Mi pasión (+18)

Autor: mariu
Género: + 18
Fecha Creación: 13/03/2010
Fecha Actualización: 11/12/2011
Finalizado: SI
Votos: 44
Comentarios: 137
Visitas: 177414
Capítulos: 42

 

(FINALIZADO) Bella es una muy conocida escritora. Pero esconde otra de sus pasiones. Sin siquiera imaginárselo una noche la intriga de un desconocido cambia su destino y la lleva a conocer el amor.

 

mis otros fic:

 LA ESPOSA.

http://lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=1185

 

 

y la continuacion de este fic se llama: Las pasiones

 

http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=1401

 

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 31: ¿Tú?

 

 

Decidimos elegir Los Ángeles para colocar las dos primeras extensiones de nuestra Guardería’s Fabella. Una en cada extremo de la ciudad. La construcción ya estaba casi lista y como siempre mi querida hermana Alice ofreció sus servicios como decoradora. En el tiempo que estuvo en la casa se dedicó a cambiar toda la ropa de mi armario. Decía que el hecho de que fuera madre no quería decir que no pudiera vestirme sexy. Fabiola me pidió que me fuera a Los Ángeles por unos días para arreglar todo lo relacionado con las otras guarderías. Ella no podía venir conmigo ya que los padres de Alec habían hecho acto de presencia un día que yo no fui y al parecer tenían problemas ya que la madre de él no quería que su hijo estuviera con Fernanda y la niña se sentía mal. ¿Qué madre no quisiera que su hijo saliera con ella? Era algo absurdo. Con tan poca edad ella ya era una modelo a seguir. Alguien que cualquiera quisiera ser. Era un ejemplo ¿Qué tipo de madre sería la de Alec?

 

Alice me pedía permiso todos los días para avisarle a Esme que iríamos a Los Ángeles para que ella la ayudara con la decoración de los dos lugares. Día a día me negaba. ¿Cómo era posible que a ella se le ocurriera eso? ¿Acaso no podía pensar en que Edward podía aparecer? ¿Y después que iba a hacer? ¿Y si me pedía el divorcio y quería la custodia compartida de mi hijo? Pues no, eso no lo iba a aceptar.

 

-Bella, es necesario- decía Alice una vez mas mientras hacíamos las maletas

-No es necesario nada Alice. La primera la montamos sin la ayuda de ella y nos fue muy bien-

-Pues con la ayuda de ella irá mejor todavía. No entiendo porque te niegas-

-Por Edward- Dije aceptando mi dolor –Me da miedo. ¿Y si se aparece?-

-Me vas a disculpar Bella pero eso no va a pasar. Mira Edward está muy extraño. No creo que se interese precisamente en acompañar a Esme a ¡la decoración de una guardería! El ahorita no tiene tiempo para eso. Solo piensa en los negocios-

-Ok Alice, está bien. Pero que conste que si pasa algo te vas a hacer responsable. Te culpare toda la vida-

-Si Bellita como tú digas- dijo ella con sarcasmo

 

Al día siguiente salimos temprano para abordar el avión. Alice le avisó a Esme, le contó todo (que me encontró y lo de la guardería. Solo eso) y Esme muy agradecida se ofreció a ayudarnos. Estaba nerviosa. No me di cuenta de que me comía las uñas hasta que Alice me agarró las manos y me trajo a la realidad. Ya estábamos en LAX (aeropuerto de Los Ángeles) Bajamos del avión, esperamos nuestro equipaje y luego fuimos a reencontrarnos con Esme.

 

-Hija. Que preocupada estaba. ¿Cómo estas?- le decía Esme a Alice

-Bien Esme. No debiste preocuparte. Siempre llamaba a Jasper y mandaba saludos ¿no los recibiste?-

-Claro que si. Pero no es lo mismo que tenerte de vuelta ¿Bella?- pregunto mientras se separaba del abrazo de Alice.

-Hola Esme cuanto tiempo- le contesté mientas le daba una sonrisa de nerviosismo.

-Ven aquí cariño- me dijo extendiéndome los brazos. Sin dudarlos me enredé en ellos y pequeñas lágrimas salieron de mis ojos. Tenía casi dos años haciendo el papel de madre y me había olvidado lo que se sentía ser una hija.

 -¿Y este pequeño?- preguntó cuando se percató que no podía abrazarme bien por el niño que llevaba en mis brazos el cual estaba aferrado a mi cuerpo al sentir a alguien extraño acercarse tanto.

