UN AMOR DE LEYENDA (+18)

Autor: lololitas
Género: Aventura
Fecha Creación: 17/07/2013
Fecha Actualización: 17/11/2013
Finalizado: SI
Votos: 20
Comentarios: 53
Visitas: 54718
Capítulos: 20

"FANFIC FINALIZADO"

Gairloch, Highlands, 1432

Según la leyenda, una hada con poderes extraordinarios nacerá cada cierto tiempo en el clan MakSwan. Será sanadora con el conocimiento y la capacidad de ayudar a los demás, pero su fuerza y resistencia deberán ser probados por los obstáculos. Si sobrevive a las duras pruebas del fuego, el agua y la piedra, siempre sera bendecida por Dios.

El hada debe tener cuidado de no enamorarse, pues, si su amor no es correspondido, podría perder sus poderes. Mas si tuviera la suerte de encontrar a su verdadero amor y ser correspondida, sobrevivirá a cualquier problema y vivirá, junto a su amado, felices para siempre.

Así proclama la leyenda.

 

 


Basada en "El laird de Stonehaven" Conni Mason

 

Mi otro Fic

PRISIONERA DE GUERRA:

http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=3899&id_capitulo=0

 

 

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 14: TRECE

Isabella estuvo triste durante los días siguiente. No tenía ningún contacto con Edward y eso le dolia terriblemente. Era como si no exisitiera. Rara vez la miró y nunca habló directamente con ella. Se había convertido en una paria. Todo el mundo sospechaba que había causado la tormenta, pero nadie podía estar seguro. Como resultado, los siervos de Edward caminabanen círculos alrededor de ella, buscando la manera de evitarla.

El trabajo de construir un nuevo puente mantenía ocupado a Edward cada día hasta que la oscuridad caia sobre la tierra. Durante la noche, Edward la evitaba como la peste, y prefieren sentarse con sus parientes en una de las mesas bajas. Aún más preocupante era el hecho de que Jessica se había vuelto más audaz en su búsqueda de Edward. Se cernía sobre él constantemente, dispuesta a cumplir todas sus necesidades.

Isabella tenía pocas dudas de que una de esas necesidades fuera sexual. Aunque Isabella rara vez se aventuraba a ir más alla del castillo después de la inundación estaba ansiosa por ver cómo avanzaba el nuevo puente. Como nadie parecía cuidarsus idas y venidas, Isabella se sintió libre para hacer lo que quisiera.

Un día de sol, ella y Esme salieron a disfrutar de la luz del sol. Isabella levantó la cara para dar la bienvenida al calor y dejar que la brisa acariciara su rostro. Desde que había convocado a los espíritus de la naturaleza para ayudarla sentía frío todo el tiempo. Se sentía completamente perdida, como si una importante parte de ella misma hubiera desaparecido. No necesitaba convocar a las visiones para saber que era Edward quien le faltaba a su vida.

-¿A dónde quieres ir, muchacha?-, Preguntó Esme. –No creo que podamos alejarnos mucho. Sabes lo supersticiosos que son los parientes de Edward.

-Lo sé, pero me gustaría ver ese puente que están construyendo. Podemos ver desde más arriba.

Rodearon el pueblo. Isabella sonrió cuando escuchó el graznido lejano de una perdiz nival y aplaudió de alegría cuando contó varias garzas azules en un montículo de piedras cerca. Unos quince minutos más tarde llegaron a un risco con vistas al lago Torridon.

 

-El nivel del lago no podrá volver a la normalidad-, observó Isabella. -Agradezco que las gentes de la aldea pudieran escapar a tiempo ¿Los cultivos se salvaron?

-Se produjeron algunas pérdidas, pero varios días de sol han revertido en gran medida el peor de los daños. Es probable que los cultivos sobrevivan, excepto en los campos que se inundaron por completo. Se perdieron algunas cabezas de ganado

Isabella lanzó un suspiro.

-Yo no quería causar daño a nadie, sólo pensabaen salvar la vida de Edward. Sabía que habría consecuencias, pero no me detuve a pensar en ellas.

-Mira-, dijo Esme, señalando abajo. –desde aquí se puede ver a los hombres trabajar en el puente.

Isabella pudo distinguir fácilmente a Edward de entre el grupo de hombres.

