El amor siempre vence a pesar de todo (+18)

Autor: isakristen
Género: Romance
Fecha Creación: 17/01/2013
Fecha Actualización: 25/08/2022
Finalizado: NO
Votos: 188
Comentarios: 473
Visitas: 360145
Capítulos: 40

Summary: Dos poderosas familias de la mafia enfrentadas desde hace generaciones por dominar la ciudad. Pero serán las hijas Charlie Swan: Rosalie, Alice e Isabella y los hijos de Carlisle Cullen: Emmett, Jasper y Edward quienes decidan que ya era hora de acabar con ese absurdo enfrentamiento Sin ser consciente del horror que se desataría al final, al enfurecer al que creían su mayor aliado.

 

Prologo:

Bella una adolescentes de 14 años, hija menor de Charlie Swan uno de los mafiosos más peligrosos de Chicago. Novia de Edward Cullen un adolescentes de 16 años hijo del mafioso Carlisle Cullen.

Su amor puro e inmenso era amenazado por sus familias, quienes desde hace años tenían una rivalidad por el dominio del poder. Ellos al enterarse de la relación amorosa de los jóvenes deciden separarlos y enviarlos lejos. Sin saber que su amor ya había dado frutos, unas pequeñas personitas que iban protegidas en el vientre de su madre, la cual los unirían para siempre. Dos niños con la marca del sol naciente en el brazo izquierdo de los Swan como la media luna en el brazo derecho de los Cullen.

Diez años después su amor seguía intacto, más grande que antes y ellos estarán listos e dispuestos a luchar por él y por su felicidad, uniendo así ambas familias. Quienes tendrían que unirse y luchar por la misma causa. Dos niños intocables por ambos bando, siendo su talón de Aquiles. Y sus enemigos no dudaran en utilizarlos, matando así dos pájaros de un tiro; rompiendo en el camino el acuerdo llegado desde hace generaciones de no incluir en la rivalidad a las mujeres y a los niños.

  


 "Los personajes más importante de esta historia son propiedad de Stephanie Meyer pero la trama es mía y no esta permitido publicarla en otro sitio sin mi autorización"

 


 

 Historia registrada por SafeCreative bajo el código 1307055383584. Cualquier distribución, copia o plagio del mismo acarrearía las consecuencias penales y administrativas pertinentes.

 


 

 Traíler de esta historia ya esta en youtube y en mi grupo  en facebook "Entre mafiosos y F.B.I"


Link del grupo de Facebook

https://www.facebook.com/groups/1487438251522534/

 Este es el Link del trailer: 

http://www.youtube.com/watch?v=BdakVtev1eI&feature=youtu.be

 

 


Hola las invito a leer mi Os se llama: Si nos quedara poco tiempo.

http://lunanuevameyer.com/salacullen?id_relato=4201

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Capítulo 33: El secuestro de Tony, Bella y Lizzy

Capítulo beteado por Manue Peralta, Betas FFAD;

www facebook com / groups / betasffaddiction.

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El secuestro de Tony, Bella y Lizzy

EPov.

 

—Tú y yo iremos a ese maldito lugar y hablaremos con el dueño; si es mentira considérate muerto, Montenegro, no estoy para tus juegos.

—Edward, por la amistad y el respeto que le tengo a tu padre Carlisle Cullen, te digo, muchacho, cuida a tu familia o lo lamentarás.

—Mide tus palabras, Montenegro —exigí con la mandíbula apretada—. Muévete y marchémonos ya a ese lugar.

Dio media vuelta, dirigiéndose a su camioneta.

—Tú irás conmigo —le indiqué tomándolo por el antebrazo y guiándolo hacia mi camioneta.

—Edward, no creo que sea necesario. —trató de resistirse.

—Oh sí, claro que sí —aseveré abriendo la puerta—. Sube —ordené con un gruñido.

Vaciló por un momento, pero al final hizo lo que le indiqué. Yo me subí detrás de él.

—Garrett —llamé su atención.

—Al bar de Carmen. Entendido.

Sonreí, una pequeña sonrisa.

—No se trataba de eso —lo contradije—. Nada de esto a mi esposa.

—Por supuesto —acordó acelerando la camioneta.

El trayecto se me hizo larguísimo. Montenegro retorcía sus manos, ansioso, sobre su regazo, sin despegar la mirada de la ventanilla.

Luego de casi una hora nos estacionamos frente al bar, éste se encontraba cerrado a esta hora, pero sabía que con tan solo una llamada, se abriría sin dudar. Garrett se me adelantó.

—Estamos afuera, abre —exigió antes de colgar.

Luego de un par de minutos se dejó escuchar la voz de Carmen.

—Esta no es la hora habitual para los clientes —nos informó abriendo las puertas.

Carmen es un hombre alto, corpulento, de tez oscura, ojos color avellanas, cabeza rapada completamente, con muchos tatuajes en su piel. Nunca he entendido por qué lo llaman Carmen.

—No he hecho ningún pedido y no te debo nada.

—Lo sé —lo tranquilicé—, no vengo por eso. Vengo por información.

—A ver, espero que esté a mi alcance.

—Es mejor que hablemos adentro —indiqué encaminándome al bar.

—Ah sí, por supuesto. Las chicas están limpiando.

Entramos al bar, primero Carmen, luego Montenegro a mi lado, detrás de nosotros nuestros hombres, algunos se quedaron afuera cuidándonos las espaldas.

Carmen se detuvo cerca de la barra.

— ¿Quieren algo de tomar? —ofreció.

—No —negué.

—Un Whisky escocés…

—Nada —gruñí mirando a Montenegro.

—Bien. ¿Qué necesitan?

—Ayer por la noche un hombre buscaba aliados en mi contra. Quiere atacar a mi familia.

Sus ojos se abrieron por la sorpresa.

—Eso no está permitido, ¿cierto?

Sabía perfectamente que no lo estaba.

— ¿Montenegro estuvo aquí? —ignoré su pregunta. No me importaba preguntar como si él, en persona, no estuviera a mi lado.

—Sí, estuvo aquí —confirmó mirando al aludido con sorpresa—. Se fue a altas horas de la noche con un culo de pea. ¿Por qué la pregunta?

—Él me ha informado de lo que está pasando. ¿No recuerdas haber visto a alguien sospechoso? ¿No escuchaste nada?

—No tengo idea de quién podría ser. Anoche el bar se hallaba a reventar y no teníamos suficiente personal. Quizás las muchachas que atienden las mesas sepan algo. ¡Jenny! —gritó al llamar a la chica.

—Sí, señor —respondió una morena de ojos claros, de no más de veinte años, caminando hacia nosotros.

—Anoche había un hombre buscando aliados para atacar al señor Cullen, ¿lo viste?

—No, señor.

—Yo sí —interrumpió una chica de cabello dorado saliendo detrás de la barra—. Era rubio, alto, delgado y unos ojos celestes muy hermosos. Estaba en la mesa de los señores De La Fuente ofreciendo mucha lana. El señor Manolito se negó, él argumentó que no iba a empezar una guerra contra el señor Cullen. El hombre se molestó mucho y se fue a la mesa de los señores Gómez. De allí lo perdí de vista.

— ¿No escuchaste cómo se llamaba? —le pregunté con la mandíbula apretada.

—No, señor. Lo siento, es todo lo que sé —contestó de forma sincera.

—Espero que lo puedas atrapar, Edward. Si necesitas algo más, no dudes en venir.

—Gracias, Carmen.

El aludido asintió. Di media vuelta y salí del bar con el señor Montenegro a mi lado y nuestros hombres detrás de nosotros.

—Si necesitas mi ayuda no dudes en pedirla, Edward —manifestó Montenegro extendiendo su mano hacia mí.

—Te agradezco que me hayas avisado. Eso no lo olvidaré nunca. —le agradecí estrechándole la mano.

Me palmeó el hombro.

—Llévale saludos a tu padre de mi parte, muchacho. Cuídate.

Asentí con la cabeza.

Lo observé dirigirse a su camioneta, montarse y en cuestión de segundos desaparecer de mi vista.

— ¿Qué hacemos ahora, Edward? —me preguntó Garrett ubicándose a mi lado.

—De momento… duplicaremos la seguridad de Bella y los niños. Que salgan lo mínimo posible de la mansión.

—Están fuera, ¿lo recuerdas? —recordó caminando a mi lado hacia la camioneta.

—Lo sé, llama a Jordán y dile que los lleve de regreso a la mansión y que se asegure que no la abandonen —le ordené subiéndome a la camioneta.

Segundos después él se montaba en el asiento del piloto.

—Hablando del rey de Roma —comentó mostrando su celular mientras encendía la camioneta. Thairon tomó asiento su lado.

Sonreí negando con la cabeza.

—Dime, perro —contestó llevándose el móvil al oído. Su semblante juguetón cambió de forma drástica, desde el hasta la furia.

— ¿Qué ocurre, Garrett? —le pregunté ansioso.

—Sáquenlos de allí. A como de lugar deben sacarlos a salvo. Estamos muy lejos, a las afuera de la ciudad. Llamaremos a Emmett y al Jasper para que vayan a ayudarles.

— ¿Qué está ocurriendo? —exigí con la mandíbula apretada y el corazón acelerado.

Por favor, mi familia no, pensé con ansiedad.

—Edward, llama a Emmett —me pidió Garrett con voz tensa. A pesar de estar a punto de reventar de ansiedad, hice lo que me pidió, le marqué a mi hermano.

Edward

— ¿Qué coño está pasando? —vociferé sin alejar el teléfono celular de mi oído, al ver que él colgaba el suyo y marcaba.

Que yo sepa, nada, Edward —contestó Emmett confundido.

—Espera un momento, Emmett, no era contigo. ¿Garrett?

—Están asaltando a Bella y a los niños. Jasper —respondió encendiendo la camioneta y acelerando.

— ¿C-Cómo?

¿Qué le ocurre a Bella y a los niños? —exigió Emmett ahora molesto.