-Mi hijo- le respondí muy convencida. No lo iba a negar y si lo hiciera sería algo estúpido. Nos parecíamos demasiado.

-Tu hijo- repitió ella mirándolo. -¿Puedo?- preguntó mirándome y extendiendo los brazos hacia él. Alice se echó a reír con su inconfundible tono cantarín y Esme se le quedó viendo desconcertada bajando los brazos.

-No te sientas mal Esme, pero ese pequeño es un caso. No se va con nadie. Si no me crees inténtalo- le dijo Al.

-¿Puedo?- preguntó otra vez Esme extendiéndole las manos y pidiéndole permiso a el.

 

Creo que Alice no se dio cuenta pero el niño soltó mi cuello. Pensó y después de un momento negó confundido, mirando los bellos orbes verdes de aquella mujer. Se me hizo muy extraño. No era el comportamiento habitual. No siguió el procedimiento de siempre. Apretar mi cuello hasta casi ahogarme, cerrar los ojos y negar con decisión. No se sentía asustado pero dudaba. ¿Cómo era eso posible? En sus casi dos años jamás se comportó así frente a un extraño.

 

-Te lo dije- dijo Alice sacándome de un segundo mental a lo que a mi me parecieron minutos. –Es igual de extraño que Bella- hizo una mueca –Tengo tres meses conviviendo con el y solo he conseguido tocarle su manito cuando me pasa algún juguete. Por lo menos ya me toma en cuenta. Los primeros días me ignoraba. Me sentía como una intrusa en su cuarto-

 

-Esta bien pequeño. Te daré tu tiempo- le dijo Esme bajado sus manos y ofreciéndole una sonrisa la cual él muy extrañamente respondió. El piso se me movió cuando Esme vio “esa sonrisa”. Puso sus ojos como platos y me miró. Le dediqué una mirada de compasión y ella me dedico otra con un mensaje muy claro. “Me explicaras esto”. Suspiré. Por lo menos todavía tenía un tiempo para pensar en esto y Alice me las iba a pagar.

 

Ellas dos se reunieron e hicieron sus diligencias. Yo me dediqué a visitar las extensiones para ver como iba todo. Los trabajadores ya estaban terminando los últimos detalles. Me quedé esa semana en un hotel. No quería encontrarme a alguien. Alice decidió ir a ver a Jasper y quedarse con él en la mansión “Cullen Swan” lo cual entendí perfectamente. La semana fue larga y pesada. Estuvimos de un lugar para otro buscando los accesorios para la decoración. Y publicidad. Jamás se mencionó quienes eran los socios de la guardería. Quería que funcionara y nos fuera bien por los servicios que ofrecíamos no porque una de las socias era la gran escritora Isabella Swan. Por otro lado estuvimos entrevistando para el personal que se encargará de los niños y de la limpieza. Fue un alivio cuando llegue a mi casa. No hay nada más rico que sentirse en su hogar. Me di un baño largo con Anthony, comimos y nos acostamos, pues estábamos muy cansados debido al viaje. Alice no vino con nosotros ya que dentro de tres semanas yo tenía que volver a ir para terminar de organizar y dejar todo listo para la ignauracion. Al día siguiente no fui a trabajar. Salí con mi niño al parque de diversiones y a comer helado. Cuando llegamos a la casa nos bañamos, preparamos cotufas y nos tumbamos en la cama a ver Peter Pan. Su película favorita. Se quedó dormido al instante que terminó la película. Yo arreglé todo para el trabajo mañana. Ya sería otro día.

 

-Hay Bella menos mal que llegaste- me dijo Fabiola con una preocupación que se notaba de lejos.

-¿Qué pasó Piola? ¿Tan mal están las cosas?- Me miró y sus ojos se aguaron dejando caer algunas lagrimas.

-Amiga no pensé que fuera tan grave ¿Qué pasó?- le pregunté abrazándola

-Se escaparon juntos- dijo entre sollozos.

-¿Qué? ¿Cómo es la cosa? ¿Cómo que se escaparon?- Estaba impresionada. Jamás imaginé precisamente eso de Fernanda. Me volvería loca si mi hijo desapareciera.

