UN AMOR DE LEYENDA (+18)

Autor: lololitas
Género: Aventura
Fecha Creación: 17/07/2013
Fecha Actualización: 17/11/2013
Finalizado: SI
Votos: 20
Comentarios: 53
Visitas: 54711
Capítulos: 20

"FANFIC FINALIZADO"

Gairloch, Highlands, 1432

Según la leyenda, una hada con poderes extraordinarios nacerá cada cierto tiempo en el clan MakSwan. Será sanadora con el conocimiento y la capacidad de ayudar a los demás, pero su fuerza y resistencia deberán ser probados por los obstáculos. Si sobrevive a las duras pruebas del fuego, el agua y la piedra, siempre sera bendecida por Dios.

El hada debe tener cuidado de no enamorarse, pues, si su amor no es correspondido, podría perder sus poderes. Mas si tuviera la suerte de encontrar a su verdadero amor y ser correspondida, sobrevivirá a cualquier problema y vivirá, junto a su amado, felices para siempre.

Así proclama la leyenda.

 

 


Basada en "El laird de Stonehaven" Conni Mason

 

Mi otro Fic

PRISIONERA DE GUERRA:

http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=3899&id_capitulo=0

 

 

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Capítulo 9: OCHO

Esme estaba ayudando a Isabella a prepararse para la cama esa noche, mientras Edward se paseaba por el dormitorio. Con un gesto de impaciencia despidió a la mujer y cogió el cepillo que había descartado.

Entonces, para consternación de Isabella, comenzó a cepillar su cabello rubio, con movimientos largos y continuos.

- No tienes que hacer eso- dijo.

- Quiero hacerlo. Tu cabello es como la seda, y me encanta sentirlo entre mis dedos.

- Si estas tratando de seducirme, olvidalo - dijo Isabella. –Hicimos lo que había que hacer para frustrar a Emmett, pero no veo ninguna razón para compartir una cama ahora que la cosa está hecha.

- ¿No?- respondió Edward en tono de burla. -Estás loca si crees que me puedes negar tu cuerpo después de haberme concedido una muestra de tu pasión.

- La intimidad es mala si el amor está involucrado- dijo Isabella en voz baja.

- Lo único malo es tu creencia de que el amor es necesario para disfrutar del lecho matrimonial. A menos-dijo él, bajando la voz a un ronroneo seductor – que te hayas enamorado de mí.

- Idiota engreído- murmuró Isabella, arrancando el cabello de su mano. -¿Estás aquí por una razón en particular?

- Sí, quiero hacer el amor con mi esposa.

Un golpe en la puerta anticipó la respuesta de Isabella. Edward maldiciendo se dirigió a la puerta y la abrió. Su expresión era tan feroz que Jasper se echó hacia atrás en estado de alarma.

- ¿Qué pasa?- Gruñó Edward.

- Pense que estarias solo y… hay problemas.

Inmediatamente alerta, Edward preguntó:

- ¿Qué tipo de problemas?

-Rateros. Se abalanzaron desde las colinas y robaron algunas de nuestras ovejas.

- ¿Los identificaron?

- Estaba demasiado oscuro, pero uno de los muchachos cree que eran MakBlacks.

Edward soltó otra maldición.

- Esperame abajo- se dirigió a Isabella. -Me tengo que ir- dijo. –No me esperes despierta.

- Edward- la miró a su vez. -Ten cuidado.

- ¿Eso significa que te importa lo que me pase?

Isabella le miró a los ojos sin pestañear.

- Por supuesto. Como me importan las personas que enfrentan una situación peligrosa.

Sonriendo, Edward se acercó a ella y poniendo sus dedos en el pelo, levantó su rostro hacia él y le dio un beso rápido. Luego se fue.

Isabella tocó sus labios, aturdida. Era obvio que Edward estaba tratando de seducirla, aunque su razón para hacerlo era desatinada. Quería que ella lo amara, incluso si no podía el amarla.

