El amor siempre vence a pesar de todo (+18)

Autor: isakristen
Género: Romance
Fecha Creación: 17/01/2013
Fecha Actualización: 25/08/2022
Finalizado: NO
Votos: 188
Comentarios: 473
Visitas: 360151
Capítulos: 40

Summary: Dos poderosas familias de la mafia enfrentadas desde hace generaciones por dominar la ciudad. Pero serán las hijas Charlie Swan: Rosalie, Alice e Isabella y los hijos de Carlisle Cullen: Emmett, Jasper y Edward quienes decidan que ya era hora de acabar con ese absurdo enfrentamiento Sin ser consciente del horror que se desataría al final, al enfurecer al que creían su mayor aliado.

 

Prologo:

Bella una adolescentes de 14 años, hija menor de Charlie Swan uno de los mafiosos más peligrosos de Chicago. Novia de Edward Cullen un adolescentes de 16 años hijo del mafioso Carlisle Cullen.

Su amor puro e inmenso era amenazado por sus familias, quienes desde hace años tenían una rivalidad por el dominio del poder. Ellos al enterarse de la relación amorosa de los jóvenes deciden separarlos y enviarlos lejos. Sin saber que su amor ya había dado frutos, unas pequeñas personitas que iban protegidas en el vientre de su madre, la cual los unirían para siempre. Dos niños con la marca del sol naciente en el brazo izquierdo de los Swan como la media luna en el brazo derecho de los Cullen.

Diez años después su amor seguía intacto, más grande que antes y ellos estarán listos e dispuestos a luchar por él y por su felicidad, uniendo así ambas familias. Quienes tendrían que unirse y luchar por la misma causa. Dos niños intocables por ambos bando, siendo su talón de Aquiles. Y sus enemigos no dudaran en utilizarlos, matando así dos pájaros de un tiro; rompiendo en el camino el acuerdo llegado desde hace generaciones de no incluir en la rivalidad a las mujeres y a los niños.

  


 "Los personajes más importante de esta historia son propiedad de Stephanie Meyer pero la trama es mía y no esta permitido publicarla en otro sitio sin mi autorización"

 


 

 Historia registrada por SafeCreative bajo el código 1307055383584. Cualquier distribución, copia o plagio del mismo acarrearía las consecuencias penales y administrativas pertinentes.

 


 

 Traíler de esta historia ya esta en youtube y en mi grupo  en facebook "Entre mafiosos y F.B.I"


Link del grupo de Facebook

https://www.facebook.com/groups/1487438251522534/

 Este es el Link del trailer: 

http://www.youtube.com/watch?v=BdakVtev1eI&feature=youtu.be

 

 


Hola las invito a leer mi Os se llama: Si nos quedara poco tiempo.

http://lunanuevameyer.com/salacullen?id_relato=4201

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Capítulo 8: La visita de Don Carlisle Cullen:

Capítulo beteado por Manue Peralta, Beta FFAD

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La visita de Don Carlisle Cullen.

 

BPov.

 

Estábamos a mediados del mes de marzo, mi embarazo iba perfectamente.

 

Mis bebés pasaban prácticamente todo el día moviéndose. Tenía que llamar a las locas de mis hermanas cuando ocurría, en caso de que ninguna de las dos se encontrara a mí lado —aunque eso ocurría muy raro—.

 

La razón por la que lo hacía, era porque me amenazaron con llevarme todo un día entero de compras, si llegaban a perderse de un solo movimiento.

 

Mis náuseas y vómitos matutinos desaparecieron completamente, solo quedaba mis asco por le café y mis locos antojos.

 

Cuando me desperté esa mañana ninguna de mis hermanas se encontraban conmigo, ni en la cama ni dentro de la habitación. Me levanté perezosamente y me adentré en mi cuarto de baño. Hablé con mis bebés como todas las mañanas y me duché rápidamente.

 

Estos días he andado en automático, no podía respirar bien ni me sentía con mucho ánimo hasta que no volviera mi Bubú de su viaje a Chicago con noticias de Edward.

