El amor siempre vence a pesar de todo (+18)

Autor: isakristen
Género: Romance
Fecha Creación: 17/01/2013
Fecha Actualización: 25/08/2022
Finalizado: NO
Votos: 188
Comentarios: 473
Visitas: 360155
Capítulos: 40

Summary: Dos poderosas familias de la mafia enfrentadas desde hace generaciones por dominar la ciudad. Pero serán las hijas Charlie Swan: Rosalie, Alice e Isabella y los hijos de Carlisle Cullen: Emmett, Jasper y Edward quienes decidan que ya era hora de acabar con ese absurdo enfrentamiento Sin ser consciente del horror que se desataría al final, al enfurecer al que creían su mayor aliado.

 

Prologo:

Bella una adolescentes de 14 años, hija menor de Charlie Swan uno de los mafiosos más peligrosos de Chicago. Novia de Edward Cullen un adolescentes de 16 años hijo del mafioso Carlisle Cullen.

Su amor puro e inmenso era amenazado por sus familias, quienes desde hace años tenían una rivalidad por el dominio del poder. Ellos al enterarse de la relación amorosa de los jóvenes deciden separarlos y enviarlos lejos. Sin saber que su amor ya había dado frutos, unas pequeñas personitas que iban protegidas en el vientre de su madre, la cual los unirían para siempre. Dos niños con la marca del sol naciente en el brazo izquierdo de los Swan como la media luna en el brazo derecho de los Cullen.

Diez años después su amor seguía intacto, más grande que antes y ellos estarán listos e dispuestos a luchar por él y por su felicidad, uniendo así ambas familias. Quienes tendrían que unirse y luchar por la misma causa. Dos niños intocables por ambos bando, siendo su talón de Aquiles. Y sus enemigos no dudaran en utilizarlos, matando así dos pájaros de un tiro; rompiendo en el camino el acuerdo llegado desde hace generaciones de no incluir en la rivalidad a las mujeres y a los niños.

  


 "Los personajes más importante de esta historia son propiedad de Stephanie Meyer pero la trama es mía y no esta permitido publicarla en otro sitio sin mi autorización"

 


 

 Historia registrada por SafeCreative bajo el código 1307055383584. Cualquier distribución, copia o plagio del mismo acarrearía las consecuencias penales y administrativas pertinentes.

 


 

 Traíler de esta historia ya esta en youtube y en mi grupo  en facebook "Entre mafiosos y F.B.I"


Link del grupo de Facebook

https://www.facebook.com/groups/1487438251522534/

 Este es el Link del trailer: 

http://www.youtube.com/watch?v=BdakVtev1eI&feature=youtu.be

 

 


Hola las invito a leer mi Os se llama: Si nos quedara poco tiempo.

http://lunanuevameyer.com/salacullen?id_relato=4201

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Capítulo 23: Es Bella y ¿Son mis hijos?

Capítulo beteado por Manue Peralta, Beta FFAD

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Es Bella y, ¿son mis hijos?

 

EPov.

 

Hace tres días se habían cumplido justamente diez años desde que nos separaron a mi Bella y a mí. Diez años viviendo en la desdicha y miseria. Diez años que mi corazón no ha vuelto a latir por verse convertido en una piedra dura y fría.

 

Desde hace cinco años asumí el mandato de la organización.

 

Cinco años desde que el Clan Cullen se ha convertido en el más temido de toda la ciudad de Chicago.

 

Cinco años desde que mi rivalidad con Charlie Swan ha pasado a un nivel superior. Cinco años desde que mi corazón ha latido solo por un instante al tener en mis brazos a esa hermosa princesita, a la cual no he podido olvidar.

 

Cinco años rememorando, miles de veces en mi mente, sus hermosos ojos —de ese extraño color—, su suave piel, su olor, su dulce voz, su maravillosa risa, su ternura.

 

Cinco años que no he vuelto a ver a mi gatita.

 

Hace tres años me decidí a buscar a mi Bella, contraté a un hombre para buscar información. Información que me llevó a ella. Información que hizo trizas mi corazón, cuando, el día que me decidí a buscarla, la vi en compañía de un dulce y adorable niño y de un hombre. Un hombre que por lo que vi, la hacía feliz y estaba junto a ella protegiéndola.

 

Tres años de aquella noche donde bebí hasta olvidar mi nombre. Días después de buscar a mi Bella, esa noche cometí el desliz de decirle a Emmett que sabía el paradero de las chicas.

 

Tres años de haber tomado una camioneta donde los tres, vueltos mierdas, casi con un coma etílico, partimos rumbo a Nueva York, ya que Emmett quería asegurarse de todo antes de sacar conclusiones.

 

Tres años desde que nos dijeron que cada una tenía hijos y hacía dos días que ellas se habían cambiado de ciudad con destino desconocido. Cosa que nos destruyó a los tres por completo.

 

Emmett casi cae en la bebida, no había un día que él no tomara, pero gracias a la ayuda y el apoyo que Jasper y yo le dimos, esa etapa solo duró dos meses.

 

Jasper tuvo una aventura con una mujer de un burdel donde hacemos entregas, llamada María. Una aventura que duró casi tres meses, pero la terminó al recibir el peor susto de su vida. María no se cuidó, para así poder atrapar a un Cullen y tener al primer y único primogénito de esta generación, por lo que sería mí sucesor.

 

Yo no he podido olvidar a mi hermosa castaña, mi cuerpo no reacciona a nadie más, desde aquella única noche es de ella y solo de ella, por lo que me he mantenido solo. Razón por la cual me han catalogado como el soltero multimillonario más codiciado del mundo.

 

—Oye Edward, muévete que la reunión con Thiago es dentro de veinte minutos —exclamó Jasper desde el umbral de la puerta del despacho, sacándome de mis cavilaciones.

 

—Estoy listo —dije levantándome del sillón y tomando mi arma, una K45, la verifiqué y luego la metía en mi espalda, en la cintura de mis vaqueros. Me agaché y revisé la Walther P22 que siempre llevo en mi bota.

 

Caminé hasta llegar a su lado, pasé mi brazo izquierdo sobre sus hombros y entre risas de camadería salimos del despacho que antes pertenecía a Carlisle.

 

—Dense prisa, esto será divertido. Hace un mes que no tengo un poco de diversión —nos apresuró Emmett desde el umbral de la puerta del garaje.

 

—Ya vamos Emm —dije con una sonrisa.

 

—Creo que nuestras vidas serían muy aburridas sin esto, ¿no creen? —exclamó Jasper palmeando mi hombro antes de caminar hacia su camioneta designada.

 

—Totalmente de acuerdo —aseguré antes de dirigirme a la mía—. Hoy nos reuniremos con el Clan Mantovenni, demostrémosle quién manda a esos estúpidos Italianos —dije con una sonrisa.

 

Todos los chicos estallaron en silbidos y carcajadas, cargando sus armas al mismo tiempo.

 

—El Clan Cullen es el mejor —dijeron al unísono.

 

Me subí a mi camioneta donde Garret, mi hombre de confianza, mi mano derecha, iba custodiándome en el asiento del copiloto mientras que Jordán iba manejando.

 

El punto de encuentro sería en la mitad del camino que lleva a mi cabaña, ese camino es poco transitable. Por lo que no tendríamos ningún problema. Esa cabaña me la dejó de herencia mi abuela Elizabeth. Cabaña donde viví la mejor noche de mi vida junto a mi Bella, entre esas paredes la hice mi mujer.

 

—Señor llegamos —me informó Jordán.

 

Miré por la ventanilla y pude apreciar cuatro camionetas llenas de los hombres de Thiago fuertemente armados. Pero no eran más que los que venían junto a mí en las seis camionetas.

 

Me coloqué mis lentes de sol marca Ray-Ban y bajé de la camioneta.

 

—Mantovenni —saludé por cortesía.

 

—Cullen —escupió.

 

— ¿Dónde está mi dinero? Ya sabes que si no lo tienes, me devuelves el encargo —dije al momento de que era flaqueado por mis hermanos.

 

— ¿Quieres el dinero? Te lo daré luego de que nos enfrentemos. El ganador se lo quedará. Si tú me ganas… yo te pago, pero si yo te gano… esta entrega y la próxima no me cobrarás absolutamente nada.

 

—Hecho —acepté comenzando a desabotonar mi camisa, me quité los lentes y se los pasé a Jasper.

 

— ¿Estás seguro Edward? —preguntó cuando me quitaba mi rolex de oro.

 

— ¡Me dejas darle el último golpe! —exclamó Emm muy alegre, como si fuera la mañana de navidad y recibiera un enorme regalo. A decir verdad, ya comenzaba a entusiasmarme, la adrenalina empezaba a fluir por mis venas.

 

—No Emm, sabes que no esta permitido y sí Jasper, estoy seguro. Me encuentro muy aburrido —respondí quitándome mi camisa, saqué mi arma de mi espalda, me agaché y saqué la otra de mi bota. Las cuatro cosas se las pase a Jasper, ya que Emmett estaba haciendo una rabieta como si fuera un niño de cinco años.

 

Me volví hacia Thiago con una sonrisita de suficiencia, si él creía que me ganaría estaba muy equivocado, hasta el momento no ha habido nadie quien me gane en una batalla cuerpo a cuerpo.

 

Tanto mis hombres como los de él, hicieron un círculo dejándonos justo en el centro. Nadie dijo nada más, todos estaban preparados para la pelea, custodiando nuestras espaldas.

 

Thiago, muy confiado, lanzó el primer golpe directo hacia mi rostro, el cual esquivé muy fácilmente y sostuve su otro puño cuando iba a impactar contra mi estómago. Con mi rodilla izquierda le di justo en el suyo, antes de que mi puño derecho se impactara en su mandíbula. Lo solté y trastabilló y escupió un poco de sangre.

 

— ¿Te rindes? —le pregunté con una sonrisa, esquivando su próximo golpe.

 

— ¡Nunca! —exclamó enojado, tratando de golpear mi rostro de nuevo, lo esquivé antes de tomarle el brazo derecho y darle una patada en el estómago, haciéndolo caer al suelo retorciéndose mientras se lo sostenía.

 

Se levantó y se lanzó contra mí tirándome al suelo con él encima, giró el rostro en el instante que lanzada su puño derecho, éste impactó contra el asfalto. Lo empujé con mis piernas lejos de mí y me levanté de un salto. Me acerqué y le di en el pómulo con mi puño derecho. Tomé su brazo izquierdo y lo pateé en el estómago, haciéndolo salir del círculo, luego de que un par de mis hombres se apartara del camino.

 

Salí segundos después con aire arrogante, éste se creía que me ganaría a mí…. a Edward Anthony Cullen, jefe de la organización Cullen, estaba muy equivocado.

 

Esperé a que él se levantara del suelo para atinarle un golpe en el estómago, cayó de nuevo al suelo y Garret me tendió su arma.

 

Apunté a Thiago en el rostro.

 

— ¡Edward! —escuché la voz de mi Bella. Ni me inmuté, no era la primera vez que la escuchaba, mi subconsciente siempre me jugaba malas pasadas. Cuando hacía cosas que sabía que ella reprobaría.

 

—Esto es para que sepas que conmigo nadie juega. Con Edward Cullen nadie se mete —dije con una sonrisa de suficiencia ignorando la voz de mi Bella. Le quité el seguro a la pistola que me habían tendido, un 9 ml, y estaba a punto de apretar el gatillo cuando escuché la voz de Bradley.

 

—Oh… pero qué tenemos aquí.

 

— ¡Suéltame! —escuché de nuevo la voz de mi Bella. Por lo que desvié mi mirada y me paralicé al verla en los brazos de uno de mis hombres forcejeando.

 

—Una gatita salvaje, yo te domaré cuando el amo Edward te deje a mi cargo, tienes un cuerpo muy sexy —prosiguió llevando su mano a su seno. Ella se la alejó de un manotazo.

 

La ira inundó mis sentidos, Bradley era hombre muerto por atreverse a tocar a MI mujer.

 

—No me toques —dijo mi Bella entre dientes, tratando de soltar su agarre.

 

Quería alejarla de ese ser despreciable, pero mi cuerpo se negaba a responderme, solo la podía mirar en brazos de él tratando de alejarse.

 

—Eres una Swan, mejor para mí —susurró de pronto Bradley.

 

“Maldito, quítale tus sucias manos de encima”, pensé enfurecido.

 

—Suelta a mi mamá —escuché la voz infantil de un niño, teñida de odio y rencor.

 

Desvié mi mirada de mi Bella para posarla en un niño de no más de diez años, de tez blanca, ojos verdes esmeraldas como los míos, cabello rebelde igual que yo, pero de un tono castaño, al igual que mi Bella, apuntando al hombre que la sostenía con brusquedad.

 

Detrás del niño estaba una hermosa niña de tez blanca, unos extraños ojos —extraños por su color—, pero pensándolo bien, yo ya había visto esos hermosos ojos cinco años atrás. Pero su cabello ya no era el mismo, ahora era de un tono rubio claro. Su angelical rostro estaba con una expresión de terror. De mi corazón comenzaba a emerger un sentimiento cálido mientras los observaba. Un niño rubio de no más de cinco años se paró con pose desafiante al lado del niño que sostenía el arma. Un niña rubia de no más de tres años fue colocaba detrás de mi hermosa gatita. Por que no tenía duda que era mi gatita.

