porque teníamos algo que contarles. Mi princesa y yo hicimos lo mismo, pero además lleve unas galletas de chocolate y prepare unos ricos helados para poder celebrar con nuestros hijos, cuando llegue al cuarto con la bandeja de helados y las ricas galletas de chocolates, mi hermosa esposa salía del baño, con un pijama muy tierno, casi infantil y el cabello mojado, lo que la hacía verse endemoniadamente sexy, deje los helados en la mesa y me acerque a besarla.

 

- Eres hermosa mi amor. – le dije y acercándome a su oído, agregue. – eres hermosa y estás endemoniadamente sexy, si no fuera porque estamos esperando a nuestros hijos diría que tu pijama duraría unos… uhmmmm… - simulé pensar, mientras ella se estremecía por el contacto de mi aliento contra su piel. – tres minutos sobre tu piel antes de empezar a adornar el piso de esta habitación. 

 

- Ed… amor… - me decía en un sensual ronroneo. – no comiences nada que no puedas acabar.

 

- Y quien dice…. – pero el toque desesperado de nuestros hijos en la puerta me interrumpió. -

 

- Ellos lo dicen cariño. – me dijo entre risas mi esposa, y yo solo gruñí en respuesta ganándome una mirada de reprimenda de su parte. -

 

- Podemos entrar papito. – gritaba ansiosa mi gatita desde el otro lado de la puerta. -

 

- Cúbranse las cochinadas antes de dejar entrar a mis inocentes sobrinos. – gritaba Paúl desde su recámara. -

 

- Cállate Paúl. – decía Jacob. – Déjalos en paz. -

 

- No quiero. – respondió este entre risas, hasta que estas se acallaron con el sonido sordo de un golpe y un. – Ouchhh…. Jake no seas animal.

 

- Generalmente no te quejas. – le respondió. -

 

- Suficiente información. – les grite a su vez abriendo la puerta para que nuestros hijos entrarán en la habitación.  – Pasen pequeños. - les dije. -

 

- Papi porque están escondiendo cochinadas mami y tu. – nos dijo nuestra gatita, iba a matar a Paúl. -

 

- Tu tío estaba jugando como siempre. – le dijo mi princesa. – no le hagan caso, si?. – y los tres asintieron. -

 

- Esos helados son para nosotros. – dijo Ed con sus ojos como platos, juró que en ese momento se pareció enormemente a mi sobrino Kellan y a Emmett cuando era niño. -

 

- Si, campeón, son para ustedes. – les dije. -

 

- Podemos tomarlos ahora papito. – preguntó Jane haciendo un gesto goloso y pasándose la lengua por los labios. -

 

- Por su puesto. – les dije y corrieron atacando la bandeja.  Me acerque para tomar el mío y el de mi princesa, y mientras me acurrucaba con mi hermosa en el sofá de la esquina frente a la chimenea, ellos se sentaron sobre la alfombra de frente a nosotros. – Pequeños su mami y yo tenemos algo que decirle. – les dije, y ellos me miraban ansiosos. -

 

- Que pasa papito?. – preguntó mi Gatita siempre curiosa. -

 

- La verdad es que tenemos una sorpresa. – le dije. -

 

- Sopresa … Si!!!!, yupi yupi. – gritó Lizzie. -

 

- Veo que te gustan las sorpresas. – le dije divertido. -

 

- Me encantan. – dijo con los ojos muy abierto. -

 

- Veo que solo sacaste el color de cabello de tu madre. – le dije entre risas, sabiendo cuanto odiaba mi princesa las sorpresas, la verdad es sorprendente que se tomará también lo de la boda secreta… supongo que las hormonas revueltas que le dejaba mi princesa habían contribuido con eso.

 

- Gracioso Culle. – me dijo mi preciosa. -

 

- Cual es la sorpresa papá?. – preguntó serio Edward. – no tendrá que ver con  esa nana que escribiste el otro día, o sí?. – Por Dios que intuitivo era mi hijo, creo que a él había saltado el gen adivino de Alice y  la abuela Lizzie.

