UN AMOR DE LEYENDA (+18)

Autor: lololitas
Género: Aventura
Fecha Creación: 17/07/2013
Fecha Actualización: 17/11/2013
Finalizado: SI
Votos: 20
Comentarios: 53
Visitas: 54726
Capítulos: 20

"FANFIC FINALIZADO"

Gairloch, Highlands, 1432

Según la leyenda, una hada con poderes extraordinarios nacerá cada cierto tiempo en el clan MakSwan. Será sanadora con el conocimiento y la capacidad de ayudar a los demás, pero su fuerza y resistencia deberán ser probados por los obstáculos. Si sobrevive a las duras pruebas del fuego, el agua y la piedra, siempre sera bendecida por Dios.

El hada debe tener cuidado de no enamorarse, pues, si su amor no es correspondido, podría perder sus poderes. Mas si tuviera la suerte de encontrar a su verdadero amor y ser correspondida, sobrevivirá a cualquier problema y vivirá, junto a su amado, felices para siempre.

Así proclama la leyenda.

 

 


Basada en "El laird de Stonehaven" Conni Mason

 

Mi otro Fic

PRISIONERA DE GUERRA:

http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=3899&id_capitulo=0

 

 

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Capítulo 15: CATORCE

Isabella despertó lentamente y se estiró, sorprendida de lo contenta que sentía. Edward podría no amarla, pero le habia hecho el amor como si lo hiciera.

Más importante aún, el frío que había sentido desde que no tenía Edward habia desaparecido. No tenía idea de lo que significaba todo aquello.

Momentos más tarde, Edward irrumpió en la cámara. Temía que algo terrible hubierasucedido hasta que vio su rostro. Su expresión era de asombro y, sorprendentemente, de respeto.

-¿Qué pasa?-, Exclamó Isabella. –¿Sucede algo?

-No, muchacha-, dijo Edward sentandose en el borde de la cama. -Todo está bien, muy bien.

-¿Vas a decirme, o tengo que sacartelo?

-Salvaste mi vida. Si hubiera ido a Inverness, habria sido acusado de traición y ejecutado junto con otros cinco caciques. El resto de los jefes fueron encarcelados en Edimburgo.

Isabella se quedó boquiabierta.

-¿Traición a la Patria? ¿Cómo puede ser eso?

-Evidentemente, James descubrió un complot de Walter, el conde de Atholl, para ganar el trono. Acusó a los jefes de conspirar con sus enemigos.

-¿Por qué James podria sospechar que eras uno de los conspiradores? ¿Cómo sabes lo que pasó en Inverness?

Edward lanzo un bufido de disgusto.

-Quizá debería preguntarle a tu hermano, o a MakBlack. Ellos son como uña y carne con el rey. No me sorprenderia si me hubiesen acusado de consiparacion por el simple placer de deshacerse de mí. Me enteré de lo sucedido esta mañana, cuando Jasper regresó de Inverness. Contrató a un bote y remó a través del lago.

-No entiendo porque Emmett o McKay quieren verte muerto.

-¿No? Tu hermano no quiere separarse de tu dote. Después de oír lo que pasaba en Inverness, ya no me cabe duda de tus poderes. Perdóname, mi amor. La próxima vez que me adviertas de peligro, voy a confiar en ti.

Los hombros de Isabella se desplomaron.

- Mis poderes se han ido.

- ¿Cómo sabes?

- Hay un extraño vacío en mi interior. Es como si hubiera perdido una parte importante de mí misma.

Él la tomó en sus brazos.

- ¿Hay algo que pueda hacer para ayudarte?

- Ámame… No, quiero amar a un hombre que no pueda corresponder a mi amor.

Edward se quedó inmóvil.

-Isabella, yo…

-No, no digas nada, Edward. Olvida lo que he dicho eso. Cada palabra de la profecía es familiar para mí, y yo deliberadamente ignore la advertencia sobre amar envano. Debería haberte hecho caso, cuando dijiste que no podrias amarme.

Edward se sintio perdido por sus palabras. A continuación, con el ceño fruncido, la miro como su si recordase algo.

-Esme dijo que estaba embarazada de mi hijo ¿Tiene razón?

Las manos de Isabella volaron a su estómago.

–Sospecho que sea asi, aunque es demasiado pronto para decirlo.

