El amor siempre vence a pesar de todo (+18)

Autor: isakristen
Género: Romance
Fecha Creación: 17/01/2013
Fecha Actualización: 25/08/2022
Finalizado: NO
Votos: 188
Comentarios: 473
Visitas: 363031
Capítulos: 40

Summary: Dos poderosas familias de la mafia enfrentadas desde hace generaciones por dominar la ciudad. Pero serán las hijas Charlie Swan: Rosalie, Alice e Isabella y los hijos de Carlisle Cullen: Emmett, Jasper y Edward quienes decidan que ya era hora de acabar con ese absurdo enfrentamiento Sin ser consciente del horror que se desataría al final, al enfurecer al que creían su mayor aliado.

 

Prologo:

Bella una adolescentes de 14 años, hija menor de Charlie Swan uno de los mafiosos más peligrosos de Chicago. Novia de Edward Cullen un adolescentes de 16 años hijo del mafioso Carlisle Cullen.

Su amor puro e inmenso era amenazado por sus familias, quienes desde hace años tenían una rivalidad por el dominio del poder. Ellos al enterarse de la relación amorosa de los jóvenes deciden separarlos y enviarlos lejos. Sin saber que su amor ya había dado frutos, unas pequeñas personitas que iban protegidas en el vientre de su madre, la cual los unirían para siempre. Dos niños con la marca del sol naciente en el brazo izquierdo de los Swan como la media luna en el brazo derecho de los Cullen.

Diez años después su amor seguía intacto, más grande que antes y ellos estarán listos e dispuestos a luchar por él y por su felicidad, uniendo así ambas familias. Quienes tendrían que unirse y luchar por la misma causa. Dos niños intocables por ambos bando, siendo su talón de Aquiles. Y sus enemigos no dudaran en utilizarlos, matando así dos pájaros de un tiro; rompiendo en el camino el acuerdo llegado desde hace generaciones de no incluir en la rivalidad a las mujeres y a los niños.

  


 "Los personajes más importante de esta historia son propiedad de Stephanie Meyer pero la trama es mía y no esta permitido publicarla en otro sitio sin mi autorización"

 


 

 Historia registrada por SafeCreative bajo el código 1307055383584. Cualquier distribución, copia o plagio del mismo acarrearía las consecuencias penales y administrativas pertinentes.

 


 

 Traíler de esta historia ya esta en youtube y en mi grupo  en facebook "Entre mafiosos y F.B.I"


Link del grupo de Facebook

https://www.facebook.com/groups/1487438251522534/

 Este es el Link del trailer: 

http://www.youtube.com/watch?v=BdakVtev1eI&feature=youtu.be

 

 


Hola las invito a leer mi Os se llama: Si nos quedara poco tiempo.

http://lunanuevameyer.com/salacullen?id_relato=4201

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Capítulo 28: El gran día

Disclaimer: Esta historia es totalmente mía, solo los personajes pertenecen a S. Meyer.

Capítulo beteado por Manue Peralta, Beta FFAD

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El gran día.

 

BPov.

 

Busqué el móvil en mi bolsa y coloqué la opción de mensajes.

 

No te preocupes, todo está bien. Solo serán unos días. Te amo, tus hijos te aman, aunque cierta princesa se encuentre un poquito molesta contigo. No le gustó la forma en que le hablaste. Se sintió muy dolida. Es una Swan, te costará ganártela de nuevo. Por favor, cuídate. Nosotros estaremos bien.

Bella.

 

Le di enviar.

 

No pasó ni dos minutos cuando ya recibía un mensaje de Edward.

 

Entiendo, de verdad lo lamento mucho. No me alcanzará la vida para pedirle perdón. Cuídense. Jordán los protegerá. También te amo. Dile a los niños, que los amo. Los estaré esperando ansioso. Espero que cuando regresen, se le haya pasado un poco el enojo.

Edward.

 

Sonreí, no había necesidad de decirme que me venían siguiendo, de eso ya estaba consciente. Conocía perfectamente las tres camionetas que me perseguían a una distancia considerable.

 

— ¿A dónde iremos? —inquirió Tony haciendo que volteara a verlo.

 

—No lo sé, ¿a dónde quieren ir? —repliqué.

 

—Yo quiero volver a casa —dijo Tony volteando a mirar por la ventanilla.

 

— ¿Elizabeth?

 

—No lo sé, a donde sea —murmuró mirando a Tony.

 

Pude apreciar un pequeña lágrima rodar por su mejilla.

 

Tony volteó y la rodeó con sus brazos, antes de besar su cabello.

 

—Te amo. Mami y papá también te aman. Solo que papá está un poco confundido y alegre, todo esto es una sorpresa para todos, las personas son diferentes y reaccionan distintos. No es que papá no te quiera, él no quiso hablarte así. Todo esto es nuevo para él. ¿Mamá nos dejó de querer cuando nacieron Emerson y Jasslye?

 

—No —reconoció mi gatita en un murmullo.

 

Estaba pendiente de la carretera, pero también de su conversación.

 

—Ahí tienes tu respuesta. —Tony acarició el cabello de Lizzy hasta que esta se quedó dormida.

