UN AMOR DE LEYENDA (+18)

Autor: lololitas
Género: Aventura
Fecha Creación: 17/07/2013
Fecha Actualización: 17/11/2013
Finalizado: SI
Votos: 20
Comentarios: 53
Visitas: 54717
Capítulos: 20

"FANFIC FINALIZADO"

Gairloch, Highlands, 1432

Según la leyenda, una hada con poderes extraordinarios nacerá cada cierto tiempo en el clan MakSwan. Será sanadora con el conocimiento y la capacidad de ayudar a los demás, pero su fuerza y resistencia deberán ser probados por los obstáculos. Si sobrevive a las duras pruebas del fuego, el agua y la piedra, siempre sera bendecida por Dios.

El hada debe tener cuidado de no enamorarse, pues, si su amor no es correspondido, podría perder sus poderes. Mas si tuviera la suerte de encontrar a su verdadero amor y ser correspondida, sobrevivirá a cualquier problema y vivirá, junto a su amado, felices para siempre.

Así proclama la leyenda.

 

 


Basada en "El laird de Stonehaven" Conni Mason

 

Mi otro Fic

PRISIONERA DE GUERRA:

http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=3899&id_capitulo=0

 

 

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Capítulo 11: DIEZ

Isabella estaba en la cama, mientras que Esme le colocaba salve alheña en las piernas. Afortunadamente, Alice mantenía el ungüento para las quemaduras en la alacena de la cocina para las emergencias. Estas no eran graves y era poco probable que dejaran cicatrices, pero Esme insistió en tratarlas. Cuando Edward había llevado a Isabella a la fortaleza, se había puesto a trabajar, inmediatamente, quitándolela ropa quemada y lavándole la espesa capa de hollín y cenizas.

- ¿Os duele, muchacha?-, preguntó Esme.

- Las quemaduras en las piernas pican, pero no son insoportables. El ungüento es calmante. Gracias. – lanzo un suspiro irregular. -La pérdida de mis hierbas y remedios en el fuego es un golpe terrible. Sera muy difícil reemplazarlos.

-Alégrate de estar viva-, regañó a Esme. -¿No sabéis de qué modose inició el fuego? ¿Seria una de las velas que cayo?

- No. No tenía velas encendidas. Había suficiente luz para ver sin ellas. ¿Dónde está Edward? - preguntó, consciente de repente de la ausencia de su marido.

- Alice le está vendando las manos.

- ¿Esta herido?

- Sí, sus manos se llenaron de ampollas cuando golpeo tu ropa para apagar las llamas. Sospecho que va a estar aquí tan pronto como acabe con él.

Isabella comenzó a levantarser.

- Tengo que ir con él. Quiero saber cómo esta.

Esme con suavidad volvió a recostarla de espaldas.

- No, muchacha. Habéis tenido una experiencia desgarradora. Estuviste a punto de morir. Si no es por Edward, habrías perecido en el incendio.

- ¿Cómo está?- preguntó Edward desde la puerta.

- Va a estar bien, gracias a ti-, dijo Esme. -Ven, yo ya me iba.

Edward entró en el dormitorio y se acercó a la cama. Esme pasó junto a él por la puerta, cerrandola suavemente detrás de ella.

- Tus manos- exclamó Isabella, horrorizada por las vendas gruesas que cubrían sus dedos.

- Van a sanar-, le aseguró Edward. – Unas cuantas ampollas y una cicatriz o dos, no me molestaran demasiado.

- Salvaste mi vida-, susurró Isabella. -¿Cómo lo hiciste, como sabias que te necesitaba?

Los ojos azules de Edward se oscurecieron por la emoción.

- Es extraño cómo sucedió. Algo me dijo que me necesitaban en Stonehaven. ¿Me llamaste?

- Te necesitaba, Edward, pero jamás pensé que pudieras llegar a tiempo. -Ella se estremeció. -Sin ti no habría sobrevivido a la primera prueba.

Edward se sento en el borde de la cama.

- ¿Prueba? ¿De que estas hablando?

- La profecía dice que un hada debe enfrentar las pruebas del fuego, el agua y la piedra. Ha sido así a lo largo de los siglos. Gracias a ti he sobrevivido al incendio.