Edward meditado sus palabras, y luego asintió con la cabeza, al parecer dispuesto a aceptar su respuesta.

–Me diras si voy a ser padre, ¿no es cierto?

-Por supuesto. ¿Por qué no habría de hacerlo?

Buscó su rostro, y luego dijo:

-Vístete y ven abajo a la sala conmigo. Quiero que todos sepan que salvaste mi vida. No quiero que las gentes del clan sigan pensando mal de ti. Les explicare que el asunto de las lluvias fue por una buena razón.

Isabella retrocedió.

-¡Edward! Si les hablas de que yo manipule las luvias, estaran mas que convencidos de que soy una bruja. ¿Sabes lo peligroso que es eso? En este momento los miembros del clan sólo pueden especular. No tienen ninguna prueba de que yo hice nada. Pero si admito que convoque a los espíritus de la naturaleza, su miedo se va a intensificar. El que te haya salvado la vida no sera ninguna diferencia. Ellos me veran como el mal.

-Pero…

-Déjalo, Edward. No quiero darle a Siobham ninguna excusa para acusarme de utilizar la brujería.

-He desterrado a Siobham de la aldea. No tienes nada que temer de ella.

Isabella palideció.

-Es una mujer vieja. ¿Adónde irá?

-Es una MakBlack por nacimiento. Se ira con ellos – la expresión de Edward se torno pensativa -Le dije a Jasper que reuniera a todos en el pasillo. Tengo que decirles algo.

-Diles cualquier cosa menos la verdad.

-Aun asi te necesito a mi lado. Date prisa. Voy a esperar, mientras te vistes.

Isabella se apresuró a prepararse mientras que Edward miraba, sus ojos entornados e intensos. Isabella se dio cuenta de su deseo y sintió que su cuerpo respondia. Sin embargo no era el momento de ceder a la lujuria, por lo que le dio la espalda mientras terminaba de vestirse.

-Estoy lista-, dijo Isabella mientras trenzaba el pelo largo.

Edward le ofreció su brazo. -No hagamos esperar a los demas.

Isabella no tenía idea de lo que Edward tenía lafinalidad de avisar a su pueblo. Sabia que le temían, y se preguntaba qué podía decir Edward para aliviar sus mentes. En el momento que enntro a la sala fue recibida por miradas hoscas, pero caminaba del brazo de Edward. Quien llamo la atención. Empezó por explicar por qué el Rey James había convocado a los jefes de Highland en Inverness. Los gritos de protesta llenaron la sala a la traición del rey.

-Si no fuera por las inundaciones, me habría ido a Inverness y hubiera sido ejecutado junto con otros cinco desafortunados jefes. Jasper estuvo allí. Él trajo la noticia de las ejecuciones. Los demas fueron acusado de traición. El rey ordenó que fueran llevados a Edimburgo y encarcelados.

-Pero anuló las órdenes cuando recibió la noticia de que el ejército ingles estaba concentrando en la frontera y amenaza con tomar Sterling, si su rescate no se pagaba. James necesita la ayuda de los Highlanders para recaudar dinero para su rescate.

-¿Qué paso con esos pobres diablos que ejecutó-, preguntó Carlisle – ¿Les quitaran a sus familias sus tierras?

-Creo que no era esa su intencion-, respondió Jasper. -Pero se fue de Inverness con su ejército antes de que se diera la orden. Por el momento ellos están a salvo.

-¡Gracias a Dios por el diluvio!-, Gritó alguien. Pronto un coro de voces los siguio.

Edward señalo en silencio. -Si yo hubiera ido a Inverness, como habia previsto, habría sido ejecutado. Pero como ustedes bien saben, jamas he cometido traición a la patria.

-Eran MakSwan y MakBlack quien acusaron a nuestro laird – declaró Heat.

-¡Es culpa de la bruja!- dijo una voz desde el fondo de la sala.

-Mi esposa es inocente-, gritó Edward por encima del estruendo - Ayer fue atacada por un grupo de aldeanos furiosos. Estuvo a punto de morir en sus manos. Mi señora fue lanzada en el lago y se habría ahogado, si no hubiera estado yo cerca. Estoy dando a todos una justa advertencia. No voy a tolerar violencia de cualquier tipo en contra de mi esposa. Ella es inocente de cualquier delito. Su hermano no quiere desprenderse de la dote de Isabella por eso me odia. Cualquiera que intente hacerle daño será castigado. ¿He sido claro?

