UN AMOR DE LEYENDA (+18)

Autor: lololitas
Género: Aventura
Fecha Creación: 17/07/2013
Fecha Actualización: 17/11/2013
Finalizado: SI
Votos: 20
Comentarios: 53
Visitas: 54716
Capítulos: 20

"FANFIC FINALIZADO"

Gairloch, Highlands, 1432

Según la leyenda, una hada con poderes extraordinarios nacerá cada cierto tiempo en el clan MakSwan. Será sanadora con el conocimiento y la capacidad de ayudar a los demás, pero su fuerza y resistencia deberán ser probados por los obstáculos. Si sobrevive a las duras pruebas del fuego, el agua y la piedra, siempre sera bendecida por Dios.

El hada debe tener cuidado de no enamorarse, pues, si su amor no es correspondido, podría perder sus poderes. Mas si tuviera la suerte de encontrar a su verdadero amor y ser correspondida, sobrevivirá a cualquier problema y vivirá, junto a su amado, felices para siempre.

Así proclama la leyenda.

 

 


Basada en "El laird de Stonehaven" Conni Mason

 

Mi otro Fic

PRISIONERA DE GUERRA:

http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=3899&id_capitulo=0

 

 

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Capítulo 20: DIECINUEVE.

UNA DISCULPA HOY TUVE PROBLEMAS CON EL INTERNET POR ESO LA TARDANSA PERO AQUI ESTA, DISFRUTENLO,

 

EL CAPITULO FINAL

 

 

Edward despertó a la mañana siguiente en el mejor de los estados de ánimo. Él y Isabella había compartido una cena íntima junto a la chimenea en su dormitorio e hicieron el amor después. Reafirmando su compromiso a pesar de su incierto futuro.

Cuando Edward salio de la cama para prepararse para el día, no podía dejar de sonreír. Isabella le había hablado del bebé que estaba esperando. Su bebé. Su heredero.

Seguía sonriendo cuando entró en la sala un breve periodo de tiempo más tarde. Vio a Carlisle al lado de Esme en una mesa y optó por no molestarlos. En su lugar, se unió a Jasper.

- Buenos días-, saludó Jasper. –Tienes una mirada excesivamente feliz esta mañana. ¿Tenemos que dar las gracias a Isabella por eso?

Edward quería decirle a su primo sobre el bebé, pero decidió mejor no. El estado de su matrimonio y el destino del niño dependía de la buena voluntad del rey.

- Isabella es una mujer increíble-, dijo Edward. -No importa lo que el rey decida, nunca la abandonare. Ella es mía.

Jasper sonrió.

- No puedo culparte, Edward. Mi opinión de Isabella ha cambiado. Ella es suave y aMable y todos apreciamos sus habilidades de curación.

Edward estuvo totalmente de acuerdo se concentró en su avena y tartas, aunque deseba a estar todavía en la cama con su seductora esposa. Edward se llevaba la cuchara a la cuando Benjamin se precipitó en la sala.

- Fergus ha regresado de Hawick, -Edward se levanto desde su silla y Fergus entró en la sala.

- ¿Vienes de parte del rey?

- Sí, laird.- saco un documento doblado desde su sporran y se la entregó a Edward. Este tuvo que leer el mensaje que lleva el sello real dos veces antes de preguntar:

- ¿Por qué el rey viene a Stonehaven? ¿Cuánto tiempo le llevas de ventaja?

Fergus pasó el peso de un pie a otro, claramente incómodo.

- Dos días detrás de mí. En primer lugar, permítanme decir que no habrá guerra con el Inglés. MakSwan y MakBlack fueron los únicos terratenientes que se presentaron en Hawick para apoyar al rey. James se puso furioso se vio obligado a negociar con el Inglés más tiempo para pagar su rescate.

Edward gruñó.

- Eso todavía no me explica por qué James se acerca a Stonehaven. ¿Quiere mi dinero? ¿No ha dicho nada acerca de mi matrimonio?

- No habeis oído lo peor todavía-, dijo Fergus.

- Habla, hombre. ¿Debo temer la visita del rey?

- Sí. MakSwan y MakBlack acusan a tu mujer de brujería. El rey tiene la intención de investigar las acusaciones.

- Dios del cielo-, exclamó Edward. -¿El rey está llegando a investigar a mi esposa, a instancias de MakSwan y MakBlack? Los voy a matar.

- ¿A quien vas a matar?- Preguntó a Isabella mientras caminaba por el pasillo.- Oh-, exclamó cuando vio a Fergus. –Tu mensajero ha regresado. - Puso su mano en la de Edward. -¿Qué ha decidido acerca de nuestro matrimonio?

Edward guio a Isabella lejos de los demás.

- No es lo que esperabamos, amor.

- Dime.

Edward la llevó a una silla y le pidió que se sentara. Luego cayó de rodillas ante ella, con expresión muy preocupada.

- El rey viene a Stonehaven.

- ¿Para qué? ¿Qué pasa con la guerra?

- James negocio más tiempo para pagar su rescate, por lo que no habrá guerra.

- Hay algo mas-, dijo Isabella, recordando su sueño. Su visión le había advertido del peligro, y ahora estaba a punto de descubrir que era.

