Inglaterra del norte, 1273
- Mi lady!- El grito ansioso hizo que Isabella hiciese una pausa en lo que le decía al cocinero y mirase a su alrededor. Su criada atravesaba rápidamente la cocina en dirección a ella, con expresión enojada y preocupada. Esa combinación usualmente estaba causada por las acciones de Renne.
Preguntándose qué había hecho ahora su madrastra, Isabella rápidamente le prometió al cocinero que terminarían la conversación sobre el menú más tarde, y salió al encuentro de su criada. Sue tomó sus manos el momento que se acercaron. Su boca se curvó hacia abajo cuando anunció,
-Tu madrastra te llama.-Isabella hizo una mueca. Renne sólo la mandaba a buscar cuando estaba de muy mal humor y deseaba animarse maltratando a su desafortunada hijastra. Por un momento, Isabella consideró ignorar el llamado y buscarse una tarea fuera de la fortaleza por el resto del día. Pero eso sólo empeoraría el mal humor de la mujer sus subsiguientes abusos.
- Debería ir a ver que quiere entonces,- Isabella dijo y apretó las manos de Sue reconfortándola antes de pasar por al lado de ella.
-Ella está sonriendo,- Sue le advirtió, siguiéndola. Isabella hizo una pausa con la mano apoyada en la puerta del gran salón, el temor, invadiéndola. Una Renne sonriente no era una buena cosa. Usualmente quería decir que Isabella estaba a punto de sufrir. No era que la mujer alguna vez se hubiese atrevido a golpearla, pero había cosas peores, tareas tan desagradables que uno casi preferiría recibir una paliza. Mordiéndose el labio con preocupación, ella preguntó, sabes qué la ha sacado de las casilla esta vez? -
-No,- Sue dijo disculpándose. - Ella le estaba gritando a Billy que cepillase bien la yegua cuando un mensajero del rey llegó. Ella leyó el mensaje, sonrió, y te mandó a llamar -.
-Oh,- Isabella jadeó débilmente y enderezó sus hombros, levantó el mentón , y abrió la puerta. Era la única cosa que podía hacer eso y podría rezar para que algún día pudiese librarse del control férreo de su madrastra y de sus abusos.
-Oh, Isabella!- Renne sonreía – una sonrisa muy amplia y radiante que realmente no era un buen presagio.
- Me informaron deseabas de hablar conmigo - Isabella dijo tímidamente, consciente que Sue se movía a su espalda . La mujer siempre ofrecía su apoyo moral durante los ataques de Renne.
-Si -. Renne continuó con su sonrisa amplia dientuda, aunque desdentada habría sido una descripción más exacta. A la mujer le faltaban la mitad de los dientes, y los que le quedaban eran marrones y torcidos. Renne rara vez sonreía, y ciertamente nunca lo hacía muy ampAroente para no mostrar el estado de su boca. Su conducta actual incrementó la ansiedad de Isabella.
-Desde la muerte de tu padre, me he ocupado de tu bienestar , y he estado muy preocupada por tu futuro , mi querida,- Renne comenzó a decir.
Isabella logró para no sonreír sarcásticamente ante su declaración. Su padre, Charlie d'Aumesbery, había sido un buen hombre y un barón fiel a su rey. Cuando Enrique III le había pedido que se casase con la problemática de Renne y que la sacase de la corte, dónde ella molestaba, su padre había aceptado la tarea amablemente. Pero Renne no. Ella había resentido el hecho de verse atada a un hombre que sólo poseía una Baronía y había sentido una aversión instantánea hacia Isabella al llegar a d'Aumesbery.
No había sido tan malo al principio. Con la presencia del padre de Isabella y su hermano, Jacob, Renne al menos se había comportado cordialmente con ella. Pero Jacob había partido para unirse a las Cruzadas con el Príncipe Eduardo tres años atrás. Desde entonces el príncipe había regresado y había sido coronado rey tras la muerte de su padre, pero Jacob todavía estaba en Túnez. Peor aún, ni bien se había marchado su padre había muerto de una afección cardíaca.