 

Me vestí con un vestido ligero de un tono verde esmeralda, tan parecido a los bellos ojos de Edward. El vestido dejaba en evidencia el estado avanzado de mi embarazo, me coloqué unas bailarinas blancas con un lazo del mismo tono que mi vestido, todo cortesía de Alice y la que no podía faltar una cazadora de color blanco con detalles en color verde.

 

Salí de mi habitación bajando con cuidado las escaleras, mis hermanas me esperaban en el recibidor; en esta ocasión solo íbamos nosotras tres a mi consulta con la gineco-obstetra. Mi Bubú llegaría al finalizar la tarde.

 

Había hablado con ella días atrás para que cuando fuera a su consulta médica me averiguara que había ocurrido con Edward todo este tiempo, por eso me encontraba distante, ansiosa, expectante y feliz por poder a llegar a tener noticias del hombre que más amo en este mundo.

 

—Bella, no te preocupes, todo estará bien, ya verás —murmuró Rosalie pasando su brazo por el mío cuando llegué a su lado.

 

—Edward ha estado bien, él es fuerte —dijo Alice a su vez. No podía hablar, pues si llegaba hacerlo rompería en llanto, así que solo me límite a asentir con la cabeza.

 

—Vamos, que ya quiero saber qué serán mis sobrinos-ahijados-hijos —exclamó Rose entusiasmada.

 

—Estoy contigo Rose, así sabré como decorar sus habitaciones —dijo Alice con el mismo entusiasmo—. Ah, no se me debe olvidar el refresco.

 

Sabía que debía ser fuerte y no dejarme desmoronar por mis hijos, ellos eran mi pilar, mi puerto seguro en este tiempo de agonía.

 

Salimos de la casa con Sam en el mismo coche que nosotras, mientras que Paúl y Embry nos seguían en el Ferrari rumbo al hospital de Forks.

 

Me bajó sin importarme nada a mí alrededor, no saludé a la señora Cope y a la señora Smith como siempre, mis ánimos andaban por el suelo. Llegué al vestíbulo de paredes rosadas. Ahora me encontraba sentada en estas molestas sillas como cada mes, solo que ahora no me encontraba feliz como siempre, sino ansiosa.

 

Alice me había obligado a tomar casi un litro del dichoso refresco.

 

Recosté mi cabeza en el hombro de Rose, comencé a pasar suavemente mi mano derecha sobre mí vientre y me concentré en la conversación que tuve con mi Bubú donde accedió a conseguir noticias de Edward.

 

Flashback:

 

Mi Bubú se encontraba en su despacho y yo no hacía más que caminar hacía más de dos horas fuera de las puertas de robles de su despacho, prácticamente haciendo un agujero. Pero no encontraba el suficiente valor para llamar y entrar. Respiré profundamente y toque ligeramente la puerta.

 

—Adelante —invitó mi Bubú desde adentro, respiré unas cuantas veces más y acaricié mi vientre.

 

—Aquí vamos bebés, a conseguir información de su padre —susurré bajito a modo tranquilizador ya que ellos no paraban de moverse.

 

Abrí la puerta que me dio acceso a una sala de techos altos con vigas de madera y de grandes ventanales orientadas hacia el oeste. Las paredes también estaban revestidas con paneles de madera más oscura que la del vestíbulo, allí donde estaba se podía ver, ya que unas estanterías que llegaban por encima de mi cabeza, ocupaban la mayor parte de la superficie. Contenía muchos libros, unos que jamás he visto en mi vida. Mi Bubú se sentaba en un sillón de cuero detrás del enorme escritorio de caoba. Acababa de poner los papeles que estaba leyendo encima del escritorio junto con sus lentes.

 

— ¿Qué puedo hacer por ti? —preguntó con un tono agradable mientras se levantaba del sillón.

 

—Quería preguntarte algo —contesté un poco asustada. Asintió y se sentó en el sofá de cuero negro que se encontraba a mi derecha palmeando a su lado. Caminé y me senté donde me indicó, recosté mi cabeza en su regazo.

 

—Dime mi Nina, ¿qué te inquieta? —susurró mientras comenzaba a acariciar mi cabello.

 

—Bubú… ¿tú has sabido algo de Edward? —pregunté yendo directo al grano. Sacudió la cabeza negando.