 

— ¿Y quién eres tú para decirme qué hacer? —murmuró Bradley riéndose con burla, haciendo que me concentrara de nuevo en él.

 

—No te lo vuelvo a repetir, suelta a mi mamá —dijo el niño, con la voz afilada como un cuchillo.

 

Un momento, él dijo mamá.

 

—No lo haré hasta que no disfrute de su cuerpo —murmuró Bradley deslizando el arma desde la cien, pasando por la mejilla, la bajó por el cuello y llegó al valle de los senos.

 

Mi sangre hirvió, acabaría con él por atreverse a tocar lo que es mío. Vi a mí Bella estremecerse.

 

Maldita sea, por qué mis extremidades no responden, para alejarla de ese malnacido.

 

—Te lo diré por última vez, suelta a mi mamá —dijo el niño, ahora con la voz teñida de puro odio.

 

—Ya me cansé de ti mocoso —exclamó Bradley antes de alejar su arma del cuerpo de mí Bella y apuntar al niño.

 

— ¡EDWARD! —gritó mi Bella con el terror pintado en el rostro cerrando sus hermosos ojos, como no queriendo ver lo que pasaría en unos segundos.

 

No dejaría que ese tonto la lastimara de esa manera, además debía confirmar mis sospechas. Aquellas que tenía desde hace diez años y ahora que veía a esos niños me carcomían las entrañas. Por lo que levanté mi brazo con el que sostenía mi arma, le apunté a la cabeza y halé el gatillo.

 

— ¡MAMI! —el grito de terror de la niña se escuchó por encima del resonar del disparo.

 

No permitiría que nadie los lastimara… a ninguno de los cinco.

 

—Te dijo que la soltaras —dije con voz macabra con una sonrisita en el rostro.

 

No era el primer hombre que mataba, de hecho, ya había perdido la cuenta.

 

Vi como mi Bella abría lentamente sus ojos, su vista se dirigió hacia los niños, luego hacía mí.

 

—Eso te pasa por desobedecerlo —dije bajando el arma.

 

De un segundo a otro mi Bella caía de rodillas delante de los niños. Por fin mis extremidades respondieron, por lo que caminé hacia ella, viendo como Rose tomaba en sus brazos al niño rubio y Alice tomaba a la niña rubia. Me volví a concentrar en Bella y los vi a los tres fundidos en un fuerte abrazo.

 

“¿Será posible?”, pensé con una sonrisa de alegría, viendo a esos dos niños que tendrían el tiempo que mi Bella y yo llevamos separados. Aquella noche en la cabaña no usamos protección.

 

—No quiero que me vuelvas hacer esto nunca más —regañó mi Bella al niño luego de separarlo del abrazo—. ¿Me oíste, Ethan Anthony Cullen? ¡Nunca más!

 

Al escuchar eso mis pies se clavaron en el suelo a un metro de distancia de ellos y un fuerte jadeo salió de mi boca.

 

Esos pequeños eran míos, míos y de mi Bella. Tenía hijos de los cuales no sabía, por lo que me había perdido los primeros años de su vida. Mi mirada se topó con la mirada de mi hijo. Verde esmeralda contra verde esmeralda.

 

Vi tensarse a mi Bella e irse levantando muy lentamente con la niña en brazos.

 

—Aléjese de la señorita Isabella, señor Cullen —cerré mis ojos al escuchar la voz de Sam muy cerca de nosotros.

 

¿Es que no tendríamos un momento para hablar, al igual que aquella tarde en nuestro prado, donde no me dio tiempo a preguntar exactamente lo mismo?

 

Abrí mis ojos y vi a Sam apuntándome con su arma. Luego como mi Bella daba media vuelta, esperé que mis ojos trasmitieran lo que sentía en ese momento:

- Admiración, al verla de pie con nuestra hija en sus brazos y nuestro hijo a su lado. No debió ser fácil para ella teniendo a Charlie Swan como padre.

- Miedo, al ser rechazado por mis hijos, eso me mataría.

- Culpa, al no defenderla como debía en ese momento y por dejarla sola por tanto tiempo.

- Amor, mucho amor, mi corazón parecía que iba a estallar de la felicidad.

 

No conocía a mis hijos, pero ya los amaba más que a nada en el mundo. Su madre y ellos se habían convertido de un momento a otro en la razón de mi existencia, ya no solo era mí Bella.

 

Mi mirada pasó del niño. No, del niño no. Mí mirada paso de mí hijo a mí hija, luego subió al rostro de mí Bella y sonreí torcidamente, sonrisa que ella correspondió.

 

No quería hacerlo, pero era lo que debía hacer, no debía exponer más a mis hijos. Por que sin duda eran mis hijos. Así que comencé a retroceder lentamente sin quitar mi mirada de ellos. Detuve mi retroceso al llegar al lado de mis hermanos que no quitaban sus ojos de sus respectivas parejas. Mi Bella me miró aterrorizada, pero no entendía por qué. Ella debía saber que ni yo ni ninguno de mis hombres los lastimaríamos. Sus ojos mostraban miedo, terror.

 

Mire a mí alrededor buscando aquello que la asustaba, fue ahí que me di cuenta que mis hombres los apuntaban a todos, incluyendo a mi mujer y a mis hijos.

 

—Bajen las armas —ordené con voz gruesa e imponente.

 

Era una orden y ellos debían acatarla. Pero nadie se movió de su lugar.

 

—Maldita sea, dije que bajen las armas —dije de forma brusca quitándole el arma a Richard que estaba a mi derecha—. A nadie se le ocurra desobedecerme.

 

—Nos vamos señorita Isabella —habló Sam abriendo la puerta del copiloto del coche, si no me equivoco es un Alfa Romero 8c GTA Decapotable de color rojo, antes de tomar a mi hijo de su brazo derecho y hacerlo subirse al coche.

 

Paúl forcejeaba un poco con Rose, sosteniendo al niño rubio en sus brazos y logró subirla a un Audio R8 Spyder Decapotable de color blanco.

 

Embry hacía lo mismo con Alice, pero ésta no dio mucho trabajo, se subieron a un Lamborghini gallardo Spyder Decapotable, de color amarillo.

 

Volteé al sentir la mirada de mi Bella. No debía dejarlos ir, los quería junto a mí y poder hablar con ella, involuntariamente me adelanté un paso. Mi Bella negó con la cabeza, luego bajó su mirada a nuestra gatita diciendo: “No hagas más nada delante de ellos”.

 

Asentí a pesar de que quería correr, tomarlos en mis brazos, subirme a mi camioneta y desaparecer con ellos. Pero tenía miedo de que ellos me rechazaran, más cuando presenciaron cómo maté a un hombre a sangre fría.

 

—Ya va padrino —murmuró mi gatita antes de bajarse de los brazos de su madre y correr hacia mí. No entendí a quién se dirigía.

 

Sam de inmediato subió su arma apuntándome. Como si yo fuera hacerle daño a esa preciosa niña. Como si pudiera hacerle daño a MI HIJA.

 

Mi gatita se detuvo a medio metro de mí. Mi corazón se saltó un latido de la emoción. Aunque quiera tomarla de nuevo en mis brazos y llenarle su bello rostro de muchos besos, era ella, la preciosa niña con la que me tropecé en el centro comercial en Nueva York.

Elizabeth.

 

—Dijiste una mala palabra —murmuró mi gatita con voz de campanillas. Me deleité con el sonido—. Nos debes un dólar a Tony y a mí.

 

Tony, mi hijo no se llamaba Ethan. Oh puede que Tony sea de Anthony. Sentí cómo mis mejillas se estiraban formando una enorme sonrisa.

 

—En ese caso… creo que le debo un dólar a los otros dos pequeños —murmuré suavemente llevando mi mano muy lentamente hacia el bolsillo trasero de mis vaqueros, sin apartar la mirada de mi princesa.

 

No quería hacer un movimiento brusco y asustarla o hacer que Sam la alejara de mí.

 

Resistí el impulso de tomarla en mis brazos y estrecharla contra mi pecho y decirle cuánto la quiero y lo importante que ya era para mí. Pero debía cuidar mis movimientos y pensar cómo me los llevaría conmigo sin exponerlos a ningún peligro, una bala perdida podía resultar muy peligrosa y mortal para ellos.

 

Saqué mi cartera de cuero negro y extraje cuatro dólares. Tomé suavemente la pequeña mano de mi nena y se los dejé sobre su diminuta palma. Su piel es tan suave como recordaba, mi pulgar acariciaba tiernamente su pequeña mano.

 

—Elizabeth —la llamó Sam con reprobación en la voz.

 

Mi gatita se dio la vuelta y corrió hacia donde estaban mi Bella y Sam esperándola, a mitad del trayecto se detuvo, se volvió hacia mí y me lanzó un beso en un soplo, antes de correr nuevamente hacia ellos. Mi corazón casi explota de la felicidad, a pesar de sentir un fuerte dolor al ver como se alejaba el coche.

 

—Edward, Thiago escapó, aprovechó la distracción y se llevó el dinero —escuché la voz de Garret.

 

—No me importa —exclamé volviéndome hacia ellos—. Desháganse del cuerpo. Nos vemos en la mansión. Emmett, Jasper —llamé subiéndome al asiento del piloto de mi camioneta. Jasper se subió en el de copiloto y Emmett en el asiento trasero.

 

— ¿A dónde vamos, Edward? —preguntó Emmett cuando aceleraba— Necesito volver a ver a Rose.

 

—Y yo a Alice —secundó Jasper.

 

—A eso vamos. No sé ustedes, pero quiero a Bella y a los niños junto a mí —aseguré pisando fondo el acelerador.

 

—Eres padre, Edward —susurró Jasper volteando a verme con una sonrisa—. De la misma niña que pensabas robarte hace cinco años.

 

—No pensé que fueran a reconocerla —dije saltándome la luz roja del semáforo para no perder de vista los coches de las chicas.

 

—Es difícil olvidar sus ojos —murmuró Emmett mirándome fijamente, antes de darme un zape.

 

— ¡Oye! —me quejé sobándome—. ¿A qué viene eso?

 

—Por dejar embarazada a Bella —respondió serio.

 

—No me arrepiento de eso —dije deteniéndome en la entrada de la mansión Swan—. No me arrepiento.

 

Me bajé de la camioneta para poder apreciar la escena.

 

—SIIIII, PASTEL —escuché el grito de mi hijo y del niño rubio, a la misma vez que corrían hasta perderse dentro de la mansión.

 

Rose, Alice y mi Bella estallaron en carcajadas al escuchar lo que decía mi hija. Qué bien se sentía decir mi hija y mi hijo. Era un sentimiento que no podría describir.

 

Vi como mi Bella la atraía a sus brazos y la estrechaba fuertemente antes de alzarla y darle vueltas en el aire. Y de como mi hermosa princesa se reía antes de que mi Bella se dejara caer en el pasto con ella sobre su cuerpo. Duraron tiempo charlando después de que mi Bella se sentara dejando a nuestra gatita sentada a horcadas sobre ella.

 

Rose y Alice ya habían entrado a la mansión.

 

—Están hermosas —susurró Emmett.

 

—Muy hermosas —lo secundé, al tiempo de verlas levantarse del pasto y ver cómo mi gatita se reía y se bajaba de los brazos de mi Bella, antes de correr hacia la mansión.

 

—ETHAN CULLEN Y EMERSON SWAN MÁS LES VALE DEJARME PASTEL —escuché el grito de mi gatita antes de cruzar el umbral y vi como mi Bella negaba con la cabeza caminando detrás de ella.

 

—No sé ustedes, pero de esta noche no paso para que los tenga junto a mí, así tenga que tumbar piedra por piedra esa mansión —exclamé señalando detrás de mí.

 

—Debemos idear un plan, pero primero, vámonos, antes de que nos descubran —dijo Jasper subiéndose a la camioneta, seguido por Emmett y por mí. Aceleré con un rechinar de llantas.

 

Llegamos a la mansión Cullen veinte minutos más tarde.

 

— ¿Qué te pasa Emm? —pregunté cerrando la puerta de la camioneta.

 

—El niño rubio es de Rosalie —respondió acongojado—. Creo que se llama Emerson o eso fue lo que gritó mi sobrina. Dios… tengo una sobrina.

 

—Y un sobrino —le recordé con una sonrisa.

 

No podía dejar de sonreír.

 

—Elizabeth dijo Emerson Swan —subrayó caminando a mi lado, Jasper había desaparecido por la puerta de la casa. Ése era otro que estaba muy callado.

 

—Si, eso dijo —confirmé antes de entrar a la mansión—. No te preocupes, espera a conversar con Rose antes de sacar conclusiones.

 

—Es lo que haré —afirmó cuando entrabamos al despacho donde nos esperaba Jasper tomándose de un trago una copa de tequila.

 

—Tengo un plan —dijo al vernos entrar.

 

—Te escuchamos —dijimos Emmett y yo al mismo tiempo.

 

—Vamos a vigilarlas y a la menor oportunidad le hacemos un secuestro para que Charlie no sospeche de nosotros —dijo Jasper tomando de nuevo un copa de tequila.

 

—Oye párale ahí —lo detuve antes de que sirviera de nuevo un copa—. ¿Qué te ocurre?