Todos estaban desnudos de cintura para arriba y sus pantalones escoceses habían sido cortados por encima de la rodilla para facilitar el movimiento en el agua. El impresionante físico de Edward se destacó entre todos.

-El puente parece estar progresando bien.

-Mira, ahí esta Carlisle-, señaló Esme a cabo. –Esta muy bien conservando para un hombre de su edad.

La atención de Isabella estaba tan concentrado en Edward, que no escucho el sonido de pasos que se acercaban. Tampoco lo hizo Esme, que tenía problemas con el oido

-Aquí esta-Gritó una mujer. -¿No se los dije que estaba pensando hacer mas males? Es la suerte que la vi mientras estaba recogiendo hierbas fuera de la aldea.

Isabella se volvió, desagradablemente sorprendiao al ver Siobham llevar una congregación de mujeres y hombres de la aldea.

-No quiero problemas con ustedes -, dijo Isabella. -No quiero hacer daño.-

-Trajiste los problemas cuando llamaste a los espíritus malignos para que devastaran las tierras de los MakCullen.

Como para reforzar las palabras del Siobham, un cuervo voló sobre Isabella graznando en voz alta.

-¡Mira!-, Exclamó Siobham. -¡Ella trajo a su familiar!

-¡No, es verdad! - negó.

-Ella lo hizo-, dijo Jessica, saliendo de detrás de la robusta partera. -He oído al Laird Edward acusarla de utilizar la brujería. No puede negar que la ha desterrado de su vida.

-Quizá deba probarse a sí misma-, dijo Siobham, desplazando Isabella más cerca del borde del risco. -He escuchado que las brujas pueden flotar. Demuéstranos que no eres una bruja. Si se ahoga, vamos a saber que eres inocente.

De repente, una mujer que Isabella reconoció empujo a Siobham a un lado. Era Mab, la mujer que había ayudado en el parto.

-¡Es una vergüenza la forma como están tratando a la esposa de nuestro laird,- acuso -Mira todo lo bueno que ha hecho. Tú, María, la señora Isabella curo la herida de tu hijo cuando se cortó a sí mismo jugando con su daga. Y tú, Talia, ¿No alivio la señora Isabella a tu hija de su congestión en el pecho?

-No deben escucharla-, gritó Siobham. -La bruja debe probarse a sí misma.

Por desgracia, la voz de Mab no pudo sobrepasar la mirada de Siobham. Cuando la multitud se despertó furiosa. Las voces se elevaron en un crescendo escalofriante. -¡Sí, debe probarse a sí misma! Echadla en el lago. Si se ahoga, sabremos que es inocente.

Isabella estaba aterrorizada. No sabía nadar, nunca había tenido la oportunidad de aprender, y sabía que con el peso de las faldas seria imposible llegar a la superficie...

Era obvio que la animosidad de Siobham era la masa virulenta que impulsaba a los habitantes del pueblo para atacarla. Isabella buscó una manera de escapar, pero se vio rodeada.

-Sálvate a ti misma-, le susurró Isabella a Esme. –Marchate antes de que se vuelvan contra ti - Esme la miró como si quisiera a protestar, pero en última instancia, se levantó las faldas y huyó. Isabella se sentia agradecida de que nadie intentara detenerla. Se volvió con el rostro sereno hacia Siobham en un esfuerzo por aplacar su ira. Sin embargo, nada menos que su muerte podría satisfacer a la partera. Fue hacia Isabella.

De repente, Grant y otro hombre la agarraron y la arrastraron hasta el borde del risco. Ella gritó, y de pronto cayo hasta el agua turbulenta. Golpeo en un chapoteo ruidoso antes de poder tomar una respiración profunda.

¡Abajo, abajo!, fue, terriblemente consciente de que el lago era más profundo de lo que pensaba. Golpeó la parte inferior, y a continuación, empujo hacia arriba con todas sus fuerzas. Cuando salió a la superficie, tomó un trago de

aire vivificante, pero las faldas empapadas la arrastraron de nuevo hacia abajo. Presa del pánico, comenzó a luchar por su vida. No quería morir. No ahora, no antes de que Edward la hubiera perdonado.

Esme corrió tan rápido como sus piernas podían llevarla a donde estaba Edward trabajando en el puente. Su chica estaba en peligro, y solo Edward podría salvarla. ¿Le importaria? A pesar de sus viejas piernas siguió corriendo hasta que se derrumbó en los brazos de Edward.

