UN AMOR DE LEYENDA (+18)

Autor: lololitas
Género: Aventura
Fecha Creación: 17/07/2013
Fecha Actualización: 17/11/2013
Finalizado: SI
Votos: 20
Comentarios: 53
Visitas: 54710
Capítulos: 20

"FANFIC FINALIZADO"

Gairloch, Highlands, 1432

Según la leyenda, una hada con poderes extraordinarios nacerá cada cierto tiempo en el clan MakSwan. Será sanadora con el conocimiento y la capacidad de ayudar a los demás, pero su fuerza y resistencia deberán ser probados por los obstáculos. Si sobrevive a las duras pruebas del fuego, el agua y la piedra, siempre sera bendecida por Dios.

El hada debe tener cuidado de no enamorarse, pues, si su amor no es correspondido, podría perder sus poderes. Mas si tuviera la suerte de encontrar a su verdadero amor y ser correspondida, sobrevivirá a cualquier problema y vivirá, junto a su amado, felices para siempre.

Así proclama la leyenda.

 

 


Basada en "El laird de Stonehaven" Conni Mason

 

Mi otro Fic

PRISIONERA DE GUERRA:

http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=3899&id_capitulo=0

 

 

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Capítulo 6: CINCO.

Durante los días siguientes, las palabras de Edward persiguieron a Isabella ¿Cómo se atrevia a mentirle? No era posible que la amara. La quería en su cama y haría cualquier cosa por llevarla hasta allí. Pero aún más sorprendente era el hecho de que ella quería estar en su cama. Lo único que se lo impedía era la profecía.

Algunos de los valientes parientes de Edward habían solicitado sus servicios para diversas dolencias. Había tratado quemaduras de menor importancia con ungüentos, jugo de sauce extraído de la corteza y las hojas de ese árbol para aliviar los dolores relacionados con la fiebre y los resfriados. Si bien se cuidó de no dar a nadie una razón para tenerle miedo, todavía era considerado mala por Siobham y sus compinches.

La partera había hecho de Isabella, el objetivo para toda la ira y el odio del pueblo. Cada día Alyce le inforMaba que circula un nuevo chisme sobre sus conocimientos de brujería y artes oscuras.

Isabella vio poco a Edward durante esos días. Obviamente, él la evitaba. Una noche, cuando la luna llena estaba alta en el cielo, Isabella fue atraída a la despensa por su voz interior. Era como si los espíritus la estuviesen llamando. Durante todo el día una sensación de muerte inminente la tenía preocupada. No podía ignorar más a los espíritus de lo que podía niegarse a sí misma el aire.

Se puso una bata sobre el camisón y dejó en silencio su habitacion. Fue después de la medianoche, y nadie se movió dentro del castillo al bajar de puntillas por las escaleras, alumbrándose con una vela. Llegó a la sala de destilación sin ningún incidente, puso la vela en su mesa de trabajo y en silencio comenzó sus preparativos.

Utilizando una piedra caliza que había traído con ella desde Gairloch, dibujó un círculo sobre las baldosas antela ventana abierta y salpicadas hierbas secas en el interior. Luego coloco las velas en medio del círculo, entró y encendió con un haz de leña.

 

Cuando las velas ardían y sus llamas comenzaron a cambiar de color, la luna apareció de repente más brillante, derramando su luz por la ventana abierta y poniendo a Isabella en un resplandor plateado. Alzando los brazos, se acercó a abrazar la luz, y abrió su alma a las fuerzas de la naturaleza, invitando a los espíritus en su mente y corazón. Luego cantó:

- Espíritus, vengan a mí, abran mis ojos y déjenme ver.

Una neblina que se formo ante sus ojos como una brisa sopló a través de la ventana, levantando la pesada carga de su pelo y sus faldas. Entonces la niebla poco a poco se fue despejando y vio a su hermano claramente como si estuviera de pie ante ella. No estaba solo. Donal MakBlack estaba con él.

- ¿Qué quiere decir?- gritó a los espíritus. - ¿Qué están tratando de decirme?

Una voz flotaba a su lado en el viento, suave, bajo, urgente. – Ellos vienen y todo cambiara para siempre.

- ¿Cómo voy a cambiar?

