UN AMOR DE LEYENDA (+18)

Autor: lololitas
Género: Aventura
Fecha Creación: 17/07/2013
Fecha Actualización: 17/11/2013
Finalizado: SI
Votos: 20
Comentarios: 53
Visitas: 54719
Capítulos: 20

"FANFIC FINALIZADO"

Gairloch, Highlands, 1432

Según la leyenda, una hada con poderes extraordinarios nacerá cada cierto tiempo en el clan MakSwan. Será sanadora con el conocimiento y la capacidad de ayudar a los demás, pero su fuerza y resistencia deberán ser probados por los obstáculos. Si sobrevive a las duras pruebas del fuego, el agua y la piedra, siempre sera bendecida por Dios.

El hada debe tener cuidado de no enamorarse, pues, si su amor no es correspondido, podría perder sus poderes. Mas si tuviera la suerte de encontrar a su verdadero amor y ser correspondida, sobrevivirá a cualquier problema y vivirá, junto a su amado, felices para siempre.

Así proclama la leyenda.

 

 


Basada en "El laird de Stonehaven" Conni Mason

 

Mi otro Fic

PRISIONERA DE GUERRA:

http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=3899&id_capitulo=0

 

 

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Capítulo 18: DIECISIETE.

Isabella se despertó con un día gris y tormentoso como el anterior. Pero no le importaba. Se sentía demasiado feliz para preocuparse por el tiempo. Aunque Edward no había dicho aun las palabras que ansiaba, sabía que la amaba. Sonriendo alargó el brazo buscándolo, sorprendiéndose al encontrar su lado de la cama fría.

- ¿Me estabas buscando?

Siguió la dirección de su voz y lo vio sentado en una silla junto a la chimenea. Llevaba su falda escocesa lo que le ofreciauna visión de sus largas piernas desnudas.

- ¿Cuánto tiempo ha estado sentado allí?

- Lo suficiente. Mirándote dormir. Eres tan hermosa dormida como despierta.

- Voy a vestirme para que podamos ir al salón y desayunar juntos – levantándose de la silla caminó hacia la cama y se sentó a su lado. -Tenemos que hablar, amor. Quiero saber todo lo que sucedió. –le diriguiouna mirada severa. –Si MakBlack te toco tendré que matarlo.

Isabella se sentó en la cama y tiró de la manta hasta la barbilla.

- Nada de eso tiene importancia... estoy a salvo -, admitió tímidamente, -le dije a Emmett que le quitaría su hombría y lo haría impotente si no liberaba a tus hombres ¿Regresaron a salvo?

- Sí. Estaban molestos por haber caído en la trampa. Benjamin no sospecho del truco hasta que fue demasiado tarde. Hubo una batalla corta pero intensa. Fueron superados en número desarmados y encarcelados.

- Y el padre Eleazar ¿Está en Stonehaven?

- Ha estado de rodillas en la capilla desde que llegó. Podras verlo pronto pero cuéntame primero lo que pasó en la fortaleza.

- MakBlack quería algo de mí-, comenzó a decir Isabella. Edward escupió una maldición.

- No lo que tu piensas – aclaro – ¿Jamas escuchaste hablar del tesoro MakBlack?

- He oído un cuento, pero jamás lo crei. Se decie que un antepasado de los MakBlack escondían una fortuna en oro y joyas cuando la sitiaron. Por lo que yo sé, ese tesoro no existe.

- Oh, si existe. MakBlack quería casarse conmigo porque quería explotar mi capacidad para satisfacer su codicia. Él me ordenó encontrar el tesoro. Se comprometió a liberarme si yo lo hallaba.

- Así que en realidad hay un tesoro. ¿Lo has encontrado?

- Oh, si, estaba escondido en el fondo de un pozo abandonado en el patio. Cuando le dije a MakBlack inmediatamente puso a los hombres a cavar.

- ¿Quedo MakBlack decepcionado con el contenido?

- No, el cofre contenía una fortuna en oro y joyas. Le pedi una parte de el. Quedamos en una cantidad de acuerdo.

Edward sonrió.

- Me imagino que MakBlack no quizo hacerlo, ¿Qué que pasó? ¿Renego de su promesa?

