Capítulo beteado por Sarai GN, Beta FFAD:
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EPOV
Búsqueda de Bella
Hacía más de año y medio de haber asumido el mandato de la organización Cullen, por lo que ahora mi rivalidad con Charlie Swan había alcanzado niveles nunca antes vistos en las generaciones de ambas familias. Sabía que venía como consecuencia de mi relación con Bella. Lo bueno de esto es que todos te respetan y tiemblan de miedo cuando te ven o pasas cerca de ellos. Desde el incidente de Amun todo ha sido muy movido, a pesar que siempre tiene el dinero en la fecha acordada. Emmett es el que más disfruta de esto. El pobre de Benjamín se quedó sin tres dedos y una oreja. Lo sé, fui muy condescendiente, los chicos querían empezar por cortarle un brazo o una pierna.
Pero lo mejor es que contaba con el apoyo de mis hermanos, en todas las entregas íbamos los tres juntos, éramos inseparables, a eso hay que agregarle que Carlisle Cullen Padre y madre se la pasan de viaje en viaje, dejándonos completamente solos. Cosa que agradecía, ya que no soportaba la presencia del que antiguamente fue mi progenitor, para no repetir padre otra vez
No he podido olvidar aquella hermosa niña, en mi mente se quedó grabado su olor, sus sonrojadas mejillas, cuando pienso en ella, me recuerda tanto a mi Bella, mi hermosa mujer, a la que a pesar de todo el esfuerzo que he hecho, no he podido olvidar.
No hacía ni dos meses que me encontré frente a frente con Charlie Swan, la tensión que se sentía en el aire me tenía los músculos tensionados, listo para actuar en el momento necesario. Charlie andaba acompañado de Billy Black y la escoria de su hijo, Jacob. Otro grupo de mafiosos amigos de los Swan, por ende, enemigos de los Cullen, pero no era de allí que venía mi rivalidad con Jacob, él se atrevió a tomar lo que era mío.
Lo que llamó mi atención, era que Jacob no llevaba el anillo de banda de oro liso, como ofrenda de lo que me había robado, por lo que al llegar a la mansión, decidí, pese a que me había jurado a mí mismo no hacerlo para no interponerme en su felicidad, la mandé a investigar. Charlie Swan había jugado bien sus cartas, la había escondido tan bien que no había vuelto a saber nada de ella.
Una mañana me levanté bien temprano, tomé mi Volvo y salí sin esperar a ningún escolta, recorrí el camino como tantas otras veces lo había hecho para buscar a mi Bella en nuestras salidas. Cómo extrañaba los viejos tiempos. Me hacía demasiada falta sentir su calor entre mis brazos y perderme en esos pozos chocolate que tiene por ojos. Llegué a casa de los padres de Angie perdido en mis pensamientos, necesitaba saber si tenían alguna pista del paradero de Bella. Sorpresivamente la encontré con Ben Cheney, un viejo amigo, aquel que me cubría para poder estar con ella.
Pasamos más de dos horas hablando de lo que habían sido nuestras vidas luego de que me exiliaran a Londres. Me contaron que son novios desde hace dos años, están comprometidos y se casan dentro de seis meses. Angie seguía viviendo en casa de sus padres, ya que ellos así lo decidieron, debido a sus viajes constantes y que ella es su única heredera. Ben se graduó de abogado y trabaja en el bufete de su padre. Angie de diseño de interiores, ya tiene una empresa a su cargo. Ninguno de los dos me dio información, ya que no han vuelto a saber de mí Bella desde nuestra partida. Me sorprendí al ver un gran retrato de dos hermosos niños de unos cuatro o quizás cinco meses. El niño tenía mi mismo color de ojos, en cambio los de la niña parecían los ojitos de una hermosa gatita. Ellos me recordaron tanto a Lizzy, mi gatita. Al preguntar por ellos, dijeron que eran sus ahijados, aunque noté su nerviosismo, no le di importancia, iba en busca de información de Bella, no de unos hermosos niños.
Me decidí a mandar a un hombre de mi entera confianza, Garrett. Él trabaja para mí y ha demostrado tantas veces que me es fiel y no a Carlisle, por lo que desde hace quince días tengo en un sobre manila la información. Según él, no es mucho, pero si dónde vive y dónde trabaja. No sale sola, siempre va bien custodiada. Todos los días me sentaba en mi escritorio con el sobre en la mano, pero tenía miedo abrirlo y ver su contenido.