La voz resonó hueca en el pequeño espacio.

- ¿Sabes lo que debes hacer para sobrevivir? Unirte a tu marido. Cuidado con el fuego, el agua y la piedra.

- ¿Qué pasa con mi marido?

- Sólo él te puede salvar.

- No lo entiendo. Emmett y MakBlack ya no pueden dañarme.

La voz era un susurro,

- Para frustrar sus planes, debes convertirte en una esposa... una esposa... una esposa... - Las palabras se perdieron dejando a Isabella más confundido que nunca.

- Espera, soy una mujer. ¿Qué más debo hacer?

La respuesta fue débil, pero todavía audible.

- El peligro acecha tanto a ti como a tu esposo.

Una ráfaga de viento frío sopló sobre ella, dejandole la carne fría y el corazón helado de pavor. Apretando los ojos, Isabella pidió a los espíritus volver, pero se mantuvieron obstinadamente en silencio. Las imágenes de su hermano y MakBlack se habían ido, pero sentía la amenaza profundamente.

Isabella apagó las velas y dio un paso fuera del círculo. Guardo las velas en la alacena. Luego salió de la despensa y regresó al castillo.

Edward se alejó de la ventana, su expresión endurecida por una mezcla de incredulidad y horror. Por puro azar aún estaba despierto a media noche y se había acercado a la ventana a tiempo para ver a Isabella entrar en la sala de destilación. Isabella había llamado su atención de inmediato al entrar en la despensa.

Su primer impulso había sido seguirla y ver lo que haría. Entonces sucedió algo extraño. La luna parecía más brillante, momentáneamente cegadora. Edward se quedó estupefacto, el tiempo parecía haberse detenido. ¿Qué estaba sucediendo dentro de la despensa? ¿Isabella fue ahí a prácticar magia negra? ¿Estaba conjurando malos espíritus? ¿Hablando con el diablo?

Sacudió la cabeza con desaliento. Tenía la intención de averiguar lo que estaba haciendo. Antes de que pudiera moverse, vio salir a Isabella de la despensa. Vio cómo regreso al castillo, a continuación, salió de su habitacion.

La mente de Isabella estaba tan confusa. El mensaje que había recibido no era comprensible. Cuando puso la vela sobre la mesita de noche, sentía espinas a lo largo de su columna vertebral. Sabía que no estaba sola. Se quedó inmóvil y miró hacia las sombras más allá del anillo de luz de las velas.

- ¿Quién anda ahí?

Una figura emergió. Un hombre alto y con hombros anchos y delgados. Llevaba una manta sostenida por una amplia gama de cinturón y nada más. Isabella se alejó de la amenaza inherente a su postura.

- ¿Qué estás haciendo aquí?

- ¡Es mi casa. Voy a donde me plazca.

- Vete.

- ¿Qué estabas haciendo en la despensa? ¿Qué clase de hechizo conjuraste?

- Yo no hago hechizos. Entro en comunión con los espíritus de la naturaleza.

Sus cejas se levantaron.

- ¿En mitad de la noche?

- El tiempo no importa. Debo responder a su llamada cuando me convocan

- ¡Basta, Isabella! Detente ahora mismo. No hay espíritus. Solo existe Dios, y Él no habla con simples mortales. No haces nada fácil mi voto de protegerte ¿Y si alguien te ha visto ir a la despensa a esta hora? ¿Qué pasa si alguien mal interpreta tu propósito y te acusa de brujería? ¿Debo encerrarte dentro de esta habitacion en la noche?

Isabella necesitaba hacer a Edward entender que el peligro le acechaba. Tenía que encontrar una manera de llegar a él.

- Escuchame, Edward. Hay algo que debes saber.

Él le dirigió una mirada escéptica.

- Adelante.

- Emmett y MakBlack Donal están planeando algo.

- ¿Qué? -preguntó.- He de atemorizarme?

- Sí, alerta a tus hombres y toma precauciones para protegerte y proteger tu propiedad.

- ¿Cómo sabes esto?

- Yo... Simplemente lo sé.

- Dame una prueba.

Ella sacudió la cabeza.

- Tienes que confiar en mí.