- No es facil de decir, pero que has sido traicionada.

Isabella se quedó helado.

- ¿Por quién?

- Tu hermano y MakBlack. Te han acusado de brujería. El Rey viene a investigar las acusaciones por sí mismo.

El color desaparecio de la cara de Isabella. Juntando las manos cerró los ojos y trató de ver su destino, pero seguia siendo un misterio para ella. ¿Era este perecer en el fuego? Los espíritus le habían dicho que Edward podía salvarla. ¿Cómo?

La preocupación arrugó la frente de Edward.

- No voy a permitir que nada malo te suceda, lo prometo.

- No prometas algo que no puedas cumplir-, susurró Isabella. –El rey se saldrá con la suya. -Sus manos revolotearon sobre su estómago, donde su bebé descansaba debajo de su corazón. ¿Viviria para ver la luz del día?

- Nuestro bebe va a sobrevivir-, dijo Edward ferozmente. -Ninguno de los dos perecerá. Confía en mí.

Isabella quería creer, pero la desesperación era una carga terrible. Mientras que se esforzaba por presentar una fachada de calma para no preocupar a Edward, se estaba muriendo por dentro.

- No te preocupes por mí, voy a estar bien-dijo.

- De hecho, hay cosas que debo hacer para preparar la visita del rey -admitió de mala gana. - Esme se quedara contigo.- La dejo haciendo una pausa para hablar con Esme, la vio palidecer antes de que se levantara y corriera a unirse a ella.

-Ah, muchacha, el laird me acaba de decir lo que Emmett y MakBlack te han acusado. Debés confiar en Dios y los espíritus que te salvarán.

-Me gustaría tener tu fe, Esme. Me habían advertido de los problemas, pero jamas pude interpretar mis sueños.

- Confia en tu marido, muchacha. No te abandorá.

- Confío en Edward, pero la palabra del rey es la ley. Si él decide que soy una bruja, voy a morir, y mi bebe conmigo.

Ese día se inició con un torbellino de actividad con el castillo preparado para la visita del rey. Las habitaciones se limpiaban y aireaban. Incluso los tapices fueron bajados y sacudidos, se colocaron juncos frescos en el piso. Cuando el heraldo del rey llegó dos días después de anunciar su Inminente llegada, todo estaba listo.

A excepción de Isabella. La idea de ver a Emmett y MakBlack de nuevo era una posibilidad escalofriante. En cuanto al rey, Isabella temía su visita.

El rey llegó con toda la pompa y la ceremonia acorde con su condicion. Le acompañaba un pequeño ejército de guardias, así como Emmett MakSwan y Donald MakBlack, sus principales acusadores. Edward esperaba a sus invitados en la parte inferior de las escaleras. Isabella estaba un poco detrás de él, con las rodillas temblando debajo de sus faldas.

- Bienvenido, su gracia-, dijo Edward, haciendo una reverencia.

El rey devolvió el saludo, pero su mirada estaba clavada en Isabella que se dejo caer en una reverencia. El rey, aunque algo bajo y fornido, era sin embargo una figura imponente con su cabello y barba de chivo. Había hecho algunas cosas buenas desde que asumió el trono. Había fundado, el Tribunal de Sesiones, y su reinado poco a poco empezaba con la restauración del respeto por la monarquía. También fue conocido por su determinación de acabar con la brujería en Escocia.

- Así que esa es la bruja-, dijo James.

- Perdón, señor,- respondió Edward. - Isabella no es una bruja. Ella es una curandera experta que ha demostrado su valía entre los miembros del clan en más de una ocasión. También es mi esposa.

Emmett MakSwan se acerco desde la parte trasera del grupo para expresar su protesta.

- No estoy de acuerdo, señor. Mi hermana no es la esposa de MakCullen. Su Gracia ha tenido a bien anular el matrimonio. Isabella ahora es mi responsabilidad.

El padre Eleazar se acercó al lado de Isabella, puesto para apoyarla.

- Respondo de la muchacha, señor. He conocido a Isabella durante toda su vida y ella no es una bruja ha sido bendecida por Dios.

- Ella me lanzo un hechizo que me hizo daño-, denunció Emmett.

- ¿Acaso ahora?-, Desafió Eleazar. - ¿Está usted diciendo que no puede funcionar como un hombre?

- ¡No!- nego Emmett. - Soy tan viril como cualquiera aquí.

- Ya basta de esto-, dijo el rey. –Solo yo puedo juzgar su culpabilidad o inocencia. Pero primero voy a comer y refrescarme. Terrateniente MakCullen, espero que mis hombres se sientan bienvenidos.

- Sí, señor-, dijo Edward. -Todo está listo para su visita.

- Bueno. Voy a interrogar a la mujer mañana. Mi viaje ha sido largo y agotador, voy a buscar mi cámara de forma inmediata.

Sam aparecio en el momento justo, haciendo una oferta del rey y su séquito que lo siguiera a sus cámaras. Emmett y MakBlack se mantuvieron atrás. Cuando Edward preguntó a Isabella si podia darles un espacio los fulmimo con la mirada y de mala gana se despidió.

