UN AMOR DE LEYENDA (+18)

Autor: lololitas
Género: Aventura
Fecha Creación: 17/07/2013
Fecha Actualización: 17/11/2013
Finalizado: SI
Votos: 20
Comentarios: 53
Visitas: 54712
Capítulos: 20

"FANFIC FINALIZADO"

Gairloch, Highlands, 1432

Según la leyenda, una hada con poderes extraordinarios nacerá cada cierto tiempo en el clan MakSwan. Será sanadora con el conocimiento y la capacidad de ayudar a los demás, pero su fuerza y resistencia deberán ser probados por los obstáculos. Si sobrevive a las duras pruebas del fuego, el agua y la piedra, siempre sera bendecida por Dios.

El hada debe tener cuidado de no enamorarse, pues, si su amor no es correspondido, podría perder sus poderes. Mas si tuviera la suerte de encontrar a su verdadero amor y ser correspondida, sobrevivirá a cualquier problema y vivirá, junto a su amado, felices para siempre.

Así proclama la leyenda.

 

 


Basada en "El laird de Stonehaven" Conni Mason

 

Mi otro Fic

PRISIONERA DE GUERRA:

http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=3899&id_capitulo=0

 

 

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Capítulo 16: QUINCE

Isabella se despertó con el sonido de una risa afuera de su prisión en la torre.

Desorientado, tardó en recordar todo lo que había sucedido el día anterior. Cuando tomo conciencia un grito de espanto escapo de sus labios. Era prisionera de su hermano.

Su escolta MakCullen compartia su cautiverio, al igual que el Padre Eleazar. Vio la comida congelada en la bandeja y recordó que se había negado a comer la noche anterior cuando un adulador Emmett había traído.

La risa se hizo más fuerte. Entonces la puerta se abrió. No le sorprendió ver a su hermano y MakBlack de pie en la apertura. Levantó la barbilla con un ángulo desafiante.

-Espero que esten temblando en sus botas. Mi marido va a tomar represalias en cuando se entera de esto.

-Tu ya no tienes marido, muchacha-, dijo MakBlack. –eres libre para casarte conmigo como hace mucho debimos haberlo hecho Isabella enderezó los hombros.

- No puedes forzarme.

- Oh, sí, puedo. Y lo haras con mucho gusto.

-Exactamente, ¿cómo tienes la intención de que eso suceda?

-¿valoras la vida de tus guardias?

Isabella palideció.

-No te atreverías.

-Me atrevo mucho, señora.

-El rey te va a castigar.

Las risas de ambos se unieron.

-El rey nos da las gracias a nosotros por revelar los actos de traición contra él -¿No temes que pueda colocar un hechizo en ti? Una vez amenaze con marchitar

tu virilidad. Todavía puedo MakBlack se movió incómodo. –No me amenaces, señora. Si tratas de poner un hechizo sobre mí, matare primero a MakCullen.

Horrorizada, espetó: -¿Qué es exactamente lo que quieres de mí? ¿Cómo pueden mis poderes ayudarte?

-Una vez casados te lo dire.

-No me casare contigo.

-MakSwan-, dijo MakBlack, -podéis empezar a ejecutar a los hombres de Edward. Os recomiendo empezar con el sacerdote.

-¡No!- Declaró Isabella. -¿No tienes corazón?

-Obedece y todo estará bien. Nadie va a ser lastimado, y el Padre Eleazar podra acompañar a los MakCullen a su fortaleza después de la boda.

-Voy a ir contigo pero sin casarme.

MakBlack negó con la cabeza. -El matrimonio es la única manera en que puedo obligarte a ir.

-Salva mi escolta y me comprometo a permanecer contigo hasta que obengas lo que quieres de mi.

-No vamos a caer en tus trucos-, advirtió Emmett.