 

—Estoy asustado, no sé cómo Alice va a tomar lo de María —respondió tomando directo de la botella.

 

—No le des vuelta, espera hablar con ella —comentó Emm sentándose en el sillón.

 

Me serví una copa de Whisky y me volví hacia mis hermanos.

 

—Charlie Swan está de viaje, no voy a esperar que vuelva y los aleje de mí nuevamente. Por lo que actuaremos esta misma noche —dije formando un plan en mi mente—. Asaltaremos la mansión Swan cuando todos estén durmiendo.

 

—Será arriesgado, pero estoy contigo —me apoyó Emm levantándose del sillón—. Así tendremos la oportunidad de hablar con ellas.

 

—Debemos organizarnos —prosiguió Jasper.

 

—Necesitaremos hombres, muchos hombres —dije colocándome la camisa que hasta ese momento no recordaba que no tenía y me encontraba desnudo de la cintura para arriba.

 

—Un lugar donde llevarlas —enumeró Emm sacando su móvil del bolsillo de sus vaqueros.

 

—Qué esté equipado con todo, ropa, comida, pero sobre todo bien alejado —dije sentándome detrás del escritorio.

 

—Tengo el lugar perfecto —dijo Jasper con una sonrisa.

 

—Y yo —lo secundó Emm muy contento.

 

Solo faltaba yo, por lo que seguí repasando en mi mente mis posibles opciones.

 

—Lo más probable es que cada una utilice su antigua habitación, por lo que los niños estarán cerca. No los olviden —dije levantándome del sillón—. Jasper, mis armas.

 

Mi hermano se las sacó de la cintura de sus vaqueros y me las tendió.

 

—El asalto será a medianoche, hay mucho que hacer —informé caminando hacia la puerta del despacho.

 

— ¿A dónde vas? —preguntaron los dos al mismo tiempo.

 

—A encargarme de mi parte —respondí saliendo del despacho—. Garret —llamé alzando la voz.

 

—Edward —dijo con un inclinamiento de cabeza desde el umbral de la puerta del garaje.

 

—Vamos a salir —declaré pasando a su lado.

 

Me subí a la camioneta, cabe mencionar que todas las que utilizamos son blindadas.

 

— ¿A dónde? —preguntó sacando la camioneta del garaje.

 

—Al centro comercial más próximo. Garret, ¡necesito un lugar solitario! —respondí mirando por la ventanilla.

 

—Tengo una cabaña, es pequeña, a las afuera de la ciudad por el lado norte, la utilizaba cuando era adolescentes para la caza, esta rodeada de arboles, el pueblito más cercano está a trece kilómetros y medio. Solo yo se llegar, ¿te sirve?

 

—Gracias Garret, esta noche te necesito junto a mí, asaltaremos la mansión Swan.

 

—Son tus hijos, ¿verdad? —preguntó mirándome por el espejo retrovisor mientras entraba al estacionamiento subterráneo del centro comercial.

 

—Creo que sí, es lo que voy a comprobar —respondí bajándome de la camioneta.

 

Compré lo que necesitaríamos —gracias a Garret ya tenía lugar—, por lo que me encargué de comprar algo de ropa para los cuatro —espero que al igual que el par de zapato le quede a mis hijos—, también compré víveres.

 

Llegamos a la mansión Cullen a eso de las siete de la noche. Garret fue de gran ayuda, él tiene hijos casi de la misma edad de los míos, Jeffrey de once años, Cinthya de nueve y Jackson de siete. Así que por ahí nos guiamos.

 

Todo estaba listo y organizado, los tres ya teníamos el lugar y todo lo necesario para varios días.

 

Para esto, nos llevaríamos a casi todos los hombres, la mansión Cullen solo quedaría resguardada por cinco nada más, mientras que los otros sesenta se irían con nosotros, sin contarnos a mis hermanos y a mí.

 

Tenían orden de no matar a nadie de no ser necesario.

 

Kendall se encargó de hablar por teléfono con su prima Hillary, ella trabaja en la cocina para los Swan, por lo que ella se encargó de colocarles en sus cenas, unos somníferos que él le llevó, éstos los harían dormir y así nosotros podríamos llevar a cabo nuestro plan.

 

Por lo que aquí me encontraba… dando las últimas órdenes frente a la mansión Swan mientras Nathaniel abría el portón de acceso.

 

—Emmett —llamé cuando nos acercábamos a la mansión, le hice seña para que viera a Rose que estaba sentada a la orilla de la piscina contemplando la luna. Asintió y caminó a pasos sigilosos. Hice señas para que se acercaran las camionetas.

 

Me apresuré a seguir a Jasper dentro de la mansión con Garret detrás de mí, mientras los demás, se colocaban en sus posiciones.

 

Garret era el único al que le confiaría la vida de uno de mis hijos.

 

Todos íbamos vestidos de negro, chaqueta de cuero, bota militar, pasamontañas y guantes de cuero.

 

Jasper me detuvo a mitad del tramo de escaleras que llevan a la tercera planta, donde las chicas tenían sus habitaciones. Vimos pasar a mi Bella vestida con un pijama que constituía de short corto de algodón y una camisa de tirantes finos.

 

Mi corazón saltó de felicidad.

 

 

“Falta poco amor”.

 

La vimos entrar a una habitación cerca del final del pasillo del lado norte, aprovechamos a seguir nuestro camino. Jasper se apresuró hacia la habitación de Alice, teniendo cuidado, ya que está en la misma dirección por donde andaba mi Bella.

 

Garret me siguió hacia la de mi Bella del lado opuesto, la puerta estaba entreabierta, pero antes de entrar revisamos las dos habitación más próximas a esta, la que revise era la de mi hijo, ya que era de color azul y con decoración de Hot Wkeels, pero él no estaba ahí.

 

Garret me indicó que la otra también estaba vacía, por lo que entramos a la de mi Bella, y ahí, en la cama, estaban mis hijos. Dormidos acurrucaditos muy cerca del otro.

 

—Te ayudaré con el niño —murmuró Garret acercándose a la cama. Me obligué a caminar más cerca de ellos, más adelante tendría tiempo para contemplarlos.

 

Tomé a mi gatita en brazos y la sentí muy caliente. No sabía que tenía, pero afuera estaba haciendo mucho frío, por lo que la dejé nuevamente en la cama, me quité mi chaqueta, quedando solo con mi suéter manga larga de color negro, y se la coloqué a ella, para tomarla de nuevo en mis brazos y caminar hacia la puerta, pero me congelé al ver a mi Bella paralizada justo en ella.

 

—Debe acompañarnos señora Swan —dijo Garret antes de caminar y pasar con Tony en sus brazos.

 

Yo no debía hablar, pues ella inmediatamente reconocería mi voz. Caminé hacia ella y la tomé ligeramente por su brazo derecho haciéndola caminar a mi lado.

 

Cuando vamos a bajar el tramo de escaleras viene Jasper tomando a Alice del brazo con la niña rubia cubierta por una manta, mientras que él trae en su otro brazo a Emerson.

 

Descendimos las escaleras unos pasos más adelante de Jasper y Alice. Estábamos por terminar de descender el tramo de escaleras hacia la planta baja cuando mi Bella por fin habló.

 

—Si algo le llega a pasar a mis hijos, te mato.

 

No dije nada o terminaría riéndome, se veía tan graciosa siendo un gatito que se creía tigre. Pero me sentí orgulloso de ver que tiene las agallas necesarias de defender a nuestros hijos. Por lo que solo apreté más a mi gatita contra mi pecho.

 

Salimos de la mansión hacia el frío del exterior, ya se encontraban las camionetas alineadas. A unos treinta metros se encontraba Emmett forcejeando con Rose, ya que ésta no se deja subir a la camioneta.

 

—Imbécil, suéltame —escuché como Rose dijo antes de golpear a Emmett en sus partes nobles y correr hacia nosotros o mejor dicho hacia Jasper—. Dame a mi hijo —dijo quitándole al niño rubio a Jasper antes de golpearlo en el pecho haciéndolo hacia atrás, justo antes de que Emmett la tomara cargada por detrás con todo y el niño.

 

No teníamos tiempo para esto, así que guié a mi Bella hacia mi camioneta. Al llegar, visualicé a un dormido Tony en el asiento trasero con el cinturón de seguridad puesto.

 

Solté a mi Bella para abrir la puerta del copiloto y con un movimiento de cabeza le indiqué que subiera. Me obedeció de inmediato, subiéndose a la camioneta. Iba a cerrar la puerta cuando me detuvo.

 

—Espera. Dámela por favor, está enfermita —pidió con voz suplicante.

 

Así que esa era la razón por la que se encontraba tan caliente. Accedí de inmediato dejándola sobre su regazo. Cerré la puerta, rodeé la camioneta y me subí al asiento del piloto, acelerando el coche con un rechinar las llantas. Al tomar la carretera que nos llevaría a la cabaña pise a fondo el acelerador.

 

— ¿Podrías bajar la velocidad? He luchado demasiado por la vida de mis hijos para que tú vengas arrebatárselas en un accidente de coche —dijo de forma brusca.

 

¿Qué? ¿Ella dijo que tuvo que luchar por la vida de nuestros hijos? Volteé a verla de forma involuntaria queriendo que de una vez me dijera qué había dicho.

 

“Aún no es el momento, primero llévalos al lugar donde nadie los va a separar”, me reprendí mentalmente.

 

Volví mi vista hacia la carretera y disminuí la velocidad solo un poco, mientras apretaba el volante con todas mis fuerzas. Aquel que se atrevió amenazar la vida de mis hijos, los mataría con mis propias manos.

 

Seguí el camino que me indicó Garret, por lo que conduje casi dos horas, cuando por fin llegué a la cabaña. Detuve la camioneta en la parte trasera de ésta, ocultándola de la vista. Me bajé dejando las llaves en el contacto. Abrí la puerta trasera y baje en brazos a mí hijo. Me encaminé hacia la cabaña.

 

—Hola campeón, soy tú papá —susurré cruzando el umbral de la puerta.

 

La cabaña sí que era pequeña, por lo que estaríamos unos cuantos días, ellos se merecen algo mucho mejor que esto. La cama estaba a un lado de la chimenea a mi izquierda. Una cocina pequeña, al lado de un pequeño refrigerador y de una mesa con dos sillas, estaba a mi derecha. Una única puerta aparte de la entrada, estaba semi abierta y pude ver que era el cuarto de baño.

 

Caminé hasta la cama con sábanas de color morado y edredón a juego y acosté en ella a mi hijo, de forma reticente, no lo quería soltar, pero necesitaba hablar con mi Bella.

 

Me acerqué a la chimenea y encendí la leña. Saque mis armas y las deje sobre el marco de está, me quite los guantes. La sentí caminar hacia la cabaña, por lo que me quedé en esta posesión, dándole la espalda, mirando fijamente cómo el fuego consumía la leña.

 

En cuanto entró, el ambiente se llenó de electricidad.

 

— ¿Por qué nos traes aquí? —preguntó con voz temblorosa.

 

No quería que siguiera preocupada y con miedo, así que me di la vuelta lentamente, encarándola, me llevé las manos al pasamontaña y poco a poco me lo quité.

 

Al observarme un fuerte jadeo salió de su boca. Le sonreí torcidamente, la sonrisa que sabía le gustaba.

 

—Edward —susurró con otro jadeo—. Oh… Edward —dijo antes de lanzarse a mis brazos.

 

—Mi Bella —susurré atrayéndola hacia mi pecho y apretándola fuerte—. Mi Bella, mi dulce Bella —murmuré con mis ojos cerrados, acariciándole con mi mejilla su cabello, su mejilla, antes de enterrar mi rostro en la base de su cuello e inhalé profundo llenando mis fosas nasales con su rico olor a fresas y fresias. Moví un poco mi cabeza cuando la sentí sollozar y dejé un beso en su cuello, la sentí estremecerse entre mis brazos.

 

—Te extrañe —susurró enterrando su hermoso rostro en mi pecho. —Yo también te extrañe, no sabes cuánto —dije antes de alejarla, llevar mis manos a sus mejillas y acercar mi rostro al suyo, sus hermosos ojos brillaban por las lágrimas derramadas.

 

Mis labios tocaron los suyos con una suave caricia, moviéndose sincronizadamente como antes lo hacían.

 

—Te amo —susurré sobre sus labios—. Te amo.

 

—Te amo —susurró ella antes de llevar sus manos a mi cuello y atraerme hacia ella, sus dedos comenzaron acariciarme y a enredarse entre mis cabellos.

 

Nuestros labios se volvieron a juntar, pero ahora era un beso ansioso. Ella entreabrió sus labios y mi lengua de inmediato inundo su boca, saboreándola. Tanto tiempo soñando que la volvía a besar y aquí la tenía entre mis brazos. Su cuerpo se pegó más al mío. Su vientre rosó mi miembro haciéndome temblar y soltar un fuerte y vergonzoso gemido. Ella gimió quedito sobre mis labios.

 

—Mami… —nos congelamos al escuchar eso seguido de un gemido lastimero.

 

De un segundo a otro, tenía a mi Bella en mis brazos y al siguiente estaba hincándose al lado de nuestra hija.

 

—Shhh… aquí estoy bebé —susurró tomándola en sus brazos—. Está muy caliente —dijo mirándome con terror.