 

— ¿A dónde iremos? —repitió Tony mirándome con sus bellas orbes esmeraldas por encima de la cabeza de mi gatita.

 

—No iremos lejos —respondí entrando al estacionamiento de un hotel.

 

No saldría de la ciudad.

 

Dejé a los niños en el coche, protegidos por los hombres de Edward, mientras que Jordán me escoltaba a la recepción del hotel.

 

Conversé con la muy amable recepcionista mientras que ella me asignaba la habitación.

 

Jordán mantuvo la distancia, pero lo pude ver hablando por teléfono.

 

—Habitación 529 —informó la chica entregándome la llave.

 

Cuando volteé hacia la dirección donde había dejado mi coche, me encontré con Lizzy y Tony a unos metros de mí, custodiados por los hombres de Edward. Uno de ellos traía el bolso con nuestras cosas.

 

La expresión de mi princesa era de sueño, pero aún así estaba de pie al lado de Tony, quien era su único apoyo.

 

Jordán ignoró su ceño fruncido y la tomó en sus brazos.

 

Mi gatita se removió, sin embargo, Jordán era más fuerte que ella.

 

Nos escoltaron hasta la habitación, la cual revisaron antes de que alguno de los tres pudiera entrar. Era una suite y era enorme. Todo perfectamente decorado haciendo juego.

 

—Estaremos afuera —indicó Jordán desde el umbral de la puerta.

 

—Gracias, Jordán.

 

—Es nuestro deber protegerlos. —cerró la puerta.

 

Miré a los niños.

 

—Y bien, ¿qué quieren hacer? —interrogué sentándome en la cama.

 

—Nada, solo comer y ver televisión —expresó Tony sentándose a mi lado, para luego rodear mi cuerpo con sus brazos.

 

Mis brazos no tardaron en envolverlo.

 

—Yo solo quiero estar contigo, mami —manifestó mi gatita sentándose a mi otro lado y recostando su cabecita en mi regazo.

 

— ¿Papá estará bien? —indagó Tony separándose un poco de mí.

 

—Si, papá estará bien. —en ese momento tocaron la puerta de la habitación.

 

Tony se levantó y fue abrir.

 

Jordán estaba en el umbral de la puerta con un carrito de servicio a la habitación.

 

—El señor Edward nos envió a traerles esto y avisarle que todos sus gastos serán cancelados por él.

 

Pude apreciar lágrimas nuevamente en los ojos de mi princesa.

 

—Gracias, Jordán —agradecí con las mejillas encendidas.

 

Él inclinó la cabeza y cerró la puerta.

 

Tony condujo el carrito hacia nosotras.

 

—Yo quiero esto —dijo mi gatita tomando del carrito un pedazo enorme de pastel de chocolate.

 

Tony sonrió y tomó un plato con tartaletas de fresas.

 

—Hey, guapo, ¿me dejas de esas? —pedí comiendo una fresa.

 

En el carrito había una diversidad de frutas y postres.

 

Tony me acercó una a la boca.

 

—Gracias, bebé —murmuré masticando.

 

Mi gatita me aproximó su cuchara con pastel de chocolate que estaba muy rico.

 

—Delicioso —susurré tratando de quitarle el plato con el único propósito de escuchar su melodiosa risa.

 

—No, mami, es mío. —objetó correteando por toda la habitación conmigo detrás de ella.

 

Las carcajadas de Tony inundaron la habitación.

 

—Oye, la tartaletas son mías —rebatí corriendo a su encuentro.

 

— ¡No! —gritó saltando la cama y alejándose de mis brazos.

 

De reírme tanto me entraron ganas de hacer pipí.

 

—Necesito ir al baño, vuelvo en unos minutos.

 

Los dejé a los dos sentados en el sofá comiendo sus postres, el mando del televisor lo tenía Tony en la mano.

 

Entré al cuarto de baño. Su tamaño era colosal y estaba hermosamente decorado. Tenía un gran jacuzzi en el centro de la habitación, una ducha con hidromasajes, dos lavamanos. Todo en color crema.

 

Vacié mi vejiga.

 

Me estaba lavando las manos, cuando escuché el grito de horror de mis niños y unos sonidos que reconocería en cualquier parte. Yo los emitía cuando estaba con Edward haciendo el amor.

 

Salí apresurada del cuatro de baño. En la pantalla televisaban una porno. Mis niños estaban enterrados en la enorme cama, con sus cabezas cubiertas por las gruesas almohadas. Tony trataba de cambiar el canal, pero había colocado la opción de menú.

 

Solté unas risitas y me encaminé a quitar ese canal y lo ubiqué en Disney Chanel.

 

Hablaría en recepción para que me bloquearan dichos canales, no quería que este incidente se volviera a repetir.

 

—Listo, niños —aseguré quitándole las almohadas.

 

—Fue horrible. Ese señor estaba matando a la señora, mami —contó mi gatita turbada.

 

Solté unas carcajadas.

 

—Yo no lo quise colocar, mami. Peleábamos por el control y cayó allí —informó Tony estremeciéndose.

 

—No pasa nada, de ahora en adelante soy la encargada de colocar la televisión.

 

Ambos asintieron energéticamente.

 

— ¿Quieren ducharse conmigo en el jacuzzi? Luego bajamos al restaurante a comer algo.

