UN AMOR DE LEYENDA (+18)

Autor: lololitas
Género: Aventura
Fecha Creación: 17/07/2013
Fecha Actualización: 17/11/2013
Finalizado: SI
Votos: 20
Comentarios: 53
Visitas: 54723
Capítulos: 20

"FANFIC FINALIZADO"

Gairloch, Highlands, 1432

Según la leyenda, una hada con poderes extraordinarios nacerá cada cierto tiempo en el clan MakSwan. Será sanadora con el conocimiento y la capacidad de ayudar a los demás, pero su fuerza y resistencia deberán ser probados por los obstáculos. Si sobrevive a las duras pruebas del fuego, el agua y la piedra, siempre sera bendecida por Dios.

El hada debe tener cuidado de no enamorarse, pues, si su amor no es correspondido, podría perder sus poderes. Mas si tuviera la suerte de encontrar a su verdadero amor y ser correspondida, sobrevivirá a cualquier problema y vivirá, junto a su amado, felices para siempre.

Así proclama la leyenda.

 

 


Basada en "El laird de Stonehaven" Conni Mason

 

Mi otro Fic

PRISIONERA DE GUERRA:

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Capítulo 19: DIECIOCHO

Isabella esperaba con ansiedad la respuesta del rey a la propuesta de Edward. No tenía idea de lo que harían si el rey se negaba a restaurar su matrimonio.

Un día de glorioso sol, Edward preguntó a Isabella si queria salir de día de campo ordenando a Alice que preparara una canasta para ellos.

- Hay un lugar especial que te quiero mostrar. Sentados aquí, esperando la respuesta del rey no estamos haciendo nada bien por nuestra tranquilidad.

- ¿Dónde?-, Preguntó Isabella, el entusiasmo coloreaba sus palabras. –No me habias hablado de que hubiera un lugar especial cerca.

Con una sonrisa Edward la guio.

- Ya lo verás. Nos vemos en el patio. Y lleva una capa. El tiempo puede ser variable esta época del año.

Veinte minutos más tarde, Isabella, llegó al patio con una canasta colgada del brazo.

- ¿Esta demasiado lejos?- le preguntó a Edward.

- No, es una distancia corta. Pero si prefieres montar a caballo…

- ¡El dia es tan hermoso! Vamos a caminar.

- ¿Estás segura?

- Claro, necesito hacer ejercicio.

Edward le quito la canasta, y la condujo a través de la puerta principal. Caminaron en silencio por el pueblo saludando con la cabeza a los que se encontraban por el camino. Cuando llegaron al lago, Edward siguió hacia abajo, por un estrecho camino a lo largo del acantilado.

- Nunca he estado tan lejos de la aldea antes-, dijo Isabella.

- ¡Y has hecho bien-, dijo Edward. –No deberias aventurarte tu sola. Mira lo que pasó cuando entraste en el bosque a recoger hierbas.

Isabella se detuvo abruptamente, su mirada se centró en una torre de piedra colgada precariamente sobre el borde del acantilado.

- ¿Qué es eso?

Edward le cogío la mano y tiró de ella hacia la estructura.

- Las ruinas de una antigua torre vikinga. Pensé que podría gustarte verlo.

- ¿Qué edad tiene?

- Es muy vieja. Los vikingos llegaron a Escocia desde hace varios siglos y construyeron torres de vigilancia a lo largo de la costa. - cuando llegaron a la base de la torre de planta cuadrada, Isabella se quedó mirando con asombro el antiguo edificio y comenzó a avanzar. -¿Podemos ir al interior?

Edward tiró de ella.

- Las escaleras son demasiado peligrosas para subir. Mira a tu alrededor -, dijo, señalando a varias piedras grandes.

- Estas piedras han caído desde la torre en un momento u otro, seria peligroso entrar en la estructura. Solo pense que podríamos disfrutar de verlo.

- Gracias-, dijo Isabella. -Aprecio mucho estar a solas contigo. Tenemos muy poco tiempo para nosotros mismos.

