UN AMOR DE LEYENDA (+18)

Autor: lololitas
Género: Aventura
Fecha Creación: 17/07/2013
Fecha Actualización: 17/11/2013
Finalizado: SI
Votos: 20
Comentarios: 53
Visitas: 54725
Capítulos: 20

"FANFIC FINALIZADO"

Gairloch, Highlands, 1432

Según la leyenda, una hada con poderes extraordinarios nacerá cada cierto tiempo en el clan MakSwan. Será sanadora con el conocimiento y la capacidad de ayudar a los demás, pero su fuerza y resistencia deberán ser probados por los obstáculos. Si sobrevive a las duras pruebas del fuego, el agua y la piedra, siempre sera bendecida por Dios.

El hada debe tener cuidado de no enamorarse, pues, si su amor no es correspondido, podría perder sus poderes. Mas si tuviera la suerte de encontrar a su verdadero amor y ser correspondida, sobrevivirá a cualquier problema y vivirá, junto a su amado, felices para siempre.

Así proclama la leyenda.

 

 


Basada en "El laird de Stonehaven" Conni Mason

 

Mi otro Fic

PRISIONERA DE GUERRA:

http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=3899&id_capitulo=0

 

 

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 10: NUEVE

Edward regresó tarde al castillo. Isabella ya estaba dormida. Reacio a despertarla, se limitó a tenerla entre sus brazos durante toda la noche.

A la mañana siguiente se levantó antes del amanecer, le dio un beso de Isabella en la frente y salió de la alcoba. Después de un desayuno apresurado, se marchó a Inverness para vender la lana en el mercado.

Cuando Isabella se despertó sintió incluso antes de abrir los ojos que Edward se había ido. Se levantó y se preparó para el día, pensando en las cosas que podía hacer para mantenerse ocupada en la ausencia de su marido.

Terminó su desayuno y fue en busca de Esme. Con Edward a distancia y su hermano lejos de Stonehaven, pensó que era un buen momento para aventurarse a salir a recogercorteza del sauce.

- ¿A dónde vas, muchacha?- preguntó Carlisle mientras se deslizaba a través de la puerta.

Isabella no había visto al tío de Edward entrar en el pasillo y se dio la vuelta con en el sonido de su voz.

- Voy a buscar a Esme para que me acompañe mientras recojo corteza de sauce.

Carlisle frunció el ceño.

- ¿Edward te dejo hacerlo?

- No tengo necesidad de preguntarle.

- No puedes salir sin escolta, muchacha. Yo iré con ustede. Encuentra a Esme, mientras voy a buscar mi espada. No vayan a irse sin mi - Carlisle corrio a toda prisa antes de que Isabella pudiera protestar por la necesidad de tener un guardia. Fue a buscar a Esme. La encontró en la pinchagua, batiendo hierbas para un nuevo lote de cerveza de una mujer que estaba gestando.

- ¿Tenéis necesidad de mí, muchacha?- le preguntó cuando vio a Isabella.

- Sí. Es un buen día. Pensé que podríamos recolectar corteza de sauce. -

- Voy a buscar un manto y una canasta- dijo Esme.

-Carlisle insiste en acompañarnos, aunque no me imagino para que lo podamos necesitar. Esta esperando en el pasillo.

Los ojos de Esme se iluminaron.

- Carlisle es un hombre fuerte, solo esta pensando en tu bienestar.

Poco tiempo después, Isabella, Esme y Carlisle caminaban por un sendero que llevaba a las colinas densamente arboladas y más allá del lago. Isabella se detuvo para recoger el brezo del páramo, mientras que Carlisle vigilaba. Le encantaba el brezo, llenó su canasta antes de que Carlisle le recordara que era la corteza de sauce y no flores, lo que ella debia recoger.

- Sígueme, señora. Sé exactamente dónde se encuentran los sauces. Crecen cerca del lago.

Isabella siguió Carlisle lo largo de un sendero que conducía a través de un denso bosque.

Esme se perdio detraz de ellos.

