El amor siempre vence a pesar de todo (+18)

Autor: isakristen
Género: Romance
Fecha Creación: 17/01/2013
Fecha Actualización: 25/08/2022
Finalizado: NO
Votos: 187
Comentarios: 473
Visitas: 338464
Capítulos: 40

Summary: Dos poderosas familias de la mafia enfrentadas desde hace generaciones por dominar la ciudad. Pero serán las hijas Charlie Swan: Rosalie, Alice e Isabella y los hijos de Carlisle Cullen: Emmett, Jasper y Edward quienes decidan que ya era hora de acabar con ese absurdo enfrentamiento Sin ser consciente del horror que se desataría al final, al enfurecer al que creían su mayor aliado.

 

Prologo:

Bella una adolescentes de 14 años, hija menor de Charlie Swan uno de los mafiosos más peligrosos de Chicago. Novia de Edward Cullen un adolescentes de 16 años hijo del mafioso Carlisle Cullen.

Su amor puro e inmenso era amenazado por sus familias, quienes desde hace años tenían una rivalidad por el dominio del poder. Ellos al enterarse de la relación amorosa de los jóvenes deciden separarlos y enviarlos lejos. Sin saber que su amor ya había dado frutos, unas pequeñas personitas que iban protegidas en el vientre de su madre, la cual los unirían para siempre. Dos niños con la marca del sol naciente en el brazo izquierdo de los Swan como la media luna en el brazo derecho de los Cullen.

Diez años después su amor seguía intacto, más grande que antes y ellos estarán listos e dispuestos a luchar por él y por su felicidad, uniendo así ambas familias. Quienes tendrían que unirse y luchar por la misma causa. Dos niños intocables por ambos bando, siendo su talón de Aquiles. Y sus enemigos no dudaran en utilizarlos, matando así dos pájaros de un tiro; rompiendo en el camino el acuerdo llegado desde hace generaciones de no incluir en la rivalidad a las mujeres y a los niños.

  


 "Los personajes más importante de esta historia son propiedad de Stephanie Meyer pero la trama es mía y no esta permitido publicarla en otro sitio sin mi autorización"

 


 

 Historia registrada por SafeCreative bajo el código 1307055383584. Cualquier distribución, copia o plagio del mismo acarrearía las consecuencias penales y administrativas pertinentes.

 


 

 Traíler de esta historia ya esta en youtube y en mi grupo  en facebook "Entre mafiosos y F.B.I"


Link del grupo de Facebook

https://www.facebook.com/groups/1487438251522534/

 Este es el Link del trailer: 

http://www.youtube.com/watch?v=BdakVtev1eI&feature=youtu.be

 

 


Hola las invito a leer mi Os se llama: Si nos quedara poco tiempo.

http://lunanuevameyer.com/salacullen?id_relato=4201

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Capítulo 22: Después de diez años vuelvo a verte:

Capítulo beteado por Manue Peralta, Beta FFAD

www facebook com / groups / betasffaddiction

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El Reencuentro de Edward y Bella

 

BPov

 

Dios... Hoy se cumplían diez años. Diez años desde que nos separaron en nuestro prado a Edward y a mí. Diez años sin hablar con él. Diez años sin poder verlo. Diez malditos y largos años.

 

Todo por culpa de mi padre y mi suegro, por lo menos era en aquel momento. Es su culpa que Edward no esté junto a mí. Es su culpa que mis hijos estén sin su padre. Aquel que solo conocen por una descolorida foto que aún conservo como el mayor tesoro de mí vida.

 

Edward, Oh mí Edward cuánta falta me haces, me gustaría poder verte.

 

Si, Edward, no sabes cuánto ansío verte. Mi mente no ha vuelto a jugar conmigo desde aquel día que te imaginé parado al lado de tú preciado Volvo plateado. Como me hubiese gustado que hubieras sido tú y no una alucinación.

 

Si supieras Edward… nuestros hijos están enormes y muy hermosos. Sé, perfectamente que si supieras de ellos serían tú orgullo como son el mío.

 

Vieras a tú princesa, es tan hermosa y tan talentosa. Ha heredado tu pasión por la música y lo demuestra bailando.

 

Estuvieras tan orgulloso de ella—como lo yo estoy—al observar la hermosa colección de tiaras, trofeos y medallas, que tiene en su habitación, que ha ganado en sus competencias de danza. Estos últimos tres años se ha declinado por ésta.

 

Edward… Elizabeth es preciosa, si estuvieras aquí podrías perderte en sus hermosos ojos, con ese extraño color verde esmeralda con chocolate. Aún no me decido, si es un tono verde bosque o verde intenso, es como un tono de verde justo en medio de ambos con una línea chocolate al final de sus pupilas. Sus rizos han cambiado de color, ya no los tiene de un tono broncíneo, ahora son de un tono rubio claro hasta cuatro dedos por debajo de su cinturita. Pero no por ello menos hermosa.

 

Y Ethan… nuestro campeón, nuestro pequeño hombrecito, al igual que Lizzy ha heredado tú pasión por la música, a su corta edad toca a la perfección el piano y la guitarra.

 

También es muy apasionado al fútbol, es el jugador número uno de su equipo, es el capitán. En su habitación tiene sus trofeos y medallas, el equipo donde juega, ha llegado hasta las nacionales.

 

—Mami ¿por qué lloras? —preguntó mi gatita sacándome de mis pensamientos.

 

—Por nada bebé —respondí limpiando mis mejillas, no me había dado cuenta que estaba llorando.

 

— ¿Qué miras? —Preguntó antes de sentarse en mi regazo—. Oh... es papi, ¿lo extrañas?

 

—Mucho, lo extraño mucho —respondí suspirando y mirando de la descolorida foto de Edward que estaba en mi mano derecha.

 

—Yo también lo extraño. ¿Crees que algún día voy a conocerlo?

 

—Claro que si bebé, de eso me encargo yo —respondí besando su cabecita—. Ven vamos a dormir —susurré antes de recostarme en mi cama con mi gatita contra mi pecho.

 

—Mami ¿crees que si papá nos llega a conocer, nos querrá? —preguntó mi gatita pegándose más a mi pecho.

 

—Claro que sí, los va a querer tanto como yo —dije acariciando su espaldita—. Nunca dudes de eso —me levanté de la cama bajo su mirada confundida. Del joyero tomé mi mayor tesoro: el corazón de diamantes que Edward me regaló el día de mi cumpleaños número quince.

 

—Guau mami es hermoso —exclamó mi gatita admirando el collar.

 

—Me lo regalo tú padre el día que cumplí los quince años —expliqué colgándoselo del cuello—. Es lo más valioso en mi vida, luego de Tony y Tú.

 

—Pero… ¿por qué me lo pones? —preguntó en un susurro acariciando el fino diamante con la yema de sus dedos.

 

—Porque quiero que tú lo tengas.

 

— ¿De verdad mami? Pero es tu regalo —dijo mirándome a los ojos.

 

—Lo sé, y quiero que tú lo tengas —murmuré recostándome de nuevo a su lado.

 

—Te amo mami —susurró antes de cerrar sus bellos ojos y dejarse abrazar por lo brazos de Morfeo.

 

—Yo también te amo princesa —susurré besando su frente.

 

Por Dios… esto no puede seguir así, mis bebés no deben estar preocupados y dudar del amor de su padre. Todo por culpa de mí padre.

 

Nunca me imaginé que algún día fuera a pensar esto, pero:

 

“Te odio Charlie, por tú culpa mis hijos sufren”.

 

Pero esto no puede seguir así, yo no soy una niña a la que manejabas a su antojo.

 

Viendo la carita pacifica de mí princesa tomé una decisión.

 

Me levanté de la cama y sin perturbar el sueño de mí princesa, llegué a mi armario y tomé una maleta lo suficientemente grande para caber algo de ropa de mis niños y yo, tomé unas cuantas mudas y las guardé en la maleta. Me cambié el pijama por unos shorts corto de tela color blanco oscuro y un jersey manga larga de color negro cuello redondo con pedrería, de calzado unas zapatillas Gucci en plataforma color negro. El cabello lo recogí en una cola de caballo.

 

Salí a pasos lentos y cuidadosos hasta la habitación de mi gatita, tomé varias mudas de ropa y a Edward, ese oso no debía quedarse o mi gatita se moriría de la tristeza.

 

Crucé el pasillo y entré a la habitación de Tony. Mi guapo príncipe estaba dormido en su cama con forma de carro. Abrí suavemente la puerta de su armario, tomé varias mudas y las guardé en la maleta.

