Solo Humanos (+18)

Autor: nylevecullen
Género: + 18
Fecha Creación: 22/02/2010
Fecha Actualización: 04/05/2011
Finalizado: SI
Votos: 41
Comentarios: 123
Visitas: 170031
Capítulos: 36

Terminada

Un deseo envía a Bella de regreso en el tiempo al Chicago de 1918, y hacia un Edward humano. ¿Que pasara en este nuevo encuentro ?

 

 

Hola chicas, pues aqui está  una de mis historias favoritas, esta historia fue escrita por Amethyst Jackson, y Tatarata la tradujo.

 

Todo los personajes son de Stephenie Meyer

 

Espero que le guste como a mi jejejeje q la difrusteCool

aqui les dejo mi nuevo blog:http://nylevecullentwiling.blogspot.com/

cuenta en fanfition donde podra en contrar mi dos nueves historias :

http://www.fanfiction.net/u/2424336/Nyleve_Cullen

 

 

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 25: Lo siento. Juré que te haría mi esposa primero

Si hubiera sabido exactamente como manejar el antiguo auto, habría insistido en manejar a casa. Como estaba, no estaba para nada segura sobre el estado mental de Edward. No había dicho una palabra desde que habíamos arrancado del hospital.
No obstante, regresamos a casa en una pieza. Edward se movió lentamente, como en las nubes. Caminé con cautela detrás de él mientras entramos a la casa, y él se dirigió hacia arriba. No estaba segura si quería que fuera con él, pero de todas formas lo seguí dentro de su cuarto. De inmediato, él se sentó sobre la cama y enterró su cara entre sus manos como hacía cada vez que estaba enojado.
“¿Edward?”
Cuando levantó su mirada hacia mí, sus ojos estaban angustiados. “Estoy asustado, Bella.”
Esa admisión abrió las compuertas entre nosotros. Fui hacia él sin pensarlo, enrollando mis brazos alrededor de su torso mientras me hundía en la cama junto a él. “Lo se. Yo también estoy asustada.”
“¿Qué hago, Bella? Todo se está cayendo a pedazos...”
Me abrazó con tanta fuerza que era difícil respirar, pero yo me acurruqué más cerca a pesar de todo, pasando mis manos sobre su espalda en un gesto que era demasiado frenético para ser tranquilizador. “Aún nos tenemos el uno al otro, Edward. Va a estar bien.” Tuve que pensar muchos años en el futuro para hacer la declaración verdad.
“¿Y si no lo está?” Sus labios rozaron contra mi cuello donde había escondido su cabeza mientras habló. “No puedo perderte también…la simple idea es insoportable. ¿Y si algo me pasa a mí? ¿Quién se hará cargo de ti?”
“Shh,” lo silencié, deslizando mis dedos a través de su desaliñado cabello. Ni siquiera había tenido tiempo para cepillarlo esta mañana. No podía soportar pensar sobre dejarlo ahora. Quizás yo lograría regresar a mi Edward, pero él tendría que esperar 87 años para alcanzarme. No parecía justo que debiera experimentar los largos años de soledad…pero nada de esto había sido nunca muy justo para él.
“No pienses en ello,” le dije. “No podemos preocuparnos de las cosas sobre las que no tenemos control. Eso nos enloquecerá.”
“Se que dices la verdad, pero no puedo evitarlo,” dijo entrecortado. Se alejó sólo lo suficiente para mirarme a los ojos. “No puedo dejar de pensar en ello.”
“Entonces no pienses,” dije impulsivamente, tomando su cara entre mis manos, obligándome a seguir mirando dentro de sus adoloridos ojos. “Sólo siente. Concéntrate en el aquí y ahora.”
Y lo besé de la forma en que siempre había tratado y fallado al besarlo en mi tiempo – tirando toda mi fuerza, toda mi intención, todas mis emociones dentro de la experiencia.
Él respondió con facilidad, ocultando sus manos en mi cabello que aún colgaba libre. Su boca se abrió bajo la mía, caliente y dispuesta. Enredé mi lengua con la suya, aún mientras él me empujaba de espaldas para acostarme sobre la cama. Su cuerpo se situó sobre el mío, un cálido peso que nos presionó juntos. Podía sentir cada pizca de él, desde sus muslos hasta su pecho, haciéndome juego como una pieza de rompecabezas que conecta.
Sus manos, por primera vez, comenzaron a moverse sobre mi cuerpo en serio, subiendo por mis costados, trazando alrededor de mis senos. Él se alejó de mi boca, jadeando por aire.
“Bella – yo - ¿es esto…?”