 

—Sí, mami —acordaron los dos.

.

.

 

—Mami.

 

—Shhh, duerme, princesa. —la arrullé acariciando su pequeña espalda.

 

—Extraño a papi —lloriqueó enterrando su rostro en la base de mi cuello.

 

—Lo sé, yo también lo extraño —musité antes de besar su húmeda mejilla.

 

— Estuvo mal, mami, ¿verdad? —interpeló ansiosa colocando su mano en mi cuello.

 

—Sí, estuvo mal —declaré apretándola contra mi cuerpo. Sabía perfectamente de qué estaba hablando—. Hay que pensar antes de actuar, bebé.

 

—Es que me dolió mucho lo que me dijo, mami —dijo contra mi piel.

 

Desde mi embarazo sabía que mis hijos serían orgullosos como sus abuelos. Ellos son Cullen Swan, no esperaba menos.

 

—Te entiendo, bebé, pero debes saber que Edward te ama al igual que a los bebés. Sé que estuvo mal que te hablara de esa manera y también estuvo mal irnos de esa forma. —comencé a explicarle—. Esto es nuevo para él, recuerda que no estuvimos juntos durante el embarazo de ustedes. Por lo tanto, no sabe cómo comportarse. Hay que enseñarle, bebé. ¿Me ayudarías a instruirle?

 

—Sí, mami —afirmó sorbiendo para nada elegante su nariz.

 

—En parte papi tiene razón. Ya no puedo cargarte como antes, hay que pensar en el bienestar de tus hermanos. Cargar peso, les hace daño. Mucho, en realidad. Me puedes abrazar, por supuesto, todo lo que quieras. Hasta que el embarazo no termine, no puedes impactarme de forma brusca con tu cuerpo, eso lastimaría a los bebés. ¿Quieres hacerle daño a tus hermanos?

 

—No, mami —replicó sin vacilar.

 

—Hay otra cosita: puedes dormir conmigo, pero ya no podrá ser sobre mí. Lastima a tus hermanos.

 

—Está bien. —suspiró sacando su rostro de la base de mi cuello—. Lo siento, no lo sabía. —se disculpo levantándose de encima de mí.

 

La atajé con mis brazos.

 

—Podemos empezar mañana, hoy puedes dormir aquí —le informé abrazándola fuerte luego de haberla vuelto a recostar sobre mí.

 

—Te amo, mami —susurró en medio de un bostezo.

 

—Yo también te amo, princesa —murmuré besado su mejilla.

 

Al cabo de unos minutos pude sentir su respiración acompasada contra mi piel.

 

—Mami.

 

—Humm… —balbuceé.

 

— ¿Qué fue lo que pasó? —solicitó Tony acurrucándose más contra mí.

 

—Le confirmé a tu papi mi embarazo. En eso apareció Lizzy e iba hacer una de sus demostraciones de afecto, papi la interrumpió y le habló de una manera que no debió. Tu hermana se sintió muy dolida, por eso me pidió unos días sin él. Pero como percibiste, ya se siente arrepentida. ¿Qué te dijo ella cuando subió?

 

—Que papá ya no quería que ninguno de los dos se acercara a ti. Que no había dejado que te abrazara. Como no quería hacer enojar a papá, no me iba a acercar a ti. No quería que tú y él se pelearan. Sabía que tú ibas a defendernos. Sé que papá nos ama, pero no es lo mismo que tú mami.

 

— ¿Por qué dices que no es lo mismo? —inquirí confundida.

 

—Estuvimos dentro de tu pancita, mami, siempre nos has visto desde muy pequeños. Papá solo tiene un mes. Es nuevo para él, no sabía que tenía hijos y eso lo comprendo. Pero su amor apenas está floreciendo, en cambio el tuyo es un jardín completo. Tu sabes como tratarnos, él no. Papá vacila, se recrimina no haber estado con nosotros. Eso pone mal a Lizzy, ella piensa que si hace algo mal, papá se irá —expuso—. Papá aún no se halla adaptado a la efusividad de Lizzy, por eso se siente extraño y no sabe cómo actuar. Los bebés también son nuevos para él. ¿De verdad voy a tener dos hermanos más, mami?

 

—Sí Ethan, tendrás dos hermanos más a parte de Elizabeth —proclamé acariciando sus rebeldes cabellos—. ¿Tú de verdad lo ves de esa forma? —pregunté con ansiedad en la voz.

 

No sabía que los niños se habían hecho en su mente esa teoría.

 

—Sí. —bostezo.

 

—Es hora de dormir, campeón —incité acariciando su brazo.

 

—Hasta mañana, mami.

 

—Hasta mañana, mi amor.

 

Cerré mis ojos y me permití llevar por los brazos de Morfeo.

.

 

Fui consciente de mí alrededor al escuchar un pequeño golpe seguido por una maldición en voz baja. Me tensé.

 

El colchón se hundió bajo el peso de esa persona. Respiré profundo calmando un poco mis nervios.

 

Su aroma se coló por mis fosas nasales relajándome de inmediato.

 

—Te tardaste en llegar —dije con voz pastosa sin abrir mis ojos.

 

Escuché su melodiosa risa.