Antes de retirarse de la noche, Isabella pasó mucho tiempo de rodillas implorando a Dios y los espíritus que protegieran a Edward y sus hombres. Finalmente, se metió en la cama. Estaba cansada y se deslizó con rapidez en un sueño intranquilo.

Tan pronto como el sueño la reclamó empezó a soñar. Era un sueño que había tenido antes, pero más aterrador de lo que recordaba. Estaba rodeada por el fuego. Con el pelo chamuscado. El calor era insoportable.

A través de la cortina de las llamas vio a la gente mirando de reojo, sus expresiones extasiados con la alegría profana. Sus voces se elevaron fuertes y agudos por encima del sonido de sus gritos.

- ¡Quemen a la bruja!

Edward subio penosamente por las escaleras hasta su dormitorio, estaba tan cansado que apenas si podia moverse. La persecución había obtenido beneficios, ya que habían encontrado a las ovejas, aunque no a los rateros.

Afortunadamente, había sido alertado a tiempo lo que hizo posible para él y sus parientes localizar las ovejas antes de que hubieran sido llevadas a las colinas, donde se habrían perdido para siempre.

Donald MakBlack, y su clan había sido una espina desde que podía recordar. Edward estaba caminando a lo largo de la galería cuando escucho a Isabella gritar. Su cansancio se desvaneció como si nunca hubiera existido.

Con el corazón palpitante de miedo, corrió hacia su dormitorio, dispuesto a rescatarla de quien fuera. Agradecido de estar armado aun, derribo la puerta. Encontró Isabella sentada en la cama gritando.

Aturdido, miró alrededor de la habitacion en busca de algún peligro oculto. No encontro nada que pudiera provocar temor a Isabella, dejó caer la espada y se acercó a la cama.

Isabella seguía gritando, su cuerpo delgado temblaba como una hoja al viento. La tomo por los hombros y le dio una sacudida.

- Isabella! ¿Qué pasa? ¿Han tratado de hacerte daño? - Isabella se le quedó mirando con ojos vacíos. La sacudió de nuevo. -Mírame, cariño. Soy Edward. No permitire que nadie te haga daño.

Isabella comenzó a llorar y parecía no reconocerlo. Se sentó en la cama.

-Fuego- gimió Isabella. -Me estoy quemando.

Pensando que podría estar enferma, le tocó la frente y se encontró que estaba fria al tacto. -No, no estás ardiendo, cariño. Estas soñando. ¿Me puedes decir que?

Isabella parpadeó.

- No quiero soñar, Edward. Ayúdame.

El corazon de Edward dio un vuelco. ¿Si hubiera sido una pesadilla de Isabella una premonición de su futuro? La idea era demasiado difícil de contemplar, y en silencio reiteró su compromiso de protegerla de aquellos que deseaban su daño.

- No te vas a quemar, muchacha. No voy a permitir que eso suceda.

Ella se apretó en el refugio cálido de su cuerpo.

- Mis sueños son predicciones del futuro.

- No éste. Tienes mi garantía de que nadie te hará daño. -bajando la cabeza, cubrio su boca en un beso que tenía la intención de tranquilizar y consolar. Isabella se apoyó en él, respirando su esencia masculina con toques de la noche aire y humo de leña.

Su gusto sensual la hizo anhela más. Un amor, sin nombre, lleno su interior, pero el temor de perder sus poderes le hizo interrumpir el beso y mirar hacia él. Los planos ángulos de su cara fueron duramente delineados.

Sus fosas nasales con la respiración profunda mientras descansaban las manos sobre su pecho. La pasión se enciendio como una llama, poco a poco quemando su dudas y dejando a un anhelo vivo en su lugar. Pero aún así luchó contra sus sentimientos crecientes, negando el deseo de su corazón. Trato de retirarse.

Él gimió y con una maldición tiró de ella en sus brazos. Su cuerpo estaba rígido. Apretó los muslos con fuerza contra ella, y sintió que su sexo se hinchaba.