- Lo mismo pienso yo- murmuró Edward. -¿Vamos a comer?

Edward extendio el mantel que Alice había incluido en la canasta y Isabella dispuso lacomida. Luego disfrutaron del pan, el queso, la tarta de paloma y fresas frescas. También encontraron una botella de vino.

- ¿Vino, Edward?-, Preguntó Isabella cuando lo vio descorchar la botella.

- Sí, la ocasión lo amerita. Es la primera vez que estamos a solas fuera del castillo. La primera vez que haremos el amor bajo el cielo.

- ¿Vamos a hacer el amor?

- Sí. Más de una vez, espero.

Isabella tragó saliva. Esperaba que asi fuera, también. Cuando terminaron de comer, Edward le ayudó a empacar los restos de su comida. Miró ávida como él

se quitó la espada, extendió su manta en el suelo a la sombra de la torre y le ofreció su mano.

- Ven acuéstate conmigo, amor.

La acomodó en la manta, luego se unió a ella.

- El lago esta en calma hoy en día.

- Es difícil imaginar que se acercaron barcos vikingos a nuestras costas. Isabella sonrió, imaginando Edward como un feroz vikingo llegado a conquistar la tierra.

- ¿Por qué sonríes?

- Siempre sonrío cuando estoy feliz.- Hizo una pausa. -Te amo, Edward.

- Lo se, muchacha, te amo.

Su rostro tenso de repente mostrando su necesidad, la recosto hacia abajo en la tela de cuadros cubriendo su cuerpo.

- Nunca me canso de hacer el amor contigo.

Bajó la cabeza y la besó, devorando su boca con hambre. Probó el vino en sus labios y empujo su lengua dentro para entrar. No podia negarle nada. Era su amor, su vida, su futuro. Los espíritus lo habían enviado a ella.

Pero aunque los besos de Edward la volvian loca, Isabella tenía la sensación de peligro. Cuando un zumbido comenzó dentro de su cabeza, trató de ignorarlo, concentrándose en cambio en el calor del cuerpo de Edward y sus besos voraces. Entonces las voces reemplazaron el zumbido, y ya no pudo pasar por alto la advertencia. Cuando Edward comenzó a desnudarse, ella puso las manos contra su pecho y sacudió la cabeza.

- ¿Qué pasa? ¿No estás de animos? - le dio una sonrisa seductora. -Puedo cambiar eso con bastante facilidad.

- No-, respondió Isabella, mirando alrededor de la fuente, percibia el peligro. -Algo está mal.

- ¿Qué quieres decir? Todo es perfecto.

- Tengo la sensación de peligro. Mis voces hablan de ella.

Al instante alerta, Edward hecho la mano a la espada.

- ¿Qué tipo de peligro?

- No lo se, quizá deberíamos dejarlo. Me siento...

Las palabras calmaron en la garganta de Isabella cuando un chirrido extraño le llamó la atención. Edward debio haber escuchado, también, porque miro al mismo sitio.

- ¡Dulce Madre de Dios!-, exclamó Edward.

Por un momento, Edward sólo podía mirar con horror la gran piedra que se había liberado de la torre de vigilancia y caia a toda velocidad hacia ellos.

Actuando por puro instinto, empujo a Isabella fuera del camino.

Desafortunadamente, no fue lo suficientemente rápido. La enorme piedra le golpeó la pierna derecha antes de continuar por la ligera inclinación y luego rodar por el precipicio en el lago.

Edward escucho romperse los huesos de su pierna y un dolor punzante de carne desgarrada. Lo último que recordaba antes de desmayarse fue la imagen de una mujer mirando a través de una de las saeteras, cerca de la parte superior de la torre. Luego se desmayó. Cuando despertó, Isabella estaba de rodillas sobre él, las lágrimas rodaban por sus mejillas.

- ¿Qué tan grave es?- jadeó.