 

—Sabes que tú padre está molesto porque te di mi apoyo, no me diría nada y antes de eso no se nada —argumentó acariciando mi vientre—. ¿Por qué la pregunta?

 

Comencé a sollozar y susurré entrecortadamente.

 

—Es que Rose… me dijo… que había… escuchado que… Edward estaba… muy golpeado… cuando viajó.

 

Ella siguió acariciando mi cabello.

 

—Ya mi Nina, no llores —dijo limpiando mis lágrimas—. ¿Quieres que cuando viaje a Chicago averigüe de él?

 

Asentí con la cabeza mientras sorbía por la nariz.

 

—Si Bubú, por favor —le pedí ya un poco más calmada. ¡Malditas hormonas no me podían dejar en paz! Por lo menos en esta conversación. La cual es muy importante para mí.

 

Fin Del Flashback.

 

Por eso ella no se encontraba hoy aquí conmigo en estas feas sillas, esperando mi llamaba en la cita mensual para saber la salud de mis bebés.

 

"Edward espero de corazón que estés bien. Nuestros hijos y yo te amamos y te estaremos esperando."

 

—Isabella Swan —me llamó la doctora. Era mi turno. Me levanté de mi silla y acompañada por mis hermanas entré al consultorio, la doctora preguntó con una sonrisa—. Hola Bella, ¿cómo has estado?

 

—Bien —respondí sin devolverle la sonrisa.

 

— ¿Ocurre algo? —preguntó confundida mirando a mis hermanas.

 

—Bella no ha estado bien emocionalmente en estos últimos días —respondió Rose acariciando mi cabello. La doctora asintió a modo de entendimiento y comprensión.

 

—No estaré bien hasta que no tengas noticias de Edward —murmuré unos minutos después de un silencio incómodo.

 

—Bella, no debes de alterarte, lo sabes ¿verdad? —dijo amablemente la doctora Banner.

 

Asentí con la cabeza.

 

—Lo sé, pero no puedo evitarlo —susurré con la voz rota por el llanto, que ya estaba derramando sin siquiera darme cuenta. Con la vista borrosa vi como la doctora se levantaba de su asiento y caminaba hacía mí y me abrazó.

 

—No te preocupes Bella, él es fuerte así como tú y tus bebés —dijo en mi oído y acarició mi vientre—. Nada malo le va a pasar, ¿sabes por qué? —preguntó mirándome a los ojos, negué con la cabeza—. Edward sabe que lo estas esperando y hará todo lo posible por estar bien.

 

—Está bien, tienen razón —dije dejando de llorar y limpiando mis lágrimas—. Debo ser fuerte por él y por nuestros hijos.

 

Acaricié mi vientre con una tonta sonrisa en la cara.

 

—Eso está muy bien, Bella —dijo la doctora Banner caminando hacia la mesa donde tenía todo sus instrumentos—. Ahora, ¿cómo se han portados esos hermosos bebés?

 

—Perfectamente, no puedo tener ni una queja de ellos —aseguré, muy orgullosa de ellos.

 

—Ven, vamos a pesarte —me llamó. Como pude me levanté de mi silla y caminé hasta subirme al peso, al terminar me bajé y volví a sentar, estirando mi brazo en el proceso. La doctora tomó mi presión y la anotó en mi ficha—. Vamos al cuarto de los ultrasonidos.

 

La acompañamos y el camino lo hicimos entre risas por sus comentarios y las locuras de Alice, cada vez que gustaba esta doctora.

 

—Acuéstate en la camilla y ya sabes qué hacer.

 

La obedecí, subiéndome en la camilla con ayuda de Alice, quien me subió el vestido y dejó libre mi enorme vientre, la doctora colocó el gel y me estremecí involuntariamente.

 

—Si se dejan ver, podremos identificar el sexo —subrayó, cuando comenzó a pasar suavemente el aparatito—. Ya tienes veintiséis semanas y tres días y pesan setecientos setenta y dos gramos y miden treinta y cinco coma siete centímetros. A partir de ahora van a comenzar a acumular grasa y ganaran más peso.

