El amor siempre vence a pesar de todo (+18)

Autor: isakristen
Género: Romance
Fecha Creación: 17/01/2013
Fecha Actualización: 25/08/2022
Finalizado: NO
Votos: 187
Comentarios: 473
Visitas: 339679
Capítulos: 40

Summary: Dos poderosas familias de la mafia enfrentadas desde hace generaciones por dominar la ciudad. Pero serán las hijas Charlie Swan: Rosalie, Alice e Isabella y los hijos de Carlisle Cullen: Emmett, Jasper y Edward quienes decidan que ya era hora de acabar con ese absurdo enfrentamiento Sin ser consciente del horror que se desataría al final, al enfurecer al que creían su mayor aliado.

 

Prologo:

Bella una adolescentes de 14 años, hija menor de Charlie Swan uno de los mafiosos más peligrosos de Chicago. Novia de Edward Cullen un adolescentes de 16 años hijo del mafioso Carlisle Cullen.

Su amor puro e inmenso era amenazado por sus familias, quienes desde hace años tenían una rivalidad por el dominio del poder. Ellos al enterarse de la relación amorosa de los jóvenes deciden separarlos y enviarlos lejos. Sin saber que su amor ya había dado frutos, unas pequeñas personitas que iban protegidas en el vientre de su madre, la cual los unirían para siempre. Dos niños con la marca del sol naciente en el brazo izquierdo de los Swan como la media luna en el brazo derecho de los Cullen.

Diez años después su amor seguía intacto, más grande que antes y ellos estarán listos e dispuestos a luchar por él y por su felicidad, uniendo así ambas familias. Quienes tendrían que unirse y luchar por la misma causa. Dos niños intocables por ambos bando, siendo su talón de Aquiles. Y sus enemigos no dudaran en utilizarlos, matando así dos pájaros de un tiro; rompiendo en el camino el acuerdo llegado desde hace generaciones de no incluir en la rivalidad a las mujeres y a los niños.

  


 "Los personajes más importante de esta historia son propiedad de Stephanie Meyer pero la trama es mía y no esta permitido publicarla en otro sitio sin mi autorización"

 


 

 Historia registrada por SafeCreative bajo el código 1307055383584. Cualquier distribución, copia o plagio del mismo acarrearía las consecuencias penales y administrativas pertinentes.

 


 

 Traíler de esta historia ya esta en youtube y en mi grupo  en facebook "Entre mafiosos y F.B.I"


Link del grupo de Facebook

https://www.facebook.com/groups/1487438251522534/

 Este es el Link del trailer: 

http://www.youtube.com/watch?v=BdakVtev1eI&feature=youtu.be

 

 


Hola las invito a leer mi Os se llama: Si nos quedara poco tiempo.

http://lunanuevameyer.com/salacullen?id_relato=4201

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Capítulo 18: Desde el inicio de la relación hasta el encuentro con Elizabeth:

 Pov Edward:

Relato de todo y el encuentro con Elizabeth

 

 

Mi nombre es Edward Anthony Cullen Masen tengo 21 años y soy el hijo menor de Carlisle Anthony Cullen y Esme Elianna Masen, mis hermanos mayores son Emmett Anthony de 25 años y Jasper Anthony de 23 años, vivimos en Chicago, Illinois… oh bueno vivía hasta hace cinco años, ya que Carlisle, por que desde ese momento dejo de ser mi padre. Me obligo a mí y a mis hermanos a vivir en Londres con Carmen mi tía, hermana menor de mi madre, junto con su esposo Eleazar Denali y sus hijas Irina, Kate y Tanya Denali Masen. Solo por que me enamore, me enamore perdidamente de una hermosa castaña, la mujer más bella del mundo. Mi mujer, por que eso es desde hace cinco años, aunque ahora este casada con ese perro de Jacob Black, el cual no conocía pero ya odia por atreverse a tocar lo que es mío. Aunque sé que no puedo culparlo de haberse enamorado y logrado conquistarle el corazón de mi Bella. Mi dulce Bella… ella que es tan cariñosa, comprensiva, leal, desinteresada, perfecta, la más hermosa. La hecho tanto de menos, la extraño tanto, extraño ese olor a fresias que la caracterizaba, sus hermosos sonrojos, esos hermosos y extraños ojos, extraños por los profundos, de color marón, que de tan oscuro casi parecían opacos, pero a la vez tan comunicativos. Ella es tan frágil, tan pequeña, por una parte me alegraba que hubiese encontrado a alguien que la protegiera… cuando me vi obligado a dejar de hacerlo. Pero por otro lado me entraban unas ansias de sangre, quería ir a matarlo. Por que ella es MIA.

 

Siempre me pregunto ¿Por qué? Por qué me destrozaron el corazón que ha dejado de latir desde ese momento, convirtiéndose en una roca fría sin vida. Qué culpa tenemos nosotros que el abuelo de mi abuelo Anthony haya perdido el amor de Meredith Luthor en menos de Teodoro Swan. Si, por culpa de ellos fue que comenzó está guerra tan estúpida y sin sentido que nos mantiene alejados de la razón de nuestra existencia. En mí caso “mi Bella” en el de Emmett “su osita Rosalie” y en el de Jasper “su pelinegra Alice” ya que por mi culpa ellos también fueron separados de sus amores. No es que mi padre supiera que ellos andaban, pero para evitar que me pasaran recados. Volviendo a como inicio esta rivalidad entre las dos familias, ellos era socios, ellos crearon y mantenían juntos aquí en Chicago, la organización, lamentablemente se enamoraron de la misma mujer. Aunque ella solo le correspondían a uno solo y no era precisamente mi tatarabuelo. Ese fue el inicio de esta rivalidad que ha pasado por lo menos a tres generaciones ya que mis hermanos y yo no compartimos esa idea. Tanto los Cullen como los Swan. Esa es la razón por la cual me alejaron de mi dulce Bella. Aun no se quien le conto a Carlisle de mi relación, lo que si sé es que no descansare hasta dar con el o ella y me las cobraré hasta con intereses por hacernos tanto tiempo desdichados. En todo este tiempo he tenido una duda clavada entre ceja y ceja, aquella duda que iba aclarar en aquel prado hace cinco años, pero que no llegue siquiera pensar en como realizar esa pregunta correctamente.

 

En este momento me encontraba en el Jet privado que le pertenece a la familia, a mi izquierda iba Emmett y a mi derecha Jasper, había llegado la hora de volver, por fin regresábamos a nuestro hogar, por fin había llegado el momento de buscar a mi Bella y comprobar con mis propios ojos si era realmente feliz, sino lucharía contra todo y contra todos para volver a tenerla junto a mí. Pero si así no era el caso y ella era realmente feliz… nunca se enteraría que yo la busque. Me tendría que conformar con todos los bellos momentos que vivimos juntos, esos hermosos recuerdos que están grabados con fuego en mi mente. Uno de ellos era la primera vez que la vi, en aquella sala de cine donde Emmett se encontraría con Rose, aun le debo a mi hermano… pensándolo bien, nunca voy a llegar a pagarle, siempre estaría en deuda con él, por haberme obligado a ir con él. Sino nunca hubiera conocido a mi Bella. Oh… creo que ya se lo voy a pagar, aunque eso no me agrade mucho.

 

FLASHBACK:

 

Esa tarde estaba sumamente aburrido en mi habitación, había terminado de hacer todos los deberes de el instituto, así que coloque en mi equipo de música el CD de Debussy, mi canción favorita “Claro de luna” siempre la utilizo para mantenerme tranquilo, quería relajarme y dormir un rato en mi sofá de cuero negro, mantenías mis ojos cerrados, concentrado en aquellas notas, cuando la puerta de mi habitación es abierta violentamente, me sobresalte por lo repentino del movimiento. Pero solo era mi molestoso hermano Emm, que entró todo apresurado buscando, no se que cosa en mi armario.

 

— Muévete Edward que es tarde y quede en verme con mi osita en el cine. —murmuro tumbándome del sofá. No le preste atención, ya estaba harto de toda esta situación de mis hermanos con las hermanas Swan. Era mucho más fácil enamorarse de una vagabunda o de cualquier otra mujer, exceptuando esas tres. Una novia que pudieras recoger una tarde para llevarla a pasear, a cenar a un buen restaurante, a una salida con amigos, sin que te dejaran como coladera en el proceso.

 

— Déjame en paz Emm que no te voy a acompañar. —dije acomodándome un poco ya que había quedado en una posición incomoda en el suelo—. No pienso ir a ver como te comes y le metes mano a Rosalie Swan. No pienso hacer de lamparita.

 

— Edward por favor necesito que vayas conmigo. Rosalie va a llevar a su hermanita, por lo que debes acompañarla. Además de entrar con ella a otra película. —dijo halándome de mis pies.

 

— Te dije Emmett. Que. No. Voy. A. ir. —dije sacudiéndome mis piernas para ver sin lograba liberarme. De un momento a otro deje sentir el suelo de madera bajo mi cuerpo y me encontraba en el aire, sobre el hombro izquierdo de mi enorme hermano, quien me sostenía con brazo de hierro, mientras bajaba trotando las escaleras.

 

— Y yo digo que si vas. —murmuro caminado por el recibidor—. Te sentaras junto a Bella y verás la dichosa película. La cuidarás de que nada le pase. Mientras Rose y yo vemos otra. —para cuando termino de decir eso, me estaba arrojando en el asiento trasero de su Jeet de color gris, como si fuera un saco de patatas.

 

— Auch. —me queje cuando algo me golpeo la cabeza. — Póntelos, no pensarás andar descalzo por el centro comercial. —murmuro Emmett desde el asiento del piloto, tome mis tenis y me los calcé. Después de ese pequeño intercambio de palabras, no volvimos hablar en todo el camino.

.

.

 

Llevábamos aproximadamente media hora esperando, sentados en una mesa muy cerca de la entrada y esas chicas nada que aparecen por ningún lado, no había no una señal de humo.

 

— Emmett me cansé. —dije levantándome de mi silla—. Estoy harto de esperar, me voy.

 

— Tú te quedas. —dijo dejando caer su mano en mi hombro, manteniéndome en mi asiento antes de que logrará ponerme de pie. Apretó mi brazo para mantenerme sentado—. Mira allá están, vamos. —tiro de mí hasta hacerme caminar a su lado, cuando me soltó camine a pasos lentos, dejando que se adelantará.

Iba maldiciendo mentalmente a mi hermano cuando unos hermosos ojos de color marrón, unos hermosos ojos en medio de un rostro pálido, un rostro con forma de corazón. Era preciosa está chica que no pasaba los quince años, tez pálida casi traslucida, de estatura baja, su cabello llegaba hasta la mitad de su espalda de un color caoba, con ondas en sus puntas. Unos labios llenos de color rojo, que te llamaban “Bésame, ven… bésame” ella era la perfección andante. Pude apreciar como ella también me observaba fijamente, me evaluaba con la mirada. Sonreí torcidamente al ver como se ruborizaba al darse cuenta que la pille mirándome. Rose nos presento, ella tartamudeo un poco al hablar, pero aun así… era la voz más hermosa y melodiosa que había escuchado en mí vida. Cuando tome su mano entre las más, una especie de corriente eléctrica recorrió todo mi cuerpo y se alojo en mi estómago y en mi corazón. La mire confundida cuando retiro su mano con un poco de brusquedad. “Sería posible que ella también la sintió” Pensé en ese mismo instante. No logré a partir la vista de ella en ningún momento en todo el tiempo que duró la película. Sonreí cuando ella volteaba a verme con una hermosa sonrisa, sus mejillas se tornaban de un color rojo cada vez que ocurría. Ni siquiera llegue a saber de que trataba la película. Mientras la observaba, unas notas corrían dentro de mí cabeza, un fragmento que me alegraba e intrigaba, me concentre en ellas tocando el fragmento mientras se convertía en una armonía, mis dedos se movieron en el aire sobre las teclas de un piano imaginario. No deje que ella se diera cuenta de lo que estaba haciendo. La nueva composición estaba realmente surgiendo sola, la canción era fascinante pero incompleta. Me concentré de nuevo en Bella, sus ojos marrones al igual que su cabello, sus labios rojos, el ligero sonrojo que tenía ahora mismo en sus mejillas, su pausaba respiración. Solo tenía que perfilarla un poco con mi piano. Ella había inspirado tan hermosa melodía. Termino la película y nos reunimos con nuestros hermanos en la salida, quería invitarla a comer un helado, pero Rose me cortó diciendo que ya se tenían que ir. Me despedí de ella con un beso prolongado en su mejilla. Sentí esa corriente eléctrica recorrer de nuevo mi cuerpo. Cuando me vi solo en el Jeet aproveche buscar en el celular de Emmett el número de mí Bella. Por que ya era mi Bella. Lo hice a escondidas, no quería que Emmett comenzara con sus bromas.

 

Al día siguiente muy temprano en la mañana antes de salir de mi habitación a desayunar, le marqué. Estuve ansioso y expectante durante el tiempo que demoró en atender. La invite a cenar el martes de la semana siguiente en la “Bella Italia” Sin esperármelo acepto. Nos veríamos allí a las ocho de la noche luego de que nos separáramos de Alice y Jasper. Todo lo tenía perfectamente organizado. Mi padre debía viajar ese mismo día para una reunión con el clan Vulturis, los jefes de los jefes de las organizaciones, por ende Charlie Swan no podía faltar. Nuestra segunda cita fue tres semanas después de habernos conocido, ella me marcó diciéndome que no tenía más clases, por lo que con ayuda de mis hermanos me volé de las mías. La recogí en la casa de su amiga Ángela Webber, la lleve al parque de diversiones que estaba en la ciudad por unas semanas. Esa tarde fue la más maravillosa de mi vida, no pude dejar de sonreír, mi sonrisa siempre era el reflejo de la de ella. Nos logramos subir a todas las atracciones, la montaña rusa, se asusto mucho cuando nos subimos al martillo, nos montamos en los carritos chocones, entramos a la casa de los espejos y a la casa del terror, en fin en todas las atracciones posibles y no posibles. Entre risa y risa divise el juego donde tumbas las botellas en dos tiros, nos detuve allí y con una sola pelota las tumbe a todas por lo que me dieron a elegir cualquier regalo. Escogí un león de peluche. Desde pequeño mi padre se encargo de enseñarnos todo lo necesario para saber disparar un arma. Mi princesa lo intento dos veces pero lo consiguió, el hombre la miró como que decidiendo si le daba el premio o no, pero con una sola mirada de Edward Cullen no dijo nada y la dejo elegir. Por lo que mi Bella se decidió por el peluche de una oveja y me lo dio. Alegado que ella tendría el león y yo la oveja. Como nunca en el poco tiempo que llevábamos saliendo le podía negar nada, acepte. Nuestra tercera cita fue casi dos meses desde la primera vez que la vi en el cine, ya estaba completamente seguro de lo que sentía, y quería decírselo con todas las letras. La recogí de nuevo en casa de Angie y conduje por el camino que llega a mi prado. Necesitaba un lugar especial, un lugar que fuera solo de ella y mío, un lugar que cada vez que lo visitáramos nos recordará cada momento que hemos vivido. Iba a pedirle que fuera mi novia, la quería junto a mí por el resto de mí vida. Luego de darle tantas vueltas en mí cabeza, logre decirle las palabras, era la primera vez que me le declaraba a una chica y quería que fuera la única vez. Sorprendentemente ella acepto, por lo que mi corazón se hinchó de felicidad. Ese día quedaría guardado en mi memoria con uno de mis diez días favoritos.

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El tiempo transcurrió haciendo que nuestra relación madurará. Sabía que ella era la mujer de mí vida, la que quería por el resto de mis días. Esa mañana me desperté muy alegre era el día que mi princesa cumplía sus quince primaveras, por lo que le daría el mejor regalo del mundo, pero no sabía como hacerlo, por lo que le pedí ayuda a mí tía Jessenia días atrás, ella se encargo de comprar con mi dinero todo lo que necesitaba para decorar la cabaña, también me ayudo a escoger el mejor regalo, “un corazón de diamante colgado en una cadena de oro blanco de dieciocho quilates” Solo necesitaba las llave de la cabaña por lo que me escabullí al despacho de mí padre en su búsqueda, esa cabaña queda a las afuera de la ciudad muy cerca de nuestro prado. Después de tener todo listo, no aguante más, la extrañaba demasiado, por lo que conduje hasta la mansión Swan, entré por el jardín trasero sin ser descubierto y trepé el árbol que esta justo en su ventana llevándome directamente a la ventana de su habitación, al ingresar me encontré con la imagen más tierna que había visto en mi vida. Mi hermosa Bella estaba dormida abrazando al león que le obsequie hace ya un año. No hice ningún ruido cuando me acerque a la orilla de la cama, me senté despacio para que no se sobresaltara y gritará, le acaricie sus mejillas, le susurré en su oído.

