E L C I S N E N E G R O
Capitulo 30
Edward la miró unos segundos; perdiéndose en el matiz de sus ojos castaños y suspiró de nuevo, decidido a aclarar todas las preguntas que se formaban en su mente, después de haberla hecho suya.
Volvió a besarla, mordiendo cuidadosamente su labio inferior y recorriendo con su lengua su cuello y su escote.
Ayudado por sus manos, comenzó a juguetear con sus pezones que, duros y perturbadores, clamaban por ser asistidos de caricias por parte de él. Los pellizcó con ternura, haciendo que saliesen de los labios de ella, gemidos entre cortados y poseyó con su boca uno de ellos, sintiendo la dulzura de su textura en su boca.
Creyó morir de placer. Admiraba el placer del rostro de ella; haciendo que su miembro diera tirones. Si Bella continuaba gimiendo asi. Él no llegaría a penetrarla, se moriría de placer mucho antes.
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-No me contesta, Jazz. Y lo he llamado mas de 10 veces. Esta última vez; ha saltado el buzón de voz.- Alice Cullen se frotaba las manos nerviosa y mordía las paredes de su boca con ávidez.
Jasper, trató de calmarla; de hecho llevaba haciéndolo ya hacia un rato; pero la pequeña Alice, paseaba de un lado a otro de la estancia.
- Nunca hubiese pensando que Jessica, obrase de esa manera. Tenemos que dar con ella. En estos momentos es capaz de hacer cualquier locura. Temo por tu padre. Pero también temo por Bella.
Alice se paró en seco y miró a Jasper con los ojos desorbitados.
-¿Bella? ¿Tú crees que ella sepa, donde encontrarla?
-No sé hasta donde puede llegar su maldad.- Jasper , se quedó un momento perdido en sus pensamientos. -¡Erick!. Sí. Él, Erick puede sacar a Bella del país mientras que todo esto se soluciona.
Alice se sentó lentamente en el mullido sofá de la sala de estar. En la mansión Cullen.
La llamada de Jhon Stanley, preso del horror, habia dejado a Jasper sin habla, por mas de unos minutos, después de haber cogido la llamada telefónica.
El peso de la conciencia, pesaba sobre sus hombros y después de averiguar por parte de uno de sus hombres de confianza, los planes de su hija; no habia dudado ni un segundo en llamar al futuro yerno de Edward.
Las pesquisas sobre Isabella Swan, estaban muy perdidas en el tiempo. Jessica ya tenia fé de su paradero desde el primer momento que pisó el altar con su rico esposo.
Sabiendola también madre de dos hijos y los mas importante aún; que el padre de aquellos niños; era Edward Cullen.
En su adormilada felicidad, hasta hacia breves semanas, siempre tuvo bajo su poder la evidencia de saber, que la mujer que amaba Edward, estaba no muy lejos de donde ellos vivian ,haciendo una doble vida y omitiendo esta oscura realidad a su esposo.
La bomba le habia estallado de las manos; al despertar Tanya Webber; la ex amante de Edward y hermana de su ex esposa. Incriminando a Jessica, de su mas que posible intención de asesinarla.
La policía la buscaba, y él la habia llamado, para que se entregara voluntariamente. Pero todos aquellos pensamientos habían sido en vano.
Jessica le habia contestado con un “ Antes de hacerlo, tengo que conocer a alguien; papá”
Aquellas fueron sus ultimas palabras, antes de colgar el celular y dejar a su padre postrado en la mas cruel realidad; su hija distaba mucho de ser la niña dulce y amistosa que él recordaba. Se habia convertido en una persona vil, que no conocía la barrera del bien o el mal, actuaba por instintos. Y lo mas duro era saber, que tenia que ayudar a las fuerzas de seguridad a dar con el paradero de su hija.
Iría a por Isabella Swan. Y tal vez a por sus hijos. Los hijos de Edward, aquellos que ella nunca podría tener, debido a varios bultos enquistados que le aparecieron en los ovarios a una muy temprana edad.
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Edward acariciaba los pechos desnudos de Isabella con las manos encongidas; por el temblor de sus caricias.