- No es suficiente, como para actuar en consecuencia. Me niego a asustar a mis hombres por algo que percibimos, pero que no puedes probar.

- Los espíritus.

- ¿Los espíritus que? - desafió Edward. -¿Los espíritus malignos?

- ¡No! Los espíritus me advirtieron de un peligro inminente. A veces los veo en sueños y visiones.

- ¿Qué te han dicho esta noche? ¿Esos seres espirituales te aconsejan acudir a mi cama?

Él estaba más cerca de la verdad de lo que Isabella quería admitir.

-Créeme. Mi hermano no es un buen hombre, y MakBlack Donal es aún peor. Juntos representan una amenaza real para nosotros.

- Estamos casados, Isabella. Emmett no puede hacer nada para dañar ninguno de los dos. Estás a salvo aquí, en Stonehaven.

- ¿Qué puedo decir para convencerte de que prestes atención a mi advertencia? El peligro para nosotros es real. No sé cómo ni cuándo, ni que formar ha de tomar, pero llegará.

Edward se paseó hacia adelante hasta que se encontraban cara a cara.

- Me niego a tener miedo por amenazas vagas. Tu imaginación es verdaderamente increíble, muchacha. Sus dedos se afianzaron alrededor de sus hombros. -Le prometí a a tu padre que cuidaría de ti, y eso incluye la protección de tus propias locuras. Olvídate de esas tonterías acerca de los espíritus y concentrate en perfeccionar tus habilidades de curación. Da a mis parientes una razón para no temerte.

Su voz era tan severa que Isabella trató a apartarse, pero él no lo permito. Su rostro, medio oculto por las sombras, se puso tenso

- Quizá debes dormir en mi cama para que pueda asegurarme de que no vagaras en medio de la noche.

Ella lo miró con los ojos desorbitados y la boca abierta.

De repente, el mundo entero se ecpliso en sus ojos azules y no pudo mirar hacia otro lado. El brillo en la mirada de Edward debería haberle advertido acerca de sus intenciones.

Sin ningúna otra advertencia, tomo su boca con fuerza, la magia la envolvía y se perdía en la plenitud dulce de su beso, en la sensación embriagadora de sus fuertes brazos que la sostenían contra su calidez. Pero incluso mientras disfrutaba de su beso, Isabella odiaba saber que Edward podría hacer con ella lo quisiera. Su fuerza era su orgullo. No era una criatura débil, cuya vida no estaba completa sin un hombre.

Vagamente se preguntó si Edward tenía la menor idea del efecto que tenía sobre ella. No podía negar que sus besos la excitaban. Sin voluntad, su cuerpo se adelantó para fundirse con él. A pesar del placer que sentía, estaba furiosa y humillada por la forma en que sus endurecidos pezones se pegaban a su pecho y por la forma que el calor se convertía en humedad entre sus piernas.

Entonces las palabras que había oído antes en la despensa volvieron a persergurla. Si interpretaba correctamente sus consejos, los espíritus querían que ella se convirtiera en la esposa de Edward en todos los sentidos.

Ese pensamiento era tan emocionante que inconscientemente se permitió devolverle el beso para reunirse con su empuje lingual, abrir la boca y saborearlo plenamente.

Se dio cuenta de que nunca se había sentido más cerca de perder sus poderes que en ese momento. Luego sintió su mano sobre el pecho, su carne ardio a través del material de camisón y la bata, sabía que si ella le permitia consumar su matrimonio, todo cambiaria para siempre, al igual que los espíritus había advertido.

Isabella ya estaba medio enamorada de Edward y temia que la comunión de su cuerpo sería el fin de sus poderes... a menos que él la amara a cambio. Y eso no sucedeia nunca. Trató de apartarlo, pero él la mantuvo firme en su contra.

- ¿Qué estás haciendo?- exclamó ella tratando de liberarse del beso -¿Qué quieres de mí?

- Nada que no tenga derecho a reclamar. ¿Niega que mis besos no te estremezcan? Un hombre puede decir cuando una mujer se siente atraída por él. Tengo necesidades. ¿Por qué debería satisfacerlos en otros lugares cuando tengo una esposa?

- No te mentire, Edward. Me siento atraído por ti, pero no puedo renunciar a mis poderes por el placer físico. El día que me digas que me amas te entregare mi cuerpo.