 

— ¿Te desperté? —consultó una voz aterciopelada.

 

— ¿Tú qué crees? —ironicé con una sonrisa en los labios.

 

—Lo siento, por todo. No debí hablarle de esa manera. —se disculpó con pena.

 

Abrí mis ojos para toparme con esas bellas esmeraldas que me miraban con tristeza.

 

Edward estaba sentado en la orilla de la cama.

 

—Te entiendo. A los dos los entiendo. Pero atacaste lo que más ama, Edward. Sé que tú no pensaste que reaccionaría de esa forma, pero es solo una niña. No entiende esas cosas. Estaba muy pequeña cuando el embarazo de Rose. Hay que explicarle, pero con tacto. Ella es muy inteligente, pero sigue siendo una niña. Mi niña consentida, la que ha vivido toda su vida siendo el centro de mi universo. No podemos desplazarla de forma brusca. Hay que caminar antes de correr, amor.

 

—Perdóname.

 

—No es a mí a quien debes perderle perdón. Deben hablar como padre e hija. Se siente arrepentida por dejarte.

 

—Yo también me arrepiento por haberle hablado de esa forma. Ustedes cinco son muy importantes para mí.

 

— ¿Papi? —la voz adormilada de nuestra gatita interrumpió a Edward.

 

— ¿Sí, mi amor? —le respondió Edward acariciando su pequeña espalda.

 

Mi gatita se levantó de mi pecho.

 

—Lo siento. —se disculpó estrellando su pequeño cuerpo contra el de Edward tomándolo desprevenido—. Perdóname, papi. —sus sollozos no tardaron en escucharse.

 

—Shhh, perdóname tú a mi, princesa —suplicó Edward rodeando con sus brazos su frágil cuerpo.

 

—Solo si tú me perdonas a mí, papi —acordó nuestra gatita apretando sus bracitos en torno al cuello de Edward.

 

—Te perdono, princesa.

 

—Yo también te perdono, papi.

 

Sonreí abiertamente por tan hermosa escena.

 

—Papi.

 

— ¿Sí?

 

—Llévame a casa —instó nuestra gatita a Edward limpiando las lagrimas de sus mejillas.

 

Edward sonrió abiertamente.

 

—Claro que sí, princesa, iremos a nuestra casa —aseguró Edward apretándola fuerte contra su pecho.

 

— ¿Y me harás tortilla de huevo, papi? —Edward sonrió abiertamente.

 

—Te haré tortilla de huevo, princesa —garantizó Edward.

 

— ¿Tortilla de huevo? —pregunté confundida.

 

—Es que papi no sabe cocinar más nada, mami. Solo tortilla de huevo y le queda muyyyyy rica —dijo sobándose el estómago—. Tengo hambre, mami.

 

—Elizabeth, comiste más que suficiente en la cena —objeté.

 

—Está bien —aceptó abrazando a Edward.

 

— ¿Nos iremos ahora o mañana? —me pregunto Edward mirando por encima de la cabeza de nuestra gatita.

 

—Ahora.

 

—Mañana —le respondí en el mismo momento que nuestra gatita—. Por si no lo recuerdas, Tony se halla dormido y yo tengo sueño. Si lo prefieren pueden adelantarse ahora, Tony y yo nos vamos mañana —avalé acomodándome en la cama.

 

—Nos vamos mañana —ratificaron mi gatita y Edward al mismo tiempo.

 

Sonreí contra la almohada.

 

Los sentí acostarse al otro lado de la cama, dejando a Tony en medio de nosotros.

 

—Hasta mañana, mami.

 

—Hasta mañana, amor.

 

—Hasta mañana a los dos, los amo —murmuré cerrando los ojos.

.

.

 

Dos meses y medio después.

 

La belleza de pelo oscuro que tenía frente a mí, su piel del color de la crema y las rosas, tenía los ojos muy grandes por la emoción, enmarcados por espesas pestañas. La cola de la estrecha funda que era el deslumbrante vestido blanco destelló sutilmente, como si fuera una azucena invertida, cortado de forma tan hábil que el cuerpo parecía elegante y gracioso, al menos mientras estaba inmóvil.

 

—Estas muy, muy hermosa, mami —alabó mi gatita desde el umbral de la puerta de la habitación. Pude ver su reflejo a través del espejo de cuerpo entero del cual yo me observaba.

 

—Tú también estás muy hermosa, princesa. —la elogié a su vez volteando a verla.

 

Mi princesa vestía un hermoso vestido, estilo princesa Disney de color rosa pálido. Sus rizos estaban perfectamente ordenados enmarcando su precioso rostro de querubín.

 

—Me gusta tu vestido, mami. Mamá Alice se lució —comentó rodeando mi cintura con sumo cuidado con sus brazos.

 

Yo no vacilé tanto en rodearla con mis brazos y apretarla contra mi cuerpo. Lo poco que pude por la curva de mi vientre.

 

—Papi está muy guapo también —dijo mi gatita antes de besar mi vientre—. Hola bebés, mami y papi se casan hoy, estoy muyyyyy emocionada y Tony también. Mami está muyyyyy hermosa. Quiero que pase el tiempo y lleguen pronto, aunque mami diga que ustedes aún están muy chiquititos, por eso no pueden llegar ya, y le creo, ya que apenas y tiene un poco de pancita. La de mamá Rose es más grande. —mi gatita levantó el rostro y me miró con sus bellos ojos de gatito—. ¿Todavía les falta mucho, mami?

