a traves de tus ojos

Autor: darydeth
Género: + 18
Fecha Creación: 26/05/2011
Fecha Actualización: 03/01/2013
Finalizado: SI
Votos: 17
Comentarios: 17
Visitas: 45288
Capítulos: 20

 

Después de un terrible accidente, el mundo de Isabella Swan y todo lo que la rodea se convierte en una terrible oscuridad. Ella tendrá que aprender a ver el mundo de otra manera y lo lograra de la mano de un misterioso joven el cual guarda muchos secretos

 

 

 

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 16: REENCUENTRO



Bella pov.


El orfanato no era nada agradable de noche. Una segunda inspección, me hizo ver que tampoco era muy alegre de día. La construcción era de siglo pasado, completamente frío y oscuro. No me pareció un lugar adecuado para ningún niño.
Nos escabullimos, por la parte trasera y Thomas me guío por los abandonados pasillos, que el ya había andado muchas veces. No había nadie por los alrededores a este horario, según sus pasadas visitas. Sin embargo, con mis sentidos desarrollados, podía oír los leves ronquidos y los movimientos de los niños en sus camas. Siguiendo el consejo de mi pequeño amigo, no había respirado e intentaba concentrarme en llevar a cavo esa importante acción.
La habitación de los niños se hallaba, en una de las alas mas alejadas. Apenas se podía distinguir algo, si tuviera la visión de un humano, pero aun en la penumbra veía a la perfección.

-Por aquí-susurro mi pequeño compañero. El se adentro a una amplia habitación llena de pequeñas camas. Había niñas de diferentes edades. Todas dormían plácidamente, sin saber que dos criaturas como nosotras podíamos eliminarlas de este mundo en escasos segundos. Tan solo ese pensamiento, hizo que me inmovilizara junto a la puerta.

Observe a Thomas dirigirse a una de las últimas camas, ubicada en el extremo derecho. Con ternura acaricio el cabello de la niña que descansaba sobre el cómodo colchón. Aparto las sabanas, y la pequeña se removió despabilándose de pronto.

-¡Hey¡-hablo Thomas tocando con suavidad su mejilla.

-¿Thom?…-dijo la pequeña sonriendo al reconocerlo.

El la abrazo con delicadeza y la pequeña hundió su rostro en su hombro. El corazón se me estrujo al contemplar la hermosa escena. Se veían muy tiernos juntos y era increíble la conexión existentes entre los dos hermanos.

Suspire tomando el aire de la habitación. Las piernas me flaquearon al instante, cuando las intensas fragancias se colaron dentro mí. Mi garganta ardió de una forma insoportable.

-¿Bella?...

-Debo salir de aquí Thomas, yo no…no puedo…no puedo estar aquí.-dije colocando mi mano en mi cuello.

Me deje caer y abrase mi cuerpo tembloroso. Thomas estuvo a mi lado en segundo y me cubrió con sus pequeños, pero fuertes brazos. Me susurro palabras de apoyo, mientras yo negaba e intentaba apartarlo de mí, para poder salir de esa habitación.

-No respires Bella, contrólate se que puedes hacerlo-murmuro acariciando mi cabello.

Yo negaba con mi cabeza y me rehusaba a mirarlo a los ojos. Como podía desear la sangre de esas niñas inocentes que me rodean. Era un monstruo horrible…

-Hola…-escuche pronunciar a una dimita voz cantarina.

Levante ni rostro y vi a la pequeña figura frente de mi. Ella me miraba con su rostro lleno de curiosidad. Tenía un pijama rosado de franela y abrazaba un conejo de felpa. Extendió su pequeña manito y el apoyo en mi mejilla. Cerré los ojos y ábrase mis piernas con más fuerzas.

No la mates, no la mates Bella…-me repetía una y otra vez

De pronto, mi cuerpo se relajo y los temblores amainaron. Mi posición siguió de esa forma. Estática, sin moverme en lo más mínimo. Levante otra vez la mirada y me encontré con la cálida mirada del pequeño ángel que me sonreía.

-Sharon…ella es Bella-dijo Thomas alborotando los rubios cabellos de niña.

Ella sonrío y otra vez acaricio mi mejilla con mucha confianza.

-Bella, ella es mi hermanita, ¿no es hermosa?-me pregunto con un tono que denotaba un gran orgullo.

-Si, es muy hermosa-murmure mirando a la mágica personita.

