UN AMOR DE LEYENDA (+18)

Autor: lololitas
Género: Aventura
Fecha Creación: 17/07/2013
Fecha Actualización: 17/11/2013
Finalizado: SI
Votos: 20
Comentarios: 53
Visitas: 54721
Capítulos: 20

"FANFIC FINALIZADO"

Gairloch, Highlands, 1432

Según la leyenda, una hada con poderes extraordinarios nacerá cada cierto tiempo en el clan MakSwan. Será sanadora con el conocimiento y la capacidad de ayudar a los demás, pero su fuerza y resistencia deberán ser probados por los obstáculos. Si sobrevive a las duras pruebas del fuego, el agua y la piedra, siempre sera bendecida por Dios.

El hada debe tener cuidado de no enamorarse, pues, si su amor no es correspondido, podría perder sus poderes. Mas si tuviera la suerte de encontrar a su verdadero amor y ser correspondida, sobrevivirá a cualquier problema y vivirá, junto a su amado, felices para siempre.

Así proclama la leyenda.

 

 


Basada en "El laird de Stonehaven" Conni Mason

 

Mi otro Fic

PRISIONERA DE GUERRA:

http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=3899&id_capitulo=0

 

 

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Capítulo 12: ONCE

Las piernas de Isabella se estaban curando muy bien. Sólo un enrojecimiento y un ligero escozor le molestaban. Durante los días siguientes se sintio reconfortada por la presencia del padre Eleazar. La obsesión de Edward con la búsqueda del causante del fuego lo mantuvo alejado del castillo por largos períodos de tiempo.

Por alguna razón, había empezado a dormir en su propia cama, y Isabella se preguntó si tenía miedo de ella.

Después de una semana de decir misas y confesiones, el padre Eleazar anunció su intención de volver a Gairloch. Su razón para irse era su temor de que Emmett podría estar detrás de los ataques a contra Isabella. Esta le pidió con lágrimas en los ojos que no se fuera.

La noche en que Eleazar se marcho, Edward entró al dormitorio de Isabella y miró distraídamente mientras se cepillaba el cabello. Tenía en la mirada tal expresión de derrota que Isabella no había visto nunca antes.

- ¿Qué está mal?-, Preguntó, dándole toda su atención.

Obviamente, esperó pacientemente a que que le contara lo que le estaba molestando.

- No tengo idea de quién provocó el incendio y no hay información acerca de los hombres que te atacaron en el bosque. Todos parecen coincidir en que quien lo hizo fue Emmett McKay. Lo que me intriga es cómo el o sus hombres se metieron dentro del castillo sin ser reconocidos.

- No quisiera molestarte con este pensamiento, Edward, pero quién sabe si uno de tus parientes provocó el incendio.

- ¡Es deplorable!-, dijo Edward, -pero no imposible- Se levantó, tomó el cepillo de su mano y comenzó a peinar su cabello -Me duele que uno de ellos pueda ser capaz de hacerte daño.

- No puedes influir en los sentimientos de la gente, Edward.

- Sí. Pero no puedo creer que ninguno de mis parientes pudiera hacerte deliberadamente daño. Ellos han venido a conocerte y dependen de tus habilidades curativas. Incluso Carlisle ha cambiado de opinión sobre ti, aunque no lo admite facilmente.

Puso el cepillo en la repisa y le acarició la mejilla con el dorso de su mano. Luego le alzó la cara hacia arriba, bajó la cabeza y la besó.

-Dulce, muy dulce-, murmuró contra sus labios. –Quiero hacer el amor contigo, Isabella. Ha pasado mucho tiempo.

Yo quiero lo mismo. El miedo mantuvo su boca cerrada impidiendole expresar su necesidad.

- ¿Te crees un sabio?

- ¿Qué tiene que ver la sabiduría con quererse unos a otros? ¿Tienes miedo? ¿Sigues sintiendo dolor?

- No.

- Entonces, déjame hacerte el amor.