Edward había visto a Esme corriendo hacia él y fue a su encuentro. La intuición le dijo que algo había pasado a Isabella, y su intuición rara vez fallaba. Había intentado todo lo posible para ignorar su exixtencia. Era consciente que con su actitud hacia ella estaba reforzando el temor de sus parientes pero no había sido capaz de superar su decepción. Pero Isabella lo necesita ahora, y nada más importaba. La mirada llena de pánico de Alice lo incito a la acción.

-¿Qué pasa, Esme? ¿Esta Isabella en problemas?

Sin poder recuperar el aliento, Esme asintió y señaló hacia arriba. Edward vio a un grupo de personas reunidas en torno al risco por encima del lago.

Edward lo intentó de nuevo.

-¿Isabella me necesita?

-Sí-, exclamó Esme. –La han arrojado al lago.- era todo lo que Edward necesitaba escuchar. Pasó a Esme a Carlisle, que había venido corriendo cuando vio a la mujer cansada en brazos de Edward.

-Llevala al castillo- ordenó Edward mientras corría hacia Isabella.

La adrenalina bombeada a través de su cuerpo. Gritando el nombre de Isabella, se lanzó al agua y nadó hacia donde vio su cabeza Luego se hundió bajo el agua y no volvió a reaparecer. Puso toda su fuerza en sus brazadas.

Isabella sintió que flotaba a la deriva, su cuerpo y su mente estaban en paz. Sabía que estaba cerca de la muerte y no podía hacer nada para evitarlo. Sus pulmones estaban llenos de agua y solo quería poner fin a la tortura, pero la fuerza de la vida que se movia dentro de ella era demasiado fuerte.

El agua se filtraba en sus pulmones, pero aún así luchó muerte. De repente se sintió alzada hacia arriba, pero sabía que ya era demasiado tarde. ¿Qué había hecho a Edward y sus gentes que era tan imperdonable, y la muerte iba a ser su castigo?. Se hundió en un abismo oscuro, sin saber que Edward cargaba con ella hacia la superficie llevándola a la orilla.

Edward no podía detectar la respiración de Isabella cuando la arrastró hacia el banco. Rápidamente la puso boca abajo y apretó suavemente. Una, dos, tres veces. Seguía pálida e inmóvil. Lo intentó de nuevo, y se emocionó cuando el agua comenzó a salir a borbotones de su boca.

A pesar de sus esfuerzos, sin embargo, no observaba signos de vida. Pero no se rendiría. Siguió insistiendo para sacar el agua de sus pulmones. La volvió sobre sus brazos levantándole la cabeza, abrió su boca con el pulgar y el dedo índice y trató de infundirle vida con su propio aliento.

-¿Qué han hecho?-, Rugió, mirando a los aldeanos que se agolpaban sobre él.

-Ellos querían saber siera una bruja-, explicó Mab. - Siobham los instigo a hacerlo.

Miró a Siobham. –No me digas que crees en ese viejo cuento de que las brujas flotan sobre el agua. ¡Fuera de mi vista! Todos ustedes. Voy a tratar con todos más tarde. Y, Siobham -, añadió lacónicamente,- será mejor que vayas buscando un nuevo hogar. Ya no eres bienvenida en este sitio.

-¿Piensasn que me importa?-, Gritó Siobham. -Soy una MakBlack. Mi difunto marido era MakCullen, pero mantuvo su fe en los MakBlacks.

-¡Fuera de aquí mujer! El resto de ustedes también.

Volvió su atención a Isabella cuando la muchedumbre se dispersó. Sólo Mab se quedo a su lado.

-¿Puedo ayudaros, mi laird? Tu señora me ayudó a dar a a luz un bebe saludable, y estoy agradecido con ella. Yo jamás crei en esta farsa.

Edward siguió soplando aire a los pulmones de Isabella, dispuesto a no dejarla morir. –Cubrela con tu manto-, dijo Edward entre jadeos-El agua estaba fría, y ella esta fría.

Mab obedeció al instante, envolviendo su capa con fuerza alrededor de Isabella.

Luego se hizo a un lado y cruzó las manos en oración silenciosa cuando vio a Edward luchar por salvar la vida de Isabella. Edward rogó a Dios que trajera de vuelta a Isabella de nuevo a él. Hasta fue capaz de implorar a los espíritus de Isabella que le perdonaran la vida. Bruja o no, él quería que ella viviera.