Isabella señaló con el dedo a Emmett y lentamente lo movio hacia abajo. Cerrando los ojos, empezó a cantar, consciente de que lo que tenía no era más que una táctica de miedo. Mas Emmett debio haber pensado lo contrario, porque se agarro la ingle y soltó un chillido agudo.

-¡Maldita sea! Retira el hechizo.

Consciente de que ahora tenía el sartén por el mango, Isabella dijo: -Libera a los hombres de de Edward.

-Después de la boda-, repitió MakBlack. -Tengo que usar tus poderes para encontrar algo que perdi hace mucho tiempo. Las cejas de Isabella se alzaron hacia arriba. Finalmente MakBlack le había dado una razón, aunque no la satisfacía. ¿Qué estaba buscando?

-Te dije mis condiciones. Te ayudare a encontrar lo que has perdido. Si tengo éxito, tienes que dejarme volver a mi marido.

-¡Olvídate de MakBlack! Retira el hechizo! -Declaró Emmett con miedo - Sí a todo lo que decís. No quiero ser un eunuco.

-Seras un cobarde-, se burlaba de MakBlack. -En el momento en que los liberes nuestro control sobre la bruja se habra ido.

-Bastardo egoísta. Tu no tienes el hechizo encima.

-Puedes dejarlos en libertad al día siguiente de nuestra partida.

-Eliminar el hechizo, Isabella,- gritó Emmett. -Me comprometo a liberarlos.

Isabella pretendía considerar la propuesta de Emmett. Al fin dijo:

-No me casare con MakBlack, y si me obligas no te quitare el hechizo.

-No -, dijo Emmett. -De cualquier manera la dote sigue bajo mi control. No sera difícil encontrar lo que MakBlack ha perdido. Prometo que la escolta será liberado sano y salvo cuando te marches con el.

-Si te niegas los ejecutaremos-, agregó MakBlack. –Yo no quiero casarme contigo ni tener que llevarte a la cama.

-¡Espera!-, Exclamó Isabella. Esto se está saliendo de control. La mente era un arma poderosa. A pesar de que no había hecho nada más que un canto de unas pocas palabras confusas, Emmett había creído de verdad que había colocado un hechizo sobre él. Ahora tenía que hacer que pensar en sus poderes eran aún más fuertes.

- Estoy dispuesta a acompañar a MakBlack si me prometes que liberaras a los hombres del clan de Edward el día después de nuestra partida. Sólo entonces el hechizo se levantara.

Isabella contuvo la respiración, observando muy de cerca Emmett mientras reflexionaba sobre sus palabras. Todo dependía de su creencia en sus poderes mágicos.

-Estoy de acuerdo. Los soltare en cuanto te vea partir.

- ¿Estás listas para viajar, muchacha?-, Preguntó MakBlack, al parecer impaciente.

-Sí. Cuanto más pronto llegue más pronto podre encontrar lo que periste. Quiero volver a mi marido sin demora.

-Olvidas el edicto del rey-, Dijo Emmett. –Ya no estas casada con MakCullen. Soy tu tutor legal y el guardián de tu dote. Dado que ningun otro hombre en su sano juicio va a casarse contigo, no me importa lo que hagas después de MakBlack. Vuelve con Edward MakCullen y se su puta, si te place.

Agarrandola del brazo, la obligó seguir a MakBlack a la puerta.

–Nuestras caballos están a la espera en el patio.

-Quiero llevar mis cosas-, dijo Isabella, señalando la cesta que contenía sus medicinas.

-Pero date prisa. Quiero llegar a mi fortaleza antes de caiga la noche. - Isabella recuperar sus pertenencias, y luego siguió MakBlack abajo. Una docena de MakBlack se arremolinaban en el patio. Su caballo había sido ensillado. MakBlack dio la orden de montar y Isabella fue izada agarró las riendas cuando marcharon a un ritmo acelerado.

 

 

-¡No olvides tu promesa!- Llamó a Isabella por encima del hombro a Emmett. -No olvides la tuya-, Gritó Emmett a su espalda.