- Hay algo que no me gusta-, dijo Isabella a Esme, lanzando una mirada secreta por encima del hombro. –Lo presiento.

Esme levantó la cabeza y escuchó.

- Nada parece estar mal, muchacha. Vamos a salir tan pronto como juntemos la corteza.

Isabella vio muchas hierbas, ademas de la alholva y la malva, habia perejil silvestre, trébol rojo y menta. Cuando llegaron al lago, Carlisle utilizó su espada para cortar mechas largas de la corteza de los sauces que crecen cerca de la orilla. Apenas habían llenado su cesta cuando las nubes oscuras los rodearon. El día había pasado de repente de un sol glorioso a negros nubrrones.

- Una tormenta se está gestando, muchacha- advirtió Carlisle. -Tenemos que salir ahora si queremos llegar a la torre antes de que estalle –Sin esperar respuesta, Carlisle instó a las mujeres hacia el camino que los llevaría de regreso a la torre.

De repente, Isabella se detuvo y ladeó la cabeza, escuchando el viento que venia de entre los árboles. El viento estaba hablando con ella. Las palabras eran indistintas en un primer momento, pero cuando se concentró en el patrón y la cadencia, la advertencia era clara.

-¡Peligro!-

-¡Esme, Carlisle, peligro!- exclamó mientras levantaba las faldas dispuesta a correr.

Agarrando su espada, Carlisle tomó una postura defensiva, determinado para proteger a las mujeres de cualquier daño.

- ¡No hay tiempo para eso! -exclamó Isabella. -¡Corre!

La advertencia llegó demasiado tarde. Cinco hombres armados con espadas y hachas de guerra salieron de la cubierta de los árboles, que rodea el pequeño paramo.

- ¿Quién sois y qué quereis?- gritó Carlisle. -¡Fuera de nuestras tierras!

- Venimos por la bruja-, gritó el hombre que parecía ser su líder.

- ¿Quiénes sois vosotros?- preguntó Carlisle. -¿Del clan MakBlacks? ¿Os asusta mostrar vuestros colores?

- No tenemos miedo de nada. Hazte a un lado, viejo -, advirtió el líder - Queremos a la bruja.

Carlisle alzo su espada, con una expresión sombría.

- Mira a quien llamas bruja, muchacho. Si le haceis daño, tendreis que responder ante el Laird MakCullen, y vosotros sabéis tan bien como yo quien es Edward. Él aprecia demasiado a estamuchacha como para permitir que le hagan daño.

Dos de los cinco hombres se retiraron teniendo en cuenta la amenaza de Carlisle, pero el líder se limitó a reír.

- No puedes asustarnos, viejo, hazte a un lado.

Sin detenerse a considerar el peligro para sí mismo, Carlisle se avalanzo con valentía sobre el líder. Inmediatamente fue emboscado no por uno, sino por cinco hombres.

Isabella contuvo el aliento mientras observaba a Carlisle impulsado su espalda. Esto no podia estar pasando. Si tuviera una espada, se uniria a el en la lucha. Se dio cuenta que tenía que hacer algo.

Cuando Isabella sintió las primeras gotas de salpicaduras de la lluvia contra su cara, alzó la vista hacia el cielo oscuro y turbulento oró por un milagro. Las luces de un relampago lanceado a través de las nubes, seguidas de un ensordecedor rugido. Su boca se movió en una súplica silenciosa cuando ella envió un ruego a los espíritus.

De repente un grito rasgó el aire. Isabella gritó cuando Carlisle cayó abatido por los asaltantes. La sangre derramada de lo que parecía a ser una herida mortal en el pecho.

Esme voló a su lado, acunando su cabeza en sus brazos para protegerle de un asalto más. Antes de que Isabella pudiera llegar a Carlisle, los cinco asaltantes empezaraon a caminar hacia ella. Isabella se volvió y corrió, con ellos tras si. Otro rayo cayó cerca.