- ¿Has preparado cámaras para nosotros? -preguntó Emmett. –Somos testigos importantes.

- Sus cámaras han sido preparadas-, dijo Edward a regañadientes - Aunque estoy seguro que son conscientes de que ninguno de ustedes son bienvenidos en mi casa. Tú, MakSwan, quieres la muerte de Isabella porque eso beneficiará tus arcas. Y tú, MakBlack, solo quieres explotarla para satisfacer tu codicia. - Sam volvió a entrar en la sala y Edward le hizo una seña. –Muestrale al Laird MakSwan a su habitación.

Cuando MakBlack empezó a seguirlos, Edward dijo:

- Quédate un momento, MakBlack. Me gustaría hablar en privado contigo

- ¿Qué es lo que tenéis que decirme que MakSwan no pueda oir?

- Supongo que MakSwan no sabe nada sobre el tesoro. Voy a hacerte una oferta si rehusas dar tu testimonio contra Isabella, no mencionare el tesoro al rey. Sabes que James va a querer su cuota. Incluso podría insistir en que pagaras el monto total de su rescate.

 

MakBlack maldijo.

- Ella te lo dijo.

- ¿Creías que no lo haría?

- La bruja te mintió. El tesoro es algo de poco valor.

- Isabella jamas mentiria-, replicó Edward. - ¡Es un hecho conocido que las arcas del rey están vacías!. Estoy seguro de que investigará si el tesoro existe antes de poner sus manos en él - Edward aventuró. -Piénselo bien, si te retractas de tus acusaciones contra Isabella, no le dire que tu riqueza a aumentado.

- A MakSwan no va a gustarle, teníamos un pacto. Él prometió que Isabella sería mía sí le dejaba su dote. La dote no me importaba, porque yo tenía una riqueza mucho mayor. Sin embargo, desde que tengo dinero, ya no necesito a la bruja. No se la daría ni a mi peor enemigo.

Edward ahogó una sonrisa. Amarraria navajas entre los dos para salvara a su esposa, estaba todavía tramando algo cuando el paje del rey interrumpió.

Edward recibió la orden de presentarse en la cámara de James. Se apresuró a responder el llamado del rey. Hizo una reverencia ante su monarca, pero no fue invitado a sentarse.

- Laird Edward, no estoy nada satisfecho por su carta. Nadie, ni hombre ni mujer, dicta los términos al Rey de Escocia.

- Perdóneme, señor, pero estaba desesperado. Usted puso fin a mi matrimonio con la mujer que amo, y yo, solo buscaba una manera de revertir el decreto.

- ¿Sabes por qué anule ese matrimonio, no?

- Sí. Debido a que no pude asistir a Inverness, MakSwan y MakBlack sugirieron que me castigases, poniendo fin a mi matrimonio con Isabella. Si lo recuerda, señor, de haber estado ahí habría sido ejecutado junto con otros cinco montañeses acusados de traición. Tuvimos una inundación que nos impidio la partida.

James frunció el ceño.

- Fue un error. Envié a los terratenientes a casa.

- Demasiado tarde para salvar a los cinco que murieron. ¿Y por qué razón? No se nada de intrigas, ni he deseado jamas su corona.

James levantó la mano.

- No estoy aquí para revisar las decisiones del pasado, ya sea buenas o malas. Estoy aquí para interrogar y juzgar a una mujer acusada de brujería.

- Isabella es inocente.

- Me dijeron que negarias los cargos. MakSwan me advirtió que mentirias para mantener la dote de la chica.

- Al diablo con la dote-, Criticó Edward. –No la quiero.

- Sin embargo, la ley establece que la dote de una mujer pertenece a su marido por matrimonio.

- Voy a renunciar a ella. MakSwan puede mantenerla. Hizo una pausa y espetó: - Isabella esta embarazada.

James se acarició la barba.

- Un hijo. Eso complica las cosas. Me has dado mucho en que pensar. Puedes irte ahora -, dijo con desdén. -Buenas noches, Laird MakCullen.

Edward hizo una reverencia y se marchó. No regresó a la sala sino que fue directamente a su habitacion. Se encontró con Isabella sentada sobre un banco frente a la chimenea, mirando con tristeza hacia las llamas. No se molestó en mirar hacia arriba cuando entró.

Él se sentó en el banco a su lado y le cogió las manos frías entre las suyas.

- Acabo de hablar con el rey.

Ella lo miró, sus ojos se llenaron de tristeza.

- Este es el final -, susurró.

- ¡No!- Denegación de Edward. -Este es el principio.

La levanto abrazándola, besándola, necesitando desesperadamente probarle que no dejaría que nadie le hiciera daño. Quizo suavizar las líneas de preocupación de su frente, para hacerle olvidar la razón detrás de la visita del rey, aunque sólo fuera por esa noche. Isabella deslizo las manos alrededor de su cuello besandolo con fervor que dejo pocas dudas de lo que deseaba.

- Hazme olvidar, Edward,- susurró contra sus labios - Esta podría ser la última vez que estemos juntos.