 

— Amor, abre tus bellos ojitos chocolatados, se que estas despierta. —a pesar de todos mis esfuerzos se despertó sobresaltada.

 

— Edward ¿Qué haces aquí? —me reprendió nada más abrir sus ojos. Por lo que sonreí.

 

— Tu pelo parece un almiar, pero me gusta. —le dije sin pensar, se veía tan hermosa. Se sonrojo por lo que había dicho como siempre, se veía tan malditamente adorable. Esta mujer era mi perdición—. Eres adorable cuando te sonrojas. —comente acariciando su sonrojada mejilla.

 

— Edward no me cambies el tema, sabes que es peligroso. ¿Como entraste? —preguntó enojada. Le di un beso en la frente para que se tranquilice. Yo no corría peligro, sabía cuidarme perfectamente.

 

— Tonta Bella, sabes perfectamente que se como es el movimiento de tus escoltas, nadie te cuida mejor que yo. —le dije abrazándome, inconscientemente se había sentado en la cama. Creo que ella no se había dado cuenta de ese pequeño detalle—. Ya no aguantaba para verte hasta en la noche, me haces demasiada falta. —murmure sobre sus labios y le dio un beso, había pasado mucho tiempo sin besar esos exquisitos labios—. Y entre por la ventana. —susurre cuando nos separamos por falta de aire. Recosté mí frente en la suya, para calmar un poco la respiración. Pero no pude contenerme y la volví a besar, delinee su labio inferior pidiendo permiso, lo cual concedió al instante, nuestras lenguas empezaron una batalla campal por ver quien dominaba. La fui recostando poco a poco a la cama mientras me posicionaba sobre ella. La amaba tanto, quería estar para siempre con ella. Nos sobresaltamos al oír la puerta de su habitación cerrarse. No les niego, me espanté bastante, no sabía si era Don Charlie o Doña Marie, pero lo que si sabía era que iba a morir en esos momentos.

 

— Edward, que rayos haces aquí. —me regaño Alice. Suspiramos de alivio y podría jurar que el color volvía a mi rostro y mi corazón normalizaba sus latidos—. Agradézcanme que fuera yo y no papá o la abuela, por que serian hombre y mujer muertos. —continúo diciendo Alice ya dentro del armario—. Bella que esperas, levanta tu trasero de la cama y ve a ducharte. Y tú Edward sal de mi casa ahora antes de que se den cuenta. Bella estará asombrosa está noche, Rose y yo la ayudaremos a salir. —dijo saliendo del armario. Todavía sentía la adrenalina fluir por mis venas y no sabía como me saldría la maldita voz, por lo que solo asentí. Tragué saliva para aclarar mi garganta. No importaba toda la tortura que iba a sufrir mi Bella, ella siempre se veía hermosa con lo que llevará puesto.

 

— Gracias Al, deberás te lo agradezco. —le dije poniéndome de pie y dándole un beso en la frente, me volví hacía mi Bella. No quería irme de aquella habitación, donde yo quería pasar hasta el final de mí vida, pero me llevaba la esperanza de que más pronto que tarde la iba a volver a ver y ella disfrutaría de mi sorpresa—. Adiós mi Bella, nos vemos más tarde, te estaré esperando. —le dije inclinándome hacía ella, dándole un gran beso en mis labios, nos separamos por falta de aire. Le di un beso en la frente y me dirigí hacia la ventana, miré hacia abajo cerciorándome de que no hubiera nadie. Me posicioné, flexioné los músculos y salté, aterrice con un golpe sordo, me arrastre hasta el lugar donde había logrando entrar y todo sucio subí en el Volvo y me encamine a ningún lugar en específico. Estaba ansioso, expectante. Después de haber dado varias vueltas por los alrededores, maneje rumbo a mí casa. Ni mí padre ni mí madre estarían en ella, hoy tenían una cena de negocios. Mi madre Esme ella es una diseñadora de interiores y de ropa, por lo que iba a cerrar negocio con una empresa de textil. Llegue a mi casa y entré a pasos lentos, no había nadie en el recibidor, subí hacia mi habitación, pero primero me detuve en la de Jasper, el cual estaba encerrado casi convirtiéndose en Emo, ya que llevaba una semana sin ver a su querida y adora Alice. Emmett me lo encontré en el cuarto de juegos jugando con su nuevo Xbox, un regalo de Rosalie.

 

— Emmett te acuerdas de ir a recoger a mi Bella a la hora acordada. —le dije desde el umbral de la puerta.

 

— Claro. —dijo Emmett sin apartar sus ojos de la pantalla—. ¿Quieres jugar?

 

— Por qué no. —susurre sentándome en el sofá a su lado y tomando un control remoto. Era lo mejor o me volvería loco, por la espera. No se cuanto tiempo transcurrió, pero me percate que ya eran las ocho y media de la noche, debía darme un baño y alistarme para ir a esperar a mi princesa en la cabaña. De un salto me puse de pie.

 

— Qué a donde vas. —murmuro Emmett parando el juego—. Claro te vas por que te iba a ganar.

 

— Dios Emmett si te he ganado dieciocho veces seguidas y tú apenas haz ganado dos veces. —dije desde la puerta con una sonrisita de suficiencia—. Además es tarde, ya va hacer hora de que busques a Bella. —subí de la habitación ubicada en el tercer piso del lado sur, me di una ducha rápida, del armario saque un traje casual de color negro, una camisa de seda del mismo color que el traje con rayas, unos zapatos de vestir de color negros. Me fue imposible domar mi cabello, por lo que me rendí y solo lo acomode con mis dedos. Salí de mi habitación y pase por la cocina, allí se encontraba la señora Rosa— Buenas noches Rosa, ¿Está listo lo que le pedí? —pregunte nada más traspasar las puertas de madera de color blanco.

 

— Por supuesto joven Edward. Acá está. —respondió pasándome una cesta para picnic.

 

— Gracias. —susurre tomándola en mis manos—. Y… por favor, nada de esto a mis padres. —dije antes de salir de la cocina, camine hasta el garaje por mí coche.

 

— Buenas noches joven Edward. ¿Va salir? —pregunto Alistar cuando me vio que me dirigí a mi volvo.

 

— Si… y no requiero sus servicios. —respondí colocando la cesta con cuidado en el asiento trasero. Me subí al coche, puse marcha atrás y salí del garaje tan rápido como pude. En diez minutos me estaba estacionando a un lado de la cabaña, dejando bien cubierto el coche. Me baje con todas las cosas en mis brazos y entré. Veinte minutos más tarde estaba ordenando la mesa cuando entró una llamada a mi celular, mire la pantalla y era Emmett—. Dime. —conteste.

 

— Ya estoy esperando a Bella y ya le avise a Rossi que estoy aquí. Así que dentro de unos treinta ó cuarenta minutos estamos llegando.

 

— Bien, ten mucho cuidado con Bella. —dije terminando de acomodar todo.

 

— Tranquilo, conmigo no le pasará nada. —murmuro de pronto serio.

 

— Más te vale, por que aunque seas mi hermano, si algo le pasa por mínimo que sea. Me pagas con tú vida.

 

— No jodas Edward, a mí no me amenazas. No soy ninguno de los hombres que trabajan para nosotros para que me hables así. —dijo muy cabreado—. Adiós que hay viene Bella.

 

— Más te vale cuidarla. —logré decir antes de que colgará la llamada. Pero no sabía si me había escuchado. Camine hasta la habitación, saque de mi bolsillo la cajita de terciopelo azul y la coloque justo en medio del corazón hecho de pelos de rosas sobre la cama. Salí de allí y fui a la cocina, donde busque un encendedor, luego salí hacia la puerta principal de la cabaña. Comencé a encender las velas, entré siguiendo el camino trazado con ellas, no dejaba ninguna sin encender, mi camino termino de nuevo en la habitación. Camine de nuevo hacía la cocina donde me dispuse a esperar a mi princesa. Llevaba un rato esperando cuando sentí detenerse al Jeet de Emmett justo donde comienza el camino hacia la puerta principal, a los pocos minutos volvió a ponerse en marcha y lo escuche alejarse. Por fin había llegado mi hermosa princesa, por fin estaba justo en la entrada, mi Bella. Me exasperé por la espera, quería correr a recibirla, pero debía darle su espacio para que admirara todo los detalles, quería que todo saliera perfecto y si ella estaba de acuerdo esta noche nuestra relación avanzaría al siguiente nivel de compromiso. Al pasar unos minutos que me parecieron horas, escuche como la puerta principal apenas emitió un pequeño chirrido, todo parecía estar de acuerdo para no acabar con la tranquilidad de la atmosfera que se sentía. Ese chirrido me indico que mi Bella, mi hermosa castaña estaba dentro, esperé pacientemente de pie al lado de la mesa, mi visión fue llenada por la imagen más hermosa que había podido llegar a mirar. Mi hermosa Bella traía un vestido de color blanco, lo que hacía reflejar la pureza de su alma, su cabello castaña recogido en un hermoso diseño, estaba deslumbrante. La hacía verse como una hermosa princesa, como mi hermosa princesa. No sabía lo que había hecho para tener a mi lado, aquel hermoso y divino ángel—. Bienvenida amor. —susurre sonriendo, sentía que mi pecho se iba a explotar de tanta felicidad—. Estas, más hermosa que nunca. —continúe diciendo mientras acariciando su sonrojada mejilla, me incline para dejar un casto beso en sus apetitos labios—. Espero que te haya gustado lo que preparé como mucho amor para ti. —susurre antes de abrazarla con cuidado sin dañar su vestido—. Aunque esto no es todo. Espero que tengas hambre. —pregunte dirigiéndonos a la mesa.

 

— Si… mucha. —respondió con una sonrisa. Separe su silla de la mesa y le indiqué que se sentara, mientras ella tomaba haciendo también lo hacía yo—. Todo un caballero, como siempre. —murmuro con una bella sonrisa. Le sonreí con la que sabía que era su sonrisa favorita, aquella que la hacia sonrojarse. Después de eso no volvimos hablar, nos dedicamos a comer en silencio, nuestras miradas hablaban por si solas. Al terminar la cena, nos levantamos de la mesa y me la lleve de la mano hacia la sala de estar, allí tenía una de mis sorpresa, en un rincón estaba un corazón hecho de pétalos de rosas, más velas aromáticas, con dos velas rojas, dos copas con Champán y fresas con chocolates. Las cuales eran sus favoritos. La ayude a sentarse en el suelo de madera, ya que el vestido se veía que le estorbará, para poder hacerlo sola y como el caballero que era, la ayude. Nos serví un poco de champan, por lo que tenía entendido mi Bella no le gustaba tomar ninguna clase de alcohol por más de inocente que fuera la champaña, le tendí una copa, no pensaba embriagarla, la quería en sus cinco sentidos, quería que disfrutara de todo, lo que había preparado exclusivamente para ella. Tome una fresa y la llene de chocolate, se la acerque a esos hermosos y apetitosos labios rojos que me encantaban, abrió su boca aceptándola gustosa.

 

— Te tengo un regalo. —dije de forma despreocupada para que pudiera aceptarlo, le sonreí cuando me entrecerró los ojos.

 

— Edward te dije que no quería regalo… —comenzó, pero la interrumpí.

 

— Lo se, pero la verdad no te escuche. —respondí acercándome peligrosamente a sus labios. Sabía que si hacía eso, ella perdería el hilo de sus pensamientos e iba a aceptar sin quejarse. No era la primera vez que utilizaba mi arma, la que descubrí un tiempo después de que comenzáramos a salir.

 

— De veras, no deberías hacerme eso. —criticó—. Es muy poco, cortes de tú parte.

 

— ¿Hacer que? —pregunte fingiendo confusión.

 

— Deslumbrarme. —respondió. Mi sonrisa se hizo más grande—. No me dejas pensar con claridad.

 

— Es mi única arma que tengo contra ti, no me puedes culpar de que la use. —dije más cerca de su rostro—. Además tú me tienes a tus pies con tan solo una palabra. —susurre contra sus labios. Cerró la poca distancia que nos separaba, nuestros labios se movían sincronizadamente, su aliento de menta está mezclado con el sabor del champán. Tanto su respiración como la mía se aceleraron, por lo que profundicé el beso. Delinee su labio inferior, ella entreabrió su boca, por lo que mi lengua comenzó a explorar todo los rincones de su boca. Al pasar los segundos el beso se hizo más demandante, se sentía la pasión y la lujuria en el ambiente. Me fui poniendo de pie, con ella entre mis brazos, cuando me sentí erguido completamente la cargue, para que su rostro quedará a la altura del mío, así no tener que agacharme. Al cabo de unos segundos sentí sus piernas rodear mi cintura, con mucho cuidado la recosté contra un pared, nos separamos por falta de aire. Pero no abandone su suave y delicada piel, dirigí mis labios a su mandíbula, así la dejaría recuperar un poco el aire en sus pulmones. Luego los llevé al lóbulo de su oreja, el cual mordí delicadamente. Escuche un gemido que abandono su garganta. Eso hizo que casi explotará la presión que sentía en mis pantalones. Por lo que susurré—. ¿Quiero hacerte el amor? —volví a mordisquear esa zona—. Pero no haré nada que tú no quieras. —siempre era su elección, ella era la que llevaba la batuta mayor en nuestra relación.

 

— Te amo. —susurró luego de unos minutos. La bese de nuevo, transmitiendo todo los sentimientos de que era preso en ese momento, la lleve a trompicones a la habitación, donde también había un camino con más pétalos y velas aromáticas. El camino culminaba en el borde de la cama, la cual tenía también pétalos de rosas rojas esparcidas y otras hacían un corazón. En la mesita de noche también había como en la otra mesa donde descansaba en hielo otra botella de champán. En su centro había una cajita de terciopelo azul. De un momento a otro ella se separó unos centímetros de mí y me miró interrogante.

 

— ¿Qué sucede? —pregunté dudoso, si ella no quería pararía de inmediato.

 

— Edward ¿Que significa eso? —preguntó mirando fijamente la cajita que descansaba en la cama. Solo me encogí de hombros restándole importancia, ya que la conocía muy bien, si se enteraba el verdadero valor de la joya, no la iba a aceptar.

 

— Mi regalo. —contesté como si nada. La dejé en el suelo y avance hasta la cama, tome la cajita, de donde descansaba y se la tendí—. De verdad pensaste, que no te daría nada. —fingí estar indignado. Puso los ojos en blanco y estiró su mano para tomarla. Al abrirla vi como contuvo el aliento, estaba claro como el cristal, le había fascinado. Sentí cierta satisfacción al ver que aceptaba un regalo viniendo de mí sin decir una sola palabra de protesta—. Espero que te guste lo compre pensando en ti. Te mereces esto y mucho más. —murmuré tomando la joya entre mis manos, me paré detrás de ella y la pase delicadamente por su cuello, para luego abrocharla. Al momento de voltearse se lanzó contra mis brazos, dándome un beso, me beso con bastante ímpetu, le correspondí con la misma fuerza, con el mismo entusiasmo. Ella tomó la iniciativa de profundizar el beso y de hacer que mi entrepierna doliera como el infierno. Ese pedazo de carne me pedí una liberación a gritos, me dolía a grado sumo. La cargue nuevamente, ella era tan liviana, tan frágil, tan pequeña, debía tener mucho cuidado en no lastimarla más de lo que debía, sabía que a ella le iba a doler y eso me hacía sentirme mal, si ella saliera lastimada nunca me lo iba a perdonar. Comencé a besar su cuello bajando por sus hombros descubiertos, mientras que ella me quitaba el saco y lo arrojaba en algún lugar de la habitación. De su cuello pase a su clavícula. Con sus manos temblorosas comenzó a desabotonar mi camisa y a dejar pequeños besos en mi cuello, gemí en su oído. La coloqué en la cama y comencé a bajar la cremallera de su vestido y lo deslice hasta debajo de sus senos y por cierto no traía brassiere. Dios esta frente a una diosa, ella era mi diosa, mi perdición. Sus brazos de forma instintiva se cruzaron sobre sus pechos y se ruborice a más no poder. Pero no debía sentir vergüenza, ella era perfecta. Por lo que solo pude sonreír y quitar con sumo cuidado sus brazos, volviendo a deleitarme con su belleza—. No necesitas taparte, quiero verte. —dije sonriendo—. Eres perfecta. —dije al momento de comenzar a bajar su vestido completamente, dejándola solo con una braguita de encaje de un tono rosa pálida. La recosté con delicadeza en la cama, encima del corazón, comencé a subir mi mano por su pierna izquierda, pasando por su pantorrilla, el muslo, llegando a sus braguitas, sonreí al notar su humedad—. Me gusta tú olor. —dije llevándome mí mano a la nariz. Se ruborizó a niveles nunca alcanzado, nunca la había visto tan roja.