- Dejame ayudarte esta noche, Isabella. No trates de apartarme. Deja que te ayude a olvidar.

Miró su hermoso rostro, oscuro, malvado y peligroso como el pecado. Lo necesitaba, pero admitirlo sería equivalente a renunciar a sus poderes.

- Amame, Isabella- susurró Edward.

- No puedo- susurró Isabella.

Enredando una mano en el pelo, la besó con fuerza, su lengua hizo una presión persuasiva que la obligó a abrir la boca. No se podia resistir, lamentando en silencio su debilidad le devolvió el beso, sus manos moviéndose se aferraron a él.

Un pulso comenzó a latir entre los muslos, fuertes y calientes, cuando sus manos separon sus piernas y los dedos se deslizó hacia arriba para tocarla.

Ella gimió y se apretó contra su mano. No... no podia volver a suceder. ¿Dónde estaba su fuerza de voluntad? Rompió el beso el tiempo suficiente para apartarse. El le dirigio una sonrisa torcida e hizo algo que sorprendió y confundió.

Le levantó las piernas sobre los hombros y la sujetó allí, sus manos se trasladaron a sus pechos, sus dedos tomando sus pezones mientras su boca descendia mas abajo encontrado su centro caliente.

- ¡Edward, no!

- Relájate, cariño. ¿Tus espíritus me enviaron a ti o no?

No podía negarlo.

- Ellos dicen que no puedo amarte.

- Lucha, entonces pero esto esta destinado a ser.- Después de una mirada ardiente regresó a su suculento festín.

Como si proviniera de una gran distancia, oyó los sonidos que ella hizo, sollozos, gritos que estaban llenos de deseo. Su boca abrazandola, cuando el utilizó su lengua y los dientes.

Se estremeció cada vez más y más fuerte, hasta que finalmente sintio una liberación brusca que la dejó temblando y llorando por su nombre. Sus caderas se arquearon en el calor de su boca mientras sollozaba sin poder hacer nada, retorciéndose y aferrándose a él. Apenas fue consciente cuando Edward se alejó. Pero lo sintió volver, cubriéndola con su cuerpo.

Sus ropas habían desaparecido, su desnuda carne caliente estaba contra ella cuando se posicionó entre sus muslos. Pero no entro en ella inmediatamente. En su lugar, comenzó a besar sus pezones con la lengua y los dientes, mientras que sus manos se movían con deliberada lentitud en cada centímetro de su cuerpo.

Se dio cuenta de su mandíbula apretada y los músculos tensos que esperaban el momento adecuado. Cuando este llego, él estaba dentro de ella empujando con suave oleaje, su entrada dura y profunda, una presión implacable que acercó su cuerpo tenso como una cuerda de arco.

El empuje constante y la resistencia de su cuerpo creaban una fricción exquisita que pronto escalo a las alturas de la pasión. Ella se entregó por completo a la moción erótica, decidiendo que la resistencia era inútil. Era incapaz de negarle, sin poder evitar su propia respuesta a él.

Su cuerpo traidor se negó a prestar atención a la advertencia de Profecía.

- Deja de pensar, amor- jadeó Edward, como si fueran conscientes de los pensamientos girando alrededor de su cabeza. -Dame un beso.

Ella levantó sus labios a los suyos, perdiéndose en el ritmo de conducción de sus cuerpos y la dulce promesa de placer. Sus besos le hicieron olvidar todo, pero la respuesta primitiva que exigió y las llamas de la pasión de su devorando.

Edward hizo caso omiso de la necesidad de su propio cuerpo cuando guió a Isabella expertamente a su segundo orgasmo. Ella gritó, atrapado en sus garras, espasmos de placer recorrieron su cuerpo, dejando a su temblor y dificultad para respirar. Edward la sostuvo mientras ella se deshizo, un rayo de pura posesión masculina le atraveso.