 

Asentí con la cabeza.

No importaba cuántas veces los viera, me sentía inmensamente feliz y orgullosa de ellos.

 

—Ya abren y cierran las manos y ojos, su corazón y sistema nervioso y respiratorio ya están formados totalmente. Felicidades, tendrás un hermoso niño y a una hermosa niña —dijo sonriendo mirando fijamente la pantalla.

 

Mi cerebro recreó la imagen más maravillosa que había conjurado antes: un niño y una niña diminutos con los ojos verdes de Edward, acurrucados felices y hermosos en mis brazos.

 

Esperaba que tuvieran el rostro de Edward, sin ninguna interferencia del mío.

 

Era divertido ver lo decisiva y completamente necesaria que se había vuelto esta visión. Donde antes sólo había una sola cosa sin la cual no podía vivir, ahora había tres.

 

En estas semanas mi corazón había crecido el triple y todo ese espacio extra fue llenado por mis hijos, el crecimiento casi daba mareo.

 

— ¿De verdad? —preguntó Alice dando saltitos y aplausos por toda la habitación.

 

—Si Alice, mira —dijo señalando la pantalla donde se veía en todo su esplendor el sexo de mis bebés—. Oh mira, tu bebé es tímido, cerró las piernas y además sobre protector, mira cómo cubre a su hermana.

 

—Ay Dios, bebé —exclamé acariciando la imagen de la pantalla—. Me saldrás igual de tonto sobre protector que tú padre.

 

Estaba tan feliz que no pude contenerme y comencé a llorar.

 

—Bueno, eso es todo Bella, puedes limpiarte —me indicó pasándome una toallita húmeda, paro la imagen—. Te sacaré una foto.

 

Salió del cuarto dirigiéndose a su escritorio.

 

Rosalie ya me había limpiado el vientre y me ayudaba a bajar cuando susurró con voz entrecortada por el llanto que derramaba.

 

—Estoy tan feliz… voy a tener… un sobrino y una sobrina.

 

—Por fin podré decorar sus habitaciones y antes de que se me olvide —dijo caminando a mi lado—. Bella no podrás verlas hasta que nazcan.

 

— ¿Por qué? —pregunté haciendo un puchero y la carita del gato con botas de Shrek.

 

—Por que lo digo yo y no insistas —me retó Alice. Le rodé los ojos.

 

—Soy la madre, tengo derecho —dije un poco disgustada.

 

—Yo soy su tía-madrina-mamá, además de la decoradora y tengo todo el derecho de prohibírtelo —dijo señalándome con su dedo acusador. Me encogí de hombros y lo dejé pasar, nunca podría ganarle a Alice.

 

—Como quieras, pero quiero que todo esté perfecto —dije yo ahora señalándola con el dedo. Alice comenzó a dar saltitos.

 

—Gracias Bella, verás como no te arrepientes —me aseguró antes de abrazarme fuertemente.

 

Llegamos hasta donde nos esperaba la doctora Banner.

 

—Toma Bella —me tendió un sobre blanco—. Nos vemos dentro de unas semanas y no te alteres.

 

—Gracias y hasta pronto —me despedí y caminé hasta la puerta, cuando estaba por salir la doctora me detuvo.

 

—Bella…

 

— ¿Si? —dije volteándome a verla.

 

—Cuídate.

 

Asentí y cerré la puerta. Caminé en búsqueda de mis hermanas, que ya me esperaban frente al ascensor con mi cita en las manos de Rosalie.

 

—Vámonos, nos estamos muriendo de hambre —dije haciendo un puchero y acariciando mi vientre.

 

—Si, yo también, ¿quieren ir a alguna parte en especial? —preguntó Alice con una sonrisa, Rose y yo negamos con la cabeza—. ¿Podemos ir a Port Ángeles?

 

Rosalie y yo nos miramos confundidas para luego voltearnos hacía ella.

 

— ¿Qué tramas duende? —pregunté un poco asustada. Alice me rodó los ojos.

 

—Nada, sólo que hoy va a ocurrir algo importante —dijo como si nada. La miré confundida.

 

Salimos del hospital y caminamos hasta nuestro coche.