Ella le acarició la frente, tratando de aliviar sus temores.

- No debes preocuparte, mi amor. Todo estará bien.

Edward se dio cuenta por su expresión de que estaba mintiendo. Era probable que perdiera la pierna. Miro disimuladamente hacia abajo. Lo que vio le helo la garganta.

Su pierna era una masa sanguinolenta de los huesos lacerados y carne. Sabía instintivamente que no tenía posibilidad de reparación. Solo una cosa podria salvarle la vida y quien sabe si aun pudiera sobrevivir. Amputación.

- Haz lo que tengas que hacer.- su voz era fina y frágil apenas perceptible. -Usa mi daga.- Esas fueron sus últimas palabras antes de que la oscuridad lo reclamara.

- No, Edward, no perderás tu pierna-, dijo Isabella en una feroz determinación. -Tampoco vas a morir.

Isabella oyó risas, sintió una presencia detrás de ella y se dio la vuelta.

- Tu-, gritaba. –¡Tu hiciste esto!

Jessica miró a Edward sin una pizca de compasión.

- Ahora ninguna de nosotras lo tiene. Tenía la esperanza de que la piedra te matara a ti, pero ahora voy a tener que hacerlo por mi misma

- ¡Estás loca!

- Quizá-, gruñó ella.

Casi demasiado tarde, Isabella se dio cuenta de que Jessica llevaba una daga en su mano. Era fuerte, pero también lo era Isabella. Cayeron al suelo, agitando los brazos, poniendo una y otra vez cuando Isabella evitaba que Jessica la apuñalara.

De alguna manera Isabella logró arrebatarsela y tirarla lejos. Gritando de indignación, Jessica se lanzó después traz el puñal, sus ojos tenían un toque de locura cuando la miró amenazadoramente

- Prepárate a morir, bruja.

Ella se lanzó a la espada de Edward, pero Isabella llegó primero, pateandola lejos. Se deslizó por el suelo hasta el borde mismo del acantilado. Jessica fue traz ella. Isabella vio con horror como una fuerte ráfaga de viento, literalmente, levantó Jessica en sus brazos y la arrastró por el acantilado. Su grito reverbo todo el camino terminado después de un ominoso silencio.

Isabella se arrastró hasta el borde y miró abajo. Jessica se había sido, arrastrada hacia las aguas profundas del lago. Temblando, Isabella se empujó hasta las rodillas. Aunque Jessica habia atacado a Edward o había querido su muerte. Entonces oyó gemir y su atención volvio al hombre que amaba.

Encontró Edward en la misma posición que le había dejado, tendido en el suelo, con la pierna aplastada extendía ante él.

Isabella sabía lo que tenía que hacer. Cerrando los ojos, oró a Dios y los espíritus. Unos momentos más tarde, sintió un rastro de brisa reconfortante en la mejilla sabiendo que no estaba sola. Los espíritus estaban con ella, guiándola.

Tomando una respiración profunda, Isabella abrió los ojos, su expresión determinada a salvar la extremidad de Edward y en última instancia, su vida. Recuperando el aliento, bajó sus manos hasta que se apoyará directamente sobre la pierna. Mientras oraba, y corearon las palabras arraigadas en su memoria, una gran calma se posaba en ella.

A continuación, agujas de calor se apoderaron de sus manos y brazos. Todo su cuerpo empezó a temblar. Un dolor abrumador envió fuego por sus venas. Pero se negó a dejar su propia agonía distraerla. Curaria a Edward o moriria en el intento.

De repente con la cabeza a punto de explotar. No supo más.

Edward se despertó con el sonido de las aves marinas graznando sobre su cabeza. Era consciente de el sol punzante en contra de sus ojos… y poco más. Se movió con cautela, se volvio lentamente. Entonces vio a Isabella acostada en un montón de espinas junto a él, y recordo todo. ¡La piedra! Si hubiera golpeado tambien a Isabella como él. Dios mío, estaba muerta.