 

- Pues si hijo, tiene todo que ver  con eso. – le dije, mientras que mis hijas nos miraban del uno al otro sin entender lo que sucedía. -

 

- Entonces vamos a tener un hermano o hermana?. – preguntó. -

 

- Si campeón, van a tener un hermano o una hermana. – le contestó mi princesa preocupada por su actitud. -

 

- Vamos a tener una hermana. – Gritaron mis hijas a la vez. -

 

- O un hermano. – las corrigió mi princesa.-

 

- Pero yo creo que será una hermana. – le dije convencido. - Y a ti campeón no te alegra la idea. – le dije yo también contagiándome con la preocupación de mi ángel. -

 

- Si papá, solo pensaba en que tendría a otra niña llorona a la que cuidar. – dijo subiendo los hombros despreocupado, para luego poner una radiante sonrisa en su tonta en su rostro. – pero sinceramente me agrada la idea. Luego de cruzar una mirada entre ellos se levantaron corriendo para lanzarse a nuestros brazos. -

 

- Cuidado con su madre y su hermana. – alcancé a decir antes de que termináramos todos embarrados de helados y con un ataque de risa. Luego del incidente nuestros hijos fueron a sus respectivos cuartos a tomar un nuevo baño y cambiarse de ropa, mientras nosotros hicimos lo propio, pero juntos para ahorrar tiempo y agua… el poco tiempo que teníamos para esa actividad no dio para mucho pero al menos gozamos de algunos buenos besos y dulces caricias. Tras arropar a nuestros hijos y darles las buenas noches fuimos a nuestra cama a dormir como todas las noches desde que nos reencontramos, abrazados y felices.

 

A la mañana siguiente desayunamos todos juntos y empezamos a preparar las cosas para el almuerzo, pronto llegó mi hermana, mis cuñados, sobrinos y mi papá, acompañado por Renata, como era de esperarse, Alice la recibió muy bien al igual que había pasado todos estos días en los que habíamos estado compartiendo aquí o en su casa, era Rose la que no se le acercaba mucho, pero sabía que pronto se reconciliarían. La verdad es que pasamos un día muy agradable mis hermanas estaban encantadas tanto con Keyla como con la pequeña Leah y Jacob les cayo muy bien a todos y estuvo reclutando a Jasper para unos proyectos que teníamos pensados para la fundación, que esta demás decir que mi cuñado/hermano aceptó encantado, también mi padre se vio contagiado por nuestros trabajo y tanto el como Renata se involucraron nuestros proyectos. La verdad me sentía feliz de integrar a mi familia en la fundación de mi princesa, incluso Rose haría un reportaje especial para su revista y ella y Alice empezarían a preparar un baile para recaudar fondos para nuestros proyectos, y con lo entusiasta que era Alice para esas cosas propuso que el Baile se convirtiera en una Gala Anual Prestigiosa en Chicago. Al terminar el almuerzo, me puse de pie tomando la mano de mi princesa, atrayéndola conmigo y llamando la atención de mi familia.

 

- Familia, Bella y yo les tenemos noticias. – les dije. -

 

- Si Edward Anthony. – dijo mi hermana un poco molesta. – Se casaron en secreto y no dejaron que yo organizara la boda, pero Paúl se encargo de planear cada minuto.  – me dijo con dolor. -

 

- Lo siento Alice, pero te dije que la boda sería como Bella quería. – contra ataque. -

 

- Como puedes decir eso, si la boda era sorpresa. – me dijo. -

 

- Pero fue mejor de lo que quería Alice, fue maravillosa y perfecta. – le dijo mi ángel. – no pudo ser mejor y siento mucho que no estuvieran allí con nosotros, pero necesitábamos consolidar nuestro amor, necesitábamos estar juntos al fin, sin barreras sin odios, sin pasado, solo con el futuro por delante. – Alice entendió que mi princesa necesitaba una boda sin nada que le recordara a mi boda con Heidi, que aún cuando fuera un tema superado sabía que le dolía. Así que nadie que estuvo en esa boda, excepto yo, asistió a la nuestra, y eso la hizo especial de alguna forma para ella. -

 

- Tía Alice no hagas tanto drama y sé feliz. – le dijo Jane, dejándonos a todos boquiabiertos, la verdad es que la recién adquirida costumbre de Jane de callar a los adultos se estaba empezando a sobre pasar los límites tendría que hablar con ella al respecto, o con ellas.-

 

- Si porque ahora vas a tener dos bautizos que celebrar. – remató mi gatita. -

 

- Que quieres decir Lizz?. – le preguntó Jasper. -

 

- La verdad es que son lentos. – añadió Ed… Ok ok ... tendría que hablar con los tres. - lo que mi papá intenta decir, y lo que el par de chismosas no se aguantan, es que vamos a tener una hermana. – dijo sin reparos. -

 

- O hermano. – le corrigió mi princesa. -

 

- Mamá ya déjalo, todos sabemos que será otra princesita llorona para papá. – le dijo tajante. -

 

- Ed tiene razón, esta vez será niña. – dijo Alice segura. – Luego será… - dijo pensativa y después de un instante anunció. – uno… no… dos niños. – dijo y yo quedé anonadado, porque estaba seguro que así sería y la verdad me sentía feliz por ello. En ese instante todos se quedaron mirándola hasta que salto a felicitarnos y todos parecieron reaccionar.