 

— ¿Qué quieres decir? —pregunté montándome.

 

—No te asustes, hoy va a ocurrirte algo importante —respondió con una sonrisa y sus ojos color miel perdidos en algún punto lejano.

 

— ¿A dónde? —preguntó Sam mirándonos sobre su hombro.

 

—Port Ángeles Sam, por favor —respondió Alice, para luego colocarse unos audífonos y cerrar sus ojos, dando a entender que no quería que la molestáramos con preguntas.

 

—Creo que volvieron sus dotes de adivina —susurró Rose solo para que yo la escuchara.

 

—Creo que si —confirmé de vuelta—. Pero no entiendo eso de que me va a ocurrir algo importante.

 

Rose solo se encogió de hombros.

 

—Yo tampoco, pero, ¿qué se puede hacer? Ya está bien loca —dijo seria para luego estallar en carcajadas, yo la seguí unos segundos después.

 

— ¿A qué parte de Port Ángeles? —preguntó Sam logrando calmarnos de nuestro ataque de risas.

 

—No lo sabemos —dije encogiéndome de hombros—. Al mejor centro comercial.

 

En cuarenta minutos después nos detuvimos en el centro comercial llamado "El Sambil," fue en ese momento que Alice decidió salir de su burbuja.

 

— ¿Llegamos? —preguntó con voz adormilada.

 

—Si —asentí bajándome del coche con ayuda de Sam, caminamos hasta la entrada.

 

— ¿Qué hacemos ahora? —preguntó Rose nada más entrar.

 

—Primero a desayunar, por favor —supliqué con un tierno puchero.

 

—Bien, subamos al segundo piso y busquemos el área de comida —dijo Rosalie tomándome de las manos y caminando hasta las escaleras eléctricas.

 

—Vamos a esa cafetería —dijo Alice señalando su objetivo cuando ya llevábamos como cinco minutos caminando en la planta de arriba.

 

La cafetería no estaba llena, solo una cuantas mesas dispersas. Nos sentamos en una de las mesa vacías que estaba cerca de las puertas, para que Sam y los demás pudieran vernos con facilidad desde la plaza de donde nos esperaban.

 

—Buenos días, soy Ámbar y seré su camarera. ¿Qué van a ordenar? —preguntó una chica bajita, de piel canela, ojos negros y con cabello negro en una coleta alta.

 

—Para mí una ensalada de frutas y zumo de naranja, por favor —pedí amablemente.

 

—A mí unas tortillas de huevo con beicon y un chocolate caliente —pidió Alice a su vez.

 

—Yo también quiero una ensalada de frutas con un zumo de naranja —esta vez fue Rosalie la que ordenó.

 

—Ya les traigo su pedido, con permiso.

 

El desayuno llegó diez minutos más tarde, lo tomamos en silencio.

 

Ahora nos encontrábamos caminando por los pasillos del centro comercial, ya no aguantaba mis pies, habíamos entrado como a siete tiendas donde Alice y Rosalie compraron a su gusto.

 

Al cruzar la esquina de la tienda "Victoria Secret" por fin encontré la tienda que buscaba. Mis hermanas entraron a la tienda a comprar lencería de última moda y yo me escabullí sin que Sam si diera cuenta, quería comprarles ropas a mis bebés sin que Alice tuviera revoloteando a mí alrededor.

 

Solo me faltaba un par de metros para llegar a mi objetivo, cuando alguien me tomó suavemente del brazo derecho y me condujo hasta el servicio de señoras que se encontraba allí cerca.

 

Mi corazón latía rápidamente en mi pecho, parecía que se me iba a salir por la boca.

 

Me maldije mentalmente por separarme de Sam y exponer a mis hijos a algún peligro, comencé a llorar. Mis bebés se movieron agitadamente. Como pude coloqué mis manos protegiendo mi vientre.

 

—No nos lastime, por favor —supliqué con la voz rota por el llanto.

 

—Nunca lo haría —aseguró una voz demasiado conocida para mí, pero no recordaba donde la había escuchado antes—. Ahí llevas algo muy importante.

 

Me soltó suavemente, ayudándome a quedar estabilizada antes de darme la vuelta.