No se pudo detener un momento más, bombeo más profundo, enterrando su falo hasta la empuñadura en su interior, con cada embestida fue más rápido, más fuerte. Con un gemido sin palabras, le empaló por completo.

A medida que su primer espasmo comenzó, él levantó sus caderas de la cama, inclinandose más alto para encontrarse con sus empujes feroces. Con un grito se derramó en su interior. Las estrellas explotaron dentro de su cabeza, era la gloria. Los sollozos de Isabella lo trajeron de vuelta a la realidad. Le tocó la mejilla, infinitamente aMable, infinitamente tierno.

- Deja de preocuparte, muchacha, cuidare de ti.

La abrazó hasta que se calmó y continuó hasta que se quedo dormida. Pero para Edward no fue facil. Una tormenta de emociones en conflicto se agitaba en su interior. Necesitaba a Isabella, quería que ella entrara en razón. Desde su boda, el recuerdo de Juana la doncella se había convertido en algo lejano.

¿Podrían sus sentimientos por Isabella ser más que físicos?. ¡No! Él no podía amar a Isabella. A pesar de que todavía no se había convencido plenamente de los poderes que pretendían poseer. Los poderes de Isabella podría prosperar, y no podía permitir que eso sucediera. Si Isabella fuera acusada de brujería, podría morir violentamente.

Al igual que Juana. Empezó a temblar. No lo haría, no podría amar a Isabella, incluso aunque su corazón advirtiera que ella lo aMaba. Pero hacerlo había sido su meta desde el principio, y no debia sorprenderse por lo bien que estaba teniendo éxito. Lo que sentía, sin embargo, era algo enteramente diferente. Si tan sólo pudiera descubrir qué era.

Isabella despertó la mañana siguiente sintiendose excepcionalmente bien.

Entonces recordó su sueño, y gotas de sudor resbalaron por su frente. Llorando, se irguió y se aferró a su corazón. Edward se despertó con un sobresalto.

- ¿Qué pasa? ¿Te encuentras mal?

La lengua de Isabella se seco al recordar todas las formas en que ella y Edward habían hecho el amor la noche anterior. La había despertado en medio de la noche con caricias. La habia amado más lento y más suave que la primera vez, pero igual de satisfactorio.

- ¿Te encuentras mal?- repitió Edward.

- No, no es nada.

- ¿Tuviste una pesadilla?

Ella sacudió la cabeza.

- Estoy bien, Edward, de verdad.

Edward busco su rostro, y luego se encogió de hombros.

- ¡Es tarde. Tengo que irme. Debo preparar el viaje

- ¿Vas a salir de Stonehaven? ¿Cuándo?

- Pronto. Mañana. Voy a llevar sólo a Jasper conmigo y dejare el resto de los hombres para proteger mi propiedad - su expresión le dijo que él la consideraba su propiedad.

- ¿Cuánto tiempo estarás fuera?

- No mucho, unos cuantos días como máximo. Pero no te preocupes, que nadie te hara daño en mi ausencia.

Isabella se erizó.

- Puedo cuidar de mí misma.

La besó en la frente y salió de la cama.

- Sin peros, cariño, me sentiré mejor si se que alguien vela por ti.

Isabella le vio vestirse. Era un hombre hermoso. La sexualidad flagrante de su poderoso físico fue casi indecente, sin embargo, no podía apartar la mirada. Edward se dio la vuelta y la cacho mirandolo.

Sus cejas se levantaron en un desafío tácito. Isabella avergonzada, se sonrojó y desvió la mirada.

- ¿Podrias buscar a Esme y enviarla? - preguntó. -Me gustaría bañarme.

Él le dirigio una mueca malvada.

- Tal vez debería quedarme un poquito más en tu cama.

- ¡No! Me refiero... dijiste que tenías cosas que hacer para prepararte para tu salida de mañana.

- Me parece que protestas demasiado.- Él sonrió, y luego suspiro- Pero tienes razón. Por mucho que me encantaria unirme a ti en ese cama, no sería lo mejor. Hasta esta noche, cariño –prometió.