 

—Por supuesto que sí, princesa, les faltan casi veintidós semanas. —sonreí acariciando su mejilla.

 

— ¿Cuánto tiempo son veintidós semanas? —inquirió acariciando mi vientre por sobre la tela del vestido.

 

—Cinco meses y medio —dije divertida por su impaciencia.

 

— ¡Tanto! —exclamó—. Eso es mucho.

 

—No te impacientes, princesa, ellos nacerán un mes después de tu cumpleaños.

 

—Pero… yo quiero que nazcan el mismo día. Así todos cumplimos en la misma fecha que papi.

 

—Eso no es posible, gatita, les faltaría tiempo, y podría ser peligroso para tus hermanos.

 

—No quiero que nada malo les pase. Los quiero mucho. —besó la curva de mi vientre.

 

—Bella, ya es tiempo —indicó Alice entrando en la habitación—. Lizzy, no vayas a dañar nada.

 

—No dañaré nada, mamá Alice, lo prometo —declaró mi gatita besando de nuevo mi vientre.

 

Un flash me cegó por unos segundos.

 

—Es una escena muy hermosa para dejarla pasar —notificó Rose cuando logré enfocarla de nuevo.

 

Mi Bubú apareció por la puerta de mi habitación.

 

— ¡Waoo, estás hermosa, mi Nina! —profirió con lágrimas en los ojos.

 

En sus manos traía una cajita de terciopelo color negro.

 

—Algo azul —aclaró abriendo la tapa—. Y algo viejo.

 

En la caja habían dos pesadas peinetas de plata. Sobre los dientes montados entre los intrincados diseños florales, iban unos oscuros zafiros azules.

 

—Bubú… —se me hizo un nudo en la garganta.

 

—Es hermosa —musitó mi gatita con la vista fija.

 

—Pronto la usarás tú, princesa —dijo mi Bubú con una sonrisa—. Ustedes dos me la deben —comentó mirando a Rose y a Alice, quienes se removieron incómodas.

 

— ¿De verdad, Bubú? —mi gatita sonreía abiertamente.

 

—Por supuesto que sí —aseguró mi Bubú abrazándola.

 

—Elizabeth, ¿puedes ir por el ramo? —pidió Alice a mi gatita con una sonrisa, tomando las peinetas para luego insertarlas sobre el borde de las gruesas trenzas.

 

—Claro, mamá Alice.

 

—Ya tenemos algo viejo y algo azul, el vestido es nuevo —reflexionó Alice admirándome—. De modo que…

 

Buscó algo en su bolso y me lo lanzó, automáticamente alcé mis manos y lo atrapé, de modo que una vaporosa liga blanca aterrizó en mis palmas.

 

—Es mía y la quiero de vuelta —aseveró Alice.

 

Me ruboricé.

 

La reconocí, era la liga que compramos en Las Vegas para su boda con Jasper.

 

—Ven, déjame ayudarte, Bella —dijo Rose sentada al borde de mi cama.

 

Su pancita era más pronunciada que la de Alice y la mía.

 

Me acerqué a ella al momento que mi gatita regresaba con el ramo y su pequeña cesta llena de flores. Emer con la almohadilla donde estaban los añillos y Jass con su pequeña cesta.

 

Rose me ayudó a colocarme la liga.

 

—Listo, estás perfecta —admiró Rose bajando mi pierna.

 

El aroma de las rosas, los azahares y las fresias me envolvió en una suave neblina.

 

Ethan, el mejor músico de la familia después de Edward, empezó a tocar el piano en el piso de abajo. El Canon de Pachelbel. Comencé a hiperventilar.

 

—Cálmate, Bella —dijo Rosalie. Se volvió hacia Alice con nerviosismo—. Parece un poco mareada, ¿crees que será capaz de hacerlo?

 

—Mami —me llamó ansiosa mi gatita.

 

Sus voces me sonaron muy lejanas y apenas sentía mis piernas.

 

—Se tiene que poner mejor.

 

Alice se paró frente a mí, irguiéndose sobre las puntas de los pies para mirarme a los ojos, me tomó las muñecas con manos firmes.

 

—Concéntrate, Bella. Edward te espera allí abajo.

 

Tomé una bocanada de aire, deseando recuperar la compostura.

 

La música se transformó lentamente en nueva canción.

 

Rose me dio un codazo.

 

Mi Bubú me entregaría a Edward, Alice y Rose participaban como mis damas de honor, tanto por la iglesia como por lo civil.

 

Mi gatita, Jasslye y Emerson eran mis pajecitos. Mi campeón era el encargado de tocar el piano. Él lo quiso así.

 

Charlie no dio señales ni de humo. Eso me tenía un poco triste, pero no dejaría que amargara mi gran día.

 

— ¿Bella?

 

— ¿Bella?

 

— ¿Bella?

 

— ¿Mami?

 

— ¡Si! —grité—. Edward, está bien. —las dejé sacarme de la habitación con los niños frente a nosotras y mi Bubú tomando de mi codo.