Ésta noche como todas, me encerré en el despacho, luego de ir a cobrarle una deuda a William Carrington. Me senté frente al escritorio, mi vista fue hasta la gaveta que siempre mantenía bajo llave, en la cual guardaba el sobre con la información de Bella; me quedé observándola por más de diez minutos, respiré hondo y me armé de valor, la abrí sin pensarlo mucho. Desgarré la parte superior del sobre y lo vacié sobre el escritorio. De él salió una foto de Bella y una hoja. Tomé la foto con manos temblorosas y le di la vuelta. Ella se veía preciosa, su cuerpo había cambiado completamente, sus pechos han crecido y también sus caderas, el resto estaba igual, su cabello castaño cae en suaves ondas hasta su cintura, acompañado por un flequillo hacia el lado izquierdo. La foto fue tomada de lejos. Ella se iba a subir a un coche, un Ferrari rojo con vidrios polarizados. Estaba vestida con un traje de ejecutiva, de pantalón, que se ajustaba a sus esbeltas piernas, azul oscuro, una camisa cuello en V de color blanco y chaqueta del mismo color del pantalón. Me sorprendí al verla con zapatos altos. A Bella nunca le había gustado usar tacón, por lo visto eso cambió. En la hoja estaba la información que ya yo sabía: Nombre completo, fecha de nacimiento, número de celular -por lo visto lo había cambiado- no le presté atención, dirección de su residencia y de una editorial, con su itinerario, hora de entrada: ocho de la mañana y hora de salida: cuatro de la tarde.
Luego de tomarme cinco copas de Whisky detallando fijamente la foto, tomé una decisión. Me puse de pie de un salto, salí del despacho, tomando mi celular y la llave del Volvo en el proceso. Al pasar por el recibidor escuché a Emmett y Jasper en el cuarto de juego. Creí que por ser viernes en la noche ellos saldrían, como lo venían haciendo desde hace un par de semanas. Me subí al coche y salí sin mirar atrás, dejando sorprendidos y sin tiempo de reaccionar a los chicos encargados de mi seguridad. Este viaje lo tenía que hacer solo.
Era un viaje largo en coche, debía recorrer unos cuantos kilómetros para llegar a Nueva York, por lo que me llevaría unas cuantas horas. Encendí el estéreo cuando di por hecho que no me seguían, como estaba muy ansioso sabía de antemano que “Claro de luna” de Debussy no llegaría a relajarme, así que coloqué el disco de Rock metálico que Emmett había olvidado en la guantera.
Llegue a Nueva York al amanecer, en todo el transcurso del viaje a lo máximo hice tres paradas. Dos para comprar café y la tercera para llenar el depósito de gasolina. Necesitaba estar lúcido para el día siguiente y no con unas copas en la cabeza. Me mentalicé en todo el camino: “Si la ves feliz y llena de dicha, da media vuelta” “Si la ves sufriendo, tómala y llévala muy lejos”. Estacioné a unos treinta metros del portón de entrada, era alto, como de tres metros. Apenas se podía apreciar lo grande y hermosa que era la mansión. Por lo menos ahora sabía que seguía viviendo con los lujos a los que estaba acostumbrada. No vi ningún movimiento hasta eso de las diez de la mañana, que salieron cinco coches, uno detrás del otro. Un Mercedes Benz y un CLS con vidrios polarizados tomaron el camino hacia la derecha, pasando al lado de mi coche. Los otros tres, un BMW de color azul, un Porsche de color gris perla y un Ferrari de color rojo tomaron el de la izquierda. El Ferrari era el coche de la foto de Bella. Di media vuelta y los seguí a una distancia prudente. Sin duda alguna a ella ya no le desagrada la velocidad, iba a la par con los otros dos coches a una velocidad considerable.
Unos veinte minutos más tarde, los tres coches se introdujeron en el estacionamiento subterráneo del centro comercial; dejé que una camioneta Grand Cherokee entrara antes que yo. Los vi subir al segundo piso, en cambio yo preferí estacionarme en el primero. Debía observarla a una distancia prudente. Subí las escaleras eléctricas y comencé mi búsqueda, me escondí en una tienda de ropa para niños, cuando visualicé a Rose, tan hermosa como siempre, observando por la vidriera de una tienda. Pasó mirando fijamente la vidriera de la tienda donde yo me escondía, por lo que tuve que ocultarme tras unas perchas. La dependiente y otras chicas me vieron sorprendidas y con lujuria.