Sharon aparentaba cerca de 2 años. Era un ser muy bello con sus ojos azul zafiro y su largo cabello rubio, el cual portaba suelto. Su expresión era adorable y ahora podía comprender la fascinación que irradiaba en su hermano.

-Bella debemos irnos antes de que llegue alguien.-mascullo Thomas colocando un abrigo a su hermana.

-Ayúdala con su ropa, aquí están sus pantalones y zapatos.-dijo volviendo a un pequeño armario. Extrajo más ropa y algunos juguetes, que coloco en una mochila.

La pequeña sonrío, mientras yo intentaba cumplir la pequeña tarea asignada. Intente controlar mis movimientos, para no dañarla. Ya no volví a respirar, suspirar y abrir mucho mi boca. La garganta todavía me ardía.

-Vámonos Sharon, ya no estarás sola en este lugar-dijo Thomas sonriendo de felicidad.

-Caballito?-sugirió la pequeña elevando sus manos hacia el.

-Si-exclamo feliz colocándola con cuidado en la espalda.

Tome la mochila y los seguí por los oscuros corredores. A la distancia, se escuchaban pasos que indicaban la presencia de la última ronda de la noche.
Tal vez, en unas cuantas horas se dieran cuenta de la desaparición de la niña. Thomas había colocado una almohada en el lugar del cuerpo de su hermana. Me pareció un tanto infantil ese acto, pero de todos modos lo deje pasar. Después de todo, el era también un niño llevando a cabo una gran travesura.

En el exterior, nos movimos con mucha cautela bajo la fina lluvia que comenzaba a cubrir nuestros cuerpos. Pronto, Thomas tuvo que cubrir a la pequeña con una manta mientras emprendíamos nuestro viaje. Era un hecho, que no podíamos, regresar a aquel agujero y no teníamos muchas opciones de refugios.
Mi pequeño, pero fuerte acompañante, había mencionado como opción escondernos en una de las tantas viviendas, tomadas por James como amparo en el pasado. Para ser sincera, esa idea no me agradaba, pero no me quedaba de otra. Tenía que conseguir un teléfono y comunicarme con Edward pronto. No teníamos dinero y no era una opción correr hasta Alaska, con una pequeña niña, echando a la suerte, la vida de cualquier persona que se topara en nuestro camino.

La garganta aun me ardía y para mí, Sharon olía demasiado bien. Su aroma se colaba por cada uno de mis sentidos, cuando bajaba la guardia. Por momentos, quería llorar de frustración, a pesar de que no derramaría ni una sola lagrima.

“Bella debes ser fuerte y demostrar que no eres ningún monstruo”-me repetía apretando mis puños.

Thomas era mi guía personal. Yo sabia que mi nuevo estado era delicado y peligroso, de manera que deje que se adelantara unos cuantos metros, mientras ponía atención a cualquier pequeño animal que pudiera apagar un poco este ardor. La casa quedaba a unos veinte kilómetros al norte, muy cerca de una ruta. Solía ser el viejo hogar de una pareja de ansíanos, de los cuales James se deshizo en un corto lapso. Era una vivienda humilde, pero contaba con un teléfono y un refugio para la pequeña.

-Cuanto falta?-pregunte a Thomas, quien me llevaba algo de ventaja

-Solo unos 5 kilómetros.

-¿Como esta ella?-inquirí, mientras un ciervo de buen tamaño captaba mi atención.

-Dormida.

Con una ágil maniobra, atrape al animal y hundí mis dientes en su cuello. La presión que ejercí quebró su hueso y callo flácido a los segundo. La sangre apenas logro apaciguar mi sed y rápidamente puse toda mi atención, en otra presa. Definitivamente, no estaba dispuesta a poner en peligro a la pequeña.

Todo estaba calmo, mientras un relámpago iluminaba la noche y un trueno golpeaba el firmamento. La lluvia se intensifico a los pocos minutos.

-Adelántate, puede enfermarse-grite y en ese corto lapso percibí como mis sentidos se pusieron alerta.

No estábamos solos. Cerré mis ojos y por una vez en mi vida agradecí el hecho de haber desarrollado mis sentidos, con mucha anterioridad a m i transformación. Mi ceguera me había mejorado mi olfato, mi oído y mi orientación.

“Ya lo sabe”-fue apenas un susurro, pero me dio la razón a mis sospechas.

-Abrí mis ojos y vislumbre a Thomas a par de kilómetros.

-¡Corre!, protégela-grite llena de pavor por ellos.