—Garrett, ¿dime qué demonios está pasando? —demandé elevando la voz, apretando el puño y golpeando el asiento delantero.

—Le están disparando a Bella y a los niños. —repitió sin soltar su celular.

— ¿Cómo que le están disparando a mi mujer y a mis hijos? —jadeé con sorpresa.

¿Dónde están? —me preguntó Emmett con la respiración agitada—. ¡Nos vamos! —escuché que gritaba.

—Garrett —supliqué con voz ronca.

—Están en el centro comercial nuevo. Llano Mall. Estaban paseando por los pasillos cuando comenzaron a dispararle de la nada —explicó acelerando la camioneta—. Edward, una luz roja.

—Sáltatela —dictaminé tenso—. ¿Emmett?

Garrett colgó el teléfono, lanzándolo en el salpicadero.

Ya escuché, hermano. Voy para allá. —me tranquilizó.

—Jasper se dirige hacia allá —anunció Garrett saltándose otra luz.

—Por favor, Emmett, protege a mi familia. Voy en camino —le supliqué en un hilo de voz.

No tienes que pedirlo, ellos son mi familia también. Y sé que harías lo mismo por Rosalie. ¿Dónde andas, Edward?

—Estaba en el bar de Carmen…

¿Por qué estabas allá? ¿No te es suficiente con Bella? Nunca lo has hecho, Edward, ¿por qué ahora?

—No es por lo que piensas, Emmett. Nunca engañaría a mi esposa. Montenegro estuvo en mi casa y me informó de algo, solo vine a confirmarlo. Nada más.

Te creo, Edward. Te dejo.

—Cuídalos, por favor —pedí antes de colgar el móvil.

Marqué a mi casa.

Residencia Cullen Swan.

—Dexi, soy Edward.

Señor Cullen.

—En cuanto llegue mi esposa dígale que me espere en la mansión, voy en camino y me encargaré de todo nada más llegar. No permitiré que esto se vuelva a repetir.

Sí, señor.

Colgué la llamada.

*******

Al entrar al estacionamiento del centro comercial, una fuerte opresión se instaló en mi pecho al ver a mis hermanos uno al lado del otro con expresión airada y de miedo a la vez, a su lado una ambulancia recogía unos cadáveres.

Por favor que no sea mi familia, elevé una plegaria al cielo.

La camioneta se detuvo y me desmonté de un salto.

—Se llevaron a Ethan —avisó Jasper en cuanto me acerqué.

No, rugí en mi interior. Mi corazón se aceleró retumbando contra mis costillas y la ira comenzó a fluir por mis venas. Mi familia era intocable. No podrían siquiera voltear a mirarlos.

—Asesinaron a Jeffrey y a Jackson, cuando Jordán y los demás llegaron ya se habían llevado al niño.

Me entristecí al escuchar de la muerte de dos de mis mejores hombres.

—Garrett, llama a Jenks, que se encargue de sus familias —indiqué con voz tensa. Todo mi cuerpo estaba a la expectativa, listo para saltar encima del hijo de puta que se atrevió a tocar a mi hijo.

Me acerqué a mis hermanos.

—Tengo miedo —susurré solo para ellos—. Tengo miedo que lastimen a mi hijo.

—Vamos a encontrarlo, Edward. Ellos van a pagar caro por habérselo llevado. Fue a un Cullen a quien se llevaron, no a un pelele, y se arrepentirán.

—Vamos con Bella, Edward, todo éste estrés no es bueno para ella en su estado.

Asentí.

—Vamos, no sé con qué cara la voy a mirar.

—Cuéntanos a qué fuiste al bar de Carmen.

—Montenegro estuvo bien temprano en mi casa, anoche había un cabrón buscando aliados en mi contra, él lo escuchó y vino a advertirme. Pero todo fue en vano, se llevaron a mi hijo.

—Lo vamos a recuperar o me dejo de llamar Jasper Anthony Cullen.

********

—Lo vamos a encontrar y aquellos que se lo llevaron van a desear no haberlo hecho. —me animó Garrett cuando cruzábamos el portón principal de la mansión.

—No sé cómo voy a decírselo a Bella. Se le partirá el corazón —expresé recargando mi frente en el asiento delantero.

—Sé que será difícil, pero debes ser fuerte. Te está esperando —señaló deteniendo la camioneta al comienzo de las escaleras.

Por la ventanilla observé a mi Bella. Ella no debería estar pasando por esto y mucho menos estando embarazada. El rostro de mi esposa solo mostraba miedo y expectación.

Abrí la puerta y me bajé de la camioneta. Después de haberle fallado como lo había hecho, no podía mirarla a los ojos. Rehuí de su mirada.

— ¡Mi bebé no! —gritó soltando un fuerte sollozo, sus brazos abrazaron su torso, antes de comenzar a caer de rodillas.

Me moví con mucha rapidez. En dos zancadas había subido las escaleras e impedía que cayera, rodeándola con mis brazos la estreché a mi cuerpo.

—Lo siento. Amor, perdóname —le supliqué con voz lastimera, apretándola contra mi pecho.

—Edward, mi bebé… —se lamentó enterrando su rostro en mi pecho y con sus brazos rodeando mi torso. Con un suave movimiento la alcé en mis brazos, besé el tope de su cabeza y nos guié dentro de la mansión.

— ¡No! ¡Mi hermano no! —el gritó de dolor de mi hija me hizo apartar la mirada del rostro de su madre. Elizabeth se encontraba al inicio de las escaleras, su hermoso rostro estaba surcado de lágrimas, sus mejillas sonrojadas y su pequeña nariz respingona coloreada de un rojo intenso. Sus hermosos rizos estaban revueltos—. ¡Esto es tu culpa! —corrió hacia Jordán y, en cuanto estuvo frente a él, comenzó a golpearlo con mucha fuerza con sus puños cerrados—. ¡No lo protegiste!

Emmett se adelantó y la tomó en sus brazos.

—Los mataré, tío —gruñó mi gatita apretando sus puños con fuerza—. A todos y cada uno que lastime a mi hermano —exclamó muy seria—, los haré sufrir. Suplicarán clemencia.

—Nena —la llamó mi Bella con voz suave, removiéndose entre mis brazos. La dejé sobre sus pies con mucha delicadeza.

—Mami —lloriqueó mi niña en el momento que mi hermano la colocaba en el suelo. Ella no dudó en correr hacia su madre, abrazándola con mucha fuerza en cuanto estuvo frente a ella. Me partía el corazón ver a mis mujeres sufrir de esa manera. Todo era mi culpa. No sabía proteger a mi familia.

—Amor —le hablé con suavidad acuclillándome a su altura. Le acaricié los brazos con ternura—. Te prometo, no, te juro que traeré a tu hermano sano y salvo a casa.

Mi gatita hipeó.

Lanzó sus brazos entorno a mi cuello y los enroscó con mucha fuerza. Casi me hizo caer sentado, pero gracias a mi complexión física pude mantener el equilibrio. Su pequeño cuerpo fue sacudido por los sollozos.

Escuché un lamento proveniente de mi Bella antes de ver lágrimas rodar por sus sonrosadas mejillas.

— ¿Es cierto? —rumió la voz de mi padre en alguna parte de la habitación.

— ¡Abuelo! —mi hija se separó con brusquedad de mis brazos y salió a su encuentro.

Carlisle alzó a mi hija sin apartar sus furiosos ojos verdes de mí. Lo observé besarle ambas mejillas como si lo hiciera de toda la vida, como si no hubiera hecho hasta lo imposible para alejarme de ella.

—Estoy aquí, nena, como te prometí —le dijo acariciando su espalda—. ¿Dónde carajos estabas tú, Edward? —gruñó acercándose de forma amenazadora—. Tu mujer embarazada y tus hijos se ven envueltos en un enfrentamiento. ¿Dónde demonios estabas tú para protegerlos? Se han llevado a tu hijo, maldita sea. ¿Eso fue lo que te enseñé? ¿Dejar desprotegida a tu familia?

Mi Gatita sollozó enterrando el rostro en el cuello de su abuelo. Aunque me costara pensar de esa manera Carlisle era su abuelo, apretó sus brazos con fuerza en torno a él.

—Papá. —mi voz se quebró al pronunciar la palabra. Todo esto me sobrepasaba. Solo quería que mi padre me apoyara, que mi padre me ayudara a encontrar a mi hijo. Que fuera mi padre, no mi enemigo.

Él suavizó su expresión y en dos zancadas cerró la distancia que nos separaba y me abrazó con fuerza. Hacía años que no lo llamaba de esa manera, pero no tener a Tony me hizo ver que, a pesar de todo, Carlisle Cullen seguía siendo mi padre.

—Iremos por Ethan, y que se cuide quien se atrevió a tocar a mi nieto —aseveró sosteniéndome de la nuca, acercando su rostro al mío. Luego se volvió hacia mi Bella—. Esme vendrá dentro de un rato para que no estés sola, Isabella.

Mi esposa asintió con la cabeza con un pequeño movimiento.

—Gracias. —su voz salió llorosa y temblorosa.

 

Mi padre me soltó y de inmediato rodeé el cuerpo de mi Bella con mis brazos, besé su cuello con cariño.

Tener a mi padre aquí me daba esperanzas de encontrar a mi hijo.

—Espero que sus mujeres estén bien encuarteladas —le comentó a mis hermanos.

—Alice probablemente no me hablará por el resto de lo que me queda de vida, pero ella y la niña están protegida, papá.

Mi padre asintió con una sonrisa.

—Las Swan tienen genio y carácter, ¿eh? —dijo sin borrar la sonrisa de su rostro.

—Ni lo que digas, papá —secundó Jasper acariciando su mejilla.

—Rosalie fue comprensible. Le expliqué la situación a mi modo de ver y lo entendió. Ella y Emerson también se encuentran protegidos.

Papá asintió.

—Jordán —llamó sin elevar la voz. Éste dio un paso adelante, mirando con mucho respeto a mi padre.

