No es por eso, tranquila, es porque, ya no soy libre, me he casa do con un hombre al que ni aprecio y he dejado a mi hermana pequeña sola e indefensa. Me hubiera gustado haberle dicho eso, pero no era el caso.
Madeleine fue al vestidor a buscar un vestido para mí, o eso supuse cuando vino hacia a mí con un gran vestido rojo escarlata y lo dejó en la cama.
Me ayudó a quitarme el vestido de novia, y volvió a ayudarme a ponerme el vestido rojo, era bonito, no era ni muy pomposo ni muy simple, lo molesto de él era que tenía que ponerme aquel corpiño que tanto odiaba.
Después de haberme puesto el vestido, Madeleine me sentó en una silla y me puso unos tacones a juego con el vestido, después me sentó en el tocador y me pintó los labios de un color rojo intenso, después cogió un peine del cajón del tocador y empezó a peinarme suavemente el cabello, me hizo un recogido simple...
-Ya está lista señora – Dijo con voz satisfecha por el trabajo que había hecho.
De repente sonó el timbre de la puerta.
-Hola recién casado-murmuro soltando una sonora carcajada.
-¿Qué tal William?-pregunto otro hombre
-Hola amigos, entrad por favor – Dijo William a los recién llegados.
En ese instante se me revolvió el estómago, tenía ganas de vomitar.
-Madeleine, ¿Dónde está el baño? - Pregunté con la poca voz que me quedaba.
-Señora, ¿está bien? No tiene buena cara, el baño está en la puerta que hay en frente de esta habitación – Dijo con voz preocupada.
Seguí sus órdenes y fui al baño corriendo, nada más llegar empecé a vomitar con unas arcadas increíbles.
-Las gambas no han sido buena idea – Dije cuando terminé de vomitar.
-Querida ven aquí conmigo y con mis amigos – Chilló William desde el salón.
Me sorprendió el tono de voz con el que lo dijo, pero igualmente bajé.
Cuando llegué al salón ví a William con sus amigos, estaban ebrios, muy ebrios...
-Queridísima Scarlett, tráete unas cervezas y disfruta de la fiesta con nosotros – Dijo William acercándose a mi dando tumbos, y cogió de la mano.
-Lo siento William – Dije cortante, y deshice de su mano – pero no...no creo que se buena idea.
-te he dicho que nos traigas unas cervezas.-me ordeno con un tono amenazante.
Me cruce de brazos y lo mire desafiante…¿Cómo se atrevía a tratarme así?
-¿no crees que ya es suficiente?-le reñí mientras le miraba de arriba a abajo.
- ¡¡¡yo te diré cuando es suficiente!!!-grito fiajndo su oscura mirada llena de odio en la mia repentinamente asustada.