Isabella oyó un fuerte chasquido, como de un árbol cayendo al suelo. Echando un vistazo detrás de ella, vio el humo en espiral de las ramas destrozadas. Casi al mismo tiempo un trueno hizo temblar la tierra bajo sus pies, se volvió y huyó en el bosque, sus enemigos seguian sobre sus talones.

A medida que los hombres la alcanzaban, ella continuó orando por la divina intervención. No llevaba más que un metro o dos por delante de sus perseguidores cuando sus plegarias fueron escuchadas.

Un relámpago iluminó el cielo oscuro. El rayo cayó cerca de un árbol, y sus pies levantaron el vuelo. Se quedó sin aliento cuando vio lo que la destructiva fuerza de la naturaleza había hecho. El árbol, dividido por un rayo, había caído en dos de los hombres que la perseguian, aplastándolos bajo su peso. Una rápida mirada le dijo que los hombres estaban sin vida. Los otros tres hombres la miraban como si el accidente había sido obra suya. Su miedo era tan palpable que estaban temblando.

-¡Tu hiciste esto, bruja! Estas llena de maldad - gritó un hombre. Isabella no lo negó. En ese momento particular acogió con beneplácito el miedo de los hombres de ella.

-Quédate donde estás, si no voy a convocar a las fuerzas de la maldad -amenazó.

Los rostros de los tres agresores restantes estaban lividos, ya que miraban a sus compañeros caídos. Luego se dieron media vuelta y huyeron. Isabella casi se derrumbó de alivio. En algún lugar de la distancia oyó otro árbol cayendo al suelo, pero no le presto ninguna atención. Estaba preocupada por Carlisle y era necesario volver a él lo más rápidamente posible. Corrió de vuelta a lo largo del camino, el corazón le latía con miedo cuando vio a Esme inclinada sobre un Carlisle inerte. La

mujer mayor le miro con lágrimas que se mezclaron con la lluvia - Gracias a Dios que estas bien- susurro.

Isabella se dejó caer de rodillas junto a Carlisle, preocupada por la gran cantidad de sangre acumulada debajo de él.

-¿Cómo está?

-¡Mal, muchacha. La herida en el pecho parece mortal, y ha perdido gran cantidad de sangre. La hoja debe de haber cortado algun organo vital. ¿Podéis ayudarle? Carlisle es bueno, no quiero que muera. -el animo de Isabella cayó en picado mientras examinaba la herida de Carlisle. Se necesitaria un milagro para salvarlo, parecía más muerto que vivo.

- Puedo intentarlo-, susurró.

- Mientras tanto, voy a orar.

Dolorosamente consciente de lo que le costaría, Isabella sabía que haría cuanto estuviera a su alcance para salvar a Carlisle. Edward aMaba a su tío. Coloco ambas manos sobre la herida y en silencio imploró a Dios que le diera la fuerza suficiente para que Carlisle sanara.

Sus manos empezaron a temblar, ardiendo mientras la sangre caliente de Carlisle se filtraba entre los dedos. La sensación viajó hasta sus brazos, y todo su cuerpo empezó a temblar. Un desgarrador dolor pasó de sus manos a su cuerpo. Con sus ojos en blanco la cabeza y cayó hacia adelante sobre Carlisle.

Como si viniera de una gran distancia, oyó a Esme llamandola.

-Háblame, muchacha.

Isabella se agito cuando el dolor poco a poco cedió. Se miro las manos llenas de sangre.

Se las limpió en su falda y le devolvió la mirada a Carlisle.

-¡Lo habéis hecho, muchacha!-, exclamó Esme. -El sangrado se ha detenido.

La herida había dejado de sangrar, pero Isabella solo pudo asentir.

- Quédate aquí con él, voy a buscar ayuda al castillo,- dijo Esme - Necesitas tiempo para recuperarte.

-Espera-, dijo Isabella. -Vi eneldo cerca del rio. Voy a espolvorear las semillas en la herida abierta.

Esme le lanzó una mirada de preocupación a Carlisle.

- ¿Segura? Tenemos que volver a la torre, tan pronto como sea posible.