- No, muchacha, siempre vamos a estar juntos. No lo dudes. – Levantandola en sus brazos, la llevó a la cama, la desnudó lentamente, adorándola con la mirada y luego con sus manos y la boca cuando desnudó su cuerpo. Con ternura, besó su estómago, donde su bebé crecia, y luego regresó a la boca.

Isabella sentía en ese momento el placer sustituia al miedo. El mañana no existía. Solo ese hombre y su amor. Isabella se estremeció cuando tomo sus pechos exuberantes en sus manos, luego los llevó a la boca y chupó los pezones, primero uno y luego el otro.

-Tu ropa-, murmuró. -quiero sentir tu piel desnuda contra la mía, me calienta con su calor y vitalidad. Nunca he sentido tanto frío en mi vida.

Le susurró palabras de cariño mientras se despojaba de su camisa y las botas, regresando a ella en cuestión de segundos.

- Te amo, Isabella, -le susurró al oído.

Toco su centro húmedo con el pulgar, frotando el hinchado capullo de su feminidad, hasta que se arqueó y gritó. Sus rizos sedosos estaban húmedos con su esencia.

Sus dedos se deslizó entre los labios de su sexo.La acarició suavemente, reduciendo así el rocío de su cuerpo. Luego deslizó dos dedos profundamente dentro de ella, sacando su placer.

- Por favor, Edward, te necesito dentro de mí.

Cuando Edward continuó su dulce tortura, Isabella tomó el control. Metiendo las manos a un lado, se levantó sobre sus rodillas y se coloco encima de él. Luego, lentamente, sensualmente, tomó la cabeza de su sexo, apretó suavemente llevandolo hacia su húmedo interior.

Comenzaron a moverse al mismo tiempo. Sus cuerpos, estallaron en un orgasmo culminante. Echando la cabeza atrás, gritó su alegría mientras sus músculos se convulsionaban a su alrededor. Edward se mantuvo bajo control hasta que llegó a la cresta. Entonces se lanzo sobre ella llevándola a otro orgasmo al mismo tiempo, derramando su semilla en ella.

Poco a poco su corazón se desaceleró y su respiración volvió a la normalidad. Isabella se dejó caer encima de él, con la cabeza apoyada en su pecho.

Suavemente Edward la tomo en sus brazos. Isabella suspiró feliz. Durante unos minutos, había creído que nadie podía tocarla, que Edward la mantendría a salvo. Pero lo cierto era que el rey había viajado a Stonehaven para condenarla y castigarla. Peor aún, ella temia que los miembros del clan de Greame hablaran contra ella.

Como si sintiera sus pensamientos, los brazos de Edward se tensaron alrededor de ella.

- Nada malo va a pasar, amor. Eres mía, y voy a cuidar de ti.

Dado que el rey estaba cenando en su habitación, Isabella y Edward tomaron la comida en la intimidad de su habitación. Después, volvieron a la cama y se amaron toda la noche.

El juicio de Isabella comenzó a la mañana siguiente. El salon se desbordaba en miembros del clan de la aldea y su entorno.

El rey se sentó en la silla del laird. Edward estaba sentado a un lado de él y Emmett MakSwan por el otro. MakBlack en una silla al lado de Emmett. Isabella se sentó delante del rey en un taburete, mirandolo vulnerable y asustada. Todos los demás de pie.

- Vamos a empezar-, dijo el rey, agitando la mano para llamar a la calma. Un silencio cayó sobre la sala. -¿Quién trae los cargos en contra de la supuesta bruja?

- Yo-, dijo Emmett. -Yo vivía con Isabella en Gairloch y la vi lanzar hechizos con mis propios ojos. No hay duda en mi mente que ella usa las prácticas de brujería.

- ¿Qué tipo de hechizos?- preguntó el rey, inclinándose hacia adelante.

- Ella habla con espíritus. Isabella usa la magia negra para convocar a las fuerzas del mal. Ve las cosas antes de que sucedan. –su voz bajo hasta convertirse en un susurro. - He visto sus poderes mágicos.

La mirada del rey se fijo en Isabella.

- ¿Qué es lo que tienes que decir en tu defensa, Isabella MakSwan? Tu hermano trae graves cargos en tu contra.

- Yo no soy una bruja, señor. Seguramente no soy la única escocesa que pretende ser nada más que una sanadora.

- Sí, es cierto,- hablo una mujer.

- ¿Quién habla?-, Preguntó el rey James. -Un paso adelante.

- Soy Mab, Su Excelencia-, dijo Mab, sumergiendo y haciendo una reverencia – la Señora Isabella usó sus habilidades para traeer a mi hijo al mundo. Si no hubiera sido por ella él no hubiera vivido para ver la luz del día.

- Yo soy el confesor de Isabella, señor,- dijo el Padre Eleazar arriba. -Ella es dulce y buena y una verdadera hija de Dios.

- ¡La mujer es una bruja, no lo dudo!- Empujado a la gente a un lado Siobham llego hasta el rey. –El retoño de Mab nació muerto y la bruja le dio vida.

- ¡Silencio!-, Ordenó el rey. -¿Quién eres tú?

- Siobham, la partera.

- ¿Alguien más quiere acusar a Isabella MakSwan?- su mirada cayó sobre MakBlack. - ¿Y tú, Donald MakBlack? Tenías cargos suficientes contra la muchacha.