 

—Mami —lloriqueó nuestra gatita.

 

—Edward —dijo mi Bella con pánico en la voz. Respiré hondo y por fin pude hablar.

 

— ¿Qué tiene? —pregunté acercándome a ellas, le coloqué mi mano sobre la espalda de nuestra princesa.

 

—Calentura, de un momento a otro le dio —respondió mi Bella mordiéndose el labio inferior. Eso quería decir que estaba asustada.

 

—No te preocupes, estará bien. Iré al pueblo a comprarle un medicamento. No tardaré —la tranquilé antes de inclinarme besar castamente sus dulces labios. Luego la frente de mi princesa.

 

Estaba dispuesto a salir de la cabaña, pero me detuve y me volví hacia ellas.

 

— ¿Son míos? —pregunté con una sonrisa alternando mi mirada entre el niño en la cama y la niña en sus brazos.

 

—Son tuyos —respondió mi Bella con una enorme sonrisa—. No me dejaste sola en el prado Edward.

 

Asentí con una enorme sonrisa.

 

A pasos apresurados llegué a su lado, la atraje hacia mi pecho y le di un beso profundo, mi lengua asaltó su boca de inmediato. Nunca me cansaría de besarla. Tanto tiempo sin hacerlo me cobraba la factura. Nos separamos cuando nos comenzó a faltar el aire.

 

—Míos —susurré con los ojos cerrados recargando mi frente contra la suya.

 

—Tuyos —dijo acomodando a nuestra gatita que lloriqueó.

 

—No tardaré, lo prometo —dije separándome de ellas y saliendo de la cabaña.

 

Me subí en la camioneta y aceleré, debía llegar cuando antes al pueblo y comprar el medicamento.

 

“Mierda, no tengo ni puta idea de que medicamento”, Pensé golpeando el volante.

 

Conduje por veinte minutos hasta el pueblito más cercano que estaba ubicado a unos trece kilómetros y medio. Cuando divisé la única farmacia —que gracias a Dios está de servicio las 24 horas— me detuve con un rechinar de llantas.

 

Bajé de la camioneta y entré precipitadamente al interior del local haciendo sobresaltar a la dependentista.

 

—Bu… Buenas no… noches ¿¡En qué pue… puedo ayudarle!? —tartamudeó un poco.

 

—Buenas noches, busco un medicamento para la fiebre para un niña de nueve años —respondí acercándome a la barra.

 

—En existencia tenemos: Acetaminofén, Brane, Apire, Tachipìrin, Ibuprofeno e Ibutan que poseé los mismo componentes que el Brane.

 

— ¿Me podría decir cuál de ellos es el mejor? —pregunté un poco perdido ya que no tenía idea de cual llevar.

 

—Le aconsejaría el Brane. ¿Cuánto pesa? —preguntó la chica buscando en los estantes.

 

Esa era otra cosa que desconocía, no sabía cual es su peso, pero… recordé cuando los sostuve en mis brazos, de allí podría sacar un estipulado.

 

—Como unos treinta kilos —respondí dudoso.

 

—Una cucharada de seis a ocho horas si persiste la fiebre. Son 13, 69 $.

 

Saqué mi cartera de cuero negro y extraje 20 $.

 

—Conserve el cambio —dije pasándole el dinero y tomando la bolsa donde me había guardado el medicamento—. Gracias.

 

Salí al exterior encaminándome hacia mi camioneta. Me subí y partí hacia la cabaña.

 

Llegue a ésta veinte minutos más tarde, por lo que había tardado casi una hora.

 

Me bajé de la camioneta, del maletero saqué la maleta donde había guardado las cosas que compré para ellos.

 

Entré a la cabaña y ni mi Bella ni mi gatita estaban a la vista, en cambio mi campeón dormía plácidamente en la cama.

 

Mi vista se dirigió hacia la puerta entrecerrada del cuarto de baño al escuchar voces.

 

—Mami ¿crees que soy importante para papi?

 

—Claro que sí, tú y Tony son muy importantes para nosotros.

 

Dejé la maleta al pie de la cama, sobre la pequeña mesa dejé el medicamento y a pasos sigilosos llegué a la puerta del cuarto de baño, donde ya no se escuchan la voz de mi Bella y mi gatita, pero reconocí de inmediato la nana que tarareaba.

 

Era su nana, la que compuse para ella.

 

Terminé de abrir la puerta, entonces las vi bajo la regadera.

 

Ambas estaban únicamente con su braguita puesta, la de mi Bella es de color azul cielo, la de mi gatita de color rosado. Ahí, como un anuncio de neón estaba la marca de media luna en su brazo derecho.

 

No había dudas de que ambos eran mis hijos.

 

Mi princesa se encontraba en brazos de su madre, mientras que ella la mecía y le tarareaba su nana. Mi vista se deleitaba con tan hermosa imagen, antes de comenzar a devorarme el cuerpo desnudo de mi Bella, sus caderas estaba un poco más anchas, sus pechos se veían más voluminosos, más apetecibles, su piel brillaba como alabastro, se veía tan suave y sedosa.

 

—Gracias a Dios ya regresaste —la voz de mi Bella me hizo parpadear y respirar profundo, rogando internamente que nuestra gatita no notara mi enorme erección.

 

—Lo siento —me disculpé tomando un par de toallas antes de acercarme a ellas, teniendo mucho cuidado de cubrir ciertas partes de mi anatomía.

 

—Le estaba subiendo la fiebre, no sabía qué más hacer —explicó mi Bella con las mejillas sonrojadas pasando a mis brazos —cubiertos con una toalla— a nuestra gatita, a quien envolví dejando su carita descubierta.

 

—Hola chiquita —susurré mirando su hermosa carita.

 

Ella me sonrió y cerró sus ojitos, al parecer la luz le incomodaba.

 

Mi Bella metió ambas manos dentro de la toalla para luego sacarlas junto con la braguita de mi gatita.

 

La tendí una a ella y desvié la mirada. Aún no bajaba completamente mi erección y sabía que si la volvía a observar, mi miembro volvería a cobrar vida.

 

La dejé salir primero a ella —pero antes tomó un par de toallas más pequeñas— luego salí con nuestra gatita en brazos, a la que dejé sobre una silla, mientras mí Bella secaba su pequeño y frágil cuerpo y yo buscaba su pijama; consistía en un mono de color blanco y una camiseta manga larga de color blanco con una flor de color morado justo en el centro en la parte delantera. Un par de medias de color morado al igual que su braguita.

 

—Colócale esto —dije girándome y tendiéndosela.

 

Mi Bella me sonrió y asintió.

 

Me volví hacia la maleta de nuevo para buscar la pijama de mi Bella, no quería mirar mucho su cuerpo, ya que estaba muy consiente de que se encontraba desnuda bajo la toalla. El pijama de mi Bella consistía en un short corto de seda color azul celeste y una camiseta de tirantes finos. Una braguita de color blanco.

 

Me volteé de nuevo hacia ellas, mi Bella terminada de colocarle la camiseta a nuestra gatita.

 

Mi gatita me miro y sonrió abiertamente.

 

—Papi —susurró haciendo que mi corazón casi explotara de felicidad.

 

—Hola amor —saludé con un nudo en la garganta.

 

—Papi —volvió a susurrar extendiendo sus brazos hacia mí—. Papi.

 

Mis piernas se movieron sin darme cuenta, mis brazos se extendieron y la recibieron al mismo momento que ella saltaba hacia mí, la apreté contra mí pecho.

 

—Papi.

 

—Princesa, oh… mi princesa. Mi bebé —susurré con los ojos cerrados, apretándola fuerte —sin llegar hacerle daño— contra mi pecho. Inhalé profundo, llenando mis fosas nasales con su dulce olor a bebé que aún conservaba.

 

—Te amo papi —dijo envolviendo sus brazos alrededor de mi cuello.

 

—Yo también te amo gatita, tú, tu hermano y tu mamá son lo más importante para mí —dije acariciando su pequeña espalda.

 

—Gatita, bebé, tómate el medicamento —dijo mi Bella detrás de mí.

 

Me volteé para que le diera el medicamento, con unos sorbos de agua, le tendí su ropa, antes de comenzar a tararear la nana que le había compuesto a mi hija, a quien escuché suspirar antes de acurrucarse más contra mi pecho.

 

Recibí con una sonrisa el cepillo y tiernamente comencé a cepillarle el cabello a mi princesa.

 

Mi vista se clavó en el cuerpo de mi Bella cuando ella se deshizo de la toalla que la cubría. Mi mirada recorrió sus pantorrillas, subieron a sus muslos, sus pequeños rizos castaños que cubrieran su entrepierna, su vientre plano, sus pechos más grandes y redondeados, su cuello, sus labios llenos, sus mejillas sonrojadas, por último sus hermosos ojos, que me miraban con una chispa de picardía.

 

— ¿Ve algo que le guste señor Cullen? —preguntó pícara colocándose su braguita.

 

Asentí tragándome el fuerte nudo que se había formado en mi garganta y moviéndome incómodamente, ya que tenía una dolorosa erección.

 

—Todo, absolutamente todo —respondí terminando de cepillarle el cabello a mi princesa y comenzar de nuevo a tararear su nana.

 

— ¿Es una nana nueva? —preguntó tomando el short de pijama que estaba sobre la cama.

 

—Algo así, la compuse hace cinco años. Pero ésta es la segunda vez que la tarareo —respondí viendo como se detenía abruptamente.

 

—No sé qué paso ese día que ella no te reconoció. Siempre les he hablado de ti y les he mostrado la única foto tuya que pude conservar. Si te hubieses quedado solo un poco más, nos hubiéramos encontrado —dijo mirándome con tristeza.

 

—No te preocupes, no es culpa tuya —la tranquilicé—. Hablemos después que te vistas, contigo desnuda me desconcentro fácilmente —dije con una sonrisa torcida.

 

Sus mejillas fueron teñidas por un fuerte sonrojo.

 

—Como diga señor Cullen, no quiero ser una distracción —murmuró con una sonrisa.

 

—Además de que tenemos la cama ocupada —dije con una sonrisa señalando a nuestro campeón.

 

— ¡Edward! —se quejó con las mejillas de un tono carmesí.

 

— ¡Bella! —imité su tono antes de sentir la suave respiración de mi gatita contra mi cuello.

 

La vi colocarse el short de pijama de algodón color azul y se disponía a colocarse la camiseta, pero no me pude resistir al verla subir sus brazos y exponer una ligera marca en su costado izquierdo, me moví sin pensar y la roce con mis dedos y pude sentir la corriente eléctrica que tanto extrañaba.

 

—Es la única marca que me quedó del embarazo —me informó levantando su mirada.

 

—Me hubiera gustado estar junto a ti en ese momento —susurré acariciando suavemente la pequeña marca.

 

—A mí igual —comentó cerrando los ojos y recargando su frente en mi pecho justo al lado del bracito de mi gatita. La cual sostenía con mi brazo derecho luego de haberla dormido.

 

Suspiré profundo y recargué mi mentón sobre su cabeza. Mi gatita se removió y dejó su rostro en la base de mi cuello.

 

Así nos quedamos por unos minutos, su cabeza recostada en mi pecho y su mano izquierda sobre la espalda de nuestra gatita, mi mano izquierda acariciando tiernamente su marca.

 

—Mami —murmuró Tony con voz adormilada.

 

Mi Bella suspiró profundo, levantó su rostro hacia el mío y me sonrió. Se alejo un poco de mí, para luego colarse la camiseta.

 

—Aquí estoy bebé —murmuró alejándose de mí y llegando a la cama.

 

— ¿Dónde estamos mami? —preguntó mi hijo bostezando.

 

—En una cabaña con papá —respondió mi Bella tomándolo en sus brazos.

 

— ¿Papá? —preguntó dudoso escondiendo su carita en la base del cuello de mi Bella.

 

—Si campeón, papá —respondí acercándome a ellos para poder abrazarlos con mi brazo libre.

 

—Te extrañe papá —dijo mirándome fijamente con unos ojos del mismo color que los míos.

 

—Ya estamos juntos campeón y nada ni nadie nos va a separar —dije acariciando su pequeña espalda.

 

Asintió antes de acurrucarse en los brazos de mi Bella.

 

—Ahora sí, cuéntame, ¿qué ha sido de tú vida luego de que nos separaran en nuestro prado? Y no omitas nada —dije guiándola hacia una de las dos únicas sillas.

 

—Solo si tú haces lo mismo —respondió con las mejillas sonrojadas.

 

—Me parece justo —acepté con una sonrisa torcida sentándome frente a ella.

 

—Bueno… Charlie y yo nos gritamos muchas cosas cuando llegamos a la mansión, él tomó la decisión de enviarnos a Forks, ya que tú padre se lo sugirió. Don Carlisle le dijo que a ti, te enviaría a Londres, así se nos aclararían nuestras ideas y nos dejaríamos de tonterías. Si no hubiera sido por mi Bubú, Charlie me hubiera golpeado ese día —comenzó hablando tranquilamente, mientras acariciaba tiernamente la pequeña espalda de nuestro campeón.

 

Sé que ha pasado mucho tiempo de eso, pero no cambia el hecho de que aún me hierve la sangre de solo pensar que Charlie Swan me le hubiera hecho daño.