La ansiedad atrapo a Edward. No debia haber dejado salir a Isabella. ¿Qué había estado pensando? Jasper le dio una palmada en el hombro.

-No te preocupes, Edward. Estoy seguro que pronto tendremos noticias.

-Ire a Gairloch. Enfermedad o no, no confio en Emmett MakSwan.

-Me parece que os habéis enamorado de la muchacha-, dijo Jasper – Te ha hechizado, nunca pense llegar a ver el dia en que habia de verte bebiendo los vientos por una mujer. Has cambiado desde que volviste de Francia. Ya no parece afectarte la muerte de Juana.

-Juana es mi pasado, Isabella es mi futuro-, dijo Edward, sorprendido por su disposición a revelar tanto a su primo.

-¡Es verdad-, dijo Jasper, -¿Amas a la muchacha?

-No queria. Me negaba a creer en profesias, pero Isabella hizo un creyente de mí. Ella dice que me ama, y de acuerdo con la profecía, si su amor es correspondido sus poderes crecerán. Si ella mantiene sus poderes, no podre impedirle utilizarlos. Y si los usa, la gente seguirá temiendole. Sabes lo peligroso que es eso.

-Quieras que no, la amas - Edward negó con la cabeza, negándose a reconocerlo.

-Siempre habéis sido un bastardo testarudo-, dijo Jasper cuando el silencio se extendía entre ellos.

-No puedo esperar más-, anunció Edward, cambiando abruptamente el tema. -Me voy a Gairloch para reclamar a mi esposa. Quiero una docena de hombres armados y listos para que me acompañara en una hora.

-Sus deseos son ordenes- dijo Jasper.

Edward giró alrededor, casi chocando con Jessica.

-Fuera de aqui, muchacha.

-He oído lo que Jasper te decia-, confió Jessica. –No creo que ames a Isabella. Te ha embrujado. -Ella se deslizó cerca, presionando sus pechos contra su brazo. -Déjame ayudarte a romperlo. Llévame a tu dormitorio ahora. Se que hacer para hacerte olvidar a tu esposa.

-No pierdas el tiempo, Jessica-, aconsejó Edward. –No voy a romper mis votos matrimoniales. Uno de los elegidos de Dios me enseñó el significado de la fe.

-Eres un tonto-, escupió Jessica. –Debiste casarte conmigo Edward MakCullen. Todo el mundo creía que nos casariamos cuando volvisteis de Francia.

-Tú fuiste la unica que lo pensó, Jessica- empujandola siguió su camino. Armado con su espada, escudo y puñal, Edward se unió a sus guardias en el patio. Vestidos con idénticos cuadros MakCullen.

-Vamos a seguirte a donde vayas-, dijo Jasper, cabalgando a su lado Edward. –Tenemos ganas de una buena pelea.

-Espero no llegar a eso-, dijo Edward lacónicamente. –Quizá mis temores son en vano.

Y diciendo esto, dio la señal para montar y precedió a sus hombres a través de la puerta. El destino quiso que, Edward se encontrara con la escolta de Isabella mucho antes de llegar Gairloch. Espoleó a su caballo a su encuentro. Sus hombres siguieron.

-¿Dónde está Isabella?-, Gritó Edward, frenando bruscamente. -¿Qué sucedió en Gairloch?

-Perdóname, Edward-, dijo Benjamin. -Debería haber esperado un truco. Nada en el interior del torreón parecían fuera de lugar cuando llegamos. El mayordomo de MakSwan se ofreció a mostrarnos a nuestros aposentos. No teníamos idea de que eramos conducidos directamente a una trampa. No importa que tan valientemente se luchó. Nos superaban en número y fuimos desarmados y encarcelados en la mazmorra.

-El padre Eleazar nos engañó-, escupió Edward.

-No, él se unió a nosotros en el calabozo. Aquí se encuentra ahora.