 

— Eso solo lo provocas tú. —dijo sin pensar, o eso deduje por la forma en que me miro asombrada. Mi sonrisa creció a más no poder, me incline y deje un beso en la base de su cadera. Mientras repasaba mentalmente la conversación que tuve con mis hermanos, ya que no tenía experiencia en esta área. Hoy ambos perderíamos nuestra virginidad. “Ella debe estar bien lubricada” me había dicho Jasper. “Así no le harás daño, sino lo esta lo suficiente humedad, puede haber desgarre y será como si la hubieras forzado” había dicho Emmett repentinamente serio. “Lo mejor es que antes de empezar… le hagas sexo oral” culminaron los dos al mismo tiempo.

 

— Solo yo. —susurre contra su piel.

 

— Siempre tú. —juró. Bese su vientre plano y fue subiendo hasta llegar a su senos, eso valles que me llamaban, los bese también y continúe mi camino hasta su cuello, dejando besos húmedos.

 

— ¿Estás segura? —pregunte con voz ronca.

 

— Si, confío en ti. —fue todo lo que logró decir. Sus manos subieron a mi cabello, pasó sus manos por mi torso, mi camisa ya esta totalmente desabotonada, lo que logró que me estremeciera sin poder evitarlo, su contacto parecía que me quemará. Comencé a bajar nuevamente besando su cuello, su hombro, su pecho, cuando llegue a sus senos pase mi lengua por su pezón, haciendo que ella soltara un gemido alto. Logrando si fuera posible que mi miembro creciera más dentro de mis bóxer. Sus gemidos fueron reemplazados por un grito de sorpresa cuando tome con mi boca su seno derecho, pasé débilmente mis dientes por el, mientras lo succionaba con delicadeza, mis manos atendían su seno izquierdo, sus gemidos volvieron a estallar con más intensidad. Sus manos se aferraron a mi cabello, sus dedos se perdieron despeinándolo, mientras que su cuerpo se arqueaba contra mí. Luego de unos segundos me aventure más abajo, mis dedos bajaron por sus estomago logrando que este se contrajera, repitiendo la misma hazaña con el ombligo que anteriormente había sucedido con su pezón, mis dedos daban vueltas alrededor de él, dentro de él, ejerciendo una suave presión. Me separé del atormentado pezón y la miré intensamente, abrió sus ojos con cierto temor, pero con la vista nublada por el deseo, por lo que le sonreí torcidamente. Tragó saliva cuando notó que mi mirada bajo de su rostro y siguieron los movimientos de mis dedos que bajaban más allá de su ombligo. Me incliné y quite con mis dientes sus braguitas de encaje, ella me ayudo levantado sus caderas, ahora si estaba completamente desnuda delante de mí. Comencé de nuevo a besar sus piernas subiendo hasta sus muslos y llegando a su centro, el lugar de su placer y el mío. La besé deleitándome son su sabor y degustándome con su olor. Esto era tan malditamente excitante. Sabía que no iba a durar mucho cuando estuviera dentro de ella—. Edward. —dijo en un gemido.

 

— Shhh solo disfruta. —susurre. Lamí la línea de su entrada, ella soltó un gemido más alto con mi nombre, así que introduje mi lengua y busque su clítoris, era tan delicioso su sabor. Sabía que gozaba por sus gemidos, sentía sus esbeltas piernas temblar, vi como una de sus manos se posó en sus senos y la otra enterrada entre mis cabellos, esa era su forma de pedirme más, ya que con las palabras no podía, decía cosas incoherentes. Lamí y lamí hasta que sentí todo su cuerpo explotar debajo de mí.

 

— Edward. —grito mi nombre al llegar a el orgasmo. Un delicioso juego salió de ella, lo bebí todo sin dejar que nada se me escapará, limpie su centro con mi lengua. Al sepárame unos centímetros me jalo así ella y nos fundimos en un beso cargado de pasión y necesidad—. Hazme tuya. —dijo con voz ronca y la respiración agitada, sus ojos estaban cerrados. Me aleje de ella solo unos cuantos centímetros y me quite la ropa lo más rápido que pude.

 

— Mírame Bella, por favor hazlo. —susurre posicionándome en medio de sus bellas piernas, la bese tiernamente mientras tomaba mi miembro con una mano y lo posicionaba en su entrada—. Te amo tanto Bella, siempre te amaré. —susurre en su oído, mientras me iba introduciendo milímetro a milímetro, gemí por lo bien que se sentía, ella era tan estrecha, me costaba avanzar y estaba tan humedad.

 

— Yo también te amo Edward. —murmuro envolviendo sus brazos en mi cuello, besándome con fiereza. Me tope con la barrera de su virginidad, la mire fijamente, vi como se mordía el labio inferior, ella me devolvió la mirada y luego asintió. Salí de ella, no por completo y di un suave empujón logrando atravesarla. Soltó un gemido bajo de dolor que me atravesó el corazón, inmediatamente me tense, le había causado dolor. Me detuve, me pensaba moverme hasta que ella me lo indicará. “Debes dejar que ella se adapte a ti” escuche la voz de Jasper en mi cabeza. Entonces vi como rodaba una lágrima por su mejilla y me entró pánico. La había lastimado. “Eres un maldito insensible Edward la lastimaste para satisfacer tú deseo”

 

— ¿Te hice daño? ¿Debería parar? Oh dios lo siento mucho, nunca debería haber echo esto. Soy un monstruo. —murmure asustado. “Eres idiota Edward la lastimaste” me reprendí mentalmente por enésima vez.

 

— ¡No! No te muevas. Está desapareciendo, se está comenzando a sentir bien. —me dijo, pero no le creí ni una sola palabra. Aun así no me moví, bese su lágrima haciéndola desaparecer—. Puedes moverte ahora. —dijo recorriendo mi cabello con sus dedos. Comencé a deslizarme fuera y dentro de ella, con lentitud, no quería hacerle más daño del que ya le había hecho y también quería que durará un poco más, estaba por correrme. Dios estaba tan humedad. Ella clavó sus uñas en mi espalda causando una repentina sensación de placer, llevo sus carnosos labios a mí oído—. Más rápido. —me aminó envolviendo sus piernas entorno a mí cintura, comencé a embestirla con más rapidez. Se sentía tan malditamente bien.

 

— Jesús, Bella, no tienes idea de lo bien que se siente. —dije en medio de un gemido—. Oh dios, eres tan estrecha y estas tan humedad. —volví a gemir más alto, que me pareció más bien un grito.

 

— Más Edward más. —pidió, aceleré mis embestidas, ella estaba tan cerca al igual que yo—. ¡Edward! ¡Edward! ¡Edward! ¡Más fuerte! —susurro entrecortadamente. Recargué mi frente en la suya, ella colocó una de sus manos en mí nuca, mientras me movía frenéticamente. Sentí como sus paredes se contraían alrededor de mi miembro, por lo que este se tensó y se endureció aun más si fuera posible, también lo sentía palpitar dentro de ella. Unas cuantas embestidas más y ella explotó clavándome las uñas en mi espalda, pero no sentí dolor en ese momento, mientras gritaba y yo la seguía unos segundos después—. Edwardddd.

 

— Bellaaaa. —grite cayendo sobre ella, sin dejarla sentir un solo gramo de mí peso, esté lo apoye en mis codos. Enterré mi cara en su cuello besando todo lo que tenía a mí alcance, mientras mi respiración y la suya se normalizaban, acaricie luego de unos segundos sus sonrojas mejillas. Cuando me recuperé un poco lo primero que salió de mis labios fue—. ¿Estás bien, amor? —pregunte con ansiedad—. No te hice daño. —realmente estaba preocupado. Me deslicé fuera de ella y la miré fijamente, buscando un rastro que me dijera que me iba a mentir.

 

— Estoy mucho más que bien. Eso fue simplemente increíble. —respondió dándome un casto beso en los labios. Sonreí, estaba realmente feliz, no le había causado más daño del que debía. Me recosté en la cama atrayéndola junto a mí, entre mis brazos y mi cuerpo, ella recostó su cabeza en mi pecho, comencé a trazar formas sin sentido en el brazo que daba hacía arriba, era justamente el que tiene la marca del sol naciente.

 

— Esta marca se te ve sexy. —susurre pasando mis dedos por ella, sentí a los pocos segundos como la yema de sus dedos acariciaba la media luna de mi brazo derecho. Ella bostezo, estaba cansada—. Duerme mi Bella. —susurre bajito contra su cabello, el cual estaba un poco enmarañado y fuera de lugar, pero se veía hermosa—. Sabes que siempre estaré aquí, todo el tiempo. —comencé a tararear su nana, la que compuse el día que la conocí, esa hermosa melodía que llego sola a mí mente.

 

— Está bien. —aceptó de mala gana. Pero ya estaba más dormida que despierta—. Te recuerdas que debo llegar antes del amanecer. Te amo Edward.

 

— Humm… —susurre interrumpiendo la melodía—. Yo también te amo Bella. —me incline para darle un beso en la frente y observé que ya estaba dormida, sonreí, eso que ella no quería dormir. Con mi mano derecha le quite los adornos de su cabello, para que no le molestaran al dormir. Me quedé contemplando a mí princesa, por no se cuanto tiempo, me disponía dormir cuando ella comenzó hablar en sueños. Era demasiada la tentación por lo que preste atención a lo que murmuraba.

 

— Edward. —murmuro en un suspiro. Mi Bella soñaba conmigo. Sonreí como tonto y bese su mejilla. Cerré mis ojos, pero los volví abrir cuando ella emitió un gemido muy sensual. Que amenazó con despertar cierta parte de mí anatomía—. ¡Más Edward! —susurro gimiendo nuevamente. Mi sonrisa se hizo más amplia, mi pequeña lo había disfrutado y ahora soñaba con eso. Me voltee para apagar la lamparita que descansaba en la mesita de noche y mi vista se topo con algo que no había visto, ni recordado buscar. Eran los condones que había comprado, para estar preparado, por si mi princesa aceptaba.

 

— Definitivamente eres un idiota Edward. —me pegue con mi mano derecha mi frente. Mi princesa se removió un poco—. Shhh duerme amor. —susurre en su oído, apretándola contra mí costado. Apague la luz y volví a llevar mis labios a su oído, para tararear su nana nuevamente. No se en que momento me quede dormido. Lo que si sabía era que lo había hecho con mi Bella entre mis brazos.

 

— Edward. —ese fue el primer sonido que escuche al día siguiente. Era mi princesa llamándome, parecía el canto de las sirenas, me atraía hacia ella como hechizado, me hizo emerger de un profundo y bello sueño, se removió entre mis brazos—. Edward. —volvió a llamarme moviéndome levemente. Intento aflojar mis brazos de su cintura, pero no los logró mover ni un centímetro y eso que no estaba utilizando toda mi fuerza, por que podría lastimar su bello cuerpo—. Es tarde nos quedamos dormidos. —susurro en mi oído, me removí un poco y apreté más mis brazos entorno a su pequeña cintura. Ella pertenecía hay, ella estaba completamente segura entre mis brazos.

 

— Buenos días princesa. —susurre enterrando mi rostro entre su sedoso cabello. La habitación estaba muy iluminada, de verdad que era tarde y se me olvido cerrar las estúpidas puertas corredizas anoche—. Así quiero despertar de ahora en adelante, contigo en mis brazos.

 

— Edward es tarde, debemos irnos. —dijo intentando levantarse.

 

— No. —susurre haciéndome un puchero—. No quiero. —dije haciéndola recostarse de nuevo en la cama junto a mí—. Este ha sido el mejor despertar de toda mi vida. —susurre sobre sus labios, la bese suavemente al principio, pero mi cuerpo reacciono y quería más que un simple beso, por lo que se volvió más demandante y ella correspondió a mi entusiasmo. Me posicione encima de ella, en medio de sus esbeltas y hermosas piernas, el suave roce de nuestros sexos a través de la tela de la sabana creaba una deliciosa sensación, por lo que mi cuerpo quería más que un simple roce, mi miembro comenzaba a despertar y podía sentir la humedad de mi Bella a través de la tela. Nos separamos por falta de aire, moví mis labios a la suave piel de su mandíbula y mis manos empezaron acariciar todo a su paso.

 

— Edward. —susurro mi princesa, la voz le fallo al final—. Tienes que llevarme a mi casa, Charlie o mi Bubú podría darse cuenta que no estoy. —dijo mientras tomaba un mechón de mi cabello entre su mano y con la otra acariciaba suavemente mi espalda. “Diablos” Pensé. Quería volver a sentir su suave piel bajo mis manos, pero no quería tentar a la suerte. Volví mis labios a los de ella, pero solo era un beso dulce y delicado.

 

— Esta bien tú ganas. —refunfuñe separándome de ella de mala gana. Me puse de pie y comencé a recoger nuestra ropa o por lo menos la mía era la que estaba esparcida por toda la habitación, su vestido había quedado a un lado de la cama, encontré mis bóxer encima de una silla, me los coloque, más adelante estaban sus braguitas. Me había contenido tanto anoche en no romperlas, las tome en mi mano. Quería tanto llevarme ese pedazo de tela conmigo, como un recuerdo tangible de la maravillosa noche. Pero no iba a permitir que mi princesa anduviera desnuda, así que con una enorme sonrisa me voltee así ella, se la tendí, ella se ruborizo al instante, la tomo con su delicada mano derecha, deslizándose fuera de la cama. Me estaba colocando mis pantalones cuando alce mi viste, me maraville con su hermosura. Ella era una diosa y era toda mía—. Eres tan hermosa y eres solo mía. —dije colocándome mi camisa, recorriendo su cuerpo con la mirada, la cual se detuvo allí donde había un pequeño rastro de sangre seca. Evidencia de que yo había sido el primero y sería el único. Pero me sentía mal, había lastimado a mi princesa—. ¿Te duele mucho Bella? ¿Te hice daño anoche? —pregunte preocupado. Ella siguió mi mirada hasta esa parte de su cuerpo que desde anoche conocía cada milímetro.

 

— No, estoy bien Edward. —respondió rápidamente sin titubear, no le creí del todo pero no iba a insistir sabía lo cabezota que era, además de que estaba sonrojada hasta las orejas por la vergüenza. Se concentro como si fuera lo más complicado del mundo colocarse las braguitas. Como yo ya estaba completamente vestido, fui hacia el armario en busca del vestido que le había comprado a mi Bella, lo tome y camine hasta llegar al lado de mi hermosa Bella, quien miraba ceñudo al vestido que traía anoche.

 

— Ten ponte esto, lo compre para ti. —dije tendiéndole el vestido ligero de tirantes de un color azul celeste con flores blancas y unas bailarinas de color blanco. Ella me entrecerró los ojos, sabía que sino utilizaba mi arma, ella no lo aceptaría—. Por favor. —suplique haciendo un puchero y mirándola intensamente. Dio un gran suspiro y lo tomo sin chistar, comenzó a vestirse, mientras yo tomaba el otro vestido de la cama y sus sandalias. La esperé mientras se alisaba el cabello, al terminar mi ofreció la mano y con gusto se la tome, la conduje fuera de la cabaña, cerré con llave, le puse una mano en su espalda baja mientras caminábamos hacia el Volvo, le abrí la puerta del copiloto como era costumbre, la cerré luego de que ella estuviera acomodada, abrí la del asiento trasero donde deje sus cosas y me subí al asiento del piloto, al instante puse marcha atrás y tome la carretera principal. El camino lo hicimos en un cómodo silencio, encendí el estero y comenzó a sonar “Claro de luna” nuestra canción favorita, la deje con volumen bajo ya que mi princesa se había quedado dormida, por lo que no quería perturbar sus bellos sueños. Al cabo de unos cinco minutos comenzó a murmurar mi nombre. Cuando faltaba como dos kilómetros para llegar a la mansión de mi princesa, marque el numero de Alice, por que si llamaba a Rose y la despertaba era capaz de cortarme las bolas o hasta de matarme.

 

— Espero que sea algo muy importante, sino te atienes a las consecuencias. Me oíste bien Edward Anthony Cullen Masen. —me dijo Alice nada más contestar la llamaba. Nombre completo estaba frito.

 

— Hola buenos días para ti también Alice, yo también te amo. —dije con una sonrisa.

 

— ¿Qué demonios quieres? ¿Por qué me llamas a esta hora? —murmuro cabreaba.

 

— Alice es que nos quedamos dormidos, en este momento es que estoy manejando rumbo a tú casa. —susurre ya que mi princesa se removió un poco.

 

— QUÉ USTEDES QUÉ. —grito tan fuerte que tuve que apartar el móvil de mi oído, Bella cambio un poco de lugar.

 

— Alice baja la voz por favor, Bella viene dormida y tus gritos la van a despertar. —dije tratando de que mi linda cuñadita bajara su tono.