Él se echó hacia atrás como si la hubieran golpeado.

- ¿Quieres que te mienta? Nunca podre amar a nadie.

- Amas a una mujer muerta!- denunció Isabella. -Jasper me dijo todo sobre Juana de Arco.

- Jasper no debió haerlo, pero no voy a mentir. Nunca habrá otra como Juana. Yo la adoraba por su integridad, su inocencia, su entusiasmo y su fe inquebrantable. Me cautivo pues estaba muy por encima de mí. Me es difícil imaginarme a mí mismo enamorado de una mujer menos digna que ella. Dado que jamás podrá volver a vivir. El amor ha dejado de existir para mí.

El corazón de Isabella se hundió. ¿Cómo podía competir con una santa? Su situación era desesperada. No importa lo que los espíritus le habían dicho, Edward nunca la amaría.

- Debes irte-, dijo Isabella. -¡Es tarde, y ambos necesitamos dormir!

- No hasta que convencerte de abandonar esta locura. Vi morir a Juana, vilas llamas lamer su frágil cuerpo. La gente la llaMaba bruja. ¿Crees que quiero la misma suerte para ti?

De repente caía en la cuenta de lo que el quería.

- ¿Quieres que me enamore de ti, aunque sepas que nunca corresponderas a mi amor?

- ¡Es mucho mejor perder tus poderes, que morir quemada!. No es un espectáculo agradable. No estoy convencido de que poseas poderes mágicos, y no me importa. Si crees que amarme te hará perder esos poderes, considero que es algo bueno y estoy decidido a hacer que suceda. Tengo la intención de protegerte, Isabella, incluso de ti misma. Eres tu propia enemiga.

- Me niego a dejarte entrar en mi corazón, Edward MakCullen- declaró.

- Quizá ya estoy allí- insinuó y luego frunció el ceño cuando se dio cuenta de lo que había dicho. -Ámame con tu cuerpo. Demuestrame que eres inmune a mí.

Isabella arrastro un suspiro entrecortado.

- Sabes que no soy inmune.

- ¿Tus poderes significan tanto para ti?

- Son la razón de mí ser.

- No puedo protegerte si no quieres cooperar.

Isabella enderezó los hombros.

- No pido tu protección. A diferencia de mi padre, yo no creo que el matrimonio va a protegerme de los que quieren hacerme daño.

- Te dejo con un pensamiento- dijo Edward. - Me ames o no, voy a hacer lo que debo hacer para protegerte. Y eso significa dejar de conjurar poderes sobrenaturales. Escuchame Isabella. Piensalo dos veces antes de hacer alarde de mi autoridad. Te prohibiré ir a la despensa, si tengo que hacerlo - con estas palabras, partió de la habitacion.

Exhausta y confundida, Isabella busco su cama. Su carne todavía queMaba donde Edward lahabía tocado, y sus labios estaban en llamas. Despejó su mente de malestares y se obligó a dormir.

El sueño comenzó casi de inmediato. La gente estaba de pie sobre ella mientras yacía en una cama sin poder hacer nada. El sueño se convirtió en una pesadilla cuando vio a su hermano Emmett y MakBlack Donal, sus expresiones duras, luego otra figura se movió en su línea de visión. ¡Siobham la partera!

Sus manos ásperas se metieron en sus piernas separadas. El grito murió en la garganta de Isabella como el sueño terminó abruptamente. Jadeaba bañada en sudor. La advertencia del sueño era explícito.

Emmett y MakBlack Donal no había aceptado su matrimonio con Edward y tenían la intención de destruirlo. El sueño implicaba que Emmett sospecha que todavía podría ser virgen y tenía intención de probarlo con el fin de pedir la anulación de su matrimonio con Edward. Emmett la odiaba por muchas razones.

Siempre se había resentido de la lealtad de los parientes de ella y estaba celoso del amor de su padre. Pero más que eso, le temía. Las veces que la había acusado de brujería y trató de poner a sus parientes en su contra eran demasiado numerosas para contar.