-Les ruego su perdón-, dijo el sacerdote. –Jamas tome parte en las maquinaciones de Emmett.

La expresión de Edward se ensombreció.

-¿Dónde está mi esposa?-preguntó.

-Sólo sé lo que Emmett me dijo – explico el padre Eleazar- me entrego esto para vos. Le entregó un pergamino enrollado. Edward lo abrió, el miedo le revolvio las entrañas mientras revisaba las palabras.

-¡Maldito hombre del infierno!-, Gritó Edward cuando llegó al final del documento.

-¿Qué es?-, Preguntó Jasper.

-MakSwan y MakBlack han convencido al rey a anular mi matrimonio con Isabella. ¡Los hijos de puta! Les voy a retorcer el cuello.

-Cálmate, muchacho-, aconsejó el padre Eleazar. -Vamos a volver a Stonehaven y pensar en esto. No importa cómo Emmett haya obtenido este documento, parece legal.

-¿Esta Isabella todavía en Gairloch?

-No, MakBlack se la llevó.

-MakBlack! ¡No! -Sacando su espada, Edward la esgrimio en el aire. -¡Para la fortaleza MakBlack!

-Atiende a la razón-, advirtió Jasper. -Vamos a reducir nuestras fuerzas si tratamos de tomar por asalto el castillo. Es casi inexpugnable.

-¿Estás sugiriendo que le deje a mi esposa a MakBlack?

-Ella ya no es tu esposa,- le recordo Jasper.

Edward se volvió hacia el padre Eleazar, con una expresión sombría. -¿Sabes si el hermano de Isabella la obligo a casarse con MakBlack?

-No que yo sepa. Me dijeron que fueron voluntariamente con el MakBlack. Cuando le pregunté a uno de los guardias, MakSwan amenazó con ejecutarno si ella se negaba a ir. El hombre no sabía nada acerca de un matrimonio.

-¿Qué es lo que MakBlack quiere de ella?- Murmuró Edward. -¿Por qué MakSwan quiere dejar de lado nuestro matrimonio?

-Yo puedo responder a la última pregunta- replicó el sacerdote - MakSwan no quieres desprenderse de la dote de Isabella. Una vez que su matrimonio se disuelva, recuperara el control de su riqueza. En cuanto a MakBlack, su conjetura es tan buena como la mía.

Edward se irguió en la silla, volvió su rostro hacia el Bastión de MakBlack y gritó: -¡Muerte a los MakBlack!

-No, muchacho-, exhortó el padre Eleazar. -Tiene que haber otro modo. Solo una persona puede devolveros lo que habeis perdido.

-¡El rey!- Escupió Edward.

-Dios, no el rey-, respondió el sacerdote.

-Me niego a sentarmee a esperarla intervención divina- dijo Edward - Dios ayuda a aquellos que se ayudan.

-Los hombres estan asnsiosos, Edward-, dijo Benjamin. -¿No vamos a la fortaleza MakBlack o regresamos a casa?

Edward sabía lo que quería hacer, pero se dio cuenta de que no era la elección más sabia. Isabella era una muchacha de recursos, tenía que confiar en ella

para prevenir MakBlack de hacerle daño. Después de todo, sus poderes no podian ayudar a MakBlack si no exisitian.

-Vamos a volver a Stonehaven-, dijo Edward inexpresivo - De alguna manera, tengo que convencer al rey para restablecer mi matrimonio con Isabella.

Isabella había sido encerrada en una cámara con pocos muebles llegada al bastión MakBlack. No tenía idea de lo que MakBlack quería de ella y estaba impaciente por descubrirlo. ¿Habria Emmett liberado a los miembros del clan de Edward como le había prometido?

Si Emmett había cumplido su palabra, a Edward ya le hebian dicho que ya no tenía una esposa. No había nada que pudiera hacer al respecto edicto del rey. Isabella pasó todo un día y la noche en una celda antes de ser llamada por su captor. Isabella se levantó para saludarlo.