- Pensé que la única manera en que podrías perder tus poderes era si aMabas a alguien que no correspondiera a tu amor.

- No, también hay pruebas que debo soportar. El fuego era el primero; todavía faltan el agua y la piedra.

Cuando él levantó la mano en señal de protesta, Isabella lanzó un grito y las agarró entre las suyas.

- ¡Es mi culpa. Esto es mi culpa.

- Isabella. Vas a sanar. ¿Qué tan grave son las quemaduras en las piernas?

- No está nada mal. Mis faldas llevaron la peor parte. La piel de mis tobillos a las rodillas se quemó, y enrojeció, pero dijo Alyce que no quedara ninguna cicatriz.

- ¡Es un milagro que sobrevivieras!. Alguien estaba buscando hacerte daño. Parece ser que tenemos un piromaniaco en Stonehaven, pero no temas, tengo la intención de descubrir al culpable.

- ¿Qué vas a hacer?

- Revisar en las cenizas en busca de pistas, pero dime una cosa. ¿Crees que el incendio pudo haberse iniciado por una vela?

- No encendi velas, y apague el fuego del hogar después de salir para hervir la corteza de sauce. Me quedé dormida esperando que escurrieran los jugos. Me desperté en un infierno.

Edward trató de apartar las manos de ella.

- Será mejor que empieze a hacer preguntas de una vez, así voy a encontrar al criminal en medio de nosotros.

Isabella se negó a soltarlo.

- Espera. No te vayas todavia. Déjame hacer algo por ti.

Edward le dirigió una mirada perpleja.

- ¿Hacer qué?

- Puedo curar tus manos.

Edward la miró fijamente.

- ¿Al igual que curaste a Carlisle? Benjamin me conto sobre el ataque. Carlisle sufrió una herida casi mortal, pero fue curado milagrosamente. Estos poderes tuyos me asustan, Isabella. No quiero que practiques la magia negra. Es peligroso. ¿El fuego no te ha enseñado nada?

- No hay nada de malo en mi curación-, argumentó Isabella. Mis poderes vienen de Dios. ¿Preferirías que hubiera dejado morir a Carlisle?

Un destello de dolor pasó por las facciones de Edward.

- No, pero no se como manejar estos 'regalos' tuyos. No quiero que mueras por ellos.

- No puedo morir por una curacion, Edward. Cierra los ojos.

- ¿Por qué?

- Haz lo que digo y no trates de apartar tus manos de las mias no importa lo que pase. Tus manos son importantes para ti. Dejame ayudarte.

- No creo en la brujería.

Isabella no le hizo caso.

- Cierra los ojos y piensa en cosas agradables. Debes confiar en mí, Edward. Cree que puedo ayudarte. Cree en el poder de curación.

Isabella miró hacia abajolas manos vendadas de Edward, que ahora descansaba en las suyas. Para su alivio, el aura de Edward cambio de gris a azul claro, aunque dudaba que tuviera pensamientos agradables. El agotamiento estaba grabado en las líneas de su rostro, y mientras se relajaba por debajo de su tacto suave, las líneas se suavizaban.

Isabella comenzó su encantamiento hablando en voz baja, por lo que Edward no podía oír lo que estaba diciendo. Sus manos comenzaron a temblar y el dolor se disparó hasta que su cuerpo entero temblaba con él. Sentía que Edward trataba de sacar las manos, pero no se lo permitió, agarrando los dedos vendados con todas sus fuerzas. Justo cuando el dolor se hizo insoportable, ella gritó y cayó hacia atrás, liberando las manos de Edward al mismo tiempo.

- Isabella, ¿qué has hecho?- Gritó Edward. -¿Estás bien, muchacha? ¿Qué ha pasado ahora?

El habla volvió lentamente a Isabella. Cuando su visión se aclaró, ella tomó la mano derecha de Edward.

- ¿Qué pasó en este momento? Parecías estar en una especie de trance. -Sus ojos se abrieron como platos- ¡Era un hechizo! Lo hiciste, Isabella. Utilizaste tu magia sobre mí.

- Por favor, Edward, dame tu mano-, dijo Isabella con calma. –Simplemente deseo deshacer el vendaje.

- ¿Se supone que voy a creer que me has sanado?- exiguio Edward.