Se empujo de rodillas antes de recordar que no deberia ser capaz de moverse libremente. ¿Por qué no estaba retorciéndose de dolor? Había visto la masa sanguinolenta de carne y hueso que había sido su pierna, y sabía que no había manera posible de salvarse. Sin embargo, allí estaba él, apoyándose en las dos piernas. Hechandole un vistazo vio lo que tenía que ser un milagro. Su pierna derecha estaba tan saludable como la izquierda. Aturdido, se dejó caer sobre su trasero, su mente se negaba a aceptar lo que sus ojos habían visto. Luego su mirada volvió a Isabella, y todo lo demás se borro. Acuno su cabeza en su regazo.

- Isabella. cariño, despierta. ¿Estás herida?

Pasó la mano por sus miembros, y nada parecía roto. Habia golpes en la cabeza, y el latido de su corazón era fuerte, a pesar de que algo errático. Sin saber qué hacer, él la abrazó y cantó hasta que se agitó y abrió los ojos.

- ¿Que paso amor?

Isabella arrastró en un suspiro tembloroso.

- ¿Estás bien?

- Más que bien, cariño. ¿Cómo lo hiciste?

- Tu pierna... es la misma...

- Está bien, muchacha. Nada menos que un milagro podría salvar mi pierna.

- No podia dejarte morir, Edward. Incluso si me hubiera matado habria intentado curarte.

Edward retrocedió alarmado.

- ¿Qué quieres decir?

Isabella negó con la cabeza, con los labios cerrados herméticamente. Edward se negó a aceptar su silencio.

-Dime. Quiero la verdad.

Isabella dejó escapar un suspiro de resignación.

- Esta bien, te lo diré. Normalmente se curan con hierbas y remedios naturales. Pero a veces no son suficientes. Cuando eso sucede, le pido a Dios y los espíritus que se apoderen de mí. Es a través de ellos como poseo mis poderes curativos. Sin embargo, cada vez que intento una curación me debilita.

La conmoción e incredulidad devastaron a Edward.

- Me es tan difícil creer que tus poderes sean tan fuertes como para componer una extremidad rota. Vi mi pierna arruinada para siempre. Lo mejor que esperaba era la amputación. Isabella, nunca debes revelarle a nadie lo que has hecho aquí. Ahora sé por qué tu padre temía por tu vida. ¿Sanaste a Carlisle la misma manera que me sanaste a mi? Carlisle habló de un milagro.

- Sí, he utilizado mis poderes para sanar Carlisle. Si no hubiera muerto

- ¿Te sientes mejor ahora?

- Sí. Todavía estoy débil, pero ya no siento dolor.

- ¿Dolor? ¿La curación te produce dolor?

- No es nada, Edward. Estoy bien ahora.

- No, no estás bien. Todavía estás pálida y temblorosa. ¿Cómo cuánto dura esta última debilidad?

- Depende de la gravedad de la herida o lesión.

Si flexionaba la pierna derecha, aún no podia creer en el milagro que Isabella había hecho.

- Jamas vuelvas a utilizar tus poderes de curación de esa manera una vez más -, advirtió. -Un día no te recuperaras. No soportaría perderte – miro la torre - Es extraño el modo en que la piedra cayó.

- No fue un accidente-, dijo Isabella. -Alguien trató de matarnos.

- ¿Quién haría una cosa así? Voy a iniciar una investigación de inmediato.

Isabella se movió en sus brazos.

- No hay necesidad. Yo sé quién lo hizo.

Su boca se adelgazo.

- Díme su nombre.

- No era un hombre.- Su expresión se suavizó. Le tocó el brazo. -Lo siento, Edward. Fue Jessica.

- ¡Jessica! La he conocido toda mi vida. ¿Estás segura?

- Sí. Cuando se dio cuenta de que no nos había matado a los dos, vino detraz de mí.

Los brazos de Edward se pusieron tensos.

- Maldita sea! ¿Qué pasó? ¿Dónde está ahora?

