Seguí corriendo hacia el norte sin detenerme…solo deseaba estar sola, sin aquel hombre que había insultado a la gente que más me importaba en este mundo.
Me detuve, y observe asombrada como a pocos metros de distancia se encontraba mi mansión, en la que había nacido, donde había pasado toda mi infancia…
Una lagrima se deslizo por mi rostro…
¿Pero que haría?, no podía volver allí como si nada…, y… seguramente les abrían comunicado el fallecimiento de mi marido.
Solo quería observarla por última vez más, y me iría para siempre…para no regresar jamás.
Me acerque a mi enorme y lujosa mansión de manera sigilosa como si fuese un espectro entre las sombras…
Observe a través del gran y amplio ventanal…
Me quede de piedra.
Annabelle y madre lloraban desconsoladamente abrazándose mutuamente, como si necesitaran consuelo.
Padre se encontraba en su sillón, fumando su pipa con el rostro serio, y…como si…no estuviera pasando nada, como si no presenciara nada…
Madre tenia entre sus manos un camisón casi destrozado y manchado por manchas resecas de sangre, era mi camisón…el camisón que había llevado en mi ultima noche como humana, solo había pasado una noche…, y a mi se me había echo eterna, como si hubiesen pasado miles de años, como…si fuese otra vida.
En cierto modo lo era…
-M-mi pequeña…y-yo no…quería que pasara esto…s-solo deseaba lo mejor para ella…y a-ahora…-la voz de madre se quebró.
-Ni tú ni nadie Clarice…pero no podemos hacer nada. Y además tenemos otra hija-aseguro padre con un tono relajado…pasivo en su voz arrogante.
-¿¡Como puedes ser tan cruel!? ¡Se trata de nuestra hija!-exclamo madre enfadada…
-¡Scarlett esta muerta! ¡Olvídala!-vociferó padre mientras se levantaba bruscamente del sillón quedándose a pocos centímetros del rostro de madre…que tenia una expresión desafiante.
Mi respiración se detuvo…creían que yo…había muerto.
Aunque en cierto modo era verdad, ya no era humana…
Annabelle se deshizo bruscamente del abrazo de madre, y salió corriendo rápidamente del salón.
-Tienes razón Richard…esta muerta…esta muerta por tu culpa-murmuro madre con un tono amenazador, y dicho eso también desapareció del amplio y lujoso salón…
Tenía que hablar con Annabelle, no podía soportar ver a mi hermana pequeña sufriendo…y la echaba muchísimo de menos, aquellos tres mese habían sido eternos…
Me dirigí a la parte trasera del edificio y observe la ventana que daba a la habitación de Annabelle…
Con una agilidad y destreza sorprendentes escalé el muro de piedra hasta llegar al balcón…
Miré a través de la ventana entreabierta…Annabelle yacía boca abajo llorando desesperadamente…un nudo se formo en mi garganta…yo le había causado aquel tormento que estaba sufriendo, tenía que hacer algo.
Sin hacer el mínimo ruido me introduje en su habitación, la habitación había cambiado mucho estos tres meses en los que había estado ausente, ya no estaban sus apreciadísimas muñecas de porcelana…me sentía culpable ¿habría cambiado por mi culpa?
Me acerque a su cama de manera silenciosa…
Me senté a su lado, y acaricié lentamente sus cabellos dorados…
-déjame madre…-murmuro Annabelle entre sollozos.
Fruncí el ceño.
Al cabo de unos minutos interminables Annabelle alzó su mirada azul celeste que se encontró con la mía.
Se quedó petrificada, observándome con la boca entreabierta, con los ojos enrojecidos y abiertos de par en par.
Le sonreí tenuemente, aunque la felicidad no llego a mis ojos negros como la oscura noche.
-¿S-Scarlett?-tartamudeó sorprendida…
Acaricio mi rostro pétreo y frio como el hielo… su cálida mano hizo que una corriente eléctrica recorriese mi cuerpo…todo mi ser, y que la garganta me ardiera fuertemente…podía oír el gorgoteo de su cálida y joven sangre que recorría a través de sus venas.
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