 

Al posar mi vista sobre ese desconocido un jadeo salió de mi boca y mis ojos se abrieron por la sorpresa, me tapé la boca con una mano, mientras que la otra seguía sobre mi vientre.

 

—Nos volvemos a ver, pequeña Isabella —dijo sonriéndome intentando así tranquilizarme—. Tanto tiempo sin vernos.

 

—Don Carlisle —susurré.

 

—Veo que has estado muy bien —aseveró mirándome fijamente mi abultado vientre—. ¿Cuánto tiempo tienes?

 

—Casi 27 semanas —respondí un poco asustada. Temía que él fuera a reaccionar como mi padre y yo me encontraba aquí sola, sin nada que pudiera ayudarme. Pero me equivoqué, sus ojos se iluminaron y se le llenaron de lágrimas.

 

— ¿Sabes qué es? —preguntó con una sonrisa, asentí con la cabeza—. ¿Me puedes decir?

 

—Hoy me enteré: es un niño y una niña —respondí mientras acariciaba mi vientre. Mis hijos se movían mucho.

 

—Gemelos. —lo escuché susurrar asombrado. Me quedé callada, no me movía, solo respiraba porque debía hacerlo—. ¿Cómo lo tomó tú padre?

 

En ese momento comenzó a sonar su celular, lo sacó del bolsillo, miró la pantalla y caminó hasta quedar situado en la puerta de salida, se llevó el celular al oído.

 

—Esme hablamos más tarde, llego dentro de unas horas —dijo nada más atender.

 

—Don Carlisle, debo irme —susurré mirándolo fijamente. Posó su mirada en mí y murmuró en el teléfono antes de cortar.

 

—Hablamos cuando llegue.

 

—De verdad debo irme, me deben estar buscando.

 

—No me respondiste, ¿cómo lo tomó tú padre? —preguntó de nuevo. Suspiré, si quería salir de aquí debía responderle con la verdad.

 

—No muy bien —respondí con una mueca.

 

—Me lo puedo imaginar —murmuró con una sonrisa—. ¿Puedo?

 

Señaló mi vientre. Asentí con la cabeza y quité mis manos.

 

Se acercó a mí caminando despacio y posó tiernamente sus dos manos, sus ojos se llenaron nuevamente de lágrimas cuando sintió a sus nietos moverse.

 

— ¿Están bien? —preguntó al retirar sus manos unos minutos después.

 

—Si, perfectamente. Son grandes y fuertes como Edward —respondí con una enorme sonrisa.

 

Asintió y volvió a colocar sus manos y se arrodilló frente a mí.

 

—Hola bebés, soy su abuelito Carlisle —susurró con lágrimas en los ojos, me moví inquieta.

 

—Debo irme, mis hermanas y Sam me deben andar buscando —le expliqué dando un paso atrás, él se levanto y asintió con la cabeza—. Pero antes me gustaría saber de Edward.

 

Me miró fijamente a los ojos, luego bajó su vista hasta mi vientre y suspiró en forma de rendición.

 

—Edward está bien con sus tíos, los Denali, en Londres.

 

Asentí con la cabeza. Las palabras no me salían, sentía un nudo en la garganta.

 

— ¿Le va a decir? —pregunté con la esperanza de que Edward pudiera enterarse de la existencia de nuestro hijos.

 

—No puedo decirle, lo pondría en peligro. Él no dudaría en venirte a buscar y tú padre podría hacerle daño, no puedo arriesgar la vida de mi hijo así, espero que me entiendas —explicó antes de sorprenderme con un abrazo—. Por favor cuídate y a ellos.

 

—No necesita pedirlo, ellos son mi vida —dije al separarme de él—. Debo irme.

 

Salí primero del baño y al fijar mi vista en la tienda donde antes había visto a mis hermanas entrar, ellas venían saliendo de lo más risueñas, Sam y los demás se les reunieron.

 

— ¿Y la señorita Isabella? —preguntó Sam, mirando a mis hermanas luego a la tienda.

 

—Allí, ¿no la viste salir al baño? —respondió Alice señalándome y guiñándome un ojo. A esto se refería que me iba a ocurrir algo importante. Sam me miró fijamente.