Contra los deseos de su padre, la había prometido a MakBlack. Una vez que ella estuviera bajo su control, Isabella sabía que MakBlack explotaría sus poderes. No podía permitir que eso pasara. Las mujeres Faery libres de elegir su propia vida, y ella había escogido el camino de la bondad. Sabía exactamente lo que tenía que hacer para frustrar a Emmett.

Isabella se deslizó de la cama y miró a la puerta de conexión entre su habitacion y la de Edward. Cogió la bata y a continuación, decidió no hacerlo. Iría a Edward libre de ataduras. Sus rodillas temblaban mientras cogía el candelero, y marchaba resueltamente hacia su destino.

La puerta se abrió sin hacer ruido por debajo de sus dedos, y entró en la habitación. Su mirada se dirigió inmediatamente a la gran cama envuelta en gruesas cortinas. Decidida se arrastró hacia adelante, sus pensamientos se centraron en lo que tedndrialugar en la cama muy pronto. La respiración se le detuvo en el pecho cuando las cortinas se abrieron y Edward irrumpió a través de ellas.

-¡Qué demonios!- Rugió cuando vio la forma temblarosa de Isabella. - Nunca, nunca vengas a mí de esa manera. Podría haberte matado.

-Yo... yo... - las palabras le fallaron.

Edward estaba desnudo. Cada músculo y tendón de su cuerpo ondulaba con energía. La mirada de admiración de Isabella se fijo en su torso enorme. Cuando él se había levantado en la cama había sentido miedo, pero que ya no. Estaba totalmente, hipnotizada. Lentamente, su mirada se deslizó más abajo, haciendo una pausa en la unión de sus muslos, su hombría comenzaba a hincharse. Isabella no pudo apartar los ojos de inmediato.

- Sigue mirándome así y nada me detendrá de arrastrárte a mi cama y hacerte mia. ¿Que estas haciendo aquí? Dejaste muy en claro que no querías nada conmigo.

- Una mujer puede cambiar de opinión, ¿O no?

Edward se desconcerto por completo. Si Isabella le hubiera dicho que estaba volando a la luna, él no podría haber quedado más sorprendido. Miró sus pies pequeños, el pelo como hilos de oro cayendo sobre sus hombros y esos ojos color violeta enormes en su rostro pálido. Parecía un ángel venido a la tierra. Era evidente que estaba tramando algo.

Agarró su manta envolviendola alrededor de su cintura.

- Exactamente ¿Porque has cambiado de opinión, muchacha?

- Yo... Yo... Esto es difícil, Edward.

Él la alcanzó en tres pasos largos y la agarró por los hombros.

- Sólo puedes decir lo que viniste a decir.

Observó con atención mientras ella tragó saliva y pareció recoger su valor. Cuando lo miró, se olvidó de todo. No obstante, se mantenía al margen, esperando que le dijera lo que que quería de él. Oró porque fuera lo mismo que él. Cerró el espacio estrecho entre ellos, presionando tan cerca, que el calor de su cuerpo le chamuscó. Él gimió, cuando su lengua rosada salió como una flecha para humedecer sus labios. Estaba tan concentrado en esos labios exuberantes.

- Quiero ser tu mujer, Edward. Ahora. Esta noche.

Seguramenteno había oído bien. ¿Por qué ahora? ¿Por qué esta noche?

- ¿Quieres hacer el amor? ¿Porque has cambiado de opinión? ¿Decidiste que la preservación de tus poderes no vale la pena para negarte a tí misma el placer de la cama de matrimonio?

Isabella debatía si contarle su sueño, pero temía que se reirían de ella. Edward era un incrédulo. El matrimonio tenía que ser consumado si quería escapar de las maquinaciones de Emmett.

- Me equivoqué al negarlo- dijo Isabella. -Tú eres mi marido.

Edward la apartó de él con las cejas levantadas con incredulidad.

- ¿Qué pasó para cambiar de opinión? ¿Soy de pronto tan atractivo?

La consternación oscureció la frente de Isabella. Esto no era la forma en que ella había pensado que lo haría. ¿Por qué se resitia Edward? Un súbito miedo le robo el color de la cara.

-¿Ya no me deseas, Edward?

Su exhalación dura le dio esperanza.