MakBlack miró a Edward, y rápidamente desvió la mirada.

Edward le devolvió la mirada, una advertencia inherente.

- Quizá me equivoqué-, murmuró MakBlack.

- ¡Qué!- Rugió Emmett. – ¿Eres tonto? La has visto, Isabella atrajo a un rayo desde el cielo.

- Quizá me equivoqué. Quizá el relámpago llegó de forma natural con la tormenta-, murmuró MakBlack.

- ¿Qué dices a eso, Isabella MakSwan?-, Preguntó el rey.

- Yo estaba tratando de escapar de MakBlack durante una tormenta feroz. Emmett me engañó para que visitara Gairloch. Él me tuvo prisionera allí hasta MakBlack viniera por mí.

 

- ¿Con qué propósito?

Edward había explicado a Isabella que no debia hablar del tesoro a menos MakBlack testificara en su contra, por lo que Isabella le dio otra versión de la historia.

- Emmett me había prometido a MakBlack ante de que mi padre muriera. Pero el no lo permitio y me caso con Edward en su lugar. Cuando se dio la anulación de mi matrimonio MakBlack solicitó de nuevo casarse conmigo. Él sabía que yo no estaria de acuerdo, así que él y Emmett inventaron una historia para llevarme a Gairloch bajo falsos pretextos. Cuando MakBlack llegó, me llevó a su fortaleza.

- Te fuiste con MakBlack con bastante facilidad-, denunció Emmett.

- No tenía otra opción. Me dijiste que matarías a la escolta de Edward si me negaba.

- ¿Es eso cierto, Emmett MakSwan?-, Preguntó el rey.

- Isabella lo mal entendio,- nego Emmett. -¿Qué tiene esto que ver con que mi hermana es una bruja?

- Emmett no quiere entregar mi dote-, continuó Isabella desafiante. -Él nunca renunciaria a ella a favor de Edward. MakBlack le prometió que podria guardarla si me casaba con él.

La mirada perpleja del rey se detuvo en MakBlack.

- ¿Amas a Isabella MakSwan?

- Él no la ama-, Gritó Edward. -Yo la amo.

- Estoy seguro de MakBlack pueden hablar por sí mismo.

- Er... Yo no amo a Isabella MakSwan. –lamió la humedad repentina de sus labios secos. -Yo... solo planeaba explotar sus poderes.

- ¿De qué manera?

- Yo... er... la quería por su habilidad para predecir el futuro - mintió. -Ser consciente de los planes de mis enemigos sería una gran bendición.

- Ah, ya veo. ¿Retiraras tus cargos?

- Las acusaciones son falsas-, argumentó Edward. –Escucheme, señor. Emmett MakSwan es un alborotador. Él desprecia a Isabella porque su padre la preferia. Charly MakSwan dejó Isabella una cuantiosa dote y Emmett codicia sus riquezas y tierras. La codicia es lo que lo impulsa a levantar cargos.

- Le hice una pregunta-, dijo James, silenciando Edward con una mirada. -Habla, Donald MakBlack. ¿Vas a retirar tus cargos?

- ¡No!-, Gritó Emmett, saltando de su silla. –retira los cargos y terminamos con nuestra amistad!

- ¡Siéntate!- Ordenó a James, señalando con el dedo a Emmett. -Me gustaría oír lo que MackKay tiene que decir.

- Yo... Puedo haber estado equivocado, señor -, balbuceó MakBlack. –No vi nada que indique que Isabella MakSwan practicaba la brujería. El odio de Emmett provoco rumores infundados. Sí, señor. Revoco los cargos.

- ¡Traidor!- acuso Emmett. - Siempre he odiado a Isabella. Ella era muy querida por nuestros hermanos por sus habilidades curativas mientras que yo era despreciado. Pero yo no miento. Todo lo que dije acerca de los espíritus y los hechizos mágicos es la verdad de Dios.

- ¿Quién habla en defensa de Isabella MakSwan?

Varias personas dieron un paso adelante.

- Ella curó mis quemaduras-, dijo uno.

- Ella me salvó la extremidad cuando casi me la cortó un hacha.

- Ella preparó infusiones calmantes para curar la tos de mi hijo.

- Ella prepara hierbas para curar mi dolor de cabeza.

- Ella facilitó mi trabajo cuando di a luz a mi bebe.

Y así fue. Por último, el rey hizo un:

-¡Basta! ¿Quién además de Emmett MakSwan y Siobham tiene una palabra en contra de la bruja?

Un profundo silencio cayó sobre la sala.

- ¿Que dices en tu defensa, Isabella MakSwan?

Las lágrimas nublablan la vision de Isabella. Tenía la confianza de los miembros del clan de Edward. No esperaba este tipo demostración de amor y respeto. Nadie la condenó, más que Siobham y Emmett, su propio hermano.

- ¿Has oído hablar de la profecía MakSwan, señor?

James entrecerró los ojos como si tratara de recordar algo. Sacudió la cabeza.

- No, pero debes recordar que pasé muchos, muchos, años en Inglaterra. ¿La profecía de la que usted habla es un mito, no?