Charlie d'Aumesbery aún no había colocado en la cripta familiar antes que Renne dejase de lado cualquier fingimiento de urbanidad y diese rienda suelta a sus verdaderos sentimientos. Esos últimos tres años habían sido un infierno del que Isabella temía nunca escaparía. Su única esperanza era esperar el regreso a la casa de su hermano para que él la pudiese casarla y enviarla lejos de esa mujer. Desafortunadamente, Jacob parecía no tener ninguna prisa en volver.
- He decidido que ya es tiempo que te cases, -Renne anunció,- y el rey está de acuerdo conmigo -.
-Ella quiere decir que el rey ha decidido que deberías casarte, y ella se ve forzada a estar de acuerdo,- Sue masculló detrás de Isabella, lo suficientemente bajo como para que Renne no pudiese oírla. - No creas que ella voluntariamente te dejaría ir y renunciaría a atormentarte. Ese es su pasatiempo favorito –
Isabella apenas oyó a su criada, estaba demasiado ocupada intentando asimilar lo que Renne decía. Una parte de ella tuvo miedo de que fue simplemente un intento cruel por parte de Renne: hacer crecer sus esperanzas, para luego hundirlas.
-Y entonces escogí a un marido para vos, y el rey negoció el contrato de matrimonio,- Renne anunció grandiosamente. - Recién he recibido un mensaje que dice que todo está arreglado. Te casarás -.
Isabella simplemente esperó, sabía que había algo más. Renne explicaría que todo era una broma, o nombraría algún lord absolutamente horrible, maloliente y viejo con quien Isabella seguramente sería muy infeliz.
- Tu prometido está camino aquí en este mismo momento. Él es el lord de Donnachaidh, - ella anunció triunfalmente. Isabella jadeó. Eso era peor que un lord viejo y maloliente? Es el ... el Diablo de Donnachaidh. La expresión de Renne era de goce .
-Sí, y les deseo toda la infelicidad del mundo-.
-Perra,- Sue gruñó furiosamente desde atrás de Isabella. Ignorando a su criada, Isabella logró reprimir el horror y el desaliento y conservar sus rasgos faciales inexpresivos. No incrementaría el placer de Renne revelando que tan profundo era el golpe que le había infligido? El Diablo de Donnachaidh? La mujer no sólo la odiaba, la despreciaba con lo más profundo de su ser si estaba dispuesta a entregarla a ese infame lord escocés.
-Ahora vete,- Renne dijo, aparentemente habiendo obtenido su diversión. - No deseo verte más de aquí en adelante-.Isabella asintió rígidamente con la cabeza y se dio vuelta, tomando a Sue por el brazo para guiarla fuera del gran salón y fuera de la fortaleza .
- Perra!- Sue gruñó , tan pronto como las puertas de fortaleza se cerraron detrás de ellas. Isabella simplemente la urgió a cruzar rápidamente el patio del castillo hacia los establos.
-Vieja fea y cruel,- Sue continuó. - Tiene un corazón de piedra y una cara que le hace juego. Satanás debe haberse reído mucho el día que el rey obligó a tu padre a casarse con semejante diabla -.Isabella le lanzó a Billy, el jefe de establos, una sonrisa agradecida cuando hizo entrar a Sue en los establos y la ayudó a montar un caballo ya ensillado.
- Vi la sonrisa en la cara de Renne cuando recibió el mensaje,- el jefe de establos explicó. - Me imaginé que ustedes podrían necesitar un paseo cuando ella acabase con ustedes-.
- Sí. Gracias, Billy -. Isabella respondió.
-Tu padre debe estar revolviéndose dentro de su tumba,- la criada replicó, mientras Isabella la hacía subir al animal. Con una pequeña ayuda de Billy , Isabella montó detrás de la criada mientras ella continuaba con su discurso . -Y tu amada y santa madre debe estar echando espuma por la boca, deseando poder estar viva para arrancarle pelo por pelo a esa perra -.Isabella espoleó la yegua para urgirla a un medio galope, Billy consciente había montado su caballo y las seguía un poco más atrás.