 

Pasamos toda la tarde juntos tomando limonada, viendo a los niños jugando en la piscina, conversando de todo un poco, pero sobre todo de la fundación, habíamos convertido la barbacoa familiar en una reunión de trabajo de la fundación, en un momento que estaba recostado en una de las tombonas de la piscina con mi princesa recostada sobre mi pecho Lizzie se acercó a nosotros.

 

- Mamita me pones crema?. – le pidió a su madre.-

 

- Claro preciosa, pero primero deja que la tía Rose te seque. – le dijo mi princesa incorporándose para tomar la crema, mientras que Rose con su tolla ya se acercaba a mi gatita para secarla. -

 

- Los genes Cullen son dominantes hasta en las marcas de nacimiento. – comentó mi cuñada cuando secaba las piernas de mi princesita… Marcas de nacimiento, los Cullen no teníamos ninguna. -

 

- De que hablas Rose?. – mi padre que esta cerca de nosotros se interesó en el comentario. -

 

- Si la marca. – le dijo convencida. – Justamente esta. – le dijo señalando un lunar de un color castaño clarito en forma de una diminuta hoja que mi pequeña tenía en su pierna derecha, muy cerca de  su nalga, de lejos parecía como si su pierna estuviese manchada con alguna suciedad, pero en efecto era una marca de nacimiento. – Emmett y Kellan la tiene en el mismo sitio, y Valerie la tiene sobre el hueso de la cadera. – mire a mi padre asombrado, y luego a mi princesa que nos veía igual de uno a otro y luego a Rose. Gire mi cabeza para ver a mis sobrinos… no podía ser… esa marca… esa marca de nacimiento. Ninguno de los Cullen teníamos esa marca, no la tenía yo, tampoco Jane, podría apostar a que Alice tampoco tenía ninguna… Pero Emmett, Kellan y Lizzie la tenían en la pierna derecha, además Ed y Valerie la tenían en el hueso en la cadera… al igual que mi princesa. Conocía de memoria cada centímetro de piel de mi princesa, y esa marca, esa que compartía con Ed y Lizzie, esa que una noche hace muchísimos años me dijo que era una marca de familia, una marca de los Denaly, como era posible que Emmett y mis sobrinos tuvieran esa marca… eso no… -

 

- Quizás Emmett la heredó de mi padre… de Christopher Cullen. – dijo mi padre dándole un significativa mirada a Renata, en un claro intento por dejar hasta allí la conversación,v ya luego lo resolveríamos; yo por mi parte mire a mi princesa y en sus ojos leí la misma confusión que existía en los míos.

 

Dejamos pasar por un rato toda la bendita historia de la marca, creo que ninguno quería entorpecer la barbacoa, pero lo que si era seguro es que mi padre, mi princesa y yo teníamos una conversación pendiente. Parecía ser  la verdad pero no entendíamos como es que eso sería posible. Ya todos se habían marchado. Doña Bree y James se había retirado ya, los niños estaban todos en la cama, estábamos mi esposa y yo en compañía de Paúl, Jacob, Renata y mi padre, cuando una llamada del hospital interrumpió la conversación.

 

- Disculpen. – Dijo mi padre levantándose y acercándose a la ventana mientras atendía al teléfono. -   Dr. Cullen. – dijo. – Si, mi hijo está de licencia, estoy enterado. – respondió a quien le hablaba al teléfono. – Cómo?. – preguntó mi padre repentinamente asustado y completamente pálido. Buscando apoyo en el sofá, inmediatamente Renata llegó a su lado. – Cómo esta?. – repetía alterado. Yo seguía con cuidado la situación al igual que todos, pero de pronto el sonido de mi propio teléfono me saco de mi observación.

 

- Edward Cullen habla. – dije, porque no me fije en el nombre en el identificados de llamadas. -

 

- Ed… - me decía una angustiada Rosalie, mientras se ahogaba en llanto. -

 

- Rose. – le dije angustiado por el dolor que escuchaba en su voz. – Que sucede Rosie Rose, porque estas así?. – le pregunte, sintiendo la presión que sobre mi brazo ejercía mi esposa, quien había mudado su atención de mi padre hacia mí. -

 

- Emmett. – me dijo. – Es Emmett tuvo un accidente, está en el hospital. – me dijo.- Yo voy en camino… - Tras un sollozo agregó. – les pedí que llamaran a tu padre.