-Lo ha hechizado- acuso uno de los miembros del clan.

Edward sonrió a Isabella. -Sí, Robbie, pero no en la forma en que tu piensas. Un día tu o los tuyos tendran la necesidad de las habilidades curativas de Isabella, y cuando ese dia llegue, se le alegran por su ayuda.

Él le cogió la mano y la sostuvo contra su corazón. -Estoy casado con una mujer del País de las Hadas y me alegro de ello. Vayan ahora y corren la voz. Protegere lo que es mío hasta mi último aliento.

Isabella no podía creer lo que estaba oyendo. Las palabras de Edward lo eran todo para ella. Nadie, excepto su padre y los MakSwans que la amaban la habian defendido asi.

-Gracias-, le susurró Isabella cuando fueron a sentarse a la mesa.

-Salvaste mi vida. Es lo menos que puedo hacer. -le dio un beso en la frente. -Me tengo que ir. Aún hay trabajo que hacer en el puente.

Los días siguientes fueron los más felices para Isabella. Durante el día trabajaba con sus hierbas, y la noche la pasaba entre los brazos de Edward, haciendo el amor hasta terminar agotados. Era maravilloso despertar con Edward a su lado. A veces hacian el amor por las mañanas, y ella saboreaba esos momentos preciosos, porque algo le decía que no iba a durar. Toda su vida le había parecido que la felicidad se encontraba justo fuera de su alcance. Otros podrían alcanzarla, pero ella no.

Un día, Isabella estaba en la despensa, cuando Esme entro por la puerta.

-El Padre Eleazar está aquí. Dice que hay una peste en Gairloch.

-Oh, no! Tengo que hablar con él. Alista el paquete de mis hierbas y medicamentos. Si mis parientes necesitan de mis habilidades, voy a ir con ellos.

-Tu esposo tendrá algo que decir al respecto-, resoplo Alyce . –No creo que te permita ir.

-Vamos a ver eso-, dijo Isabella mientras corría hacia la puerta. El padre Eleazar estaba esperando en el pasillo. Su rostro se iluminó cuando vio Isabella.

-Tienes buen aspecto, muchacha-, dijo el sacerdote.

-Estoy muy bien, Padre. ¿Qué anda mal en Gairloch?

-Desconozco la naturaleza de la enfermedad, porque porque no se me permite ver a nadie, pero uno o dos servidores de confianza de tu hermano dicen que es el quien se ha contagiado. Me ofrecí para confesarlo, pero se me negó la entrada a la enfermería.

-¿Qué hay de Billy y Cook?

-Emmett ha despedido a la gente que tu padre y los reemplazó con criados leales a él. Nadie más está enfermo, que yo sepa. El hombre de Emmett me dijo que ha estado preguntando por ti.

Los ojos de Isabella se abrieron con incredulidad.

-¿Emmett está preguntando por mí?

Algo extraño sucedia para que el lo hiciera.

-Yo pensé lo mismo. Lo que me impulsó a venir aquí es el miedo a que su enfermedad se propague. Emmett no te pediria ayuda a menos que creyera que estaba muriendo. No hay ningún curandero experto en Gairloch, y me temo que una enfermedad contagiosa puede diezmar a nuestra gente. ¿Vais a venir a Gairloch conmigo, muchacha?

Isabella consideró la solicitud de Eleazar. Sabía que el sacerdote no trataria de hacerle daño, ni permitir que fuera perjudicada, pero al mismo tiempo, no podia olvidar los pasado trucos de Emmett. Sin embargo, la necesitaban en Gairloch. Gracias a Dios que aún conservaba sus habilidades de curación y el conocimiento de las hierbas.

-Padre. ¿Cuándo desea salir?

-Cuanto antes mejor, muchacha. Voy a hablar con tu marido en primer lugar.

Como si fuera el momento justo, Edward entró en la sala.

-Padre Eleazar, escuché que estabas aquí. ¿Pasa algo?

-Hay una enfermedad en Gairloch-, explicó Isabella. -Emmett está enfermo y el padre vino a buscarme.