- El color está volviendo a la cara de Carlisle. Creo que estará bien, pero la infección podría deshacer todo lo que he hecho aquí. Las semillas de eneldo ayudarán a prevenirla

Esme se levantó.

- Voy a recoger las semillas de eneldo.

Isabella se sentó sobre los talones, demasiado cansada como para respirar.

No hubiera podido moverse, incluso si los atacantes hubiesen regresado por ella. Cerró los ojos y puso su mano sobre el pecho de Carlisle una vez más, necesitaba tranquilizarse sabiendo que aún vivía.

De repente se movió, gimió y abrió los ojos.

– Esta lloviendo.

- Sí.

- Qué... ¿que pasó?

- Fuiste herido. ¿Cómo te sientes?

- Al igual que... el... muy diablo. ¿Voy a... morir?

Isabella sonrio.

- No. Vas a vivir. ¿Qué harian Edward y Jasper sin ti?

- Dime... ¿cómo?

- Estábamos emboscados por cinco hombres. Luchaste contra ellos cuando trataron de atacarnos.

Carlisle frunció el ceño.

- ¿Los cinco?

-Sí. Eres muy valiente.

-¿Los mate?

-No. Dos de ellos murieron aplastados debajo de un árbol que fue alcanzado por un rayo. Los demas huyeron.

Carlisle buscó en su rostro.

- ¿Has usado los poderes para vencerlos, muchacha?

Esme regreso antes de que pudiera respoderle.

- Corrí tan rápido como pude, -jadeó Esme. -Aquí están las semillas de eneldo.

- ¿Para qué sirven?- preguntó Carlisle.

- ¡Gloria!-, Exclamó Esme, cayendo de rodillas junto a Carlisle.

- Estas despierto. Es un milagro.

Mientras que Esme cubria a Carlisle de la lluvia, Isabella pico las semillas de eneldo en las manos y los roció en el tajo abierto en el pecho de Carlisle. Luego se arrancó la mitad inferior de la enagua e hizo una almohadilla, colocándola sobre la herida.

-Aquí, muchacha-, dijo Esme, -toma un poco de mi enagua. Es necesario mantener el vendaje en su lugar.

Isabella arrancó el dobladillo de la enagua de Esme y lo envolvieron alrededor del pecho de Carlisle.

- Eso es todo lo que podemos hacer hasta que volvamos al castillo. Debemos limpiar la herida tan pronto como sea posible y darle de comer caldo de carne para reforzar su sangre.

- Yo puedo caminar-, dijo Carlisle.

- No, no lo haras- regaño Esme

- No seas indulgente conmigo, mujer-, gritó Carlisle mientras se alzaba a si mismo en un codo.

Isabella vio con asombro como Carlisle se paraba, se tambaleó unos segundos y lentamente quedo en pie.

-¡Alabado sea Dios! -Exclamó Esme. Es realmente increíble.

Cautelosamente Carlisle tocó la venda sobre la herida.

– ¿Un milagro? ¿Estaba muerto?

- No -dijo Isabella. -No puedo traer a la gente desde el más allá. ¿Seguro de que puedes caminar? -Preguntó cambiando rápidamente de tema.

Carlisle dio un paso provisional, luego otro.

- Si.

- El camino está mojado y resbaladizo-, advirtió Esme. -Apóyate en mí.

Carlisle debió darse cuenta de que no era tan fuerte como él había pensado, con gratitud equilibro su peso contra Esme. Isabella trató de quitarse de encima el cansancio pero sin mucho éxito. Curar a Carlisle fue la más difícil curación que había intentado nunca. Con gran dificultad, se levantó del suelo y avanzo después de Esme y Carlisle.

Acababan de salir de los bosques, cuando un grupo de hombres a caballo se acercó a ellos. Isabella se hundió en alivio cuando reconocido Benjamin.

- ¿Qué pasó?-, Preguntó Benjamin cuando llegaron.

- Fuimos atacados-, dijo Carlisle. -Llévame a caballo, estoy a punto de terminar desmayarme.