Isabella no lo podía negar. Dado que todavía tenía sus poderes suponia que estaba a salvo, así que ¿por qué se negaba a entregarle a Edward su cuerpo? No había vergüenza en hacer el amor con su marido, se levantó fundiendose en sus brazos, levantando los labios en unaflagrante invitación.

Edward gimió cuando la arrastró contra él, sorpendido por la intensidad de su respuesta. Ella sintió su sexo revolviendo entre ellos y deliberadamente se frotó contra el creando una fricción volátil que trajo una avalancha de humedad a su interior.

Con súbita impaciencia, la soltó y se despojo de las botas. Entonces tiró de ella hacia la cama. Pero no lograron llegar, se quedaron en la alfombra tejida junto a la chimenea, presos de una necesidad desesperada y oscura de deseo. Estaba a punto de quitarse la camisa a cuadros, y cuando Isabella le cogió la mano y tiró de él hacia ella.

- Más tarde-, susurró.

El obedecio de buena gana, la capturo en sus brazos y la besó a fondo, mientras levantaba su falda. Barriendola a un lado quedo sumido en su interior. Disfrutando el feliz placer de sentir su vaina apretada. Pero no fue suficiente. Quería sentirla desnuda, quería tocar su piel cubierta de rocío. Necesitaba sentir el calor de su carne en contra de sus manos.

Aún conectado a ella de la manera más íntima, Edward le quito el vestido sacandoselo por encima de ma cabeza. Gimiendo con placer, moldeó sus pechos

magníficos en sus manos, y luego hundió la cara entre ellos, frotando su exultante y cremosa suavidad.

No era capaz de obtener lo suficiente de ella. Sus labios se cerraron sobre la punta de coral de su seno. Isabella se estremeció, meciendo sus caderas contra él. Cuando se trasladó hacia el otro pezón, sus uñas se clavaron en su espalda, luego se deslizaron para terminar en sus nalgas.

Nada en su pasado le había preparado para este elevado grado de pasión, ninguna mujer podía compararse con ella. La paciencia lo abandonó cuando la tomo por las muñecas alzandole los brazos por encima de su cabeza levantando sus pechos hasta su boca dándole acceso ilimitado a sus pezones, empezó a moverse dentro de ella.

Llorando, ella se retorcía contra él, tirando de su ropa mientras gemia desesperada. Pero Edward no se apresuró. Sus ojos azules estaban a oscuros y salvajes, retirandose y volviendo a embestir para darle el mayor placer.

-¡Tu ropa!- grito Isabella.

-Más tarde-, jadeó, moviendo sus caderas contra ella. -Tenemos toda la noche delante de nosotros, mi amor – con un gemido de angustia lo apreto contra si cuando lo sintiro retirarse, se aferró a sus caderas y gimió cuando se metió otra vez. Estuvo a punto de terminar pero se aparto de ella. Irrumpiendo una y otra vez, hasta que fialmente llegó a la última cima y el placer. Jadeando, apoyó la frente húmeda contra la de ella, esperando a que su mundo dejara de girar

- No puedo amarte- susurro Isabella.

Sus alabras lo arrancaron de su satisfacción, dejando al descubierto la oscuridad que se interponía entre ellos.

- Así lo has dicho antes.

Él se levantó sobre sus rodillas, tomandola en sus brazos, la llevo a la cama, su mirada oscura e inflexible mientras se quitaba la ropa. Pero en lugar de unirse a ella vertio agua en un bol y limpió a los dos de los fluidos. Cuando regreso a ella su sexo se erguia de nuevo.

Isabella miró a su ingle, luego levantó la mirada hacia él.

- ¿No quedaste satisfecho?

- Sí, pero me dejas con ganas de más.

- ¿Ya? ¿Es eso posible? Tan pronto, quiero decir.

- Más que posible.