- Debería envenenar el aguamiel de esa arpía destentada,- Sue amenazó, mientras atravesaban el patio a paso sereno , dirigiéndose hacia al portón de entrada y el puente levadizo. - Cada habitante de esta fortaleza me lo agradecería. Es más, me levantarían un monumento por librar a la humanidad de esa víbora ... Ah !-
Isabella sonrió débilmente ante su chillido. Habían alcanzado el punto medio del puente levadizo, y había acelerado el paso Lady. La yegua inmediatamente lanzó un relincho de alegría y comenzó a correr. Isabella no se molestó en darse vuelta para averiguar sobre Billy; sabía que él las seguiría. Además, estaba muy ocupada en mantenerse sobre la montura y manejar las riendas mientras Sue comenzaba a clavarle las uñas en la cintura por miedo a deslizarse fuera de la silla.
Sólo cuando el asimiento de Sue comenzó a debilitarse Isabella aflojó suavemente las riendas de su yegua. Lady respondió inmediatamente, acostumbrada a esa rutina. Cada vez que Renne le hacía algo cruel o mezquino, Sue perdía la calma, y Isabella la llevó de paseo para impedir que ella dijese o hiciese algo porque lo podría ser castigada.
Una vez que la Lady desaceleró su paso otra vez, Billy emparejó su caballo al lado de ellas y alzó una ceja, pero Isabella negó con la cabeza. Tenía pocas ganas de explicar -la noticia feliz- de Renne. Eso sólo iba a contrariar a Sue una vez más, y ella ya estaba suficientemente enojada . En vez de perder tiempo en apaciguar a su criada, esperaría el momento en que ella misma pudiese reconsiderar la situación.
-Puedes darte vuelta ahora,- Sue dijo. - Estoy tranquila. No diré ni haré nada a esa mujer vil. Es una pérdida de tiempo de cualquier manera. Estoy segura que el Diablo tiene algo especial guardado para ella cuando ella finalmente se muera. Aunque sería más lindo que lo hiciese pronto para que todos nosotros lo disfrutásemos -.
Isabella logró dar una pequeña sonrisa pero no tenía energía para responder. En vez de eso, detuvo su caballo y lanzó la mirada al jefe de establos.
- Puedes llevarla a casa, Billy ? -
-No regresará entonces - El preguntó con preocupación.
- No ahora mismo. Me gustaría pasar un momento para estar sola -.
-No vuelva muy tarde o podría meterse en problemas,- él le avisó. -y no permanezca aquí afuera demasiado tiempo, o vendré a buscarla-.Isabella asintió con la cabeza, luego los observó volver al castillo. Por la manera en que él inclinaba la cabeza hacia Sue, Isabella supo que la mujer probablemente le estaba explicando lo que ocurría y lo que estaba por suceder. Matrimonio. Con el Diablo de Donnachaidh.
Isabella reprimió el miedo que inmediatamente apretó su garganta. Dio vuelta su caballo, dirigiéndose a un claro del bosque. Era un pequeño lugar a lo largo del río con una cascada. Isabella llevó a Lady al borde del agua para que la yegua pudiese beber, luego desmontó y acarició ausentemente el cuello de su yegua mientras miraba fijamente el agua. Siempre había encontrado que ese lugar la relajaba. Era allí a donde traía todos sus problemas y sus dudas. Usualmente, el sonido del agua quitaba sus preocupaciones, y la hacía sentirse mejor. Pero No estaba segura si tendría éxito esa vez . Sospechaba que le costaría mucho al agua poder sacarle esa gran preocupación.
Haciendo una mueca, Isabella se movió para sentarse sobre una gran roca en el borde del agua y se quitó los zapatos. Luego se inclinó y metió la mano entre sus pies para agarrar el ruedo de la parte posterior de su vestido, lo puso entre sus piernas. Una vez hecho eso, regresó al borde del río y delicadamente sumergió un dedo del pie en el agua, sonriendo cuando la corriente mojo su piel. Isabella se quedó así por un momento antes de dar un paso adentro del agua , un suspiro de agradecimiento se escapó de sus labios mientras el líquido fue rodeando sus pies y sus piernas hasta las rodillas.