- Confia en mí-, le susurró Isabella, -sólo por esta vez.

- Esta bien, hazlo a tu manera. Alice se molestara al ver su trabajo sin terminar, pero lo haré como tú dices aunque sólo sea para refutar los poderes que dices tener.

Isabella comenzó a desenrollar el vendaje. Cuando la mano quedó al descubierto, la mirada incrédula de Edward contó su propia historia. Quizá ahora se creyera en sus poderes curativos.

Edward se miró la mano en incredulidad. Hacia unas cuantas horas había visto la salvaje propagación de las quemaduras. Ahora solo existia el enrojecimiento de sus manos. El dolor se había ido, y su piel era suave, aun sin los callos que habían existido antes. Se arranco el vendaje de su mano izquierda, flexionó los dedos y levantó a la luz para asegurarse de que no estaba imaginando cosas. ¿Cómo podía ser esto?

- Tú eres una bruja-, dijo con una voz llena de frustración y no desprovista de miedo.

- ¡No! ¿Cómo puedes decir semejante cosa?

Levantó sus manos inmaculadas.

- ¿Cómo explicas esto? Ningún sanador, no importa cuan experto sea, podría hacer lo que acabas de hacer.

- Soy un hada. Mis poderes se extienden más allá de una simple curación.

Empujó a sus pies.

- ¡Basta!

- ¿De que?

- Sea lo que sea que acabas de hacer. Los rumores ya se están difundiendo acerca de la recuperación milagrosa de Carlisle. -Se paso las manos por la cara cara. -¿Qué crees que pasará cuando se corra la voz acerca de esto? Habra mas intentos por acabar con tu vida. ¿La valoras tan poco para cortejar abiertamente al peligro?

- Soy lo que soy, Edward. Sí, tengo poderes, pero los utilizo para ayudar a los demás.

- ¿A qué costo?- bufo Edward. -Se que sufriste ¿no? Senti la rigidez de tu cuerpo, te oí gritar y sabía que lo que estabas haciendo te dañaba de alguna manera. ¿Cuánto tiempo puedes continuar convocando a las fuerzas sin dañar su salud?

Isabella bajó la mirada.

- No puedo pensar mas alla del aquí y el ahora.

- ¡No!-, Gritó Edward. –No voy a aceptar eso. Si voy a protegerte tienes que comprometerte a limitar tus curaciónes a la dispensación de hierbas y ungüentos. No más, no ninguna-milagrosa-cura.

- No puedo hacer eso, Edward. Continuare usando mis poderes –lo miró con los párpados bajos - El día que deje de curar a la gente será el dia que haya muerto.

Edward se estremeció, con una expresión sombría.

- La despensa se reconstruirá. ¿Crees que quiero tu muerte?

El brillo en los ojos de Isabella se suavizó.

- No, yo nunca pensaría tal cosa. Pero no puedo dejar de ser lo que soy, padre tambien intento cambiarme y fracaso.

- ¿Por qué no me amas? Si lo hicieras podríamos librarnos de tanta angustia.

- Quieres que pierda mis facultades. Ese ha sido tu objetivo desde el principio. Sabes que jamás vas a amarme.

- No te amo, solo quiero protegerte.

Isabella no dijo nada, parpadeó para contener las lágrimas. Edward gimió cuando sintió que una de las paredes que protegían su corazón se agrietaba. Lastimar a Isabella era la última cosa que quería hacer, pero ella no parecía darse cuenta del peligro que enfrentaba. Alguien tenía que mantener la cabeza en alto y parecía que él era el único lo suficientemente cuerdo.

Se sentó junto a ella y le levantó la barbilla.

- Isabella, mírame. ¿Quieres vivir, muchacha?

- Sí.

- ¿Quiere hijos?

Sus ojos se iluminaron.

- Sí, si Dios quiere.

- Entonces debes hacer lo que te digo. Ocupate de los remedios herbales, pero jamás vuelvas a hacerlo que hiciste por Carlisle y por mi otra vez.

Ella se veía tan triste, que Edward se sintió miserable. Bajando la cabeza, la besó en los labios, tan solo con la intención de tener un gesto conciliador. Pero el sabor de su boca era tan dulce, que una necesidad imperiosa brotó en su interior.