- Ten cuidado, que está herido-, advirtió Esme. -Alguien tome a mi señora. Ella necesita ayuda, también.

Carlisle se levantó con cuidado sobre un caballo de guardia. Otro hombre monto a Esme detrás de él, mientras que Benjamin tomó Isabella.

- ¿Cómo sabías que debian venir por nosotros?- preguntó Isabella mientras cabalgaban hacia la torre.

- Como no habían vuelto cuando se desató la tormenta, estabamos preocupados.

- Llegaron justo a tiempo-, dijo Isabella. Carlisle necesitaba cuidados. Habia mucho por hacer para garantizar su vida. Más tarde, cuando Isabella salió del dormitorio de Carlisle después de atender sus heridas y dándole una valeriana que lo ayudaria a dormir, se encontró con Benjamin esperando por ella.

- Vi la herida de Carlisle-, dijo Benjamin. –Deberia estar muerto ¿Cómo le curaste?

Isabella se quedó inmóvil. Sabía que lo que había hecho se podría llamar brujería por sus enemigos.

- Yo... tengo habilidades de curación.

- No hay habilidades de curación capaces de haber salvado a Carlisle.

- ¿Me estás acusando de algo, Benjamin?

Buscó su rostro.

- No. Sin embargo lo habéis hecho, es un milagro, y yo os doy las gracias. Hechariamos mucho de menos a Carlisle si hubiera muerto.

A pesar de la gratitud de Benjamin, Isabella podría decir por su expresión que él sospechaba de uso de la magia. Algo en sus ojos revelaba su miedo, pero también había respeto.

- Estoy formando un grupo para buscar a los hombres que los atacaron ¿Podéis decirme algo que nos ayude? ¿Puede Carlisle reconocerlos?

- Nunca los he visto antes, y dudo que Carlisle pueda hacerlo.

- Parece extraño que se fueran sin nada. ¿Te querian a ti, no?

Isabella se removió nerviosamente. No quería decir nada que hiciera a Benjamin sospechar de ella.

- La tormenta los asusto. Dos de los asaltantes fueron aplastados debajo de un árbol que había sido alcanzado por un rayo. Los otros huyeron; es probable que temían correr la misma suerte.

Benjamin aceptó su respuesta, aunque su expresión se mantuvo dudosa.

- Cuidad bien a Carlisle.

- Carlisle dejo su espada, y me olvidé de una cesta llena de corteza de sauce. ¿Podrias traermela?

- Sí, señora-, dijo Benjamin cuando se marchó.

Isabella volvió a su dormitorio para descansar dejando a Meave con Carlisle, Se dedicó por completo a recuperarse. La curación Carlisle había requerido una fuerza extraordinaria.

Una vez había curado una herida que su padre había sufrido, pero no fue tan grave como la de Carlisle. Dios y los espíritus habian estado de su lado ese dia. Esme la estaba esperando en su habitación.

- Déjame ayudarte a quitarte la ropa. Ya he ordenado un baño. Después, podéis dormir todo lo que quieras.

Isabella agradecio la ayuda de Esme. Cuando llegó el baño, duro e el hasta que el agua se enfrió. Luego se metió en la cama y cerró los ojos. Antes de dormirse dejó que sus pensamientos vagar a Edward y penso en sus sentimientos hacia él. Obviamente, no estaba enamorada porque sus poderes aún eran lo suficientemente fuertes como para curar a un hombre cerca de la muerte. ¿Qué era lo que sentia por Edward si no era amor?

Esa pregunta desconcertante rebotó en su cabeza hasta que el sueño la vencio.

Isabella durmió el resto del día y la noche y se despertó hambrienta. Se vistió, se lavó la cara y las manos, se limpio los dientes y fue de inmediato a verificar Carlisle. Esme estaba sentada con él, dandole de comer pacientemente, caldo de carne. Su color era bueno, y su herida parecía estar libre de infección. Dejando a Esme en su tarea, Isabella fue a la sala para desayunar. Benjamin estaba esperandola.

- Buenos días-, saludó a Isabella.