 

— ¿Qué haces mami? —la voz somnolienta de Tony me hizo dar un respingo.

 

—Mami me dejaste sola —murmuró mi gatita desde el umbral de la puerta con un tierno puchero en los labios.

 

—Lizzy ve a tú habitación y cámbiate el pijama, sin hacer ruido —dije cerrando la maleta—. Tony haz lo mismo, ya.

 

—Si mami —respondieron al mismo tiempo.

 

Tony se levantó rápidamente de la cama y tomó de mis manos la ropa que le pasaba. Lizzy desapareció por el umbral de la puerta.

 

—Tony ya vuelvo, ni tú ni Lizzy salgan de esta habitación hasta que los venga a buscar —dije antes de salir de la habitación.

 

Bajé el tramo de escaleras hasta el tercer piso. Toqué ligeramente la puerta de la habitación de Rose.

 

—Adelante —se escuchó la voz de Rose. Abrí la puerta y entré.

 

Rose estaba sentada en la cama, recostada al cabecero de ésta, con la laptop en su regazo.

 

— ¿Qué pasa Bella? —preguntó levantando la mirada de la laptop.

 

—Me voy, regreso a Chicago —dije haciendo que sus manos se detuvieran en el aire—. Me cansé de este tonto juego de Charlie Swan, defenderé a mis hijos con uñas y dientes de ser necesario.

 

— ¡Bella! —comenzó Rose, pero la interrumpí.

 

—No me harás cambiar de opinión Rosalie, tengo a una niña de nueve años que piensa que cuando su padre la conozca no la va a querer y a pesar que Ethan no lo diga se que siente lo mismo.

 

—No iba a contradecirte, solo iba a decirte que me esperes —dijo Rose levantándose de la cama. Sonreí abiertamente—. ¿Ya sabes cómo saldremos de aquí?

 

—Es fácil, ellos ya están durmiendo, por lo que tomamos las llaves de las camionetas y nos la llevamos, en el coche de Leah no caben.

 

—Será arriesgado, pero te apoyo. Ya me cansé de estar huyendo. En Chicago está mi hogar, mis amigos y ya quiero regresar —dijo Rose desde el armario.

 

—Voy a decirle a Alice —murmuré antes de salir de la habitación.

 

Caminé por el pasillo todo lo silenciosa que pude, la puerta de Alice estaba entreabierta, por lo que no tuve necesidad de tocar, pero al entrar me llevé una gran sorpresa.

 

Alice estaba llorando como si se hubiera muerto alguien, su cabeza estaba recostada en el pequeño regazo de Jass, y mi otra pequeña princesa acariciaba tiernamente su cabello y le daba besitos en el rostro.

 

—Te quiedo, te quiedo mami —susurraba Jass después de cada beso.

 

—Ay Jass… soy una mala madre por dejar que me veas así —murmuró Alice con la voz rota por el llanto—. Pero… le fallé, le fallé —sollozó más fuerte.

 

—Papi te quiede mucho —susurró Jass besando de nuevo la cabeza de Alice.

 

— ¿Qué pasó Al? —Pregunté sentándome a su lado en la cama—. Dime ¿Tim te hizo daño?

 

Alice no tenía mucho rato de haber llegado de cenar con Tim. Al fin… aceptó salir con él.

 

—Oh Bella… —susurró antes de recargar su cabeza en mi regazo y sollozar como si su vida dependiera de ello.

 

—Jass ¿Qué pasó? —pregunté atrayendo a Jass hacia mí, con mi brazo derecho.

 

—No lo che. Me digo que mumieda con ella y empecho a llodad —susurró antes de meterse su dedito junto con el pañal de tela a la boca.

 

—Alice por favor háblame —le rogué a mi hermana.

 

No me gustaba ver la así, tan derrotada.

 

—Tuve sexo con Tim —contestó contra mi suéter, tan bajito que casi ni lo escuché.

 

— ¿Qué? —pregunté confundida.

 

—Que me acosté con Tim, después de la cena —susurró Alice levantando la mirada.

 

Pude ver el dolor que sentía al declarar esto.

 

—No sé qué me pasó —dijo volviendo a sollozar—. Siento que defraudé a Jasper.

 

—Alice no debes sentirte culpable —le expliqué acariciando su cabeza—. Jazz se casó e hizo su vida, tienes derecho hacer lo mismo.

 

—Eso yo lo sé, pero no impide que me duela aquí adentro —dijo señalando su corazón—. Siento que traicioné a Jasper —volvió a sollozar pero sin derramar lágrimas.

 

Parecía como si se hubiera quedado sin lágrimas.

 

—Al… —susurré bajito—. Pienso volver, ya no estoy dispuesta a seguirle el juego a Charlie. Regreso a Chicago con mis hijos y Rose viene conmigo.

 

No había terminado de hablar cuando de un momento a otro, su cabeza estaba recostada en mi regazo y al siguiente segundo se estaba metiendo en el armario.

 

—Dame diez minutos —dijo tomando una maleta y guardando algunas nudas de ropas.

 

— ¿A none mamo mamá Bella? —preguntó Jass recostando su cabecita en mi hombro.

 

Jasslye se veía hermosa y coqueta con su pijamita rosa de rosita fresita y su cabello lacio, hasta tres dedos por debajo de sus hombros de un tono dorado, sus ojos son de un color miel.

 

—Con papá —respondió Alice por mí.

 

— ¡Si, papi! —Gritó Jass con una enorme sonrisa saliendo de mis brazos para saltar en la cama y cantar como mantra—. Papi, papi, papi, papi.

 

—Voy por mi gatita y Tony —dije levantándome de la cama y saliendo de la habitación.

 

Subí a pasos lentos para que las escaleras de madera no emitieran ningún sonido.

 

—Mami —dijeron ambos muy sonriente saltando de la cama al mismo tiempo que abrí suavemente la puerta de la habitación de Tony.

 

Mi gatita abrazaba fuertemente a Edward como temiendo olvidarlo.

 

Tomé la maleta—la cual pesaba un poco—levantándola para que no hiciera ruido.

 

—Vamos a bajar muy lentamente sin hacer ruido, ¿ok? —Dije caminando hacia la puerta—. Elizabeth tomarás las llaves de todos los coches, incluyendo la de las camionetas.

 

—Ok mami —respondió mi gatita asintiendo y apretando más a Edward contra su pecho.

 

—Ethan vas abrir suavemente la puerta del garaje, trata lo más posible de no hacer ruido.

 

—Si mami —contestó Tony saliendo de la habitación delante de mí, pero después de mi gatita.

 

Mi gatita llevaba un short corto de tela color rosado y un suéter manga larga cuello en redondo, con una flor en el pecho de color azul con puntitos blancos, con franjas de unas son azules y las otras blancas, una cazadora de color blanco con el logo de Barbie en toda la espalda de color rosado, más uno pequeño en la parte delantera del lado izquierdo, de calzado unas zapatillas deportivas Adidas color blanco con corazones en color rosado, el cabello atado en una coleta alta.

 

Tony llevaba una bermuda de tela de cuadros con distintos tonos en azul y algunos de color amarillo, una camiseta manga larga de color blanco, con letras en color azul en el pecho y unas zapatillas deportivas Adidas de color blanco.

 

Bajamos las escaleras y al llegar al vestíbulo del segundo piso ya nos esperaba Rose con una maleta un con un Emer somnoliento de la mano.

 

Emer vestía un conjunto de Sport, un shorts corto tricolor pero de color azul rey y una playera tricolor con el logo Adidas en el centro y al frente, de calzado unas zapatillas deportivas de color negro. Su cabello lacio de un tono rubio claro con corte hongo estaba un poco alborotado.

 

Rose llevaba un vestido ligero, cuatro dedos por encima de las rodillas, de color salmón, de calzado unas sandalias Gucci en plataforma de color negro. El cabello atado en una coleta alta.

 

Alice salió en ese momento de su habitación vestida con unos shorts cortos de tela de color negro y un blusón de color blanco, de unos zapatos Gucci en plataforma de color blanco. El cabello atado en una coleta alta.

 

Jass vestía una mini falda con volados de color negro con puntos de color rosas, unas medias pantis de color blanco, un poleron de color negro en el pecho es de color rosa, de calzado unos balerinas de color rosado con una flor en color blanco. El cabello recogido en dos colitas.

 

— ¿Estamos listos? —preguntó en un murmullo Alice llegando a nuestro lado.

 

—Si —respondí decidida.

 

—Nunca he estado más lista en mí vida —respondió Rose.