- Ella tenía un puñal. Hemos luchado, logre arrojarlo al lago. Luego se fue por tu espada, la heche fuera de su alcance, y cayo en el borde del acantilado. Ella se lanzó por ella y un fuerte viento la envió por encima del borde. Se ha ido, Edward.

Edward hizo una mueca.

- Yo sabía que ella estaba celosa, pero esperaba haber resuelto ese problema cuando le desterre. Perdóname, mi amor. No tenía idea de que representaba un peligro para cualquiera de nosotros.

Edward recuerdo haber visto un rostro en la ranura de la flecha antes de que él se desmayara. Se dio cuenta de que no habría sido difícil para Jessica trabajar una piedra suelta de las ruinas que se desmoronaban y enviarlo a toda velocidad hacia abajo.

- Lo siento-, dijo otra vez. -Si te sientes lo suficientemente fuerte, debemos regresar.

- Sí, mí fuerzas están regresando.

Edward puso de pie, levantó a Isabella en sus brazos, se inclinó para recoger la cesta y empezó a caminar hacia la aldea.

- Puedo caminar, Edward.

- Me complace poder caminar. Si no fuera por ti me faltaría un miembro, o quizá estaria muerto por la pérdida de sangre. Ahora creo que podría llevarte a los confines de la tierra y no sentir tensión. Pero hablaba en serio cuando me refería a que nunca debes otra vez curar a nadie asi.

- La sanación es lo que hago.

- ¿Sabes lo que quiero decir?. Tus poderes mágicos no son para ser utilizado de nuevo. Todo lo que se necesitaría para llevar a cabo tu muerte es una sola voz planteado una acusación.

- ¿Cómo puedo prometer una cosa así?

- Es necesario, amor. Por mí, y por los pequeños que tendremos juntos. ¿Me lo prometes?

Isabella negó con la cabeza.

- No puedo hacerlo, si al hay alguien que me neceite, usare todos los medios a mi disposición para sanar. Bájame. Nos estamos acercando al pueblo, y no quiero que nadie piense que algo anda mal.

Edward obedecio.

- Tengo que decirles a los padres de Jessica acerca de su muerte, pero no ahora. Quiero llegar a casa primero.

- ¿Qué les diras?

- Sus padres son buenas personas. Todo lo que necesitas saber es que ella dio un paso demasiado cerca del borde del acantilado y murió.

- Me gustaría poder cambiar las cosas.

- Jessica era tu peor enemiga. Los celos provocaron su fallecimiento.

Las piernas de Isabella temblaban en el momento en que llegó al castillo. A apenas podía caminar. Si no fuera por el brazo de Edward a su alrededor, no podría haber subido las escaleras.

Esme, que acababa de llegar de la cocina, vio a Isabella y corrió en su ayuda.

- ¿Qué pasa, muchacha?

- Llevare a Isabella a la cama-, dijo Edward. -Ven conmigo, te va a necesitar. - Levanto a Isabella en sus brazos, la llevó por las escaleras y la dejo en su habitacion –Puedes arreglartelas sin mí, cariño, debo hacer lo que te dije.

Isabella sabía que no iba a ser fácil para Edward dar la noticia de la muerte de Jessica con sus padres y parientes.

- No te preocupes por mi-, agregó. -Voy a tomar una siesta después de que Esme me ayude a quitarme la ropa.

Edward la besó en los labios y le aconsejó quedarse en la cama hasta que se sintiera lo suficientemente fuerte para levantarse.

- ¿Qué fue todo eso-, preguntó Esme. –Estas debil como un gatito. ¿Pasó algo mientras se fueron?

- Te lo explicare mientras me ayudas a quitarme la ropa.

- Sanaste a alguien-, supuso Esme mientras la ayudaba.

En pocas palabras Isabella le dijo a Esme lo que había sucedido.

- Edward va a decirle a la familia de Jessica que caminaba muy cerca delborde del acantilado y la tierra se desmoronó bajo sus pies.