 

— Es que ustedes quieren que papá o la Abu se den cuenta que Bella no está. Por dios Edward Anthony Cullen Masen en que diablos pensaban o mejor dicho, ustedes no pensaban. Eres un insensato, irresponsable, bruto, imbécil, tarado, animal. ¿Quieres que Charlie Swan se entere? —dijo todo sin hacer una pausa para tomar aire. Pobre de mí hermano, como la aguanta.

 

— Alice es que…

 

— Es que nada Edward Cullen, debías traerla antes del amanecer no pasadas las ocho de la mañana cuando mi Abu ya esta en su despacho. —me reto nuevamente sin dejarme defender.

 

— Lo siento Alice. —susurre con una sonrisa, ya tenia un plan en mente, para que dejara de insultarme—. Para recompensarte te voy a regalar un nuevo guardarropa.

 

— ¿De verdad? —pregunto, se le escucho que estaba muy ilusionada, la tenia en mis manos, por fin se había olvidado de que estábamos hablando o más bien… se le había olvidado que me estaba insultando.

 

— Por supuesto. Pero debes ayudar a Bella a subir a su habitación sin ser vista. —dije aparcando el Volvo cerca de la calzada.

 

— Bien, no lo voy a olvidar Edward, dile que la estaré esperando en la cocina, que entre por la puerta trasera. —me dijo muy alegre, pude deducir que estaba sonriendo.

 

— Gracias Al, la voy a despertar y te la mando para allá. —murmure antes de cortar la llamada. Me volví hacia mi Bella y la contemple dormir pacíficamente. Suspire, no quería interrumpir su sueño. Acaricie suavemente sus mejillas, la sentí removerse, bese su frente—. Despierta dormilona, ya llegamos. —susurre dándole un casto beso en los labios—. Princesa, Alice te estará esperando junto a la puerta trasera. —susurre sobre sus labios. Dios como amaba esos hermosos y carnosos labios. Siempre la quería besar, eran como un compuesto químico que al ingresar a mi sistema, me convirtió en adicto, siempre quería más y más. Me miró confundida, con la pregunta silenciosa en su rostro—. La llame para avisarle que se nos hizo tarde, porque nos habíamos quedado dormidos. Después de gritarme no se que cuantas cosas, dijo que te estaría esperando hay, ya que tu abuela está en su despacho. —respondí a su pregunta silenciosa. No iba a decirle que la tuve que sobornar para que no me matara la próxima vez que nos viéramos. Tomo mi rostro entre sus pequeñas y delicadas manos y me dio un beso suave, se dio media vuelta, abrió la puerta y salió del coche. La imite, sacando de la parte trasera del coche su vestido y las sandalias.

 

— Adiós, te amo. —susurro acercándose a mí.

 

— Adiós, mi Bella te voy a extrañar. —me despedí de ella dándole un corto beso, al separarnos le pase sus cosas. La seguí con la mirada hasta que entro al patio lateral de la mansión, por donde yo entraba cada vez, justo en ese sitio no había tantas cámaras. Me monte en el volvo y me encamine hacia mi casa, a la cual llegue veinte minutos más tardes.

 

— Buenos días joven Edward. —me saludo Randall al detener el coche en el garaje, traía las ventanillas bajadas para que el viento se llevara el olor de mi Bella, no por que yo quería, sino para que mi padre se diera cuenta.

 

— Buenos días, ¿Ya llegaron mis padres? —pregunte abriendo la puerta y bajándome del coche.

 

— Aún no, joven.

 

— ¿Mis hermanos? —pregunte desde el umbral de la puerta que conecta el garaje con el pasillo lateral que lleva al recibidor.

 

— En el comedor, joven. —respondió. Me dirigí hacia allá. La verdad es que tenía bastante hambre, hasta ese momento no me había dado cuenta que la tenía. Desde el pasillo pude escuchar la atronadora risa de Emmett.

 

— Buenos días chicos. —salude entrando al comedor. El olor a comida recién echa entro por mis fosas nasales haciendo que mi estomago sonará, por lo que me senté en la mesa en mi puesto habitual.

 

— Hey chico, al fin te vemos la cara. —murmuro Emmett moviendo las cejas de forma burlona, le iba a replicar pero en ese momento entro Rosa al comedor.

 

— Buenos días joven Edward, ¿Qué desea para desayunar? —me pregunto dejando en la mesa en desayuno de Emmett era unos deliciosos hot cakes con sirope de chocolate.

 

— La verdad Rosa lo que sea por mí esta bien. Tengo mucha hambre. —respondí robándome un hot cakes del plato de Emmett.

 

— ¡Hay tostadas francesas, tortilla de huevo con beicon y también hot cakes!

 

— Traiga todo lo que pueda Rosa, por favor, pero ya. —dije robándome una tostada del plato de Jasper.

 

— Oye ese es mi desayuno. —se quejo dándome un golpe en el brazo cuando intente agarrar otra.

 

— Enseguida joven. —Rosa desapareció por la puerta de la cocina. Me serví un poco de zumo de naranja en un vaso, me lo lleve a la boca y tome un trago.

 

— Tienes mucha hambre Eddie, hiciste demasiado ejercicio anoche. —murmuro Emmett en forma burlona. Me ahogue con el jugo.

 

— Cállate Emmett. —lo rete fulminándolo con la mirada.

 

— Oh Jasper nuestro Eddie es todo un hombre. —murmuro limpiándose una lágrima imaginaria.

 

— Dije que te cayes. —dije dándole un zape en la cabeza.

 

— Auch Edward eso dolió. —murmuro sobándose el lugar.

 

— Te da a doler mucho más sino te callas. —dije en el momento que Rosa dejaba mi desayuno sobre la mesa. Por lo que me concentre en comérmelo, Emmett y Jasper no volvieron hablar de tema y se los agradecía en el alma. No quería que por su indiscreción mi padre se enterara. Al terminar subí a mi habitación a darme una relajante ducha, aunque no era que yo quisiera, no quería que se borre de mi piel el olor de mi Bella que había quedado impregnada en ella. Mis padres llegaron a media tarde, mis hermanos y yo estábamos en el cuarto de juego, Emmett jugando con el Xbox y Jasper y yo estábamos jugando billar.

 

— Hola chicos. —nos saludo mamá antes de darnos un abrazo a los tres.

 

— Hola mamá. —dijimos los tres al unísono.

 

— Me dijeron que saliste Edward. —murmuro mi padre cuando mi abrazaba.

 

— Si, fui con Ben y unos amigos al pub. —dije lanzándole un taco. Jasper se había ido a jugar con Emmett.

 

— Y llégate hoy en la mañana. —mi padre siguió con su interrogatorio.

 

— Aja, como nos hemos tomado unos tragos, preferimos quedarnos en casa de Ben. —dije al momento se darle a la bola—. ¿Cómo les fue a ustedes?

 

— Bien, logramos hacer el negocio, así que tú madre estará muy ocupada en la próximas semanas. —dijo al momento de darle a la bola—. Así que espero la cooperación de los tres.

 

— Claro papá. —dijimos los tres al mismo tiempo.

 

— Me tengo que ir, tengo una junta en una hora. —murmuro Carlisle antes de irse, por lo que me fui a mi habitación a tocar la nana de mi Bella.

.

.

 

Ya había transcurrido un mes desde el cumpleaños de mi princesa, estaba muy intrigado, había averiguado en internet… que hay una alta probabilidad que las mujeres quedaran embarazadas al momento de perder su virginidad si no usaban protección. Eso me tenía un poco preocupado, no era que no quisiera al bebé, si es que existe un bebé, pero nuestro padres son capaces hasta de matarnos, aunque no duda de que llegara a ser necesario daría mi vida por la de ellos dos. Hoy me vería con mi princesa, había quedado con ella que la recogería nuevamente en casa de Angie, le debía preguntar ya que esta duda me esta matando. Pero no se como le iba a realizar esa pregunta. Llegue a mi casa después de una mañana tediosa en el instituto, subí corriendo a mi habitación, lance mi mochila a mi cama y me despoje de mi ropa, me metí a mi cuerpo de baño donde me di una ducha rápida, tenía la hora encima. Estúpida práctica de básquet. Bufe internamente. Tome un bóxer de color azul oscuro y me lo coloque, en el armario busque unos vaqueros desgastados de color negro y un suéter manga larga de color azul oscuro, me puse las medias de color blanco y unos tenis marca Adidas de color negro. Busque en los bolsillos de los pantalones que me acaba de quitar mi billetera, de mi cama tome las llaves del Volvo. Prácticamente baje corriendo las escaleras, las baje de dos en dos, iba por el recibidor cuando una mano blanca detuvo mi avance.

 

— ¿A dónde vas tan apurado hijo? —pregunto mi padre mirándome fijamente.

 

— Me voy a reunir con Ben y unos amigos papá, pero ya se me hizo tarde. —respondí encogiéndome de hombros restándole importancia—. Luego… creo que vamos al club a nadar un rato. ¿Por qué la pregunta? —ahora era yo él que lo miraba fijamente.

 

— ¿Es lo que en realidad vas hacer, Edward? —me miro levantando una ceja interrogante.

 

— Claro… para que te mentiría. —murmure jugando con las llaves del Volvo.

 

— No lo sé, dímelo tú. Últimamente siento que ustedes tres me ocultan cosas y me mienten. —dijo pasando su brazo izquierdo por mis hombros.

 

— De verdad papá, ninguno te ocultamos nada. —murmure sonriendo y palmeando su espada.

 

— ¿Qué sea cierto Edward? No me gustaría tener que enfrentarme a ninguno de mis hijos. —dijo abriendo la puerta de su despacho, hasta ese momento no me había dado cuenta que me había conducido hasta allí.

 

— Papá de verdad voy tarde. —murmure deteniendo mi avance.

 

— Bueno… bueno… veo que prefieras pasar la tarde con tus amigos que con tú viejo. —soltó su agarre.

 

— No te preocupes papá que voy a regresar para la cena. —dije sobre mi hombro, ya iba trotando hacia el garaje. Me sorprendí al no ver a nadie custodiando esa parte de la casa, no le di muchas vueltas al asunto, ya iba tarde para ver a mi Bella. Me subí al Volvo y salí como si me tuviera persiguiendo el diablo, las llantas rechinaron cuando acelere en punto muerto. Quince minutos más tardes me estaba estacionando en la entrada de la mansión de Angie, toque dos veces la bocina. Mi princesa salió unos minutos después hablando con Angie y la Nana Sue, se detuvieron por unos minutos en la puerta principal. Se despidió de ella con un beso en la mejilla y corrió hacia el Volvo que ya la esperaba con la puerta del copiloto abierta para ella. Mi sonrisa era un reflejo de la de ella—. Hola princesa. —la salude antes de inclinarme para probar sus deliciosos labios. Nuestros labios se movían sincronizadamente y encajaban a la perfección con dos piezas de un todo. Nos separamos por falta de aire.

 

— Hola. —respondió inhalando una gran bocanada de aire. Me fascinaba que quedara tan afectada como yo—. Donde vamos primero. —preguntó ansiosa. No tenía idea, por lo que solo me encogí de hombros.

 

— No lo sé, ¿A donde quieres ir? —pregunte acelerando el coche. A donde quisiera ir, el cielo era el límite.

 

— Humm… —susurro llevándose el debo a la barbilla. Sonreí se veía tan hermosa, hoy tenía un brillo especial en los ojos, la hacia verse más hermosa que nunca—. Podemos ir por una pizza de pepperoni y anchoas. —dijo muy sonriente, como si hubiera hecho una travesura—. Después al prado y hay nos la comemos. —la mire como si nunca la hubiese visto. Ella acaba de decir que quiere una pizza con pepperoni y anchoas—. ¿Qué? —pregunto confundida.

 

— Pizza con pepperoni y anchoas. —susurre más para mí que para ella. La verdad era que no salía de mi asombro—. ¿Desde cuando te gustan? Si solo comes la pizza margarita. —pregunte muy confundido por lo que estaba pidiendo.

 

— Desde ahora. —me replico enojada—. Anda muévete ya, quiero mi pizza ahora. —sus ojitos se llenaron de lágrimas y comenzaron a rodar por sus mejillas.

 

— Amor no llores, tus deseos son ordenes para mí. —dije limpiando sus mejillas con mis dedos, acariciando en el proceso. Volví mi vista a la carretera y acelere el coche. Cinco minutos más tardes me estacione en frente a la pizzería que siempre acudíamos, el seños mantenía nuestro secreto, el señor Paolo era un buen hombre y muy amigo nuestro. Me baje nada más apagar el coche, trote para abrir su puerta, la tome de la mano y entramos a pasos apresurados. Como ya nos conocían no era necesario hacer fila, por lo que nos dirigí directo a la caja, donde pedí una pizza media de Pepperoni y anchoas. Mi estomago estaba dudoso de si quiera que me comiera eso.

 

— Ed. —me llamo con voz tierna.

 

— Si. —pregunte volteando a verla. Ella estaba sonriendo y me hacia ojitos.

 

— Quiero un helado de chocolate con avellanas, como ese. —me pidió enseñándome el anuncio a mi izquierda.

 

— Claro lo que tú quieras, ¿Algo más? —le pregunte antes de dirigirme de nuevo al encargado—. Me da uno de ese también, aparte de la pizza y las dos coca colas.

 

— Qué la pizza tenga doble queso, Edward por favor. Y eso es todo. —respondió mi Bella sonriéndome.

 

— Ya la escuchó. —le dije al encargado. Nuestra orden estuvo diez minutos más tardes, ya que nosotros teníamos prioridad por sobre las demás personas que estaban esperando. Nos marchamos del lugar con nuestro pedido. El helado se lo guarde en la pequeña cava que cargaba en el Volvo, ella mantiene lo frío. En veinte minutos me estacione en el sendero que lleva a nuestro prado, la ayude a bajar, tome la pizza y las dos coca colas, la manta de picnic, la tome de la mano y nos encaminamos a nuestro prado, el cual llegamos media hora más tarde. La solté para poder extender la manta de picnic ya que en la otra mano sostenía la caja con la pizza.

 

— Edward por favor dame la pizza, la quiero de verdad. —suplico mi Bella, la voltee a ver y tenia en sus bellos ojitos lágrimas. Termine de extender toda la manta, me senté en medio y abrí mis piernas era una invitación silenciosa, ella no dudo en sentarse allí.

 

— Bella no hay necesidad de que supliques, toma. —dije colocando la caja en sus piernas. La había comprado exclusivamente para ella. La tomo de inmediato llevándose una rebanada a la boca.

 

— Humm… —hizo un sonido de excitación, como si de verdad le gustara desde toda la vida. Volvió a morder y cada vez lo hacia más seguido, sin masticarla bien.

 

— Come con cuidado Bella, te puedes ahogar. —la regañe dándole su coca cola—. Ten bebe esto. —la mire fijamente, ella estaba actuando muy extraño, nunca se comportaba de esta manera, nunca hacia rabietas, pero nunca comía ese tipo de pizza. Pero no tenía tiempo para eso, debía preguntarle. Pero como. “Oye amor, ya te bajo la menstruación” Por dios Edward como vas a preguntarle eso y si se enoja contigo, eso es un tema sumamente privado. La hermosa voz de mi Bella me saco de mis pensamientos.

 

— Quieres... esta muy rica. —me animo tendiéndome una rebanada—. Tómame una foto, para que no me malgastes y te durará más. —dijo riéndose. Parpadee varias veces aclarando un poco mi mente y se la acepte. La mire con asco, la verdad que lo que se antojaba era la lasaña que hace tan rica Rosa. No se porqué, pero al tragarme el pedazo que había mordido me dieron nauseas por lo que a tragos gruesos comencé a beberme la coca cola.

 

— EDWARD ANTHONY CULLEN, QUE SIGNIFICA ESTO. —ese grito hizo que me congelara en mi lugar y el corazón se saltara un latido.

 

— ISABELLA MARIE SWAN QUE DEMONIOS HACES AQUÍ CON ESTE. —y ese otro grito hizo que mi corazón latiera violentamente en mi pecho. No, no, no. Esto no podía estar pasando, mi padre y mi suegro estaban aquí en el prado, como era eso posible, nadie más que yo sabía llegar a este prado, ni mi Bella que ha venido tantas veces conmigo se ha grabado el camino. A menos que nos vinieran siguiendo. Diablos nos descubrieron. Ahora nos venían como Bella estaba sentada en medio de mis piernas recostada en mi pecho y como ella reía. De un segundo a otro deje de sentir el suave calor de mi Bella contra mi pecho y en cambio sentí un repentino frio que se instalo en mi corazón—. CONTESTAME ISABELLA SWAN.