Se inclinó, separó sus piernas y le besó la piel frágil del interior de su muslo. Sus suspiros lo impulsaron y extendió su mano sobre su vientre, acariciando su suave curva. Llegando hasta su montículo de mujer, ella gimio contra su garganta y comenzó a mover su pelvis en la palma de su mano. El dulce aroma de la excitación femenina se unió con el olor de su propio ardor para producir el más vivo afrodisíaco conocido por el hombre.

Deslizó sus dedos a través de los delicados rizos rubios y probandola íntimamente, con una sonrisa cuando sintió su humedad. Empujando sus muslos contemplaba su centro húmedo, de color rosa; los pliegues como pétalo hinchadosy el brote en su centro brillaba con perla de rocio. Ella hizo un sonido de asfixia cuando cubrió la yema sensible con la boca y lo succiono.

Murmurando su nombre, ella empujaba sus caderas hacia arriba. Él continuó su tormento apasionado hasta que las convulsiones hicieron estallar su cuerpo.

Arrastrandose hacia arriba, entró en su apretando el calor, una y otra vez, conduciendo a ambos de nuevo hacia el clímax.

Completamente saciado, se desplomó contra ella preguntándose si alguna vez volvería a moverse de nuevo. Sollozando Isabella le trajo bruscamente a la realidad. Alzándose sobre los codos, la miró inquisitivamente a los ojos.

- ¿Te he hecho daño, cariño? No tenía intención de hacerlo.

- No has hecho nada que me lastimara -, hipo Isabella.

- ¿Entonces por qué estás llorando?

- Soy una insensible. ¿Qué debes pensar de mí? No creo que nada de lo que hicimos este dentro de los límites de lo que la iglesia permite.

- Pues yo creo que la iglesia no tiene nada que decir sobre lo que ocurre en la cama matrimonial. Me encanta tener una mujer sensible. La pasión entre marido y mujer no es lo que hace que un marido se aleje, sino que mantiene el matrimonio vital. -le sonrió a ella. -Ten la seguridad, de que eres la única mujer que necesito en mi cama.

Al calor de sus palabras, Isabella se acurruco entre sus brazos y enterró su cabeza en su hombro. Él olía a sexo, apecado y a oscuridad. ¿Cómo no amar a un hombre asi?

Edward se había ido cuando Isabella despertó a la mañana siguiente. Un rubor manchaba sus mejillas al recordar la noche anterior.

No podía creer que su audacia. Había respondido con desenfrenada pasión abandonandose a los brazos de Gárreme. Balanceando los pies sobre el suelo intentó ponerse de pie. De repente un mareo la obligo a dejarse caer de nuevo en la cama hasta que la sensación paso.

Cuando el vértigo disminuyó, se levantó y comenzó las tareas simples de lavarse y vestirse. Sintiéndose mucho mejor, bajó las escaleras para desayunar. Edward debería haberla visto entrar en la sala, porque pronto se unió a ella.

- Tenía la esperanza de que ibas a dormir más tiempo-, dijo, sacando una silla para ella. - ¿Cómo te sientes?

Isabella le envió una mirada secreta de debajo de los párpados bajos.

- Me siento bien. ¿Por qué no habría de hacerlo?

Edward sonrió.

- Me alegro de oírlo. Yo también me siento bien - Se inclinó hacia adelante para susurrar en su oído – me encanto.

Isabella retrocedió en alarma.

– No puedes hablar de eso.

Edward se enderezó, consciente de que sus parientes los estaban viendo. - Todo el mundo puede ver que estoy obsesionado por ti.

Los ojos de Isabella se abrieron como platos.

-¿En serio?- De alguna manera era difícil dar credito a sus palabras. ¿Edward se burlan de ella?

Él deposito un casto beso en su frente y se apartó.

- Estaba a punto de salir cuando llegaste.

- ¿Adónde vas?

- Para la fortaleza MakBlack. Necesito respuestas sobre los hombres que los atacaron.

- ¿Piensa que Donald MakBlack los envió?

Se tocó la daga enfundada en la cintura.

- Yo apostaría que si. Quédate cerca del castillo hasta que yo vuelva.

- Hay algo que quiero pedirte.