- Algo extraño me hizo cambiar de opinión. Cuando MakBlack abrió el cofre, oí voces que claman por la justicia y supe que todas esas riquezas eran de forma mal habida. Fue aterrador. Las voces hablaron de seres asesinados a sangre fría por antepasados MakBlack. Hay una maldición sobre aquellos que cojan el tesoro. Le dije a MakBlack que no quería parte de eso y le adverti sobre la maldición.

- No te quizo creer,- adivino Edward.

- Quizá lo hizo, pero no iba a dejar de reclamar el tesoro. Su codicia lo venció. Sabía que no iba a liberarme como lo había prometido. Quería más, y mas que ese tesoro.

- Así que huiste-, dijo Edward.

- Sí, pero estaban sobre mis talones.

- Así que usaste tu magia y llamaste a los rayos del cielo.

- No es magia. Utilice mis poderes para salvarme a mí misma.

- Eso no importa siempre y cuando estes conmigo ahora. ¿Por qué Emmett se convirtió en aliado de MakBlack en esto?

- Los dos sabemos la respuesta a eso. Emmett no quiere entregarte mi dote, y MakBlack prometió que podía mantenerla si me casaba con él. Por esa razón Emmett convenció al rey de deshacer nuestro matrimonio.

- Tengo un plan-, dijo Edward. -El rey ha ordenado que todos sus terratenientes reunan hombres y armas para unirse a él en Hawick. También ha exigido dinero para pagar su rescate. Todavía debe la mayor parte de los sesenta mil marcos que el Inglés pidió por su liberación.

- Sí, lo he oído. MakBlack planea ir pronto a unírsele.

- Lo que sabemos es que muy pocos acudirán a su llamado. Le he prometido hombres y dinero si restaura nuestro matrimonio.

La emoción oscureció los ojos violetas de Isabella.

- ¿Crees que este de acuerdo?

- Cuento con él.

Isabella frunció el ceño.

- Pero eso significa que va a haber una guerra. Podrias salir herido o muerto. No lo hagas Edward, te lo ruego. No me importa si estamos casados o no. Con mucho gusto, o mejor dicho, afortunadamente, sere tu amante.

- Te quiero como mi esposa no como mi puta.

- Y yo te quiero vivo.

- Soy un guerrero. Sé cómo protegerme. -le dio un besola frente -Debo consultar con Benjamin y Jasper. Voy a enviar a Esme a ayudarte.

Edward se apresuró hacia el pasillo. El padre Eleazar fue el primero en darle la bienvenida.

- ¿Cómo esta nuestra muchacha?-, Preguntó el sacerdote.

- Isabella está bien-, dijo Edward. –Nadie le ha hecho daño.

- Mis oraciones han sido escuchadas-, dijo Eleazar fervientemente.

Un grupo de parientes se acercó a unirse a ellos.

- Dinos lo que pasó -, dijo Jasper.

- Lo hare mientras desayuno -dijo Edward. - Pero en primer lugar, ¿Saben donde esta Esme?

- La voy a encontrar-, dijo Carlisle, corriendo, -no digas nada hasta que yo vuelva.

Un sirviente se acerco con un un plato de comida para Edward, y él comió con avidez. En el momento que Carlisle regresó, Edward les conto todo, excepto la parte de del rayo y las voces. Su público escuchó absorto, sin atreverse a interrumpir hasta que Edward terminado de hablar.

- La chica tiene agallas -dijo Jasper. -¿Que hacemos ahora?

- Esperamos tener noticias del rey. Mientras tanto hay que enviar un mensaje a los a miembros del clan para saber si contamos con ellos.

- Ellos estarán dispuestos a combatir- aventuró Benjamin.

- Como ustedes bien saben, el Inglés no es querido en las tierras altas.

- Bueno,- contestó Edward. -Vamos a comenzar el entrenamiento inmediatamente paraperfeccionar nuestras habilidades.

Todos se fueron, excepto el Padre Eleazar, que se acerco a Edward con curiosidad.

- ¿Qué pasa? ¿Hay algo en su mente?

- Sí, muchacho. ¿Qué haréis si el rey se niega a vuestro acuerdo? Él tiene el poder de dar a Isabella a cualquier persona que designe. Incluso MakBlack.

Las manos de Edward se crisparon.

- No permitiré que eso suceda.

- Ustedes no tendrán otra opción. Siemrpe existe la posibilidad de que James tenga suficientes hombres entre los miembros del sequito.