-¿Quieres ir a Gairloch?-, Preguntó Edward, asombrado- No voy a permitirlo.

-Edward, sea razonable. Mis parientes me necesitan. No hay sanador en Gairloch.

-No confio en él.

-El padre Eleazar no hubiera venido por mí si intuyera peligro.

-Cuestioné los hombres Emmett acerca de esto y juraron que está cerca de la muerte, y que él la llama.

-Me sentiría mejor acerca de esto si lo hubieras visto por ti mismo, padre -, dijo Edward.

-Tengo que ir, Edward-, insistió Isabella.

-No.

-El padre Eleazar estará conmigo.

-Puedo manejar una espada - dijo Eleazar.

-Si Isabella se va, yo tambien- insistió Edward.

-No, Edward, Gairloch es mi casa, no me haran daño.

-Eso no me gusta-, se quejó Edward. -Desconfío de tu hermano. El padre Eleazar no puede jurar que esta está enfermo, porque no lo ha visto.

-Si la enfermedad amenaza a mis parientes y me niego a ayudar-, dijo Isabella - Nunca podre perdonarme las muertes que he causado.

-Es extraño que nadie mas aparte de Emmett este enfermo-, observó Edward.

-Quizá-, dijo Isabella, -pero tengo que ir, Edward.

-La protegeré con mi vida-, prometió Eleazar.

-No es suficiente-, dijo Edward. -Si Isabella insiste en ir a Gairloch, voy a enviar a seis guardias armados para protegerla.

-Voy a preparar para el viaje-, dijo Isabella, corriendo fuera.

Edward miró detrás de ella, con expresión preocupada.

–No confio en el. Esta tramando algo ¿verdad, padre?

-Si yo pensara eso de Emmett, jamas habria venido. No se nada sobre la enfermedad de Emmett pero si se que tiene dias sin salir de su dormitorio.

-No puedo impedir a Isabella ir a atender a sus parientes, pero no puedo estar seguro que vaya a estar a salvo.

-Sí,- estuvo de acuerdo Eleazar. -Confío en Emmett tan poco como lo hacés tu. Voy a descansar aquí esta noche, mientras que Isabella se prepara para el viaje. Nos iremos al amanecer.

Edward se apresuró a hacer los arreglos. Una vez terminados fue a buscar a Isabella. La encontró en su dormitorio, preparando su bolsa de viaje.

Isabella le saludó con una sonrisa.

-Gracias por dejarme volver a Gairloch. -con las cejas arqueadas hacia arriba Edward la miro

– ¿He tenido otra opcion?

-No. Soy una sanadora. Voy donde me necesitan.

-Te necesito-, dijo Edward con sentimiento.

Isabella se quedó inmóvil.

-¿En serio?

Colocando las manos sobre sus delgados hombros, él la apretó.

-¿Por qué dudas de mí?

Su respuesta murió en su garganta cuando él levantó la cara y la besó, pasando lalengua por sus labios, y luego sumergiendose en el interior de su boca. Ella le abrió sin protestar, saboreó su gusto y dulce esencia. Él no rompió el beso hasta que sintió que sus piernas flaqueaban.

-¿Cuánto tiempo estarás fuera?- Le susurró al oído.

-No lo se, no se cual sea la naturaleza de la enfermedad de Emmett y el número de personas que se han enfermado. Te enviare un mensaje tan pronto como tenga respuestas. Te echaré de menos.

Los ojos de Isabella se abrieron.

-¿Y tu?

-Sí. Quiero hacerte el amor.

-¿Ahora?

-No puedo pensar en un mejor momento.

-Ni yo-, dijo Isabella, levantando la cara para que la besara. No se cansaba de sus dulces besos, pero quería más, mucho más. Sus manos se movían con rapidez, desabrochando los botones hasta que ella se quedó desnuda ante él. Nunca se cansaba de mirarla, su cuerpo dulcemente redondedo y femenino, le cautivaba como ninguna otra mujer lo había hecho.

Solto su pelo y pasó los dedos por la masa de seda, que se extiendia por sus hombros y el pecho hasta que sólo sus pezones asoMaban entre las hebras de oro. la sola vision lo despertó. Podía sentir su miemro inflamado en contra de sus calzones. La levantó en sus brazos y la llevó hasta la cama. La habria poseido ahí mismo pero Isabella le susurró: -Quiero que estes desnudo.