-¿Esta noche?- susurró Isabella después de Edward se había marchado.

Otra noche de besos y caricias calientes que sellaría su destino. Amar era fácil cuando el hombre era como Edward, pero ser amado a cambio no era tan simple.

Esme irrumpió en la sala unos minutos más tarde.

- Ordené el baño, muchacha. Sus ojos brillaban. -Tu esposo me dio el mensaje.

Isabella sabía exactamente lo que Esme estaba pensando.

- Deja de mirarme asi. Soy la esposa de Edward. Debo cumplir con mi deber. Si no quiero que se consiga una amante.

- ¿Y eso te molestaria?

- No, yo... -no sirvió de nada. No podía mentir a Esme. -Sí, lo haría. Los espíritus enviaron a Edward a mí. No puedo renegar de él.

- Estoy contenta de que finalmente viste la la luz. El laird MakCullen es tu destino. Sé feliz con él, muchacha. Es lo que tu querido padre quería.

Isabella lanzó un suspiro.

- Las dos sabemos que jamas lo amare.

Esme soltó un bufido.

- Y sabemos que es demasiado tarde para fijarse en los sentimientos - su conversación terminó abruptamente cuando llegó el baño de Isabella. Esme ayudó a meterse en la bañera, y luego partió para que Isabella pudiera bañarse en privado.

Apoyando la cabeza contra el borde de la bañera, cerrólos ojos y recordó las horas agradables que había pasado entre los brazos de Edward la noche anterior.

Mientras Edward comia su desayuno, su pensamiento volvía a Isabella.

Algo le estaba pasando, y no le gustaba. ¿Cómo habia llegado a ser tan importante para él en un tiempo tan corto? Lo que sentía iba más allá de su necesidad de protegerla. Juana no era más que un recuerdo en sumemoria, la pura y santa e inalcanzable.

- ¿No tienes hambre, Edward? ¿No te ha gustado como he cocinado esas gachas para ti?

Edward sonrió a Jessica.

- No, muchacha, la avena está muy bien. Mi mente está ocupada con otras cosas esta mañana.

Jessica miró a su alrededor, vio que estaban solos y le puso la mano en el hombro.

- Estas molesto conmigo. ¿Te he ofendido de alguna manera?

- No, muchacha. Pero tengo una esposa ahora.

- Una esposa que es una bruja, Edward. No puedo creer que la desees.

Edward ahogó una sonrisa. La deseaba hasta el punto de la obsesión.

- No sabes nada acerca de mis sentimientos. Quizá lo que tu necesitas es un marido.

Jessica se arrojó a Edward.

 

-¡No, señor, no quiero casarme!. Yo solo te quiero a ti. Es todo culpa suya, te ha embrujado. Te habrias casado conmigo si el terrateniente MakSwan no te hubiera suplicado que te casaras con la hija del mal.

Edward trató de quitarse los brazos de Jessica del cuello, pero ella se aferró a él como una sanguijuela.

- Me he casado por mi propia voluntad, Jessica. Viniste a mi cama de buena gana. Si lo recuerdas jamas te hice mención de matrimonio. Lo siento si entendiste mal mis intenciones.

Jessica sonrió socarronamente mientras sus brazos se apretaron alrededor de Edward.

- Quizá si la bruja se vaya, tu me quiereas otra vez.

- Isabella está aquí para quedarse-, dijo Edward firmeza.

- Si la bruja se fuera ¿Me llevarias a tu cama de nuevo?- insistió.

Jessica se estaba convirtiendo en una plaga. Lamentablemente. Quiza la mentira fuera la unica manera de escapar de sus brazos que se aferraban.

- Sí, muchacha. Si Isabella no fuera mi esposa, volverias a mi cama.

-¡Lo sabía!- Jessica cantó.