- Buenos días, señora. Espero que os encontreis bien esta mañana.

- Estoy bien, y Carlisle también.

- Lo sé. Ya lo he comprobado.

- ¿Habeis dado con la identidad de los atacantes?

- Hemos encontrado el lugar donde Carlisle cayó después del ataque. -le dirigió una mirada inescrutable. -Había sangre en todas partes. Ni siquiera la lluvia

la ha borrado -negó con la cabeza. -Su recuperación es realmente asombrosa. Encontramos la corteza del sauce y la espada de Carlisle.

- Gracias. ¿Crees que murieron bajo el árbol caído?

- Sí. Los cinco hombres están muertos. Los demas corrieron la misma suerte, aplastados por otro árbol que habria derribado un rayo. No había nada para vincularlos a un clan en particular. Quizá eran mercenarios contratados para secuestrarte.

- ¿Quién haría una cosa así?-

-Yo iba a hacer la misma pregunta, señora. A Edward no le va a gustar. Es mejor que no salgas hasta que el vuelva.

Isabella aceptó el edicto de Benjamin. Hasta que supieran quién estaba detrás del intento de secuestro, no expondría la vida de cualquiera de los parientes de Edward.

Pasó los siguientes cuatro días dividiendo su tiempo entre Carlisle, su dormitorio y sala de destilación. La herida de Carlisle estaba sanando, sin complicaciones. Aún estaba pálido por la pérdida de sangre, pero rápidamente recuperaba sus fuerzas en una dieta de té de hierbas y caldo de carne.

La cuarta noche, Isabella buscó a Carlisle y vio que estaba durmiendo, siguió a su propio dormitorio. Esme le ayudó a desvestirse. Se metió en la cama, dejando que sus pensamientos vagaran hasta su marido. ¿Es que le hechaba de menos? A pesar de que ella y Edward eran marido y mujer, no compartían sentimientos fuertes.

Bueno, solo la lujuria, admitió con pesar. Sólo de pensar en sus manos y su boca empezo a temblar. Se comprometió a cuidar de su corazón. Con ese pensamiento en la mente, se quedó dormida.

Horas más tarde, Isabella se despertó gritando. Se estaba quemando, las llamas le lamian la ropa y el pelo chamuscado su piel. El fuego ardia a su alrededor, no había escapatoria. El sueño había sido casi idéntico al que había tenido antes. Pero esta vez Edward no estaba para huyentar sus miedos. Incapaz de dormir, encendió la lámpara y escucho la lluvia golpeando contra las ventanas, dolorosamente consciente de que pronto tendría que pasar la prueba de fuego...

Fuego, agua, piedra. ¿Pasaria la prueba?

La lluvia torrencial mantuvo a Edward y Jasper en el interior de la posada. Estaban en Inverness desde hacia cuatro días y se celebra la ventade su lana. Edward planeaba pasar una noche en la posada, luego se detendrian en Gairloch antes de regresar a casa.

Nada se habia hecho en relación con la dote de Isabella. Ya debería estar recibiendo las rentas y los impuestos. Edward sabía que las tierras producian un buen ingreso y sospechaba que Emmett estaba reacio a desprenderse de ellos. Pero pertenecían a Isabella, y Edward podría utilizar los ingresos.

Como Edward tomó un sorbo de cerveza, sintió una sensación de temor en la boca de su estómago. Sentie que era necesario en Stonehaven. Lo único que le impidia correr a casa era el conocimiento de que Carlisle hubiera enviado un mensaje si habia problemas.

- ¿Qué pasa primo?- preguntó Jasper. –Tienes la mirada angustiada. El precio que nos dieron por la lana estuvo bien.

- Algo me está molestando, Jasper, pero no se que es. Trató de ignorar el ardor en el estómago, pero creo que me necesitan en casa.

- Pensé que tenías un asunto urgente con MakSwan.

- Mi negocio puede esperar-, dijo Edward con decisión. -He aprendido mucho y se que debo obedecer a mis instintos. Eso me mantuvo vivo en Francia.