 

Bajamos las escaleras y llegamos al vestíbulo de la planta baja sin ser descubiertos, eran casi las doce de la noche. Además Sam recién comenzaba a salir con Leah y a pesar de que hacía todo lo posible, una mañana lo descubrí saliendo de la habitación de ella. Por lo que escogieron la más alejada. Cómo que nos favorecía en todos momentos, además de que no quiero pensar que estarán haciendo ahí.

 

—Elizabeth y Ethan ya saben qué hacer —dije cuando caminábamos hacia el garaje.

 

Mi gatita con pasos sigilosos llegó hasta donde estaba el llavero donde se colgaban todas las llaves.

 

Tony se apresuró a llegar al garaje y comenzar abrir la puerta manualmente, cosa que le hacía fácil, no era la primera vez que lo hacía.

 

— ¿En qué coche nos vamos? —pregunté dudosa.

 

Las tres teníamos un mercedes en el cual salíamos con los niños, pero también teníamos un deportivo cada una.

 

—Debemos ser rápidas y silenciosas —respondió Rose mirando todos los coches—. Por lo que el deportivo y roguemos porque ningún oficial de carretera nos detenga.

 

Se apresuro a subir a Emer al asiento del copiloto de su Audio R8 Spyder Decapotable de color blanco.

 

Alice hizo lo mismo con Jass, pero la subió a su Lamborghini gallardo Spyder Decapotable de color amarillo.

 

—Aquí están mami —dijo mi gatita tendiéndome las llaves cuando subía la maleta al maletero.

 

Escogí las llaves del coche de Rose y Alice, se las envié con mi gatita en el momento que Tony terminaba de abrir la puerta del garaje.

 

Lancé las demás llaves al piso del coche, al momento que me subía en el asiento de piloto, mientras Lizzy y Tony se subían al del copiloto. Mi coche era un Alfa Romero 8c GTA Decapotable de color rojo. Esperé hasta que ambos se abrocharon con el mismo cinturón.

 

Bajé la capota del coche y les hice señas a Rose y a Alice, las cuales de inmediato imitaron mi acción.

 

—A la cuenta de tres arrancamos los coches al mismo tiempo y salimos de una vez —dije metiendo la llave al contacto.

 

—Ok —dijeron ambas al mismo tiempo.

 

El motor de mi coche cobró vida al mismo tiempo que los otros dos, unos segundos después salía disparada detrás del coche de Rose con Alice siguiéndome.

 

Mi IPhone comenzó a sonar dos minutos después, contesté la llamada.

 

— ¿Qué ruta tomaremos? —preguntó Rose.

 

—No lo sé, la más larga o cualquiera, pero una que ellos no sospechen —dije dando vuelta en una esquina.

 

—Tomemos la ruta 66 —dijo Alice.

 

—Ok —dije pisando el acelerador para darle alcance a Rose y apretando el botón para volver a subir la capota.

 

La ruta 66 pasa por Arizona, Nuevo México, Texas, Oklahoma, Kansas, Misuri, Illinois y por fin llega a Chicago, nuestro destino. Eran unas 32 horas de viaje sin paradas.

 

Tomamos la ruta 66 casi media hora más tarde.

 

Oficialmente eran las doce de la noche.

 

Mi gatita tenía su cabecita recostada en el hombro de Tony y desde hace diez minutos no abría sus hermosos ojos. Tony llevaba cinco minutos cabeceando.

 

—Mami ¿a dónde vamos? —preguntó Tony con voz pastosa.

 

—Vamos a Chicago bebé —respondí encendiendo el estéreo y de inmediato Toxic de Britney Spear llenó el silencio del coche. La dejé a un volumen moderado para no perturbar el sueño de mi princesa.

 

— ¿Dónde está papá? —preguntó Tony con sus ojitos cerrados.

 

—Si, donde está papá —respondí volteando a verlo. Lo vi suspirar profundo—. Edward los amará.

 

—Pero debe tener más hijos, de seguro no querrá vernos y sé que eso a Lizzy la destrozaría —murmuró Tony mirando por la ventana.

 

Sabía que estaba muy triste, pero se hacía el fuerte por mi gatita.

 

—No debes dudar del amor de Edward porque es como… si dudaras del mío —dije bajando el volumen de la música.

 

—Claro que no es igual —susurró mirándome con sus dos orbes verdes esmeraldas.

 

— ¡Tony! —comencé, pero el sonido de mi IPhone me interrumpió.

 

—Dime Al —dije luego de apretar el manos libres.

 

—Debemos hacer una parada en la próxima estación de servicio, debo llenar el tanque.

 

—Y debemos comprar café —dijo Rose—. La primera parada sería Arizona a la hora del desayuno, no debemos tardar mucho o nos darán alcance.

 

—Sabes que odio el café —murmuré extendiendo con mi brazo derecho una manta sobre mi gatita y Tony.

 

—Puedes tomar Coca-Cola —ofreció Alice—. Pero debes mantenerte despierta.

 

— ¿Cuánto te queda en el tanque? —pregunté acelerando, ya que el coche de Rose salió de mi alcance.

 

—Como para una hora más —respondió al momento que veía el cambio de luces por el espejo retrovisor.

 

—En cuarenta minutos hacemos la parada, Bella despierta a Lizzy y a Tony para que vayan al baño al igual tú Al despierta a Jass. Creo que es la que nos dará más problemas.

 

Los cuarenta minutos pasaron rápidamente.

 

En el coche solo se escuchaba la acompasaba respiración de mis niños y la voz de Shakira cantando la tortura, había puesto ese CD desde hace media hora.

 

—Gatita… bebé arriba —susurré acariciándole el cuello—. Tony, campeón, despierta.

 

— ¿Ya llegamos mami? —preguntó mi gatita acurrucándose en los brazos de Tony, quien no dudó en apretarla con ellos, sin llegar abrir sus ojitos.

 

—No princesa, aún no hemos llegado —respondí acariciando su espalda.

 

—Entonces ¿para qué nos despiertas? —preguntó Tony en un susurro entreabriendo sus ojitos.

 

—Para que vayan al baño, la próxima parada será dentro de varias horas —les expliqué deteniendo el coche en la isla—. Andando —dije desabrochándoles el cinturón, antes de girarme y abrir mi puerta, al mismo momento que Tony lo hacía.

 

Ambos se bajaron del coche quejándose y dando resoplidos.

 

Solté unas risitas, ya que era lo mismo que hacía Edward cuando lo despertaba los días que amanecía en mi habitación.

 

Llegaron hasta donde los esperaba haciendo “Eses” como dos borrachitos. Los envolví en mis brazos atrayéndolos hacia mi cuerpo.

 

Los guié hacia donde estaban Ali y Rossi con un molesto Emer, quien se quejaba por que al parecer Rossi no quería alzarlo y una muy dormida Jass en los brazos de Al.

 

—Yo me encargo de los coches —dijo Rose cargando por fin a Emer en sus brazos, éste rodeó su cintura con las piernas y el cuello con sus brazos, escondiendo en el proceso su carita de la luz.

 

—Puedo ir a comprar las cosas —me ofrecí.

 

—Yo los llevo al servicio y no quiero quejas Ethan y Emerson, entraremos a los de señoras.

 

—Si mamá Al —susurró Tony recargando su cabeza en mi estomago.

 

—Vamos —urgió Alice tomando la mano de Emer antes de que Rose lo dejara sobre sus pies.

 

Emer hizo una pataleta, pero se dejó guiar por Alice. Entré al establecimiento, compré el café para las chicas, unas coca-colas para mí, agua potable para el cuarteto de diablillos y algunos comestibles.

 

Al salir ya los niños se estaban subiendo al coche.

 

Dejé las cosas que compré con Alice, mientras Rose y yo íbamos al servicio.

 

Partimos nuevamente. Todavía nos quedaban unas siete horas más de camino.

 

A mitad del camino hicimos la otra parada para llenar los tanques y los niños tenían que ir al baño y para qué negarlo, yo también, las benditas coca-colas me estaban pasando factura.

 

Llegamos a Arizona a las siete con quince de la mañana, nos estacionamos en el primer Motel que encontramos.

 

Los coches los dejamos no visibles a la carretera.

 

Rentamos tres habitaciones, donde nos duchamos, desayunamos, y descansamos por unas dos horas o podría decir tres horas.

 

La verdad no quería levantar mi cabeza de la almohada cuando sonó la alarma.

 

Partimos nuevamente como a las once de la mañana, con el almuerzo ya comprado y los tanques full.

 

La próxima parada sería en Nuevo México, la cual está a ocho horas, antes solo nos detendríamos para llenar tanques e ir al baño.

 

Llegamos a nuestro destino a las ocho de la noche.