 

—Debía ir al baño, no me iba a ocurrir nada ni mucho menos escaparme, cómo lo hago con esta enorme barriga. —dije seria antes de reírme.

 

—Bella, allí hay una tienda de bebés —señaló Rosalie, antes de tomarme del brazo y llevarme caminando a su lado, no dudamos en entrar a la tienda.

 

—Luego nos cuentas todo —susurró Alice en mi oído. Asentí con la cabeza.

 

—Buenos días, ¿en qué puedo ayudarlas? —saludó amablemente la encargada del lugar. Era una mujer de estatura normal, piel trigueña, ojos cafés, cabello corto hasta la altura de los hombros de un color negro.

 

—Buenos días, ¿nos podría indicar la sección de recién nacidos, por favor? —pregunté amablemente.

 

—Por supuesto, vengan por aquí —dijo conduciéndonos por un largo pasillo—. ¿Buscan de niño o niña?

 

—Ambos —respondí con una enorme sonrisa.

 

—Aquí es, cualquier cosa me avisan —dijo antes de marcharse y dejarnos frente a unos estante y perchas llenos de ropa y demás accesorios.

 

—Bella, en lo único que vas a participar es en esto, del resto nos encargamos Rose y yo —dijo Alice situándome frente a un gran estante pintado de blanco donde había mucha ropita dobladas—. Ahorita volvemos, Sam que no se mueva de aquí.

 

Con mi vista periférica vi como Sam asentía.

 

Alice salió danzando con unos pasos de bailarinas de mi vista seguida por Rose, Paúl y Embry. Me quedé sola junto a Sam. No le di mucha importancia a su presencia y comencé a ver la ropa y a dejar la que me gustaba en mis brazos: monitos rosas y azul, verdes y blancos, amarillos y rojos; franelitas del mismo color, medias, gorritos, manoplas, escarpines todas haciendo juego, enterizos, vestiditos, mantas, toallas, pañales de tela.

 

—Colóquelo aquí señorita Isabella —dijo Sam mostrándome una cesta que tenía en sus manos.

 

—Gracias —respondí con las mejillas ruborizadas, colocando todo en la cesta—. ¿Me podrías pasar esos juegos de teteros por favor, Sam? Es que no alcanzo.

 

Me bajó lo indicado del estante de arriba.

 

—Oye Sam, ¿qué dices? —pregunté mostrándole un vestido de marinerita con su sombrerito y sus medias en una mano y en la otra un conjunto también de marinerito con su sombrerito y medias. Mis hijos se verían espectaculares con esto.

 

—Son lindos —respondió con una sonrisa, era la primera vez que lo veía sonreír desde que lo conocía. Los coloqué en la cesta y cuando iba a tomar unas bellas sonajeras, alguien me arrastró lejos del estante.

 

—Con eso está más que bien —me dijo Alice cuando llegamos a la caja—. Del resto me encargo yo.

 

—Alice por favor —repliqué enojada—. Son mis hijos.

 

Ella solo me rodó los ojos.

 

—Ya te dije que me encargaba yo —dijo cortante.

 

No me quedó más que aceptar sin poder llegar a replicar, cancelamos la cuenta con mi tarjeta de crédito. Dio una suma bastante elevada, no me importaba los precios, mis hijos tendría lo mejor.

 

Salimos de la tienda con Sam, Paúl y Embry cargando nuestras bolsas rumbo al estacionamiento. Estaba muy cansada.

 

Al pasar por el frente de una tienda de osos de peluches, vi a Don Carlisle que me saludó con un movimiento de cabeza y una sonrisa en el rostro, levanto dos osos de peluches que tenía en sus manos, uno rosa y otro azul, en la camisa que traen puesta estaba grabado en letras doradas "Papá los ama" . Le correspondí la sonrisa y seguí caminado junto a mis hermanas hasta llegar al coche y subirme, en lo que el coche arrancó recargué mi cabeza en el hombro de Alice y caí en la inconsciencia.

