Bella…
Horas más tarde el edificio del registro civil se alcanzaba a vislumbrar era de diez plantas y piedra caliza, apareció a la vista con sus ventanas únicas de forma octagonal, Anthony entro al aparcamiento estaciono el porche, bajo sin hacer comentarios, lo vi rodear la parte frontal del vehículo hacia mi lado abrió la puerta y extendió una mano para ayudarme a salir.
-tenía miedo de aceptar su mano, pero sería difícil salir de el por lo ceñido del vestido a mi cuerpo de modo que me rendí, tome su mano, después le di las gracias murmurando muy silenciosamente.
-serró la puerta de un portazo con mucha furia me tomo por el codo y me incito a avanzar, rápidamente.
VAMOS ACABEMOS CON ESTO DE UNA BUENA VEZ..
-Sentí su repulsión hacia mí, estaba a punto de llorar en contra de mi voluntad seguí mirándolo porque tenía que parecer tan fabuloso era la imagen de un modelo sombrío impaciente porque terminara la sesión., pero tenía que verme fuerte al fin que yo misma lo provoque yo fui la causante de todo esto me lo merecía así que camine apoyada de él.
Entramos a la enorme habitación blanca donde solo nos encontrábamos los dos, en frente una escritorio negro grande. Se escucho un ruido me moví para ver entrar por la puerta de atrás a un juez alto moreno de bigote, con una sonrisa en sus labios, haciendo bromas breves y se situó junto a su escritorio.
Nos llamo nos indico que nos colocáramos delante de él, lo que forzó a que nuestras miradas se encontraran.
-preste atención al juez rápidamente para desviar la mirada de él, el juez abrió un libro encuadernado en piel, con expresión seria comenzó a leer el rito solemne. Con precisión pronuncio las palabras que nos unirían en matrimonio legal.
Mientras que mi mente divagaba con su cercanía y su presencia en mi vida, escuche los pasajes familiares pronunciados con serena dignidad, y me dispuse a decir SI, a amar y respetar y cuidar a Anthony el resto de mis días, si, si, si, lo adoraría siempre en la riqueza y en la enfermedad. Pero a los oídos del juez y los de Anthony mis votos fueron los susurros tímidos de una novia ruborizada que trataba a como diera lugar de esquivar la mirada de su próximo esposo, ya que este, la miraba sin bajar la guardia ni un momento.
Anthony también respondió con suavidad, casi con pasión, lo mire estaba ceñudo en lo que parecía un gesto de profunda concentración de un novio centrado en los votos que ofrecía.
Sus ojos me atrajeron, ardían con un fuego de proporciones tan dramáticas que me obligaban a contener el aliento, deseaba que las llamas que se agitaban en las profundidades de esos ojos verdes fueran una expresión de una emoción provocada más por pasión que por furia, pero era demasiado pedir, tenía que ser sensata para no creer en milagros.
-sentí que tomaba mi mano con suavidad, baje la mirada y me encontré con un destello en mi dedo anular, una hermosa argolla brillaba, me sorprendió el detalle de Anthony no había pensado en mencionarle que necesitaría un anillo.
La joya parecía de muy buena imitación para el sueldo ajustado de Anthony, sin embargo era hermosa con un corte cuadrado y un cristal en medio formando una rosa cristalina, era una muy buena imitación de diamante.
Cuando llego el momento de entregarle la argolla que había comprado junto con el vestido, sabía que era una romántica pero la tradición es la tradición, tome su mano con nerviosismo agradecí haberla comprado y mas que le quedara a la perfección, incapaz de mirarlo a los ojos después de colocarla solté su mano lo que provoco una sensación de perdida trasmitida por la ausencia de su piel.
El magistrado de la toga negra, asintió, sonrió y continuo con la ceremonia ajeno al hecho de que era cómplice involuntario de una farsa.
PUEDE BESAR A LA NOVIA. El decreto del juez no penetro en mi conciencia, solo cuando sentí que Anthony se acerco me tomo de los brazos me giro hacia él, hasta ese momento capte el significado de esas cinco palabras, él iba a besarme.
IBA A BESARME, cuantas veces había rezado por este momento otra vez, lo mire y las llamas que vi en sus ojos otra vez, me atenazaron la boca del estomago, no sé si era enfado y necesidad lo que sus ojos me trasmitían, pero con el corazón martilleándome con fuerza alce el mentón por instinto.
Poso sus labios con los míos, experimentando la embriagadora sensación de él otra vez, negándome a mancillar el momento con tanta duda, le radié la cintura con los brazos por debajo de la chaqueta, atrayéndolo a mi cuerpo haciendo que el posara sus manos en mi rostro. ME dije si nunca más volvía a tenerlo en brazos, dispondría de este momento para guardarlo en mi corazón junto a todos los demás recuerdos vividos con él.
Exaltada por el delicioso aroma y encantada por el ritmo de su corazón contra el mío, me sentía resplandecer, hormigueaba allí donde los cuerpos se tocaban, donde él hace días atrás estaba a punto de entrar.
El calor que irradiaba resultaba embriagador, la sangre bramo en mis oídos, atronó en mi corazón y me aflojo las rodillas. Jamás había soñado con que una simple unión de matrimonio pudiera provocar semejante oleada ardiente de pasión, pero estaba loca por él, tan enamorada que no soportaba la idea de soltarlo. Lo aferre a mí con más fuerza gimiendo en su boca.
Lo que provoco que Anthony diera por terminado el beso, se alejo pero no abandono el contacto de sus manos en mi rostro.
Me sentí insustancial, el cuerpo ardiéndome por la dulzura salvaje del beso, como la primera vez que lo hizo, respire dificultosamente al mirarlo, pero lo que vi me aturdió, en sus ojos vibraba un dolor silencioso, dolor tan claro y dramático.
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