La posibilidad de perder Isabella le horrorizaba. No podía soportar la vida sin ella. Sus dedos se cerraron alrededor de sus estrechos hombros, cuando profundizó el beso, la lengua penetro profunda en su dulce esencia.

Sintió como su miembro crecia y se endurecía y la habría poseído ahí mismo, si no la hubiera sentido tan fragil. Sólo una bestia querria aparearse con una mujer que había pasado por una experiencia tan estremecedora y aun estaba recuperándose del agotamiento.

Por otra parte, era obvio que la curación de sus quemaduras habían tomado una gran cantidad de ella.

De mala gana la soltó y rompió el beso.

- Será mejor que vaya a mi propia cama. Es tarde y hay mucho que hacer mañana. No tendre reposo hasta que encuentre a la persona que ha querido hacerte daño. Quédate en la cama hasta que tus piernas sanen.

Se acercó a la puerta, se detuvo bruscamente y se volvió, levantando las manos y flexionando los dedos.

- ¡Es un verdadero milagro. Gracias. Y Gracias por salvar a Carlisle.

Entonces abrió la puerta y se marcho, dejando a Isabella con una mezcla de emociones. Le había pedido que dejara las curaciones a continuación, le dio las gracias por haberle ayudado y Carlisle. No entendía a ese hombre.

Edward le dijo que había sabido que ella lo necesitaba. ¿Cómo podría saberlo si no había una fuerte conexión entre ellos? ¿Era Dios jugándole una mala pasada? Dos veces Edward la había salvado de extremas circunstancias, y en ambas ocasiones, según él, había respondido a sus instintos. ¿Seria Edward el hombre de su vida?

La mente cansada de Isabella se quedó en blanco mientras su cuerpo se relajaba para dormir. Si Dios lo permitia, no soñaría que la atormentaban esa noche.

Para consternación de Edward, no se encontró ninguna pista sobre la identidad del piromaniaco después de que concluyó su investigación. No había pasajes secretos, y el postigo había sido sellado hace mucho tiempo. La conclusión de Edward no era reconfortante. Alguien dentro de la fortaleza había iniciado el fuego. ¿Quién se beneficiaría de la muerte de Isabella? ¿Quién le temia lo suficiente para matarla?

Edward no quieria creer que uno de sus parientes lo haría. Continuó caminando a través de las cenizas, sin saber que Jessica se dirigía en su dirección.

- ¿Qué estáis buscando?- preguntó Jessica.

Edward la miró.

- ¿Qué estás haciendo aquí?

- Estaba en el huerto cuando te he visto hurgando en las cenizas. ¿Habéis encontrado lo estabas buscando?

- No. Tenía la esperanza de encontrar una pista sobre la identidad del hombre o mujer que provocó el incendio.

Los ojos de Jessica se abrieron como platos.

- ¿Crees que alguien lo provoco deliberadamente?

- Sí, lo sé. Alguien que deseaba hacer daño a Isabella.

- ¡Bah! Soy más propensa a creer que una chispa del hogar encendió algunas de las hierbas secas que a tu esposa le gusta coleccionar. O quién sabe si una vela se vino abajo.

- Me gustaría creerlo, Jessica, pero creo que hay una explicación siniestra. Voy a seguir buscando hasta que encuentre las respuestas que necesito.

La mirada de la joven descendió a las manos de Edward. Sus ojos se abrieron y respiró sobresaltada.

- ¡Tus manos! ¿Cómo se curaron tan rápido? Ayudé a Meave con el vendaje y vi las ampollas.

Edward escondió las manos en los pliegues de la tela escocesa. Explicar su curación milagrosa no iba a ser fácil.

- Las quemaduras no erantan malas como pensábamos.

Jessica le cogió la mano y miró mas cerca de el.

- ¿Qué hace Isabella, Edward? ¿Utiliza la brujería para sanaros?

Edward apartó la mano.

- ¿No tienes nada que hacer?

- Ah, bueno, me voy. Sólo recuerda, yo estoy por si alguin dia tienes necesidad de mi -se volvió y se dirigió afuera, agitando sus faldas para revelar un tobillo y la pantorrilla bien proporcionada.

Cuando Edward regresó a la sala para la comida del mediodía, Isabella no estaba por ningún lado.