 

—Esa noche me dormí entre llanto, en los brazos de Rose, quien me despertó a la mañana siguiente con un rico desayuno y una taza de café —dijo con una sonrisa en los labios—. La cual me hizo dar unas enormes ganas de vomitar, por lo que terminé devolviendo en el excusado la poca pizza que había comido el día anterior. Luego de eso, nos enviamos mensajes.

 

Asentí, acariciando tiernamente la mejilla de nuestra gatita.

 

—Después de enviarte el mensaje y de leer los que me habías mandado, Charlie nos quitó nuestros celulares e informó que en Forks no estaríamos solas y nuestros guardaespaldas no nos dejarían ni a sol ni a sombra. Ese fue el día de mi segundo antojo. Contigo compartí el primero, ¿recuerdas la pizza de pepperoni y anchoas? —Como olvidarla… sí, no entendí porqué de un momento a otro te gustaba esa y no la margarita. —Eran ellos —dijo con una enorme sonrisa—. Me di cuenta de mi embarazo dos meses después. Al principio del mes de diciembre, esa noche —como ya era costumbre— dormí con Rose, pero llegué a su habitación comiendo uno de mis antojos y entre nuestra conversación, ella mencionó mi periodo, fue en ese momento que me di cuenta que… desde los primeros días de septiembre no me llegaba. En mi mente repasé todos los síntomas que tenía en esos días y todos me llevaron a la conclusión: EMBARAZO, se lo conté a Rose. Por lo que quedamos de ir al día siguiente a una farmacia por una prueba de embarazo casera.

 

—Esa misma noche soñé contigo. Luego de no haberlo hecho por dos meses, en mi sueño yo tenía en mis brazos a un bebé de no más de seis meses, un varoncito, pero escuché el llanto de otro bebé que me inquietó, por lo que comencé a buscarlo y lo encontré, era una bebé y estaba en tus brazos. Tú le tarareaste una nana desconocida, que ahora que lo pienso, es la misma nana. Te volviste hacia mí, la dejaste en mis brazos y susurraste: "Cuídalos, ustedes son muy importantes para mí". Nos diste un beso en la frente a los tres y desapareciste, te intenté llamar, pero la voz no me salió.

 

—Al día siguiente me realicé la prueba y dio positiva. Como era sábado y mi Bubú viajaba a Chicago esperamos hasta el lunes y mis hermanas me llevaron con una ginecóloga, quien me confirmó el embarazo además de decirme que era gemelos, pero que no compartían la misma placenta. Ella fue la encargada del control de todo mi embarazo. Los sentí moverse por primera vez casi tres meses después de nuestra separación.

 

—Me hubiese gustado estar ahí —dije bajando la mirada a nuestra gatita—. ¿Cómo se lo tomó Charlie? —al terminar de preguntar la vi estremecerse ligeramente y apretar más a Tony contra su pecho.

 

Por su reacción, me dio a entender que no lo tomó muy bien.

 

—Charlie no se lo tomó muy bien y aún… nueve años después, no los ha aceptado por completo —susurró con la mirada baja.

 

Mi sangre hirvió de indignación. A pesar de ser mis hijos, eran sus nietos. Hijos de su princesa. Estaba completamente seguro que en cuanto mi madre se entere de ellos los amará, al igual que Carlisle.

 

—Su reacción no fue la que yo esperaba. Él me iba a obligar abortar.

 

— ¿QUÉ? —grité haciendo sobresaltar a mis hijos.

 

Charlie Swan era hombre muerto por atreverse a siquiera pensar acabar con la vida de mis hijos como si para él ellos no valieran nada.

 

—Edward, por favor contrólate —dijo mi Bella deteniendo mi avance—. Pareces león enjaulado.

 

—Como quieres que me controle, si me acabas de decir que Charlie Swan amenazó la vida de mis hijos —espeté con voz contenida.

 

—Por favor —suplicó con voz rota.

 

Asentí, suspirando profundo para aplacar un poco mi ira.

 

—Continúa —la alenté sentándome de nuevo en la silla frente a ella.

 

—Papi.

 

—Shhh... Duerme gatita —susurré meciéndola un poco.

 

—Mi Bubú lo amenazó con llamar a Don Carlisle y decirle que mi padre iba a matar a sus nietos, eso lo hizo desistir. Pero me dijo que… si volvía a Chicago… lastimaría a mis bebés. Fue allí que me hice la promesa de no volver nunca y a pesar de que el dolor fuera insoportable me juré nunca buscarte… para así no exponer a los niños.

 

Volví a respirar profundo para no explotar y asustar a mis hijos.

 

—No tienes nada de qué preocuparte. Nunca permitiré que Charlie le haga daño a alguno de los tres —aseguré de forma solemne. Era una promesa y la iba a cumplir.

 

—Luego de eso me enteré por Rose, que había escuchado hablar a dos de nuestros guardaespaldas entre sí, que te habían visto muy golpeado el día que viajaste a Londres. Ese fue uno de los dos peor día de mí vida. Me puedes explicar, ¿qué rayos te sucedió? —preguntó mi Bella enojada.

 

Sonreí torcidamente.

 

—Aún es su turno señorita. Por lo que prosiga…

 

—Assshhh… tenía casi 27 semanas de embarazo cuando en un viaje a Port Ángeles me separé de Sam y mis hermanas, ya que quería comprarle algo a los bebés sin tener a la molestosa de Alice a mi lado. Tú padre me llevó al servicio de señoras más cercano y nos encerró allí.

 

— ¿Qué? —exclamé con voz estrangulada—. ¿Carlisle sabía de tú embarazo?

 

—Si, el rumor se extendió como pólvora —respondió mirándome con tristeza—. Pero él me dijo que no te iba a decir.

 

Me levanté y comencé a pasarme por toda la cabaña apretándome el puente de la nariz.

 

Ahora lo entendía todo. Por eso no me exigió hijos. Por eso no me reclamó cuando decidí nunca casarme ni formar una familia.

 

Por eso ni se inmutó cuando le dije que de mi parte no tendría el heredero de la organización. Por que ya él sabía que Ethan existía. Que tenía un hijo. Un hijo que me ha ocultado por todos estos años. Un hijo que a pesar de ser un Swan, era mí primer primogénito varón, mi heredero.

 

—Lo odio —aseveré con la mandíbula apretada—. Te odio Carlisle Anthony Cullen, nunca te lo voy a perdonar.

 

—Edward… —mi Bella me abrazó desde atrás.

 

Suspiré profundo antes de darme vuelta y atraerlos hacia mí pecho e inhalar su olor, que fue calmando mi furia.

 

—No debería seguir contándote nada —dijo contra mi pecho—. No mientras Lizzy y Tony estén aquí. Los vas a asustar, Edward.

 

—Lo siento, prometo controlarme, por favor sigue —supliqué cerrando mis ojos y apretándolos fuerte contra mí.

 

—Está bien, vamos a sentarnos.

 

Nos sentamos en la silla el uno frente al otro y prosiguió.

 

—El día de la visita de tú padre, supe que serían un niño y una niña. Esa misma tarde Don Carlisle les envió un oso de peluche para cada uno, que aún conservan. Con una inscripción “Papá los ama”, a partir de ese momento siempre les han enviado regalos.

 

A pesar de sentir enojado no pude enviar sonreír.

 

—Con todo mi corazón —aseguré con una sonrisa—. Los amo con todo mi corazón.

 

Mi Bella me sonrió.

 

—Lo sé, al igual que nosotros a ti —dijo con las mejillas sonrojadas—. Un mes después de eso, mi Bubú me dio noticias de ti, me dijo que te peleaste con un tal… James. Por defenderme, ya que el habló mal de mí.

 

A mi mente me vino ese mal recuerdo.

 

Flashback:

 

—Nada me encantaría más señor. Le tengo unas inmensas ganas a la perrita de Isabella —dijo James con una sonrisa sádica en el rostro.

 

Ahora si lo vi todo rojo, me lancé contra él, caímos al suelo en el mismo momento que comenzaba a golpearlo.

 

—Nadie habla así de mi mujer —le dije entre golpes—. No te atrevas acercártele. No te quiero ni a cien kilómetros a la redonda cerca de ella —le grité mientras que lo golpeaba en la mandíbula.

 

Él me respondió dándome un fuerte golpe que me partió el labio, sentí el sabor de la sangre en mi boca, se lanzó contra mí, lanzándome al suelo, me golpeó y murmuró.

 

—No sabes lo que le pienso hacer. La voy hacer mía, no me importara que grite, de hecho… eso me excitará más —eso me enfureció más si es que eso era aun posible.

 

La sola imagen de James forzando a mi Bella, mientras ella le suplicaba que la soltara y no le hiciera daño, mientras yo no estoy para defender. Lo golpeé en el estómago empujándolo lejos de mí con mis piernas. Yo era mejor que mis hermanos en una lucha cuerpo a cuerpo. Siempre había sido así, desde pequeños mi padre se había encargado de entrenarnos en todos los sentidos y en ese yo sobresalía. Cuando cayó al suelo, me le subí encima golpeándolo.

 

—No permitiré que la toques —aseguré entre golpe y golpe—. Primero te mato con mis propias manos —le di un golpe y él me dio en un costado que me dejó sin aire por unos segundos, los cuales aprovechó para golpearme.

 

—Haré mucho más que tocarla. La trataré como la perra que es —golpeé su mandíbula, lo agarré del cuello y lo lancé contra el librero. Se comenzó a reír histéricamente, lo hacía como si estuviera loco—. Grabaré el momento que la hago mía, así escucharás y verás como suplicaba, como lloraba y pedía ayuda —dijo para luego seguir riéndose como un maniático.

 

Lo iba a matar.

 

Me lancé de nuevo contra él, ambos nos golpeamos en ese momento. En un movimiento rápido lo lancé contra el suelo, sin dejar de golpearlo ni un maldito segundo.

 

—Ya basta Edward —dijo Emmett agarrándome con brazo de hierro, mientras que Jasper se paraba delante de mí, tapando mi visión de donde se encontraba James escupiendo sangre en el suelo.

 

—SUELTAME EMMETT QUE VOY A MATARLO —grité forcejeando para liberarme de los brazos de mi hermano—. QUE QUEDE MUY CLARO, QUE AQUEL, QUE OSE ACERCARSE O HABLAR MAL DE MI MUJER, ES HOMBRE MUERTO.

 

Fin del flashback.

 

—Edward —la voz de mi Bella me trajo al presente.

 

—Estoy bien, prosigue amor —indiqué mirándola fijamente antes de sonreírle, con mi sonrisa torcida.

 

—En mi siguiente cita, me enteré que Don Carlisle había sobornado al director del hospital donde yo iba a mis consultas prenatales para que despidieran a Jessica Stanley, ella nos trataba mal a mis hermanas y a mí cada vez que íbamos, y mandó a aumentarle el sueldo a las dos señoras que era muy amable conmigo. Edward, tu papá nos ha estado cuidando, él piensa que no me doy cuenta, pero sé que es así. Por lo que no dudo que él ya sepa que los cuatro estamos juntos.

 

—A pesar de que aún esté enojado con él, debo agradecerle que estuviera al pendiente de ustedes. Bella, no te preocupes, nadie nos va a separar —la tranquilicé con una sonrisa.

 

—Lo sé.

 

—Continúa.

 

—Ethan y Elizabeth nacieron el mismo día de tu cumpleaños. Esa mañana, por giros del destino, me había quedado sola en el centro comercial. Si no ha sido por tú madre, no sé que hubiese sido de nosotros.

 

Respiré profundo.

 

Mi madre, mi madre también lo sabía.

 

Mi mente me llevó aquella tarde hace cinco años.

 

Flashback:

 

—Adelante —indiqué, sentándome en la cama.

 

—Edward, no debes comportante como un adolescente de dieciséis años —me regañó mi madre parándose frente a mí—. Ya tienes veintiún años y eres pa… —se detuvo a mitad de frase y me miró asustada.

 

— ¿Qué soy qué? —pregunté confundido.

 

—Nada, Edward no debes comportarte así, ya que de ahora en adelante serás el jefe y debes comportarte como tal.

 

—Lo siento mamá —me disculpé recostando mi cabeza en su vientre, rodeé su cintura con mis brazos.

 

Mi madre comenzó a despeinar, si fuera aún más posible, mi cabello.

 

—Bella esta bien. No te preocupes —susurró besando mi cabello.

 

Me separé de ella y la miré.

 

— ¿Cómo lo sabes? —pregunté, mirándola ansioso.

 

—No hace mucho la vi, no te voy a decir dónde. Pero está bien y más hermosa que nunca —respondió con una sonrisa y un brillo especial en su mirada.

 

— ¿Qué me ocultas mamá? —indagué haciendo un puchero.

 

—No me pongas esa cara que no te oculto nada. Solo me la encontré por casualidad —dijo encogiéndose de hombros—. Pero no es solo Bella lo que te preocupa, ¿no es cierto? Soy tú madre, no me mientas.

 

—No es nada importante, no te preocupes mamá.

 

Fin del Flashback.

 

Ella iba a decirme que era PADRE. Estuvo a punto de decirlo. Además de que sabía el lugar exacto donde vivía mi Bella, porque ellos cuidaban de mis hijos. Como también sabían que yo hablaba de mi gatita, de MI HIJA.