Él mismo temblaba también. Tenerla allí, tumbada y ofrecida en cuerpo y alma para él, era aquel sueño remoto, encapsulado en el tiempo, con el que en ningún momento pensó en realizar.
-Te amo.- le susurró antes de pasear sus dedos por el vientre de ella; haciéndola gemir de nuevo, olvidando el tiempo y el espacio. Todo.
-Yo también te amo. Edward. He querido luchar contra eso…pero no he podido…
-¡Shhh!, no digas nada mas; mi vida. Ahora somos tú yo. Sólos, mirandonos a los ojos y reconociéndonos. Quiero amarte tanto, Isabella Swan…
Arremetió con fiereza sus labios abiertos en pos de los de ella y juntos comenzaron a acariciarse lentamente, pero apasionadamente.
Posicionado encima de ella, volvió a bajar por su cuello, escote, pechos, vientre…hasta llegar a la altura de su sexo, donde suspiró al contemplar su monte de venus rasurado y aquella pequeña cicatriz que apenas se cubría.
Bella lo miró inquieta. ¿Seria buen momento para decirle que era padre de dos hijos? Desde luego; que no lo era. Pero si él le preguntaba, no iba a tener mas remedio que contestarle. ¿Cómo reaccionaria?
Edward suspiró, y separó las piernas de su amada, para poder admirar con devoción la hendidura de su sexo sonrosado y preparado para él. Acarició levemente ésta y Bella elevó ligeramente las caderas, victima del placer producido. Él sonrió muy pagado de si mismo, y continuó con aquellas suaves caricias, sin apartar sus ojos del rostro de ella.
Poco a poco, los dedos de Edward, comenzaron a juguetear con la parte mas sensible de ella, y Bella cerró los ojos con fuerza al notar que aquellas caricias la iban a hacer explotar mucho antes de lo que hubiese imaginado. Pero él paró y bajó la cabeza.
Fue maravilloso, sentir los labios de Edward en su intimidad. Tan maravilloso como tierno. Insinuantes besos alrededor de su hendidura y poco a poco lamia de pasada su clítoris; como sin querer hacerlo. Rozándolo. Haciéndole perder el control.
Fue en el momento que Bella se dejó caer; cuando él tomó todo su centro en la boca. Saboreándolo lentamente y metiendo la lengua en su intimidad; como si de su falo se tratase.
Bella hubiese podido arrancarle mechones de cabello; pero no lo hizo. Extasiada, acarició el sedoso cabello de su amado y gritó su nombre, como si esto fuera lo último que fuese ha hacer en la vida.
Edward; complacido y excitado. Subió hacia su rostro y la besó. Haciéndole, probar el aroma de su intimidad. Bella satisfecha y excitada, apretó los hombros de él hacia ella, y enroscó con sus piernas, las caderas de Edward; invitándolo así a que se hundiese en ella, para ser uno de nuevo. Pero esta vez; de una manera completamente diferente.
Edward acarició el rostro de ella y embistió de una sola vez un miembro en su centro. Haciendo que ambos se miraran sorprendidos, por el inmenso placer.
-Edward….
-Si mi vida…si…
El dulce vaivén de las caderas de Edward, fue magníficamente acompasado por ella. Haciendo fuerza con sus caderas, para que pudiese penetrarla mas a fondo.
Él sonrió con la mirada oscura de deseo y se adentró con mucha mas fuerza dentro de ella, perdiéndose en aquella locura de dicha y de placer.
-Más rápido, mi amor.- susurró ella; perdida en aquel mar de emociones y de sensaciones.
Él devoró su cuello con propiedad y comenzó embestir con fúria. Alcanzando niveles de placer inimaginados hasta la fecha.
Sus jadeos, susurros, y aquel aroma a sexo que se podia percibir en el amplico comedor de la casa de Bella, era el escenario perfecto para una sintonía de amor y devoción que distaba mucho de lo carnal de la situación.
Eran dos almas entregándose en cuerpo y alma.
Con ansias y fuerza; como el tiempo les negó en su principio.
Enmendando aquel cruel error, del pasado.
Pasando pagina y sellando así, la prueba de amor mas bella conocida: La completa entrega; de los dos.