-La mamá de Alec vino y montó un show, hace dos días ellos desaparecieron. Génova me dice que la ve en el colegio pero que se va muy rápido. Fernanda me llama varias veces al día. Y me dice que esta bien. Pero estoy preocupada que se adelante a cosas que todavía no debería de vivir. ¿Si me entiendes?-

-Por supuesto amiga. Claro que te entiendo- tocaron la puerta de la oficina y fui a abrir.

-Sra. Bella afuera está la mamá del joven Alec. Dice que necesita hablar con la Sra. Fabiola-

-Yo voy a ir Carla, no te preocupes-

-Piola ahorita vengo. Iré a encargarme de algo- pensando en mi amiga y todo lo que me había ayudado decidí enfrentarme a esa mujer.

-¿Qué se le ofrece Sra.?- pregunté mientras traspasaba las puertas del salón de reuniones. Y mayor fue mi sorpresa cuando frente a mis ojos apareció precisamente la figura de ella.

-¿Tú?- Fue lo que le pude preguntar

-¿Qué haces tú aquí?- me preguntó

-¿Disculpa? Esta es mi guardería. Y lo siento pero tendrás que irte. Estoy esperando a alguien-

-No me iré a hasta hablar con Fabiola de la mosca muerta que tiene por hija-

-Ósea que tú eres….- esto no podía ser cierto.

-La mamá de Alec. ¿Algún problema con eso? Y quien lo iba a creer. Tu dueña de esta ridiculez. ¿Sabe Edward donde estas? Tienes que firmar el divorcio y cuando la mitad de esto le quede a mi marido también será mío. Y créeme que después de eso, esto no existirá-

-Sra. Bella su hijo estaba llorando, la profesora no lo dejó salir del salón y se desmayo- dijo otra de las orientadoras entrando de repente al salón de reuniones sin pedir permiso y muy alterada.

 

Salí corriendo al salón de mi pequeño. Y antes de terminar de traspasar las puertas escuche como Jane se debatía ante la información que acababa de recibir. ¿Tienes un hijo? Preguntó, pero yo tenía algo más importante en lo que debía ocuparme. Él estaba acostadito en uno de los muebles del lugar. En su carita pude ver las lágrimas que mojaban sus pequeñas mejillas y el sudor seco que había en su frente. Lo agarré entre mis brazos y lo llevé a la enfermería. Lo acosté en una camilla y con un pedazo de algodón bañado en alcohol empecé a pasarlo cerca de su pequeña nariz para que lo oliera. Se lo pasé por su frente, le quité la camisa y lo pasé por su pecho. Sabía que era cuestión de segundos para que reaccionara.

 

-Ese trío de lunares son de Edward- dijo una voz a mi espalda

-No. Son de mi hijo. Y puedo asegurarte que no se llama Edward-

-¿Es de él?-

-Eso no es problema tuyo. Puedes irte. Nadie te llamó. Este es un momento privado- en eso Anthony abrió un poco sus ojitos y me miró. Yo le dediqué una sonrisa y le pregunté.

-¿Cómo estas príncipe?- El solo sonrió y asintió dando a entender que estaba bien, no le gustaba hablar mucho.

-A mi no me mientes. Se que es de el. Esa sonrisa es inconfundible- volvió a meterse Jane gritando molesta. Mi bebé dirigió la mirada a ella, tomo mi mano fuerte y empezó a llorar de nuevo.

 

Traté de calmarlo como pude. Jane se despidió con un TODO EL MUNDO SE ENTERARÁ DE ESTO. No se si se refirió a que tenía un hijo, a mi paradero o a que yo era una dueña de la guardería. Llevé a Anthony a los baños. Le di uno con agua calientica y luego lo acosté a dormir en el sofá de mi oficina. Llamé a Fernanda. Por suerte tenía su celular prendido. Hable con ella y le explique por lo que estaba pasando su mamá. Ella me dijo que entendía y que regresaría pronto. Al colgar el teléfono recordé la gran coincidencia. Esa era la razón por la cual Anthony se guindaba a llorar cuando veía a Alec. Porque Jane era su mamá. Eso se llevaba en los genes. Los niños sienten mas cosas de las que se pueden ver. ¿Quién lo iba a pensar? Con razón a Fabiola no le gustaban los padres del niño. Ya sabía que tipo de madre podía no gustarle una buena niña. Y no quería ni imaginar que Alec podía ser medio hermano de…. No. Eso no.

Capítulo 30: Visita Sorpresa Capítulo 32: Encuentro

 
14445958 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10762 usuarios