 

La música sonaba muy fuerte y subía flotando por las escaleras junto con la fragancia de un millón de flores. Me concentré en la idea de Edward esperando abajo para lograr poner los pies en movimiento.

 

La música me resultaba familiar; la marcha tradicional de Wagner rodeada de un flujo de florituras.

 

—Es nuestro turno —anunció Alice—. Cuenta hasta cinco y síguenos.

 

Ellas comenzaron una danza llena de gracia.

 

Mi gatita y Jass encabezaban la fila, lanzando pétalos de rosas. Emer las seguía, entretanto que Alice y Rose lo seguían a él.

 

Una repentina fanfarria vibró a través de la música que sobrevolaba el lugar y reconocí mi entrada.

 

—Me gustaría que papá estuviera aquí —susurré.

 

Mi Bubú me sonrió con tristeza y me dio un beso en la ruborizada mejilla.

 

—No me dejes caer Bubú —le supliqué. Mi Bubú me colocó la mano sobre su brazo y la sujetó allí con firmeza.

 

—Eso nunca —me alentó.

 

Un paso a la vez, me dije a mí misma cuando comenzamos a descender al ritmo lento de la marcha.

 

Del piso inferior se escuchaban los murmullos y susurros de la audiencia.

 

Había amigos de los Cullen que quisieron venir a la boda. Los más jóvenes, aquellos que como mi padre no aceptaban nuestra unión, no se tomaron la molestia en venir. Al igual que de los Swan.

 

Durante un segundo me distraje, permanecí mirando fijamente la profusión de flores blancas que colgaban en guirnaldas de cualquier cosa que hubiera en la habitación, mi recibidor paso de simple a espectacular.

 

Alice había votado la casa por la ventana. Y no en forma literal.

 

Las guirnaldas pendían de las largas líneas de vaporosos lazos, pero aparté los ojos del dosel en forma de enramada y busqué a través de las filas de sillas envueltas en raso, ruborizándome más profundamente mientras caía en la cuenta de aquella multitud de rostros....todos pendientes de mí, hasta que lo encontré al final de todo, de pie delante de un arco rebosante de más flores y más lazos.

 

Apenas fui consciente de que Emm y Jazz estaba a su lado y un reverendo detrás de los tres. No vi a mis hijos, ni a nadie más conocido.

 

Todo lo que ahora podía ver era el rostro de Edward, que llenó mi visión e inundó mi mente. Sus ojos brillaban como la esmeralda más hermosa y resplandeciente del planeta y su rostro perfecto parecía casi severo, con la profundidad de la emoción. Sus orbes se enfocaron en los míos, entonces su rostro centelleó con una enorme sonrisa de júbilo que me robó el aliento.

 

—No vayas a correr —señaló mi Bubú soltando unas risitas y presionando su mano sobre la mía.

 

Pero aún así sus palabras no impidieron que me entraran ganas de salir corriendo hasta el encuentro de Edward.

 

La marcha era tan lenta que quería gritarle a Tony que apresurara. Pero contuve el impulso y luché acompasando mis pasos al ritmo de la música. Hasta que al final, por fin, llegué allí. Edward extendió su mano, mi Bubú tomó la mía y, en un símbolo tan antiguo como el mundo, la colocó sobre la de Edward.

 

Su calor de inmediato me envolvió.

 

—Cuídalos, o te arrepentirás —le advirtió mi Bubú muy seria. Solté unas risitas.

 

Edward sonrió torcidamente, haciendo que mi corazón se saltara un latido.

 

—Con mi vida, Doña Marie —juró mirándome intensamente.

 

Hicimos votos sencillos con las palabras tradicionales que se han dicho millones de veces. Solo le pedí que hiciera un pequeño cambio, esto a su vez me lo había pedido pequeña princesa, mi gatita, al ver la saga de vampiros de Stephanie Meyer, y él amablemente sustituyó la frase “Hasta que la muerte nos separe” a “Tanto como dure nuestras vidas”. En el momento que el sacerdote recitó la última parte, sentí que por fin era de Edward y él era mío, y nada ni nadie nos podrían separar nunca más. Por fin los dos estaríamos juntos, con nuestros hijos.

 

No me di cuenta de que estaba llorando hasta que llegó el momento de escuchar las palabras que nos unirían para siempre.

 

—Sí, acepto —dije fuerte y claro a pesar de estar llorando a mares.

 

Cuando fue su turno de hablar, sus palabras sonaron claras y victoriosas.

 

—Sí, acepto —proclamó. El sacerdote nos declaró marido y mujer.

 

— ¡Si! —escuché el grito de alegría de nuestros hijos.

 

Entonces Edward acunó mi rostro en sus manos tiernas, inclinó su cabeza hacia la mía y yo me alcé sobre la punta de los pies y arrojé mis brazos, con todo y ramo, alrededor de su cuello.

 

Me besó con ternura, con adoración, y yo me olvidé de la gente, el lugar, el momento y la razón… Solo estaba consciente de los gritos de alegrías de nuestros hijos, y de Edward entre mis brazos. Sabiendo que lo amaba, que él me amaba y que yo le pertenecía, como él me pertenecía a mí.