—Tú te quedarás y protegerás a mi nuera y a mi nieta con tu vida, si es necesario.

—Sí, señor —declaró sin dudar.

—Elige a los diez mejores hombres que permanecerán contigo. ¿Le avisaron a la familia de Jeffrey y Jackson lo que ocurrió?

—Sí, señor, yo mismo me encargué de eso —contestó Garrett esta vez, dando un paso al frente—. Jenks se está haciendo cargo de la indemnización de cada familia.

—Bien. Andando, mi nieto nos espera. —papá le entregó a Lizzy a Jordán y se dirigió a la entrada de la mansión donde esperaban sus hombres.

—Lo siento, Jordán —se disculpó mi princesa, pasando sus brazos por el cuello de Jordán y apretando su cintura con sus piernas.

—No se preocupe, niña Elizabeth. —la tranquilizó con una pequeña sonrisa.

Medio sonreí, mi pequeña no era rencorosa. Suspiré. Era hora de irme y traer a mi hijo de vuelta. Le di la vuelta al cuerpo de mi Bella con mucha suavidad, sin alejarla de mis brazos. Posé mis labios sobre los suyos con ternura, un suave roce, demostrando todo el amor que profeso hacia ella.

—Ten mucho cuidado —me suplicó apretando sus brazos a mí alrededor. Dejó un beso en mi pecho—. Vuelve en una pieza con nuestro hijo.

—Así será —le prometí apretándola con suavidad.

Soltó un suspiro lastimero.

Dejé un beso en sus cabellos, aspirando en el proceso su rico aroma a fresas y fresias.

—Tony estará bien —le aseguré en su oído, entretanto acariciaba suavemente su abultado vientre. Los bebés se hicieron notar, pateando el lugar exacto donde posé mi mano.

Sonreí.

— ¿Estás seguro, Edward? Tengo mucho miedo —manifestó cerrando sus ojos mientras recargaba su frente en mi pecho.

—Claro que sí —señalé volviendo a deslizar mi mano por la curva de su vientre—. Ellos tienen tú fortaleza. Son tus hijos, fuertes como tú. Deja de preocuparte por Ethan, lo traeré de vuelta. Debes estar tranquila, aún no es tiempo para ellos. —la calmé con una sonrisa, no podía evitarlo si sentía el movimiento de mis hijos contra mi mano—. Volveré con Tony. —la besé dulcemente en la frente—. Ni Elizabeth ni tú saldrán de casa —le ordené.

—Está bien —aceptó con una media sonrisa.

—Te amo —le profesé besando sus labios antes de dar media vuelta y dirigirme junto a mis hombres, los de mi padre y los de mis hermanos fuera de la mansión.

Al pasar por el lado de mi hija, la tomé en mis brazos y le llené su hermoso rostro de besos.

—Cuida a tu mami mientras no estoy —le requerí al oído, luego le di un pequeño beso en los labios. Con suavidad, la devolví a los brazos de Jordán. Tenía miedo de no regresar y no poder ver nunca más a mi hija. Si era necesario dar mi vida por la de mi hijo, no lo dudaría. Aunque le causara un gran dolor a mi familia—. Te amo, nena —declaré acariciando su mejilla. Quería que ella supiera que la amaba con todo mi corazón.

—Te amo, papi —secundó mi gatita comenzando a llorar. Era como si supiera que esta podría ser la despedida de nosotros.

La besé en la frente, inspirando profundo su rico aroma. Grabaría en mi memoria el aroma de mis dos mujeres.

—Tu mamá, tus hermanos y tú son lo mejor que me ha pasado en la vida —enuncié antes de dar media vuelta y desaparecer por el umbral de la puerta sin mirar atrás.

No podía dudar, la vida de mi hijo estaba en juego.

—Aquel que se atrevió a tocar un solo cabello de mí hijo es hombre muerto —exclamé con los dientes apretados y apretando con fuerza mis puños nada más cruzar el umbral de la puerta. Traería a Tony sano y salvo a casa, se lo debía a Bella, a mí, pero sobre todo, se lo debía a mi hijo—. Quiero a todos con vida, no quiero una muerta rápida. Los haré sufrir sin piedad por atreverse a tocar a mi hijo.

—Sí, señor —acordaron todos preparando sus armas.

Me subí en la camioneta. Mi padre y mis hermanos imitaron mi acción. En cuestión de segundos nos estábamos movilizando a Dios sabe dónde, ya que no teníamos ni idea de dónde podría estar mi hijo.

El sonido del IPhone inundó la camioneta sacándome de mi miseria. Número restringido. Se me formó un nudo en la garganta de solo pensar que fueran los que se llevaron a mi hijo.

—Edward Cullen —contesté tragándome mi miedo.

Sé dónde está Tony —dijo una voz de mujer al otro lado de la línea.

— ¿Doña Marie? —pregunté dudoso.

Está a las afuera de la ciudad por el lado norte, en un edificio de embarque.

— ¿Cómo?

Es el edificio diecinueve.

—Doña Marie, ¿cómo sabe dónde está mi hijo? —le exigí con la mandíbula apretada.

Tengo mis métodos, Edward. Charlie y yo estamos por llegar. Cuídalos.

—No tiene que pedirlo. Aunque ya le fallé al no proteger a Ethan.

No fue tu culpa, ni la de Bella.

—Fue mi culpa.

Debo colgar, Edward, o Charlie se enterará de que te llamé —me dijo antes de colgar la llamada.

—Garrett, en un edificio de embarque a las afuera de la ciudad del lado norte, allí se encuentra Ethan.

Él asintió cambiando el rumbo. Llegamos a dicho edificio luego de veinte minutos de camino. Los alrededores estaban desolados, pero aun así no debíamos confiarnos. Thiaron se bajó de la camioneta con su rifle de asalto preparado y en compañía de cinco hombres más comenzaron a revisar el lugar. Transcurridos un par de minutos nos hicieron señas para indicarnos que estaba despejado. Me bajé de un salto, preparado para enfrentar hasta al mismísimo diablo con tal de recuperar a mi hijo.

Entramos al edificio y éste se hallaba en penumbras, no podía ver ni mis manos donde llevaba mi arma. A ciegas, quité el seguro.

—Edward —me llamó mi padre en algún lugar de la oscuridad.

— ¿Sí? —respondí recostándome a una pared, o eso deduje al tocar mi obstáculo y encontrarlo duro y frío al tacto, además de que sobrepasaba mi cabeza.

—Ten cuidado, hijo, tú eres su objetivo —me advirtió mi padre con un poco de nerviosismo en la voz.

Sonreí con ironía. Sabía perfectamente que yo era su objetivo, pero estaba furioso, malditamente furioso. Ellos se atrevieron a tocar a mi hijo, si hubieran venido directamente a mí, no estuviera hirviendo de ira. Pero no… prefirieron atacar un niño inocente. Carajo, hace años que fue firmado el maldito pacto donde todos los clanes se comprometían a no tocar a las mujeres y a los niños.

Cerré mis ojos por la repentina luz que me cegó por un par de segundos, provenía del final del pasillo.

Observé a mi padre a mi izquierda, haciendo señas a sus hombres para que se dirigieran hacia dónde provenía la luz.

—Estamos aquí, hermano —me recordó Emmett a mi espalda.

—Tony está bien, Edward, y esos malditos pagarán por habérselo llevado o me dejo de llamar Jasper Cullen. Nadie toca a mi sobrino y sale bien librado.

Zack nos informó por medio de ademanes que mi hijo se encontraba en la habitación contigua. Mi corazón retumbó con fuerza contra mis costillas. Solo un par de metros me separaban de él y de cumplirle la promesa a mi Bella.

—Vamos, chicos —nos aminó mi padre iniciando la caminata.

Garrett se ubicó a mi lado, a mi izquierda.

—Los haré pagar, Edward, te lo juro. Se arrepentirán de haber tocado a Ethan.

Dejé el peso de mi arma en mi mano derecha y con la izquierda le palmeé el hombro a Garrett.

—No tengo duda de ello, Gar. No esperaba menos de ti.

—Es tu hijo, Edward, es como si fuera mi sobrino.

Volteé en su dirección y le sonreí. El padre de Garrett, Adolfo, es el hombre de confianza de mi padre. Su mano derecha. Así que Garrett y yo crecimos juntos, haciéndoles la vida imposible a nuestros padres debido a las travesuras que hacíamos. Cuántos castigos nos ganamos juntos.

—Seré el primero en entrar —ordené de forma brusca. La adrenalina corría con furia por mis venas.

—No, Edward —replicó mi padre furioso—. Entramos todos juntos, ¿entendido?

—Sí, señor —aceptaron los hombres al unísono.

Vincent y Alejandro se ubicaron sobre su estómago en el suelo justo en el umbral de la puerta, apuntando con los rifles de asalto.

Nos indicaron que podíamos entrar y así lo hicimos. Mi padre, mis hermanos y yo fuimos los primeros en entrar, seguido de nuestros hombres. La luz iluminaba el centro de la habitación, el exacto lugar donde mi hijo se encontraba amordazo, encadenado de los tobillos a una silla, sus brazos detrás de su espalda, sus ojos tan idénticos a los míos ocultos tras una sucia venda de color negro. Ethan estaba tan quieto que parecía ni siquiera respirar. Mis ojos se llenaron de lágrimas y un nudo se formó en mi garganta al verlo de esa manera.

—Edward —me llamó mi padre haciendo que desviara mi atención hacia él—. Mira —dijo señalando a mi hijo. Volví mi vista hacia mi campeón y me percaté de algo que al principio no lo había notado. Mi hijo estaba sentado encima de una bomba. Una jodida bomba.

Respiré profundo. Esto lo debía hacer solo.

—Edward, puedo intentar desarmar la bomba. —Eric dio un paso al frente.

Negué con la cabeza. Coloqué el seguro a mi arma y la guardé en la cintura de mis vaqueros.

—Todo el mundo fuera —ordené caminando hacia mi hijo.