 

- Lo están haciendo justo en este momento, yo también salgo con él para allá. – Dije, colgando el teléfono. Mire a mi princesa. – Emmett tuvo un accidente. – le dije y ella ahogo un jadeo contra su mano.-  voy para el hospital con mi papá. – le dije dejando un beso en su frente. -

 

- Voy con ustedes. – me dijo decidida. -

 

- No… No… No. – le decía al tiempo que negaba con la cabeza poniendo énfasis en mis palabras. – Tienen que descansar. – le dije colocando mi mano sobre su vientre, la otra sobre su mejilla. -

 

- Cielo por favor. – me rogó. – necesito estar ahí. – me dijo con las lágrimas escurriendo por su rostro. – no se porque pero lo necesito bebé, por favor. – me dijo acercándose a mi. – por favor. – rogó de nuevo. -

 

- Bien. – suspire derrotado. – Pero los niños?. -

 

- Están dormidos Edward, nosotros estamos al pendiente, aplazaremos el viaje si es necesario por un par de días. – dijo Jacob con seguridad. -

 

- Gracias. – le dije y tomé la mano de mi esposa y salí tras mi padre que había salido disparado en dirección al hospital. -

 

Cuando llegamos al hospital corrimos hacia Rosalie que se encontraba en una esquina abrazada así misma llorando desconsoladamente, mi madre se encontraba en la esquina contraria.

 

- No puedo creer que esto este pasando. – dijo mi cuñada abrazada a mi ángel. – Estaba demasiado borracho, se salto un semáforo y un carro en dirección contraria casi colisiona con él, intentando esquivarlo terminó estampado contra un poste. – nos contaba entre sollozos. -

 

- Cómo está?. – le preguntó mi preciosa. -

 

- Eso no es tu problema. – le ladró mi madre acercándose a nosotros. -

 

- Ya basta mamá. – le dije. – Este no es el momento. - De pronto me miró y pude ver que ella estaba también dolida, asustada, me regreso esa mirada que me daba de vez en cuando, una llena de dolor, de remordimiento, no entendía, pero era así. Mientras me perdía en los ojos de mi madre intentando entender porque me miraba así… porque no era la primera vez que lo hacía, mi padre salió por la puerta acompañado por Renata, así que mi madre cambio su mirada hacia mí, para clavarle una llena de odio a la acompañante de mi padre. – Cómo está mi hermano papá?. – le pregunte preocupado, mientras abrazaba a mi princesa. -

 

- Bastante golpeado, aún inconsciente. – dijo mi padre preocupado. – tiene unas costillas rotas, la pierna izquierda, una laceración en la cabeza. – decía mi padre secándose las lágrimas, mientras que veía escurrir también lágrimas en el rostro de mi esposa, de mi cuñada y hasta de mi madre. – además. – Suspiró.- tiene una importante hemorragia, van a operarlo para contenerla. – dijo cansado y con su voz cada vez más apagada.  – Debemos hacerle además varias transfusiones, vamos a necesitar donantes. – dijo mientras se pasaba la mano en la cara, mostrando todo su pesadumbre y preocupación. – luego del accidente del autobús de la preparatoria nuestro banco quedó bastante desabastecido. -

 

- Yo puedo donarle. – le dije a mi padre, mientras sentía todo el apoyo que necesitaba abrazado a mi princesa.  Mi padre asintió con la cabeza. -

 

- Están haciendo las pruebas con una muestra de mi sangre. – dijo. – en cuanto llegue para avisarme para que pase a hacer la donación, les digo para que testen la tuya, también testaron la de tu madre y Rosalie, creo que vamos necesitar al menos cuatro donantes. – Era una de las innovaciones que mi padre introdujo esta semana en el hospital, cuando las donaciones se hacían directas se testaba una muestra antes de realizar la donación para evitar inconvenientes innecesarios. En vez de esperar a que vinieran con el resultado, fui para que empezaran los test, no creía que perder tiempo fuera algo bueno para mi hermano.  Poco tiempo después el Dr. Jenks salió por la puerta acercándose a mi padre, revisando una serie de papeles mientras negaba con la cabeza como si no alcanzará a comprender. -

 

- Rupert que sucede. – le dijo mi padre al notar la preocupación del doctor. -

 

- La verdad es que aquí hay algo raro Carlisle. – le dijo el Dr. Jenks a mi padre. -

 

- Que sucede con mi hijo?. – preguntó mi padre desesperado. -

 