- ¿Crees que ya no te quiero? Sabes que no es asi -Buscó su rostro. – Solo me pregunto... ¿No temes ya perder tus poderes? ¿Qué pasó para que cambiaras de opinión después de haber dejado tu habitacion?

- Decidí que nunca te amare- mintió Isabella, pensandolo rápido - Mis poderes se mantendrán intactos mientras el amor no entre en nuestro matrimonio.

Negandose a mirarlo a los ojos, agregó:

- No puedo tolerar la idea de otra mujer en tu cama. – eso al menos, fue la verdad.

Él la miró durante un tiempo, Isabella comenzó a temblar bajo su mirada. ¿En qué estaba pensando? ¿Por qué duda?

- Dime la verdad, Isabella. ¿Por qué estás aquí?

Isabella lanzó un suspiro. No había nada que hacer. Edward quería la verdad, y ella tendría que decirle quería su cooperación.

- Tuve un sueño.

- ¿Un sueño? ¿De eso se trata todo esto?

- No te burles, Edward. Mis sueños son presagios del futuro.

Él la llevó a la cama y la instó a sentarse.

- ¿Qué parte del sueño te convencio de venira mi? - Le tomó la mano entre las suyas, ella estaba temblando.

-Emmett y MakBlack.

Edward se puso tenso.

- ¿Qué pasa con ellos? Estamos casados, no pueden hacerte daño.

- Vienen a Stonehaven. Emmett duda que nuestro matrimonio sea legal, y tiene la intención de darme a MakBlack si considera que todavía soy doncella.

- Claro que aun lo eres- dijo Edward. -¿Tu sueño te dijo como probarian que aun lo eres? - De pronto se quedó inmóvil, como si la respuesta hubiera aparecido abruptamente sobre él. –Tu hermanastro no se atrevera ¿Crees que lo dejare poner sus manos sobre ti?

- Si lo soñé, es que va a suceder.

- Así que decidiste ganar tiempo y venir aquí para consumar nuestro matrimonio, veniste a mi habitación para seducirme.

- No quiero terminar con MakBlack. És un hombre codicioso. Yo no sé cómo ni por qué, pero tiene intención de explotar mis poderes.

- ¿Yo soy el menor de dos males?

- Tú eres mi marido. Eres el único hombre que tiene derecho a... mi cuerpo.

- ¿Puedes hacer el amor conmigo sin comprometer tus emociones?

- Creo que puedo. Ahora sé que eres un hombre que no podre amar, asi que ni mi corazón ni mis poderes están en peligro.

Las comisuras de la boca de Edward se levantaron.

- Me niego a creen que los sueños pueden hacerse realidad, pero estoy dispuesto a hacer el amor contigo. –la agarro por los hombros, mirandoloa a los ojos -Dame un beso, muchacha.

Había tanto de pregunta y demanda en sus ojos azules. Intentó desviar la mirada, temiendo ver a través, pero no pudo. Arriesgar sus poderes era el menor de los males, tenía la sensación de que iba a disfrutar de esto.

Vacilante, Isabella levantó la cara y le tocó la boca con la suya. El encuentro de sus labios fue como prender fuego a la yesca, y Isabella se estremeció cuando su cuerpo se volvió fuego líquido. Edward respondio con lujuria. Su beso no era suave.

Parecía que toda su pasión reprimida de varios días había estallado en el. La fuerza bruta de su lengua explorando su boca envió una sacudida de deseo atraves de ella.

Los indicios de la pasión que había sentido Edward cuando la besó antes no eran nada en comparación con ese momento. Sin pensarlo se apretó aún más a él, el hambre por sus besos cegó a la Profecía.

 

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AAAAAAAAAA ¿QUE TAL HE?, ¿CREEN QUE AHORA SI SE LES HAGA? JAJAJAJA HABER SI NO SE ARREPIENTE ISABELLA EN EL ULTIMO MOMENTO. ¿CREEN QUE SU PROFESIA SERA CIERTA? LLEGARAN EMMETT Y DONALD AAAA ESTO SE VA A PONER INTERESANTE JAJAJA.

 

GRACIAS POR ACOMPAÑARME EN ESTA AVENTURA.

 

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BESITOS GUAPAS

Capítulo 5: CUATRO Capítulo 7: SEIS

 
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