 

— EDWARD CULLEN NO TE QUEDES CALLADO, RESPONDE DE UNA MALDITA VEZ. —grito mi padre tirando de mi brazo haciendo que me colocará de pie frente a él para darme un buena bofetada—. ¿QUÉ ESPERAS? DI ALGO. —grito nuevamente. Salí de mi asombro al sentir mi mejilla arder. Había llegado el momento de que el mundo entero sepa que yo Edward Anthony Cullen Masen amo a Isabella Marie Swan más que a mi propia vida y que es mi mujer. Mire a mi Bella pidiendo su permiso, ella asintió, siempre habíamos tenido esa conexión como si supiéramos lo que piensa el otro. Respire profundo, levante mi frente y encaré a mi padre.

 

— ¿Qué quieres que te diga padre? —respondí en voz alta, por el rabillo del ojo observe a mi suegro que estaba rojo por la ira y si sabía lo que le convenía más le valía no descargarla con mi Bella, por que era capaz hasta de matarlo si llegaba a ponerle una mano encima a ella—. Qué Bella es mi novia desde hace un año, que la amo más que a mi propia vida y que ella… —no pude terminar por que mi padre me había abofeteado de nuevo.

 

— No digas tonterías Edward, ustedes no saben lo que es el amor. —me contradijo agarrándome fuertemente mi brazo—. Solo es un caprichoso de adolescentes. —espetó con voz contenida por la ira. Me lanzó hacia Allan, quien apretó fuerte su agarre en mi brazo izquierdo y me arrastraba fuera del prado. Voltee a ver a mi Bella, mi hermosa Bella, estaba aprisionada en los brazos de Sam, vi como intento soltarse pero le fue inútil. Solo pedí mentalmente que ella dejara de intentarlo. No quería que saliera lastimada. Le dije “Te amo” sin articular palabra pero no sabía si ella había logrado verme. “¿Por qué? Por que nos destrozan el corazón de esta manera tan cruel” Pensé con infinita tristeza. Allan me llevaba lejos del prado, intente soltarme más de una vez, pero se me dificultaba, tenia su agarre bien ajustado. No me di por vencido, al intento numero diez logré soltarme dándole un fuerte golpe en el estomago, que lo hizo doblarse sin aire y soltarme al instante. Corrí hacia el prado, no permitiría que mi padre me separara de mi Bella, pero solo pude avanzar unos cuantos metros cuando Mitchell, Steven, Elton y Peter se lanzaron sobre mí, sometiéndome contra el suelo.

 

— SUELTENME, MALDITA SEA. —grite forcejando—. ERES UN MALDITO CARLISLE CULLEN, NO PERMITIRE QUE ME SEPARES DE MI BELLLA. —grite desgarrándome la garganta. En ese momento mi padre llegó donde yo estaba en el suelo con todos esos hombres encima, no me llego a mirar en ningún momento.

 

— Súbanlo a la camioneta. —le dijo a los hombres, quienes me pusieron de pie de inmediato y me arrastraron hasta la Forks Runner, uno de los coches de mi padre. Me subieron en la parte trasera dejándome en medio de Peter y Steven, mientras que Mitchell conducía. La tensión que se sentía en el ambiente se podía cortar con una navaja. Llegamos a la casa en tiempo record, cuando me bajaban trate de escapar nuevamente. No permitiría que Charlie Swan lastimara a mi Bella. Entre seis hombres me arrastraron hacia en interior de la mansión, en ningún momento deje de forcejear. Mi madre me miraba asustada, Emmett y Jasper despegaron la mirada del videojuego centrando su atención en nosotros.

 

— ¿Qué ocurre Carlisle? —pregunto mi madre acercándose a donde me tenían.

 

— Suéltenme. —susurre con la mandíbula apretada. Intentando soltarme de nuevo.

 

— Llévenlo a mi despacho y que no salga de allí. —le dijo mi padre a los hombre, quien obedecieron de inmediato, arrastrándome por el vestíbulo para luego dejarme encerrado.

 

— DEJAME SALIR. NO PODRAS BORRAR ESTE AMOR QUE SIENTO POR ELLA. OYEME BIEN CARLISLE ANTHONY CULLEN LA AMO. AMO A ISABELLA MARIE SWAN. —grite a todo pulmón golpeando la puerta. Comencé aventar al suelo todo a mi paso—. LA AMO, LA AMO. COMO ELLA A MÍ. —gritaba mientras rompía unas esculturas que hacia una semana mi madre había comprado.

 

— Edward hijo por favor cálmate. —dijo mi madre detrás de la puerta—. Cálmate para que podamos hablar.

 

— Como quieres que me calme, si él destruyo lo más importante de mi vida. —dije sentándome en el suelo, rodeando mis piernas con mis brazos, pegando las rodillas a mi pecho y llorando como si fuera un bebé.

 

— Edward estas bien, no te lastimaste o si, por favor contéstame. —mi madre sollozaba detrás de la puerta, hasta que grito—. CARLISLE CULLEN ABREME ESA MALDITA PUERTA. —estaba hecho un ovillo en el suelo cuando sentí unos delgados y maternales brazos rodear mi cuerpo—. Shhhh mamá ya esta aquí. —susurro limpiándome las lágrimas de las mejillas, me hizo recostar mi cabeza en su regazo—. Ya, ya, no permitiré que nadie te haga daño, eres mi bebé. —susurro acariciando mi cabello. Me apreté contra su pecho.

Llore… llore como nunca lo había hecho. Llore de rabia, de frustración, de dolor. Llore hasta quedarme completamente seco. No se en que momento me había quedado dormido, pero me desperté y ya era de día, estaba todavía recostado en el suelo, pero una gruesa manta me cubría el cuerpo y la cabeza descansaba en un suave almohadón. Me levante de un salto, grave error la cabeza parecía que me iba a explotar, me lleve las manos a ellas, como si así fuera a desaparecer el dolor. Me senté en el suelo nuevamente, observando mí alrededor.

 

— Toma Edward esto te quitara el dolor de cabeza. —murmuro Jasper muy serio tendiéndome una aspirina y un vaso de zumo de naranja—. Te necesitamos en tus cinco sentido.

 

— ¿Cómo hicieron para entrar aquí? —pregunte en un susurro, luego de haberme tomado la aspirina, recosté mi espalda contra la pared esperando su respuesta.

 

— Digamos que… no hicimos mucho. Solo discutir con papá anoche, por que decidió enviarnos hoy a Londres con la tía Carmen. —respondió Emmett en un murmullo desde una de las esquinas de la habitación, miro su muñequera donde tenia su reloj rolex de oro cortesía de Rosalie en su cumpleaños, este tenia sus iniciales y las de ella grabadas en la parte de adentro—. Dentro de dos horas.

 

— No lo voy a permitir. Nadie me va a separar de mi Bella. —dije poniéndome de pie.

 

— Hablando de Bella. —susurro Emmett con los ojos cerrados. “Si Charlie Swan se atrevió a ponerle un solo dedo encima lo mato” Pensé furioso—. Anoche me llamo Rose a ella le fue peor, Charlie casi la golpea sino no es por Doña Marie lo hubiese logrado.

 

— QUÉ A MI BELLA QUÉ. —grite tomando a mi hermano por la solapa de la camisa. Charlie Swan había firmado su sentencia de muerte. Con la mujer de Edward Cullen nadie se metía, aunque fuera su propio padre—. Dime Emmett, dime por favor que ella esta bien.

 

— Edward cálmate o no te diremos nada. —dijo Jasper muy serio soltando mis manos de la camisa de Emmett.

 

— Hablen. —demande con la mandíbula apretada. No estaba molesto. Estaba realmente furioso, cabreado, dispuesto a llevarme por delante a quien sea y donde sea.

 

— A Bella no le hicieron nada. Como te dije Doña Marie no lo permitió, pero…

 

— Pero qué, no estoy para tus bromas. Habla de una vez. —dije exasperado quería saber si mi Bella estaba bien o si tenia que formar maldita la tercera guerra mundial.

 

— Pero salen hoy las tres a Forks junto con Doña Marie. —murmuro derramando lágrimas. Nunca había visto a mi hermano destrozado de esta manera. Mire a Jasper y no estaba en mejores condiciones.

 

— Debemos hacer algo, no podemos dejar que nos envíen lejos. —les dije caminando a la puerta, pero aun seguía cerrada, la golpee, la patee varias veces, hasta que me dolieron las manos, me dirigí a la ventana, pero a esta le habían clavado clavos desde afuera para que no se abriera y había seis hombres custodiando esa parte de la casa. Me miraron cuando intente sin éxito abrirla.

 

— Crees que no hemos intentado nada. —murmuro Emmett con un suspiro de frustración.

 

— La puerta es de seguridad, no se abre sin el código, aunque tratemos todo lo que queramos no se va abrir. —dijo Jasper sentándose en el suelo y tomando su cabeza entre sus manos. Iba agregar algo, pero la alerta de mensaje de mi teléfono me interrumpió.

 

— Aun tienes tú teléfono. —Emmett se levanto como si tuviera un resorte en el culo.

 

— Si. —susurre buscándolo en el bolsillo de mis vaqueros. En la pantalla decía “Mi princesa” nuevo mensaje—. Por qué la pregunta.

 

— Papá nos quito el de nosotros anoche y coloco a Randall a bloquearnos los emails. Estaremos incomunicados. —susurro en un suspiro Jasper. No espere más y abrí el mensaje.

 

“Edward espero que estés mejor que yo en este momento, te extraño mucho, quiero que sepas que siempre te amaré. No importa la distancia, mi corazón y mi cuerpo te pertenece."

Siempre tuya Bella.

 

— Aprovéchalo, te doy diez minutos o quizás menos, papá ya sabe que estas despierto. —murmuro Emmett cabizbajo. Le hice caso y escribí rápidamente un mensaje.

 

"Lo dudo mucho amor, me haces demasiada falta, deseo verte ahora mismo, pero estoy encerrado en el despacho de mi padre. Estoy bien no te preocupes. Mi vuelo a Londres sale dentro de dos horas, también te amo y nunca dejaré de hacerlo, aunque se acabe el mundo. Quiero que me prometas que no harás ninguna estupidez que atente contra tú vida, siempre te estaré esperando."

Siempre tuyo ahora y por siempre Edward.

 

Le di enviar y volví a colocar para escribir un nuevo mensaje.

 

"Volveré tan pronto que no tendrás tiempo de extrañarme, cuida mi corazón… lo he dejado contigo."

Te ama Edward Cullen.

 

Lo envié también, estaba esperando su repuesta cuando la puerta se abrió y por ella entro Carlisle, por que desde ese momento dejo de ser mi padre.

 

— Veo que ya estas más calmado Edward. —murmuro caminando a su escritorio, se sentó con una pose desafiante en la silla de cuero—. Sabes me gustaba más la decoración que hizo Esme que la tuya.

 

— A que vienes Carlisle Cullen… a burlarte de nuestra tristeza. —dije con los puños apretados, los tenia blanco por la fuerza que ejercía.

 

— Por supuesto que no. Son mis hijos y me duelen. —dijo poniéndose de pie. “Si como no” Pensé, rodando los ojos—. Vengo avisarles que el jet los llevara a Londres en un rato y no se preocupen por las maletas o por cambiarse, se marchan como andan. Carmen ya se esta encargando de eso.

 

— Ninguno de nosotros se irá. —dije desafiante cruzándome de brazos.

 

— Bueno… no queda de otra. —dijo con una sonrisa—. James. —llamo en un tono más alto. Esté apareció por la puerta.

 

— Si señor. —dijo el tal James entrando al despacho con una sonrisa burlona.

 

— Necesito que vayas y le hagas una visita a las hermanas Swan, especialmente a Isabella Swan. Puedes llevarte todos los hombres que necesites. —me miro fijamente sonriendo con suficiencia. Sobre mi cadáver Carlisle Cullen dejare que alguien se acerque a ella.

 

— No lo hagas. —murmure furioso entre dientes. Sentía la adrenalina fluir por mis venas, mi corazón latía violentamente contra mi pecho.

 

— Ustedes deciden… se van por las buenas una buenas temporada o… James visitara a las hermanas Swan en Forks. —se sentó en su silla subiendo los pies al escritorio, cruzándose de brazos en el proceso. Maldito y menos mal que no se regocija con nuestra desdicha.

 

— Nada me encantaría más señor. Le tengo unas inmensas ganas a la perrita de Isabella. —dijo el tal James con una sonrisa sádica en el rostro. Ahora si lo vi todo rojo, me lance contra él, caímos al suelo en el mismo momento que comenzaba a golpearlo.

 

— Nadie habla así de mi mujer. —le dije entre golpes—. No te atrevas acercarte a ella. No te quiero ni a cien kilómetros a la redonda cerca. —le dije mientras que lo golpeaba en la mandíbula. Él me respondió dándome un fuerte golpe que me partió el labio, sentí el sabor de la sangre en mi boca, se lanzo contra mí lanzándome al suelo, me golpeo y murmuro.

 

— No sabes lo que le pienso hacer. La voy hacer mía, no me importara que grite, de hecho… eso me excitara más. —eso me enfureció más si es que eso era aun posible. La sola imagen de James forzando a mi Bella, mientras ella le suplicaba que la soltara y no le hiciera daño, mientras yo no estoy para defender. Lo golpee en el estomago empujándolo lejos de mi con mis piernas. Yo era mejor que mis hermanos en una lucha cuerpo a cuerpo. Siempre había sido así desde pequeños, mi padre se había encargado de entrenarlos en todos los sentidos y en ese yo sobresalía. Cuando cayó al suelo, me le subí encima golpeando.

 

— No permitiré que la toques. —dije entre golpe y golpe—. Primero te mato con mis propias manos. —le di un golpe y él me dio en un costado que me dejo sin aire por unos segundos, los cuales aprovecho para golpearme.

 

— Haré mucho más que tocarla. La tratare como la perra que es. —golpee su mandíbula, lo agarre del cuello y lo lance contra el librero. Se comenzó a reír histéricamente, lo hacia como si estuviera loco—. Grabaré el momento que la hago mía, así escucharás y veras como suplicaba, como lloraba y pedía ayuda. —dijo para luego seguir riéndose como un maniático. Lo iba a matar. Me lance de nuevo contra él, ambos nos golpeamos en ese momento. En un movimiento rápido lo lance contra el suelo, sin dejar de golpearlo ni un maldito segundo.

 

— Ya basta Edward. —dijo Emmett agarrándome con brazo de hierro, mientras que Jasper se paraba delante de mí, tapando mi visión de donde se encontraba James escupiendo sangre en el suelo.

 

— SUELTAME EMMETT QUE VOY A MATARLO. —grite forcejeando para liberarme de los brazos de mi hermano—. QUE QUEDE MUY CLARO, QUE AQUEL, QUE OSE ACERCARSE O HABLAR MAL DE MI MUJER, ES HOMBRE MUERTO.

 

— YA BASTA EDWARD. —grito Carlisle—. James fuera de mi despacho, tú y yo hablaremos luego. Randall, Garrett llévenselo. —los aludidos arrastraron a James fuera del despacho. Me volví a fulminar a Carlisle con la mirada. Espero que le haya dejo muy en claro que con mi mujer nadie, absolutamente nadie se mete. Aunque fuera el mismo, acabaría igual o peor que James—. Entonces decide Edward… te vas por las buenas o… —dejo su frase inconclusa. Suspire para tratar de calmarme, no me convenía saltar sobre Carlisle ahora mismo. No, mientras no tuviera a Bella segura.

 

— Edward es lo mejor. —susurro Emmett solo para nosotros tres.

 

— Piensa en Bella. —susurro Jasper.

 

— Está bien, nos vamos a Londres con la única condición de que no dañaras a ninguna de las hermanas Swan. —murmure con la mandíbula apretada—. No te conviene tenerme de enemigo Carlisle. Sabes que no falta mucho para ser más poderoso que tú y me las cobrare con creses, cada lágrima derramada por mi Bella. —le dije con odio impregnando en la voz. Sabía que debía asumir a los veintiuno ser el jefe de la organización, es lo que estaba pactado, el nuevo feje asume al cumplir los veintiún años, no me correspondí a mi por supuesto, pero Emmett dijo que no tenia cabeza para eso, Jasper se reusó, no quería que su familia cuando llegara a tenerla, estuviera en tanto peligro. Por lo que me habían dejado toda la carga a mí, esto ocurrió unos meses antes de conocer a mi Bella. Tiempo después de haber firmado ese maldito papel, supe que ellos ya mantenían una relación con Rosalie y Alice, ese fue su motivo para negarse, dejándonos la soga en el cuello a Bella y a mí. Pero ahora no me arrepentía, así tendría el suficiente poder para proteger a mi Bella.

 

— Tienes mi palabra. —se acerco para estrecharme la mano, dude un momento, no le creía del todo. Pero se la estreche—. Ninguno de mis hombres se acercara a ellas. Vamos que ya es tarde. —salió del despacho hecho una furia. Emmett me palmero el hombro y agarro mi brazo derecho.

 

— Auch. —me queje haciendo una mueca de dolor.