Cuando Isabella entró en la sala, su mirada voló de inmediato a los dos únicos ocupantes de la habitación. Al parecer, ella había interrumpido un intimo momento entre Jessica y Edward. Había comenzado a limpiar su garganta para anunciar su presencia cuando escucho a Edward decir: - Sí, muchacha. Si Isabella no fuera mi esposa, volverias a mi cama.

Su severa respiración sonó fuerte, incluso a sus propios oídos.

Jessica levantó la mirada, vio a Isabella y susurró.

- Parece que ella ha escuchado eso -sugirió con una sonrisa de suficiencia.

Edward se puso de pie desprendiendose a Jessica

- Trae algo de comer para mi mujer, muchacha. Me gustaría hablar con Isabella a solas.

Con las manos en las caderas, Jessica salio fuera sonríendo por encima del hombro.

- Voy a explicarte- comenzó Edward.

- No hay necesidad. El nuestro no es un matrimonio por amor. Tienes todo el derecho a buscar diversión en otro lugar.

Sus expresivos ojos de color violeta desmentía sus palabras, y Edward inmediatamente se arrepintió de la mentira que había dicho a Jessica.

- No quiero a otra mujer, Isabella. Tú eres la única mujer que necesito.

Sus labios se curvaron en la incredulidad.

- Eso es mentira, Edward. Tu y tus parientes todavía cren que soy una bruja, no importa que tan vehementemente lo niegue ¿Era Jessica tu prometida antes de que mi padre te convenciera para que te casaras conmigo?

Edward se levantó y la agarró por los hombros.

- Es cierto que la llevé a mi cama después de regresar de Francia, pero no le prometí nada. Ella vino de buena gana. Voy a repetirlo por última vez. Mi esposa es la única mujer que yo quiero en mi cama.

- Aqui esta el desayuno- dijo Jessica, poniendo fin a la conversación. Dejo caerla taza sobre la mesa con tanta fuerza que se derramó.

Isabella se encogió de hombros y se sentó en la mesa.

- Gracias. No necesito nada más.

- ¿Hay alguna otra cosa os gustaría, mi laird?- pregunto Jessica mirando a Edward de forma tan elocuente que lo repelio.

- No, muchacha. Puedes regresar a tus funciones.

Con un aleteo de faldas coquetas, Jessica salio.

Edward volvió su atención a Isabella, el ceño fruncido estropeaba sus hermosos rasgos.

- ¿Va a estar bien?

- ¿Por qué no?

- Voy a estar en los corrales de ovejas la mayor parte del día. Envia aCarlisle o Sam en caso de que me necesita por cualquier razón.

Ella le dio una seca inclinación de cabeza, luego se volvió hacia su desayuno. Tenía hambre, pero no queria gachas esa mañana. Se levantó y entró en la cocina, atraída por el olor del pan recién horneado. La idea de hundir sus dientes en una gruesa capa de pan untado con mantequilla hizo que la boca se le hiciera agua

- Ama, ¿Que puedo hacer por vos?-, preguntó Alice, mirando hacia arriba desde el bote que estaba agitando.

- ¿Es pan fresco lo que huele?

- Sí. ¿Vais a querer un un trozo?

- Si, sino es mucho problema.

- No es ninguna molestia. Se lo llevare tan pronto como obtenga un poco de mantequilla fresca ¿Quereis un vaso de suero de leche?

- Eso suena maravilloso. Pero si me lo permite, me gustaría comer en la cocina.

- En absoluto. Estaré de vuelta en un segundo - dijo mientras colocaba una tapa en la olla y se iba.

Isabella decidió cortar el pan mientras esperaba a Alice volver. Cortó dos rebanadas grandes y los puso en un plato. Cuando oyó un silbido, se dio cuenta de que la olla burbujea en el fuego. Agarró un trapo, levantó la tapa y le dio un gran revuelo,

-¿Qué estáis haciendo?- exigió una voz chillona.

Isabella volvió, gimiendo cuando vio a Jessica mirándola.