De repente surgió el aliento en los pulmones de Isabella. Abrió la boca y tosió ecupiendo más agua. Edward se regocijo agradeciendo tanto a Dios como a los espíritus del País de las Hadas.

-Isabella, muchacha, ¿me oyes?

Los ojos de Isabella se abrieron. Estaban vidriosos, y parecía no reconocerlo. Edward la abrazo contra su corazón hasta que su respiración se hizo menos trabajosa. Por fin, pareció reconocerlo y eso pareció consolarla.

-Me salvaste la vida-, susurró. -Gracias.

Él la tomó en sus brazos y se dirigió hacial castillo

-Voy a llevarte a casa. -se volvió hacia Mab, y le dijo- Te devolveré tu capa pronto con una muestra de mi agradecimiento. Díle a las otras personas que estaban hoy aquí que voy a hablar con ellos pronto.

- No seas demasiado duro con ellos, mi señor. Siobham alimentó sus miedos y avivó el frenesí salvaje. Espero que en tu corazón puedas encontrar perdón.

-Vamos a hablar de esto más adelante-, dijo Edward cuando pasó junto a ella.

Los brazos de Isabella se tensaron alrededor de su cuello.

-Yo los perdono-, dijo Isabella - ¿Me perdonas tu a mi?

-Más tarde, Isabella. Guarda tus fuerzas. Has pasado por una desgarradora odisea. Estuve a punto de perderte.

-He sobrevivido, si Dios quiere, voy a sobrevivir a la prueba de la piedra como lo hice al fuego y el agua.

-No habrá piedra-, dijo Edward con los dientes apretados - estamos cerca de casa. No me sorprenda si Esme estuviera a la espera para arroparte en la cama.

-¿Está bien? Le dije que huyera. No quería que le hicieran daño.

-Ella fue directo a mis brazos. Si no hubiera sido por su advertencia, no hubiese llegado a tiempo.

Un escalofrío recorrió su cuerpo, y sus brazos se apretaron alrededor de ella como si no tuviera la intención de dejarla ir. Llegó al castillo y entró en la sala, haciendo caso omiso de las miradas de aquellos que aún no había oído sobre la tragedia que casi se había llevado la vida de Isabella. Subio las escaleras de dos en dos y abrió la puerta a la cámara de Isabella. Esme estaba esperando por ellos.

Isabella deslizo su cuerpo y se mantuvo contra él hasta que pudo pararse sobre sus propios pies. Esme lo empujó a un lado.

-Gracias a Dios, que llegaste a tiempo. No lo dude ni por un minuto. Puedes irte ahora.Yo me haré cargo de mi muchacha... - miró fijamente a Edward. –Debes quitarte esa ropa mojada antes de que se enfrie.

Aunque reacio a marcharse, Edward obedeció a regañadientes.

-Volvere.

-Edward, no te vayas-, dijo Isabella con los dientes castañeándole, fue todo lo que Edward necesitaba escuchar.

-Me las puedo arreglar yo solo -, dijo a Esme, despidiéndola con un gesto.

– Pero…

- No hay peros, Esme. Ya has oído Isabella. Te aseguro que soy perfectamente capaz de cuidar de mi esposa.

-¡Es hora!-, murmuró Esme en su camino hacia la puerta.

-Vamos a quitarnos estas ropas mojadas-, dijo Edward, y de forma rápida se despojo de los botones y las cintas de la bata empapada de Isabella y su ropa interior. Cuando ella quedo desnuda, la secó con una toalla que Esme le había proporcionado y luego la llevó hasta la cama abrazandola.

-Todavía estás temblando.

-Tengo mucho frio, no he podido sentir calor desde que te alejaste de mí.

Edward sabía lo que tenía que hacer y no dudó. Se quitó las botas y sus pantalones escoceses, sacó la colcha y se subió a la cama al lado de Isabella. Su cuerpo estaba frío como el hielo, la tomó entre sus brazos, rodeandola con su calor corporal. La frialdad de Isabella parecía estar en sus huesos.

-¿Estas mejor?-, Preguntó Edward.

Ella se acurrucó contra él.

- Sí. No me dejes, por favor.

Siguió un largo silencio, y luego Edward preguntó: -¿Por qué no utilizaste tus poderes para salvarte a ti misma? - silencio. -¿Isabella? Responde a mi pregunta. -

-Mis poderes se han ido. Ya tienes lo que querías, Edward.