- ¿Cuándo queréis marcharos?

- Esta noche. Por desgracia, la lluvia solo haría más difícil el viaje por la noche. Vamos a salir temprano mañana, con lluvia o no. Quiero llegar a casa antes del anochecer.

Isabella se levantó al amanecer para comenzar su día. Había sido una noche larga. La había pasado sentada, mirando hacia las sombras. Ya fuera de la cama, se vistió apresuradamente, cuando Esme entro en su dormitorio.

- Es aun temprano, muchacha.

Esme abrió la ventana para dejar entrar la luz, su sonrisa se desvanecio cuando vio la cara de Isabella.

- Estas pálida. ¿Estas enferma?

- No, no pude dormir bien la noche anterior.

- ¿Era el sueño?

- Sí.

- Och, es sólo un sueño. Tu marido cuidara de ti.

- Nadie puede escapar a su destino-, susurró Isabella. -Si yo voy a perecer en el fuego, entonces que así sea.

- No debes hablar así,- la regañó. -Vamos abajo, voy a prepararte tu desayuno favorito, huevos frescos y jamón.

Isabella aceptó, aunque tenía poco apetito. Lo que realmente anhelaba era a Edward, y la comodidad que ofrecian sus brazos. Tenía que ver lo una última vez antes de las llamas la devoraran.

A pesar de sus preocupaciones, Isabella logró mantenerse ocupado. Ayudó a Sam en el recuento de la ropa de cama, ollas y sartenes seleccionados para su posible reparación o la sustitución. Después de una cena temprana, se fue a la despensa de trabajar con sus hierbas. No había mucho que hacer allí. Todavía no se había extraído todo el jugo de la corteza de sauce que habia recogido.

Trabajó constantemente hasta que sus ojos comenzaron a caer. Porque no había dormido mucho la noche anterior, decidió sentarse y descansar los ojos, mientras que el jugo se drena de la corteza del sauce.

A los pocos minutos se quedó dormida. Isabella no supo cuánto tiempo había dormido, pero despertó con voces desesperadas gritando dentro de su cabeza. El humo denso llenó la despensa cuando el fuego lamió el marco de madera del pequeño edificio.

Las llamas bloquearon la puerta no había forma de escapar de allí. El calor la queMaba. Miró hacia la ventana y su corazón se hundió. Era demasiado alta para escalarla. De espaldas contra la pared del fondo las llamas se arrastraban hacia ella devorando todo a su paso.

A continuación, el techo de paja se incendió y Isabella se dio cuenta que estaba condenada al fracaso. Estaba viviendo su peor pesadilla. Su respiración era rápida

en pequeños suspiros mientras trataba de introducir aire en sus pulmones chamuscados. De repente, su espíritu de lucha se avivo y su mirada se volvió a la ventana.

Espoleado por la desesperación, rodó el barril por debajo de la ventana, a continuación, rogó a los espíritus que la protegieran. La única persona que podía salvarla era demasiado lejos para escuchar sus ruegos. Esperaba que los parientes de Edward notaran el fuego.

La ventana era pequeña, pero era su única esperanza. Escalo la cima del barril, se agarró del marco, abrió la persiana y se arrastró hacia arriba. Desafortunadamente, no tenía fuerzas para levantarse pero agradecia el aire fresco. Las llamas le lamian la falda y se quemó las piernas. El dolor se esparcía por ella cuando abrió la boca y gritó.

Edward empujó su montura sin piedad. Era casi de noche y estaba ansioso por llegar a casa. El dolor en el estómago se había intensificado, reforzando la premonición de peligro en Stonehaven. Casi podía escuchar la voz de Isabella rogándole que se diera prisa.

El alivio leninundo alver las torres de Stonehaven.

-¡Ya casi estamos en casa!- llamo a Jasper. -Voy a ir por delante-. Dado que su corcel era más poderoso que el de Jasper, rápidamente superó a su primo.