Cerrando los ojos, simplemente se quedó parada allí, tratando de no pensar sobre el casamiento con el Diablo de Donnachaidh. Isabella quería algunos minutos de calma y serenidad; luego consideraría su futuro. Esos momentos no duraron mucho , pues el ruedo de su falda se desenganchó de su cintura y cayó tocando el agua.
Gritando sorprendida , Isabella intentó salir del río pero no pudo evitar que sus pies se enredasen con el ruedo mojado de la falda y se tropezó . Se inclinó hacia adelante a última momento , con los brazos extendidos, esperando evitar la caída. Pero su mano se resbaló por el costado de la gran roca antes de caerse al río, En ese instante la roca impactó contra sus costillas y su cadera mientras su cabeza se sumergía debajo del agua , y ella se golpeaba el costado de la mandíbula con otra piedra.
Isabella jadeó por el dolor y tragó una bocanada de agua mientras estuvo sumergida. Regresó a la superficie inmediatamente, escupiendo y estornudando agua mientras ignoraba el dolor y trataba de sentarse en el agua. Colocando una mano en su costado de su mentón , Isabella tocó el punto sensible . Aunque le dolía, no creía haberse roto nada. Su mano entonces cayó a la cadera golpeada , y masculló un insulto. No era perfecto? Isabella nunca había sido lo más ágil de las mujeres, pero nunca había tan torpe como en ese momento . Parecía que la buena suerte la había abandonado justo ese día.
Sacudiendo la cabeza , se impulsó para ponerse de pie y se tambaleó fuera del río. La yegua, ella notó, había retrocedido y ahora la observaba disgustadamente. Isabella supuso que habría salpicado al animal cuando se había caído . Pero no se molestó en disculparse , simplemente volvió a sentarse sobre la gran roca, temblando de frío.
El agua se había sentido bien en los dedos de sus pies , pero ahora su vestido estaba completamente mojado y muy frío donde tocaba su piel . Haciendo una mueca, Isabella intentó mantener alejada la falda de las piernas pero pronto se resignó, murmurando entre dientes , se puso a trabajar en los cordones de los zapatos, y luchó por salir del vestido. Fue una tarea casi imposible. Era una pesadilla quitarse un vestido mojado. Isabella estaba enrojecida , jadeante, y sudorosa para cuando logró quitárselo. Dejándolo caer al suelo con alivio, volvió a sentarse pesadamente en la gran roca , pero el calor que ella había generado con sus esfuerzos pronto se desvaneció, y Isabella se encontró otra vez temblando de frío por la camisa húmeda que tenía puesta. Pero no iba a quitarse esa prenda y quedarse sentada allí desnuda. Aunque las personas rara vez venían a su lugar favorito, lo hacían ocasionalmente, y ella no iba a arriesgarse a ser atrapada en estado de desnudez.
Pero Isabella tampoco era tan tonta como para sentada allí muriéndose de frío . Necesitaba un modo de secarse el cuerpo y la camisa sin ser vista y hacerlo rápidamente si no quería resfriarse.
Su mirada fue hacia su caballo. Lady había dejado de observarla con resentimiento y estaba otra vez en la orilla . Isabella vaciló por un momento, considerando las posibilidades de la idea que le hacía cosquillas en la mente, entonces se puso de pie , recogió su vestido, y se movió hacia la yegua.
Edward fue el primero en verla. La imagen lo hizo refrenar tan abruptamente que el caballo se levantó en dos patas en respuesta. El apretó los muslos alrededor de su caballo para ayudarse a conservar el equilibrio, pero no apartó su vista de la mujer en la cañada.