 

—Fue tu tía Jessenia, la que me atendió en el parto. Edward, tú tía/madrina trajo tus hijos al mundo.

 

Cerré mis ojos y respiré profundo.

 

Hasta mi tía Jessenia sabía de la existencia de mis hijos y me los ocultó. Ella sabía lo importante que es para mí, mi Bella, era la única a la que le confié siempre mis cosas. La considero una segunda madre para mí, pero se confabuló con Carlisle y Esme para ocultar la existencia de mis hijos.

 

—A Charlie no le gustó que Tony llevara el Anthony ni que ambos tuvieran tu apellido. Yo no sé cómo hizo Don Carlisle, porque llevan el Cullen y tú apareces en la partida de nacimiento de los niños. Su nombre completo es: Ethan Anthony Cullen Swan y Elizabeth Marie Cullen Swan.

 

¿Carlisle hizo qué? ¿Cómo…?

 

Flashback:

 

—Edward, necesito que me firmes estos documentos —dijo Carlisle dejando una carpeta sobre el escritorio.

 

— ¿Para qué son? —pregunté en un susurro, recuperándome un poco del mareo que me acabada de dar.

 

—Solo fírmalos —espetó teniéndome el bolígrafo.

 

—Como quieras —susurré con la mandíbula apretada firmando los papeles sin leerlos.

 

Fin del flashback.

 

Era algún poder para que él no tuviera problemas en presentar a mis hijos.

 

—Sus padrinos son Ben, Sam y Seth. Sus madrinas son Ángela, Rose y Alice. Ángela y Ben. El cuadro…

 

Flashback:

 

— ¿Quiénes son? —pregunté observando el cuadro donde estaba dos hermosos niños de unos cuatro o cinco meses sentados en una especie de hamaca. El niño tenía mi mismo color de ojos, en cambio la niña, parecían los ojitos de una hermosa gatita. Ellos me recordaron tanto a Lizzy, mi gatita.

 

—Son nuestros ahijados Edward. Tú no conoces a sus padres —dijeron ambos con voz nerviosa.

 

No le tomé importancia, iba en busca de información de mi Bella, no de unos hermosos niños.

 

Fin del Flashback.

 

Estuve frente a frente al cuadro de mis hijos y ellos no pudieron decirme.

 

— ¿Por qué Angie y Ben no me lo dijeron? —pregunté mirándola fijamente.

 

—Por que se los prohibí el día que me enteré de tú matrimonio, Edward. Ya lo nuestro no puede ser, pero no voy alejarte de los niños —comentó con voz llorosa.

 

— ¿Qué matrimonio? —pregunté confundido.

 

—El tuyo con una amiga de tú prima Tanya —respondió, con sus bellos ojos cristalinos.

 

—Bella, nunca me he casado. Recuerdas el mensaje: “Siempre tuyo, ahora y por siempre.” Mi amor y mi cuerpo son solo tuyo. En cambio tú si te casaste… con el tal Jacob y luego con otro.

 

— ¿Qué? ¿Con Jacob? No… Dios me libre. Si no hubiera sido por Liam no me hubiese dejado en paz. Y te aclaro de una vez, Liam es mi amigo, siempre ha sido solo mi amigo. Recuerda el mensaje: “No importa la distancia, mi corazón y mi cuerpo te pertenece. Siempre tuya.”

 

—Por siempre y para siempre jamás —juré con una sonrisa.

 

—Por siempre y para siempre jamás —prometió con una sonrisa.

 

—Sigue contando —la alenté.

 

—La primera palabra de Tony fue: mamá —continuó con una sonrisa.

 

Cuánto me hubiese gustado estar ahí con ellos.

 

—En cambio la de Lizzy fue: papá. Ella es la que siempre ha sido más apegada a tú recuerdo. Bueno… al recuerdo que les creé. En los últimos años Tony a estado un poquito renuente… como sabes nos hicieron creer que te habías casado, por lo que él piensa que tienes a otros hijos y no los ibas a querer cerca de ti. Tony sabe que eso destrozaría a Lizzy, y él por su hermana daría su vida. La ama con locura. Los dos se aman con locura. Ethan… cree que es su deber protegernos a ambas.

 

—Ya estoy yo aquí para ayudarlo en su tarea y él puede disfrutar de una infancia como cualquier niño —dije orgulloso de mi campeón.

 

—Desde la fiesta de su primer cumpleaños, en la que tus padres asistieron sin invitación, pues les dejé bien claro que si tú no venías con ellos, no podrían ver ni estar cerca de los niños. Tú madre me montó una escena, pero no he dado mi brazo a torcer en estos ocho años, porque los que alejaron sus nietos fueron ellos, no yo. Al alejarte a ti, los alejaron a ellos.

 

—Me imagino la cara de mi madre —opiné con una sonrisilla.

 

—Igual yo. Bueno continúo… así han pasado los años, solo nosotros tres con Rose y Alice. Me gradué de la universidad de Harvard y me hice cargo por dos años de la editorial de mi padre. Cuando Elizabeth tenía cuatro años, se extravió en el centro comercial. Se alejó del lado de su profesora y acabó en los brazos de su padre, sin él saberlo. Tuvieron un momento padre e hija. Hubo una fuerte conexión sin ellos darse cuenta.

 

— ¿Te digo un secreto? —susurré al verla como respiraba profundo para evitar derramas las lágrimas que veía en sus ojos.

 

— ¿Cual? —pregunté con voz estrangulada.

 

—Pensaba robármela. No entendía qué tenía esa hermosa gatita que hizo que mi corazón latiera luego de que llevara cinco años sin hacerlo. Su olor me recordaba a alguien, pero como tenía ese toque característico de bebé, no lo pude asociar directamente al tuyo. La quería tener junto a mí, protegida entre mis brazos. No sabes cómo sufrí dejarla ahí.

 

—Lo sé Edward. En el momento que me avisaron que ella no aparecía, me sentí morir. No sabes cuántas escenas trágicas se vinieron a mi mente. Estoy consiente que ellos son el blanco perfecto para acabar de un solo golpe ambas mafias. Eso me aterra… que vayan a utilizar a mis hijos.

 

—Ni Carlisle ni Charlie permitirían que alguien dañara a su nietos, por más enojados o heridos que se sientan. Y ahora que yo estoy a cargo de todo, mucho menos —la tranquilicé.

 

—Sé que Charlie los quiere, a su modo. Pero los quiere. Como también sé, que él se siente herido, que su princesita haya sucumbido en los brazos de un Cullen. Porque me he dado cuenta que Charlie no tiene idea de la relación que mantuvieron Alice y Jasper, o Rosalie y Emmett.

 

—Es bueno para ellos —dije con una sonrisa.

 

—Sí. Sabes, ambos sacaron tú pasión por la música. Ethan ya toca a la perfección el piano. Es muy talentoso al igual que tú. Elizabeth le gusta más bailar. Ha practicado distintos géneros, tales como Tap, Ballet, Jazz. En los últimos tres años se ha declinado por la danza. Es una excelente bailarina. Ambos son muy buenos nadadores. Ethan le gusta practicar el fútbol.

 

—Me gustaría poder asistir a un partido de Fútbol y a una competencia —comenté lleno de orgullo.

 

—Como te habrás dado cuenta… te he estado esperando. No ha habido, ni hay, ni habrá nadie en mi vida. Solo tú —murmuró con las mejillas sonrojadas—. Es tú turno. —indicó acomodando a Tony en una posición más cómoda.

 

Sonreí y acaricié la pequeña espalda de mi gatita.

 

—Luego de que me sacaran del prado —comencé mi relato—. Intenté soltarme del agarre de Allan, pero me fue imposible, ya que dos hombres más lo ayudaron. Al llegar a la mansión, Carlisle me encerró en su despacho. Allí me quedé dormido, llorando como un bebé en los brazos de mi madre. Cuando me desperté a la mañana siguiente Emmett y Jasper estaban allí conmigo. Me contaron que mi padre los encerró cuando ambos me defendieron. También me avisaron que el jet en pocos minutos nos llevaría a Londres. Fue después de eso que recibí tú mensaje y te contesté, al cabo de unos pocos minutos Carlisle entró al despacho y me amenazó con que si no me iba por las buenas a Londres, él mandaría a James a lastimarte. Eso no lo podía permitir.

 

—Me peleé con James porque comenzó a decir las horribles cosas que te haría y eso me enfureció. Les dejé muy claro a todos, hasta a Carlisle, que nadie se mete con la mujer de Edward Cullen o pagarían las consecuencias. Creo que ahí le dejé la intriga a Carlisle de que nuestra relación no era un simple noviazgo, que había algo más.

 

—Londres fue una pesadilla para mí. Ninguno de los tres nos habíamos llevado nunca con nuestras primas, las Denali. Ellas eran muy superficiales, además de que no hacen nada que haga enojar a mis tíos. Los primeros ocho meses me los pasé enfermo de una extraña enfermedad, que así como vino se quito. Los médicos no dieron con la causa. Me mareaba, vomita y me desmayaba sin motivo aparente. Tenía antojos a todas horas. Lloraba por nada, y del mismo modo me enojaba. Esos ocho primeros meses mi vida fue un caos.

 

De un momento a otro mi Bella comenzó a reírse a carcajadas. Mi Bella se partía de la risa haciendo vibrar el pequeño cuerpo de nuestro campeón.

 

— ¿Por qué te ríes? —pregunté como una sonrisa. No lo pude evitar al verla a ella reír.

 

—Edward, no estabas enfermo, solo que presentaste los síntomas de mi embarazo, yo no me mareaba ni me desmayaba, yo solo tenía los vómitos y varios antojos, como también el cambio de humor. Pero tú sí —dijo, mientras seguía riendo.

Sonreí.

 

Todos esos meses de tener esos extraños mareos y desmayos, se debían al embarazo de mi Bella.

 

—Por lo menos… no me perdí eso —susurré negando con la cabeza—. Una tarde encontré a mi prima Tanya en una situación comprometedora con el hijo de su nana. Ellos tenían una relación bastante larga, por lo que a partir de ese momento, Tanya me ayudó a sobrellevar mi vida. Me corría las chicas que se arrastraban tras de mí. Mi padre viajó un día exclusivamente para decirme que mi castaña, mi Bella, se había casado con Jacob Black y estaba muy feliz y enamorada de su marido. Que ya era el momento de olvidarme de ella.

 

—Edward, eso no es verdad.

 

—Lo sé, pero en ese momento de verdad me lo creí, como lo hiciste tú cuando te dijeron de mi supuesto matrimonio. Me gradué de la universidad de Oxford. Carlisle nos permitió regresar a Chicago cinco años después de habernos separado. El jet presentó una falla que nos hizo hacer una parada en Nueva York, mis hermanos y yo decidimos dar un paseo, nos detuvimos en un centro comercial donde me tropecé con una hermosa gatita que me recordaba tanto a ti. Al ver sus mejillas sonrojadas, su olor con su toque de bebé. La conexión que sentí con ella fue tan intensa que llegué a pensar en llevármela. Si no ha sido por Jasper, lo hubiese hecho. Mi corazón fue roto por segunda vez ese día, ya que me vi obligado a devolverla.

 

—Llegamos a Chicago, donde asumí el mandato de la organización Cullen. Mi vida se ha basado solo en eso, a trabajar en la empresa de mi padre y llevar la organización. Hace tres años me encontré frente a frente con Charlie Swan, Billy y Jacob Black, a quien no le vi la alianza de matrimonio, por lo que decidí enviar a investigar a mi castaña, la extrañaba demasiado. A parte de que quería saber si era feliz, porque si no era el caso, me la llevaría junto a mí. La información duró guardada quince días en una gaveta de mi escritorio. Una noche me decidí abrir el sobre y en él había una foto de ella subiéndose a un Ferrari de color rojo. Estaba tan hermosa. Tomé las llaves de mi Volvo Plateado y conduje sin parar hasta llegar a la dirección que me indicaban. Una de las mejores urbanizaciones de Nueva York. Estuve estacionado un tiempo frente a la mansión. Luego de unos minutos, salieron cinco coches, un mercedes Benz y un mercedes CLS que tomaron el camino de la derecha y un Porshe, un BMW y un Ferrari el mismo Ferrari de la foto, ellos tomaron el camino de la izquierda. Los seguí hasta un centro comercial. Después de buscarla por varios minutos di con mi castaña, pero ella no estaba sola, estaba en compañía de un dulce y adorable niño rubio de no más de dos años. Ese niño la llamó mamá. Ella tenía un hijo, yo no podía ser egoísta y hacer sufrir a ese niño.

 

—Emerson —susurró mi Bella con voz llorosa.

 

—En ese momento sentí como mi corazón se rompía en millones de fragmentos, todo era verdad, ella era feliz. Recibió una llamada, llamada que la hacía feliz, ella le decía a esa persona que la extrañaba y la amaba.

 

—Tony —susurró abrazando a nuestro campeón.

 

“Era él quien la llamaba ese día.”, pensé.

 

—Un hombre extraño la abrazó por detrás y le dio vuelta en el aire haciéndola reír. Fue ahí donde me di cuenta que no era Jacob a quien le pertenecía su amor, si no a él.

 

—Liam es solo un amigo, Edward —dijo con voz estrangula.