Entonces vio algo que hizo que su corazón se detuviera. Una fina espiral de humo se elevó en el aire por encima del castillo. El fuego era un riesgo temido. Podría devorar a la casa de un hombre, sus posesiones, y las vidas de personas inocentes.

Espoleo el corcel, la bestia estaba cubierta de espuma y soplando fuerte, cuando entró en la puerta y tiró de las riendas antes del castillo. Desmontó y voló por las escaleras, no le sorprendioencontrar la sala desierta. Todo el mundo estaría en el lugar del incendio.

Llamó a Isabella mientras corría a la cocina. Alice se precipitó a su encuentro.

Su rostro estaba manchado con lágrimas y cenizas, cayó en brazos de Edward.

- ¿Dónde está el fuego?- rugio Edward.

- La despensa-, dijo Alice entre sollozos. -¡Oh, señor!

- ¡Isabella! ¿Dónde está mi esposa? -Los lamentos Alice se hicieron más fuertes. - Nadie podría sobrevivir a ese infierno.

- ¿Dónde están mis guardias?

- Arrojan agua sobre el fuego.

Edward salió corriendo a través de la puerta de la cocina y se deslizó para ver las llamas disparando a través del techo de paja de la despensa. El edificio era un infierno. A pesar de la gran cantidad de agua parecía poco probable que alguien en el interior pudier sobrevivir. Edward no podía dejar morir a Isabella, de esa manera. Tenía que salvarla.

Tomando una respiración profunda, corrió hacia la puerta. Benjamin agarró su brazo, deteniéndolo en mitad de camino.

- No puedes hacerlo, vas a matarte.

Un escalofrío recorrió la columna vertebral de Edward al reconocer la verdad de las palabras de Benjamin. Una masa de llamas llenó el lugar donde la puerta habia estado alguna vez y el techo de paja parecía a punto de caer, pero no podia dejar de hacer algo mientras que Isabella estaba siendo consumida viva por las llamas.

Entonces se acordó de la ventana en la parte trasera del edificio. Mientras que todo el mundo estaba ocupado lanzando agua sobre el fuego, Edward corría a la parte trasera, rezando por un milagro. Entonces pudo advertir la cara de Isabella, gris por el hollín y retorcida por el dolor asomando por la ventana. Desesperado, la llamo, pero parecía demasiado aturdida para responder.

-¿Puedes salir, muchacha? -preguntó Edward. Su voz llego hasta ella, porque se centró en él y negó con la cabeza. Maldiciendo, Edward hecho un vistazo a su alrededor, buscando algo en qué apoyarse.

-¡Aquí! Esto podría ayudar - dijo Jasper, arrastrando un carro de heno detrás de él.

Edward no cuestionó cómo Jasper habia sabido lo que necesitaba, sino que se limitó a asentir y se dispuso a rescatar a Isabella. Escalo la cima del carro, agarró sus brazos y tiró de Isabella a través de la ventana. El fuego había devorado la mitad inferior de su vestido, y él utilizó sus manos para golpear las llamas. Luego dio un salto en el suelo con Isabella en sus brazos y salió de peligro momentos antes de que el techo se derrumbara.

 

---------------------------------------------

AAAAA ISABELLA ESTA ARRIESGANDO MUCHO DESCUBRIENDO ASI SUS PODERES, PERO NO PODIA DEJAR MORIR A CARLISLE, Y AHORA LA DESPENSA !DIOSSSSSSSSSSSS! CASI MUERE EN EL INCENDIO, LA CONEXION ENTRE ELLA Y EDWARD SE VA HACIENDO MAS FUERTE. MENOS MAL QUE ALCANZO A LLEGAR A TIEMPO....¿QUIEN HABRA SIDO?, YO APUESTO POR JESSICA ¿USTEDES QUE CREEN?

 

GRACIAS POR ACOMPAÑARME EN ESTA AVENTURA.

ACTUALIZACIONES: UN CAPITULO DIARIO.

BESITOS GUAPAS.

Capítulo 9: OCHO Capítulo 11: DIEZ

 
14444567 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10762 usuarios