-¿Está segura?

-Razonablemente segura. Los espíritus ya no me hablan. -Hizo una pausa con la expresión pensativa. –Le rogue a los espíritus que me salvaran cuando senti que mi vida se apagaba y después llegaste tu… me pregunto…

-Esme me llamo-, dijo Edward, acabando con sus esperanzas de que los espíritus le hubieran enviado. Se había enamorado de un hombre que no la amaba.

-Debes descansar-, instó a Edward. –No me ire de aquí.

Isabella no tenía ganas de descansar. Se acurrucó más cerca de su marido, con un brazo alrededor de su cintura. Su aliento le acarició la mejilla, calentando su rostro, mientras que su mano se movía arriba y abajo de la espalda lisa.

-¿No puedes dormir?-, pregunto Edward con la voz enronquecida por el deseo.

-No, lo que quiero... lo que quiero... -Las palabras le fallaron, no pudo dar voz a sus necesidades, pero lo que necesitaba era a Edward.

-¿Qué quieres, amor?

Otro silencio siguió. Entonces las palabras se desbordaban.

–A ti Edward. Te quiero.

-Yo también te quiero-, gruñó en su oído. -Cuando pensé que te había perdido, me maldije mil veces por la forma en que te había tratado, fue abominable.

-¿Me perdonas, entonces? ¿Por traer el caos a tu vida?

-¿De verdad puedes usar la magia para traer las lluvias?

-¡No, no, la magia!. Les pedí a los espíritus de la naturaleza que me ayudaran a salvar tu vida.

-¿De verdad que mi vida estaba en peligro?

-Lo sabía.

-No quiero pensar en eso ahora-, dijo Edward, dejando de lado sus palabras. Isabella sabia que pedirle su confianza era demasiado -La pérdida de tus poderes es motivo de celebración-, dijo Edward melacónicamente.

Isabella no estaba de acuerdo, pero con prudencia acepto su propio consejo.

-Quiero hacerte el amor-, susurró Edward. -Pero esperare si necesitas más tiempo para recuperarte.

-No quiero esperar-, dijo Isabella. -Necesito sentirme cerca de ti de nuevo. Tú eres mi destino. Los espíritus te trajeron a mí.

-Mi destino es estar dentro de ti-, dijo Edward, echando hacia atrás las mantas. Isabella lo miró boquiabierta. Su erección empujó hacia ella, rígido y exigente.

Si ella no lo sospechara casi podría creer que él no había estado con una mujer desde la última vez que había hecho el amor con ella. Los tendones de su cuello estaban tensos, los planos y ángulos de su rostro parecía mas duros, crudos y salvajes.

Ella le sonrió, encantada de que la quisiera con tanta fuerza. Poniéndose de rodillas, se inclinó hacia delante y empujó sus manos sobre la suavidad de acero de su abdomen.

Edward siempre ha tomado la iniciativa antes, pero en esta ocasión quería mostrarle cuánto lo amaba. Desde que había perdido sus poderes, ya no es necesario negar el deseo de su corazón. Lo peor ya había sucedido.

Cuando empezó a subir, ella lo empujó hacia abajo, presionando un beso sobre su estómago, bajando lentamente por su piel, ella le acarició con la boca. Sus ojos se iluminaron, ardientes y con hambre cuando tomo toda su longitud en su boca.

El aire se agolpo en los pulmones de Edward mientras empujaba su miembro contra sus suaves labios en un violento choque de emociones.

Su frustración iba en aumento, asi que agarró su cabeza entre sus manos y lo movió hasta donde podía sentir su aliento caliente sobre su terso vientre. Aullo como un alma en pena cuando ella abrió la boca y lo llevó en su interior. Cuando pasó la lengua por su punta sedosa, él comenzó a moverse, flexionando las caderas cuando ella lo tomó a profundidad, chupándolo y lamiéndolo hasta que casi se volvió loco. Pero no quería terminar de esa manera.

Quería estar dentro de ella.

-¡Basta!- Gruñó, levantandola – Montame.

Ella levantó una rodilla, luego la otra, envolviendo sus brazos sobre su cuello, se inclinó sobre él. Luego inclinó la cabeza y apretó sus labios contra los suyos. Gimiendo, Edward le echó la cabeza hacia abajo e hizo estragos en su boca mientras guiaba la cabeza de su verga por los suaves pliegues de su femineidad.