 

Edward comenzó el beso y él mismo tuvo que terminarlo, debido a que yo me colgué de él, ignorando las risitas disimuladas y las gargantas que carraspeaban ruidosamente. Al final, apartó mi cara con sus manos y se retiró, demasiado pronto, para mirarme.

 

Le hice un puchero.

 

—Más tarde —prometió solo para mí, acariciando mi labio inferior con su pulgar.

 

Me estremecí de anticipación.

 

El gentío estalló en un aplauso y él movió nuestros cuerpos para ponernos de cara frente a nuestros amigos y familiares, pero yo solo miraba su bello y resplandeciente rostro.

 

Repentinamente todo el mundo quedo en silencio. Un silencio absoluto.

 

Fruncí el ceño al ver el sutil movimiento de Edward. Él interpuso su cuerpo, cubriendo el mío.

 

Nuestros hijos no tardaron en llegar hasta nosotros colocándose detrás de mí.

 

Separé mi vista del fiero rostro de Edward y enfoqué lo que él estaba divisaba fijamente.

 

Allí, en la entrada de la mansión, estaba Charlie, mi padre, con una dura expresión en el rostro. Jacob estaba a su lado, con más de cincuenta hombres fuertemente armados.

 

Una sensación de terror corrió por mis venas.

 

Sentí los brazos de mi gatita enroscarse en mi cintura, dejando sus dos pequeñas manos sobre la curva de mi vientre, como queriendo protegerlos de su abuelo.

 

Mis bebés ya tenían dieciséis semanas de gestación.

 

—Papá —susurre con voz estrangulada.

 

Mi padre fijó su fría mirada en mí. No pude evitar estremecerme. Bajé mi mirada para ver lo que mi padre miraba con tanto odio, y me di cuenta que no solo eran las manos de mi gatita y las mías, las protegían mi vientre, la mano derecha de Edward estaba frente a mi vientre en un gesto protector.

 

En la mirada de mi padre, pude leer claramente “Embarazada de nuevo de un Cullen”. Reparó en mis hermanas y su rostro ya no mostraba fiereza, sino una furia asesina.

 

—Charlie —habló mi Bubú caminando hacia él.

 

Mi padre movió la mano bruscamente.

 

—No quiero escuchar nada, Madre —atajó Charlie con voz afilada—. Vengo por MIS hijas, y no me iré de aquí sin ellas.

 

— ¡No! —el grito de furia de Tony me hizo voltear mi cabeza de forma brusca hacia él.

 

Un hombre enrome —que no era de mi padre—, de un metro noventa y dos, más o menos, moreno, cabello estilo militar, lo sostenía entre sus brazos, tomándolo impávidamente. A pesar de los movimientos violentos, Tony no lograba soltarse.

 

Me tensé y di un paso adelante. No permitiría que se llevaran a mi hijo.

 

— ¡Suelta a mi hermano! —demandó mi gatita golpeándolo con sus puños y dándole patadas.

 

Di otro paso vacilante, el hombre tenía prácticamente escrito en su frente la palabra “Asesino”. No quería que le hiciera daño a mi bebé.

 

— ¡Te dije que sueltes a mi hermano! —repitió mi gatita enfurecida. Vi como sus perfectos, blancos y hermosos dientes se hundían en la piel morena del brazo derecho del hombre, logrando que este soltara un alarido de dolor.

 

— ¡Suelta al niño! —exigió Garrett colocando su arma en la cabeza del hombre, logrando que este se paralizara. Tony aprovechó para soltarse y yo de colocarlos detrás de mí, entre el cuerpo de Edward y el mío.

 

Tomé impulso y le di un puñetazo en la mandíbula tomándolo totalmente desprevenido.

 

—No te vuelvas atrever a tocar alguno de mis hijos o seré yo misma quien te meta un disparo entre ceja y ceja —le advertí mirándolo con odio.

 

Me volví hacia mi padre.

 

Sabía que Garrett no permitiría que dañaran a los niños ni a Edward por la espalda.

 

La decisión estaba tomada.

 

A pasos decididos pasé por un lado de Edward.

 

— ¡Bella! —clamó ansioso.

 

No volteé a mirarlo, mi mirada estaba trabada en la de mi padre.

 

—Sabes que te quiero, te quiero mucho. Eres mi papi, siempre lo serás. A pasar de tu resentimiento hacia mí todos estos años, yo te sigo amando. No destruyas ese amor, papi. —hablé con el corazón destrozado y las lágrimas rodando por mis mejillas. Hacía más de diez años que no le decía papi, pude apreciar una expresión de dolor en su rostro—. Te amo, papi, pero también amo a Edward. Sí es un Cullen, pero en el corazón nadie manda. Es el hombre que amo y que me ama. Sé que soy tonta, pero me gustaría que tú te alegraras por mí, porque encontré un hombre maravilloso que me adora, que ama a nuestros hijos, tus nietos. Lo más valioso que tengo en mi vida. Mataría por ellos, aunque fueras tú. Te amo, pero mi felicidad está con Edward y mis hijos. Si lo aceptas, eres bienvenido a quedarte en este día que debía ser el más maravilloso de mi vida, luego del día del nacimiento de Lizzy y Tony. Sin embargo, tú estas aquí, y en vez de venir a entregarme en el altar y compartir mi felicidad, vienes a destruirla; no solo la mía, sino la de mis hermanas también.