— ¿Estás loco, Edward? —exclamó mi padre tomándome bruscamente del brazo y deteniendo mi avance—. Deja que Eric desarme la bomba.

—Dije todo el mundo fuera. Eso te incluye a ti, papá.

—Edward, hermano…

—Ustedes también. Emmett, Jasper, los quiero fuera de este maldito edificio —gruñí soltándome del agarre de mi padre y continuando mi camino hacia mi hijo.

Su rostro estaba dirigido en mi dirección. Nos había escuchado.

—Tony, campeón, ya estoy aquí y voy a sacarte de esto —manifesté, aunque esas palabras eran más para mí que para él. Él negó con un movimiento apenas perceptible—. Tu abuelo Carlisle está aquí, bebé. Estaba muy preocupado por tu bienestar. Te ama, hijo —comuniqué acuclillándome frente a él, observando la maldita bomba.

Con suavidad le quité la mordaza. Lo vi tragar saliva.

—No, papá. No hagas nada. Si me muevo, explotará —susurró con voz ronca—. Vete. No quiero que nada te pase.

Sonreí, negando con la cabeza. Procedí a retirarle la venda de sus ojos. Parpadeó hasta acostumbrarse a la luz, luego enfocó sus ojos en los míos.

—Hijo —le hablé con voz suave—. Ni siquiera consideres que me iría de aquí dejándote. Vamos a salir juntos, ¿entiendes, campeón?

—Sí. —su voz tembló.

—Ahora voy a desatarte —enuncié.

—No, papá. —se resistió.

—Shhh, no quiero quejas —lo reprendí suavemente.

Mi hijo asintió dudoso.

—No te muevas —le indiqué comenzando a soltar la cuerda de sus muñecas. Con la cadena sería un poco más difícil, pero no imposible.

Ethan tomó una respiración profunda y se quedó tieso como una estatua. Al observarlo fijamente detallé un hematoma en su mejilla derecha. Gruñí de coraje, cerré los ojos y conté hasta diez, necesitaba estar cien por ciento concentrado en lo que estaba haciendo.

—Listo —anuncié cuando terminé, con mucha suavidad acaricié sus muñecas, había una leve marca allí—. Campeón, ¿recuerdas en cuánto tiempo detonaría la bomba si te movieras?

—Sesenta segundos —me respondió sin moverse ni un centímetro.

—Voy a probar una cosa. No te muevas. —desde mi posición comencé a contar los pasos hasta la salida por donde habíamos entrado. Había sesenta y cuatro pasos y sesenta y dos segundos. No, ésta no serviría. Di media vuelta y me dirigí hacia mi hijo. Llegue a él y comencé a contar hacia la puerta lateral. Sesenta pasos y cincuenta y nueve segundos. Ésta era mi mejor opción. Antes de regresar dejé la puerta abierta. Pude apreciar a unos diez metros de distancia un lago.

Tomé mi IPhone y le marqué a Garrett.

— ¡Tráeme algo que me sirva para cortar la cadena! —vociferé y corté la llamada sin esperar respuesta—. Bueno, hijo, cortaré la cadena, te tomaré en brazos y saldremos de aquí los dos juntos.

—No creo que vaya a funcionar, papá.

—Hijo, o somos los dos o ninguno, ¿vale?

Asintió con lágrimas rodando por sus mejillas.

— ¿En qué puedo ayudarte? —preguntó Garrett entrando a la habitación, se me acercó y me entregó una cortadora de pernos.

—Solo vete, Garrett.

—Edward…

—Es una orden.

Dio media vuelta con expresión furiosa, pero salió del edificio.

—Sabes, Ethan, no podría volver a mirar a tu madre a los ojos si te perdiera. —escindí la cadena que le aprisionaba los pies—. No podría siquiera mirar a tu hermana. Vamos a lograrlo, ya verás. Uno, dos, tres… —al terminar de contar, cargué a mi hijo y corrí hacia la puerta, dos pasos fuera y se escuchó el sonido del reloj pi, pi, pi, pi, y todo explotó.

El impacto nos lanzó con fuerza hacia el lago.

*****

Me desperté desorientado, los oídos me zumbaban y la cabeza me martillaba. Al transcurrir un par de segundos me di cuenta que no tenía el peso cálido de mi hijo en mis brazos.

— ¡Ethan! —grite abriendo los ojos y comenzando a buscarlo frenético.

Unos fuertes brazos me inmovilizaron de nuevo contra el duro suelo.

—Edward, cálmate, no sabes qué lesiones tienes. Tony está bien, se encuentra aquí a tu lado. —me tranquilizó la voz de mi hermano Emmett.

—Papá, estoy bien, solo me duele la cabeza un poco, y el cuerpo. —suspiré al escuchar la voz de mi hijo.

—Edward, hijo, ¿te duele algo? —inquirió mi padre con un deje de ansiedad en la voz.

—Únicamente la jodida cabeza —le respondí cerrando los ojos de nuevo, la luz hería mis ojos.

—Eso fue tonto y arriesgado, Edward —me reprendió Jasper. Por la voz deduje que lo tenía a mi lado derecho, muy cerca de mí.

—Eso fue para salvar la vida de mi hijo. Si él no regresaba yo no tenía el derecho a hacerlo. Éramos los dos o ninguno.

—Te quiero, papá.

—Yo también te amo, hijo.

—Llevaré a Tony a la camioneta —informó mi padre—. ¿Puedes caminar, Edward?

Abrí mis ojos.

—Sí —contesté sentándome. Apreté mi cabeza con ambas manos, el dolor era insoportable.

—Vamos, hermano, apóyate en nosotros. —Emmett y Jasper se ubicaron delante de mí. Con su ayuda logré levantarme y caminar hacia la camioneta.

—Gracias, abuelo, pero puedo caminar.

—No, Ethan, yo te llevo —lo contradijo mi padre subiéndolo a la camioneta. Se volvió hacia mí—. Nunca más repitas la estupidez de hoy. —mi padre gruñó las palabras cerca de mi rostro.

Asentí.

Se volvió bruscamente dirigiéndose a su camioneta.

Con ayuda de mis hermanos subí a la camioneta al lado de mi hijo. Mi campeón se acurrucó a mi cuerpo nada más acomodarme. Traía mis ojos cerrados, todo mi cuerpo me dolía. La cabeza parecía que me iba a explotar, mis sienes palpitaban. Tony venía dormido con su cabeza recostada en mi regazo, mi mano derecha acariciaba sus rebeldes cabellos de forma distraída.

Mi corazón aún se aceleraba tan solo recordar el inmenso peligro en que se había enfrentado. Recordar que por poco ninguno regresa junto a su madre y sus hermanos, que en aquella explosión casi perdíamos la vida. Si la fuerza de la explosión no nos hubiera impulsado en el aire, no estaríamos regresando a casa.

La camioneta se detuvo de forma brusca, haciendo que me fuera hacia adelante. Sostuve el cuerpo de mi hijo entre mis brazos. Abrí mis ojos para toparme con la escena más horrible de mi vida. A unos diez metros de distancia, sobre el pavimento, descansaban los restos de lo que en su momento fue mi portón principal y mi cerca.

Mi corazón comenzó a latir violentamente contra mi pecho.

— ¡No! —jadeé en busca de aire.

—Edward. —escuché el horror en la voz de Garrett.

Todo mi cuerpo temblaba, pero aun así moví con suavidad el cuerpo de mi hijo sin llegar a despertarlo. Abrí la puerta y me bajé de la camioneta. Saqué mi arma de la cintura de mis vaqueros y le quité el seguro.

—Protejan a mi hijo. Garrett, no permitas que nadie lo dañe —ordené con la mandíbula apretada.

—Edward —llamaron mi padre y mis hermanos a mi espalda.

Ni siquiera los miré, con el arma en la mano comencé a correr hacia mi mansión. Salté esquivando los pedazos de pared y continué mi marcha. Llegué a la entrada y apresuré mi paso. Corría como si mi vida dependiera de ello, de hecho, así era. Había dejado a mi mujer y a mi hija dentro de estas paredes horas atrás. Solo le rogaba a Dios que Jordán las hubiese metido en la habitación de seguridad. Rezaba que ambas estuvieran salvo.

Cuando entré divisé una columna de humo negro. Mi corazón se paralizó, mis pulmones se quedaron sin aire y mis piernas se debilitaron. Me detuve abruptamente cayendo de rodillas.

— ¡Edward! —escuché la voz de Jasper como un eco lejano, eso me bastó para ponerme de nuevo en movimiento. Corría ahora con mucha más rapidez, en unos cuantos minutos atravesé la entrada de mi mansión y sin detenerme entré de forma precipitada.

—Mamá —mi voz salió estrangulada al verla en el suelo en medio de un charco de sangre, su propia sangre, la misma que corre por mis venas. Sin vida. A su lado Jordán estaba en la misma posición.

— ¡Esme!

— ¡Mamá!

— ¡Mamá!

Oí el grito de horror y dolor de mi padre y mis hermanos. Carlisle pasó por mi lado antes de caer de rodillas al lado del cuerpo de mi madre y tomarla entre sus brazos.

—Esme, amor, no, no, no. No puedes dejarme, amor. ¿Quién te hizo esto? Esme… —sollozaba mi padre besando los cabellos ensangrentado de mi madre.

—La ambulancia ya viene —anunció Jasper con ansiedad, el móvil temblaba en sus manos.

— ¡Bella! —el grito de Emmett me sacó de mi ensimismamiento. El corazón comenzó a latir con mayor velocidad, amenazando con salirse de mi pecho. Me levanté de un salto del lugar donde me encontraba arrodillado.

— ¡Amor! —clamé adentrándome en la casa.

Todo estaba tirado en el suelo, las figuras de porcelana rotas en millones de pedacitos. Mi hogar estaba destrozado, pero eso no me importaba, lo que más me importaba era dónde rayos estaban mi mujer y mi hija.

— ¡Elizabeth! —chilló Jasper mientras yo me dirigía hacia la habitación de seguridad.