 

Creo que al acabar este viaje, no me volvería a subir a un coche en mucho tiempo.

 

Cenamos en un pequeño restaurante, llenamos los tanques, entramos a los servicios y partimos rumbo a Texas, a la cual llegamos a las cuatro de la mañana.

 

Volvimos a rentar un Motel, donde descansamos hasta más o menos las siete de la mañana, tomamos el desayuno luego de darnos una refrescante ducha.

 

Partimos hacia Oklahoma, con un camino que recorrer de seis horas. A mitad de camino nos detuvimos cerca de un McDonald por un helado para los chicos y para llenar los tanques.

 

Llegamos a Oklahoma a las una de la tarde, almorzamos en un pequeño restaurant y a las dos de la tarde partíamos hacia Kansas. El camino gracias a Dios se nos estaba acabando.

 

Llegamos a Kansas a las ocho de la noche.

 

Ya no aguantaba mi espalda, por lo que rentamos un Motel para que descansáramos, y los niños igual. Jass ya iba muy fastidiada.

 

Tomamos carretera a eso de las once de la noche, nuestro destino era Misuri, el cual llegamos a las seis de la mañana.

 

Al fin otra parada para descansar. En ésta ni me molesté en quitarme la ropa, así como estaba me lancé a dormir a la cama, acurrucadita al lado de mis niños.

 

Si no es por Rose y Alice, quienes tumbaron mi puerta no me hubiese levantado, no escuché la alarma, y al parecer, mi gatita y Tony tampoco.

 

Por lo que a las nueve de la mañana partimos hacia Illinois.

 

Al fin estábamos más cerca.

 

Al fin estábamos más cerca de casa.

 

Al fin estábamos más cerca de Edward.

 

Los niños estaban tan entusiasmados con la idea de llegar que solo llenamos los tanques, sin bajarnos del coche.

 

A las una de la tarde entrábamos al condado de Illinois, compramos en el AutoMap de McDonald’s cajita feliz para todos, llenamos tanques y partimos muy sonrientes y alegres, ya que Chicago solo estaba a dos horas y media.

 

Se acercaba el final de nuestro recorrido.

 

La siguiente parada era la mansión de Charlie.

 

—Al fin —exclamaron mi gatita y Tony al mismo tiempo cuando cruzábamos el letrero que dice “Bienvenidos a Chicago”

 

— ¿Cuánto falta? —preguntó mi gatita cambiando de CD.

 

—Veinte minutos —respondí con una sonrisa.

 

Todo el sacrificio valía la pena por verlos con esa hermosa sonrisa en el rostro.

 

—Mami ¿podemos dar un paseo? —Preguntó Tony mirando por las ventanillas—. Quiero ver la ciudad. Quiero ver por donde paseaban tú y papá.

 

—Quiero ver nuestro prado —dijo mi gatita con un tierno puchero.

 

—Si mami el prado —la alentó Tony.

 

—Es muy tarde para ir al prado, además está en la zona Cullen —dije tomando mi IPhone.

 

Si mis hijos querían ir, no se los negaría. Ellos tienen los mismos derechos a entrar a esa zona como Edward, Emmett, Jasper, Esme y Carlisle y los demás Cullen que haya.

 

—Papi no nos haría nada y el abuelo tampoco, anda mami… vamos —rogó mi gatita poniendo los ojitos del gato con botas de Shrek.

 

Tony se inclinó hacia adelante y sacó algo de la guantera.

 

—Toma Lizzi, póntela —Tony le pasó la muñequera Cullen que Carlisle les había hecho llegar el día de su cumpleaños, además de una diversidad de juguetes y mucha ropa.

 

Lizzy estuvo más que encantada con el juego de té de porcelana china que le enviaron y una casa de Barbie a la que ella puede entrar y jugar adentro.

 

Tony con el Xbox de última generación, más una enorme pista de carreras de Hot Wkeels, lo cual ahora, es su obsesión.

 

— ¿Cómo llego eso ahí? —pregunté marcando el número de las chicas, colocando la opción de conferencia.

 

—Ayer estábamos jugando y yo las escondí ahí —respondió Tony terminándose de poner la de él.

 

— ¿Podemos ir? —insistió mi gatita.

 

Asentí con una sonrisa.

 

—Dime Bella —dijeron las dos al mismo tiempo.

 

—Elizabeth y Ethan quieren dar un paseo antes de llegar a la mansión —comenté, viendo como mi gatita asentía energéticamente.

 

—A decir verdad, las iba a llamar para eso, quiero ver que ha cambiado en estos diez años —dijo Rose.

 

—Yo estaba pensando lo mismo —dijo Alice.

 

—Pero… quieren pasear por el camino que llega a la cabaña Cullen —dije deteniéndome detrás del coche de Rose en el semáforo.

 

Escuché como estallaron en carcajadas.

 

— ¿Quieren pasear por donde fueron concebidos? —preguntaron las dos al mismo tiempo cuando lograron controlar las carcajadas.

 

—Oh… cierren la boca —dije con una sonrisa.

 

—La verdad yo no conozco ese camino, esa cabaña pertenece a Edward, fue un regalo de su abuela Elizabeth, por lo que Emmett nunca me llevó.

 

—Ok, voy a pasarte y las guiaré —dije colgando la llamada y desviando el coche cuando la luz cambió a verde, y pasé a Rose, por lo que tomé la delantera.

 

Recorrí diez minutos por las calles de Chicago viendo como todo con el paso del tiempo había cambiado tanto, y de como las personas se quedaban mirando fijamente los coches al pasar. Tomé la calle hacia la zona que dominaba el Clan Cullen, para luego tomar la desviación que nos llevaría directo a la cabaña.

 

—Iremos a una cabaña que le pertenece a su padre, pero no creo que esté abierta, pero podrán verla por fuera y observar el paisaje —informé a mi gatita y Tony.

 

—Siiiiii —exclamó mi gatita muy sonriente—. Mami ¿por qué los abuelos no se llevan bien?

 

—Yo también quiero saberlo mamá ¿por qué? —prosiguió Tony mirándome intensamente.

 

—Eso no lo sé, todo lo que sé, es que todo esta rivalidad comenzó por problemas de falda. El abuelo de mí, abuelo Charles Swan, se quedó con la mujer que amaba Anthony Cullen. Pero mi abuela Meredith, a quien amaba, era al abuelo Teodoro —respondí volteando a verlos.

 

Mi gatita tenía su boquita en un “O” y sus ojitos abiertos como platos, Tony tenía el ceño fruncido.

 

—Eso es estúpido, todo por una chica —exclamó Tony negando con la cabeza.

 

—Si supieras lo que ustedes los hombres estarían dispuesto hacer por una chica —murmuré volteando a verlo con una sonrisa y estirando mi brazo derecho para despeinarle su rebelde cabello.

 

— ¡Mami! —se quejó alejando mi mano. Solté unas carcajadas.

 

— ¡MAMI! —el grito de terror de mi gatita me sobresaltó haciéndome dar un volantazo por lo que el coche se movió de forma brusca hacia los lados.

 

Logré estabilizarlo y fue en ese instante que me di cuenta por qué mi princesita había gritado aterrorizada. Delante de mí, a unos ocho metros, había un hombre parado en medio del camino apuntando al coche con un rifle de asalto.

 

Mi mundo se paralizó en ese instante.

 

Había puesto inconscientemente la vida de mis hijos en riesgo.

 

Intenté retroceder pero el hombre me hizo seña con la mano que No, por lo que me detuve de inmediato, quedando a unos diez metros.

 

—Mami, mamá Rose —susurró mi gatita.

 

Sabía a lo que se refería, por lo que solo estiré mi brazo y tomé el IPhone sin apartar la mira del hombre armado.

 

— ¿Qué pasó?

 

— ¿Por qué te detienes?

 

Fueron las preguntas de Alice y Rose al mismo tiempo.

 

—Mami mira —dijo Tony señalando a un grupo de camionetas que estaban a unos veinte metros más adelante. Eran alrededor de 10 camionetas. Frente a ellas había muchos hombres armados haciendo un círculo.

 

Un par de hombre se apartó justo antes de que un hombre volara fuera del círculo cayendo en el suelo a un metro de distancia. Otro salió segundos después pero caminando con aire arrogante, estaba sin camisa, dejando al descubierto su bien trabajado torso, con los pantalones a la cadera, su cabello rebelde despeinado y sin un golpe en su rostro.

 

La respiración se me enganchó.

 

Las alucinaciones no le habían hecho justicia.

 

Ahí estaba, mucho más guapo que antes.