- Revolviendo la olla, ¿Qué parece?

- ¡Estas envenenando la comida!- exclamó Jessica.

- Qué tontería- se burlo Isabella. -Simplemente estoy esperando a Alice que fue a traer mantequilla para untar en el pan. La olla necesitaba que la agitara. Hazlo tú si quieres.

-Aquí nadie confía en ti. ¿Por qué no te largaste con tu hermano cuando vino por ti? No perteneces a este lugar.

Las palabras de Jessica arañó profundamente en el corazón de Isabella. Ella tenía la esperanza de ganarse la comprensión e incluso de respeto de la familia de Edward.

-¿No tienes nada que hacer, Jessica?-, Preguntó Alice desde la puerta. –Deberias mostrar más respeto por la esposa del laird. Sus habilidades de curación son muy apreciadas por nuestros miembros del clan.

- Ella ha embrujado a nuestro laird-, denunció Jessica. Su voz bajó a un susurro. -Yo sé lo que pasa en la despensa. Sus hechizos son pura maldad.

- Esconde tus garras, Jessica-, advirtió Alice. -Laird Edward no permitira cuanquier actitud irrespetuosa hacia su esposa.

Isabella se estremeció bajo el brillo rencoroso en los ojos de la mujer, quien giró sobre sus talones y salió furiosa.

- Haga caso omiso- dijo Alice. -Jessica está celosa. Tenía la esperanza de casarse con Edward. Jamas acepto que el no tuviera intención con ella. Jessica no es lo suficientemente buena para Edward. Mientras él estaba en Francia, jamas le negó a nadie sus favores.

Le dio unas palmaditas en el hombro de Isabella.

- Siéntese y coma su pan con mantequilla, muchacha, mientras voy a buscar un vaso de suero de leche. - El apetito de Isabella la había dejado. ¿Jessica decia la verdad? ¿Todos los parientes de Edward le tenían miedo? Sus propios parientes no la odiaban. Podian sentir temor de sus poderes, pero no la odiaban.

- Come, muchacha-, instó a Alice. -Nuestro laird necesita un heredero, y una madre necesita estar saludable si desea traer al mundo un niño sano. -¿Edward se lo ha dicho?

- No necesita hacerlo. Todos los hombres quieren un heredero, y Edward no es la excepción.

Isabella comía en silencio, contemplando las palabras Alice. Bien podia ya estar embarazada de Edward, aunque parecía poco probable.

¿No sería que los espíritus le dirian si ella había concebido? Lo que trajo otro pensamiento. ¿Los espíritus la habrian abandonado? No, penso. El inquietante sueño de la noche anterior fue un vivo recordatorio de que sus poderes todavia hacian mella en ella.

 

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GRRRRRRR. MALDITA JESSICA HASTA DAN GANAS DE MATARLA Y A EDWARD TAMBIEN POR TONTON, TOTAL QUE QUE HAYA DICHO LA VERDAD, PERO NOOOOO HAY TIENE QUE ANDAR SIENDO AMABLE CON LA CREADA ESA.

LAS COSAS SE COMPLICAN, ISABELLA TENDRA QUE PASAR TRES PRUEBAS "FUEGO", "AGUA" "PIEDRA", ¿SU SUEÑO SERA LA PREMUNICION DE QUE LA PRIMERA PRUEBA SE ACERCA?. !DIOSSSSSSSSSSS! EL PELIGRO ASECHARA Y LA VIDA DE ISABELLA CORRERA PELIGRO. SOLO ESPEREMOS QUE EDWARD ESTE PENDIENTE DE ELLA Y LLEGUE SIEMPRE A TIEMPO PARA AYUDARLA

 

GRACIAS POR ACOMPAÑARME EN ESTA AVENTURA.

ACTUALIZACIONES: UN CAPITULO DIARIO.

BESITOS GUAPAS

Capítulo 8: SIETE Capítulo 10: NUEVE

 
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