 

— Así se hace hermanito, estoy tan orgulloso de ti. —me miro sonriente, le devolví la sonrisa, pero me dolió, toque mi labio que sangraba un poco.

 

— No te preocupes, son heridas de guerra. —dijo Jasper pasando su brazo por mis hombros. Salimos así del despacho, al pasar por el recibidor a mi madre casi le da un ataque.

 

— ¿Edward hijo que te paso? —me pregunto angustiada examinando mi rostro.

 

— Estoy bien mamá. —sonreí haciendo una mueca.

 

— Carlisle ¿Quién le hizo esto a mi hijo? —pregunto volteando a verlo a él. En eso venia Randall con el labio roto y un ojo de color rojo.

 

— Y a ti, ¿Qué te ocurrió?—le pregunto Carlisle ignorando a mi madre.

 

— James esta como loco señor. Lo encerramos en una de las bodegas por que se nos intento escapar, supuestamente el joven Edward se la debe. —respondió Randall encogiéndose de hombros.

 

— El tal James… ¿Fue el que golpeo a Edward? —mi madre se dirigió a Randall.

 

— Si señora Cullen. Con permiso. —desapareció por la puerta de la cocina.

 

— Carlisle Anthony Cullen te doy diez minutos para que lo saques de mi casa. —mi madre estaba muy enojada.

 

— Ahora no tengo tiempo. Vamos saliendo al aeropuerto. —dijo Carlisle antes de desaparecer por la puerta del garaje.

 

— Los voy a extrañar. —susurro con lágrimas en los ojos, abrazándonos a los tres—. Prometan que van a estar bien y que no harán ninguna tontería.

 

— No tenemos de otra mamá, o nos vamos o papá lastimara a las chicas y eso no lo vamos a permitir. —dijo Jasper muy serio. Se le notaba que estaba haciendo un esfuerzo para no explotar. Mi madre nos miro a los tres alternadamente.

 

— Les prometo que no voy a dejar que Carlisle les haga daño, solo si me prometen que nunca. Óiganme bien, nunca las volverán a buscar. Es muy peligroso tanto para ellas como para ustedes. —nos dijo dejando de llorar. Asentimos los tres al mismo tiempo. Era la mejor opción o por lo menos la mejor en este momento—. Bueno… vayan que su padre los está esperando en el coche. —nos beso ambas mejillas.

Caminamos resignados hasta el garaje, nos subimos al coche, que nada más Jasper y Emmett cerrar las puertas arranco. Me dispuse solo a mirar por la ventanilla, mi mente voló hacia la primera vez que conocí a mi hermosa castaña de ojos marrones, nuestro primer beso, nuestra primera cita, nuestra primer y única noche juntos, a cada momento que viví junto a ella. En mi mente había quedado grabado su aroma a fresias, sus hermosos sonrojos, absolutamente todo de ella. El zarandeo que me dio Jasper me saco de mis pensamientos.

 

— ¿Qué pasa? —pregunte parpadeando varias veces.

 

— Toma límpiate la cara. —dijo tendiéndome un pañuelo húmedo. Lo mire interrogante—. Si alguien te ve así y va a contarle a Bella, se va a preocupar mucho. Es capaz hasta de arriesgar a irte a buscar.

 

— Gracias. —susurre agarrándolo y pasándolo de forma suave por mis heridas.

 

— Y cámbiate esa camisa manchada de sangre. —dijo Emmett desde el asiento del copiloto tendiéndome una camisa marga corta de color negro. Jasper la recibió por mí, mientras que con mucho cuidado me quitaba la que cargaba. Bastado, me dejo muy adolorido. Pero sonreí al saber que él había quedado peor. Al abrocharme el último botón el coche se detuvo frente al aeropuerto. Nos bajamos escoltados por más o menos unos veinte hombres o quizás más, atravesamos los pasillos bajo la atenta mirada de las personas. Les agradecí internamente a mis hermanos. Abordamos el jet que ya estaba listo para partir. El trayecto a Londres lo hicimos en un incomodo silencio, Jasper se concentró en leer un libro sobre la guerra civil. Emmett se durmió nada más despegar.

 

— No durmió nada anoche. —me dijo Jasper despegando su mirada del libro, en el momento que yo observaba a Emmett. Carlisle ni nos miraba. Yo por mi parte me concentre en las hermosas notas que componían la nana de mi Bella, sirvió para relajar mi cuerpo que ya comenzaba a dolerme. La voz del capitán me saco de mi ensoñación. No había logrado dormir nada, pero parecía como si lo fuera hecho a los ojos de los demás.

 

— Estamos por aterrizar, por favor abrocharse el cinturón. —repitió dos veces más el capitán. Me abroche mi cinturón, Jasper despertó a Emmett ya que él se encontraba más cerca. Por lo que un Emmett desorientado se acomodo en su asiento y se abrocho en cinturón.

Diez minutos más tarde aterrizamos sin ningún contratiempo en la pista privado de mi tío Eleazar. Nos recogieron unas Hummer de color plateado blindadas. Mis hermanos y yo subimos a una, mientras que Carlisle a otra, atravesamos las calles de la ciudad de Londres sin pronunciar ni una sola palabra. Ni siquiera mire por la ventanilla. Una hora más tarde nos estacionamos en el garaje de la mansión Denali Masen. Donde que yo recuerde nuestras primas eran una molestia. Mis tíos nos salieron a recibir.

 

— Carlisle. —saludo mi tío Eleazar estrechando su mano.

 

— Eleazar, Carmen, Esme y yo les estamos muy agradecidos por hacer esto.

 

— No te preocupes, sabes que no es ninguna molestia para nosotros. Si se nos presentara a nosotros una situación como esta con alguna de mis hijas, no dudaría en enviarla a Chicago junto con ustedes. Para eso esta la familia, para apoyarse en las situaciones difíciles. Vamos adentro hace un poco de frío. —hablo mi tía Carmen abrazando a Carlisle y dándole un beso en la mejilla. Nos condujo hacia el interior de la mansión—. Edward hijo ¿Qué te ocurrió? ¿Estás bien? —pregunto examinando detenidamente mi rostro. Solo asentí con la cabeza—. Me imagino que deben estar cansados. Vamos para indicarles cual es su habitación y puedan asearse. —nos indico que la siguiéramos, subimos las escaleras hasta el tercer piso. Ninguno de los tres decía una sola palabra. Caminamos hacia el lado norte de la enorme mansión—. Está de aquí es la tuya Emmett. —murmuro indicando la puerta de la izquierda—. Está es la de Jasper. —señalo la puerta del lado derecho—. Y esa es la tuya Edward. —me mostro la puerta al lado de la habitación de Jasper—. Dentro de un rato estará lista la comida, los estaremos esperando en el comedor. Recuerdan el camino, el pasillo de la derecha los llevara hasta el. —dijo antes de dar media vuelta y marcharse. Suspire arrastrando mis pies dentro de mi supuesta habitación, más bien debería decir… arrastre los pies dentro de mi cárcel. No mire decoración, no detalle absolutamente nada, lo único que hice fue lanzarme de lleno en la cama, por cierto era muy cómoda, me retorcí haciendo muecas de dolor buscando el móvil en mis bolsillos. Quería saber de mi Bella, pero el móvil no estaba.

 

— Maldita sea. —susurre al recordar que lo tenia en mis manos cuando entro Carlisle debí dejarlo caer al lanzarme contra de James.

 

— Edward préstame tú móvil. —me pidió Jasper entrando sin tocar a la habitación—. Necesito hablar con Alice, ya no aguanto. —suspiré llevándome las manos al rostro.

 

— No lo tengo, se me debió caer cuando golpee a James.

 

— Oh. —dijo dejándose caer en la cama a un lado mío.

 

— Lo siento. —susurre con mi rostro aun entre las manos. No se la verdad como fue que me siguieron sin que me diera cuenta.

 

— No te preocupes, sabíamos que tarde o temprano esto iba a pasar. —dijo sentándose en la cama.

 

— ¿A dónde vas? —pregunte al sentir que se levanto de la cama.

 

— A darme una ducha. Nos vemos en un rato. —dijo abriendo la puerta, salió de mi habitación dejando la puerta cerrada. Suspire. “Te amo tanto Bella, nunca lo dudes” Pensé.

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Los primeros meses fueron terribles, me enferme del estomago o eso creía yo ya que en los análisis no salía nada fuera de lo normal. Todo lo que se me antojaba comerlo lo vomitaba, me daban mareos muy seguidos, me levantaba en la madrugada a comer y esta muy sentimental, por todo me enojaba o como si fuera una mariquita me ponía a llorar. Pero le da gracias a los cielos que Emmett no se encontrara de humor para hacer sus bromas por que si no pobre de mí. Ingrese al mismo instituto que mi prima Tanya, como ambos teníamos la misma edad íbamos al mismo curso. Sorpresivamente mi prima había cambiado ya no era la misma perra sin sentimientos que recordaba, me ayudaba a ahuyentar a las mujeres que se me insinuaban. Todo ese maravilloso cambio se lo debíamos a Daniel el hijo de su Nana, si ellos mantenían una relación en secreto desde hace un poco más de año y medio. Si mis tíos se llegaran a enterar ella se iría lo que resta de colegio a un internado de máxima seguridad y él quien sabe, tal vez mi tío se desasiera de él, por poner sus indecentes manos sobre su princesita adorada. La verdad fue muy difícil descubrirlos, los debo felicitar son más bueno que nosotros escondiéndose. Mi prima es una gran actriz, cuando esta toda la familia reunida ni lo voltea a ver, lo trata como debería hacerlo antes los ojos de mi tía Carmen, con desprecio por no tener recursos y ser un trabajador. Recordar como los descubrí aun me causa mucha risa.

 

FlashBack dentro del FlashBack:

 

Las chicas estaban jugando tenias en la cancha justo al lado de nosotros, Irina hacia pareja con su amiga Jacqueline, esas dos parecen uña y mugre. Ella es rubia igual que mis primas. Kate era la pareja de Tanya, mis hermanos y yo jugábamos sin ánimo a las canastas. Como me venia pasando desde que llegue aquí, me sentí realmente mal, veía un poco borroso y tenia unas enormes nauseas, por lo que le lance el balón a Jasper y a trompicones me aleje del lugar, llegue a los matorrales que quedaban justo detrás del salón de Spa de mí tía Carmen, me recosté en el césped mirando al cielo haciendo respiraciones profundas. No sabía cuanto tiempo duraría esto, pero quería que terminara pronto. No entendía que diablos era lo que tenía, me habían sometido a varias evaluaciones y a muchos análisis, pero no salía nada, en todos los estudios salía que gozaba de una excelente salud. Por lo que si mis tíos fueran testigos de mis desfallecimientos, mis padres no me creyeran. En fi… volviendo al tema de Tanya y Daniel. Luego de lograr controlar las nauseas deje mi mente volar recordando todos los momentos que mi hermosa Bella estuvo a mi lado, la primera y única noche que hicimos el amor. Dios aun recordaba su sabor en mi lengua, su suave tacto contra mi piel, la sedosidad de su piel bajo mis manos. Hasta que sentí un fuerte golpe en mi cabeza.

 

— Auch. —susurre llevándome una mano a la zona golpeada. Escuche risitas y luego gemidos bajos. Mi mente comparo ese sonido con el mismo que salía de los labios de mi princesa la noche que hicimos el amor. Alguien estaba teniendo sexo a menos de cinco metros de mí. La curiosidad me gano, si era uno de mis hermanos me las pagarían, no permitirían que lastimaran a mis cuñadas de esta manera a menos de cuatro meses de habernos separados. Por lo que me levante decidido de mi lugar, aquí correría sangre, rodee el arbusto y…—. Oh dios. —susurre cerrando mis ojos. Nunca podría borrar de mi mente esa imagen. Mi prima medio desnuda gimiendo de placer mientras Daniel le hace sexo oral.

 

— Edward. —dijo Tanya muy aterrada.

 

— Creo que seria mejor que te vistieras Tanya. —murmure dándome la media vuelta. Espere solo por unos segundos ya que ella misma me volteo. Solo abrí un poquito un solo ojo y estaba completamente vestida.

 

— Edward por favor no le digas nada a mis padres. —suplico con los ojos llenos de lágrimas—. Te lo juró, nunca estuve de acuerdo que te separaran de Bella y a Emmett y Jasper de Rosalie y Alice. Te lo juró Edward te mereces ser feliz con Bella. A Daniel lo amo, por favor, no digas nada.

 

— No te preocupes, no diré nada, no quiero que sufras lo mismo que yo estoy sufriendo. No se lo deseo ni a mi peor enemigo. —dije abriendo mis ojos, el chico ni me miraba. Bufe internamente. No me gustaba las reglas de mi tía Carmen, una de ellas consistía en que la servidumbre, como ella los llama. No pueden mirar a la cara a sus señores. Que idiotez, todos somos iguales—. Siempre y cuando tú Daniel cuides a mi prima o te la verás conmigo, y… yo no te lo recomiendo.

 

— Por supuesto que si señorito Edward. Yo la amo y nunca haría algo que pueda lastimarla. Por ella estoy terminando mis estudios, para poder darle la vida que ella se merece y a la que esta acostumbrada. —murmuro Daniel bajito, casi… sino fuera por que estaba cerca de mí no lo hubiese escuchado.

 

— Edward solo Edward. Ahora somos amigos Daniel. —le dije sonriendo, mi prima dio un gritito de felicidad saltando a mis brazos, me tambalee pero logre estabilizarme, me abrazo fuerte.

 

— Te quiero, te quiero, te quiero. —decía entre beso y beso, me los daba por todo el rostro—. Eres el mejor primo, pero no le digas a Emmett ni a Jasper.

 

— Tranquila no se los diré. —murmure entre risas—. Pero como amigos que somos les digo que deben tener cuidado, así como los descubrí yo, puede hacerlo cualquiera y va directo a decirle a la tía Carmen o al tío Eleazar.

 

— Lo que paso fue que no, nos pudimos contener. —dijo Tanya dándole un beso en los labios a Daniel.

 

Fin del FlashBack dentro del FlashBack.

 

Luego de eso empecé a conocer más a Daniel, él es un chico muy estupendo, un año mayor que Tanya y que yo, trabaja duramente para costear sus estudios, me convertí en su amigo así que en las cosas que no entendía de sus materias a escondidas se lo explicaba. Él hacia todo ese sacrificio de durar hasta dos o tres días sin dormir por el trabajo y los estudios, por la loca de mi prima Tanya, eso me alegraba un poco la vida. Por lo menos ella era feliz, yo le hacia de cupido, ayudaba a Tanya a salir de la mansión siempre que podíamos para lograran tener citas de verdad. Volviendo al tema de las chicas, luego de habernos instalados en la mansión intentamos comunicarnos con ellas, pero todo el esfuerzo que hicimos para colarnos en el despacho de mi tío Eleazar fue en vano, los tres móviles nos enviaron directo al buzón, lo que significaba que Don Charlie se los había quitado. Tanya me presto su cuenta, intente ingresar al de mi Bella pero este estaba bloqueado. En dos ocasiones llame a Ben y a Angie y ninguno supo darme información, pero pude notar lo nerviosa que estaba Angie, por lo que deduje que Don Charlie la había amenazado. Luego de unas semanas intente llamarlos pero me enviaron directo al buzón, ósea que cambiaron de numero. A pesar del paso del tiempo no pierdo las esperanza se que algún día las volveremos a ver.

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Mi graduación fue en julio del siguiente año, por lo que ya llevaba casi un año sin ver a mi hermosa castaña. Ese mismo año en octubre los seis comenzamos la universidad, la más prestigiosa de Londres: Universidad de Cambridge, Reino Unido. Emmett entro a estudiar Derecho. Rosalie lo convenció, querían irse a estudiar juntos, pero como no se pude lo hizo en honor a ella. Por lo que seria el encargado de todo lo legal de las empresas y de sacarme de la cárcel si era agarrado por la ley al asumir el mandato de la mafia. Jasper se inclino por Arquitectura por lo que se encargaría de la constructora Cullen & Corp. Yo quería estudiar medicina, siempre había sido mi sueño, ser pediatra. Pero eso no se iba a poder, tal vez más adelante, ahora no. Debía asumir el mandato de todo, por lo que estudie Administración de empresas, Carlisle nos necesitaba a los tres frente al patrimonio familiar. Ir a la Universidad fue realmente una tortura para los tres, todas las chicas querían con nosotros, aunque no mostráramos ni un poquito de interés por alguna de ellas. Mi corazón ya estaba ocupado, lo ocupaba desde hace mucho, mi hermosa castaña de ojos marrones. Nunca me iba a volver a enamorar, por que ya lo estaba de ella. Un día que mi madre y Carlisle nos fueron a visitar se los dije, les dije que nunca me iba a casar, así que por mi parte no habría descendencia Cullen. Emmett y Jasper se me unieron. Lo que me intrigo fue que Carlisle Cullen ni se inmuto, lo había hecho, para darle un fuerte golpe en su punto más débil, que el clan Cullen dejara de existir. Él solo me sonrió abiertamente, como si me estuviera perdiendo de una broma privada. .