 

Esperó a que el otro hombre se levantara del suelo para atinarle un nuevo golpe en el estomago.

 

—Edward —exclamó Rose con un jadeo.

 

—Es papá —susurró mi gatita en el mismo instante que el hombre caía de nuevo al suelo y le pasaban un arma a Edward.

 

“No Edward”, pensé.

 

No podía dejar que mis niños se llevaran esta horrenda impresión de su padre, por lo que abrí la puerta y salté fuera del coche.

 

Pasé corriendo al hombre que hace unos minutos nos apuntaba con el rifle de asalto y ahora miraba la pelea con una sonrisa sádica en el rostro.

 

— ¡Edward! —llamé al verlo apuntarle con el arma el rostro del hombre.

 

—Esto es para que sepas que conmigo nadie juega. Con Edward Cullen nadie se mete —dijo Edward con una sonrisa de suficiencia ignorando mi llamada.

 

Me faltaban unos dos metros y medio para llegar a Edward cuando me toman bruscamente el brazo antes de impactar mi espalda contra un fuerte torso.

 

—Oh… pero qué tenemos aquí —dijo una voz ronca a mi espalda que me hizo estremecer de miedo.

 

— ¡Suéltame! —grité forcejeando.

 

—Una gatita salvaje, yo te domaré cuando el amo Edward te deje a mí cargo, tienes un cuerpo muy sexy —prosiguió llevando su mano a mi seno. Se la alejé de un manotazo.

 

—No me toques —dije entre dientes, tratando de soltar su agarre.

 

—Eres una Swan, mejor para mí —susurró al ver mi marca expuesta por el forcejeo.

 

—Suelta a mi mamá —escuché una voz muy conocida. Pero esta infantil voz estaba contenida de odio y rencor.

 

Mi mundo se paralizó al ver a mi pequeño campeón con un arma en la mano apuntando al hombre detrás de mí.

 

Detrás de mi bebé, estaba mi nenita con el terror pintado en su angelical rostro. Emer llegaba en ese instante a un lado de Tony y se paraba con pose desafiante. Vi como mi gatita colocaba a Jass detrás de ella.

 

—Y quién eres tú para decirme qué hacer —murmuró el hombre riéndose con burla.

 

—No te lo vuelvo a repetir, suelta a mi mamá —dijo Tony con la voz afilada como un cuchillo.

 

—No lo haré hasta que no disfrute de su cuerpo —murmuró deslizando el arma desde la cien, pasando por mi mejilla, la bajó por mi cuello y llegó al valle de mis senos.

 

Me estremecí por el frío del metal contra mi piel y para qué negar, también de miedo.

 

—Te lo diré por última vez, suelta a mi mamá —dijo Tony con la voz teñida de puro odio.

 

—Ya me cansé de ti mocoso —dijo el hombre antes de alejar su arma de mi cuerpo y apuntar a mi bebé.

 

Me aterré, ese desgraciado no podía dañar a mis niños. Forcejé nuevamente, pero el hombre apretó su agarre.

 

—EDWARD —grité. Un grito de terror al ver como el hombre se disponía apretar el gatillo.

 

Cerré los ojos al escuchar cómo resonó el disparo y el grito de terror de mi princesa.

 

— ¡MAMI!

 

Mi mundo se desmoronó.

 

Mi corazón se detuvo.

 

Tenía miedo de abrir los ojos y ver aquello que me mataría, porque de eso estaba segura, a partir de ahora estaba muerta.

 

Me llevó un segundo comprender que ya no me sentía atrapada entre unos fuertes brazos y un trabajado torso.

 

—Te dijo que la soltaras —escuché la voz macabra de Edward.

 

Abrí mis ojos y lo primero que vi fue a mi cuarteto de diablillos con los ojos como platos. Emerson apretaba inconscientemente fuertemente el brazo de Tony.

 

Volteé a ver a Edward y aún mantenía el brazo extendido, con el cual tomaba su arma.

 

—Eso te pasa por desobedecerlo —dijo Edward bajando el arma.

 

No me importaba nada más. Necesitaba sentirlos entre mis brazos, solo así, me creería que esto no es un sueño. Que ellos estaban bien.

 

Por lo que al siguiente segundo caí de rodillas frente a mis niños. Le quité el arma a Tony y me horroricé al darme cuenta que no tenía puesto el seguro. Se lo puse y la coloqué en el suelo a mi lado. Antes de atraerlo hasta mi pecho, hale a mi gatita por el frente de su blusa. Los apreté a ambos contra mí. Escuché el llanto de mi princesa.

 

—Tenía mucho miedo mami —dijo mi gatita apretando su agarre. Ella quería fundirse en mi piel. Separé a Tony de mi pecho.

 

—No quiero que me vuelvas hacer esto nunca más —lo regañé—. Me oíste Ethan Anthony Cullen. Nunca más. —al terminar de decir esto, escuché un fuerte jadeo en mí espalda. Tony miraba sobre mi cabeza y ahí supe a quién tenía detrás de mí.

 

No quería que Edward se enterara de la existencia de mis niños de esta manera.

 

Me fui levantando muy lentamente con mi gatita en brazos.

 

—Aléjese de la señorita Isabella, señor Cullen —cerré mis ojos al escuchar esa voz muy cerca de mí.

 

Miré hacia mi derecha y ahí estaba Sam, apuntando con su arma a la persona detrás de mí.

 

Me di media vuelta y ahí de pie, a un metro de nosotros, estaba Edward mirándonos con admiración, miedo, culpa y amor, mucho amor. Su mirada pasó de Tony hasta mi gatita en mis brazos, luego subió a mi rostro y me sonrió torcidamente, sonrisa que le correspondí.

 

Edward comenzó a retroceder lentamente sin quitar su mirada de nosotros, parecía estar debatiéndose entre lo que debía hacer y lo que quería hacer. Detuvo su retroceso cuando llegó al lado de Jazz y Emm, a quienes sus hombres ya tenían resguardados. En ese instante los demás hombres levantan sus armas y nos apuntan a todos nosotros.

 

Un frío me recorrió el cuerpo al ver de nuevo en peligro a mis niños. Miré aterrorizada a Edward, trasmitiéndole a través de mis ojos, mi miedo.

 

Edward miró a su alrededor.

 

—Bajen las armas —dijo con voz gruesa e imponente.

 

Pero nadie se movió e su lugar.

 

—Maldita sea, dije que bajen las armas —dijo Edward de forma brusca quitándole el arma al hombre más próximo de a él—. A nadie se le ocurra desobedecerme.

 

—Papi dijo una mala palabra, ¿ese quiere decir que me debe un dólar? —preguntó en un susurro mi gatita contra la base de mi cuello.

 

Asentí.

 

—Nos debe un dólar —la contradijo Tony.

 

—Nos vamos señorita Isabella —me indicó Sam abriendo la puerta del copiloto de mi coche. Antes de tomar a Tony por el brazo y hacerlo subir al coche.

 

Miré a Edward de nuevo y lo vi adelantarse un paso. Le hice seña que No, con un movimiento de cabeza, luego bajé mi mirada a mi gatita. Asintió a lo que le dije silenciosamente.

 

“No hagas más nada delante de ellos”

 

—Ya va padrino —murmuró mi gatita antes de bajarse de mis brazos y correr hacia Edward.

 

Sam de inmediato subió su arma apuntando a Edward.

 

La vi detenerse a medio metro de Edward. Mi corazón se saltó un latido de la emoción. Uno de mis sueños se cumplía. Por fin los veía estar parados frente a frente. Padre e hija.

 

—Dijiste una mala palabra —escuché la voz de campanillas de mi gatita dirigiéndose a Edward—. Nos debes un dólar a Tony y a mí.

 

Edward le sonrió. Sus dos bellos orbes verdes brillaban tan intensamente.

 

—En ese caso… creo que le debo un dólar a los otros dos pequeños —dijo Edward con voz aterciopelada llevando su mano muy lentamente hacia el bolsillo trasero de sus vaqueros, sin apartar su mirada de nuestra princesa.

 

Sacó su cartera de cuero negro y extrajo cuatro dólares. Tomó suavemente la pequeña mano de mi nena y se los dejó sobre su diminuta palma. Vi cómo su pulgar acariciaba suavemente la piel suave de nuestra princesa.

 

—Elizabeth —la llamó Sam con reprobación en la voz.

 

Mi gatita se dio la vuelta y corrió hacia nosotros, a mitad del trayecto se detuvo, se volvió hacia Edward y le lanzó un beso en un soplo, antes de correr nuevamente hacia nosotros.

 

Me tocó sentarme en el asiento del copiloto con mis niños en mis piernas, ya que Sam no me dejó manejar.