-¿Qué es lo que quieres de mí?-, Desafió ella.

-Baja la barbilla, muchacha. No me das miedo.

-¿No tienes miedo de mi magia?

MakBlack retrocedió un paso.

-Dime lo que quieres.

Se acercó a la ventana y miró hacia afuera.

-Hace muchos años, durante el reinado de mi bisabuelo Connor, el castillo fue objeto de estado de sitio. El castillo no estaba fortificado como lo es ahora, y mi ancestro temía que cayera en manos del enemigo.

-¿Qué tiene eso que ver conmigo?-, Preguntó Isabella.

-Estoy llegando a eso. Durante el asedio, Connor escondió la riqueza que había acumulado a través de los años y no se lo contó a nadie. No confiaba en nadie para revelarle la ubicación del escondite. Por desgracia, Connor cayó bajo la de su enemigo. El tesoro nunca se ha encontrado, aunque no por falta de búsqueda.

-¿Quieres que te diga dónde está escondido el tesoro de tu ancestro?- supuso Isabella MakBlack sonrió.

-Yo sabía que eras chica inteligente. Localizar ese tesoro debe ser una tarea fácil para alguien con talento. No importa cómo lo hagas sólo dame lo que quiero.

Isabella negó con la cabeza.

-No tengo poderes, no hay magia. No soy nada más que una sanadora.

-Mientes.Te vi hacer magia ayer en tu hermano.

-Era una farsa. Mentí sobre el hechizo.

Una feroz expresión se marco en el rostro desencajado de MakBlack.

-¡Busca mi tesoro, bruja! Si no lo haces deberas atenerte a las consecuencias.

-¿Me dejaras irme si puedo encontrar el tesoro?

-Sí, tienes mi palabra. Después de que tenga mi tesoro, te podras marchar. Mis gentes no te quieren aqui.

Isabella suspiró.

-Voy a necesitar tiempo para encontrarlo. Y se me debe permitir explorar el castillo.

-¿Tengo tu palabra de que no trataras de escapar?

-Sí, la tienes.

-Esta bien, dejare la puerta abierta. Tambien podras comer con los demas en la sala. Busca mi tesoro en un plazo de tiempo razonable, de lo contrario voy a encontrar una manera de castigarte. Emmett juró que tenías poderes y ahora los utilizaras.

Isabella se dejó caer sobre la cama. ¿Qué hacer cuando MakBlack se enterara que no tenía poderes? Los habia perdido al enamorarse de Edward. El único poder que le quedaba era su inteligencia. Habia comprado algo de tiempo y tenía la intención de usarlo.

Empezaría por buscar el castillo de arriba a abajo. Si el tesoro existe, lo encontraría.

Isabella se alisó la falda y dejo la cámara. Cuando llegó a la sala, toda conversación se detuvo. La gente se volvió y la miró fijamente. Sentía el miedo en ellos su aura combinado era oscuro y amenazante. Ellos no la querian mas de lo que ella deseaba estar ahí. Qeria ir a casa... a su hogar en Stonehaven, a Edward, incluso si ya no era su marido.

Isabella tomó un asiento en uno de los cuadros inferiores y se sirvió comida de la bandeja que se pasaba alrededor. Inmediatamente los demas se levantaron y se trasladó a otras tablas. Mortificada, Isabella ignoró el insulto y siguió comiendo como si no pasara nada. Mientras comía, se dio cuenta de un hombre con la mandíbula hinchada. Supo de inmediato que el pobre tenía un absceso dental y quería ayudarle.

Cuando pasó cerca, dijo:

-Yo puedo ayudarle si me lo permite. Un pose de hierba en el diente hará bajar la hinchazón, y un té de las mismas hierbas debe aliviar el dolor.

El hombre retrocedió con miedo.

-Eres una bruja señora. -Luego se volvió y se fue.