Salí corriendo en cuanto el camino estuvo despejado, cuando ya me comenzaba a desesperar, por fin la encontré. Mi memoria no le hacía justicia, ella era una diosa; la mujer perfecta. MI MUJER. Solo nos separaban un par de metros y unas veinte personas. A la mierda eso de verla de lejos, quería tenerla entre mis brazos; aceleré el paso. Mi vida. Mi amor. Mi Bella estaba tan cerca. Después de tanto tiempo separados por fin la tenía frente a mí, a escasos metros.
Me congelé en mí lugar al verla de la mano de un hermoso niño rubio, no tendría más de dos años. Un niño que ella agarraba como si su vida dependiera de ello. Mi hermosa Bella era madre. Sentí como mi corazón se quebró, sin entender el por qué, ya que sabía de antemano que ella estaba casada, pero al no ver ningún vínculo con Jacob, me permití tener esperanzas, que se esfumaron al verla con ese bebé. Tal vez no sé caso con Jacob, pero sí lo hizo con otra persona.
La iba siguiendo de cerca, a una distancia de metro y medio; como unos diez o quince minutos sintiendo electricidad en el aire que nos separaba, ella era como un imán que me atraía. Sonó su móvil sacándome de mi aturdimiento, en ese preciso instante, el niño se soltó de su mano y corrió alejándose. Tomé impulso para seguirlo, sin importar que no fuera mío, era de mi Bella, y lo quería por ser parte de ella. No deseaba que nada malo le ocurriera y verla sufrir por ello.
— ¡Andrés! —El grito de Bella me paralizó. Hacía mucho tiempo que no escuchaba su melodiosa voz, aunque ahora, estaba teñida de preocupación y enojo. Le agradecí mentalmente, no podía dejar que ella me viera.
—Mamá —chilló el pequeño señalando algo, haciendo que mi corazón volviera a quebrarse. Era un tonto, lo sabía, pero tenía la esperanza de que el chiquillo hubiese sido de Rose o Alice, y Bella solo anduviera de paseo con él. Pero en ese caso debía llamarla tía, no mamá.
—Hola amor —dijo contestando su móvil. “Amor” por lo visto era su marido quién la llamaba—. En el centro comercial con Andrés, amor. —Volvió a decir, tomando la mano del niño. Suspiré de alivio, ya el pequeño estaba seguro, ella tenía quién se preocupaba por ella—. Yo también, y mucho —murmuró, tomando al niño en sus brazos y alejándose de mi lado. No me había dado cuenta que estaba a menos de un metro de distancia de ella. Podía sentir como mi cuerpo se cargaba con más electricidad, como si mis pies me guiaran y mis manos picaran por acariciarla. La seguí, no la perdería de vista, aún no me encontraba satisfecho. Iba a un metro y medio detrás de ella, mientras que seguía hablando por el móvil—. También te amo y mucho —susurró, me costó oírlo y con eso mi corazón terminó de romperse. Mis pies dejaron de moverse, me quedé completamente congelado. Mis extremidades se desconectaron de mi cerebro por unos segundos, o minutos, no lo sé, solo los obligué a moverse.
Habíamos recorrido unos cincuenta metros desde que colgó su móvil, ella seguía con el niño en sus brazos viendo en todas las vidrieras, cuando un hombre pasó a mi lado, apresurado, y con una sonrisa de tonto enamorado, en dirección a Bella. Mis músculos se pusieron alerta. Rodeó por detrás la cintura de ella y le dio la vuelta en el aire, con el niño aún en brazos. Sin duda se conocían y se tenían esa confianza.
—Hola hermosa, ¿me extrañaste? —Escuché cómo le decía, teniéndola entre sus brazos. Esto confirmaba que no era con Jacob con quien se había casado, sino con este tipo. Todo fue una pantalla para protegerlo de mí, pero yo nunca la heriría de esa forma—. A ti también te extrañe —dijo alzando en el aire al pequeño, quien de inmediato comenzó a reír. Ya no quedaba más duda, mi Bella era muy feliz con ese tipo, se le notaba en su hermoso rostro, lo reflejaba su sonrisa, y además tenían a ese hermoso niño. Yo no tenía ningún derecho a destruir su hogar, después de todo, solo era parte de su pasado, ellos formaban su presente y su futuro.