La penetró lentamente, dándole todo de él, haciendo gala de la sensación de su cuerpo cerrándose en torno a el. Se sentía tan bien, que quería a aullar como un animal. Empezo a moverse, penetrándola profundamente. Isabella igualó su ritmo sin esfuerzo, usando los brazos para facilitarle la tarea, usando las piernas para hacer palanca. Sus cuerpos se movían en armonía, sintió sus manos sobre su piel, caricias, caricias, ardía fuera de control. Sus labios se fundieron en los suyos.

-Eres mío-, dijo con fiereza al levantar la pelvis de la cama, para aceptar sus embestidas feroces. Su posesividad creó un placer caliente, dulce en su interior, y Isabella se preguntaba si se dio cuenta de lo que había dicho.

Una paz reconfortante se le vino encima, y le pareció oír los murmullos de los espiritus. Pero eso no era posible, porque ya no estaban con ella. Con un grito de abandono, aplastó a Edward con su cuerpo. Entonces comenzó su clímax. Edward gritó, sacudiendo su cuerpo al mismo tiempo en su interior. Cuando todo termino yacían inertes y saciados uno en brazos del otro.

Edward no podía pensar.

Fue aterrador. No importa lo mucho que tratara de centrarse en lo que acababa de tener lugar entre él y Isabella, su mente continuaba abrumada.

Edward no tenía idea de cuánto tiempo había estado allí, tendido desnudo junto a Isabella, sus cuerpo se acurrucados, sus miembros entrelazados. Sabía que Isabella no era como las otras mujeres, pero ya no parecía importar. Lo había saciado de una manera que nunca había sentido antes, pero aún clamaba por más. Su mirada se desvió posesivamente sobre Isabella que descansaba en sus brazos, su cuerpo cálido y brillante. Justo donde tenía que estar… para siempre.

Edward sabía que lo que sentía con Isabella era más que una simple satisfacción fisica. Era más profundo, más profundo, más convincente. Amar a Isabella iba más allá de lo que jamás había experimentado. ¿Pero que podía hacer con ella?

Sus parientes todavía le temían, y quién sabe si con buena razón. Pero si había perdido sus poderes y no era más una amenaza para nadie. Este pensamiento trajo otro. Isabella lo amaba. De acuerdo con la profecía, ella perdería sus poderes si ella amaba a alguien que no le devolvieron el amor.

Aunque Edward se preocupaba mucho por Isabella, obviamente, no lo hacia por amor. Si estuviera enamorado ella todavía poseería sus poderes. Más confundido que nunca, Edward cayó en un sueño agitado. Estaba empezando a pensar que la profecía era un mito cuando lo despertó un alboroto en la puerta. Se incorporó y se apartó de Isabella. Desnudo, se dirigió a la puerta, la abrió y y miró soñoliento a su mayordomo.

-¿Cómo puede un hombre dormir con todo ese ruido? Espero que sea importante, Sam.

-No os molestaría por lo contrario. Jasper ha vuelto de Inverness con un cuento que vas a querer escuchar.

-Estare abajo tan pronto como me vista. ¿Cuánto tiempo he dormido? -

-'Todala mañana.

-¡Buenos días!- Jadeó Edward. -Debo haber estado más agotado de lo que pensaba. -Él miró a Isabella, que seguía durmiendo plácidamente.- Dile a Esme que no moleste a Isabella.

-Sí,- dijo Sam cuando Edward cerró suavemente la puerta.

Regresó a su propio dormitorio para lavarse y vestirse para no despertar a Isabella, y luego bajó a saludar a Jasper ansiosos por saber cómo el rey había reaccionado ante su ausencia. Jasper estaba cavando en un cuenco de gachas de avena cuando Edward entró en la sala. Levantó la vista cuando se unió a él –Casi vole para volver aquí.

Edward se sentó junto a su primo. -Termina tu desayuno.

-¿Qué pasó? Esperé por ti en Inverness.

-Las lluvias y las inundaciones-, dijo Edward. -Era una pesadilla. Los puentes que cruzan el lago se cayeron con las aguas embravecidas, y nuestros campos se inundaron ¿Cómo has llegado a través del lago?