- Isabella todavía esta demasiado débil para levantarse de la cama-, explicó Esme cuando Edward se acercó a la palangana con agua, jabón y toalla.

- ¿Cómo van las quemaduras de sus piernas?- preguntó Edward metiendo sus manos en el agua y se trató de una espuma.

- No esta tan mal como al principio, se recuperara.

Edward termino de lavarse y secarse las manos y la cara. Le devolvió la toalla a Esme.

- ¿Por qué no se cura a si misma?-, le preguntó con curiosidad.

- Sus poderes no funcionan de esa manera. Recibe visiones sobre acontecimientos futuros y puede curar a otros, pero no a sí misma.

- ¿Cómo sabes esto?

- Yo estaba allí cuando Isabella nació. Vi como sus poderes crecian y se fortalecian. Ni la madre ni la abuela de Isabella eran mujeres del País de las Hadas, pero reconoció sus poderes a una edad temprana y fue guiada por los espíritus.

Edward negó con la cabeza.

– No lo puedo entender. Las edades oscuras sucedieron hace mucho tiempo. ¿Cómo puede ser una bruja?

Alyce chasqueó la lengua.

- Qué vergüenza, laird. Isabella podría usar sus poderes para el mal, pero ella optó por seguir el camino de la luz y la bondad. Ella no es una bruja, es una sanadora.

Edward estudió sus manos inmaculadas.

- Sí, un sanador, pero lo que hace va mucho más allá de los límites de la curación. Si ella sigue utilizando la magia, me va a ser muy difícil protegerla de los que quieren hacerle daño.

Esme se encogió de hombros, pero sus ojos tenían una gran tristeza.

- El pade de Isabella tenía los mismos temores, pero ella no podía dejar de ayudar a más gente de lo que podía dejar de respirar.

Edward comió su comida sin probarla. Cuando Carlisle se unió a él, dio la bienvenida a su tío con una sonrisa.

- Pareces perdido en tus pensamientos, sobrino-, dijo Carlisle.

La sonrisa de Edward se ensanchó.

- ¡Es bueno verte en pie.

- No puedo permanecer en la cama tanto tiempo.

- Siéntate, pues, y cuéntame sobre el ataque. Benjamin me dijo todo lo que sabía, pero todavía tengo preguntas. ¿Tienes alguna idea de que te atacó?

- Nunca los había visto antes-, se quejó Carlisle. -Salieron de la nada y trataron de llevarse a Isabella. No recuerdo mucho después de eso. -Él negó con la cabeza. - Así es más desconcertante. Claramente, alguien quiere ver a tu esposa muerta.

- Sí, soy consciente de eso.

- Todo el mundo sabe de la magia que Isabella utiliza para curar las heridas. Yo mismo debía estar muerto, pero estoy vivo. No es que no se lo agradezca. Pero los poderes curativos de Isabella han planteado preguntas y dudas. El rey ha impuesto severas penas a los que práctican la brujería. Me preocupaba tu matrimonio con ella al principio, pero desde entonces he cambiado de opinión. Esa muchacha es incapaz de hacer daño.

-Nada va a sucederle a Isabella mientras este bajo mi protección -prometió Edward- Me gustaría que todos nuestros hermanos sintieran lo mismo que tu tío.

Sin embargo, temo que alguien la tema o la odia lo suficiente como para prender fuego a la despensa con ella dentro.

- ¿Piensas que el incendio fue provocado deliberadamente?

- Sí, aunque no pueda demostrarlo.

Edward Terminó de comer y apartó el plato. Estaba levantándose de la mesa cuando Jasper se precipitó en la sala.

- Visitantes en la puerta. Piden entrar.

- ¿Quiénes son?

- Emmett MakSwan, acompañado por una docena de hombres en armas. Él ha oído hablar del fuego y quiere ver a su hermana. El sacerdote esta con él.

- Las noticias viajan rápido-, reflexionó Edward. Era curioso, sin embargo, para escuchar lo que Emmett tenía que decir. -Dejalos entrar.

Poco tiempo después, MakSwan y sus hombres entraron en la sala.

Edward ordenó cerveza para todo el mundo e invitó a Emmett y el Padre

Eleazar a unirse a él en la mesa principal.