- Por Dios! . Qué está haciendo ella - Carlisle preguntó mientras se detenía al lado de él. Edward ni siquiera miró al corpulento pelirrojo, que era su primero en comando . El simplemente sacudió la cabeza silenciosamente, fascinado por la imagen. La mujer montaba de acá para allá en un claro, haciendo correr a su caballo hacia la derecha , y luego hacia la izquierda, para volver al punto de partida . Eso en sí era extraño, pero lo que parlizó la voz de Carlisle y la lengua de Edward fue el hecho que ella estuviese haciendo ese vistiendo nada excepto una camisa transparente y que sostuviese las riendas con los dientes . Sus manos estaban ocupadas en otra cosa. Estaban levantadas al cielo y sosteniendo algo que parecía ser una capa o algo así flotando por encima de su larga caballera color oro mientras montaba de aquí para allá … de aquí para allá … de aquí para allá.
- Quién crees que es - La pregunta de Seth fue el modo en que Edward supo que los otros hombres se habían acercado.
-No sé , pero podría observar a esa muchacha todo el día,- Jasper dijo, su voz sonando hambrienta .-Pero hay otras cosas que le estaría haciendo todo el día-.
Edward se sintió irritado con ese comentario. Jasper era su primo, y el más guapo y encantador entre sus hombres; Rubio, guapo, y con una sonrisa compradora, le requería poco esfuerzo seducir a las mujeres y llevarlas a su cama de noche. Y el hombre se aprovechaba de esa ventaja, seduciendo mujeres en cualquier oportunidad que se le presentaba. Si los títulos de nobleza fuesen otorgados por las habilidades amatorias, Jasper habría sido el rey de Escocia.
- Yo primero querría saber por qué ella está haciendo lo que hace ,- Carlisle dijo lentamente. - No tengo ganas de acostarme con una muchacha que no está bien de la cabeza-.
-No es su cabeza lo que llevaría a mi la cama-. Jasper se rió.
-Si ,- Kevin dijo, su voz sonando casi soñadora .Edward lanzó una mirada dura a sus hombres.
- Adelántense. Los alcanzaré luego -.Hubo un momento de silencio cuando las cejas se curvaron interrogativamente y miradas fueron intercambiadas, luego los cinco hombres tiraron de sus riendas. -Cabalguen rodeando el prado,- Edward instruyó, cuando se pusieron en marcha .
Hubo otro intercambio de miradas, pero los hombres siguieron por el borde de la vegetación. Edward esperó a que hubiesen desaparecido de su vista, luego se volvió a la mujer. Sus ojos la siguieron en su trayectoria varias veces antes de que urgiese a su caballo a avanzar. No le había aparecido así desde el borde del claro, pero la mujer en verdad se movía a gran velocidad en su animal, desacelerando sólo para dar la vuelta antes de incitar a su caballo a una carrera muerta. A la yegua no parecía importarle. El animal parecía pensar que era una especie de juego y se entregaba por completo en cada carrera con una velocidad impresionante. Edward se aproximó a la yegua, pero la mujer no lo notó inmediatamente. Su atención oscilaba entre la ruta delante suyo y la tela levantada en sus manos. Cuando ella finalmente lo vio de reojo , él no estaba muy preparado para su reacción.
Los ojos de la muchacha se abrieron enormemente, y su cabeza fue hacia atrás con un sobresalto, involuntariamente jalando bruscamente las riendas que agarraba con fuerza entre sus dientes. La yegua repentinamente se detuvo empinándose en dos patas. La muchacha inmediatamente dejó caer las manos para agarrarse a las riendas y la tela que había estado sujetando fue a dar la cara de Edward una tela pesada y mojada. Ese golpe lo cegó brevemente, haciéndole tirar las riendas por el shock , y repentinamente su caballo estaba empinándose también.
Edward se encontró cayendo al suelo, enredándose con la tela mojada que no sirvió para amortiguar su aterrizaje. Un fuerte dolor en su espalda, le sacó el aire, y reverberó en su cabeza, antes que perdiese el conocimiento.
Una especie de tironeo le despertó. Parpadeando, pensó que por un momento el golpe en la cabeza lo había cegado, pero luego hubo otro tirón y se dio cuenta que era algo sobre su cara. La tela húmeda, Edward recordó con alivio. Parecía que no estaba ciego. Pero no lo supo con seguridad hasta que se quitó la tela de la cara.