-Contraté a un barco en el otro lado. Me sorprendió lo alta que el agua se había levantado.

Alguien instaló un cuenco de gachas delante de Edward y comenzó a comer. -¿El rey esta enojado conmigo?

-Ah, Edward, esta mas feliz de saber que estas a salvo, después de las cosas tan terribles que pasaron.

La cuchara de Edward detuvo a medio camino de su boca. Isabella había estado en lo cierto? -¿Qué tipo de cosas?

-No se por donde empezar.- la expresión de Jasper se ensombreció - Más de cuarenta jefes de las Tierras Altas se reunieron en Inverness. El rey llegó de mal humor.

-Vamos,- instó a Edward, muy seguro de que no le iba a gustar lo que Jasper tenía que decir.

-Para no hacer el cuento largo, James acusó a los jefes de traición a la patria. Dijo que eran impredecibles e ingobernables, y representaba un peligro para la corona. También los acusó de apoyo a la Casa de Albany mientras estaba cautivo en Inglaterra.

-Es increíble-, continuó Jasper. -James recriminó al los jefes por oponerse a la unificación de las Tierras Altas. Luego ordene que fueran llevados a Edimburgo y encarcelados.

-No puedo creerlo

-MakBlack y MakSwan apoyaron la decisión de James. Ellos no estaban entre los cuarenta detenidos.

-Bastardos-, gruñó Edward.

-Sí-. Jasper tragó duro, y luego dijo: -Todos asumimos que los jefes de las Tierras Altas languidecerían tras las rejas hasta que el rey hubiera perdonado sus acciones… pero no fue asi.

-¿Qué paso, Jasper? Algo sucedió en Inverness.

Jasper suspiró. -Cinco jefes fueron señalados y ejecutados. Tu hubieras sido uno de ellos si hubieras estado allí.

La cuchara de Edward cayó de sus dedos.

- ¿Porque hubiera sido yo?

- Vuestro cuñado lo dijo, estaba bastante molesto al no verte aparecer

- ¿Qué paso con el rey? ¿Ha enviado a tropas a arrestarme?

-¡Es poco probable! Te diré por qué. Mientras que en Inverness, James se enteró de que los soldados ingleses estaban reuniéndose en la frontera. El rey Inglés amenaza con marchar a Sterling y mantenerlo como rehén hasta que el rescate sea pagado. James se fue inmediatamente a defender sus fronteras.

-¿Y no se da cuenta de que necesita ahora mas que nunca de nosotros? James ha hecho muchas cosas buenas desde que regresó del cautiverio. Esto no viene de él.

-Creo que se dio cuenta de su error, porque los demás jefes fujeron liberados antes de que James saliera de Inverness.

-Cuando ya había ejecutado a cinco hombres inocentes -dijo Edward con amargura.

-Si hubieras ido a Inverness, tu habrías sido uno de esos desgraciados -, murmuró Jasper. –La inundación llego a Stonehaven en el mejor momento.

Edward estuvo de acuerdo de todo corazón. Isabella no había mentido. Su vida había estado en peligro. Y ella lo había salvado.

-¿Qué estas pensando? ¿A donde vas?-, Preguntó Jasper cuando vio a Edward levantarse de su silla.

-A pedir perdón a mi mujer. Convoca una reunión con el clan. Mi gente tiene que escuchar lo que tengo que decir

 

--------------------------

!HORROR!, CON GANAS DE AGARRAR A SHIOBAM Y QUEMARLA EN LEÑA VERDE, !MALDITA BRUJA!, SERA TONTO EDWARD COMO QUE SOLO HABLARA CON ELLOS??????? GRRRRRR ES PARA AGARRAR A TODAS ESAS PERSONAS Y DARLE UNOS BUENOS AZOTES CON BARAS Y PUAS JAJAJA, POBRE ISABELLA ESTUVO A PUNTO DE MORIR, POR LO MENOS YA SE ARREGLARON Y EDWARD RECONOCIO SU ERROR, PERO LAS COSAS NO QUEDARAN AHI EL PLAN DE MAKSWAN Y MAKBLACK FRACASO POR EL MOMENTO PERO TENDRAN SU REVANCHA.

 

GRACIAS POR ACOMPAÑARME EN ESTA AVENTURA.

BESITOS GUAPAS.

Capítulo 13: DOCE Capítulo 15: CATORCE

 
14444411 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10762 usuarios