-Hombre tonto-, murmuró Isabella que terminó su comida. –Sufre. A continuación, Isabella tomó el asunto en sus propias manos y buscó al ama de casa. Su nombre era Hilda, y aunque ella no huyó, Isabella podia adivinar que estaba asustada.

-No te hare daño, Hilda, ni a ninguno de sus parientes. Soy una curandera, no una bruja. Mientras estoy aquí, quiero ayudar.

-Yo... no sé, señora, -tartamudeó Hilda - MakBlack dijo que eras una bruja. Él os ha traído aquí para encontrar el tesoro que su antepasado escondió.

-¿Me veo como una bruja?

Hilda miró fijamente.

-No, pareces un ángel.

-No puedo cambiar la opicion de los demas. Pero quiero que sepas que no hago mal. La razón por la estoy aquí es porque MakBlack dijo que podía buscar en el castillo, y me gustaría.

-Duncan es el administrador de Laird. Voy a buscarlo- se apresuró a marcharse. Isabella se dio cuenta de que vivir entre los MakBlacks no iba a ser fácil.

 

Esperaba encontrar el tesoro para poder regresar a casa... el hogar de Edward.

Una visión de Jessica íntimamente entrelazada con Edward apareció ante sus ojos. Se llevó la mano a la boca, ahogando el grito que se alojaba en su garganta. ¿Sus poderes habian regresado? O era su visión producto de su imaginación? Por favor, Dios, rezaba, que la visión sea mi imaginación.

Hilda regresó con Duncan. Quiso la suerte que fuera el hombre con la mandíbula hinchada que se había ofrecido a ayudar.

-MakBlack dijo que podría buscar en el castillo. Me gustaría comenzar en la parte superior y continuar hasta la mazmorra. Quiero a inspeccionar cada cámara, no importa cuán pequeño o insignificante.

Con el rostro contorsionado por el dolor, Duncan le dio un guiño triste.

-Sígueme, señora.

Isabella saltó para ponerse al parejo con sus pasos.

-¿Tienes dolor todavia, Duncan?

La respuesta amortiguada de Duncan le dijo a Isabella que aún sufria. Si tuviera sus poderes podria sanarlo, con un toque.

-¿Me dejas ver tu diente?-, Preguntó Isabella. –no soporto ver a un hombre con dolor.

Duncan se detuvo abruptamente. Él se volvió para mirarla.

-El dolor es terrible, señora. ¿Podéis usar la magia para curarme?

-No tengo magia, Duncan, pero soy una sanadora. ¿Me permite aliviar tu dolor?

Duncan dio marcha atrás, el miedo grabado sus ojos.

-¿Sabes lo que es una mujer del País de las Hadas?-, Preguntó.

-Sí. Según la leyenda, las mujeres son sanadoras.

-Soy una mujer de País de las Hadas, Duncan. Mi vida está dedicada a ayudar a otros. Yo trabajo en formas misteriosas, pero no estoy mal, ni hago daño a nadie.

-Es lo que vos decís- resopló Duncan. -Sígueme, señora.

-Duncan.

Se volvió lentamente.

-¿Sí?

Isabella se le acercó con cautela. Tendio la mano, le tocó la mandíbula, pasando sus dedos por la hinchazón. Sintió en sus dedos una sensación de hormigueo, sintió la ráfaga de calor conocido por su brazo, seguido por una sacudida de dolor.

Sus ojos se abrieron. ¿Cómo podia ser eso? Había perdido sus poderes. Buscando la cara de Duncan, no veía diferencia alguna en su expresión. Su imaginación debe estar trabajando horas extras.

Duncan simplemente le envió una mirada extraña y continuó su camino. Los siguientes días, Isabella hurgó en las cámaras frigoríficas del castillo y continúo en las dependencias. Sus sentidos permanecían apagados.