“No pares,” dije simplemente. Podía ser la elocuente por una vez. Para enfatizar mi punto, traje su boca de regreso a la mía por otro desesperado beso. No me detendría ni por el mundo; había decidido. Si mi tiempo con este Edward humano se estaba agotando, iba a aprovecharlo al máximo.
Sus labios se movieron hacia mi mentón, acariciando la línea de mis labios a mi oído, y se atrevió a finalmente tocar mis senos. Gemí automáticamente mientras sus pulgares rozaban sobre mis tensos pezones. Él gruñó, el sonido ondulando contra mi piel en un cálido aliento de aire. Quería sentirlo una y otra vez. Quería que la sensación de cada suspiro, cada gemido, se quedara conmigo para siempre. Quería conocer cada pizca de él y quemar eso en mi memoria por toda la eternidad.
Acaricié su cara mientras continuábamos besándonos, trazando cada ángulo. Mis dedos se arrastraron hacia abajo para sentir su largo cuello, pausando sobre su veloz pulso que competía con el mío. Sonreí involuntariamente y continué bajando hacia la suave línea de su clavícula, sus fuertes hombros, la plana extensión de su pecho. Fui hacia los botones de su camisa y los solté uno por uno, tan rápido como pude con mis temblorosos dedos. Era como la primera vez de nuevo.
Sus ojos se abrieron paso intensamente en los míos mientras yo liberaba el último botón; brillaban con deseo. Situé mis manos sobre su cálida y suave piel, vagando sobre su pecho y abdomen, y él dejó salir un jadeó que resonó fuerte en el de otro modo silencioso cuarto. Era tan diferente de lo que yo conocía, tan…inocente, en cierto modo. Por primera vez realmente me sentí como la tentadora que Edward me acusaba de ser.
Edward respondió trayendo una mano hacia mi tobillo, soportando su peso con la otra. Sus dedos pasaron de modo tentador sobre la tirante piel allí, y entonces entendí porqué los tobillos habían sido una vez pensados como eróticos – innegablemente lo eran. Subió más, hacia mi pantorrilla, llevando el vestido consigo. Mi respiración estaba saliendo en jadeos superficiales para cuando su roce cosquilleó detrás de mi rodilla. Me miró de forma inquisitiva mientras subía por mi muslo exterior, finalmente rozando mi cadera. ¿Estás segura? Preguntaron sus ojos.
En respuesta, comencé a soltar la hilera de botones al frente de mi corpiño. Sentí como si estuviera haciendo un striptease muy a la antigua; él me miró con suprema fascinación mientras la camisola de debajo lentamente aparecía.
Me senté sobre mis rodillas cuando terminé y levanté mis brazos en el indicador universal que él podría quitarme mi vestido. Su cara estaba tensa y brillaba con la emoción, sus dedos temblaban cuando comenzó a levantar la falda. El material se apiñó en sus manos conforme llegó a mis caderas, y luego vino la lenta subida por mi torso, y finalmente sobre mi cabeza. Con gusto sacudí mis brazos libres.
El vestido cayó al piso con un whoosh, y él me examinó con intensidad. No sabía que encontraba tan cautivante –él ya había visto hasta aquí antes- pero con gusto aproveché la oportunidad para volver a estudiar la parte superior de su cuerpo. Él era menos musculoso que mi Edward, pero aún así indescriptiblemente hermoso –sólo que ahora en la forma humana.
Estiré mis manos para empujar la camisa fuera de sus hombros. Una vez sus brazos estaban libres, me jaló contra él. El calor de su cuerpo empapaba la fina camisola mientras sus labios rozaban suavemente mis hombros y clavícula. Sus manos quemaban contra mi espalda.
Suspiré en placer mientras exploraba su desnuda piel, disfrutando de la flexión de sus músculos bajo mis dedos. Él estaba tan pero tan…vivo.
“Bella,” hablaba en voz baja sobre mi piel como un rezo. Sus dedos bailaban sobre el dobladillo de mi camisola, y lo dejé remover esa también. Debajo, sólo llevaba los algo complicados panties de la época; mis senos estaban descubiertos, expuestos a su vista. Reverencia y fascinación llamaron juvenilmente sobre su cara mientras contemplaba abiertamente. Para ayudarlo a avanzar, traje una de sus manos hacia mi seno. Edward encontró mis ojos con nerviosismo antes de tomarlo con gentileza, explorando la suave carne como a una isla inexplorada. Mi piel ardía bajo el tierno toque. Me dolió todo con el roce de su pulgar sobre mi pezón. Necesitaba más, y pronto.