Frunció el ceño.

- ¿Qué es?

- ¿Hay una cámara dentro del castillo que pueda utilizar para preparar mis remedios después de reponer lo que perdieron en el incendio?

Una vena latía en Edward.

-¿No has aprendido nada mujer? Es mejor dirigir tus energíasen otra dirección.

- Por favor, Edward -dijo en voz baja. - Déjame hacer lo que nací para hacer. El invierno viene, los miembros del clan buscan curas para las fiebres, escalofríos y estornudos. Mis ungüentos pueden curar sus quemaduras.

Edward la miro ceñudo,

- Si te lo permito, me prometes que no usaras la magia.

- Esta bien, pero tengo la intención de recoger hierbas, ungüentos y preparar la mezcla.

- No habra excursiones de recolección de hierbas, sin que seis de mis guardias te acompañen para protegerte. ¿Entiendes?

-Sí. ¿Tienes alguna cámara en mente?

-Hay una cámara en la primera planta, junto al arsenal. Tiene una ventana y un pequeño hogar y puede servir para el propósito. Puedo estar loco por lo que te permito pero no voy a discutir sobre el hecho de que ayudes a mis parientes.

-Gracias, Edward-, dijo Isabella con sinceridad.

Él le dirigió una dura mirada, se inclinó y la besó en los labios.

-Ten cuidado.

Edward cruzó la frontera entre MakCullen y MakBlack. Cabalgó con una escolta de una docena de hombres hacia la fortaleza MakBlack. Al pasar por el pueblo, miro las chozas en ruinas, comparándolos con las cabañas limpias en su propia aldea. Apreciaba a sus siervos para dejar que vivieran en la pobreza. Su propio pueblo estaba bien alimentado. No habia duda de la hostilidad que sentian los miembros del clan MakBlack hacia el.

Los colores distintivos de su tartan atrajeron la desconfianza. No había habido hostilidades entre los MakCullen y MakBlacks desde que el bisabuelo de Edward había robado a Marta MakBlack y la hizo su esposa. Por desgracia, la chica murió en el parto y el niño con ella. Los años siguientes no se había suavizado a animosidad entre los clanes.

Edward frenó ante una tienda de grog y ordenó a sus hombres esperar afuera mientras entraba en el oscuro interior.

- ¿A qué se debe este placer?-, preguntó un camarero maleducado. – No ha menudo tenemos la visita del laird MakCullen.

- Tengo sed de camino a visitar a MakBlack.- golpeó una moneda sobre el mostrador lleno de cicatrices. Edward tomó su cerveza y se sentó. Tres hombres sentados en una mesa cercana le miraban con recelo pero cuando vieron que solo parecia interesado en saciar su sed perdieron interés. No así la camarera, que deambulaba en torno a el, se acerco indicandole una silla vacia.

- ¿Puedo sentarme?- Edward la invito.

- Mi nombre es Nell. No estoy ocupada en este momento, y mi habitación está por encima de las escaleras.

Edward ahogó una sonrisa. No había nada sutil acerca de Nell.

- La invitación es tentadora, pero no puedo retrasarme.

Los ojos de Nell se estrecharon

- ¿En qué negocio andas? He oído que te casaste con la bruja que MakBlack -se acercó, ofreciendo una visión a Edward de sus grandes pechos.- ¿Te gusta acostarte con una bruja? Nuestros hermanos se sintieron aliviados cuando nuestro laird no pudo traerla aqui.

Edward se puso tenso.

- Isabella no es una bruja. Ella es una mujer del País de las Hadas y una sanadora. Sin embargo, mi negocio tiene que ver con los suyos ¿hay alguien aquí que haya desaparecido recientemente?

Los ojos marrones de Nell se ampliaron.

- ¿Cómo lo sabéis? Mi propio hermano y cuatro de sus amigos han desaparecido. ¿Sabes donde estan?

Edward decidió que verdades a medias tendría que bastar.