— ¡No! —rugí cayendo de rodillas al suelo. Esto no podía estar pasando. Ellas deberían estar allí, protegidas por esas cuatro paredes. La maldita habitación de seguridad estaba vacía, con la puerta de acceso abierta.

— ¡Edward! —el bramido de mi padre resonó por toda la mansión—. ¡Debes escuchar esto!

Logré levantarme a pesar de la opresión en mi pecho. Mi más grande temor hecho realidad. Lastimarían a mi familia por mi causa. Todo esto es culpa mía.

Con pasos tambaleantes me dirigí hacia al recibidor. Mi padre se encontraba en la misma posición, arrodillado al lado del cuerpo de mi madre, sus manos y camisa manchadas con la sangre de la mujer que me dio la vida mientras impedía que sus heridas continuaran sangrando. Thiaron estaba en la misma posición que mi padre, presionando la herida de Jordán.

—Ahora sí, Jordán, puedes decirnos lo que sucedió. —mi padre habló con mucha suavidad.

Mi hombre de confianza intentó hablar, pero en lugar de palabras de su boca salió una buena cantidad de sangre.

—Des…tru…ye…ron... la… en…tra…da. —fue un hilo de voz, pero lo suficiente para hacer que mi corazón latiera violentamente contra mis costillas. Ella seguía con vida.

—Esme, amor, no hables, no te esfuerces.

—Jordán piensa en Jordyn, no la puedes dejar, tiene toda una vida por delante y tú debes estar con ella —le dijo Thiaron a Jordán con brusquedad—. No puedes dejar a mi hermana. No te lo permito. Me prometiste que nunca le romperías el corazón.

—Ed-Eddie —me llamó mi madre en un susurro tembloroso.

— ¿Sí, mamá? —me arrodillé a su lado, tomando su mano entre las mías. La de ella estaba ligeramente fría.

—Ja-James. Fu-Fue Ja-James.

Todo mi cuerpo se tensó. El maldito hijo de perra me las iba a pagar y con creses.

—S-Se las lle-llevó pa-para hacerte su-sufrir.

—Mamá, por favor no hables. —deposité un tierno beso en su frente.

—Tra...té… de… im…pe…dir…lo.

—Shhh, mami, no hables, ahorra fuerzas. No puedes dejarnos. Debes conocer a mis hijos —le supliqué con voz ronca mientras las lágrimas brotaban de mis ojos.

Se escuchó el sonido de las sirenas.

—Ya viene la ayuda, mami —susurré besando sus mejillas.

—Per…dó…na…me, Ed-Eddie.

—No tengo nada qué perdonarte, mami.

—Sí tie-tienes.

—Shhh, eso fue en el pasado, ahora ya no importa.

—Por aquí —señaló Jasper a los paramédicos.

—Señor, permiso —dijo uno de ellos.

Miré sobre mi hombro y un paramédico estaba de pie a mi lado. Solté con delicadeza la mano de mi madre y me levanté. Me acerqué a Emmett, quien se limpiaba las lágrimas. Con el dorso de mi mano eliminé las mías.

—Vamos a encontrarlas, Edward, y James pagará todas las que ha hecho.

—Lo mataré con mis propias manos, Emmett —aseveré cerrando mis puños con fuerza.

—Los tres lo haremos —replicó Jasper con los ojos enrojecidos—. Se atrevió a tocar a mi madre, atentó contra la vida de mi sobrino y se llevó a mi cuñada. Y como si no fuera suficiente, se llevó a mi sobrina. Joder, se llevó a la niña.

—Se equivocó al meterse con el clan Cullen, de ésta no sale vivo.

Los paramédicos subieron a mi madre y a Jordán a unas camillas.

—Iré con su madre —avisó papá cuando sacaban a mi madre hacia la ambulancia.

Asentimos los tres al mismo tiempo.

—Está de más decir que cuentas conmigo para encontrar a Bella y a la niña —me dijo antes de desaparecer por la puerta, o lo que quedaba de ella.

— ¡Abuela! —se me partió el corazón al escuchar el grito de dolor de mi hijo—. ¡Abuela! ¡Garrett, suéltame! ¡Mami! ¡Mami! ¡Mami! ¡Papá!

Con pasos apresurados me dirigí hacia mi hijo.

— ¡Papá! ¡¿Dónde está mi mami?! ¡Mami!

—Garrett, llévate al niño —le ordené al vislumbrar diez camionetas muy conocidas acercarse. Sabia de quién se trataba, como también de que se acercaba un enfrentamiento.

— ¡No! ¡Papá! ¡Papá! —los alaridos de mi hijo dejaron de escucharse en el momento que las camionetas se detuvieron frente a nosotros y que las ambulancia comenzaron a alejarse.

—Black, Charlie.

—Cullen —exclamó Black con despreció.

Charlie no dijo nada, solo se limitó a mirarme fijamente.

—Señor Swan —hablaron mis hermanos a la vez.

— ¿Encontraste a Ethan? —preguntó sin preámbulos.

—Sí —respondí cambiando mi peso de una pierna a otra.

—Más te vale que mi hija no haya estado aquí cuando se desató esto, porque si algo le llegó a pasar…

—Puedes matarme después, Charlie, primero quiero encontrar a mi esposa y a mi hija. —su cuerpo se tensó—. Asaltaron la mansión y se las llevaron por mi culpa. Están en peligro. James juró vengarse de mí y quiere hacerlo a través de ellas, pero no voy a permitírselo.

— ¿James Harrison? —gruñó de forma amenazadora—. ¿El hombre que trabajaba para tu padre?

—Sí.

—Maldito bastardo, es hombre muerto en el momento que le puso un dedo encima a mi hija. ¿Dónde está Ethan? —exigió dando un paso amenazante.

—Donde no te importa —le respondí de la misma manera.

—Me llevaré al niño, Cullen, y no podrás impedirlo. ¡Es un Swan! —bramó lo último.

—También es un Cullen —gruñí con los dientes apretados.

—Si te hubieses mantenido alejado de mi niña, no lo fueran y todo sería perfecto.

—Para ti lo perfecto serían que fueran Black, ¿no?

No me había dado cuenta hasta ese momento que nos habíamos ido acercando. Solo nos separaban unos treinta centímetros, por lo que estaba parado frente a un enfurecido Charlie, a su lado con la misma expresión se encontraba Jacob Black y sus hombres, quienes tenían apuntados con sus armas a los míos.

Mis hermanos se hallaban flaqueándome los costados, dándome su apoyo y protección. No sé cómo sucedió, pero de un segundo a otro mi hijo entró en la escena y se posicionó en medio de ambos clanes. En un parpadeo Sam lo agarró en sus brazos dirigiéndose a la camioneta de Charlie.

Miré a mi suegro con la ira fluyendo como lava ardiente por mis venas.

—No te llevarás a mi hijo, Charlie —manifesté dando un paso desafiante al frente. Charlie y Jacob se rieron de forma sarcástica.

— ¿Quieres que deje en tus manos lo más importante de mi pequeña? —preguntó con burla—. ¿Para qué? ¿Para que acabe igual que hace unas horas atrás y termine con algo más que un hematoma en su mejilla? No supiste proteger a mi hija y a mi nieta, ni creas que por un momento voy a considerar dejar a mi nieto a tu cuidado. Ethan se viene conmigo y me encargaré personalmente de buscar a mi hija y a mi nieta, y no descansaré hasta hacer pagar al maldito desgraciado que se atrevió a llevárselas. Y te juro que nunca más los volverás a ver.

—Sobre mi cadáver, Charlie, te llevas a mi hijo y me separas de mi esposa —desafié tomándolo por la solapa de su traje. Al segundo sentí el frío metal del arma contra mi sien derecha. Por el radillo del ojo vislumbré a Sam con mi hijo aún en sus brazos apuntándome.

—Nos iremos a matar, Edward, porque no pienso dejarte a mi nieto. —en ese momento noté a Garrett al lado de Charlie, apuntándolo con su arma en la cabeza.

— ¡Basta! —el grito desgarrador de mi hijo nos sobresaltó a todos, aunque ninguno abandonó su posición.

De un momento a otro Ethan se encontraba frente a mí, interponiendo su pequeño cuerpo entre su abuelo y yo.

—Basta. —repitió empujando el cuerpo de Charlie lejos del mío, antes de voltearse hacia mí e imitar su acción—. Paren de pelear. Deben unir fuerzas y buscar a mi mami y a Lizzy. Es lo que mami querría.

Advertí cómo Charlie tragaba grueso, porque fue el mismo movimiento que yo hice.

— ¿Pueden dejar de lado sus diferencias y unirse a buscar a mi mami y a mi hermana? —nos preguntó mirándonos alternativamente a ambos.

—Charlie, creo que sería lo mejor —habló Jacob a unos pasos de nosotros—. Abarcaríamos más espacio.

—Edward, Jacob tiene razón —concordó Emmett a mi espalda.

—Bella necesita de ambos en este momento —razonó Jasper.

Solté a mi suegro y le tendí la mano.

— ¿Tregua? —ofrecí sinceramente.

—Tregua —aceptó sin vacilar, estrechándome la mano.

—Edward, creo que deberíamos ir a casa de papá. Ethan no debería entrar —opinó mi hermano Jasper.

Lo miré agradeciéndole con la mirada. No quería que mi hijo viera el infierno que se desató dentro.

—No iré a la casa de Carlisle Cullen. —negó Charlie con rudeza.

—No es necesario ir a la casa de papá, podemos ir a la mía. Rose la debe estar pasando muy mal, eso no le hace bien a ella.

Charlie miró a mi hermano con disgusto, pero asintió.

—Sé que esto le molesta, señor Swan, pero amo a su hija —declaró Emmett con sinceridad.

Charlie gruñó apretando la mandíbula.

—No quiero escuchar nada, solo me interesa encontrar a mi hija —aseveró mi suegro.

Emmett asintió.

—Por supuesto, lo importante aquí es encontrar a Bella y a la niña —secundó mi hermano sin dejarse intimidar.