- No quiero pensar en eso-, dijo Edward. -Si James se niega no tengo otro plan. Isabella me dijo algo acerca de MakBlack que al rey le gustaría saber.

 

- ¿Vais a decirme?

- No, todavía no.

Isabella entró en la sala y se deslizó en la silla al lado de Edward.

- ¿Has comido?

- Sí, estaba a punto de salir, pero el padre Eleazar te hara compañía.

- Oh, sí-, dijo Eleazar -Voy a quedarme con la muchacha.

- ¿Se quedara en Stonehaven con nosotros, Padre?-, Preguntó Isabella después de que Edward se había marchado. –Necesitamos un sacerdote.

- Sí, ya que no soy bienvenido en Gairloch.

- Va a tener un lugar con nosotros por el tiempo que desee.

Antes de Eleazar pudiera responder, Alice entro apresuradamente en la cocina envolviendo a Isabella en sus brazos.

- Ah, muchacha, estoy feliz de que estes de nuevo con nosotros. Voy a traeros de comer inmediatamente.

- Te dejare tomar tu desayuo a solas-, dijo Eleazar. -Si voy a estar aquí necesito arreglar la capilla.

El apetito de Isabella huyó cuando vio a Jessica entrando en la sala con la comida. Golpeó sobre la mesa, luego dio un paso con las manos apoyadas en las caderas generosas.

- Ahora, ¿quién es la puta?- Incitó a ella. –Tu no estas casada con él. No le une ningún lazo sagrado. Edward puede mandarte a trabajar a la cocina sí le nace hacerlo ¿O entretendrás a sus hombres cuando se canse de ti?

- Tu charla me está dando un dolor de cabeza, deseo comer el desayuno en paz.

- Disfrútalo mientras puedas. Pronto vas a comer en la cocina con el resto de los sirvientes. O quizá -, dijo Jessica con astucia-, Edwardte te envie de vuelta a MakBlack. -Ella disparó el último dardo antes de salir. -Compartí su cama mientras estuviste fuera- sacudió la cabeza y salió.

Isabella tomó su comida, mientras consideraba la advertencia. Edward nunca iba a despedirla, ¿verdad? No quería creer que había compartido la cama con ella durante su ausencia, pero podría haber sucedido. Después de todo, tuvo una visión.

Isabella se alegró de que Esme se uniera a ella, porque sabía que ella no le mentiría.

- Voy a hacerte una pregunta, Esme, y quiero la verdad. -las cejas de Alyce se dispararon hacia arriba.

- ¿Cuándo te he mentido?

- Perdóname por dudar de tu lealtad. Acabo de hablar con Jessica y…

- Jessica-, escupió Esme. -¡Esa puta! No creo en nada de lo que dice.

- Edward y yo ya no estámos casados. Él puede dormir con quien se le antoje ahora.

- ¿Eso te dijo Jessica? Miente, muchacha. Tu marido no cabia en sí de dolor. El no miro siquiera a otra mujer mientras planeaba tu rescate. Es verdad que Jessica revoloteaba a su alrededor como una yegua en celo, pero el jamás le presto atención.

Isabella apretó la mano de Esme.

- Gracias. No debería haber creido nada salido de la boca de Jessica. Sé Edward me ama.

- Sólo una vez, me gustaría oírle decir esas palabras.

- No tenéis más que la mayoría de las mujeres-, regañó a Esme.

- ¿Qué pasa si el rey se niega?

- ¿Qué te dicen los espíritus?

- Nada. No han hablado conmigo desde que hui de MakBlack.

- Quizá debas preguntarles.

Isabella se levantó tan rápido que la silla detrás de ella se tambaleó.

- Venid a la despensa conmigo, Esme.

 

Esme siguió Isabella por la escalera a la despensa.

La puerta se abrió al tacto de Isabella y ella entró, respirando en el aroma reconfortante de hierbas secas. El aroma acre tenía un efecto tranquilizador. La tensión la invadía mientrascaminaba alrededor de la mesa.

- Trae las velas, Esme.

Alyce puso las velas en un círculo y espolvoreo las hierbas en el interior. Una vez que Isabella se coloco dentro del círculo, Esme encendió las velas y se alejó. Frente a la ventana abierta, Isabella se dio la vuelta tres veces y levantó los brazos. Entonces comenzó a cantar, implorando a los espíritus para concederle una visión.