 

 

 


 

Gracias a todos aquellos lectores anónimos que leen esta historia y dejan su voto. También gracias a: Sachiko065, MayaMasenCullen, AstridCullen, BrendiTwilithg, Martha, AngelNegro, Baaarbyguffanti, NathalyR, Bechi, Robsesionada2013, Haf276, Reenes_tylor, Aylin, HindyraCullen, Monica2408, MariaGomez2312, Isabella_256, AndreAlice, Val395, NorblackdPattinson, Vale2Cullens, Ayame, BripatCullen, SablanCullen, Jaedbellsnessi, Yalexa, Honey, Priscy_Cullen, Nenamadilinda, Vikingay, Xiomy, Anayely_29, GloriaCullen, Carocruzz, PrincesaVespa, Kristy_87, SabriiCullen, Zuleidy, LoreeFernandez, Ec07, Silmo, NicoleCullenPattinso, Winney_03, Mafe, Samilan, Adrianav15Diaz@Gmail, Jemi910, ChicaEdward, Rebekah_Mikaelson, Bibi_Cullen_Swan_10, WishanDangel, BeaBell, LoreeIsaCullenSwan, SofiRojas280, Mili_Cullen, Viviana, LucyPattinsonCullen, MimaBells, AymeCullen, Crazy_Jacob_Edwuard, Isvi2507Edward, Micaela Fernandez, Karolay28, Lachopilara, Karenttz3lVulturi, Valegis, RosalieWolfVamp, SofiaCulen, Aleariass, Melii, Nicoli, Maca-c, Jesiflexer, Elenita4_Cullen, Annaris, Andrea_black, Mayita, AnarilRamirez, Hello, OswalgoMonasterius, IsabellaKriste1421, Daryanny Cullen, TikaCullen. Por sus comentarios y su voto.

Los capítulos son dedicados a ustedes espero que les gusten.

Besos desde Venezuela.

Capítulo 7: La reacción de Charlie y Angustia por Edward: Capítulo 9: Por fin noticias de Edward:

 


Capítulos

Capitulo 1: El comienzo de esta historia de amor: Capitulo 2: Cumpleaños de Bella: Capitulo 3: La separación: Capitulo 4: Forks: Capitulo 5: Sospecha de embarazo: Capitulo 6: El primer movimiento de los bebés: Capitulo 7: La reacción de Charlie y Angustia por Edward: Capitulo 8: La visita de Don Carlisle Cullen: Capitulo 9: Por fin noticias de Edward: Capitulo 10: Día de las madres: Capitulo 11: El parto de Bella: Capitulo 12: Elizabeth Marie y Ethan Anthony Cullen Swan: Capitulo 13: Bautizo de los bebés y El viaje a Bostón: Capitulo 14: El prrimer cumpleaños de los bebés y La aparición de Jacob: Capitulo 15: Paseo con Ethan y Elizabeth: Capitulo 16: El embarazo de Rosalie: Capitulo 17: Altercado con Charlie y El parto de Rosalie: Capitulo 18: Desde el inicio de la relación hasta el encuentro con Elizabeth: Capitulo 19: Una visita inesperada: Capitulo 20: Búsqueda de Bella: Capitulo 21: Jasslye Anthonela ¿Swan? Capitulo 22: Después de diez años vuelvo a verte: Capitulo 23: Es Bella y ¿Son mis hijos? Capitulo 24: Una maravillosa noche Capitulo 25: La cabaña y La visita de Tanya Capitulo 26: Compromiso Capitulo 27: Estoy embarazada Capitulo 28: El gran día Capitulo 29: Luna de miel y Celos Capitulo 30: Enfrentamientos, Risas y Amenazas Capitulo 31: ¿Que es el sexo? Capitulo 32: James Capitulo 33: El secuestro de Tony, Bella y Lizzy Capitulo 34: Parto de Bella Capitulo 35: Regreso del pasado Capitulo 36: Alianza inesperada Capitulo 37: Vulturi, ¡firmaron su sentencia de muerte! Capitulo 38: ¡No debieron tocar lo que más amo! Capitulo 39: ¡Enfrentame como honmbre Demetri! Voy a matarte con mis propias manos Capitulo 40: No me dejes, Edward

 


 
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