- No hay necesidad de que sepan que su hija era una asesina. Háblame de la lesión de él. ¿Qué tan grave fue?

- Era mala, Esme. Los huesos de su pierna derecha se rompierone en numerosos lugares y su carne estaba desgarrada. Hubiera perdido la pierna. ¡Era más probable que hubiera muerto a causa de la amputación.

- No es de extrañar lo que hisite-, dijo Esme, chasqueando la lengua – pero tienes un retoño que crece dentro de ti en el cual debes pensar. Vuestra salud es lo primero.

Isabella lanzó un suspiro.

- No debes preocuparte porque pueda usar mis poderes de nuevo. Edward me tiene prohibido usar la magia. Teme que alguien me va a acusar de brujería y el rey actuará sobre ella. El rey James parece decidido a acabar con la la brujería.

- Pero no eres ninguna bruja-, le recordó a Esme.

- Para los escoceses supersticiosos, una Mujer País de las Hadas y las brujas son lo mismo.

- Entonces ya sabéis, muchacha –envolvio la manta alrededor de Isabella, y cerró las persianas para oscurecer la habitación. -¿le has dicho a Edward acerca de su niño?

- Todavía no. Tenía la intención de decirle hoy, pero no tuve la oportunidad. Muy pronto -, dijo adormilado. -Se lo diré en breve.

- Duerme, muchacha. Necesitas descansar. Me aseguraré de que nadie te moleste.

Isabella estaba dormida antes de que Esme terminara la frase. Sonriendo, salio de puntillas de la cámara, dejando a Isabella dormir en paz.

El sueño de Isabella no fue pacífico, sin embargo. Sueños inquietantes fueron a visitarla. Se vio en medio de una controversia. Los dedos la señalaban y se alzaron voces en la acusación. Entre sus acusadores principales estaban Emmett y MakBlack. Sentia la presencia real. De repente, la multitud la arrastraba.

¿Dónde estaba Edward? ¿Por qué no me defiende?

Entonces los espíritus le hablaban.

- Ellos quieren hacerte daño. Debes protegerte a tí misma y a tu bebe.

- ¿Cómo?

Silencio.

- Por favor. ¿Dime lo que debo hacer?

Las voces se callaron. Entonces cerró su cerebro mientras se deslizaba en un sueño profundo.

Edward regresaba de la aldea en un extraño estado de ánimo. Mientras que los padres de Jessica no habian sido capaces de entender cómo su hija podría haber sido tan descuidada aceptaron la explicación de Edward.

Él no quería mentir, pero sabía que la verdad les haría daño.

- Pareces necesitar unas gotas de whisky-, dijo Carlisle a Edward cuando cruzó la sala para reunirse con él. –Nada ha sido fácil.

- Era más difícil que te puedas imaginar-, permitió Edward al recibir el vaso de whisky que Carlisle le ofrecio. -Sobre todo cuando lo que le dije a los padres de Jessica era una mentira.

- Yo sabía que había más. ¿Puedes decirme que fue?

Edward tomó un sorbo de whisky, mientras que consideraba su respuesta. Tal vez, pensó, sería mejor no decirle a nadie lo que había ocurrido. No quería hablar del milagos y la mejor manera de asegurar el silencio era no contarle a nadie.

- Es mejor que no sepas lo que pasó-, dijo al fin.

- Quizá-, se quejó Carlisle, que no sobana nada convencido –La chica esta bien. Parecía debil. Hay alguna noticia…

Edward detuvo el vaso en los labios, con cuidado de ponerlo abajo.

- Esme no dejó entrever mucho, pero Isabella no me ha dicho nada.

- Ah, bueno, el tiempo lo dirá-, dijo Carlisle, brindando con Edward. -¿Qué os parece que va ha hacer el rey? Deberíamos escucharle pronto.

-Si Dios sabe. Si me permites tío, creo que voy a subir a ver cómo esta mi esposa.