El calor bañaba su cuerpo como una brisa agitó los árboles y le rozó la mejilla. Una visión empezó a formarse detrás de los párpados. Se veía con Edward en un hermoso lugar que le daba una sensación de calma y tranquilidad. Estaban tumbados en la hierba y mirando hacia el cielo.

Un instante después, Edward estaba tirado en el suelo, acostado en un charco de sangre. Ella gritó.

-¡No!- Las voces hicieron eco en su cabeza. -Él va a morir si me salva. Dime lo que debo hacer.

-Tienes el poder, sabes lo que tienes que hacer. El retoño que crece en tu interior tendrá a su padre.

La mano de Isabella voló a su estómago.

- Yo sospechaba, pero no estaba segura.

- El peligro todavía les acecha.

- ¿Quién quiere hacerme daño?

- Pronto se pondrá a prueba otra vez. Fuego, agua, piedra. Aun no has terminado. Ten cuidado con las falsas acusaciones.

- ¡Espera! Debes responder a mi pregunta. ¿Quién quiere hacerme daño? - De repente, la vela se encendió, y luego salió en una nube de humo.

Esme se apresuro a sostener a Isabella cuando se tropezó desde el círculo. Apenas era capaz de llegar al banco más cercano.

- ¿Estáis bien, muchacha?-, Preguntó Esme con ansiedad. -¿Qué pasó? Isabella convocó a una sonrisa. -Estoy esperando un bebe de Edward.

- ¡Ja! Dime algo que no deba saber.

- ¿Lo sabías? Yo estaba empezando a sospechar.

- ¿Se lo has dicho a tu marido?

- No. Quería estar segura primero.

- ¿Qué otra cosa te dijeron?

- Todavía estoy en peligro.

- ¿De quién?

- No lo se me advirtió que tengan cuidado con la piedra. La última prueba. Ya he sobrevivido al fuego y el agua.

- ¿Los espíritus no dijeron nada de tu matrimonio? ¿El rey dejara que sigas casada con el Laird Edward?

- No dijeron nada al respécto.

- ¿Tienes fuerzas para salir de la despensa?

- Sí. Tengo mucho que pensar. Si no estoy casada, mi bebe nacera como ilegítimo y necesitara mi protección.

- Laird Edward lo reclamara-, sostuvo Esme. –es necesario que le digas.

-Lo haré cuando sea el momento adecuado. No quiero preocupar a Edward cuando se que tiene mucho en su mente.

Edward la vio entrar en la sala y la saludo.

- Decidí volver al castillo antes de la comida del mediodía-, explicó. -Los hombres se merecen el descanso y una comida caliente después de pasar la mañana en la lluvia. Pareces cansada, muchacha. ¿Yo hice esto contigo?

Ella le dio una sonrisa triste.

- No, Edward. No debde preocuparte, voy a estar bien después de una breve siesta.

Levantó la barbilla y la besó en la boca.

– Cuidate te alcanzare mas tarde.

Isabella subió las escaleras hasta la habitacion principal. Acababa de llegar al piso superior, cuando Jessica salió de las sombras. La sorpresa causo que se balancerara sobre los talones, se aferró a la pared para evitar caer.

- Te he oído hablar con Esme-, se burló de Jessica. - Quizá te falta sobrevivir a una última prueba. Fuego, agua y piedra -, gritaba ella.

- ¿Has estado espiándome? Escuchar detraz de las puertas es malo.

- Las he seguido a la despensa-, admitió Jessica. –No podias saber que era lo que estaba pasando adentro, pero he oído lo suficiente como para saber que eres una bruja.

- Tienes una imaginación muy viva-, denunció Isabella. -Hazte a un lado.

- ¿Son estas escaleras de piedra, no?-, Dijo Jessica con insinuaciones escondidas -Sobrevisiste al fuego y el agua, quién sabe si a una caída contra las piedras.

Aturdida Isabella miró a Jessica.

- ¿Qué sabes tu acerca de la Profecía?

- ¿Pensáis que soy estúpida? Todo el mundo ha oído hablar de la Profecía MakSwan.

Amenazadoramente se adelantó. Isabella se movió hacia atrás en la medida que pudo, sin caer por las escaleras. Cuando ella trató de huir de Jessica, la mujer celosa le cortó el paso.

- Soy más grande y fuerte que tú.