- Sí, se encontraron cinco cuerpos en el bosque después de la tormenta que asoló la zona hace varios días. Llevaban el tartan MakBlack por lo que no tenía idea de quiénes eran.

- ¿Los habeis encontrado en tierras MakBlack?

- No, los encontramos en las tierras de MakCullen. Sus muertes fueron obra de Dios, no de los hombres. Fueron aplastados debajo de un arbol que derribo un rayo.

Las lágrimas llenaron los ojos de Nell.

- Siento tener que oír a mi hermano está muerto.

Edward terminó su cerveza y se levantó. Su visita a la aldea habia sido esclarecedora. No había manera de que MakBlack pudiera negar lo que habia hehco, ni sobre porque envio a sus hombres a secuestrar a Isabella. Le ofrecio una moneda a Nell.

- Lo siento por tu pérdida-, dijo mientras salia

- ¿Habéis averiguad algo?- pregunto Jasper cuándo Edward volvió a aparecer.

- Sí, mucho. Cinco hombres han desaparecido de la aldea. Veo la mano de Donal MakBlack en esto. No se detendrá ante nada para conseguir lo que quiere.

- No entiendo por qué quiere Isabella-, reflexionó Jasper.

- Él cree que ella puede usar la brujería para atraer la riqueza y el poder. Viste el estado de su aldea. Estoy dispuesto a apostar que sus arcas están vacías. Necesita de oro para ganarse el favor del rey. Tanto MakBlack y MakSwan son hombres hambrientos de poder. El rey no hace nada sin una razón, y aquellos a los que llama amigos deben pagar por el privilegio.

-Sí-, reconoció Jasper. –dicen que el tesoro del rey esta agotado, y que hasta que no pague el rescate exigido por Inglaterra para su libertad, no se recuperara. Ni siquiera los fuertes impuestos que ha decretado son suficientes para llenar sus arcas vacías y pagar su deuda.

Se rascó la cabeza.

- Incluso si Isabella fuera una bruja, no podria hacer rico a MakBlack. El hombre es un tonto. Emmett le lleno la cabeza de mantiras acerca de Isabella y lo que ella es capaz de hacer.

Cuando llegaron a las puertas de entrada de la fortaleza de MakBlack, Edward dio su nombre y pidió permiso para entrar. El mensaje se llevó a MakBlack. Poco tiempo después apareció en la puerta, con el pecho hinchado como un pavo real.

-¡Ja!- MakBlack, soltó un bufido. -Sabía que ibas a cambiar de parecer. Estare encantado de tener a la bruja. -buscó entre los hombres de Edward y frunció el ceño. -¿Dónde está? ¿No habeis traido a la chica con vosotros? -con las manos en puños a los costados Edward hablo.

- No tengo ninguna intención de separarme de Isabella. Estoy aquí por negocios de otro tipo. ¿Tienes miedo de dejarme entrar?

La expresión de MakBlack se endureció.

-No, MakCullen,- hizo un gesto para abrir la puerta y se quedó a un lado cuando Edward y los suyos pasaron. Legaron al castillo, desmontaron y siguieron a MakBlack al interior.

La cerveza servida por MakBlack estaba agria y no gusto a Edward, después de un sorbo lo hizo a un lado.

-Los cinco hombres enviados para secuestrar a Isabella están muertos-, dijo Edward sin más preámbulos.

MakBlack fingio una expresión de sorpresa.

- No se de que estas hablando.

- Guarda tus expresiones para alguien que te las crea.

- ¿Qué te hace pensar que los hombres eran MakBlacks? ¿Llevaban cuadros escoceses?

- No. Averiguie con uno de tus siervos que cinco hombres salieron del pueblo y no regresaron.

- Eso no demuestra nada-, se burlaba de MakBlack. -Cinco hombres salieron de la pueblo. ¿Y qué? Pasa todo el tiempo. Si eso todo lo que vas a decir es mejor qye te largues.

Edward se levantó, con el rostro tenso.

- Prestame atención, MakBlack. Si intentas hacer algo asi nuevamente voy a tomar represalias.