Gimiendo por el retraso, se despojo de sus ropas echandolas negligentemente a un lado. Luego se unió a ella, tirando de ella en contra de él, dejandole sentir la fuerza de su necesidad. Cuando ella se apretó contra su cadera estuvo a punto de explotar.

-No tan rápido, cariño-, jadeó Edward. –No quiero que esto temine demasiado pronto.

Él la cortejó con besos lentos y tiernos. Amando su cuerpo con sus manos y la boca, sin dejar una parte de su virgen. Cuando finalmente, entró en ella, estaba tan excitado, que estuvo a punto de explotar cuando se deslizó dentro de su vaina apretada.

- Dame un momento, amor. Espera hasta que tenga el control de mí mismo.

- Por favor, Edward-, declaró Isabella. -Te necesito ahora.

Sus palabras desataron algo salvaje en su interior. Una vez que comenzó a moverse, no había nada que lo detuviera. Agarrando su trasero con sus manos, la levantó, empujando profundo, una y otra vez. Como si esto no fuera suficiente, levantó las piernas por encima de su hombros para ganar la penetración profunda que buscaba.

Isabella se volvió loca por debajo de él, sollozando y gimiendo. Sabía que estaba cerca de terminar y se dejó ir, empujando rápida y profundamente. La oyó gritar su nombre. Luego se desahogo dentro de ella, gritando su alegría a los cielos.

La escolta de Isabella estaba esperando en el patio a la mañana siguiente cuando aparecieron. Ella reconoció a Benjamin, pero no conocia los nombres de los otros cinco Edward llevaba el ceño fruncido lo que demostraba su falta de voluntad para dejarla ir de Stonehaven.

-Me voy con vosotros, muchacha-, insistió Esme.

-Hablamos de esto ayer-, dijo Isabella. -Una persona con conocimientos de curación debe permanecer en Stonehaven. Como Siobham se ha ido, no hay partera en el pueblo. Te necesitamos aquí.

-Preste atención a la muchacha-, dijo Carlisle. -Stonehaven necesita de vos, Esme.

Aunque Esme no se veía feliz, ella aceptó la decisión y entregó la canasta a Isabella.

Isabella ahogó una sonrisa. Carlisle estaba actuando muy protector hacia Esme. ¿El tío de Edward tienia sentimientos por la mujer? No tenía tiempo para explorar el tema, Edward la estaba levantando en su montura.

-Voy a fijar esto a la silla de montar-, dijo Edward, tomando la canasta -Benjamin tiene instrucciones para enviar un mensajero tan pronto como lleguen a Gairloch.

-Te preocupas innecesariamente-, dijo Isabella, mientras que secretamente satisfecha por su preocupación. Sacó la cabeza y la besó, al parecer sin preocuparse de que estaban siendo observados.

Isabella miró por encima del hombro mientras se marchaba, se sorprendió al ver que Jessica se unia a Edward. Los miro hasta que vio a Jessica restregasrse contra el enojada consigo misma por dejar que la sirvienta la irritara.

El viaje a Gairloch transcurrió sin incidentes. Llegaron al castillo que había sido su hogar durante casi toda su vida cerca del anochecer. La puerta se les abrió de inmediato y atravesaron. Benjamin la ayudo a desmontar y le entregó la cesta que contenía sus medicinas Entonces los hombres MakCullen formaron un estrecho círculo a su alrededor a medida que la acompañaba en el interior del torreón.

Un hombre que Isabella no reconoció los saludó.

-¿Dónde está Billy?-, Preguntó Isabella.

-Se fue-, dijo el hombre. -Yo soy Gordon, el nuevo administrador.

-Llévame con mi hermano-, ordenó a Isabella.

-Voy a ir con ella-, dijo Eleazar.

-Voy a arreglar los aposentos de su escolta-, dijo Gordon. –El Laird ha hecho arreglos para ellos. Sabía que MakCullen no os enviaria sola.

-Me gustaría ver a Emmett inmediatamente-, insistió Isabella. –Si esta tan mal como me hicieron creer, necesito verlo sin demora.

-Ustedes harán lo que su hermano ordeno, señora-, dijo Gordon. –La llevare tan pronto como acomode a su escolta.