Isabella sabía que tenía que hacer algo para evitarla, Jessica actuaba llevada por los celos y el odio. Los labios de Isabella comenzó a moverse en un ruego silencioso, pidiendo a los espíritus la salvaran a ella y a su hijo.

- ¿Qué estáis haciendo?- Gritó Jessica.

Isabella sonrió.

- Trata de hacerme daño, y te darás cuenta.

Jessica retrocedió, una mirada de horror cruzo su rostro.

- ¡No vas a echar un maleficio sobre mí, bruja!

- Estas equivocada, Jessica. Si me lastimas te prometo que no vas a vivir para lamentarlo.

Jessica se retiró más lejos en las sombras. Isabella añadió al dramatismo una señal con el dedo. Gritando palabras incomprensibles, con la esperanza de asustarla para que se fuera.

- ¡No!-, Exclamó Jessica levantando su falda se abrió paso entre Isabella y huyó por las escaleras. Con un suspiro de alivio, Isabella se apresuró a su habitación y cerró la puerta detrás de ella. Si ella todavía fuera la ama despediría a Jessica a la vez. Por desgracia, ella ya no era la esposa de Edward.

Isabella abrió el panel y Esme pasó por delante de ella, equilibrando una bandeja en las manos.

- Te he traído la cena-, dijo Esme mientras dejaba la bandeja en la mesa. -Come de todo. Necesitas las fuerzas. Recuerda que ahora comes por dos.

- No has dicho nada ¿verdad?

- No, no haría tal cosa sin tu permiso.

- Voy a comer y tomar una siesta.

- Bien. Nona MakCullen tiene una tos, y le di una mezcla para aliviarla. Carlisle se ofreció a ir al pueblo.

- Tú y Carlisle parecen llevarse bien-, dijo Isabella. –El es viudo, ¿verdad? Quizá tú y él...

Esme se cubrió la boca con la mano y se rió como una joven.

- Para con eso. El apenas sabe que existo.

- No es así como me parece a mí. ¿Te gusta el tio de Edward? Es un buen hombre. ¿No te gustaría pasar el resto de tus días con alguien?

- Te tengo a ti, pronto vas a tener un crío. ¿Qué más puedo querer?

- Un hombre que te ame-, sugirió Isabella.

- Qué tontería-, resopló Alyce, animada por la puerta. -¿Quién quiere un viejo canoso de todos modos?

Isabella sonrió para si misma cuando Esme hizo una salida precipitada. Termino con la bandeja y se acosto con la ropa puesta, tirando de una manta sobre ella misma. Cayo dormida en el momento en que su cabeza toco la almohada. El sueño comenzó poco después.

Estaba en un valle hermoso rodeado de rocas salpicadas de colinas. Edward estaba con ella. El lugar era el mismo que había visto en la visión anterior. Era un hermoso día con un cielo azul claro, pocas nubes mullidas flotando por encima y el olor del brezo en el aire. Si acababa de hacer el amor con Edward no lo sabía pero sentía su cuerpo saciado de las consecuencias de placer.

Entonces, de repente todo cambio. El sol desapareció y el peligro llenaba el aire. Edward yacía en un charco de sangre. Despertó gritando.

Momentos más tarde, Edward irrumpió en la cámara.

- ¡Isabella! ¿Estás bien?

Tan pronto como él la tomó en sus brazos, su mundo se enderezó.

- Estaba en mi habitación cuando te he oído gritar. ¿Te encuentras mal?

Isabella negó con la cabeza.

- Era un sueño.

Edward puso los ojos en blanco.

- ¿Premoniciones?

- Tal vez, pero espero que no.

- Cuéntame.

- No, no puedo.

¿Había visto su muerte? Si ella estaba en el sueño, entonces no podría haber sido soldados con el Rey James. El peligro existía aquí mismo, en Stonehaven.

- Isabella, habla conmigo. Hábleme de tu visión.

- Sólo abrázame, Edward. Abrázame y nunca me dejes ir.

Sus brazos se apretaron alrededor de ella.

- Nunca te dejaré ir, mi amor. Siempre serás mia.

- ¿Despedirias a Jessica de inmediato si te lo pido?

Edward se puso tenso.

- ¿Ha hecho algo que te asusta?

Isabella no tenía la intención de decirle acerca de su enfrentamiento con ella, pero decidió que tenía que proteger a su bebé.

- Sí, Jessica me amenazó. Creo que está loca. Me sentiría más segura si ella se fuera muy lejos de mí.