 

—Eso fue estúpido y arriesgado —me regañó Sam acelerando el coche.

 

No dije nada, solo tenía en mente una cosa.

 

—Ethan Cullen ¿de dónde sacaste el arma? —pregunté de forma reprobatoria.

 

—De la guantera, cada coche tiene una ahí guardada —respondió Sam por Tony—. ¿Aplicaste lo que te enseñé?

 

—Si, no quitar el seguro hasta que no lo tuve apuntado, para no herirme a mí o a Lizzy. Sostenerla con ambas manos para que no me golpeé —respondió Tony mirándolo—. ¿Estuvo bien?

 

Había quedado asombrada. ¿Desde cuándo mi hermoso bebé sabía de armas?

 

— ¡Desde… —comencé pero Sam me interrumpió.

 

—Desde hace cuatro meses, el señor Swan me indicó que ya era el momento de enseñarles a disparar. Todos aprenden a partir de los nueve, ¿o ya se le olvidó cuándo empecé a enseñarle a usted?

 

Negué con la cabeza.

 

Pero le digo algo, ellos han aprendido más rápido que usted.

 

Llegamos en tiempo record a la mansión Swan, la cual es de tres niveles, cada uno con grandes ventanales como también barandales y balcones, sus paredes pintadas de un tono crema. Una enorme alberca rectangular con áreas verdes a su lado, enormes palmeras que destacaban en el lugar. En el lado izquierdo y derecho de la casa hay varias plantas formando dos hermosos jardines.

 

Mi Bubú nos esperaba en la entrada. Al bajar los cuatro diablillos, corrieron a su encuentro.

 

—BUBÚ —gritaron mis niños al mismo tiempo. Tony iba en la delantera. Lizzy unos pasos más atrás.

 

—ABUELA —gritó Emer corriendo hacia ella.

 

—ABU, ABU, ABU —gritaba Jass corriendo hacia donde mi Bubú la esperaba.

 

—Mis niños —dijo mi Bubú abrazándolos a los cuatro.

 

Desde que nos mudamos a Los Ángeles mi Bubú nos visitaba por períodos cortos. A Charlie no le agradó la idea de que nos independizáramos, por lo que ella se vio obligada a visitarnos cuando Charlie hacia sus largos viajes.

 

—Te extrañé mucho Bubú —dije abrazándola.

 

—Y yo a todos ustedes. Pero miren lo enormes que están —murmuró mirando a los cuatros diablillos.

 

—Estamos comiendo bien Bubú —dijo Tony con una sonrisa torcida. La que hacía idéntica a la de Edward.

 

—Vayamos adentro, les guarde pastel de Chocolate —dijo mi Bubú tomando a Jass en sus brazos.

 

—SIIIII, PASTEL —gritaron Tony y Emer a la misma vez corriendo hasta perderse adentro de la mansión. De un momento a otro me sentí observada.

 

—Hombres, solo piensan con el estómago —dijo mi gatita rodando los ojos en un gesto que la hacía parecerse enormemente a Edward.

 

Rose, Alice y yo no logramos evitar estallar en carcajadas. Atraje a mi princesa hacia mis brazos y la estreché fuertemente antes de alzarla y darle vueltas en el aire.

 

—Mami —chilló riéndose.

 

Me dejé caer en el pasto con ella sobre mí.

 

—Te amo princesa —susurré con una sonrisa.

 

Nadie me podía quitar la felicidad que sentía al recordar que mis niños estuvieron frente a Edward.

 

— ¿No estás asustada? —pregunté sentándome en el pasto.

 

Al hacerlo me percaté de que estábamos solas, mi gatita quedó a horcadas sobre mí.

 

— ¿Por qué? —preguntó mi gatita dejando de reír.

 

—Por lo que pasó hace un rato —indiqué acariciando su mejilla.

 

— ¿Por lo que papi le hizo al hombre malo? —preguntó mi gatita jugando con el collar. Hasta eso momento no me había fijado que el collar era visible. Asentí.

 

—No —dijo repentinamente sería—. Era él o Tony, y yo prefiero a mi hermano. No te niego que me dio mucho miedo, pero me alegré cuando papi te defendió a ti y a Tony.

 

Yo también —susurré levantándome—. Vayamos adentro o nos dejan sin pastel.

 

Mi gatita se rió antes de bajarse de mis brazos y correr hacia dentro de la mansión.

 

—ETHAN CULLEN Y EMERSON SWAN MÁS LES VALE DEJARME PASTEL —gritó mi gatita antes de cruzar el umbral. Negué con la cabeza, caminando detrás de ella.

 

La mansión por dentro estaba como yo la recordaba, nada había cambiado de lugar. Solo había reemplazados algunas cosas.

 

— ¿Y Charlie, Bubú? —pregunté entrando a la cocina.

 

—Viajó de emergencia hace cuatro días a Italia, pensaba ir a visitarlas pero me llaman en la madrugada diciéndome que ustedes se fugaron, por lo que supuse que vendrían para acá, así que me quedé ordenando sus habitaciones.

 

—Perdónanos por preocuparte —dijimos las tres al mismo tiempo.

 

—Esto me lo esperaba desde hace un tiempo —dijo mi Bubú con una sonrisa—. Me alegro que hayan vuelto y que sea para quedarse.

.

.

.

 

Pedimos pizza para cenar.

 

Los cuatro diablillos le contaron toda nuestra travesía a mi Bubú, hasta lo que sucedió con el Clan Cullen. Mi Bubú se horrorizó cuando le contaron que Edward había matado un hombre delante de ellos. Me miró de forma reprobatoria. Pero me pude dar cuanta que a ninguno de los cuatro les afectó esto, ni siquiera Jass que es la más pequeña.

 

—Pero estoy feliz de que lo haya echo, no le pasó nada a mi hermano —dijo mi gatita abrazando a Tony y besándolo en la mejilla. Tony le sonrió y también la abrazó.

 

—Bueno creo que es hora de ir a dormir —dijo mi Bubú levantándose del sillón—. Ya es muy tarde.

 

Mire el gran reloj de la pared y eran las diez de la noche.

 

—Vamos niños a darse un baño y a dormir —dije también colocándome de pie.

 

—Si mami —murmuraron los dos.

 

—La habitación de ellos está al lado de la tuya —dijo mi Bubú antes de subir las escaleras.

 

—Buenas noches mamá Rose —dijo mi gatita besando la mejilla de Rose.

 

—Buenas noches mamá Al —dijo Tony al mismo tiempo besando la mejilla de Al.

 

—Buenas noches niños —susurraron las dos al momento que ambos se intercambiaban.

 

—Buenas noches mamá Bella —dijo Emer cuando lo tomé en mis brazos.

 

—Buenas noches Emer —murmuré besando sus mejillas—. ¿Y tú no me piensas dar las buenas noches? —dije besando la regordeta mejilla de Jass, quien estaba acurrucadita en los brazos de Al.

 

Se estiró y solo besó mi mejilla.

 

Solté unas risitas, la pobre estaba más dormida que despierta.

 

Los seis subimos las escaleras minutos después que lo hizo mi Bubú.

 

Nuestras antiguas habitaciones estaban ubicadas en el tercer nivel. La de Rose lado norte, la de Alice en el centro y la mía lado sur.

 

La habitación de mi gatita estaba del lado derecho de la mía y la de Tony del lado izquierdo.

 

Entré a la habitación de mi gatita, la cual es toda de color blanco y rosa, sus paredes de un tono rosa, la decoración de Barbie, su escritorio de color blanco con el logo de Barbie, sobre éste había una laptop de color banco, la silla del escritorio del mismo tono. El piso de color blanco. A un lado de la cama, una gruesa alfombra en forma de corazón de color rosado. La cama era un hermoso diseño, su ropa de cama era de color blanco y rosado. A su lado hay una lámpara de pie. Tenía un enorme ventanal cubierto por una gruesa cortina de color rosado. A un lado de la cama y debajo de un pequeño espejo, hay un gavetero de cuatro gavetas de color blanco con el logo de Barbie, encima de el había una pequeña lámpara de pie, a su lado había un perchero de color rosa, también había push es forma de corazón de un tono rosa. Una repisa con un sinfín de productos para niñas. Del lado izquierdo había dos puertas, una del baño, el cual también era todo blanco y rosa, y la otra era su enorme armario lleno de ropas. Un enorme plasma de 56 pulgadas.

 

Dejé a mi gatita dándose un rico y reconfortante baño y me dirigí a la habitación de Tony.

