La pequeña charla normal siguió – Elizabeth preguntó como había sido el día de su esposo y su hijo, como la devota madre y esposa que era. Edward no paró de sonreír durante la duración de la comida, pero su padre no pareció notarlo. De hecho, su padre había estado un poco fuera de ello todo el tiempo. Le eché un vistazo más de cerca y noté que estaba sudando. Pero estaba un poquito caliente. Podría ser nada.
Al parecer, no fui la única que lo había notado. Ahora Elizabeth estaba mirándolo detenidamente con una expresión de preocupación, y Edward se dio cuenta también.
“¿Padre? ¿Estás bien?”
Edward Masen, padre, levantó la mirada con cara de sueño. “Bien, bien. Sólo un poco enfermizo, supongo.”
“Quizás deberías recostarte,” sugirió Elizabeth, sintiendo su frente con la parte de atrás de su mano. “Estas afiebrado, corazón.”
“Podrías estar en lo cierto,” suspiró. “Si creo que me recostaré un rato...”
Se paró temblando de la mesa y vagó casi sin rumbo fijo fuera del cuarto. Miré entre Edward y Elizabeth, quienes estaban frunciendo el ceño de preocupación de igual forma.
“Quizás debería ir a revisarlo,” dijo Elizabeth, tirando de lado su servilleta. Se movió de modo calmado desde la mesa, pero era fácil ver el pánico en sus ojos. Él pánico que estaba esparciendo rápidamente a través de mi cuerpo. Miré a Edward, quien ahora me estaba viendo.
“Edward, ¿qué es?”
Él agachó su mirada hacia su medio terminada comida, claramente considerando lo que quería decir. “Sólo estoy…preocupado, Bella. Hubo historias en el periódico el mes pasado sobre un epidemia en Boston, alguna clase de…congestión en los pulmones. Mataba en días….horas, en ocasiones. Y si…”
“¿Y si llega aquí?” terminé, ya habiendo alcanzado esa conclusión. “Vi a alguien colapsar en el mercado hoy. Él estaba demasiado débil para pararse…”
Su garganta se tensó mientras tragaba con dificultad. “Pienso que deberías dejar la ciudad por un tiempo, Bella. No quiero arriesgarte a atrapar esto.”
“No sin tí,” discutí, sabiendo que él nunca dejaría a sus padres ahora.
“No puedo – soy necesitado aquí, Bella.” Sus ojos me rogaron, pero esta vez no podía darle lo que quería.
“Si tú estás aquí, eso significa que soy necesitada aquí también. No te dejaré ahora. Y también me preocupo por tus padres – soy parte de esta familia ¿no? No puedo escapar.”
Edward suspiró, su expresión adolorida. “Sabía que no aceptarías, pero de todas formas tenía que preguntar. Pero Bella, si algo te pasa -”
“Shh ahora,” dije, estirando mi mano a través de la mesa por la suya. “Nos sobrepondremos a esto juntos.” Y le di una tranquilizante sonrisa que no sentí, pero sus hombros se relajaron de todos modos. Tal vez me había vuelto mejor mentirosa desde que había venido al pasado.
No quería nada más que treparme a sus brazos y llorar, pero esta vez, yo tenía que ser la fuerte y desinteresada. Edward nunca podría saber cuan malo se volvería esto, y yo no podría dejar que mis miedos me manejaran. La posibilidad de que todos sucumbiéramos antes la influenza existía –no tenía garantía que yo no caería victima también-. Pero tenía que hacer lo mejor que pudiera para cuidar a Edward ahora; me podría preocupar por mi después.

Nos sentamos en el primer piso toda la noche, Edward y yo, escuchando la densa y áspera tos de su padre escaleras arriba. La preocupación se asentó como una bala de cañón de plomo en mi estómago, dificultando el respirar correctamente. Edward agarraba mi mano fuertemente en la suya, apretando mis dedos demasiado fuerte, pero yo nunca le pedí que soltara.
Elizabeth tenía a la cocinera trabajando tiempo doble en caldos y te, aunque ninguno parecía estar ayudando demasiado. La mucama iba de arriba para abajo por las escaleras con compresas frías y lo que sea que se le pidiera. Me hubiera gustado ayudar, pero mi extensa torpeza no me había dado mucha preparación para tratar con enfermedades…y no parecía haber mucho que hacer en todo caso. Sólo podíamos esperar, y eso era espantoso.
Por las ocasionales apariciones de Elizabeth podía decir que era malo, muy malo. Su cara estaba demacrada y preocupada –más como aterrada. Eso asustó a Edward, pude notarlo, y quise asegurarle que todo estaría bien –pero no quise mentirle-. Mejor que enfrentara la verdad ahora y llorara menos luego.
Alrededor de media noche, Elizabeth bajo cansinamente las escaleras.
“Él está delirando mucho,” nos contó, limpiando su frente con la palma de su mano. “Pero sigue preguntando por ti, Edward. Sube y ve con él ahora. Creo que será mejor que llame al médico…”
Edward soltó mi mano a su pesar y subió las escaleras. Estaba completamente tenso con el miedo. Me pregunté lo que su padre le diría, y al menos era coherente.
Elizabeth, mientras tanto, fue al teléfono en la sala y comenzó a marcar. Le hubiera sugerido que llamara a Carlisle, pero él estaba en el hospital, y no me sabía el número de teléfono de allí. Dudaba que hubiera mucho que Carlisle pudiera hacer en todo caso, por muy buen médico que era. La enfermedad se movía demasiado rápido.
El médico aceptó venir de inmediato. Evidentemente, había estado lidiando con llamadas similares durante todo el día, y no le envidiaba su trabajo en las condiciones actuales. Después que ella colgó el teléfono, se sentó junto a mí en el sofá, donde Edward había estado toda la noche. No supe que podría decirle que al menos sirviera de consuelo, por lo que nos sentamos en silencio. Sus ojos estaban aturdidos, contemplando en del espacio algo que yo no podía ver, y dudé que si quiera se hubiera dado cuenta que yo estaba aquí.
Aproximadamente diez minutos después, Edward volvió a bajar. Su cara estaba pálida y horrorizada; quise correr hacia él, pero en su estado, pensé que era mejor esperar a que viniera a mí. Tan pronto como Elizabeth se dio cuenta que él había regresado, estaba corriendo de regreso escaleras arriba, de regreso al lado de su esposo.
“¿Edward?” Tomé su mano otra vez mientras él volvía a su lugar junto a mí. Vi los leves indicios de lágrimas sobre su rostro, y mi estómago se encogió dolorosamente. Nunca había visto a Edward llorar y tampoco quería.
“Fue horrible,” habló con la voz ronca, evitando mis ojos. “Puedo asegurar que apenas sabía donde estaba, y entonces empezó a toser sangre…sangre, Bella. Me dijo adios. Creo...creo que él está muriendo.”

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aparti de qaui empieza lo invitable la terrible gripe q llegue a la familia de edward q pasara las cosa seguira el rumbo q de tomar o bella ahara lo posible x mantener a un ed humano decubralo en lo proxima actulizacion , no me mate x dejarlo asi tiene q aver una icognita nop saludos no me envia a volterran plisssssssssssssss