- Carlisle, necesitamos esa sangre urgente,  hemos podido estabilizarlo pero necesitamos intervenirlo. – le dijo con solemnidad. – Y precisamente hay algo que no entiendo. – mi padre le hizo un gesto apremiante para que continuara. – Carlisle tu puedes donarle sangre a tu hijo porque eres O rh positivo, Rosalie no es compatible. – dijo y un doloroso lamento escapó de la garganta de mi hermanita, que estaba abrazada a Renata. A la que no se había acercado mucho hasta ahora, porque en este momento por más dolida que estuviese no podía dejar de apegarse al consuelo que su amiga le ofrecía. -

 

- Aún tenemos a Esme y Edward. – le dijo mi padre. – solo tendríamos que buscar otro  donante. -

 

- Es ahí donde radica lo que no entiendo Carlisle. – Le explicaba. – Tu eres O rh positivo, Esme es A rh positivo, al igual que Edward. – decía el doctor. – por lo que se espera que Emmett sea A rh positivo, o en su defecto O.

 

- Fuimos colegas en la universidad, conozco las combinaciones del sistema ABO, pero la verdad es que no te sigo Rupert. – le dijo mi padre desesperado. -

 

- Carlisle, el tipo de sangre de Emmett es B rh positivo. – mi padre lo miraba sin poderlo creer, o comprobando sus sospechas. – hice repetir la prueba un millón de veces, incluso yo mismo terminé por hacerla.

 

- Yo soy B rh positivo. – dijo mi princesa, en un impulso, creo que por un momento no se dio cuenta que no podía donarle sangre a mi hermano en su condición. -

 

- Princesa no puedes hacerlo. – le dije. -

 

- ACASO LA SANGRE DE TU ZORRA ES TAN ESPECIAL QUE NO PUEDE USARSE PARA SALVAR A EMMETT. – Gritó mi madre.-

 

- Bella está embarazada mamá. – le dije a bocajarro. -

 

- Embarazada?... Así que lo hiciste de nuevo para amarrar al idiota de mi hijo. – le dijo mi madre con desdén. – No puedo creer que consigas a Edward una y otra vez, cuando eres tan inútil que eres incapaz de salvarle la vida a tu hermano. – en ese momento todo a nuestro alrededor quedo congelado… “Tu hermano”… “tu hermano”… Emmett el hermano de Bella… eso quería decir que … Emmett era Christopher, pero como…

 

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Estoy consciente que me quieren matar por el corte y por la tardanza, pero la verdad creo que es más emocionante así, además este es el penúltimo capítulo de “La Otra”, así que estamos ya casi de despedida… La verdad aunque amo la historia y me cueste desprenderme de ella, creo que alargarla solo conseguirá hacer que pierda el sentido y ya tengo montones de intrigas montadas en mi cabeza para la nueva historia, con uno buenos menos buenos a los que creo que van a odiar tanto como a Esme y que sin duda los va a sorprender mucho…

 

Ahora un punto y aparte… SIIIIIIIIIIIIII!!!!!!!!!.... Casi todos y todas adivinaron que Emmett es Christopher, pero la verdad creo que fueron las pistas más claras de toda la historia. Conjuntamente con este capítulo se publica un Outtake desde el POV de Esme, de ese rato cuando ella esta recostada contra la pared del hospital y nos da una mirada a su mente, y en ella nos cuenta como se las ingenió para cambiar a los niños. Pueden agradecer a Fioni279 por ello…

 

La dedicatoria a mi madre, es porque fue en su mente donde se forjo la idea de la marca de nacimiento y la escena de la piscina, yo solo le di forma convencida por su argumento de que si dejábamos que nuestro sexy papá Cullen se enteraba del cambio de niños podría ser mucho para su corazón y no queríamos a nuestro cardiólogo favorito infartado, además las he complacido así que me tocaba complacerla a ella.

 

Otro asunto pendiente para este penúltimo capítulo es una pequeña encuesta, se que algunas están a favor de un bebito para Renata y Carlisle, otras prefieren que no… Yo había planeado que así sería, pero dejaré que su opinión decida una vez más.

 

 

Gracias Mil Gracias Siempre

 

“Ahora eres lo más importante para mi, lo más importante que he tenido nunca”… Edward a Bella, en Twilight…

 

Espero la pasaran genial el día de los enamorados!!!!.... Feliz día de San Valentín para  todas (atrasado pero vale  si piensan celebrar este fin)… Besos.

 

Gracias

Kisses

BkPattz

 

 

Capítulo 22: Renata & Carlisle Capítulo 24: El día que lo Perdí todo

 
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