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Había pasado tres años de aquel fatídico día, cada minuto recordaba a mi Bella y aquella mañana no fue la excepción, estábamos almorzando cuando entro una llamada de Carlisle Cullen para avisarme, supuestamente él. Pero se que lo hizo para terminar de romperme el corazón.

 

— Es hora que te olvides de Isabella Swan, Edward. Ahora esta felizmente casada con Jacob Black y es muy feliz, es hora que sigas tú camino. —me dijo nada más colocar el móvil en mi oído. Luego de eso, no salí de mi habitación por semanas, donde no hice más que pensar. Llegue a la conclusión de que no la podía culpar de que ella entregara su corazón a alguien más. Me imaginaba que ese tal Jacob le debía haber costado enamorarla. Y más le valía a él cuidarla, por que si no se las vería conmigo. Volví a reiterar mi promesa. Siempre sería de ella, aunque ella ya no me perteneciera. Continúe con mis clases hasta que por fin llego nuestra graduación en julio del 2008, a ella asistieron mis padres quien ofrecieron una gran fiesta, a la cual ninguno de mis hermanos ni yo asistimos.

 

Fin del Flashback.

 

Era un hecho… hoy diecinueve de octubre del 2008 cumpliendo exactamente cinco malditos años de no ver a mí hermosa castaña. Pisaba nuevamente los Estados Unidos. Ya no soy aquel adolescente de dieciséis años que se vio obligado a irse contra su voluntad del país, impidiendo de esa forma… que su propio padre lastimará a lo más importante de su vida. La razón de su existencia… su mujer. Ahora es soy hombre de veintiún años que dentro de pocos días asumirá el mandato de la organización, además que tengo las cosas muy claras. No permitiré que me alejen de nuevo de mí mujer. Poseeré el poder necesario para acabar con todos aquellos que me hicieron llorar a mí princesa. La lista la encabezaba mí propio padre y mí suegro. No pararía hasta encontrar aquel desgraciado que le contó a mí padre, que me encontraba en aquel prado con mí pequeña. Entendía perfectamente… que lo más probable es que ella ya seguía viviendo en la ciudad de Chicago. Pero no descansaría hasta dar con ella. No me importaba tener que ir hasta el fin del mundo si fuera necesario por ella. Aunque ya no la tenga junto a mí, a mí lado, protegida entre mis brazos. Eso no me impedía verla aunque sea de lejos. Comprobar con mis propios ojos que ella es la mujer más feliz del mundo al lado del perro de Black. Comprobar que él la esta protegiendo con su propia vida si fuera necesario. Comprobar que él la esta tratando como la hermosa princesa que ella es.

 

Mi hermosa Bella, ella debe estar tan cambiada físicamente y hasta mentalmente. Ya no es la hermosa adolescente de quince años que deje en aquel prado en brazos de Sam. Ahora debe ser la hermosa y perfecta mujer de veinte años. Su cuerpo debe haber tomado más curvas, de aquellas que ya tenía y eran mi perdición, sus pechos deben haber crecido, ya no son… aquel par de limones, que al sentir contra mí pecho destruían mi autocontrol. Me gustaría tanto saber si aun se sonroja, como siempre lo hacía. Dios… la seguía amando mucho más que el primer día, en todo este tiempo mi amor hacía ella se intensifico. A pesar de estar consciente de que ya no me pertenece su amor, sus besos, sus caricias, sus sonrojos, sus te amo. Me hierve la sangre del coraje. Me entran unas inmensas ansias de sangre al imaginármela entre los brazos de Black, dándole a él lo que me pertenece. Saber que él esta disfrutando de su hermoso cuerpo, me pone enfermo. Siento como mis celos flotan a la superficie. Cuanto me encantaría desaparecerlo de la faz de la tierra. Pero nunca la heriría de esa manera.

 

— Joven Edward. —la voz de uno de nuestros escoltas me saco de mis pensamientos. Él chico no llega a los veinticinco años, quizás tenía mi edad. Es nuevo, tiene muy poco tiempo con nosotros. Se llama Lucas y es muy rápido con el arma, además de que posee muy buena puntería—. Tenemos que hacer una parada. Parece ser que el tanque de la gasolina tiene una pequeña fuga. Por lo que hay que aterrizar para arreglar y llenar de nuevo el tanque. Despegaremos en unas horas.

 

— Está bien. —dije sin despegar mi mirada de la ventanilla—. ¿Dónde estamos?

 

— En Nueva York señor. —respondió antes de retirarse a su asiento. Me acomode en el mío de forma que pudiera abrocharme el cinturón. Aterrizamos en una especie de aeropuerto. Pero se veía más pequeño que los normales.

 

— No pienso quedarme aquí sentado. Vamos a recorrer la ciudad, tengo más de seis años que viene para acá. Algo debe haber cambiado. —murmuro Emmett levantándose de su asiento.

 

— ¿Edward? —pregunto Jasper buscando mi mirada.

 

— Bien, busquemos un coche. Pero yo manejo o no vamos a ninguna parte. —respondí sonriendo por el horrible puchero que hacía Emmett.

 

— Uggg, no es justo. —se quejo Emmett. Bajamos del avión, fuimos a una de las agencias que hay allí y alquilamos un volvo de color negro. Me monte en el asiento de piloto, Emmett corrió como niño chiquito y se gano el asiento del copiloto, por lo que Jasper viajaba en el asiento trasero. Recorrimos las calles atestadas de gentes y coches de Nueva York, nos pasamos por la Quinta Avenida. Los tres estábamos disfrutando de nuestra libertad—. Detente Edward, entremos a ese centro comercial. —exclamo Emmett señalando a un imponente centro comercial de tres pisos, la segunda y tercera planta sus paredes eran de vidrio. Di vuelta a la derecha para entrar al estacionamiento. Bajamos del coche y traspasamos las puertas de vidrios corredizas. Recorrimos toda la primera planta y lo que había eran cientos de tiendas de ropas de mujer y niños. Nos aburrimos de eso y tomamos las escaleras eléctricas que nos llevarían al segundo piso. Aquí había cientos de tiendas para caballeros y adolescentes. Entramos a una tiendas donde Emmett compro no se que cosa. La verdad que no preste atención. Tomamos de nuevo las escaleras, para subir al tercer piso, allí había ventas de comida. Aprovechamos para comer algo. Seguimos nuestro recorrido, cerca de las salas de cine, estaba el área de juegos. Donde Emmett chilló como niña y corrió dejándonos atrás y se interno, de inmediato fue rodeado por niños pequeños.

 

Dos horas más tardes.

 

Jasper y yo arrastrábamos a un Emmett chillando como niñita, ya que no quería salir del local. Lo que ocasionaba la risa de todos los presentes. Lo amenazamos y todo, pero nada resulto. En un movimiento se nos soltó y corrió a los juegos de carreras.

 

— Emmett Anthony Cullen, salimos en este instante o cuando me encuentre con Rosalie le diré que le fuiste infiel. —lo amenacé rogando que esta vez si funcionará.

 

— Ella no te va a creer. —dijo muy seguro de si mismo—. Ella sabe que es mi osita y que amo es a ella.

 

— Para serte sincero Emmett, crees que si Edward y yo le decimos, no nos creerá. Hemos vivido contigo los últimos cinco años. —dijo Jasper apoyándome en lo que había dicho. Levante una ceja interrogante, esperando su respuesta.

 

— Uggg. —se quejó—. Ustedes ganan. Vámonos, pero sepan que me la deben.

 

— Como quieras Emmett. —murmure carcajeándome. Estamos por salir del local, yo trataba de regular mi respiración, cuando sentí a alguien colisionar contra mis piernas. Paré de reír y enfoque mi vista en la personita delante de mí. La ayude a levantarse del suelo—. Princesa ¿Te lastimaste? —pregunte revisándola. La niña de unos cuatro años, tenía tez blanca, todo menos sus mejillas que llameaban coloradas, su cabellera cobriza cae en suaves rizos hasta su cintura y sus ojos. Oh que ojos ten hermosos tiene esta preciosura, son de un verde intenso ó verde bosque, no sabría decir el color exacto de sus ojos. Ellos tiene una línea marreo al final de sus pupilas. Parecen como si me mirara una hermosa y preciosa gatita.

 

— No. —respondió con una voz de soprano—. Disculpe señod no eda mi intensión lastímalo. Por dios que edad tiene esa preciosidad.

 

— ¿Qué edad tienes gatita? —pregunte alzándola en brazos. Escuche su melodiosa risa, me deleite con ese sonido. Quería volver a escucharlo. Podría pasarme la vida entera escuchándola reír y nunca me bastaría.

 

— Tengo cuadto. —respondió mostrando sus deditos.

 

— ¿Por qué te ríes? Preciosa. —pregunte acariciando su sonrojada mejilla. Podía sentir la mirada de mis hermanos sobre mí. Ella me recordó tanto a mi Bella.

 

— Es que me decodaste a mi mami. Ella dice que soy su gatita. —explico con una linda sonrisita.

 

— Oh… ya veo ¿Cómo te llamas Princesa? —pregunte sentándola en una de las mesas vacías del área de comida. Hasta ese momento, no me había dado cuenta que había comenzado a caminar.

 

— Elizabeth, pedo me puedes decid Lizzy o gatita como mi mami.

 

— Ok… gatita ¿Estás perdida? —pregunte empezándome a preocupar. Que hubiese pasado, si no hubiera sido yo, si no un loco psicópata. Negó con la cabeza.

 

— No estoy con los de mi salón y mi hemano en los guegos. —respondió tranquilizándome—. ¿Cómo te llamas tú? —sonreí y bese su frente.

 

— Edward, mi nombre es Edward. —respondí volviéndola a tomar en mis brazos, camine de nuevo hacía el área de juegos. Busque a mis hermanos con la mirada. Emmett me miraba sorprendido y Jasper en forma reprobatoria—. Ellos son Emmett y Jasper, mis hermanos mayores. —señale a cada uno cuando los nombre. Ella les sonrió y ellos les correspondieron.

 

— Hola Eme, hola Gasped. —saludo con sus mejillas coloradas.

 

— Hola Lizzy. —respondieron los dos al mismo tiempo.

 

— ¿Estás con tú mamá? —preguntó Jasper. Miré a mi gatita. Oigan desde cuando es mi gatita. “Oye Edward estás mal, muy mal. Ella no es tuya. Es de su mamá y su papá” me reprendió una vocecita en mi cabeza.

 

— No. —respondió sacudiendo su cabecita—. Mi mami está tabagando en su editodial. —dijo en el momento que llegábamos a la entrada, justamente donde ella me había chocado.

 

— ELIZABETH. —se escucho un grito—. Elizabeth por dios niña ¿Donde estas? —se escuchó en un tono más alto de lo normal, pero sin llegar a ser un grito. Se podía escuchar la angustia en la voz de la mujer. También se podía escuchar un sollozo desgarrador. No sé como ocurrió pero se me encogió el corazón como si me hubieran electrocutado. Era como si yo sintiera, el dolor tan intenso que sentía ese pequeño. No entendía nada, solo que no lo quería escuchar sufriendo.

 

— Edward debes llevarla. —dijo Jasper colocando su mano en mi hombro en forma de consuelo. Mi hermano siempre acertaba en el estado de ánimo que llevaras. Te podía decir algo que te tranquilizará o que te enojará. En ese momento sentía una enorme tristeza, no quería separarme de esta hermosa princesita. Su calorcito se había instalado en mi muerto corazón, haciéndolo latir de nuevo. Eso que no latía desde que me separaron de mi Bella—. Debes entregarla. —me reto Jasper arrebatándola de mis brazos. Ella se asusto por lo repentino del movimiento y comenzó a llorar. Mi corazón se estrujo al sentir su tristeza. Un sentimiento de protección nació de mi corazón hacia esa pequeña niña y hacía el pequeño niño que lloraba en alguna parte del local.

 

— Dámela, se que debo devolverla. Pero no debiste asustarla de esta manera. —dijo muy molesto, se la quite de sus brazos, ella al sentirse en mis brazos escondió su carita en el hueco de mi cuello, sus pequeños brazos se cerraron como boas constructoras en mi cuello y su pequeñas piernas en mi cintura—. Ya… gatita ya. —la arrulle. Sentí como dejaba de llorar—. Vamos que tú profesora debe estar muy asustada. —camine con ella en mis brazos hasta el señor de seguridad, quien hablaba con una mujer totalmente desesperada—. Disculpe. —llame la atención de ambos—. Encontré a está pequeña. —la mujer se lanzo a mi cuerpo llorando.

 

— Gracias, gracias, gracias. No sabe cuanto se lo agradezco. Usted salvó mi vida. —murmuro antes de separarse de mí. Con todo el dolor de mí alma, le pase a la niña—. Oh Lizzy, no sabes lo preocupada que estaba. —murmuro besando a la niña por toda su carita—. No lo vuelvas hacer. No sabes lo aterrada que estaba. —me volvió a mirar—. Gracias, salvó mi familia de una tragedia. Soy Margaret la profesora de Elizabeth. —se presentó estirando su mano, la tome y se la estreche. No podía decir mi nombre verdadero o me metería en problemas. Ya que debía buscar a mi Bella bajo perfil.

 

— Andrés Salvatore. —dije para después escuchar la melodiosa risa de mi gatita. “Otra vez Edward con lo posesivo. No es tuya” pensé. “Aunque quieras. No lo es” Pensé tristemente—. Un gusto conocerla. No debería exagerar, la madre solo armaría un escándalo nada más.

 

— No. —dijo negando con la cabeza—. Su familia es muy importante. Me hubiesen metido a la cárcel o algo mucho peor. Su madre siempre esta insistiendo en que la escuela acceda, a que los guardaespaldas de Elizabeth y Ethan ingresen a la institución para cuidar de ellos.

 

— ¿De verdad? —pregunte asombrado. Muy pocas personas tenían guardaespaldas con ellos.

 

— Si, la señora S…

 

— Andrés debemos irnos. —la interrumpió Jasper. Lo fulmine con la mirada, pero asentí.

 

— Disculpe, pero debo irme. —dije un poco triste por la idea de no ver de nuevo a mi gatita. Y si espero a que Margaret se distraiga y me la llevo. “No Edward estas loco” me rete mentalmente—. ¿Puedo despedirme de Elizabeth?

 

— Por supuesto señor. —dijo dejándola en mis brazos de nuevo. Mi gatita me rodeo con su piernitas y escondió su carita en mi cuello. Me entraron unas ganas de correr y desaparecer de este centro comercial. Tomar el Jet y no volver nunca más a Nueva York.

 

— Debo irme gatita. —dije estrechándola fuerte contra mí pecho, pero sin llegar hacerle daño.

 

— Lo sé Andés. —dijo riendo sobre la piel de mi cuello—. Te volvedé a ved Edwad. —susurro en mi oído. La separé un poco de mí.

 

— Por supuesto que si. —le prometí—. Cuídate Elizabeth, por favor. —pedí, rogando internamente que eso pasará. Rogando que al alejarla de mis brazos, ella estaría segura. Ella asintió, la deje de nuevo con su profesora.

 

— Lizzy vamos que Tony está muy preocupado. —escuche como le decía la profesora y caminaban con ella en su brazos lejos de mí.

Quise correr tras ella y suplicarle de rodillas que me la devolviera. Las vi caminar hacía donde se encontraban un montón de niños pequeños. Pude observar como un niño de la misma edad que mi gatita corría a su encuentro y como ella prácticamente saltaba de los brazos de la profesora y corría a su encuentro. Sonreí por lo tierna y hermosa que era la escena. El niño de tez blanca, con cabellos castaños eran unos centímetros más alto que mi gatita, la apretó con toda su fuerza contra él, escondió su carita en el cuello de la niña, pude apreciar como su cuerpo era preso de los espasmos producidos por el llanto. Ese debía ser Ethan el hermano de mi gatita. Deben haber compartido el útero, pero no parecen ser gemelos idénticos, hay una diferencia. No muy grande, pero la hay. Volví a sonreír y llegue al lado de mis hermanos.

 

— TE HAZ VUELTO LOCO EDWARD. —grito Jasper cuando nos montamos en el coche—. Pensabas robarte a esa niña. —me acusó. No le conteste. No estaba de ánimo para pelearme con mi hermano. Me sentía infeliz, sentía una inmensa tristeza al separarme de esa hermosa princesa—. MALDITA SEA EDWARD RESPONDE. —volvió a gritar.

 

— DIOS… JASPER ACABA CON LA CANTALETA DE UNA MALDITA VEZ. —grite—. No, no pensaba robármela. Por quien coño me tomas.