Otro tirón le siguió, pero este estaba acompañado por un gruñido y con mucha fuerza. Una fuerza suficiente como para despegar su cabeza del suelo y doblar su cuello en un ángulo incómodo. Temiendo haberse quebrado el cuello con la caída, Edward decidió que sería mejor ayudar a desenredarse de la tela y alzó sus manos hacia su cabeza, teniendo la intención de agarrar ese material pegajoso. Pero parecía que su atormentador insistía en recostarse sobre él. Absorto como estaba luchando con la tela , al principio no oyó las los jadeos horrorizados que venían de más allá de la tela sobre su cabeza.
-Lo siento,- Edward masculló cuando se dio cuenta que estaba tocando a tientas los pechos de la mujer.
- Cuidado ! Despacio o vas a rasgar .... - La advertencia terminó con un gemido como el sonido de la tela rasgándose llenó el aire. Edward hizo una pausa , pero luego continuó tirando de la tela , esta vez sin disculparse. Nunca le habían gustado los espacios cerrados y sentía que se sofocaba si no se quitaba esa tela inmediatamente.
-Déjame ... yo puedo- Las palabras apenas fueron registradas por Edward. Sonaban como nada más que palabras estúpidas. Las ignoró y continuó luchando contra de la tela, hasta que con otro sonido de desgarro logró desprenderse y pudo respirar con alivio. Edward cerró sus ojos y respiró profundamente, lleno alivio.
-Oh, Dios mío.- El gemido suave lo hizo abrir los ojos y deslizar la vista hacia la mujer arrodillada al lado de él. Ella movía la tela entre sus manos, examinando el material dañado con ojos pasmados.
Edward debatió ofrecerle otra disculpa, pero ya le había dado una, y esa era la cantidad de disculpas que normalmente ofrecía en un año entero . Antes que hubiese tomado una decisión, la rubia del caballo dejó de examinar la tela y volvió sus ojos alarmados hacia él.
-Estás sangrando!-
-Qué - El preguntó sorprendido.
- Hay sangre en mi vestido. Debiste haberte cortado la cabeza cuando te caíste - ella explicó, inclinándose hacia él para examinar el cuero cabelludo. Esa posición puso la parte superior de su cuerpo a centímetros de la cara masculina , y Edward comenzó a tener una sensación de ahogo otra vez hasta que fue distraído por los pechos sacudiéndose delante de sus ojos. La camisa que ella llevaba puesta era muy delgada y estaba mojada, él notó, lo cual sin duda la hacía prácticamente transparente. Edward se encontró clavando sus ojos en esas bellas esferas con fascinación.
Aparentemente sin encontrar ninguna herida sangrante, la muchacha murmuró, - Debe ser en la parte trasera de tu cabeza,- y repentinamente alzó su cabeza del suelo , probablemente para examinar la nuca . Al menos fue eso lo que Edward pensó cuando su cara quedó enterrada entre los pechos que había estado observando con tanto interés.
-Si , está aquí. Has debido golpearte la cabeza con una piedra o algo así cuando te caíste , - ella anunció con una mezcla de excitación y preocupación.
Edward simplemente suspiró y se entregó a las caricias de los pechos actualmente abrazándolo con suavidad. Realmente eran preciosos, y si un hombre debiera morir sofocándose, esa era una bella forma de partir. Sintió algo duro acercarse a su mejilla derecha y se dio cuenta de que sus pezones se habían endurecido. Ella repentinamente se paralizó como presintiendo el peligro. No deseando hacerla salir corriendo de miedo, él abrió la boca e intentó voltear la cabeza para hablar una o dos palabras para calmar a la muchacha.
-Cálmate,- fue lo que él dijo. Edward no creía en gastar saliva porque sí. Pero dudaba que ella hubiese comprendido lo que le había dicho porque sus palabras salieron amortiguadas por el pezón que repentinamente llenó su boca abierta. A pesar de su intención de no asustarla, cuando se dio cuenta tenía un pezón en la boca, Edward no pudo resistirse a cerrar los labios alrededor de él y darle un lametazo con la lengua. En el momento siguiente, encontró que el dolor traspasaba su cabeza otra vez y él la dejó caer al suelo.
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