-Ven.- susurró,., Edward entre jadeos.
Le agarró una mano y la puso en pie.
Él se sentó en el sofá y con un gesto maravillosamente sensual, la guió para que se sentarse a horcajadas encima de su falo, magníficamente erguido para ella.
Cuando ella notó que el miembro de él se hundía dentro de ella; cerró los ojos con fuerza, apresando su labio entre sus dientes.
-Dios, mio Bella…no hagas eso…eso no….
Ella le sonrió, y lo besó , agarrando su rostro y cabalgando sobre él con absoluta sensualidad.
-Me voy a ir , Edward…y esta vez quiero que lo hagas conmigo….
-Si.- jadeó.- A sus ordenes; bella dama…pero dime cuando…
Ella asintió perdida como estaba en sus propias delicias emergentes del vientre.
Cuando el nudo comenzó a desatarse, juntó las cejas y cerró los ojos; avisando así a Edward ,de que su momento culminante estaba por llegar.
Edward la cogió en volandas y la apresó a una de las paredes; haciendo que ella envolviese sus piernas en las caderas fuertes y perfectas de él.
Estallaron los dos juntos. Haciendo Edward una perfecta tarea por su parte. Concienciandose de explotar con un inmenso placer, mirando aquellos ojos chocolate y pediendose en ellos al prolongar el éxtasis con vaivenes mas lentos para saciarse de aquella felicidad sin igual. Sin fuerza, con lentitud, con devoción, con absoluto amor…..hacia ella. Hacia su Isabella….
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-Tienes que marcharte, Edward.- Bella reposaba en sus brazos. Despues de haberse amado dos veces mas,ya en la habitación de ella.- Erick, va a venir. Y no quiero que te encuentre aquí.
Edward, se tensó y ella levantó la cabeza para mirarlo a los ojos.
-Tranquilo. Te amo a ti. Sólo a ti. No debes temer nada.- Bella le habia sujetado con las manos, su rostro perfecto y lo miraba con absoluta adoración.
-Me iré; si así lo quieres, mi amor. Pero creo que antes tenemos que tratar algo, que me ronda en la cabeza desde que ví tu cuerpo desnudo.
Bella, buscó algún tipo de mal humor en los ojos de Edward y respiró, apartándose de sus brazos y dándole la espalda.
-¿Qué quieres saber?.- le dijo seca, haciendo que él se irguiera sobre sus brazos y le apresara la cintura entre ellos.
-Angela tiene una cicatriz parecida a la tuya. Fue de su intervención; cuando Alice nació. ¿Tú…tú…tienes hijos?
Bella giró el rostro, para mirarlo interrogante. Era la hora de la verdad. Y las cartas,habia que ponerlas encima de la mesa.
-Si.
Edward, aflojó su agarre.
-Yo te amo. Y estoy dispuesto a querer a tus hijos como si fueran míos. No te preocupes mi vida…yo solo quiero nuestra felicidad…
-Edward….-Bella se dio la vuelta nuevamente y lo encaró mirándolo a los ojos.- Tengo dos hijos. Gemelos. Tienen tres años.
-Edward parpadeó, extrañado y se llevó la mano al rostro con la mirada perdida.
-¿Dónde están?.- la apremió, sujetándola con algo de fuerza el brazo.
-Tranquilo. Ellos no viven conmigo. Los tiene mi tia y el marido de ésta.
-Ven a ducharte conmigo. Me importa un bledo el imbécil de Erick Northman. Ven.- La alzó de la cama en volandas y se la llevó al baño adjunto que tenia Bella en su habitación.
Antes de abrir el grifo de la ducha, él acarició con premura aquella cicatriz; con una sombra de tristeza en los ojos.
-Siento tanto, haberte hecho pasar por esto sola ;Bella. No soy digno de ti. ¿Cómo se llaman?
Bella sonrió y acarició su torso desnudo, algo ruborizada.
-Edward y Jacob.
Edward frunció el ceño y maldijo entre dientes…
-Son iguales que tú, Edward. Tanto; que me dolia tan solo mirarlos.
Continuará…
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