 

Entré a la habitación y toda la decoración era de Hot Wkeels, por lo que predominaban los colores azul, rojo y naranja. Las paredes de un tono azul cielo con motivos de carros deportivos y zona de Go Car. La silla móvil del escritorio era azul con el cojín de color naranja, la mesa de la computadora era de color negro con gris. Con una laptop en color azul descansando sobre ella. La cama con forma de carro deportivo de Hot Wkeels de color rojo. Sus ropas de cama eran de color azul con edredón a juego. Una enorme pista de carreras cruzaba toda la habitación. Un enorme plasma de 56 pulgadas estaba a la izquierda frente a el había una silla móvil de color azul. A su lado había un gran ventanal. A la derecha la puerta del armario y del baño, donde todo era azul, rojo y naranja. Tony estaba dentro de la ducha.

 

Me fue a mi habitación y no detallé nada, solo pasé a mi cuarto de baño y me di una relajante ducha.

 

Salí y me puse el pijama, un short corto de algodón y una camisa de tirantes finos. Pasé a la habitación de mi gatita y ya estaba en su cama.

 

—Buenas noches princesa —susurré besando su frente.

 

—Buenas noches mami —susurró con voz ronca.

 

— ¿Estás bien bebé? —pregunté arropándola bien.

 

— Errr… Sip, estoy bien —respondió abrazando a Edward.

 

—Te amo gatita —susurré apagando la luz de la pequeña lámpara de pie sobre el gavetero.

 

—Te amo mami.

 

Dejé la puerta entreabierta para que entrara un poco de luz del pasillo, el cual crucé y entré a la habitación de Tony.

 

—Ey hombrecito ¿qué haces? —pregunté al verlo sentado frente a la laptop.

 

—Chateando con mi amigo Darriel —respondió apagando la laptop—. Pero ya le dije que debía dormir. Mami ¿Dónde vamos a estudiar?

 

—La Bubú se encargó de eso, comenzaran el lunes en un colegio cerca de aquí, ahí estudie al igual que mamá Rose y mamá Al —respondí ayudándolo a acostarse en la cama—. Estás un poco caliente. ¿Te sientes bien?

 

—Sip, solo que me bañé con agua fría, es por eso —respondió cerrando los ojos—. Hasta mañana mami.

 

—Hasta mañana amor —susurré besando su frente.

 

Salí dejando la puerta entre abierta.

 

Llegue a mi habitación, busqué mi viejo ejemplar de Cumbres Borrascosas, me recosté en mi cama y comencé a leerlo nuevamente. Iba en la parte del regreso de Heathcliff cuando un sollozo proveniente del pasillo me hizo detener abruptamente la lectura. Volví a escuchar el sollozo justo antes de ver entrar a mi princesa.

 

—Mami me siento mal —se quejó mi gatita llegando a mi lado de la cama.

 

—Oh… bebé ¿Qué tienes? ¿Qué te duele? —pregunté sentándola sobre mi regazo y ahí me di cuenta que estaba caliente, muy caliente.

 

—Me duele mucho la garganta —sollozó abrazándome.

 

La dejé recostada en mi cama mientras iba al baño a buscar el jarabe en mi repisa. Tomé el vaso de agua de mi mesita de noche y le hice beberse unos sorbos luego de haberle dado el jarabe.

 

—Voy por un pijama limpio. No tardo bebé —le aseguré besando su sonrojada mejilla.

 

Salí de mi habitación y me dirigí a la de mi nena, escogí un pijama fresco de color morado, y me dirigí a la habitación de Tony. Algo me decía que mi nene también me necesitaba.

 

Entré y vi a Tony removerse inquieto entre las sábanas. C

 

oloqué mi mano sobre su frente y efectivamente estaba caliente, aunque no tanto como mi gatita. Busqué un pijama fresco de color verde agua. Lo tomé en mis brazos y con un poco de dificultad lo llevé a mi habitación, lo dejé recostado en mi cama. Lo medio desperté y le di el jarabe, con unos sorbos de agua. Les cambié el pijama a ambos y los dejé descansar.

 

—Esto es por el viaje agotador que hemos tenido —susurré para mí.

 

“Emerson y Jasslye” pensé levantándome del sillón del cual hacía unos segundos me había sentado.

 

Caminé por el largo pasillo hasta llegar a la habitación de Emer, sus paredes son de un tono Azul cielo, su pequeña cama de tipo kid con sábanas con estampado de coches en color rojo y azul y edredón a juego. A la derecha un mueble de roble para computadora donde estaba una laptop de color azul y una silla móvil de color azul. Un gran ventanal con cortinas Azul rey con formas de autos de colores. A la derecha estaba la puerta del cuarto de baño y a su lado la del armario. En cuanto entré supe que algo andaba mal. Emer estaba muy rojo. Ya sabía lo que tenía, por lo que lo tomé en mis brazos y el pobre estaba tan caliente como mi gatita.

 

Entré a la habitación de Rose y me sorprendí al ver que ella no estaba ahí, y que su cama estaba hecha señal de que aún no se había acostado. No se escucha el sonido de la ducha, por lo que no estaba ahí.

 

—Dónde rayos estás Rose —dije antes de salir y dirigirme a la habitación de Jass.

 

Mi pequeña princesa tampoco estaba ahí, por lo que ya Alice se la debe haber llevado, su cama estaba revuelta.

 

La habitación de Jass estaba pintada de un tono lila, la decoración es de mariposa. Todo era blanco con rosa. Su cama con sabanas color rosa y edredón a juego. Una hermosa cómoda de color blanco con rosa. El mueble de computadora donde había una mini laptop de color rosa y un ropero con dos puertas grande y dos más pequeñas. A la derecha estaba un gran ventanal. A la izquierda la puerta del cuarto de baño y del armario.

 

La puerta de la habitación de Alice estaba entreabierta, por lo que entré sin tocar y vi a Alice sentada frente a su mesa de diseño con un lápiz en la mano y muy concentrada.

 

—Al ¿Qué haces? —pregunté deteniéndome a mitad de la habitación.

 

—No puedo dormir, siento que algo va a pasar —respondió levantando la mirada. Fruncí el ceño al ver a Emer—. Además Jass estaba muy poquito calentona. ¿Qué le pasa a Emer?

 

—También está enfermo al igual que Lizzi y Tony. Pero Rose no está en su habitación —respondí mirando a mi pobre princesa quejarse en sueños.

 

—Eso es raro, recuéstalo en la cama, iré por un pijama limpia —murmuró levantándose.

 

Hice lo que me dijo, como también le di del mismo jarabe del que Alice le dio a Jass, en cuento comencé a desvestirlo Al llegó con un pijama de carro de color amarillo, me hice a un lado y ella lo vistió.

 

—Me voy a llevar a Emer, si Rose te pregunta que lo busque allá —avisé a Alice inclinándome para tomar de nuevo a Emer.

 

—No déjalo, tú tienes a Lizzy y a Tony, yo me encargo de los dos —me contradijo Alice.

 

—Ok. Buenas noches Al —le dije antes de salir de la habitación dejando la puerta cerrada.

 

Caminé de vuelta a mi habitación y en cuanto puse un pie dentro de ella me congelé en mi lugar.

 

Antes de sentir como un frío me recorría el cuerpo y el corazón se saltaba dos latidos.

 

Ahí en medio de mi habitación había dos encapuchados vestidos de negro, cada uno con mis hijos en sus brazos. El más cercano a mí, tenía a mi gatita en sus brazos, ella estaba cubierta por una chaqueta de cuero de color negro, la cual supuse que era de él, ya que solo traiga un suéter manga larga de color negro. El segundo estaba más cerca de mi cama tenía a Tony en sus brazos. Él fue quien habló.

 

—Debe acompañarnos señora Swan —dijo antes de caminar y pasar con mi niño en sus brazos.

 

El primer encapuchado caminó hacia mí y me tomó ligeramente por mi brazo derecho haciéndome estremecer por lo frío que estaban sus guantes de cuero negro. Me hizo caminar a su lado.

 

Cuando vamos a bajar el tramo de escaleras veo a Alice venir con Jass en sus brazos cubierta por una manta de color rosa y un tercer encapuchado la trae tomada del brazo izquierdo mientras que sostiene a Emer en su otro brazo.

 

—Alice —dije sin articular palabra—. ¿Qué sucede?

 

—No lo sé —respondió Alice de la misma forma.

 

Descendimos las escaleras unos pasos más adelante de Alice y el tercer encapuchado.

 

La mansión estaba sumida en silencio.

 

No se escuchaba ni un grillo.

 

Nada… y eso me asustó mucho.