La furia endurecio las facciones de Edward.

- La chica se ira esta noche. Lo siento, si no actue antes. Pensé que era inofensiva. Esperaba que la llevara a la cama despuésde que nos casamos.

- Recé que no lo haría.

- Tú eres la única mujer que yo quiero en mi cama.

- ¿Adónde irá?

- La familia de Jessica vive en el pueblo. Son capaces de proveerla mientras encuentra un trabajo.

El alivio de Isabella era palpable.

- ¿Seguro que no recuerdas el sueño?- persisitio.

Isabella se negó a cumplir con su mirada.

- ¿No has oído hablar del rey todavía?

- No, pero espero alguna palabra pronto.

- Si vas a la guerra, solo ten cuidado.

- Sabes que lo haré. Yo no podria soportar la idea de no volver a verte de nuevo.

- Estoy encantado.

Ella presionó sus dedos contra sus labios.

Isabella lanzó un suspiro.

- Te amo, Edward.

- Yo sé-, contestó Edward después de una larga pausa.

El silencio se extendía entre ellos.

- Yo sé que me amas, aun si no quieres reconocerlo - dijo Isabella. -Mis poderes estan todavía conmigo, eso lo demuestra.

- Quizás la profecía es falsa-, sugirió Edward. No tenía idea por qué se negaba a reconocer sus sentimientos. Tal vez todavía temia el peligro de sus poderes.

Isabella cogió el rostro entre sus manos, negándose a permitir que huyera de ella.

- ¿Me amas, Edward?

Edward incapaz de mirarla los ojos, penso en mentir acerca de sus sentimientos.

- Ay, muchacha, Te amo, sí, pero conozco la profecía y soy consciente de lo que significa.

Isabella suspiró y se acurrucó contra él.

- No sabes cuanto he ansiado oír esas palabras.

- ¿Ahora me dices de tu sueño?

Isabella negó con la cabeza.

- No puedo recordar.

Edward sabía que los sueños de Isabella eran a menudo una premonicion del futuro.

- Esta bien, vuelve a dormir, amor. Vuelve a dormir.

Empezó a levantarse pero Isabella lo detuvo.

- No te vayas. Te necesito, Edward. Hazme el amor.

- Mi amor, estas agotada.

Ella lo arrastró a su lado y le pasó la mano por el torso. Su mano encontró su virilidad, y la lujuria lo atravesó. A medida que lo acariciaba se sentía endurecer.

Se quito su falda y la arrojó a un lado. Seguida de la camisa. Luego la besó a su manera por el cuello y apretó sus labios contra su clavícula. Siguiendo con los labios la punta de su pecho erguido. Sintió temblar el pezón con la lengua. Ella gritó su nombre y noto como su lengua rodeada su ombligo. La besó en el vientre hasta encontrar la suavidad de rizos rubios en la unión de sus muslos… y la besó allí.

Isabella zollozaba suplicandole que la poseyera. Él sonrió y negó con la cabeza. Deslizando sus manos por debajo de su trasero, la levantó y apretó su boca en contra de su feminidad dulce. Luego separo los pliegues con su lengua y se adentró en el interior de su centro blando. Isabella se volvió loca. Entonces su cuerpo se arqueo en su caricia íntima.

Todavía estaba temblando cuando se deslizó dentro de ella, apurando su clímax hasta su propia liberación que los llevó al olvido.

- No vas a morir-, susurró Isabella, sujetándolo cerca. -Te lo juro, no voy a dejarte morir.

 

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LA UNICA MALDITA BRUJA AQUI SIN DUDA ES JESSICA, MALDITA MUJER, Y AUNQUE EDWARD LA CORRA A PATADAS DEL CASTILLO ESTOY SEGURA QUE ELLA NO SE QUEDARA TAN TRANQUILA, UNA MUJER DESPECHADA Y LOCA, PUDE SER MUY PELIGROSA........LAS VISIONES DE ISABELLA SON PROMONICIONES, SOLO ESPERMOS QUE LOGRE SALVARLO COMO ELLA DICE.

 

GRACIAS POR ACOMPAÑARME EN ESTA AVENTURA QUE TAMBIEN ESTA A PUNTO DE TERMINAR :(

 

BESITOS GUAPAS

Capítulo 17: DIECISEIS Capítulo 19: DIECIOCHO

 
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