“Eres tan suave,” se maravilló en voz baja, bajando su mano por mi estómago.
Podía ver en sus ojos que no sabía bien que hacer luego, y para resolver su problema, me volví a situar en sus brazos. Ambos jadeamos ante el roce de nuestros pechos desnudos, y nuestros labios se juntaron por instinto eterno. Otra vez, estaba perdida. Inhalé su esencia, jabón perfumado mezclado con sudor y colonia. Eso llenó mi cabeza.
Sus manos se movían sin rumbo sobre mi espalda, y supe que tendría que guiarlo ahora, por mucho que el prospecto me asustara. Bajé mi mano entre nuestros cuerpos hacia el botón de sus pantalones. En el proceso, accidentalmente pasé sobre su duro miembro, y sus caderas se movieron bruscamente por la sorpresa. Situé mi mano más resuelta sobre el bulto para ver como reaccionaría. Su grito ahogado llenó mi boca. Me moví de regreso al botón y lo liberé de un tirón. Antes de ir hacia el cierre, me alejé para mirar a sus ojos –deslumbrados y deseosos-. Pude ver su garganta flexionase al pasar saliva mientras el fuerte ruido del cierre llenaba el cuarto. Se quitó su pantalón inseguro, ruborizándose acaloradamente mientras sus shorts hechos tienda entraron a la vista. Giré mi cara hacia su hombro y besé la lisa piel ahí, tratando de aliviar un poco la tensión.
“No hay nada por lo que estar avergonzado,” susurré. Sentí sus dedos descansar sobre mi mejilla, acariciando tiernamente. Sonreí.
“Puedes tener lo que quieras,” agregué mientras me acostaba, jalando su brazo para traerlo conmigo. Quería tranquilizarlo si podía, permitirle disfrutar esto por completo. “Quiero que me toques.”
Su lengua se asomó para mojar sus labios, y sentí una nueva ráfaga de excitación. Le echó un vistazo al último trocito de ropa que me quedaba. “¿Puedo?”
“Por favor,” respondí, mirándolo soltar las cintas de los lados de mi ropa interior. Quitó la ropa interior, dejándome expuesta a su mirada. De nuevo, su garganta se flexionó mientras tragaba con dificultad. De modo vacilante, puso una mano sobre mi muslo interior y la movió hacia arriba. A penas podía respirar mientras esperaba a ver si me tocaría donde más quería que lo hiciera. Lo hizo, masajeando con indecisión contra la sensitiva piel. El calor era sorprendente y maravilloso. No estaba segura si era mejor que el roce frío que conocía, pero decidí que no importaba. Siempre que fuera Edward.
Obviamente él no sabía donde tocar. Estiré mi mano hacia abajo y con cuidado guié sus dedos hacia mi clítoris. “Justo aquí,” susurré, ya agitándome ante la primera caricia. Él rozó el lugar con delicadeza, viendo con fuego en sus ojos como yo gemía y temblaba de placer ante el calor creciendo en mi entrepierna. La forma en que me miraba era más excitante que nada más. Su cara mostraba puro anhelo, deseo. Y yo lo reciprocaba enteramente.
Tuve la mínima advertencia de él lamiendo su labio inferior en concentración antes que sus curiosos dedos bajaran más y buscaran mi entrada. Me quedé sin aire como un dedo encontró su camino en mi interior, girándose experimentalmente. Gemí por más, pero él se detuvo abruptamente. Tal vez fue algo que había visto en mis vidriosos ojos, o tal vez alguna otra idea se le ocurrió. Cualquier haya sido la razón, movió su cuerpo sobre el mío y me besó de nuevo, exhaustiva y urgentemente. Me colgué a él, encantada por la sensación de estar desnuda en sus brazos.
Aunque no estaba segura para qué estaba listo, comencé a soltar los nudos de su ropa interior a pesar de todo. La impaciencia estaba ganando sobre la precaución. Edward se deshizo de ellos cuando terminé. No pude resistir el mirar a hurtadillas para ver su erección, larga y excitada. Mi cuerpo hormigueó con la anticipación de tenerlo en mi interior.
Él me miró con indecisión de nuevo, su cara colorada por la vergüenza. “Bella, ¿hay algo más que debería…hacer por ti? Realmente no se como…encargarme de una mujer,” tartamudeó nerviosamente.