- No, señor, No es un mito. Yo estaba destinada a convertirme en una curandera y fui dotada por Dios con ciertos poderes. Algunos me llaman Mujer País de las Hadas, otros no son tan generosos.

- ¿Renuncias a Dios, Isabella MakSwan?- preguntó James, apoyándose hacia adelante.

- No, señor. Todo lo que soy es obra de Dios.

James se echó hacia atrás, con los dedos debajo de su barbilla.

- ¿Que dices tu, Edward MakCullen?

- Conoceis mis sentimientos, señor. Isabella es buena y cariñosa; nada malo hay en ella. Le ruego que restaure nuestro matrimonio. Isabella lleva mi hijo y heredero.

- Hmmm-, dijo James, tocando la barbilla. -Quizá he actuado precipitadamente. Estaba muy molesto cuando no te presentaste en Inverness según lo ordenado, y deje que MakSwan y MakBlack intrigaran en contra de tu matrimonio.

- Yo nunca lo e traicionado, señor. Si usted recuerda, he luchado contra los ingleses en suelo francés. Yo era la guardia personal de Juana de Arco. Mi clan ha sido y será siempre fiel a nuestro rey.

- ¿Por qué debo creerte?

Edward se levantó y bajó a la rodilla.

- Ante mi clan y Dios, presento la renovación de los votos de fidelidad a mi padre juró al tuyo.

James parecía impresionado. Tomó de Edward de los hombros y lo levantó.

- A causa de la codicia de otros hombres pensaba ejecutar un súbdito fiel. Gracias a Dios por la inundación que impidió lleguaras a Inverness para tu ejecución. Quiza actue de manera imprudente, pero los rumores de sedición entre los montañeses me provocaron una gran angustia.

- Ni yo ni mis hermanos de clan lo traicionaremos.

- Lo se.

- ¿Y Isabella? Ella lleva a mi hijo. Mi vida no estaria completa sin ella.

- Ven hacia aquí, Isabella MakSwan.

Isabella se levantó y se acercó al rey con las piernas temblorosas.

- ¿Deseas permanecer casada con Edward MakCullen?

Isabella sonrió.

- Sí, con todo mi corazón, señor. Él es mi vida.

- ¿Niega todas las acusaciones de brujería?

- Lo hago.

- ¿Amas a Dios y prometéis a obedecer sus mandamientos?

- Siempre lo he hecho, señor.

James hizo una seña a su secretario.

- Sir Raymond, prepare un documento que restaure la unión de Isabella MakSwan con Edward MakCullen. Le pondre mi sello cuanto este lista.

Isabella se dejó caer de rodillas y agarró la mano del rey.

- Gracias, señor. Voy a nombrar a mi hijo James en su honor.

- James Charly,- modifico Edward. -Me gustaría honrar al padre de Isabella por haberla dado a mí.

- Por lo tanto, debe ser-, dijo James, escondiendo una sonrisa detrás de su mano.

- ¡Señor, protesto!-, Dijo Emmett. - Habeis cometido un gran error.

- Vuelve a tu casa, Emmett MakSwan, y con mucho gusto no te impondre un castigo por tratar de mantener la dote de tu hermana para ti mismo. Si no liberas la dote sufriras las consecuencias…

- Y tú, MakBlack-, continuó James. –Son culpables de hacer falsas acusaciones, a pesar rescindir ahora. Vuelve a tu fortaleza y no quiero escuchar mas hablas de problemas entre MakBlacks y MakCullens.

- Sí, señor, muchas gracias, señor-, dijo MakBlack, ansioso de escapar de la ira del rey.

El rey se levantó y agitó su mano con desdén.

- Todos ustedes pueden regresar a sus hogares.

Edward le tendió la mano a Isabella, y ella se dirigió hacia él. Estaban a tan solo dos pasos cuando las campanas de alarma resonaron en su interior. Se dio la vuelta, en busca de la fuente de peligro. Un grito quedo atrapado en su garganta cuando vio a Siobham con los ojos salvajes corriendo hacia ella, con una daga en la mano.

Isabella sentía las piernas como si fueran a hechar raíces en el suelo. Echó un vistazo a Edward y vio que su atención se había desviado momentáneamente, estaba acercandose para ver que era lo que James estaba diciendo. No había nadie más lo suficientemente cerca para detener a Siobham. Los guardias estaban ocupados anunciando la gente de la sala, y los guardias de Edwardse dirigían a las mesas apiladas con alimentos y bebidas.

El grito enloquecido de Siobham hizo lo que Isabella no había podido hacer. Llamó la atención de todos hacia ella y lo que estaba pasando, pero no albergaba muchas esperanzas de poder llegar a tiempo para prevenir su muerte.

-¡Muere, bruja!- gritó Siobham. -Que el diablo se lleve tu alma con él- Isabella escucho a Edward llamarla por su nombre. Siobham estaba casi encima de ella, Isabella no sabía qué camino tomar para escapar, y Edward estaba todavía demasiado lejos para ayudarla.