 

— Edward es que te pusiste posesivo, niégame que no pensante en no devolverla. —me desafío. Como negarlo si por un momento si lo pensé—. Viste, no lo niegas por que es verdad. —dijo en tono de reproche.

 

— Edward de verdad pensaste en robarte a esa niña. —dijo esta vez Emmett. Agradecía que Emm fuera en el asiento del copiloto, por que si fuera Jasper ya me hubiese golpeado.

 

— Solo fue por un momento. No sé que me paso. Lo cierto era que no me quería apartar de ella. —dije confesando mi debilidad, paré el coche en el semáforo en rojo, estábamos cerca del aeropuerto. Recargué mi cabeza contra el volante.

 

— Jasper, Edward se volvió pedófilo. —dijo Emmett mirando a Jasper—. Quien lo creería. Auch, Edward eso dolió. —se quejo cuando le di un fuerte golpe en el brazo. Como podía decir eso. No pensaba en mi gatita de esa forma. Por dios… es solo una niña. Solo quería saber que estaba completamente segura, protegida en mis brazos. No es la misma sensación que siento con mi Bella, es parecida por la intensidad. Pero no de la misma manera.

 

— No digas tonterías Emmett. Solo quiero que este protegida. —dije deteniendo el coche en el aparcamiento del aeropuerto—. No se habla más del tema.

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Media hora más tardes partimos en el jet rumbo a chicago. Nunca me olvidaría de esa princesita. Pero que idiota fui. Eres un estúpido Edward no le preguntaste el apellido. Como la puedes buscar con tan solo el nombre, como puedes asegúrate si esta bien. Si supieras su apellido pudieras haber contratado a alguien que cuidará de ella y su hermano en secreto. Ni siquiera pregunte el nombre de la escuela. “Dios Edward si que eres lento” Pensé.

Llegamos a la ciudad de Chicago, en el aeropuerto ya nos esperaba el jeep de Emmett, mi hermano corrió hacía su bebé y no cabía de la felicidad al ver que Carlisle había cuidado de su precioso coche. Media hora más tarde el jeep se estaciono al frente de la imponente casa de tres plantas con sus paredes pintadas de un tono claro, con grandes ventanales, una puerta de roble, un precioso jardín delantero.

 

— MIS HIJOS. —grito mi madre corriendo a abrazarnos—. Me alegra tanto verlos, los extrañe demasiado.

 

— También te extrañamos mamá. —murmuramos los tres al mismo tiempo.

 

— Me alegra tenerlos devuelta. —dijo Carlisle desde el umbral de la puerta.

 

— Aquí estamos viejo, para lo que sea. —dijo Emmett palmeando su espalda.

 

— Sabes que cuentas conmigo papá. —Jasper le dio su mano y luego se palmearon la espalda.

 

— ¿Tú Edward? —pregunto mirándome fijamente—. Te necesito al frente de todo, junto a tus hermanos. Ya es hora de que yo me retire.

 

— Edward. —dijo Jasper mirándome ceñudo. Como diciendo “En que quedamos”

 

— Está bien. Se que debo asumir el mando de esta mierda. —dije entrando a la casa. Solo quería ir a buscar a mi Bella.

 

— Edward. —me llamo Carlisle cuando iba en medio de las escaleras de caracol. Voltee a verlo fulminándolo con la mirada—. Ella no esta aquí en Chicago y lo más probable es que nunca más vuelva, además de que esta casada. Que eso no se te olvide. —me voltee y subí pisando fuerte hasta llegar a mí habitación, cerré la puerta con mucha fuerza haciéndola dar un portazo, me lance a mi cama. Aun después de cinco años, Carlisle seguiría metiéndose en mí relación con mi Bella. Pero no se lo permitiría esta vez que la alejaran de nuevo de mí, lucharía hasta con mi vida por ella. Lo primero que debía hacer es buscarla y ver si ella es completamente feliz, si así era el caso me alejaría sin que ella supiera que yo la busque. Tocaron la puerta.

 

— Adelante. —susurre sentándome en la cama.

 

— Edward no debes comportante como un adolescente de dieciséis años. —me regaño mi madre parándose frente a mí—. Ya tienes veintiún años y eres pa… —se detuvo a mitad de frase y me miro asustada.

 

— ¿Qué soy qué? —pregunte confundido.

 

— Nada Edward, no debes comportante así, ya que de ahora en adelante será el jefe y debes comportarte como tal.

 

— Lo siento mamá. —susurre recostando mi cabeza en su vientre, rodee su cintura con mis brazos. Mi madre comenzó a despeinar si fuera aun más posible mi cabello.

 

— Bella esta bien. No te preocupes. —susurro besando mi cabello. Me separé de ella y la mire.

 

— ¿Cómo lo sabes? —pregunte mirando ansioso.

 

— No hace mucho la vi, no te voy a decir donde. Pero esta bien y más hermosa que nunca. —respondió con una sonrisa y un brillo especial en su mirada.

 

— ¿Qué me ocultas mamá? —indague haciendo un puchero.

 

— No me pongas esa cara que no te oculto nada. Solo me la encontré por casualidad. —dijo encogiéndose de hombros—. Pero no es solo Bella lo que te preocupa no es cierto. Soy tú madre no me mientas.

 

— No es nada importante, no te preocupes mamá.

 

— Está bien, voy a creerte. En cuento este la comida te aviso. Te quiero mucho hijo.

 

— Yo también te quiero mamá. —susurre antes de que saliera de mi habitación. “Mi Bella cuanto te extraño, amor” pensé mirando hacia la ventana.

 

— Edward, vamos debes coordinarnos ya que Amún no le ha querido pagar a papá. Emmett nos espera en el despacho de papá. —dijo Jasper desde el umbral de la puerta. No lo había escuchado llegar, me levante de la cama y salí empujándolo.

 

— Vamos. —murmure. Él me devolvió el empujón y así bajamos las escaleras. En el despacho no solo se encontraba Emmett si no también Carlisle, al momento de ingresar a el, me vino el recuerdo de cuanto golpee a James.

 

— Amún me debe dinero y ya se le venció el plazo, deben encargarse de que pague. —dijo Carlisle sentando detrás de su escritorio de roble.

 

— Y… si no quiere pagar, ¿Qué haremos? Pregunto sirviéndose un Whisky, Jasper y yo ya nos habíamos servido uno.

 

— Nos traemos a Benjamín de vacaciones hasta que él pague. —dije tomando en un trago lo que quedaba en el vaso—. Ya no es un niño.

 

— Edward es un buen plan, así Amún pagará mucho más rápido, de solo amenazarlo. —me apoyo Jasper.

 

— ¿Emmett? —pregunte mirándolo.

 

— Por supuesto que sí. —respondió chocando los puños con Jasper y conmigo—. Al fin un poco de diversión.

 

— Papá ¿Que opinas? —pregunto Jasper a Carlisle, a ese señor solo le hablaría lo estrictamente necesario.

 

— De ahora en adelante Edward tomará las decisiones.

 

— ¿Qué haremos con Benjamín? —pregunto Jasper, pude ver en su rostro como ya formaba un plan.

 

— Mientras más se tarde Amún, más sufrirá su hijo. Benjamín no viene a unas divertidas vacaciones. —respondí encogiéndome de hombros. Tocaron la puerta.

 

— Adelante. —dijo Carlisle.

 

— Ya todo esta preparado para salir señor Cullen. —informó Garrett desde la puerta.

 

— En un momento partimos. —le dijo Carlisle, Garrett asintió y se fue dejando la puerta cerrada—. Necesitaran esto. —Carlisle saco de la caja fuerte tres nueve milímetros y tres cajas de casquillos—. De ahora en adelante son suyas. —cada uno tomo la suya y salimos del despacho, en el garaje cada uno se subió a un Hummer blindada.

 

— Carlisle viejo amigo. —dijo Amún cuando nos vio llegar—. Oh, pero miren los hermanos Cullen por fin se decidieron unírsenos.

 

— Si Amún, pero esta no es una visita de cortesía. Vengo por mí dinero. —dije haciéndome notar.

 

— No me digas Carlisle que el pequeño Edward es el que asumirá el mandato. —dijo en forma sarcástica. Ni me inmute.

 

— Dónde esta mi dinero. —fui directo al grano.

 

— No lo tengo y no me obligaras a pagarte. —dijo sonriendo con suficiencia. Eso era lo que él creía.

 

— Randall. —llame. Este se acerco a Amún con el sobre donde venían las fotos de Benjamín, se lo tendió.

 

— ¿Qué es esto? —pregunto confundido, abrió el sobre.

 

— Tú querrás a tú hijo devuelta y yo quiero mi dinero, cuando pagues te lo devolveré. —respondí un poco aburrido. Todo era así de fácil. Dios me iba aburrir de esto muy pronto.

 

— Como es po…

 

— Solo busque un seguro, fue fácil sacarlo del instituto. Sabes ya él no es un niño, tiene diecisiete. No olvides de buscar a tía, es mujer y es niña por ese motivo no la tocamos.

 

— Mira hijo de puta.

 

— Oye con mi madre no te metas. —dijo Emmett muy molesto flexionando sus músculos.

 

— Solo tienes tres días para pagar o si no un pedazo de Benjamín te llegará. Mientras más te tardes en pagar más pedazos te llegaran. —lo amenacé—. Ah… y dile a tus hombres que con Edward Cullen no se metan. Soy su nuevo jefe y no será tan condescendiente como mi padre.

Salimos rumbo a nuestra casa, mi madre ya debía tener lista la comida. Benjamín ya estaba en una de las bodegas custodiado por cinco hombres hasta que su padre pagará. No lograba sacarme de la cabeza la imagen de la hermosa niña de esta mañana, todavía tenia grabada en mi mente esa hermosa mirada, cerraba mis ojos y podía ver esos extraños ojos, eran como la combinación de dos colores. Dios podía reproducir su melodiosa risa en mi mente. Podía recordar su olor, ese olorcito que me recordaba a alguien. Aunque ella olía mejor al tener el olorcito característico de los bebés.

 

— Piensas en Lizzy nuevamente ¿Verdad? —pregunto Jasper desde el otro lado de la mesa. Lo mire confundido—. Lo digo por la sonrisa estúpida que tienes.

 

— ¿Quien? —pregunto mi madre mirándonos confundida.

 

— Es una niña que conocimos esta mañana en Nueva York. —explique sonriendo por el recuero de mi gatita—. Se había perdido y la lleve junto a su profesora.

 

— Estuvieron en Nueva York. —Carlisle casi se atraganto con la comida.

 

— Tuvimos que hacer una parada de emergencia. Tranquilo solo fue una fuga en el tanque de la gasolina. Todo esta arreglado. —dije picoteando la comida sin llegar a mirarlo.

 

— Entonces Lizzy. —susurro mi madre.

 

— En realidad el nombre de mi gatita es Elizabeth. —le aclare a mi madre—. Pero le gusta que la llamen Lizzy.

 

— Gatita. —mi madre y Carlisle dijeron al mismo tiempo mirándose confundidos.

 

— Lo digo por el verde de sus ojos, al parecer su mamá la llama de esa manera también. —dije sonriendo.

 

— Sabes su apellido. —indago mi madre. De seguro también quería conocerla.

 

— No. —susurre enojado conmigo mismo al recordar mi estupidez—. Se me paso por alto y no le pregunte ni siquiera que colegio era.

 

— Y eso es lo que te molesta. —murmuro Emmett con una enorme sonrisa.

 

— Edward. —comenzó mí madre pero la interrumpí.

 

— Si mamá, es lo que me molesta. —me apreté el puente de la nariz.

 

— No tienes nada de que preocuparte Edward la niña estará bien. —trato de tranquilizarme Jasper—. Viste la reacción de la profesora. Su familia esta al pendiente de ella y su hermano.

 

— ¿Cómo son los niños? —pregunto mi madre intrigada.

 

— Elizabeth es de tez blanca, sus mejillas sonrojadas con rizos broncíneos hasta su cinturita, los ojos como un gatito, tiene cuatro añitos. A su hermano Ethan solo lo vi de lejos, es igual, tez blanca, cabello castaño oscuro. —describí a los niños sonriendo como tonto. Espero que estés bien princesa y que algún día nos volvamos a encontrar.

 

— Déjalo correr Edward. —esta vez fue Carlisle el que hablo. Me moleste mucho, pero sabía que tenían razón y era la mejor opción, si regresaba al centro comercial no me darían información por que se trataba de niños. Me levante de la mesa y subí a mi habitación. Una hermosa melodía se empezaba a formar en mi mente. Por lo que después de cinco años sin tocar el piano comencé a mover mis manos sobre el dándole vida a la hermosa nana que se componía con tan solo pensar en mi gatita.

 

 


 

Gracias a todos aquellos lectores anónimos que leen esta historia y dejan su voto. También gracias a: Sachiko065, MayaMasenCullen, AstridCullen, BrendiTwilithg, Martha, AngelNegro, Baaarbyguffanti, NathalyR, Bechi, Robsesionada2013, Haf276, Reenes_tylor, Aylin, HindyraCullen, Monica2408, MariaGomez2312, Isabella_256, AndreAlice, Val395, NorblackdPattinson, Vale2Cullens, Ayame, BripatCullen, SablanCullen, Jaedbellsnessi, Yalexa, Honey, Priscy_Cullen, Nenamadilinda, Vikingay, Xiomy, Anayely_29, GloriaCullen, Carocruzz, PrincesaVespa, Kristy_87, SabriiCullen, Zuleidy, LoreeFernandez, Ec07, Silmo, NicoleCullenPattinso, Winney_03, Mafe, Samilan, Adrianav15Diaz@Gmail, Jemi910, ChicaEdward, Rebekah_Mikaelson, Bibi_Cullen_Swan_10, WishanDangel, BeaBell, LoreeIsaCullenSwan, SofiRojas280, Mili_Cullen, Viviana, LucyPattinsonCullen, MimaBells, AymeCullen, Crazy_Jacob_Edwuard, Isvi2507Edward, Micaela Fernandez, Karolay28, Lachopilara, Karenttz3lVulturi, Valegis, RosalieWolfVamp, SofiaCulen, Aleariass, Melii, Nicoli, Maca-c, Jesiflexer, Elenita4_Cullen, Annaris, Andrea_black, Mayita, AnarilRamirez, Hello, OswalgoMonasterius, IsabellaKriste1421, Daryanny Cullen, TikaCullen. Por sus comentarios y su voto.

Los capítulos son dedicados a ustedes espero que les gusten.

Besos desde Venezuela.

Capítulo 17: Altercado con Charlie y El parto de Rosalie: Capítulo 19: Una visita inesperada:

 


Capítulos

Capitulo 1: El comienzo de esta historia de amor: Capitulo 2: Cumpleaños de Bella: Capitulo 3: La separación: Capitulo 4: Forks: Capitulo 5: Sospecha de embarazo: Capitulo 6: El primer movimiento de los bebés: Capitulo 7: La reacción de Charlie y Angustia por Edward: Capitulo 8: La visita de Don Carlisle Cullen: Capitulo 9: Por fin noticias de Edward: Capitulo 10: Día de las madres: Capitulo 11: El parto de Bella: Capitulo 12: Elizabeth Marie y Ethan Anthony Cullen Swan: Capitulo 13: Bautizo de los bebés y El viaje a Bostón: Capitulo 14: El prrimer cumpleaños de los bebés y La aparición de Jacob: Capitulo 15: Paseo con Ethan y Elizabeth: Capitulo 16: El embarazo de Rosalie: Capitulo 17: Altercado con Charlie y El parto de Rosalie: Capitulo 18: Desde el inicio de la relación hasta el encuentro con Elizabeth: Capitulo 19: Una visita inesperada: Capitulo 20: Búsqueda de Bella: Capitulo 21: Jasslye Anthonela ¿Swan? Capitulo 22: Después de diez años vuelvo a verte: Capitulo 23: Es Bella y ¿Son mis hijos? Capitulo 24: Una maravillosa noche Capitulo 25: La cabaña y La visita de Tanya Capitulo 26: Compromiso Capitulo 27: Estoy embarazada Capitulo 28: El gran día Capitulo 29: Luna de miel y Celos Capitulo 30: Enfrentamientos, Risas y Amenazas Capitulo 31: ¿Que es el sexo? Capitulo 32: James Capitulo 33: El secuestro de Tony, Bella y Lizzy Capitulo 34: Parto de Bella Capitulo 35: Regreso del pasado Capitulo 36: Alianza inesperada Capitulo 37: Vulturi, ¡firmaron su sentencia de muerte! Capitulo 38: ¡No debieron tocar lo que más amo! Capitulo 39: ¡Enfrentame como honmbre Demetri! Voy a matarte con mis propias manos Capitulo 40: No me dejes, Edward

 


 
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