-Me parece que pasa algo extraño-, comentó Eleazar.

Benjamin saludó y se ofreció a mostrar a sus hombres los cuarteles. Miró a Isabella pidiendole autorización y cuando ella asintió con la cabeza, se marcharon.

A Isabella y Eleazar se les ofreció una copa de cerveza por una tímida mucama. Ellos aceptaron y se sentaron en una de las mesas a esperar el regreso de Gordon.

-No reconozco a nadie-, dijo Isabella. -¿Son miembros de un clan?

-Sí-, dijo Eleazar. -Vienen de pueblos de pescadores a lo largo del costa. Algunos son MakSwans, algunos son MacMurrays, y el resto son Kincaid. Todos son leales a Emmett.

Gordon regresó poco tiempo después, con una mirada de suficiencia.

-Los hombres son atendidos -, dijo. -Voy a llevaros a ver su hermano ahora- Eleazar se levantó para acompañarla, pero Gordon negó con la cabeza - No, padre, la muchacha viene sola. Laird Emmett no desea que nadie lo vea enfermo.

-Prometi proteger a la muchacha-, protestó Eleazar.

-Nadie le hará daño-, prometió Gordon. -Si ustede desea ser útil, vaya a la capilla arezar por nuestro laird. Si está lista, señora, la llevare a ver a su hermano ahora.

Él la llevó hasta un tramo de escaleras, y luego otro.

-¿Por qué Emmett no ocupan la cámara del laird?-, Preguntó Isabella cuando se detuvo para tomar aliento.

-Él pensó que lo mejor era aislarse en la torre. Hasta que conociera la naturaleza de su enfermedad. MacMurray y yo somos los únicos autorizados para servirle.

-¿Cómo te las has arreglado para estar bien?

Gordon murmuró algo que no entendía. Cuando volvio a repetir la pregunta, Gordon se detuvo ante una puerta cerrada. Un escalofrío se deslizó por su espina dorsal. Que le esperaba detrás de esa puerta cerrada?

-¿Estáis lista, señora?-, Preguntó Gordon.

Empujando a un lado su miedo, Isabella asintió con la cabeza. Haría cualquier cosa para curar a su hermano. Quiza esto pudiera reparar la brecha entre ambos.

Gordon abrió la puerta y Isabella entro. Se sorprendio cuándo oyó cerrarse la puerta detrás de ella y girar la llave en la cerradura.

-Bienvenida, Isabella.

Isabella quedó sin aliento cuando Emmett salió de las sombras.

-Emmett, me has asustado- lo miró fijamente. -no estás enfermo en absoluto, ¿verdad?

-Sabia que vendrias si te hacia creer que si-, se regodeo Emmett. -Tienes un corazón tierno. Pero me sorprende que tu marido no haya venido contigo

El miedo caló hondo en el corazón de Isabella.

-¿Que estan tramando tu y MakBlack?

-Tu perteneces a MakBlack. Nuestro padre trató de destruir mis planes de boda para entregarte a MakCullen, pero lo haré prevalecerá hasta el final.

-¿De qué estás hablando?

Saco un pergamino enrollado de su ropa y con cuidado lo desenrolló. –Puedes leerlo por ti misma.

Isabella se acercó, con el corazón en la boca mientras examinaba el documento. -¡Oh, no!- Exclamó cuando llegó a la final y reconoce el sello real.

-Sí-, se regodeo Emmett -El rey se enojó cuando MakCullen no se atrevio a aparecer en Inverness con los otros terratenientes. Asi que logre persuadirlo de deshacer su matrimonio. Eres libre para casarte con MakBlack ahora. Uno de mis hombres ha salido a buscarlo.

-Edward envió una escolta que me protejera de ti.

Emmett rió con aspereza. -¿Son esos seis hombres encerrados en mi calabozo?

El aliento se congelaba en la garganta de Isabella.

-¿Cómo pudo pasar?

-Tu escolta es tan crédula como tu. Gordon los llevó directamente hacia un grupo de hombres armados. Ellos lucharon con valentía, pero eran menos. Fueron desarmados rápidamente y encarcelados. Una vez que te hayas casado con MakBlack los voy a soltar.

-¿Alguno de ellos esta herido? Tengo que verlos

-Olvídate de ellos. Ahora ve a preparate para la boda.