—No debemos exponernos, no sabemos si hay un clan detrás de todo esto. James puede ser solo un peón en este juego. Podría ser eso lo que quieren, que salgamos los cabecillas de ambas mafias y atacarnos por la espalda —expuso de pronto Jacob mirando a Charlie—. ¿Por qué atacar a Bella? ¿Por qué no Rose o Alice? Es fácil… Cullen —expresó mirándome con odio—. Es el jefe. Bella es tu princesa y eso todo el mundo lo sabe. Atacarla a ella, atacan a ambas mafias. ¿No crees, Charlie?

Charlie observó a Jacob fijamente sin decir una palabra.

—Ve por mi madre —le ordenó—, y llévala a casa de Rose.

Jacob asintió antes de encaminarse a su camioneta.

—Debemos movernos, es esencial que encontremos a Bella lo más pronto posible —dictaminé mirando a mi hijo en medio de Garrett y Sam, ambos hombres lo sostenían de sus brazos. Garrett esperando que le dé la orden de llevarse al niño y Sam esperando lo mismo de Charlie.

—Iré por Alice y la niña, nos vemos en la casa de Emmett —anunció Jasper dirigiéndose a su camioneta.

—Garrett.

—Sam —exclamamos Charlie y yo al mismo tiempo.

Ambos hombres tiraron de mi hijo. Al ver que ninguno de los dos lo soltaba, se midieron mirándose fijamente. Contemplé a Charlie con ira, él me observaba de la misma forma.

—Oh por Dios, ¿en serio? —exclamó Emmett con fastidio—. El niño se viene conmigo. —se encaminó hacia donde estaba mi hijo y lo cargó—. Puedes venir conmigo, Sam, no tengo problema con eso, o puedes enviar a cualquiera de tus hombres. Pero Ethan se va conmigo —declaró mirándome a mi luego a Charlie.

Mi hijo había rodeado el cuello de mi hermano con sus brazos y la cintura con sus piernas, el rostro lo ocultó en la base de su cuello.

Asentí más tranquilo.

—Jared —llamó Charlie en voz alta—. Te encargarás de la protección de Ethan.

—Sí, señor —aceptó de inmediato el aludido acercándose a mi hijo.

—Nos vamos —ordenó Charlie, todos sus hombres se pusieron en movimiento.

—Nos movimos —dispuse a la vez dirigiéndome a mi camioneta.

En todo el trayecto a casa de mi hermano no aparté la vista de su camioneta.

Sin poder evitarlo solté un sollozo. ¿Dónde podrían estar mi Bella y mi hija? ¿Qué les están haciendo? Todo fue mi culpa, no supe protegerlas. Me merezco que Charlie los aleje de mí aunque eso me mate. Estos diez años él los ha sabido proteger como yo no lo he hecho.

—Edward, verás que encontraremos a Bella y a la niña sin un rasguño. Todos conocemos el pacto. Ellas solo serán el cebo para atraerte a ti o a Charlie.

—Espero que tengas razón, Garrett, de lo contrario nunca me lo perdonaría.

Nos detuvimos frente a la entrada de la mansión de mi hermano. Unos seis hombres apuntaban con sus armas a las camionetas detrás de las mías.

Esto no le va a gustar a mi suegro, pensé con una sonrisa.

Lion, arma en manos se acercó a la camioneta de mi hermano, luego de un par de segundos asintió y dio la orden para que nos permitieran entrar. Recorrimos unos cincuenta metros desde la entrada hasta la mansión, los cuales estaban cubiertos de hermosas flores exóticas, arbustos y pinos.

Rose se encontraba en el inicio de las escaleras con un hermoso vestido sencillo violeta, éste marca su avanzado embarazo. Ella sostenía a Emerson de la mano.

Las camionetas se detuvieron y me bajé de inmediato. Ansiaba estar cerca de mi hijo. Él era mi fuerza en estos momentos.

Jared se desmontó primero y le abrió la puerta a Emmett, quien a su vez, cargaba a mi hijo en sus brazos.

Rose sollozó, llevándose ambas manos a la boca.

—Él está bien, nena —le aseguró Emmett caminando hacia ella.

Me detuve al inicio de la escaleras esperando que Emmett le diera la mala noticia a Rose y ésta me atacara por mi incompetencia.

—Rose, amor, tengo algo qué decirte… —vaciló Emmett deteniéndose delante de ella.

— ¡Abuelo! —Emer lo interrumpió.

El niño soltó la mano de su madre y se precipitó hacia su abuelo. Charlie le sonrió al niño, una pequeña sonrisa, y lo alzó en sus brazos en el momento que el niño saltó a ellos.

—Te extrañé, abuelo. Mami también te extrañó —exclamó Emerson besándole las mejillas a Charlie.

—Papá —articuló Rose con sorpresa. Miró a Emmett, luego a mí y después a Charlie—. ¿Dónde están Bella y Lizzy?

El gimoteo desgarrador que soltó mi hijo me terminó de partir el corazón.

—Edward, ¿dónde están mi hermana y mi sobrina? —me preguntó con una expresión de horror.

Se me formó un nudo en la garganta.

—Nena, prométeme que lo tomarás todo con calma. Sabes que no le haría bien a los bebés. —trató de mediar Emmett.

—No me hables, Emmett Cullen —gruñó acercándose a mí con paso energético a pesar de su condición—. Quiero que me respondas, Edward Anthony Cullen. ¿Dónde están mi hermanita y mi sobrina?

Su mirada llena de dolor y de miedo me oprimió el pecho. Solo pude bajar la mirada.

—Rossi —la llamó Charlie con cariño. Ella se volteó hacia él—. A Isabella y a Elizabeth —la voz se le quebró—, se las llevo un maldito desgraciado.

— ¿Cómo? —jadeó Rose llevándose las manos a la boca—. No, no, no. Eso no es cierto, papá. Ellas están con Alice, sí, ellas están con Alice. ¿Verdad, papi? —la voz de Rose tembló.

—Lo siento, Rosalie, pero no. Isabella no está con Alice, ni con tu abuela. Asaltaron la casa y se las llevaron. No sabemos dónde están, pero no descansaremos hasta encontrarlas. ¿Crees que yo estaría aquí, si Isabella estuviera con Alice?

—Papá. —Rose lloró lanzándose a los brazos de su padre—. Tráelas, papi, por favor —gimió enterrando su rostro en la base del cuello de mi suegro—. Júrame, papi, que las traerás.

—Las traeré, mi niña, y se irán conmigo. Todas —concluyó con los dientes apretados.

Rose negó con la cabeza.

—Las traerás, papi, pero no nos iremos contigo. Soy feliz, muy feliz en realidad, al igual que Alice y Bella. Seríamos más feliz si te tuviéramos a ti en nuestra vida, papá, pero sin dejar a nuestros maridos. Emmett me ama, papi, como yo a él. Aceptó a Emerson. Sabes lo que eso significa para mí.

Charlie asintió limpiando las lágrimas de Rose con cariño.

—Prométeme que las traerás, papá, y que no nos llevarás contigo.

Charlie suspiró resignado.

—Te lo prometo, nena.

—Vamos adentro, papi. ¿Y la abuela? ¿Ella está bien?

—Sí, Rose —le respondió acariciando sus cabellos—. Jacob fue a buscarla, dentro de poco estará aquí. —se inclinó y le dijo algo al oído.

—Emmett —lo llamó Rose dándose la vuelta.

— ¿Sí, Osita?

— ¿Avisaste que debían dejar entrar a Jacob?

—Claro que sí, amor.

Rose asintió.

—Vamos adentro, papi. —Rose lo tomó por el brazo y lo guio dentro de la mansión.

—Si no hubiera estado Charlie, Rose te asesina —comentó Emmett con burla desde el final de las escaleras—. Vamos, Edward. Tony debe descansar como se debe, además, como que pesa el condenado.

Medio sonreí negando con la cabeza.

—Pásamelo —le pedí. Necesitaba sentir el calor que desprende el cuerpo de mi hijo.

Negó con la cabeza.

— ¿Para que tú y Charlie comiencen a mear encima del niño marcando terreno como si sus sentimientos no importaran? No, qué va. Entra, iré a acostarlo en la cama de Emerson.

Dio media vuelta y desapareció dentro de la mansión.

Suspiré melancólico. Todo esto estaba pasando por mi culpa.

*****

El timbre de la puerta resonó por el recibidor. Todos nos colocamos de pie de un salto, expectante. No sabíamos de quién se podría tratar, Jacob había llegado con Doña Marie hacía media hora; antes de irla a buscar se tomó el atrevimiento de ir a hacerle una visita al Clan Newton por si él había ayudado a James para lastimar a Charlie. Mitchell Newton aseguró por la vida de su pequeña Mildred y la de Michael sus hijos que no tenía nada que ver.

En cuanto Black llegó con esa información, Garrett salió disparado sin darme tiempo de pedírselo. Él ya sabía a quién debía hacer una visita sorpresa.

Emmett se apresuró abrir la puerta.

— ¿Cómo está mama? ¿Por qué la dejaste sola? —fueron las preguntas de mi hermano, dándonos a Jasper y a mí la identidad del recién llegado.

—Buenas tardes —saludó mi padre entrando al recibidor seguido de Emmett.

Se había cambiado la camisa manchada de sangre.

—A buena hora llega —bramó Black de forma despectiva en voz baja.

Lo ignoré.

— ¿Cómo está mamá? —preguntamos Jasper y yo al mismo tiempo.

—En cirugía, afortunadamente ninguna bala hirió algún órgano vital. Una entró y salió a la altura del hombro, sin causar daño. La otra se incrustó en una costilla, gracias a Dios no se fragmentó, así que está intacta —contó alzando a Jasslye que salió a su encuentro.

—Hola, abuelo —lo saludó con timidez. Mi padre le sonrió.

—Hola, preciosa.

—Jasslye Swan, ven acá —aseveró Charlie en un gruñido.