- ¿Qué te trae a Stonehaven?-, Preguntó Edward. -¿te había dicho que te mantuvieras alejado?

Emmett hizo un gesto despreocupado hacia el sacerdote.

- He traído al sacerdote conmigo para probar que no vengo a provocar el mal. Me preocupa mi hermana. Me dijeron que ella viviría feliz aquí, que nadie le haría daño y sin embargo… Me gustaría ver el cuerpo.

Edward se estremeció.

- ¿Qué te hace pensar que Isabella está muerta?

- Eso no tiene importancia. Sé que no tienen sacerdote en Stonehaven, así que traje al Padre Eleazar para que diga unas palabras sobre el cuerpo de mi hermana.

- ¿Es cierto?- preguntó el padre Eleazar. -Ay, la pobre muchacha. La vida no es justa. Bendita sea.

-¡Bendita!-, Criticó Emmett. -La niña estaba poseída por el diablo. Quiero llevarla a casa para enterrar el cuerpo en el terreno de la familia. Es lo que nuestro padre hubiera querido.

- Emmett, ¿qué estás haciendo aquí?

Los tres hombres alzaron la vista hacia el sonido de la voz de Isabella. Uno de ellos se santiguó, y el otro maldijo por lo bajo. Edward se levantó y sacó una silla para Isabella. Le dirigió una sonrisa y le permitió tomar asiento.

- Gracias a Dios que estas viva-, el sacerdote ofrecía en humilde acción de gracias. -Tuve miedo de que los rumores fueran ciertos.

- Como puede ver, Padre, estoy bien-, dijo Isabella. Miró su hermano

- Escuché que habías muerto en un terrible incendio.

- Habéis oído mal. Hubo un incendio, pero sobreviví.

- Estoy contento-, dijo Emmett con amargura. Se levantó. -Tengo que irme. Soy necesario en Gairloch.

- Quizá me quedaré unos pocos días-, aventuró el padre Eleazar,

- Si Laird Edward no tiene ninguna objeción.

- Le invitamos a hospedarse en Stonehaven, el tiempo que desee. Ha sido mucho el tiempo desde que mis parientes asistieron a la misa -Un destello de dolor oscureció sus ojos. –el sacerdote de Stonehaven murió en Francia.

Emmett se dispuso a salir, pero Edward lo detuvo.

- No, no te vayas todavía. Desde hace tiempo he querido hablar contigo.

Isabella se levantó.

- Venga conmigo, Padre. Usted me puede decir todo sobre lo que ha sucedido en Gairloch durante mi ausencia. -Salieron de la sala de juntos.

- ¿Qué es lo que deseas hablar?-, Preguntó Emmett a Edward con una marcada falta de interés.

- Los términos de la dote de Isabella no se han cumplido- dijo Edward.

- Yo no tome parte en los acuerdos-, argumentó Emmett. -Isabella iba a casarse con MakBlack. Hice las negociaciones con él.

- Actuaste sin autoridad-, denunció Edward. –Charly MakSwan estaba vivo cuando me pidió que me casara con Isabella.

- Mi padre estaba enfermo y viejo, y no en su sano juicio.

- Hay quienes juran que estaba lúcido hasta el momento de su muerte. Mi matrimonio con Isabella era legal, pero todavía tengo que recibir los ingresos de sus tierras en la isla de Skye.

- Esas tierras y sus ingresos son mios. Cuando Isabella iba a casarse con MakBlack, él me hubiera dejado mantener su dote. -Edward se puso de pie, le sacaba a Emmett por media cabeza.

- Sin embargo, Isabella rechazo casarse con el y lo hizo conmigo.

- Jamas tendras su dote,- gruñó Emmett.

- Voy a solicitarla a los tribunales-, amenazó Edward. –No estas por encima de la ley.

- La dote de Isabella volvera de nuevo a mí si ella muere-. Le dirigió a Edward una mirada de maldad pura. -La vida de una bruja es precaria. No creo que viva lo suficiente para tener un hijo, incluso si sois lo suficientemente valiente como para sumergir vuestra vara en su caldero de bruja.

- ¿Está amenazando a mi esposa?- rugió Edward.

- Sé que ha habido problemas por la estancia de Isabella en Stonehaven, no soy tonto. El olor a carne quemada todavía perdura en el aire. ¿Qué pasó? ¿Tiene uno de tus parientes que ver con eso?