-Nunca conseguiras que me case con MakBlack,- escupió Isabella. –Ya estoy casada, no me importa lo que dice el rey. Además, ningun hombre de Dios obligaría a una mujer a casarse con un hombre sin su consentimiento.

La sonrisa de Emmett le dijo todo

- Él fue a buscarte.

-Tu lo has engañado.

Emmett se encogió de hombros. –No necesito al Padre Eleazar. MakBlack traera a su propio sacerdote. Si decís: sí o no no importa.

-El Padre Eleazar no va a permitir esto.

-El sacerdote se ha unido a los guardias de MakCullen en el calabozo. No me hace falta nunca estuvo de acuerdo conmigo - Hizo un gesto expansivo. –Estas en tu casa, te enviare comida y ahí hay un catre donde puedes descansar hasta que MakBlack venga por ti.

Se volvió para irse. -¡Espera!-, Exclamó Isabella. -¿Por qué me quiere MakBlack? No lo puedo entender.

-Yo tampoco. El quiere tus poderes. Estuvo de acuerdo en que me quedara con tu dote y las tierras si te entregaba a el. Si siguieras casada con MakCullen, con

el tiempo lo habría reclamado para sí mismo. A mi solo me importa que voy a librarme de ti.

Isabella trató de correr junto a él, pero cerró la puerta en sus narices. La golpeó sin éxito, luego se deslizó hasta el suelo, atragantarse con las lágrimas que le obstruian la garganta. ¿Cómo podría el rey hacerle eso?

Un pedazo de papel podia revocar su matrimonio, pero no pondría poner fin al amor que sentía por Edward. ¿Cómo pudohaber sido tan tontapara salir de Stonehaven? Si se hubiera quedado Edward no hubiera permitiro que anularan su matrimonio. Él habia tomado sus votos en serio cuando le había prometido a su padre que la protegeria.

¿Qué haria Edward cuando se enterara de la anulación? ¿Asaltar el castillo MakBlack? Sabia que esa fortaleza era inexpugnable.

Estaba perdida. Despojada. Y sin poder. Los espíritus ya no estaban con ella. Las lagrimas se derramaban de sus ojos mientras envíaba un mensaje mental a Edward que sabia jamas llegaria a su destino.

Edward merodeaba en su dormitorio como un animal enjaulado. Algo estaba mal. Una sensación de ardor en el estómago le advirtió del peligro. ¿Peligro para quién? ¿Sabía Isabella que le necesita? El gemido del viento entre los árboles le hizo una seña, y él se acercó a la ventana.

Temío estar loco cuando escuchó la voz de Isabella en el viento. El temor por su esposa se intensificó. ¿Cuánto tiempo tenía que esperar antes de que uno de sus hombres trajeran el recado de su llegada segura a Gairloch?

Exhalando un suspiro de frustración, salió de la habitación para unirse a sus hombres en la sala. Aunque Isabella se había ido hacia unas pocas horas, sentia que era una eternidad. Tal vez un juego de cartas o dados le distraeria…

Se detuvo, consciente de repente de la dirección que sus pensamientos habian tomado

¿Podría ser?

¿Amaba a Isabella?

Sus sentimientos por ella no eran la inocencia pura, la adoración que sentía por Juana la Doncella. Lo que sentía por Isabella no tenía nada de inocente ni puro. La deseaba con un ansia que casi le sobrepasaba.

No, él no podía permitirse amarla. La última cosa que quería era que sus poderes regresaran.

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AAAAAAAAAA PERO COMO DIJE ES PARA QUEMAR EN LEÑA VERA A MAKSWAN Y MAKCULLEN, ¿SERAN IDIOTAS O QUE?, COMO SE EMPECINAN EN HACER DAÑO A ISABELLA, !POR  DIOSSSSSSSS! EL REY ANULO EL MATRIMONIO DE EDWARD E ISABELLA QUE HORROR!!!!!!!!!!! ¿QUE HARA EDWARD AHORA?.

 

GRACIAS POR ACOMPAÑARME EN ESTA AVENTURA.

ACTUALIZACIONES UN CAPITULO DIARIO

BESITOS GUAPAS

Capítulo 14: TRECE Capítulo 16: QUINCE

 
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