Sacudí mi cabeza rápidamente, sonriendo en lo que esperaba fuera una manera tranquilizadora. “No, has sido maravilloso. Ven aquí.”
Él volvió a subir gateando por mi cuerpo, deteniéndose cuando estábamos cara a cara. Capturé su boca con la mía, aún sonriendo, y lo urgí más cerca con mis manos en la parte baja de su espalda. Su erección pasó por mi sexo, y ambos tomamos bruscas respiraciones. Nuestros ojos se encontraron y él empujó hacia delante dolorosamente lento. Lo sentí pulgada por deliciosa y sensual pulgada, quemándome en mi interior mientras él gruñía en éxtasis.
“Bella, Bella…” murmuraba continuamente como comenzó a moverse. Sus brazos vinieron a mi alrededor para abrazarme contra su pecho, y yo me aferré a él con mis brazos alrededor de sus hombros y mis muslos contra sus caderas. Empujaba adentro y afuera con cuidado. Podía decir que estaba tratando de ser un caballero, aún ahora.
“Sólo déjalo ir,” lo insté, levantando mi cadera para encontrar la suya. “Déjalo ir, Edward.”
Besándome duro, apagó su gemido contra mi boca como comenzó a bombear más rápido. Acaricié su lengua con la mía y me entregué a las sensaciones también. Nunca antes me había sentido tan libre conmigo misma. La sofocante flama fluyó a través de mí, avivándose más por la acalorada fricción, los sonidos que nuestros cuerpos hacían juntos y sus frenéticos besos.
Sus brazos comenzaron a temblar debajo de mí y supe que él estaba tan cerca como yo lo estaba. Sus arremetidas se volvieron disparejas, frenéticas, fuertes. Y como golpeó el profundo lugar dentro de mí, me vine desatada. El fuego quemaba por todos lados, abajo hacia mis doblados dedos del pie y arriba hacia mi hormigueante cuero cabelludo. Apretándome impotente alrededor de él, grité con gran felicidad –triunfante, incluso.
Él reaccionó de una manera hermosa, dejando caer su peso sobre mí mientras se adentraba tanto como podía ir y alcanzaba su propio e inquieto clímax. Saboreé el ver sus ojos cerrándose y la forma de su boca mientras soltaba su propio grito. Dejó caer su cabeza sobre mi hombro. Su cabello pegado a su frente por el sudor.
Nos quedamos recostados así, completamente enlazados, hasta que nuestras respiraciones y nuestros latidos regresaron a un ritmo normal. Pensé que él podría haberse quedado dormido antes que finalmente abriera sus ojos y levantara su cabeza, sonriéndome con pesar.
“Lo siento. Juré que te haría mi esposa primero.”
Debí haber sabido que la culpa se acercaba. Sacudí mi cabeza seriamente. “Edward, te amo. Eso es todo lo que importa para mí.”
“Y como te amo yo,” suspiró, su sonrisa volviéndose pensativa, luego pícara. “Supongo, ahora que ha pasado, no podría lastimar el hacerlo de nuevo.”
Me reí. “Creo que ambos necesitamos un poco de tiempo para recuperarnos primero.”
“Pero en general,” sonrió ampliamente, entonces nos rodó, atrayéndome a su pecho, “Creo que deberíamos hacer otra vez. Y otra y otra y otra…”
No pude evitar reír feliz en respuesta. “Cuenta conmigo.”
Realmente terminamos haciéndolo de nuevo. Nos tomamos un respiro para comer y pretender ser respetables adultos, pero esa noche, nos fuimos a la cama temprano. Edward reunió el coraje para tratar unas cosas nuevas. Usó su boca en mí –se había sonrojado y tartamudeado, tratando de expresar su deseo de hacer, pero creo que fue alentado por mi más que favorable reacción-. Y me permitió acariciarlo hasta otro clímax, aunque estaba avergonzado de ello, pude decir. Evidentemente, era un acto demasiado sórdido para que una correcta dama lo hiciera.
Y, por supuesto, hicimos el amor de nuevo, meciéndonos juntos tarde en la noche, nuestra piel deslizándose contra sábanas mientras nuestro sudor se acumulaba bajo las colchas. Si esto no era un consuelo para él, era al menos una distracción que me alegraba de proporcionar. No podía decirle con honestidad que estaríamos bien o que podría quedarme con él. Consuelo físico era la siguiente mejor cosa, y si estos eran sus últimos días –como humano, al menos- quería que fueran tan pacíficos como fuera posible, si no exactamente felices.

