Las piernas me temblequeaban de manera incontrolaba, temía que cayera al suelo desplomada de un momento a otro.
-¿Qué hace una muchacha tan hermosa como tu…sola en un sitio como este?...-dijo el mismo hombre avanzando mas y mas a hacia mi.- ¿no sabes…que en estos sitios hay gente muy peligrosa?
Trague saliva sonoramente.
Esa gente me daba muy mala espina…
-¿Cómo te llamas preciosa?-pregunto otro
Caminé hacia atrás sin dejar de observarlos…
-Oh vamos…quédate un rato con nosotros-dijo el que estaba mas cerca de mi.
-d-dejadme e-en paz-les ordene tartamudeando a causa del frío y del miedo que sentía en ese mismo instante
-Es difícil pasar desapercibida una belleza como tu...
-¡DEJADME!-chillé hasta casi quedarme afónica
-Creo que no-Dijo uno de ellos acercándose mas a mi…
-¿q-que queréis de mi?-pregunte con un hilo de voz.
Yo seguía dando pasos hacia atrás hasta que al final me di con un árbol y no podía retroceder más.
Estaba acorralada.
Uno de ellos se puso justo a mi lado…
-Vamos a ver de que eres capaz preciosa-Dijo acariciándome la cara.
-no me toques-dije entre dientes y liberándome de su contacto.
-Con que te haces la difícil eh....-Y volvió a acariciarme la cara, ignorando mi orden.
La furia recorrió
por mis venas haciendo que mi sangre hirviera en ellas…
Le pegue una potente patada en la entrepierna.
-¡será zorra!-chillo al cual le había pegado.
Me pego un puñetazo que caí al suelo…
Entre los tres empezaron a pegarme violentamente, como si fuese una cualquiera…, en ese mismo instante me sentía débil…y desprotegida.
Nunca debería de haberme escapado de aquella mansión, solo había empeorado las cosas.
Me desgarraron las ropas dejándome medio desnuda, en ese mismo instante solo deseaba una cosa:…morir.
Solo deseaba que aquella tortura se acabara de de una vez…
Ahora Dios me estaba castigando por mis actos, y hacia que mi muerte fuese muy lenta y dolorosa, al igual que yo le proporcione a William.
Me lamentaba haber echo eso…pero…no tenia otra alternativa, era eso…o el suicidio, y de ambas formas acabaría en el infierno.
Un infierno donde pasaría el resto de la eternidad, quemándome muy lentamente por mis pecados cometidos.
Y parecía que ahora mismo estaba allís, en el infierno…mientras aquellos hombres me pegaban hasta casi perder el sentido.
Ahogue un gemido, y las lagrimas se deslizaron lentamente entre mis mejillas amoratadas.
Notaba como mis pulmones se encharcaban, no podía respirar con regularidad.
Me sentía muy débil, apenas podía respirar con regularidad, notaba como se me iba agotado la vida, conforme mi sangre se deslizaba violentamente entre mis vestimentas desgarradas.
Podía notar una extraña presión en mi pecho agitado que luchaba por poder conseguir un poco de aire, pero era imposible.
Solo deseaba en ese instante que aquella tortura se acabara y poder morir en paz, pero parecía que mi hora aun no había llegado, aunque eso era lo que mas quería en esos fatídicos minutos de mi transición al mas allá.
Sentía un frío, un frío casi glaciar que me azotaba por todo mi cuerpo, paralizando todas mis terminaciones nerviosas.
Fue entonces cuando cerré los ojos muy lentamente, y deje que la oscuridad me envolviera lentamente.
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