Sin sus poderes, ella no tenía la menor idea de dónde encontrar el tesoro, a pesar de que pasó varios días hurgando.Vio poco a Makay. Iba y venía de su negocio de la ganadería. Una semana después de que ella el terrateniente irrumpiero en su habitación y exigió respuestas. Por supuesto, Isabella no tenía nada y le pidió más tiempo.

-Necesito ese tesoro ahora-, gruñó MakBlack. -El rey exige dinero a los jefes de Highland para ayudar a pagar su rescate, y mis arcas están vacías. Tienés dos días más para encontrar el tesoro.

Isabella pensó inmediatamente en Edward y oró por su seguridad. Ella sabía que él era un guerrero experimentado, pero incluso los guerreros caian en la batalla.

-¿Todos los terratenientes responderan al llamado de las armas y el dinero?- MakBlack resopló. - Lo dudo. Están descontentos con James. Fue demasiado lejos cuando ejecuto a cinco de sus miembros.

-Seis, si Edward hubiera ido-, le recordó Isabella.

-Sí, seis. Edward MakCullen tiene más suerte de la que merece. Considera esta posibilidad, muchacha. Si no encuentras mi tesoro, no creo que ha nadie de aquí le disgustela idea de verte quemada en la hoguera.

Isabella se paseó por la cámara después de MakBlack se fue, atormentando su cerebro para buscar una respuesta a su dilema. No tenía la menor idea de dónde podia estar el tesoro. Un golpe en la puerta la distrajo de su ensoñación. Lo abrió para encontrar aDuncan en el umbral. La hinchazón ya no era evidente.

-Señora, perdóneme-, dijo Duncan, retorciéndose las manos.

-¿Por qué?

-Para dudar de vos. Vos me sanasteis. La hinchazón ha desaparecido y mi diente ya no me duele. Me has curado con un simple toque. Sois realmente una mujer del país de las Hadas, y lo siento por dudar de vos.

-¿Cuándo se llevo a cabo esta curación?-, Preguntó Isabella, confundido. ¿Cómo podrían sus poderes haber regresado?

-Después de que me has tocado.

-¿Por qué esperó tanto tiempo para decírmelo?

-Tenía miedo, señora. Al principio no queria creerlo, pero ya no puedo negarlo. Gracias a vos, señora.

Isabella no podía hablar, sólo pudo asentir con la cabeza cuando Duncan se marchó.

¿Qué significa esto? Habían regresado a sus poderes? Isabella se fue a la cama esa noche con la mente perturbada. Se desperto durante la parte más oscura de la noche con voces resonantes a través de su cabeza. Confundida al principio, pero al final comprendio las palabras. Los espíritus quería que ella fuera a la ventana.

Ignorando el frío que se filtraba a través de sus huesos, se levantó y descalza avanzo a la ventana. Había luna llena, iluminando el patio de abajo con la luz brillante.

-¡Es ahí!-, susurró la voz.

-¿Qué? ¿Qué estás tratando de decirme?

-El tesoro. Esta allí, bajo el árbol de serbal, enterrado en el fondo de un pozo abandonado.

Una ola de mamareo se extendió por Isabella. La negrura se cerró en torno a ella y no supo más.

 

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DIOSSSSSSSSSS QUE COSAS ESTAN PASANDO, ISABELLA A RECUPERADO SUS PODRES AAAA ESO QUIERE DECIR QUE AUNQUE EL CABEZON DE EDWARD SIGA NEGANDO QUE LA AMA, PUES LA AMA, ASI QUE AHORA SOLO FALTA RESOLVER LO DE SU MATRIMONIO, ¿QUE PASARA CUANDO LE DIGA A MAKBLACK DEL TESORO?, DIOS ESTO SE PONE INTERESANTE.

 

GRACIAS POR ACOMPAÑARME EN ESTA AVENTURA

BESITOS GUAPAS

Capítulo 15: CATORCE Capítulo 17: DIECISEIS

 
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