Conmigo podían hacer lo que les pareciera, pero no permitiría que los dañaran a ellos.

Thomas se giro y no se lo que vio en mi rostro, pero comenzó a correr, con su pequeña hermana, en brazos

Observe el bosque y una vez mas cerré mis ojos, escuchando las fuertes pisadas que se aproximaban. Inmediatamente me puse en marcha. Derribe un enorme pino y otros árboles mas, cambiando mi dirección, lejos de mis pequeños amigos. Corrí en dirección contraria dejando mi huella para ser el cebo y que los alejara de ellos.

“Tranquila”-murmuraron mis perseguidores.

Un cuerno-pensé añadiendo más envión a mi cuerpo y mis piernas. Tenía como meta atraerlos a mí y alejarlos de Thomas y Sharon.

“No la asusten”,” solo cierren el paso”-sugirió un segundo.

Si mi corazón latiera, ya hubiera explotado. Había muchos enemigos en mi búsqueda y sabía que no podría con todos. Iba a morir y en lo único que pensaba era en la persona que mas amaba en este mundo y en esos niños que tal vez sufrirían el mismo destino.

“Bien hecho, ya los tienen”. Ahora me haré cargo de ella”-gruño con satisfacción uno de los extraños.

Mis piernas dejaron de funcionar en esa última orden. Mi cuerpo rodó por el fango, producto de lluvia y la tierra me acogió inmediatamente. Mi rostro quedo cubierto de lodo y mis manos frenéticas quisieron apartar las oscuridad otra vez.

Algo duro golpeo mi espalda, mientras me tambaleaba. Gire dispuesta a todo. Mis manos alejaron ese obstáculo.

“Es un árbol, tonta”, me reprendí alzando mi rostro para que la poderosa lluvia se llevara la suciedad.

¿Porque demonios llovía tanto?

-Tranquila-murmuro uno de los extraños que venían en mi búsqueda. Era un joven vampiro, ubicado a unos cuantos metros de mí. Me gire en redondo y un extraño rugido broto de lo mas profundo de mi ser. El permaneció en el mismo lugar, sin realizar el más mínimo movimiento. Me estudio y enfoco su vista sobre mí.

Por instinto, me agazape y lo estudie muy bien, aun bajo la lluvia podía distinguirlo. Su cabello broncíneo caía en su rostro escondiendo sus facciones de mí. El me miraba y parecía estar algo impresionado por mi presencia.

“No esperabas que te hiciera frente no?”, pensé de forma sarcástica agazapándome para atacarlo. No me llevarían a ningún lado sin poner resistencia. James, no me atormentaría mas, pensé sintiendo como un torrente de adrenalina recorría mi cuerpo.

El levanto sus manos en el aire y dio un paso hacia mí.

Fin del juego, ya no me escondería. Nadie me impondría su voluntad. Era poderosa y aunque no tenia ninguna oportunidad ante un vampiro adulto. Tenía mi fuerza a mi favor.

Mi cuerpo reacciono veloz, sin pensar el movimiento con anticipación. Caí sobre el, y el apretó mis muñecas con un movimiento de ultimo momento. No ejerció mucha presión lo que medio la oportunidad de tomar envión y derribarlo contra un árbol. Este se partió en dos, mientras el vampiro se incorporaba con paciencia y sacudía la cabeza incrédulo. Alzo su rostro y me miro confuso y algo sorprendido.

-Te matare-gruñí apretando mis puños.

-No voy a lastimarte-aclaro con suavidad

¿Si como no?

De mi boca salió un otra vez ese rugido y me lance sobre el por segunda vez. En esta ocasión sentí como rodeaba mi cuerpo con sus fuertes brazos y rodamos por una pendiente, hasta caer en un apestoso charco. Mi cabello quedo pegajoso cubierto de lodo, al igual que mi cuerpo.

Era mi fin. Estaba atrapada e inmovilizada bajo su cuerpo y seguro pronto dejaría de existir. Cerré mis ojos llena de frustración. Pensé en Thomas y en su pequeña hermana Sharon. Ellos tenían que estar bien, no podían terminar como yo.

-No les hagas daño-gemí en una lamentable suplica, mientras apretaba mis parpados con fuerza.

“Edward”, mi ultimo pensamiento siempre seria para el.

-No dejas de sorprenderme nunca, mi amor…-me susurro mi asesino en mi oído.