Ya había cumplido con mi cometido, me había asegurado que ella estaba bien y que era feliz, por lo que arrastré mis pies lejos de ella; consciente que mi corazón se había roto en millones de fragmentos diminutos y sin que ella se hubiese dado cuenta que estuve muy cerca. Me sentía completamente infeliz, rabioso, impotente y con la adrenalina fluyendo por mis venas. Tenía la necesidad de tomar algo y molerlo a golpes, descargar de alguna manera todo lo que llevaba entre el pecho y la espalda.
No fui consciente de cómo llegué al Volvo, pero no dudé en subirme. Comencé a golpear el volante hasta que mis manos sangraron. En mi mente se repetía una y otra vez la imagen de Bella entre los brazos de ese hombre, sonriendo feliz; ver a ese pequeño que debió ser mío, interactuar con ese tipejo. La imagen de la familia perfecta. “Todo es por tu maldita culpa Carlisle Anthony Cullen. Me gustaría ir donde estás, feliz con mi madre, y matarte con mis propias manos. Yo no estaría sufriendo si no fuera por ti”.
Salí del coche para tomar aire, sentía cómo comenzaba a faltarme, me apoyé a un costado y traté de respirar profundamente un par de veces, al principio me costó un poco, pero cuando logré hacerlo, el aire se quedó atascado en mi garganta; a mi derecha venía el coche de mi Bella con las cuatro ventanillas bajas, ella miraba al pequeño por el espejo retrovisor, con gesto materno, como si él, Andrés, fuera lo más importante de su vida. Fijó su vista en mí por unos segundos, nuestras miradas se encontraron, quedándose trabadas, verde y chocolate; en ellos había un brillo que nunca antes había visto. Pasó justo frente a mí. Reaccioné unos segundos después y me escondí en la parte delantera de una Chevrolet Silverado color negro, a tiempo de que pasarán el Porsche y el BMW.
Me subí a mi coche y salí del estacionamiento lo más rápido que pude. Manejé de vuelta a casa sin hacer una sola parada. Frené con un rechinido de llantas en el garaje de la mansión, los chicos que estaban allí me miraron asombrados. En toda la noche y el día no contesté ni una sola llamada. Entré al recibidor y caminé por el pasillo que llega a la puerta trasera, pasé por el borde de la piscina, directo hacia el gimnasio, el cual se encuentra a un lado de ésta. Fui directo al estante donde guardaba los guantes de boxeo marca Everlast, me quité la chaqueta y la camisa, quedando solo con una franelilla azul. Me los coloqué y lancé el primer puño al saco de boxeo; a ese le siguió otro, y luego otro, así, hasta que le estaba dando como si mi vida dependiera de ello. En mi mente solo apareció la cara del tipejo ese, que me la había arrebatado, haciéndola feliz en mi lugar.
—Ed, ¿qué te ocurre? —preguntó Jasper desde el umbral de la puerta del gimnasio. No le respondí, en lugar de eso golpeé más fuerte el saco, necesitaba sacarme toda la frustración, todo el dolor—. Edward, respóndeme.
—No me ocurre nada Jasper —respondí luego de varios golpes.
— ¿Piensas que me voy a creer esa mentira? Te fuiste anoche como alma que lleva el diablo, no respondes ni una maldita llamada, y apareces hoy, después de casi veinticuatro horas sin dar señales de vida, entrando directo al gimnasio, golpeando al pobre saco hasta casi matarlo y vienes a decirme que no te ocurre nada. —Me retó, deteniendo el saco entre sus brazos.
—Vi a Bella —susurré, respirando profundo.
— ¿De verdad? ¿Hablaste con ella? ¿Averiguaste algo de Alice? ¿Dónde están viviendo? —Hizo una pregunta tras otra, mirándome fijamente.
—No hablé con ella. Está casada Jasper y con un niño que no llega a los dos años. Se ve completamente feliz y enamorada de su marido —respondí, tomando mi cabeza entre mis manos—, los vi juntos en el centro comercial, se veía tan hermosa y llena de dicha.
— ¡Oh Edward! —susurró, colocando su mano en mí hombro.