 

—Ahora lo sé, pero no en ese momento. La dejé verme cuando ella salía del centro comercial con el niño en el asiento trasero de su coche. Al comprobar que de verdad estaba casada y con hermoso niño, solo me dediqué a la organización y así ha sido mi vida desde entonces. Solo… catalogado como el soltero multimillonario más codiciado de todo el mundo.

 

— ¡Edward! —comenzó pero la interrumpí.

 

—Todo se trató de una treta, nuestros padres inventaron todo para mantenernos separados. Pero ahora estamos juntos, no somos adolescentes que podrán manejar a su antojo y no vamos a dejar que nos separen —dije de forma solemne—. Nadie me va a separar de mi familia.

 

—Tienes mucha razón —murmuró con una sonrisa—. Creo que es momento de dormir un poco —opinó mi Bella bostezando.

 

—Tienes razón, son casi las seis de la mañana —dije con una sonrisa asintiendo.

 

Me levanté de la silla y la ayudé a colocarse de pie, pasando mi brazo libre por sus hombros, besé su frente antes de guiarla a la cama.

 

Acostó primero a Tony, mientras yo rodeaba la cama, ella se acurrucó detrás de él. Me quité las botas y me recosté al lado de mi hijo con mi gatita sobre mi pecho.

 

—Te amo Edward. Me alegro que estés aquí con nosotros —susurró cerrando sus ojos.

 

—Yo también te amo, amor —susurré antes de dejarme envolver por los brazos de Morfeo.

 

Me desperté al sentir una suave caricia en mi rostro seguido por unas risitas. Al parecer nuestros pequeños tenían rato despiertos y se habían fastidiados.

 

—Déjalo dormir Lizzy —escuché la voz de mi campeón.

 

—Es que su barba me hace cosquillas en la mano y me gusta —escuché la voz de mi gatita.

 

Me quede inmóvil esperando, tomé la mano de mi gatita al sentirla en mi rostro nuevamente, dejándola posada en mi mejilla. Podía sentir el calor de su pequeño cuerpo.

 

Abrí mis ojos para toparme con esos extraños ojos de gato y una hermosa sonrisa. Mi gatita tenía peinado su cabello y se lo había recogido en una coleta alta.

 

—Buenos días papi —dijo con una sonrisa.

 

—Buenos días princesa —saludé con una sonrisa torcida—. ¿Y tú hermano?

 

—Aquí estoy papá —levanté la vista para verlo sentado en una de las sillas aún con su pijama puesta y su cabello rebelde totalmente despeinado.

 

— ¿Se sienten bien? —pregunté al darme cuenta que mi Bella dormía plácidamente acurrucadita a mi costado izquierdo.

 

—Si papá —respondió mi campeón con una sonrisa torcida.

 

—A mí solo me duele la garganta papi —informó mi gatita sentándose a horcadas sobre mi pecho.

 

—A ver… abre la boquita —dije atrayéndola hacia mi rostro.

 

—Ahhhh —mi gatita tenía su garganta muy roja y un poquito inflamada.

 

—Mami sabe qué medicamento sirve para eso papá —dijo mi campeón sentándose en la cama.

 

—Entonces esperaremos que mami se despierte y luego voy al pueblo a comprarlo —dije medio levantándome para atraerlo hacia mí. Hice que recostara su cabecita en mi brazo derecho—. Buenos días, campeón.

 

—Buenos días papá.

 

—Quiero que sepan que los amo y ahora que sé que existen no voy a permitir que los alejen de mí. Es una promesa —dije abrazándolos fuerte contra mi pecho.

 

—También te amo papi —susurró mi gatita contra mi cuello.

 

—Yo también te amo papá —susurró mi campeón mirándome fijamente.

 

—Ethan y Elizabeth, quiero que sepan que yo nunca me he casado y no tengo más hijos aparte de ustedes. Que el amor que siento por ustedes es inmenso, daría mi vida por los dos si fuera necesario y nunca voy a dejar que nos vuelvan a separar.

 

— ¿De verdad papá? —preguntó mi campeón un poco dudoso.

 

—De verdad campeón, nunca les mentiría.

 

—Buenos días —los tres volteamos al escuchar la voz adormilada de mi Bella.

 

—Buenos días —respondimos los tres al mismo tiempo, para luego soltar unas risitas.

 

—Mami, me duele la garganta —dijo mi gatita levantándose de mi pecho para acurrucarse en el de mi Bella.

 

—Oh… mi hermosa bebé —susurró mi Bella sonriendo y apretándola fuerte.

 

—Mami, tengo hambre —comentó mi gatita levantándose para alternar su mirada entre mi Bella y yo.

 

—Yo también tengo hambre —dijo mi campeón pasando por encima de mí para ubicarse en medio de mi Bella y de mí.

 

—Voy a buscar las cosas en la camioneta —dije levantándome de la cama y colocándome las botas—. Campeón, ¿quieres acompañarme?

 

—Claro que si papá —aceptó levantándose de la cama. Lo atraje hacia mi pecho y lo abracé fuerte, antes de subirlo a mi espalda.

 

Me deleité con el sonido de su risa.

 

Con mi hijo sobre mi espalda fui a la camioneta y baje las bolsas de víveres y volvimos a entrar a la cabaña. Mi Bella y mi gatita ya no estaban en la cama, se escuchaba su risa desde el cuarto de baño.

 

Tony se bajó de mi espalda y se apresuró hacia el cuarto de baño despojándose del pijama por el trayecto, lo vi entrar solo con un bóxer de color rojo.

 

—Me dejaron por fuera —se quejó antes de escuchar las risitas de mi gatita.

 

Saqué las cosas y comencé a ordenarla en los pequeños estantes, coloqué en la estufa agua a hervir para el café.

 

Tenía todo ordenado y el café listo cuando el trío salió recién bañados del cuarto de baño solo envueltos por toallas.

 

—Edward, hay que comprar un antibiótico para la garganta de Lizzy —dijo mi Bella cuando le servía una taza de café.

 

—Me ducho y voy al pueblo a cómpralo —dije tendiéndole la taza.

 

—No tomo café, luego del embarazo no lo tolero —murmuró con las mejillas sonrojadas.

 

—Papi, ¿qué ropa nos vamos a colocar? —preguntó mi gatita con un tierno y lindo puchero.

 

—En esa maleta hay ropa para ustedes —respondí señalándola—. Voy a ducharme —informé rodeando la cintura de mi Bella con mis brazos y atraerla hacia mí.

 

Rocé sus labios suavemente, y ella de inmediato me correspondió entreabriendo la boca, mi lengua acarició la suya lentamente, saboreándola.

 

—Guácala —dijeron mi campeón y mi gatita al mismo tiempo.

 

Nos separamos con una sonrisa en los labios, vi las mejillas de mi Bella sonrojadas antes de que escondiera su rostro en mi pecho, la apreté más contra mí.

 

—Podrían no hacer eso frente a nosotros —se quejó mi campeón estremeciéndose.

 

—Es asqueroso —dijo mi gatita haciendo una mueca de asco.

 

Solté unas risitas y asentí.

 

—Voy a ducharme —dije besando la frente de mi Bella.

 

—Papi, ¿puedo ir al pueblo contigo? —preguntó mi gatita haciendo un tierno puchero y la cara del gato con botas de Shrek.

 

Escuche las risitas de mi Bella.

 

No creo que haya alguien que se resista a esa hermosa princesa.

 

—Claro que sí princesa. Tú Tony, ¿quieres venir con nosotros? —pregunté con una sonrisa.

 

—No, prefiero quedarme ayudar con la comida a mi mami —respondió colocándose una bermuda de color azul.

 

—Ok, campeón —susurré antes de entrar al cuarto de baño.

 

Me duché rápidamente, al salir de la ducha sobre el lavamanos vi una muda de ropa para mí.

 

“Mi Bella”, pensé con una sonrisa mientras me vestía.

 

Salí del cuarto de baño y vi a mí Bella comenzar a preparar el desayuno.

 

— ¿Qué medicamento voy a comprar? De no ser por la farmacéutica no hubiese sabido qué medicamento para la fiebre traer —pregunté rodeando su cintura con mis brazos antes de besar y mordisquear su cuello.

 

—Edward —gimió.

 

Sonreí abiertamente al saber que era yo el único que los producía.

 

— ¿Qué antibiótico? —pregunté mordisqueando de nuevo su cuello, como también dándole pequeñas lamidas y dejando besos húmedos.

 

—Edward —volvió a gemir pegando su cuerpo al mío.

 

Mi miembro vibró dentro de mis vaqueros.

 

— ¿Dónde están los niños? —pregunté dándole la vuelta y atacando con ferocidad sus labios. Delineé su labio inferior y ella no tardó en abrir su boca recibiendo gustosa mi lengua, que comenzó a devorar todo a su paso. La alcé en mis brazos, ella rodeó mi cintura con las piernas, sus manos fueron a parar a mi cuello acariciándolo y entrelazando sus dedos en mis cabellos, la recargué contra la pared—. ¿Los niños? —pregunté nuevamente, mordisqueando su labio inferior.

 

—A… a… afu… eraaaa —tartamudeó un poco antes de respirar profundo.

 

No le di más tregua… ataqué su boca de nuevo.

 

—Assshhh otra vez.

 

Nos separamos al escuchar eso.

 

Los niños estaban parados en el umbral de la puerta de la entrada.

 

Mi respiración, al igual que la de mi Bella, estaba agitada y entrecortada.

 

—Lo siento niños —susurró mi Bella con las mejillas sonrojadas luego de haber respirado profundo.

 

Respire profundó y dejé a mi Bella sobre sus pies y comencé a pensar en otra cosa, para poder bajar mi erección. No quería que mis hijos la notaran.

 

La imagen de Emmett en tanga me hizo estremecer y de inmediato mi erección desapareció.

 

— ¿El medicamento? —pregunté alzando a mi gatita, que había saltado a mis brazos.

 

—Compra Amoxicilina y el TanTum —respondió mi Bella antes de girarse de nuevo hacia la estufa. Los Hot Cakes que estaba haciendo estaban completamente quemados.

 

—Ok, ya volvemos —dije inclinándome hacia ella y darle un casto beso en los labios, solo un pequeño roce.

 

Mi gatita soltó unas risitas.

 

—Papi estoy aquí —dijo colocando su pequeña mano en mi mejilla.

 

—Lo sé, princesa —dije besando su mejilla.

 

—Cuídense —murmuró mi Bella colocando su mano en mi hombro mientras caminábamos hacia la puerta de la cabaña.

 

Me desvié hacia la chimenea, tomé mi K45 y la metí en la cintura de mis vaqueros a mi espalda. La Walther P22 se la tendí a mi Bella.

 

—Edward —protestó.

 

—No los voy a dejar aquí sin protección. Esta madrugada se me paso por alto ya que estaba preocupado. No conozco la zona y no me sentiría bien dejándolos sin nada con qué defenderse.

 

—Está bien —dijo resignada pasando su brazo izquierdo por los hombros de Tony.

 

—Te amo —susurré besando su frente—. A ti también te amo —dije revolviendo los rebeldes cabellos de mi hijo.

 

—Papá —se quejó alejando mi mano.

 

Salí de la cabaña con mi gatita en brazos, Tony y mi Bella nos acompañaron hasta la camioneta.

 

Senté a mi gatita en el asiento del copiloto, le abroché el cinturón de seguridad y me volví para buscar unos cartucho de la Walther P22 que guardo siempre en le guantera.

 

— ¿Recuerdas cómo utilizarla? —pregunté tendiéndole los demás cartuchos.

 

Si, y estoy segura que Tony me podría ayudar si se me olvida algo.

 

—Mantente alejado del arma, siempre y cuando no haya peligro —le indiqué a mi hijo.

 

—No te preocupes, mi padrino Sam nos está enseñando a manejar un arma, ya no me mato. Sé lo que debo hacer —dijo mi campeón con una sonrisa torcida.

 

—Estoy orgulloso de ti, hombrecito. De como defiendes a tú madre y a tú hermana —murmuré acuclillándome a su altura.

 

—Ese hombre, ¿trabajaba para ti? —preguntó ladeando un poco la cabeza.

 

—Si —respondí asintiendo con la cabeza.

.

.

 

—Papi, ¿¡me puedes comprar un globo!? —pidió mi princesa señalando a un chico de quince años más o menos. El chico se encontraba en la plaza frente a la farmacia de donde acabábamos de salir, con un carrito y muchos globos.

 

—Por supuesto que sí princesa, todos los que quieras —dije con una sonrisa.

 

—SIIIIII —gritó con una enorme sonrisa antes de salir corriendo hacia el chico.

 

Un disparo resonó en el aire muy cerca de mí, sobresaltándome.

 

—PAPI —escuché el grito de terror de mi gatita antes de verla desplomarse en el suelo.

 

Todo mi mundo se paralizó, mi pequeño sol, aquel que tenía y no sabía de su existencia hasta hace un día, me lo habían arrebatado de forma tan brusca.

 

Volvió a resonar otro disparo y las personas comenzaron a correr asustadas.

 

—PAPI —volvió a gritar mi gatita. Fue en ese momento que logré reaccionar. Saqué mi arma y apunté al hombre que se escondía detrás de un grueso árbol y disparé antes de que él lo hiciera de nuevo.

 

Recorrí en zancadas la distancia que me separaba de mi princesa. La puse de pie y comencé a revisarla.