Edward subió las escaleras hasta la habitacion principal y en silencio entró en el dormitorio. Isabella seguía dormida, por lo que se instaló en una silla para verla. Nunca se cansaba de mirarla. Su delicada belleza le había fascinado desde el principio.

Con su cabello dorado esparcido sobre la la almohada y su cara en reposo, podría haber sido un ángel venido a la tierra.

Este pensamiento trajo otra. Isabella era todo lo bueno y puro que podria tener. No importa la cantidad de dolor que sintió cuando usó sus poderes, o lo

débil que la curación la dejó, ella no pensaba en sí misma si no en los demás. Que una mujer como Isabella pudiera amarlo era un milagro. No era de extrañar que se hubiera enamorado de ella.

Pensó en Juana y su enamoramiento, consciente ahora de que había sido cautivado por su bondad, su piedad y su convicción religiosa. Lo que había sentido por ella nunca habia sido amor. Recordó el horror de su muerte y sintió una sacudida de pánico. No podía, no quería permitir que eso le sucediera a Isabella. No deberia volver a usar sus poderes mágicos de nuevo.

- ¿Edward? ¿Qué estás haciendo?

Edward restó importancia a su aprehensión y sonrió a Isabella.

- Mirandote dormir. Eres tan hermosa. Te amo mucho.

Isabella le tendio su mano.

- Ven a mi lado.

Edward se unió a ella en la cama, acunandola en sus brazos.

- Las cosas no salieron como las habia planeado -, dijo. -Yo quería hacer el amor contigo en el suelo bajo el sol, con el brezo de almohada.

- Hazme el amor ahora-, le susurró Isabella.

- No, amor, estas todavía demasiado débil. Tenemos toda una vida por delante para hacerlo.

- Si el rey lo permite.

- El rey puede irse al carajo,- maldijo Edward. -Vamos a estar juntos. ¿Has pensado en mi solicitud?

- ¿Cual?

- Sabes perfectamente bien lo que quiero decir. No quiero perderte. No debes volver a usar tus poderes mágicos de nuevo -sonrió sugestivamente - Excepto en la cama.

- Hacer el amor contigo siempre es mágico. No debes preocuparte, mi amor, no vas a perderme. Estamos destinados a estar juntos. Viniste a mí en mis visiones mucho antes de que nos conociéramos.

- No lo creo posible, pero si tu lo dices.

- Es cierto, debes creerme… -comenzó a bostezar.

- Vuelve a dormir. No vine a despertarte.

Isabella lanzó un suspiro.

- Quizá voy a descansar un poco más. Vamos a cenar solos en nuestra cámara esta noche. Tengo algo que decirte.

- Yo me encargaré de todo-, contestó Edward, sonriendo. ¿Isabella tenía la intención de decirle acerca de un bebe? La besó suavemente en los labios y se marchó.

Isabella sonrió y se acurrucó en el lecho caliente. Por un breve momento se había olvidado de su sueño. Nada importaba, pero conocimiento reconfortante de que Edward la amaba tanto como ella y que llevaba a su hijo por debajo de su corazón bastaban para tranquilizarla.

 

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VENNNNNNNNNNN LA LOCA Y BRUJA AQUI ERA JESICA, MALDITA MUJER, POR POCO MATA A EDWARD, LO BUENO ES QUE LOS MALOS SIEMPRE OPTIENEN SU MERECIDO, AHORA SI TODAS LAS PRUEBAS FUERON SUPERADAS, FUEGO, AGUA Y PIEDRA, AHORA SOLO LES FALTA POR RESOLVER LO DE SU MATRIMONIO Y MANDAR A MAKSWAN Y MAKBLACK AL CARAJO.......

 

GRACIAS POR ACOMPAÑARME EN ESTA AVENTURA QUE ESTA A PUNTO DE TERMINAR.

Capítulo 18: DIECISIETE. Capítulo 20: DIECINUEVE.

 
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