 

—Isabella —exclamó con voz ronca.

 

—Vas hacer abuelo de nuevo. Tus nietos están bien, por si te interesa, tendré dos bebés al igual que Alice, aún no sabemos el sexo, ninguno se deja. En cambio los de Rose sí. Serás abuelo de una niña y dos niños. Somos felices, tus nietos son felices, por favor no los hagas sufrir. Me arrodillo si quieres, pero por favor. —a pesar del vestido y mi pequeña pancita me agaché para arrodillarme.

 

— ¡Bella!

 

— ¡Bella!

 

— ¡Bella!

 

— ¡Bella!

 

Escuché las exclamaciones de Edward, Rose, Alice y mi Bubú.

 

Las manos de mi padre impidieron que me arrodillara delante de él.

 

—Una Swan nunca suplica —aseveró Charlie.

 

—Por el hombre que amo y mis hijos estoy dispuesta hacerlo —lo contradije limpiando las lágrimas de mis mejillas.

 

— ¿Esto es lo que quieres?

 

—Es lo que quiero.

 

—Si te quedas con él, estarías dándole la espalda a tu legado, a tu familia… a mí.

 

—No tendría porqué ser así —refuté mirándolo a través de mis lágrimas.

 

—Ha sido así desde hace mucho tiempo.

 

—Pero podrían cambiarlo. ¿No ves? Tus princesas también son unas Cullen, la familia se ha unido, tienes dos nietos que por sus venas corre sangre tanto Cullen como Swan, y vienen siete en camino. Es tiempo de que esta enemistad termine, ¿no crees, papi?

 

Negó con la cabeza.

 

—Lamento que pienses así. Quiero que sepas que te amo y que eres el mejor papá del mundo, pero no iré a ninguna parte contigo. Me escaparé si me llevas obligada. No podrás separarme nunca más de Edward.

 

—Si es lo que quieres, es lo que tendrás. Pero te olvidarás de que existo. Para mí, las tres están muertas.

 

—Me duele lo que dices, espero que no tardes en darte cuenta de lo que te pierdes.

 

— ¡Nos vamos! —gritó dándose vuelta bruscamente.

 

—Pero Charlie… —comenzó Jacob.

 

—He dicho que nos vamos —lo atajó mi padre antes de desaparecer por la puerta.

 

Rompí en fuertes sollozos, mis piernas no aguantaron más mi peso. Todo esto me sobrepasaba. Unos fuertes brazos me rodearon, sosteniéndome firmemente, impidiendo que cayera de rodillas.

 

—Shhh, estoy aquí —me susurró Edward al oído antes de alzarme en sus brazos. Rodeé su cuello con mis brazos y enterré mi rostro en su pecho. Mi cuerpo era sacudido por los sollozos.

 

 

 

Capítulo 27: Estoy embarazada Capítulo 29: Luna de miel y Celos

 


Capítulos

Capitulo 1: El comienzo de esta historia de amor: Capitulo 2: Cumpleaños de Bella: Capitulo 3: La separación: Capitulo 4: Forks: Capitulo 5: Sospecha de embarazo: Capitulo 6: El primer movimiento de los bebés: Capitulo 7: La reacción de Charlie y Angustia por Edward: Capitulo 8: La visita de Don Carlisle Cullen: Capitulo 9: Por fin noticias de Edward: Capitulo 10: Día de las madres: Capitulo 11: El parto de Bella: Capitulo 12: Elizabeth Marie y Ethan Anthony Cullen Swan: Capitulo 13: Bautizo de los bebés y El viaje a Bostón: Capitulo 14: El prrimer cumpleaños de los bebés y La aparición de Jacob: Capitulo 15: Paseo con Ethan y Elizabeth: Capitulo 16: El embarazo de Rosalie: Capitulo 17: Altercado con Charlie y El parto de Rosalie: Capitulo 18: Desde el inicio de la relación hasta el encuentro con Elizabeth: Capitulo 19: Una visita inesperada: Capitulo 20: Búsqueda de Bella: Capitulo 21: Jasslye Anthonela ¿Swan? Capitulo 22: Después de diez años vuelvo a verte: Capitulo 23: Es Bella y ¿Son mis hijos? Capitulo 24: Una maravillosa noche Capitulo 25: La cabaña y La visita de Tanya Capitulo 26: Compromiso Capitulo 27: Estoy embarazada Capitulo 28: El gran día Capitulo 29: Luna de miel y Celos Capitulo 30: Enfrentamientos, Risas y Amenazas Capitulo 31: ¿Que es el sexo? Capitulo 32: James Capitulo 33: El secuestro de Tony, Bella y Lizzy Capitulo 34: Parto de Bella Capitulo 35: Regreso del pasado Capitulo 36: Alianza inesperada Capitulo 37: Vulturi, ¡firmaron su sentencia de muerte! Capitulo 38: ¡No debieron tocar lo que más amo! Capitulo 39: ¡Enfrentame como honmbre Demetri! Voy a matarte con mis propias manos Capitulo 40: No me dejes, Edward

 


 
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