- No serias tan petulante si conocieras el plan que el rey tiene para ustedes, los que apoyaron al duque de Albany y su hijo de Murdoc durante su cautiverio. James tiene la intención de derrotar a todos aquellos que buscaban tomar el control de Escocia, mientras que fue tomado como rehén en Inglaterra. Murdoc todavía conspira contra James, y los terratenientes le estandando su apoyo. Pero los traidores seran castigados.

Edward se quedó inmóvil. ¿De que estaba hablando MakBlack?

- Mi padre fue absuelto de cargos de conspiración hace mucho tiempo, gracias a Charly MakSwan. En cuanto a mí, no tengo ningún interés en la política. Solo me preocupo por mis hermanos de clan y su bienestar. Buenos días, MakBlack.

Temiendo que pudieran ser verdad, ¿Debería creer a MakBlack? No era del todo irreal que el rey quisiera vengarse de aquellos que habían intentado apropiarse del trono, mientras él había estado cautivo en Inglaterra. Muchos de los terratenientes ya no soportan a Albany y su familia. Edward no tenía tiempo para preocuparse por el rey. Él no era político.

Isabella estaba contenta había convencido a Benjamin para enviar seis de sus hombres con ella y Esme, mientras reunían las hierbas en el bosque. Las hierbas estaban listas para recoger. Isabella encontró un tesoro de bejines, un hongo comestible que ayudaba con los coágulos. También encontro liquen, utilizado para restañar las heridas, eneldo, perejil y otras hierbas.

Cuando regresaron al castillo, Isabella se sorprendió al encontrar que Edward estaba de vuelta y muy molesto. La esperaba en la habitacion principal. Ella le entregó la cesta a Esme y se apresuró hasta la habitacion principal para conocer la la causa de la ira de su marido.

-Pensé que te dije que permanecieras cerca del castillo-, gritó en el momento en que cruzo la puerta. -¿Cuando vas a aprender a escucharme?

Isabella ahogó una sonrisa al darse cuenta de que estaba preocupado por ella.

- No estaba en peligro, Edward. Seis hombres armados nos acompañaban a Esme y a mi - el le acarició la mejilla, y luego a toda prisa apartó la mano, avergonzado por su preocupación.

- Sin embargo, voy a dejar dicho a los demas que no puedes alejarte del castillo, cuando yo no estoy aquí.

- No quiero que te preocupes por mí. ¿Qué que pasó con MakBlack? ¿Lo has visto?

- Sí, y después de nuestra conversación, confío en él menos que antes. Los hombres que los atacaron eran miembros de su clan, aunque MakBlack lo negó.

- ¿Cómo puedes estar seguro?

- Me detuve en la tienda de grog pueblo y hable con una camarera. Ella me dijo que cinco hombres habían desaparecido del pueblo.

Una ceja se arqueó hacia arriba.

- ¿Camarera? ¿Hablaste con una mujer?

- Sí. Fue de gran ayuda.

- Hum! Claro que si.

Una esquina de la boca de Edward se inclino hacia arriba.

- ¿Estas celosa?

- No, en absoluto. Me alegro de que demostrara ser útil.

- Vamos a hablar más acerca de tus celos esta noche.- asintió con la cabeza y se marchó.

Isabella se sentó en un banco y trató de explicar la sacudida de la ira que se había disparado a través de ella cuando se enteró de que Edward obtuvo información de una mujer. ¿Si hubiera usado su encanto para averiguar lo que buscaba? ¿Qué más le habria dado a la mujer?

-¡Por la sangre santa de Dios! ¿Qué es lo que me pasa? -, dijo con impaciencia.

- Isabella... Presta atención a mí...

Isabella se quedó inmóvil. Una brisa revoloteaba desde la ventana agitando sus ropajes, le levantó el dobladillo de su falda. Sentía rozar en la mejilla, una frescura sorprendente y reconfortante. Isabella sabía que los espíritus estaban tratando de comunicarse con ella. Frunció el ceño.