—No, me quedo con el abuelo Calisle —repuso la niña rodeando el cuello de mi padre con sus pequeños brazos.

—Charlie.

—Carlisle.

— ¿Qué le ocurrió a Esme? —pregunto Doña Marie levantándose del sofá, le sonrió a mi padre a modo de disculpas y le quitó a la niña.

—Abu —protestó la pequeña estirando los brazos en dirección a mi padre.

—Debemos estar unidos para encontrar a mamá Bella y a Lizzy. Jass, tu pequeño berrinche amenaza esa unión.

La niña le hizo un mohín y la postura de Charlie se relajó.

Tenía una duda: ¿Charlie está al tanto de la situación de Jasslye? ¿Sabe que es hija de su hijo, el que no conoció, o la cree hija biológica de Alice? Al parecer se había reflejado esa incógnita en mi rostro por la mirada que me daba Alice en ese momento, ella respondió a mi duda: Charlie cree que Jasslye es su hija.

—Mi madre recibió dos disparos al intentar evitar que James se llevara a Bella y a la niña. —Jasper le respondió a Doña Marie.

—Oh Dios mío —jadeó asombrada sentándose al lado de Alice.

—Papá, ¿con quién dejaste a mamá? —interrogó Emmett parándose detrás de mí.

—Llamé a Tanya y a Daniel, ellos se quedaron con ella, además de algunos hombres. Tu madre me hizo prometerle que traería a Bella y a la niña a salvo, así dejé mi vida en el proceso. Se lo debo a mi hijo. —lo último lo dijo mirándome fijamente.

El sonido de mi IPhone interrumpió el silencio en la habitación. Lo tomé de la mesa de café. En la pantalla decía “Garrett llamando”. Contesté de inmediato.

— ¿Qué noticias tienes? —le pregunté sin dejarlo hablar primero.

Todos los ojos de la habitación se posaron en mí.

Nada. Nadie sabe nada. Amún juró por la vida de Tía que él no tiene nada que ver y que nos ayudará a buscarlas. Se notaba muy indignado, Edward. Dijo: las mujeres y los niños están fuera de todo conflicto….

No terminé de escuchar. El IPhone lo estrellé con fuerza contra la pared.

— ¡Ah! —clamaron de miedo de Jass y Emer.

—Lo mataré. Él firmó su sentencia de muerte en el momento que posó sus asquerosos ojos en ellas —vociferé halándome los cabellos.

—Edward, hijo, debes calmarte. Estás asustando a los niños.

— ¿Cómo quieres que me calme si es maldito se llevó a mi mujer y a la mayoría de mis hijos? —exploté. Todo esto me sobrepasaba—. ¿Cómo estarías tú si él se hubiera llevado a mamá estando embarazada de mí y a Jasper junto con ella?

—Estaría igual que tú, pero pondría de mi parte para controlarme y pensar con claridad —habló sin levantar la voz, a pesar de yo usar ese tono con él—. Respira profundo, hijo, y trata de calmarte.

—No puedo, papá. No puedo.

—Claro que puedes. Debes centrarte, Edward.

—Está bien —acepté dejando caer los hombros.

—Siéntate un rato, hermano —me aconsejó Emmett colocando su mano sobre mi hombro y haciéndome caer sentado en el sofá al lado de Rose.

Todos estábamos mirándonos los unos a los otros en la sala de estar.

Doña Marie, estaba sentada al lado de Alice quien tenía a Jass recostada en sus piernas, mientras le acariciaba los rubios cabellos a la niña. Emerson conversaba de no sé qué con Jacob. Lo cierto era que ese niño a pesar de no haber convivido con Black se la llevaba muy bien. Mi hijo seguía dormido en la habitación de su primo. Esperaba que todo el alboroto que armé no lo haya alterado más.

—Claro, ¿por qué no lo pensé antes? Edward, ¿Elizabeth carga los pendientes que le regalé? —me preguntó Doña Marie esperanzada.

Fruncí el ceño con concentración.

— ¿Cómo son los pendientes?

—Tiene un rubí en forma de diamante en color rosa —respondió con ansiedad retorciendo sus manos.

—La verdad no recuerdo, Doña Marie. Ésta mañana el señor Montenegro vino a la casa a advertirme y no le presté atención a cómo andaba vestida la niña, mucho menos a los accesorios.

—Bueno… no son cosas que uno detalle a la primera —comentó Jacob sin dejar de jugar con Emer.

—Lizzy sí los carga puesto, Bubú. —escuché la voz de mi hijo. Volteé buscándolo con la mirada. Él venia bajando las escaleras.

— ¿Estás seguro, campeón? —me levanté a su encuentro.

—Ethan, ¿estás cien por ciento seguro? —indagó Sam con esperanza en la voz.

Aquí pasaba algo raro.

—Sí, yo se los ayudé a colocar, cargaba los que papá le compró, pero los de la Bubú combinaban con su ropa, por lo que se los cambió —corroboró sin vacilar.

Sam se volvió hacia Emmett.

—Necesito una computadora.

—Sí, por supuesto —contestó Emmett—. Tony, ¿puedes ir por la mía a mi despacho?

—Sí, tío —aceptó mi hijo corriendo por el pasillo.

—Sigo sin entender qué ocurre aquí —comenté sentándome al lado de Rose.

—No eres el único —me secundó Black con rabia en la voz.

—Si les hace sentir mejor, yo tampoco entiendo —dijo Alice con una sonrisa.

Doña Marie se rio.

—En los pendientes de Elizabeth y en los de Jasslye —explicó acariciando los cabellos de la pequeña—, hay un chip rastreador.

Mi boca se abrió asombrado. ¿Cómo no había pensado en eso? No era el único con expresión asombrada en la habitación.

—Guau, ab… Doña Marie, eres una genio —la alabó Black removiéndose incómodo.

Charlie la miraba asombrado.

— ¿En serio, madre? ¿Y te acuerdas hasta ahora? —le reprochó con el ceño fruncido.

—A mí no me hablas en ese tono, Charlie Swan, soy una mujer mayor, la noticia me abrumó y se me olvidó ese pequeño detalle.

— ¿Así fue como Sam dio con la niña el día que me los llevé? —arqueé una ceja.

—Oh sí, lo siento, no sabía que eras tú y estaba preocupada por mis nietos. Cuando Sam me llamó y me informó que estaban contigo, me relajé; de inmediato supe que Rose estaba con Emmett y Alice con Jasper.

— ¿Cómo nos encuentras a nosotros, abuela? Ni Tony ni yo usamos pendientes —preguntó Emer bajándose de las piernas de Black.

Doña Marie le sonrió al niño.

—A ustedes no los puedo localizar. —lo tranquilizó guiñándole un ojo, aunque mirando la linda esclava de oro blanco en su muñeca izquierda. Esa esclava se parece bastante a la que mi hijo carga en su muñeca. Por supuesto, fue así cómo lo encontró.

—Está encendida, padrino —le informó mi hijo a Sam tendiéndole la laptop en cuanto volvió.

Sam tomó asiento en el sofá al lado de Doña Marie.

—Bien —exclamó luego de unos minutos—. Necesito su contraseña. —colocó la computadora en las piernas de Doña Marie.

Ella no dudó en teclearla.

El hombre de confianza de Charlie la colocó de nuevo en su regazo y se enfocó en ella.

—Ya sabemos dónde está —anunció colocando la laptop sobre la mesa de café y mostrando la pantalla hacia todos. En ella había un punto rojo titilando en una parte específica del mapa—. Si triangulo esto y con ayuda del satélite podemos ver el lugar. —se concentró de nuevo en la computadora—. Ethan, ¿estás seguro que Elizabeth carga los pendientes?

Todos los presentes lo miraban expectante.

—Sí —aseguró mi hijo sin vacilar.

—Aquí dice que la niña Elizabeth se encuentra en la cabaña del señor Cullen.

— ¿Cómo? —exclamamos los presentes al mismo tiempo colocándonos de pie.

—La dirección que me da el rastreo concuerda con la de su cabaña, señor —explicó señalando la pantalla de la laptop.

—Lo que quiere decir que la niña los podría haber olvidado en algún momento —comentó Black sentándose nuevamente en el sofá.

Yo no sabía qué pensar. La verdad no recordaba haber visto esos pendientes.

— ¡Ella no los olvido! —lo contradijo Tony molesto, apretando sus puños con fuerza—. Yo se los ayudé a colocar y si ustedes no piensan ir por mi madre y mi hermana, yo sí iré.

Tony se encaminó con paso energético hacia la entrada de la mansión.

—Si das un paso más, Ethan Swan, me veré en la obligación de castigarte —le habló Charlie con rudeza.

—Cullen. Mi nombre es Ethan Cullen, abuelo —lo contradijo molesto.

—También eres un Swan y no permitiré que pongas en riesgo a tu madre y a tu hermana por un capricho.

—Hijo —lo llamé con voz suave. Centró su atención en mí—. Te creo. Creo en lo que dices. Iré a buscarlas en la cabaña porque sé que me dices la verdad. Pero tú no irás.

—Papá —se quejó haciendo un mohín.

—Puede ser una trampa. ¿Por qué la cabaña exactamente? ¿Por qué no otro lugar? —cuestioné—. Emmett.

—No tienes que decirlo, hermano, iré contigo.

Sonreí negando con la cabeza.

—No, no irás conmigo. Te quedarás aquí y cuidarás de tu mujer, de Doña Marie, de Alice y de los niños. Como dije, puede ser una trampa y no podemos dejarlos sin protección.

—Tenemos una habitación de seguridad.

—Sí, yo también y viste que no sirvió para nada. Te quedarás, no podemos exponerlos. Jasper.

—Iré contigo.

—No, irás y protegerás a mamá, a Tanya y a Daniel.

—De acuerdo —aceptó sin vacilar.

—Papá, tú irás conmigo, al igual que Charlie y Black. Así no queda ningún punto débil. ¿Están de acuerdo?

—Sí —acordaron todos.

Me volví hacia mis cuñadas.