- Fue un accidente-, dijo Edward. -Como puede ver, todo esta bien en Stonehaven.

- Entonces no os molestare por más tiempo con mi preocupación por mi hermana. -señaló Emmett haciéndoles un gesto a sus hombres, se levantaron para seguirlo hacia la puerta.

- No has oído la última palabra de esto-, prometió Edward. –Presentare mi petición a los tribunales. La tierra es suya. Uno de nuestros hijos la va a heredar.

Emmett salió furioso, Greame era consciente de que Emmett estaba esperando una muerte prematura de Isabella. ¿Acaso queriae su dote lo suficiente como para matarla por ello?

- ¿Cómo van las cosas en Gairloch?- preguntó Isabella al padre Eleazar cuando se sentaron frente a la chimenea en la habitacion principal.

- Nada es igual desde que murió tu padre-, se lamentó Eleazar.- nadie quiere a Emmett. Es verdad que tiene el oído del rey, pero el sólo piensa en sí mismo y en el poder que la amistad del rey, le traerá. Quiere utilizarlo como usa a todos los demás. -

Isabella lanzó un suspiro. -¿los nuestros sufren a causa de su codicia?-

-Todavía no. El clan de MakSwan no esta en la miseria, pero eso podría cambiar con el tiempo. Nuestros hermanos sufren, sin embargo, por falta de tus habilidades de curación. Los MakCullens no saben la suerte que tienen.

Isabella sonrio con amargura.

- Me gustaría pensar como usted.

El padre Eleazar la miró, levantó las cejas en cuestión.

- ¿Qué es, muchacha? ¿Dijo Emmettla verdad? ¿tienes problemas?

- No es Edward-, confesó Isabella. –pero se han hecho atentados contra mi vida en dos ocasiones.

- ¡Santa Madre! ¿Qué pasó, muchacha?

- Esme, el tío de Edward y yo fuimos atacados mientras recogía hierbas en el bosque. Carlislefue gravemente herido, pero usé mis poderes para detener el sangrado, y él está en recuperación completa. Días más tarde, la sala de destilación fue incendiada y casi mori ahí. Si Edward no hubiera llegado en ese momento, yo no estaría aquí hablando con vos

- ¿No sabéis quién está detrás de esas malas acciones?

- No. Los cinco atacantes fueron encontrados muertos. Y Edward no ha encontrado ningún sospechoso para el fuego.

- Seguramente Dios te esta protegiendo-, dijo Eleazar.- ¿Aun posees tus poderes curativos, entonces?

- Sí.

Eleazar sonrió.

- Entonces, Edward MakCullen esta enamorado de ti. La profecía se ha cumplido. Me complace.

Isabella frunció el ceño.

- ¿Qué te hace pensar que amo a Edward? Quizá todavía conservo mis fuerzas porque no me he permitido amarlo. Edward ama a otra, no hay amor entre nosotros.

- Veo tus ojos y estos me dicen lo que te niegas a admitir. Amas al hombre que se caso contigo. Si los poderes todavía existen, es porque Edward te ama tambien.

Isabella deseaba que fuera cierto, pero Edward jamás había sugerido que la aMaba. Era su amante ideal. Se había convertido en su salvación, su protector. Sin embargo, él no podría amarla. Le hacia más sentido creer que había tenido éxito en la retención de su propio corazón.

 

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DEFINITIVAMENTE ESOS PODERES A BELLA LE CAUSARAN MUCHOS PROBLEMAS, QUE ALEGRIA QUE HAYA SANADO A EDWARD, PERO AUMENTARA LOS RUMORES !MALDITO EMMETT! QUE SINVERGUENZA ES, ¿NO HABRA SIDO EL QUIEN PROVOCO EL INCENDIO?, MIRA QUE APARECERCE ASI COMO ASI, ESE TIPO NO SE TRAE NADA BUENO ENTRE MANOS.

 

GRACIAS POR ACOMPAÑARME EN ESTA AVENTURA.

ACTUALIZACIONES: UN CAPITULO CADA DIA

BESITOS GUAPAS

Capítulo 10: NUEVE Capítulo 12: ONCE

 
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