Mi cuerpo se sacudió con un calor especial. No comprendía como podía escuchar su voz en este ser que acabaría con mi existencia.

Mis ojos se abrieron súbitamente. Vislumbre una vez mas, al vampiro sobre mi cuerpo y pude apreciar cada una de sus facciones. Tenía unos brillantes, ojos dorados en ese rostro níveo y delicado. Su cabello broncíneo dejaba caer gotas heladas sobre el mío. Me miro fijamente y quede prensada de sus ojos. Una fuerza arrolladora me cubrió y deje de respirar, aun cuando no lo necesitaba.
El sonrío.
Dejo al descubierto la mas grande y picaras de las sonrisas torcidas, que desde hace años no había visto en alguna persona.

-Te amo-susurro antes de colocar su boca sobre la mía. Instintivamente mis labios se abrieron y volví a degustar su sabor. Un sabor que era ahora mil veces más intenso que antes y el cual reconocería aunque pasaran mil años. Su lengua me acaricio de una forma posesiva, una y otra vez, mientras sentía como liberaba mi cuerpo de su presa. Todo mi ser era un revoltijo de emociones y confusión. Era el…podía sentirlo, mientras me besaba y se aferraba a mi, como si su vida dependiera de ello.

-Eres mi vida Bella, de eso no tienes que tener dudas-murmuro contra mi boca.

-¿Edward?

El se alejo unos cuantos centímetros de mi rostro y me sonrío otra vez. Acaricio mi rostro con su nariz mientras comenzaba a hablar se forma precipitada.
Cerré mis ojos, para escuchar el sonido de su voz y verlo como lo había visto siempre. A través de mis sentidos.

-No sabes la tortura que fue todos estos días sin ti. Fue una completa eternidad cada segundo-murmuro mientras enredaba mis dedos en su mojado y sedoso cabello.

Era él y sonreí sin poder evitarlo, mientras tocaba su rostro con mis manos y delineaba sus facciones con mis dedos. Era mi Edward, el hombre que mas amaba en este mundo. Al fin nos habíamos encontrado

-Eres tu mi amor-murmure sintiendo un nudo en mi garganta

-Si soy yo-sonrío tocando mi rostro.

-Puedo ver…puedo verte-dije delineando el perfil de sus labios.

-Lo se…también puedo verte mi amor-murmuro depositando pequeños besos en mi rostro

De pronto sus palabras cobraron un nuevo sentido. El podía verme, eso era obvio. Pero ahora yo era como el. Una inmortal, un vampiro. El podía ver mis ojos rojos. Ese aspecto que tanto me había asustado al ver mi reflejo me hizo sentir insegura. Me sentí tensa de repente.

-Eres hermosa, me pequeño ángel. Nada nos separa nunca-agrego buscando mis labios otra vez.

Lo bese con el corazón, sintiendo esa llamarada en mi interior. Una llama que me quemaba de forma desconocida y excitante. Una que anhelaba fundir su cuerpo con el mío en ese instante. Gemí e intensifique nuestro beso. Sin la menor resistencia gire sobre su cuerpo y quede a horcadas sobre el suyo.

-Eres muy guapo-dije dejando escapar una amplia sonrisa.

El rió y lleno el lugar de ese maravilloso sonido. De pronto también quise reír y me uní a el sin poder evitarlo.
Edward elevo una de sus manos y atrajo mi rostro al suyo. Nos fundimos en un beso voraz, lleno de hambre, pasión y necesidad.


-Valla Bella, tu si que me has sorprendido. Con mucha facilidad tienes a mi hermano bajo tu poder.-dijo con burla una voz inconfundible.

-¿Emmett?-pregunte girándome hacia el enorme vampiro que había aparecido de repente. Detrás de él, más figuras se daban a conocer. Thomas apareció detrás cargando a Sharon y me miraba sorprendido.

De pronto tome en cuanta mi posición. Antes que mi cuerpo recibiera una orden, me había separado de Edward. Me sentía abochornada por la situación y me hubiera sonrojado si pudiera.

-A no, no te separaras de mi-dijo Edward rodeando mi cintura por detrás.

-Una pequeña vampira de cabello corto me sonrío y dio un paso adelante.

-Bienvenida otra vez a la familia Cullen-dijo con mucho orgullo.

-Gracias Alice.-dije apoyando mi cabeza sobre el pecho del hombre que amaba.

Capítulo 15: Renacer Capítulo 17: Ámame

 
14444243 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10761 usuarios