 

— ¿Estás bien? ¿Estás herida? Elizabeth, háblame —pregunté frenético.

 

—Estoy bien papi —respondió rodeando mi cuello con sus bracitos.

 

Fue ahí donde lo vi, la bala rosó su blusón y lo rasgó.

 

La alcé en mis brazos apretándola fuerte contra mi pecho. Escondí su carita en mi cuello cuando me acerqué hacia el hombre, el cual reconocí de inmediato. Era Donovan, el hombre de confianza de Thiago.

 

Thiago es hombre muerto por atreverse a atentar contra la vida de mis hijos.

 

Me alejé del cuerpo, saqué mi móvil y marqué el número de Garret, quien se encontraba por la zona cuidándome las espaldas.

 

—Edward —contestó al segundo timbrazo.

 

—Garret, te necesito, estoy en la plaza principal del pueblo —dije acariciando la pequeña espalda de mi gatita.

 

—Estaré ahí en cinco minutos —dijo antes de colgar.

 

Pasaron los cinco minutos y me vi rodeado por seis camionetas.

 

—Señor —dijeron los chicos al bajarse con sus armas en la mano.

 

—Edward, ¿qué paso? —preguntó Garret fijando su vista en mi gatita que no sacaba su carita de la base de mi cuello.

 

—El hombre de confianza de Thiago le disparó a MÍ HIJA. Quiero su cabeza en una bandeja de plata para más tardar mañana —sentí a mi gatita estremecerse—.No te pasara nada gatita, papi está aquí.

 

—Papi... —susurró apretando más sus bracitos entorno a mi cuello.

 

—Señores, ella es Elizabeth Cullen Swan, mi hija —presenté orgulloso haciendo que mi gatita los mirara.

 

—Aquel que se mete con la princesita de la mafia, no vive para contarlo —dijo Garret cargando su arma.

 

En ese momento se detuvieron cuatro camionetas de color negro muy cerca de nosotros.

 

—Mierda —exclamé al reconocer a unos de los hombres que se bajó apuntándome con su arma.

 

—Señor Cullen, ponga en el suelo a la niña Elizabeth.

 

—Mira Sam, no tengo tiempo para esto —dije de forma brusca.

 

Los chicos que me custodian hicieron un círculo dejándome en el centro de él con mi gatita en brazos.

 

—Señor Cullen, deme a la niña Elizabeth.

 

—Sam, tengo cosas mucho más importante que enfrentarme a ti —dije saliendo del círculo y encarándolo.

 

Él levanto su arma y me apuntó a mí de nuevo.

 

—Deme a la niña, señor Cullen.

 

—Anda Sam, mátame, porque será la única manera de que te entregue a MI HIJA.

 

—No lo volveré a repetir señor Cullen, deme a la niña.

 

—No Sam, no te dejaré llevarte a MI HIJA.

 

—Elizabeth, tú abuelo te quiere en la mansión junto a tu mami y tu hermano. Ya a tus tías las andan buscando —dijo Sam dirigiéndose a mí gatita.

 

—No, yo me quedo con mi papi. Mi abuelo no me quiere. ¿Por qué le va a importar donde esté? —murmuró mi gatita con lágrimas en los ojos.

 

Mi corazón se estrujó al verla sufriendo por el maldito de Charlie Swan.

 

—Eso no es verdad, el señor Swan te ama al igual que a Ethan.

 

— ¿Me bajas papi? —dijo mi gatita removiéndose en mis brazos. Me tensé apretándola más contra mi pecho. No quería que mi bebita me dejara para irse con Sam, quien en este momento sonreía con suficiencia—. Papi, por favor bájame.

 

Con un suspiro resignado la puse sobre sus pies.

 

Mi gatita se apresuró a llegar frente a Sam.

 

—Padrino, déjame ir con mi papi, por favor —suplicó mi gatita haciendo la cara de borrego a medio morir—. Por favor, no me lleves —volvió a suplicar esta vez haciendo un pucherito y la carita del gato con botas de Shrek.

 

Suspiré de alivio. Mi nenita no pensaba irse con Sam y dejarme. Pero a pesar de todo, no lograba relajarme, tenía miedo de que Sam la tomara en sus brazos y la alejara de mí llevándosela. Él sabe perfectamente que no les dispararía para detenerlos, ya que en el proceso mi bebita podía resultar herida.

 

Sam se removió incómodo, logrando que Jared y Seth soltaran unas risitas. Vi cómo la tomó por sus hombros, colocándola a su altura. Me removí incómodo, expectante. No me gustaba la forma que la estaba tomando, pero para ellos dos, parecía ser de lo más normal.

 

— ¿Que tienes tú que nunca te he podido negar nada? —dijo Sam haciendo estallar en carcajadas a Seth y a Jared.

 

—Tu amor —respondió mi gatita muy sonriente.

 

—Si algo le llega a pasar a los niños y a la señorita Isabella, estando bajo su cuidado, no habrá lugar en el mundo donde pueda esconderse. Porque le juro que lo encontraré y lo haré sufrir, su muerte sería muy lentamente —dijo esta vez Sam mirándome fijamente.

 

—No me escondería y te estaría esperando.

 

—Eso espero —agregó Sam volviendo a subir a mi gatita de la misma manera que minutos atrás, para bajarla de pronto de forma brusca colocándola detrás de su espalda, haciendo que sus hombres y los míos se pusieran alerta.

 

Me adelanté un paso, con todos mis sentidos alertas.

 

— ¿Qué le ocurrió? —preguntó Sam muy molesto, frente al círculo que habían hecho dejando a Elizabeth dentro de él.

 

—Estoy bien, papi no tuvo la culpa —dijo mi gatita tratando de salir, cosa que no logró, ya que Jared la tomó en sus brazos acercándose más a la camioneta.

 

Supe de inmediato a qué se refería.

 

—Él mano derecha de Thiago le disparó. Por eso te digo que no tengo tiempo para esto, debo darle caza a ese desgraciado —conté acercándome hacia ellos. No iba a permitir que se llevaran a mi gatita—. Pero no me iré de aquí sin mi hija.

 

—Padrino, por favor déjame ir con mi papi —suplicó Lizzy removiéndose en los brazos de Jared.

 

—Elizabeth —la retó Sam.

 

Fruncí el ceño. No me gustó para nada el tono que utilizó Sam.

 

—Por favor —pidió con voz llorosa.

 

—Está bien —dijo mirando como mi gatita estaba por derramar lágrimas. Razón por la cual no se percató del paso que me adelanté. Se volvió hacia mí—. Se podrá llevar a la niña, siempre y cuando Jared y Seth vayan con ustedes a darle caza al señor Mantovenni —dijo sorprendiéndome.

 

—Por supuesto. Garrett es el encargado de esta misión, ninguno de mis hombres tendrá problemas con que ellos vayan —acepté mirando a sus hombres.

 

—Claro que no —dijeron al unísono.

 

— ¿Me devuelves a mi hija? —pedí impaciente.

 

—Jared —llamó Sam. El interpelado dejó sobre sus pies a mi gatita. Ella no dudó ni un segundo en correr a mis brazos.

 

—Ya está sobre aviso señor Cullen. Que tenga buen día —se despidió Sam antes de subirse a la camioneta con sus otros hombres y desapareciendo de mi vista.

 

—Garrett, no quiero errores ni discusiones con Jared y Seth, todos persiguen el mismo enemigo, espero su cooperación —dije volviéndome hacia mi mano derecha.

 

—No tendrás quejas de nosotros —murmuró acercándose a Jared—. Jared y yo nos encargaremos del plan y te avisaremos de todo.

 

—Vayámonos donde mami y Tony —susurró mi gatita en mi oído.

 

Asentí estrechándola contra mi pecho.

 

—Como dije, quiero la cabeza de Thiago para más tardar mañana —alce la voz antes de caminar hacia mi camioneta estacionada cerca de la farmacia.

 

—Tengo sed papi —dijo mi gatita sacando su carita de la base de mi cuello.

 

Me desvié hacia la farmacia y entré. Compré una botella de limonada para mi gatita. Al salir me vi rodeado de flashes, cosa que hizo que mi gatita escondiera su cabecita nuevamente en la base de mi cuello.

 

—Señor Cullen, ¿es su hija?

 

—Señor Cullen, ¿es cierto que es hija de Isabella Swan?

 

—Señor Cullen, ¿desde cuando se enteró que era padre?

 

—Señor Cullen, ¿mantiene una relación con Isabella Swan?

 

Me apresuré a eludir a los periodistas y sus molestosas preguntas. ¿Que no ven la marca de media luna en su brazo derecho? ¿Por qué hacen esa ridícula pregunta?

 

Logré subir a mi nena al asiento del copiloto de la camioneta. Rodeé ésta y me subí acelerando de tal forma que casi me los llevo por delante.

 


 

Gracias a todos aquellos lectores anónimos que leen esta historia y dejan su voto. También gracias a: Sachiko065, MayaMasenCullen, AstridCullen, BrendiTwilithg, Martha, AngelNegro, Baaarbyguffanti, NathalyR, Bechi, Robsesionada2013, Haf276, Reenes_tylor, Aylin, HindyraCullen, Monica2408, MariaGomez2312, Isabella_256, AndreAlice, Val395, NorblackdPattinson, Vale2Cullens, Ayame, BripatCullen, SablanCullen, Jaedbellsnessi, Yalexa, Honey, Priscy_Cullen, Nenamadilinda, Vikingay, Xiomy, Anayely_29, GloriaCullen, Carocruzz, PrincesaVespa, Kristy_87, SabriiCullen, Zuleidy, LoreeFernandez, Ec07, Silmo, NicoleCullenPattinso, Winney_03, Mafe, Samilan, Adrianav15Diaz@Gmail, Jemi910, ChicaEdward, Rebekah_Mikaelson, Bibi_Cullen_Swan_10, WishanDangel, BeaBell, LoreeIsaCullenSwan, SofiRojas280, Mili_Cullen, Viviana, LucyPattinsonCullen, MimaBells, AymeCullen, Crazy_Jacob_Edwuard, Isvi2507Edward, Micaela Fernandez, Karolay28, Lachopilara, Karenttz3lVulturi, Valegis, RosalieWolfVamp, SofiaCulen, Aleariass, Melii, Nicoli, Maca-c, Jesiflexer, Elenita4_Cullen, Annaris, Andrea_black, Mayita, AnarilRamirez, Hello, OswalgoMonasterius, IsabellaKriste1421, Daryanny Cullen, TikaCullen, Gata, Alexelizabeth, U.u, Silvia Delgado, Vanessita15, Lorena Wwq, Leidy07, Karensiux, Florrr, Cris87, Fabiana, MichelleSwa, Irus, Claudia12, MainReader, CarlaRobPatt4Ever, Xiomy, Samka07@Gmail.Com, Katha Elizabeth, AnailRamirez, DianaCullenMasen, VioletaMoon20, LiziCullen, Elizabeth_Cullen. Por sus comentarios y su voto.

Los capítulos son dedicados a ustedes espero que les gusten.

Besos desde Venezuela.

Capítulo 22: Después de diez años vuelvo a verte: Capítulo 24: Una maravillosa noche

 


Capítulos

Capitulo 1: El comienzo de esta historia de amor: Capitulo 2: Cumpleaños de Bella: Capitulo 3: La separación: Capitulo 4: Forks: Capitulo 5: Sospecha de embarazo: Capitulo 6: El primer movimiento de los bebés: Capitulo 7: La reacción de Charlie y Angustia por Edward: Capitulo 8: La visita de Don Carlisle Cullen: Capitulo 9: Por fin noticias de Edward: Capitulo 10: Día de las madres: Capitulo 11: El parto de Bella: Capitulo 12: Elizabeth Marie y Ethan Anthony Cullen Swan: Capitulo 13: Bautizo de los bebés y El viaje a Bostón: Capitulo 14: El prrimer cumpleaños de los bebés y La aparición de Jacob: Capitulo 15: Paseo con Ethan y Elizabeth: Capitulo 16: El embarazo de Rosalie: Capitulo 17: Altercado con Charlie y El parto de Rosalie: Capitulo 18: Desde el inicio de la relación hasta el encuentro con Elizabeth: Capitulo 19: Una visita inesperada: Capitulo 20: Búsqueda de Bella: Capitulo 21: Jasslye Anthonela ¿Swan? Capitulo 22: Después de diez años vuelvo a verte: Capitulo 23: Es Bella y ¿Son mis hijos? Capitulo 24: Una maravillosa noche Capitulo 25: La cabaña y La visita de Tanya Capitulo 26: Compromiso Capitulo 27: Estoy embarazada Capitulo 28: El gran día Capitulo 29: Luna de miel y Celos Capitulo 30: Enfrentamientos, Risas y Amenazas Capitulo 31: ¿Que es el sexo? Capitulo 32: James Capitulo 33: El secuestro de Tony, Bella y Lizzy Capitulo 34: Parto de Bella Capitulo 35: Regreso del pasado Capitulo 36: Alianza inesperada Capitulo 37: Vulturi, ¡firmaron su sentencia de muerte! Capitulo 38: ¡No debieron tocar lo que más amo! Capitulo 39: ¡Enfrentame como honmbre Demetri! Voy a matarte con mis propias manos Capitulo 40: No me dejes, Edward

 


 
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