—Deberían entrar a la habitación de seguridad antes de que nos vayamos. Puede que después no les dé tempo de llegar.

—No iré a ningún lado —negó Alice rotundamente.

—No pienso encerrarme —rezongó Rose cruzándose de brazos.

Doña Marie le quitó a la niña de las piernas a Alice.

—Emerson, ven con la abuela —llamó al niño que aún se encontraba en las piernas de Black. El niño se bajó y tomó la mano que le tendía—. Tony, vamos. Rosalie Marie y Marie Alice Swan, si llego a la habitación y ustedes no vienen detrás de mí, les va a ir muy mal.

Mis cuñadas se miraron por unos segundos y se levantaron sin vacilar.

—Así me gusta. Emmett, ¿nos puedes llevar?

—Por supuesto, Doña Marie.

—Nos vamos —anuncié mirando a mi padre, luego a mi suegro.

—Iré con mamá —nos informó Jasper antes de salir de forma apresurada.

—Yo le creo a mi hijo —exclamé tomando mis armas.

—No eres el único que le cree al niño —comentó Black detrás de Charlie.

—La prioridad es Bella y la niña —les ordené encaminándome hacia la puerta.

Salí al aire frío de la noche con mi padre, Black y mi suegro siguiéndome muy de cerca.

—Jacob. —la voz de Charlie retumbó muy cerca de mí—. No irás con nosotros, ve al hangar y prepara el helicóptero, podríamos necesitarlo.

Jacob asintió y en dos zancadas llegaba a su camioneta.

Charlie me miró con ojos helados.

—Aún no confío en ti, muchacho, hubiese preferido otro hombre para mi hija. Pero no arriesgaré su salud por gillipolleces.

—Estamos de acuerdo en una cosa: Bella se merece a alguien que no la arriesgue a ella y a los niños de esta manera.

Él asintió con una expresión conforme en el rostro.

—Pero lamentablemente para mí, ella te ama.

—Como yo a ella.

—Todo está listo para irnos, Edward —informó Garrett—. Con las armas que llevamos podríamos iniciar la tercera guerra mundial.

—Eso es lo que pienso hacer. ¡Nos movimos!

Me subí a mi camioneta. Garrett también lo hizo y Samuel como copiloto.

Thiaron se encontraba en la clínica con Jordán y su hermana Nayeli, la esposa de Jordán y mamá de Jordyn, una preciosa pelinegra de ojos claros de tres años y medio.

Se activó el radio con el que nos comunicaríamos.

—Muchacho, es mejor dejar las camionetas a una distancia prudente que no delate que nos aproximamos.

—Charlie tiene razón, hijo —lo secundó mi padre.

—La cabaña tiene un circuito cerrado que avisa si alguien o algo se está aproximando. La alarma se activará si realizamos cualquier movimiento a cincuenta metros de distancia.

—Nos detendremos a sesenta metros. ¿Conoces otra forma de llegar?

El camino, pensé de inmediato.

—Hay un camino, mejor dicho una senda. Llegaríamos por detrás de la cabaña. La desviación no es para coches. Tendríamos que ir a pie.

—Mejor. Nos enseñarás dónde está.

—A unos setenta metros de la cabaña por el lado norte.

—Bien.

—Bien.

Contestaron mi padre y mi suegro a la misma vez, luego la comunicación se cortó.

Charlie era muy orgulloso, al igual que mi padre.

—Edward. —la voz llena de ansiedad de Garrett me sacó de mis pensamientos.

Levanté la vista de mi IPhone en el cual contemplaba la bella foto de mi Bella junto a mis hijos sentados a la orilla de la piscina.

—Di… —las palabras se me quedaron atoradas en la garganta—. ¡No! —grité desgarrándome la garganta—. Garrett, acelera —supliqué—. Maldito hijo de puta.

La camioneta no había terminado de detenerse cuando ya me lanzaba fuera de ella.

— ¡Bella! —sollocé—. Dios… Bella, amor, respóndeme. ¡Elizabe…! —la explosión me lanzo por los aires.

El aire abandonó mis pulmones. Inhalé una buena cantidad de humo. La cabeza me rebotó contra el suelo. Pero en ningún momento pensé en mí, sino en mi mujer y en mis hijos. La inconciencia me reclamó, pero la mantuve a raya. Aunque no puede moverme de inmediato. Mi cuerpo me pasaba factura. Dos explosiones en un mismo día.

No sé cuántos minutos transcurrieron, lo cierto es que me levanté tambaleante.

La garganta me escocía.

—Edward, hijo.

—Estoy bien, papá. —mi voz salió ronca—. Ellas no estaban ahí, ¿cierto, papi? Ellas no estaban.

Mi padre bajó la mirada.

Charlie tenía una expresión desgarrada en el rostro.

—Charlie —lo llamé en un hilo de voz. Volteó a verme con lágrimas en los ojos—. Cuida de Ethan, si ellas estaban allí, no quiero seguir viviendo.

Me miró fijamente por unos segundos, pero asintió renuente. Me acerqué todo lo que las llamas me permitieron. Mi corazón se desgarró, y sin importarme las llamas tomé la bailarina rosa de mi nena, antes de que el fuego la consumiera. Yo se las había colocado esta mañana antes de que ellos salieran.

—Perdóname, princesa —susurré sollozando—. Perdóname.

Sus preciosos ojos de gato vinieron a mi mente. Nunca más los volvería a ver. ¿De qué color serían los ojos de mis bebés? Nunca lo sabría. Mis chiquitos no vieron la luz del sol.

—Oh Bella, mi Bella. Mi dulce Bella. —nunca más me perdería en sus ojos achocolatados, nunca más inhalaría su aroma a fresas y fresias. Nunca más admiraría sus bellos sonrojos—. ¡Lo siento, les fallé! —sollocé cayendo de rodillas—. Perdónenme.

Mi pantalón se empapó de algo pegajoso a la altura de la rodilla. Lo toqué. Las llamas iluminaron mi mano. Era rojo. Sangre.

Me puse de pie de un salto.

Las llamas iluminaban un pequeño rastro de sangre que se dirigía al bosque.

—Charlie, llama a Jacob, podríamos necesitar el helicóptero —le ordené en forma brusca.

Ese rastro podría ser de ellas o del muy maldito de James tratando de escapar.

—Hay un rastro de sangre, puede ser de Bella o de James, pero no quiero arriesgarme. —no había terminado de hablar cuando Charlie ya tenía a Black en la línea.

—Trae el helicóptero.

—Esperan aquí, iré solo.

—Edward… —negó mi padre.

—Iré solo, papá. Si no regreso, mata a ese maldito por mí y ayuda a Charlie a cuidar de Ethan.

Preparé mis armas y me dirigí hacia el bosque. Las ramas de los arboles dificultaban mi camino, pero eso no iba a detenerme. Apresuré mis pasos al tocar la corteza de un árbol y sentir algo pegajoso.

Sí, iba por buen camino.

Escuché un débil llanto, no sabría decir a cuántos metros ni en qué dirección, las llamas proyectaban sombras, pero no se diferenciaba. Mi corazón latía acelerado. Sería solo mi imaginación jugándome una jugarreta. Mi mayor anhelo es que ellos estuvieran bien.

Al pasar los segundos, el llanto se hizo más fuerte. En cuanto mi mente y mi corazón lo registraron, sabía que pertenecía a mi bebé.

Comencé a guiarme a través de los árboles, siguiendo el llanto. Mi corazón acelerado me decía que no estaba equivocado, que no era una alucinación. Ese llanto pertenecía a uno de mis hijos.

La arboleada comenzó a desaparecer y salí a una especie de claro.

Mis piernas se debilitaron y me precipité al suelo al ver la escena que tenía delante de mis ojos…



Discúlpenme la tardanza.

Espero que les haya gustado el capítulo.

Capítulo 32: James Capítulo 34: Parto de Bella

 


Capítulos

Capitulo 1: El comienzo de esta historia de amor: Capitulo 2: Cumpleaños de Bella: Capitulo 3: La separación: Capitulo 4: Forks: Capitulo 5: Sospecha de embarazo: Capitulo 6: El primer movimiento de los bebés: Capitulo 7: La reacción de Charlie y Angustia por Edward: Capitulo 8: La visita de Don Carlisle Cullen: Capitulo 9: Por fin noticias de Edward: Capitulo 10: Día de las madres: Capitulo 11: El parto de Bella: Capitulo 12: Elizabeth Marie y Ethan Anthony Cullen Swan: Capitulo 13: Bautizo de los bebés y El viaje a Bostón: Capitulo 14: El prrimer cumpleaños de los bebés y La aparición de Jacob: Capitulo 15: Paseo con Ethan y Elizabeth: Capitulo 16: El embarazo de Rosalie: Capitulo 17: Altercado con Charlie y El parto de Rosalie: Capitulo 18: Desde el inicio de la relación hasta el encuentro con Elizabeth: Capitulo 19: Una visita inesperada: Capitulo 20: Búsqueda de Bella: Capitulo 21: Jasslye Anthonela ¿Swan? Capitulo 22: Después de diez años vuelvo a verte: Capitulo 23: Es Bella y ¿Son mis hijos? Capitulo 24: Una maravillosa noche Capitulo 25: La cabaña y La visita de Tanya Capitulo 26: Compromiso Capitulo 27: Estoy embarazada Capitulo 28: El gran día Capitulo 29: Luna de miel y Celos Capitulo 30: Enfrentamientos, Risas y Amenazas Capitulo 31: ¿Que es el sexo? Capitulo 32: James Capitulo 33: El secuestro de Tony, Bella y Lizzy Capitulo 34: Parto de Bella Capitulo 35: Regreso del pasado Capitulo 36: Alianza inesperada Capitulo 37: Vulturi, ¡firmaron su sentencia de muerte! Capitulo 38: ¡No debieron tocar lo que más amo! Capitulo 39: ¡Enfrentame como honmbre Demetri! Voy a matarte con mis propias manos Capitulo 40: No me dejes, Edward

 


 
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