Entonces sucedió algo extraño. Siobham estaba solo a unos pasos cuando se tropezó con un obstáculo invisible. Isabella la observaba con mórbida fascinación cuando Siobham se estrelló contra el suelo. Edward llego a Isabella poco después, abrazandola contra su pecho. Ella oculto la cara contra el tratando de controlar su temblor.

El padre Eleazar se arrodilló junto a Siobham. Entonces apresuradamente se persignó y meneó la cabeza.

- Siobham está muerta. Dios la tenga en su gloria.

Isabella se salió de los brazos de Edward.

- ¿Cómo murió?

- Cayo contra su propia daga, muchacha-, explicó el padre Eleazar. –El cuchillo se incrustó en su corazón. Murió en el acto.

-He visto su caída y todavía no entiendo cómo pasó- dijo el rey dijo que se unió a ellos. Su mirada paso de Siobham a Isabella una y otra vez –No quiero saber mas. Tomen el cuerpo y llevenselo de inmediato.

- Me encargare de ello-, dijo el padre Eleazar.

Isabella se sentía completamente agotada. No podía creer que todo había terminado por fin. Los miembros del clan de Edward no se habían vuelto contra ella, el rey había declarado su inocencia y los espíritus todavía la protegian.

- Laird MakCullen-, llamo el rey, haciendo señas a Edward. Con Isabella a su lado, Edward se acercó al rey.

- Sí, señor. ¿Cuál es tu deseo?

- Tengo la intención de salir inmediatamente a Edimburgo. He perdido mucho tiempo aquí. Ya he instruido a mi séquito para preparar la salida. He estado fuera mucho tiempo, y mi esposa espera ansiosa mi regreso.

- Le deseo buena suerte, señor-, dijo Edward. –Tome lo que necesite de las provisiones para su viaje.

El rey James asintió con la cabeza.

- Así lo haré.- Se volvió a Isabella. –Que su hijo llegue sano y tenga una vida larga. Avisenme cuando nazca y sere su padrino.

- Nos hace un gran honor, señor-, dijo Isabella, dejándose caer en una reverencia.

- ¡Es lo mínimo que puedo hacer por lo que ha tenido que pasar!- buscó su rostro, sus ojos se estrecharon en la especulación. -Todavía no logro comprender cómo llegó Siobham a tan triste final. ¿Hay algo que usted quiera decirme?

- Estoy tan sorprendido como usted, señor-, respondió Isabella, era la verdad. Alguno de los espíritus intervino para salvarla? No era algo que podía compartir con el rey.

- Bueno, entonces… -James saludó alegremente: -Veo que mis hombres están listos y por lo tanto tengo que partir.

- Si alguna vez tienen necesidad de los MakCullen, señor, solo tiene que llamarnos. Estaremos siempre dispuestos a defender a nuestro rey y su país.

Isabella y Edward se quedaron en las escaleras hasta que el rey y sus acompañantes atravesaron la puerta. Luego regresaron al castillo y subieron las escaleras hacia la habitacion principal.

Cuando llegaron al piso superior, Edward tomo a Isabella en sus brazos y la llevó a su dormitorio. Se aferró a élla con una necesidad desesperada. Si su hermano se hubiera salido con la suya, ella y Edward habrian sido separados para

 

siempre. Peor aún, ella habría sido declarada culpable de brujería y quemada en la hoguera.

- Se acabó amor-, dijo Edward dejando a Isabella en la cama e instalandose a su lado -Nadie va a hacerte daño.

- Hiciste algo para lograr que MakBlack se retractara ante el rey- reflexiono Isabella

- Sí. Negocié con MakBlack por tu vida. Hice un trato con el.

- ¿Qué clase de trato?

- Simplemente le dije que no le diria al rey sobre su tesoro si se retractara de los cargos en tu contra. Él sabía que el rey decomisaria gran parte de su riqueza si estaba consciente de su existencia.

- ¡Es una vergüenza que MakBlack se quede con todo el tesoro para si mismo cuando el rey está tan desesperado por dinero!.

Edward sonrió.

- Me parece que el tesoro no sera un secreto por mucho tiempo. Los siervos de MakBlack deben saber sobre él, y los rumores llegarán pronto al rey. Olvídate de MakBlack y tu malvado hermano, muchacha. Nunca tendras que preocuparte por ellos otra vez.

Isabella le envió una mirada cautelosa.

- ¿No me impediras usar mis habilidades de curación?

- No podria hacerlo mas de lo que puedo evitar que caiga la lluvia. En cuanto a las voces que oyes y los espíritus que te visitan, no me opondre aunque estare al pendiente de ello. Estoy de acuerdo con el padre Eleazar. Estas bendecida por Dios... y eres mía.

Isabella lanzó un suspiro.

- Siempre he sido tuya, Edward.

- Lo sé. Has dicho que me viste en tus sueños. Dime cómo fue Ella se acurrucó contra él.

- Viniste a mi desnudo- le confio -A pesar de que lo hiciste muchas veces, solo pude ver tu rostro la noche antes de tu llegada a Gairloch. Incluso entonces no sabía cual era tu identidad.

- ¿Desnudo?- dijo Edward, claramente intrigado.

- Sí, tú eras mi amante fantasma. Sentía tu cuerpo contra el mío, tu calor y tu virilidad. Me dijeron que eras mi futuro y nunca lo dudé. Pero yo sabía que no podria amarte.