 

¿Dónde estaban Sam y los demás? Mi Bubú ¿Dónde estaba? ¿Ella estaba bien? ¿También se la han llevado?

 

Cuando descendíamos el tramo de escaleras hacia la planta baja.

 

—Si algo le llega a pasar a mis hijos, te mato —amenacé al encapuchado.

 

Él no dijo nada, ni hizo algún movimiento de haberse alterado. Solo apretó más a mi gatita contra su pecho.

 

Nada más traspasar el umbral de la puerta de la entrada de la mansión me estremecí por el frío.

 

A unos treinta metros de nosotros estaba Rose forcejeando con un enorme encapuchado que la intentaba subir a una camioneta de color negro. No podría decir qué marca. Había alrededor de sesenta hombres encapuchados y fuertemente armados.

 

—Imbécil, suéltame —escuché como Rose dijo antes de golpearle sus partes nobles y correr hacia nosotros. Sabía hacia donde corría.

 

—Dame a mi hijo —dijo Rose quitándole a Emer al tercer encapuchado antes de empujarlo.

 

Justo antes de que el cuarto encapuchado la tomara cargada por detrás con todo y Emer.

 

El encapuchado que me lleva tomada de la brazo me guió hasta un camioneta ubicada a mi derecha. Al llegar a ella, pude apreciar a mi campeón sentado aun dormido en el asiento trasero con el cinturón de seguridad puesto.

 

Me soltó y abrió la puerta del copiloto y con un movimiento de cabeza me indicó que me suba.

 

Lo obedezco de inmediato. No puedo replicar porque no sé si mis niños pagarían por ello. En cuanto va a cerrar la puerta lo detengo.

 

—Espera. Dámela por favor, está enfermita —pedí con voz suplicante.

 

Él accedió de inmediato dejándola sobre mi regazo. Cerró la puerta, rodó el coche y se subió al asiento del piloto acelerando el coche como en las carreras. Miré sobre mi hombro y Tony iba bien. Apreté más contra mi pecho a mi gatita al ver como el velocímetro subía cada vez más.

 

— ¿Podrías bajar la velocidad? He luchado demasiado por la vida de mis hijos para que tú vengas arrebatárselas en un accidente de coche —dije de forma brusca.

 

No había terminado de hablar cuando ya me estaba mirando, aunque solo duro un segundo, ya que volvió la vista a la carretera y el velocímetro comenzó a disminuir.

 

Condujo como por una hora y media hasta que llegó a una especie de cabaña. Detuvo el coche en la parte trasera ocultando de la vista. Se bajó sin mirarme, abrió la puerta trasera y tomó a Tony en sus brazos. Se encaminó hacia la cabaña dejándome solo con mi gatita dentro de la camioneta.

 

Tenía tantas ganas de huir, había dejado las llaves puestas en el contacto, pero el muy desgraciado se había llevado a Tony.

 

Suspiré profundo y abracé más fuerte a mi gatita.

 

—No permitiré que les hagan daño —susurré besando su frente antes de bajarme y caminar a pasos lentos hacia la cabaña.

 

Entré y observé que la cabaña era pequeña. La cama estaba a un lado de la chimenea a mi izquierda. Una cocina pequeña, al lado de un pequeño refrigerador y de una mesa con dos sillas, estaba a mi derecha. Una única puerta aparte de la entrada, estaba semi abierta y pude ver que era el cuarto de baño.

 

Tony seguía dormido, pero ahora lo hacía cómodamente en la cama con sábanas de color morado y edredón a juego.

 

El encapuchado estaba delante de la chimenea dándome la espalda.

 

Caminé hasta la cama y dejé allí a mi gatita y lo encaré.

 

— ¿Por qué nos traes aquí? —pregunté con los nervios a flor de piel.

 

No sabía que habían hecho con mis hermanas y mis sobrinos. Dónde los habían llevado.

 

El encapuchado se volteó lentamente, se llevó las manos al pasamontañas y poco a poco se lo quitó.

 

Jadeé por la sorpresa.

 

 


 

* ¿Quién será el extraño encapuchado?

 

* ¿Estarán en peligro Bella y los niños?

 

* ¿Qué creerá Edward al ver a Lizzy y a Tony?

 

* ¿Habrá reconciliación o no?

 

 

 


 

Gracias a todos aquellos lectores anónimos que leen esta historia y dejan su voto. También gracias a: Sachiko065, MayaMasenCullen, AstridCullen, BrendiTwilithg, Martha, AngelNegro, Baaarbyguffanti, NathalyR, Bechi, Robsesionada2013, Haf276, Reenes_tylor, Aylin, HindyraCullen, Monica2408, MariaGomez2312, Isabella_256, AndreAlice, Val395, NorblackdPattinson, Vale2Cullens, Ayame, BripatCullen, SablanCullen, Jaedbellsnessi, Yalexa, Honey, Priscy_Cullen, Nenamadilinda, Vikingay, Xiomy, Anayely_29, GloriaCullen, Carocruzz, PrincesaVespa, Kristy_87, SabriiCullen, Zuleidy, LoreeFernandez, Ec07, Silmo, NicoleCullenPattinso, Winney_03, Mafe, Samilan, Adrianav15Diaz@Gmail, Jemi910, ChicaEdward, Rebekah_Mikaelson, Bibi_Cullen_Swan_10, WishanDangel, BeaBell, LoreeIsaCullenSwan, SofiRojas280, Mili_Cullen, Viviana, LucyPattinsonCullen, MimaBells, AymeCullen, Crazy_Jacob_Edwuard, Isvi2507Edward, Micaela Fernandez, Karolay28, Lachopilara, Karenttz3lVulturi, Valegis, RosalieWolfVamp, SofiaCulen, Aleariass, Melii, Nicoli, Maca-c, Jesiflexer, Elenita4_Cullen, Annaris, Andrea_black, Mayita, AnarilRamirez, Hello, OswalgoMonasterius, IsabellaKriste1421, Daryanny Cullen, TikaCullen, Gata, Alexelizabeth, U.u, Silvia Delgado, Vanessita15, Lorena Wwq, Leidy07, Karensiux, Florrr, Cris87, Fabiana, MichelleSwa, Irus, Claudia12, MainReader, CarlaRobPatt4Eve. Por sus comentarios y su voto.

Los capítulos son dedicados a ustedes espero que les gusten.

Besos desde Venezuela.

Capítulo 21: Jasslye Anthonela ¿Swan? Capítulo 23: Es Bella y ¿Son mis hijos?

 


Capítulos

Capitulo 1: El comienzo de esta historia de amor: Capitulo 2: Cumpleaños de Bella: Capitulo 3: La separación: Capitulo 4: Forks: Capitulo 5: Sospecha de embarazo: Capitulo 6: El primer movimiento de los bebés: Capitulo 7: La reacción de Charlie y Angustia por Edward: Capitulo 8: La visita de Don Carlisle Cullen: Capitulo 9: Por fin noticias de Edward: Capitulo 10: Día de las madres: Capitulo 11: El parto de Bella: Capitulo 12: Elizabeth Marie y Ethan Anthony Cullen Swan: Capitulo 13: Bautizo de los bebés y El viaje a Bostón: Capitulo 14: El prrimer cumpleaños de los bebés y La aparición de Jacob: Capitulo 15: Paseo con Ethan y Elizabeth: Capitulo 16: El embarazo de Rosalie: Capitulo 17: Altercado con Charlie y El parto de Rosalie: Capitulo 18: Desde el inicio de la relación hasta el encuentro con Elizabeth: Capitulo 19: Una visita inesperada: Capitulo 20: Búsqueda de Bella: Capitulo 21: Jasslye Anthonela ¿Swan? Capitulo 22: Después de diez años vuelvo a verte: Capitulo 23: Es Bella y ¿Son mis hijos? Capitulo 24: Una maravillosa noche Capitulo 25: La cabaña y La visita de Tanya Capitulo 26: Compromiso Capitulo 27: Estoy embarazada Capitulo 28: El gran día Capitulo 29: Luna de miel y Celos Capitulo 30: Enfrentamientos, Risas y Amenazas Capitulo 31: ¿Que es el sexo? Capitulo 32: James Capitulo 33: El secuestro de Tony, Bella y Lizzy Capitulo 34: Parto de Bella Capitulo 35: Regreso del pasado Capitulo 36: Alianza inesperada Capitulo 37: Vulturi, ¡firmaron su sentencia de muerte! Capitulo 38: ¡No debieron tocar lo que más amo! Capitulo 39: ¡Enfrentame como honmbre Demetri! Voy a matarte con mis propias manos Capitulo 40: No me dejes, Edward

 


 
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