—Estuve así Jasper —murmuré, haciendo seña con mi dedo índice y pulgar—, de llegar a su lado, pero ese desgraciado la llamó y escuché como ella le decía que lo extrañaba y que lo amaba tanto, le dijo dónde estaba y él llego varios minutos después, tomándola entre sus brazos, haciéndola reír, a ella y al pequeño. No lo soporté más y me alejé —murmuré, sentándome en el suelo y recostando mi espalda contra la pared de vidrio; ahora que ya no sentía la adrenalina fluir por mis venas, comenzaba a notar un fuerte dolor en mis manos.
—Lo siento Edward, de verdad —susurró, sorprendiéndome en un abrazo—. ¿Cuándo acabamos con Black?
—No es él, Jasper, es otro tipo. Lo de Black fue una pantalla para que no fuera tras el verdadero —dije, pasándome las manos repetidas veces por mi rostro.
— ¿Ya sabes cómo es? Mandémoslo a investigar y acabamos con él —dijo, sacando su móvil. Se lo arrebaté de las manos.
—No Jasper, no la heriría de esa forma.
— ¿Viste a Alice o a Rose? —preguntó ilusionado.
—Solo a Rosalie, está más hermosa. Si la viera Emmett no dudaría en babear el piso —respondí con una sonrisa—, no vi a Alice, pero andaba con ellas o eso creo. Seguí tres coches, uno de ellos le pertenecía a ella.
— ¿A dónde las fuiste a buscar?
—Nueva York. Quiero olvidar todo esto, Jasper —rebatí en un susurro. Las manos me escocían—, me hubiese gustado no saber nada; de ahora en adelante me concentraré en la empresa y en la organización —murmuré, levantándome de mi lugar y extendiendo mi mano para que se apoyara en mí—. El Clan Cullen será el más temido que haya de ahora en adelante.
—Vamos a que te des una ducha, hueles fatal —dijo carcajeándose, yo le seguí segundos después, pasó su brazo por mis hombros. Me olvidaría de todo esto, de eso estaba seguro. Sabía que no volvería a ser completamente feliz, pero al menos lo intentaría.
— ¿Crees que debería decirle a Emmett que vi a Rosalie? —pregunté cuando entrábamos a la mansión.
—No lo creo conveniente. No dudaría en irla a buscar, y si también está casada… creo que sería un golpe duro para él. Tú eres mucho más fuerte emocionalmente que Emmett.
Gracias a todos aquellos lectores anónimos que leen esta historia y dejan su voto. También gracias a: Sachiko065, MayaMasenCullen, AstridCullen, BrendiTwilithg, Martha, AngelNegro, Baaarbyguffanti, NathalyR, Bechi, Robsesionada2013, Haf276, Reenes_tylor, Aylin, HindyraCullen, Monica2408, MariaGomez2312, Isabella_256, AndreAlice, Val395, NorblackdPattinson, Vale2Cullens, Ayame, BripatCullen, SablanCullen, Jaedbellsnessi, Yalexa, Honey, Priscy_Cullen, Nenamadilinda, Vikingay, Xiomy, Anayely_29, GloriaCullen, Carocruzz, PrincesaVespa, Kristy_87, SabriiCullen, Zuleidy, LoreeFernandez, Ec07, Silmo, NicoleCullenPattinso, Winney_03, Mafe, Samilan, Adrianav15Diaz@Gmail, Jemi910, ChicaEdward, Rebekah_Mikaelson, Bibi_Cullen_Swan_10, WishanDangel, BeaBell, LoreeIsaCullenSwan, SofiRojas280, Mili_Cullen, Viviana, LucyPattinsonCullen, MimaBells, AymeCullen, Crazy_Jacob_Edwuard, Isvi2507Edward, Micaela Fernandez, Karolay28, Lachopilara, Karenttz3lVulturi, Valegis, RosalieWolfVamp, SofiaCulen, Aleariass, Melii, Nicoli, Maca-c, Jesiflexer, Elenita4_Cullen, Annaris, Andrea_black, Mayita, AnarilRamirez, Hello, OswalgoMonasterius, IsabellaKriste1421, Daryanny Cullen, TikaCullen, Gata, Alexelizabeth, U.u, Silvia Delgado, Vanessita15, Lorena Wwq, Leidy07, Karensiux, Florrr, Cris87. Por sus comentarios y su voto.
Los capítulos son dedicados a ustedes espero que les gusten.
Besos desde Venezuela.
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