- Pero lo hiciste.

- Oh, sí, ciertamente, lo hice... hago.- levantó la cara para recibir su beso. Un beso llevó a otro y pronto estaban arrancandose la ropa. Edward la tenía debajo de el en la cama, pero vaciló.

- Estás cansada, muchacha. Has experimentado una situación desagradable debesdescansar deben.

- Voy a descansar después. Necesito que me ames. Nunca lo he necesitado más en mi vida. Me estremezco al pensar en lo cerca que estuvimos de separarnos para siempre.

Su boca reclamo la de ella, pero sus besos no demandaban. Se posaron con ternura sobre los uyos con la ligereza de las alas de una mariposa. Sus labios se abrieron algolpe sensual de su lengua. Su mano se movió sobre su pecho, sosteniendo su peso sobre ella, masajeando el pezón distendido con la palma de la mano.

Su boca se cerró sobre este la lengua le acariciaba el pezón. Ella gimió cuando un meloso calor se extendio atraves de su cuerpo. La urgencia se apoderó de ella, y abrio las piernas a la espera de su verga en su interior. En su lugar el bajo la cabeza atraves de su cuerpo besandola íntimamente en la union de sus muslos.

Ella ondulada sensualmente, sus gritos llenaban la cámara. Vencida por las emociones turbulentas, se quedó sin aliento con la respiración entrecortada, con los dedos arrugo la ropa de cama, cuando el placer corrio atraves de su cuerpo. Luego explotó, luchando contra la dicha que colMaba sus sentidos.

- Te amo, Isabella-, dijo Edward desplazandose hacia arriba y llenandola de el. Más allá de un discurso, Isabella deja a su cuerpo hablar por ella. Enredo sus piernas alrededor de su cintura, levantó las caderas para encontrarse con su empuje. Cuando la llevo a su punto culminante ella gritó sollozos de éxtasis. Luego sintió que su cuerpo se convulsionaba en un enorme estremecimiento, y supo que

el le habia correspondido con la misma intensidad. Momentos después se desplomó contra ella, respirando sobre su oído. Entonces, como si repentinamente fuese consciente del bebé que llevaba, se levantó haciendose a un lado y mirandola con temor, su expresión era ansiosa.

- ¿Te he hecho daño, mi amor?- la atrajo a sus brazos.

- Nunca me harías daño, Edward. El bebe y yo estamos bien. Te prometo que Charly James llegara a este mundo sano y fuerte.

 

 

Charly James nació seis meses más tarde, sano y salvo como Isabella había predicho. Una gran celebración estaba prevista en honor de su nacimiento.

Cuando al rey se le notificó, él y su reina informaron que viajarian a Stonehaven para el bautismo. Durante la celebración de este que fue de una semana de duración, Carlisle y Esme anunciaron suintención de casarse. Cuando el rey sugirio que se casaran antes de regresar a Edimburgo, una ceremonia improvisada fue oficiada por el Padre Eleazar.

La noche después de la salida del rey, Edward y Isabella hicieron el amor por primera vez desde el nacimiento de su hijo.

Después, cuando ella dormía en los brazos de Edward, soño con la muerte del rey… y se desperto gritando. Edward estuvo a su lado tranquilizandola hasta que estuvo lo suficientemente calmada como para explicarle su sueño.

- Vi la muerte del rey-, susurró.

Edward se sobresaltó violentamente.

- ¿Morira de causas naturales?

Isabella negó con la cabeza.

- No. El rey morirá a manos de conspiradores que aspiran a ganar el trono.

- ¿Quiénes son los conspiradores?

- No los vi. Vi su asesinato, pero solo eso. No se cuando o como se va a producir. Podría suceder mañana, el próximo año o los que sigan.

- Sin embargo, debo advertirle.

Isabella negó con la cabeza.

- No, mi amor. Es la suerte del rey. No nos corresponde interferir. -Hizo una pausa. -Eso no es todo. También vi la muerte de MakBlack, gracias a la maldición. Su final no sera bonito.

Edward se estremeció y la mantuvo cerca.

- ¿Qué pasa con nuestro futuro, muchacha?

Ella sonrió con aire soñador.

- Nosotros estamos destinados a estar juntos para siempre. Habra más niños y años de paz y prosperidad en nuestro futuro. Vamos a amarnos hasta el final de nuestros días y más allá.

- Y así lo haremos- estuvo de acuerdo Edward. -Hasta el final de nuestros días y más allá.

Y así fue.

 

 

FIN

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SE ACABOOOOOOOOO! QUE TRISTESA SIENTO, :( ESTE ES EL FINAL DE LA LEYENDA. GRACIAS A TODAS POR ACOMPAÑARME A LO LARGO DEL CAMINO.

ESPERO ME ACOMPAÑEN EN LAS OTRAS DOS AVENTURAS QUE ESPERO ENPRENDER. "CALAMITOSA" Y "EL DIABLO", ESPERO QUE PRONTO LAS ACTIVEN

HASTA ENTONCES. BESITOS GUPAS.

Capítulo 19: DIECIOCHO

 
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