________________________________________________________________-

niña aqui esta el otro capi si ya se q le dije el jueves pero sorry no pude xq llegue muy tarde a mi casa y gracias x sus comentarios y votos y si se q solo puede botar una vez le agradesco q lo hay intentado ya se acer el gran final tarata tarata hasta el proximo capi saludos se les quiere

Capítulo 24: No puedo perderla a ella tambien Capítulo 26: ¿Por qué tuve que venir aquí? ¿Por qué tenía que ver a estas personas de las que me había encariñado enfermarse e irse apagando? ¿Por qué tenía que verlo sufrir a él?

 


Capítulos

Capitulo 1: El deseo de cumpleaños Capitulo 2: el primer encuentro Capitulo 3: Que hacer ante esto?¡¡ Capitulo 4: Que hacer ante esto?¡¡ II Capitulo 5: Empezaron las pregunta y la mentiras Capitulo 6: Carlisle Capitulo 7: Mis recuerdos Capitulo 8: Nuevos dia, Nuevas cosas Capitulo 9: La fiesta I Capitulo 10: La fiesta II Capitulo 11: La charla y reencuetros Capitulo 12: Mis dudas y miedos Capitulo 13: Los cosejo de Carlisle y un pequeño incoveniente Capitulo 14: Ella todavia me ama ¡¡¡ Capitulo 15: Ven a nadar conmigo ¡¡¡¡ Capitulo 16: cambio el pasado y con el mi futuro? Capitulo 17: Celo de mi yo humano pero xq si son mis recuerdos ¡¡¡¡ Capitulo 18: Mi nuevo trabajo ¡¡¡ agg Capitulo 19: Una persona no muy grata Capitulo 20: Pregunta, preguntas y mas pregunta sin repuestas Capitulo 21: Empezado lo que se suponia que llegaria Capitulo 22: Tu eres mi fuerza Capitulo 23: Yo fui hecha para ser lo que sea que tu necesites Capitulo 24: No puedo perderla a ella tambien Capitulo 25: Lo siento. Juré que te haría mi esposa primero Capitulo 26: ¿Por qué tuve que venir aquí? ¿Por qué tenía que ver a estas personas de las que me había encariñado enfermarse e irse apagando? ¿Por qué tenía que verlo sufrir a él? Capitulo 27: se acerca el gran cambio Capitulo 28: ??No pienses,? ?sólo siente. Concéntrate en el aquí y ahora.? Capitulo 29: Tan impotente, incapaz de proteger a la única persona que más importaba Capitulo 30: él era casi invencible. Pero el chico en la cama era frágil, humano, y tan, pero tan?rompible Capitulo 31: ¡Usted debe! Usted debe hacer todo lo que esté en su poder. Lo que otros no pueden hacer, eso es lo que usted debe hacer por mi Edward¡ Capitulo 32: "¿E-estoy? muriendo?" No," dije rápidamente. "No, sólo cambiando. El dolor se irá, y estarás bien." Capitulo 33: Deseo poder regresar mi tiempo. Deseo poder regresar mi vida. Capitulo 34: "Invitacion" Capitulo 35: "Me siento? confundido y ambivalente. Agradecido. Celoso, Asustado." Capitulo 36: El comiezo de para toda la eternida (Epilogo)

 


 
14437659 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10756 usuarios