- ¿Qué es?-, Susurró. -¿Qué estás tratando de decirme?

Las palabras salieron de ella en el suspiro del viento.

- Ten cuidado... el peligro lo acecha...

- ¿Edward? ¿Edward está en peligro?

La voz comenzó a agitarse.

- Si lo dejas marchar, él no volverá. La muerte lo espera en su destino.

Un escalofrío se apodero de corazón de Isabella.

- ¿Qué puedo hacer?

Una fuerte ráfaga de viento sopló a través de la cámara, derribando pequeños objetos.

- Sabes lo que debes hacer-, dijo la voz. –Tienes el poder para mantener a la persona que amas a salvo.

- Yo no amo a Edward, tú lo sabes.

- Prestame atención-, continuó la voz. -El hombre que amas está en grave peligro. -La voz comenzó a desvanecerse, las palabras de despedida apenas pudieron escucharse.

El espíritu se había ido, pero el mensaje escalofriante aún resonaban en su cabeza. Isabella se estremeció. Algo inesperado y potencialmente desastroso iba a pasarle a Edward si ella no podia evitarlo.

Cerró los ojos, tratando de traer de vuelta el espíritu. Mientras lo hacía, una visión se formo detrás de sus párpados. Vio a Edward, su inerte cuerpo cubierto de sangre y sin cabeza. Gritó y gritó, luego cayó al suelo desmayada. Cuando Esme la encontró y la reanimo un poco más tarde, se negó a revelar la terrible visión.

Al día siguiente, Edward recibió una misiva del rey. Todo los terratenientes de las tierras altas se les ordenaba asistir a Inverness. La reunión iba a tener lugar el primer día del mes. Cuando Isabella se enteró del mensaje, supo lo que su visión había querido decir. De alguna manera tenía que evitar que Edward se fuera de Stonehaven. Su vida dependia de ello.

- ¿Tienes que ir?- preguntó Isabella.

- Sí. Sabes que no puedo ignorar una orden del rey.

- No puedes irte, Edward,- declaró ella, desesperada por hacerlo entender. -Tengo un mal presentimiento sobre esto. Veo que el peligro te espera en Inverness.

- Incursionando en la magia de nuevo, ¿verdad?- preguntó, mirándola con censura –No puedes impedirmelo, muchacha. Sabes que debo ir.

- Por favor, Edward, no puedes salir de Stonehaven.

Sus dedos se cerraron alrededor de sus estrechos hombros.

- Ya está bien, muchacha. Nada de lo que me digas me hara desobedecer al rey. Tus temores no tienen ninguna base. Confía en mí para cuidar de mí mismo. Vamos a discutir esto más tarde, después de consultar con Jasper. El aloSamnto estara escaso, habra mucha gente en la ciudad. Tal vez enviare a Jasper por delante para asegurar nuestras habitaciones.

- Por favor, Edward, no vayas.

- No hay nada más que discutir, cariño. Ve a la cama, me reunire contigo después de hablar con Jasper.

Cerrando los ojos, Isabella hizo un voto solemne. Iba a salvar la vida de Edward, aunque la odiara por ello después.

 

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JAJAJA LAS MUJERES DE ANTES ERAN TAN PUDOROSAS JAJA,  CON TODO LO QUE PASA CON EDWARD EN SU CAMA, DUDO MUCHO QUE ISABELLA NO LO AME TODAVIA, EDWARD ESTA EN PELIGRO!!!!!!!!!!!!!! QUE HORROR, ISABELLA TIENE QUE SALVARLO AHORA LA PREGUNTA ES ¿COMO?, TENDRA QUE UTILIZAR SUS PODERES PERO ESO LE TRAERA PROBLEMAS.

 

GRACIAS POR ACOMPAÑARME EN ESTA AVENTURA

ACTUALIZACIONES: UN CAPITULO DIARIO

BESITOS GUAPAS

Capítulo 11: DIEZ Capítulo 13: DOCE

 
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