QUIERO AGRACEDERLES A TODAS LAS CHICAS QUE ME HAN COMENTADO Y ME HAN VOTADO, MUCHAS MUCHAS MUCHAS GRACIAS TE TODO CORAZON. ESTOY MUY FELIZ
El trayecto había sido relativamente corto, pero Cullen había insistido en que el destino fuese una sorpresa. Bells intentó adivinar a donde se dirigían mientras atravesaban las oscuras calles de Londres. Pero Cullen había sonreído misteriosa-mente y negado con su cabeza cada intento de adivinar que ella había hecho.
Bells se sintió muy frustrado y a punto de morir de curiosidad cuando el carruaje finalmente se detúvo. Cullen salió del carruaje y se encontró de pie en una calle adoquinada delante de una casa de aspecto poco interesante.
—¿Dónde estamos?
— Aggie's, había sido la respuesta de Cullen mientras se dirigía hacia la puerta.
— Aggie's, había repetido Bells miserablemente. Cullen sonrió cuando se dio cuenta que el muchacho nunca había oído hablar de ese lugar. El joven había pensado que irían de parranda a los lugares de moda de Londres. Ahora, él estaba pensando que iban de visita a la casa de algún amigos de Cullen. ¡Ni se imagina la sorpresa que le tengo reservada! Cullen sonrió maliciosamente .
— Vamos. No te demores. Cullen esperó hasta que el muchacho llegó a su lado, y entonces golpeó la puerta. Él no sabía si esa era la forma habitúal de entrar a ese establecimiento. Nunca antes había visitado Aggie’s. Sólo había oído hablar del burdel. Dudaba que en Londres hubiese algún hombre que no hubiese oído hablar de Aggie’s aunque él mismo nunca había visitado ese tipo de lugar. Él prefería la costúmbre menos sórdida de tener una amante y mantenerla en un buen nivel de vida mientras que duraba la relación, no disfrutar de la variedad de mujeres que ofrecía Aggie’s. Podría haber llevado a Bells con su amante, pero no tenía una en ese momento. Estaba en un período entre dos amantes.
La mujer voluptúosa que respondió el llamado a la puerta no podía ser otra que la famosa Aggie. Su cabello era de fuego, su cara, un mapa de las calles de Londres con todas las líneas y marcas, y su cuerpo se parecía a un tomate gordo y maduro a punto de estallar las costúras del vestido. Decepcionado por esa presencia, Cullen apenas logró ocultar su shock y presentar una sonrisa un poco incómoda.
— Bien, ¿qué tenemos aquí? Dos finos caballeros han venido a la vieja Aggie. No hay necesidad de quedarse fuera, mis lords . Vamos, Aggie’s está abierto y funciona.
Cullen estaba tratando de decidir si realmente deseaba pasar cuando Bells pasó junto a él, atrayendo su mirada. Recordando la razón de esa visita, Cullen enderezó sus hombros y asintió. Era por el muchacho, después de todo. Había que cumplir un objetivo.
Bells estúdió asombrado a la mujer delante de sí el. Nunca antes había alguien como ella. Llevaba un vestido de seda de color rojo brillante, aunque llevar no era exactamente la palabra para describir como le quedaba. Más bien podría decirse que su cuerpo intentaba derramarse fuera de la tela del vestido.
Sin duda, Cullen había cometido un error, ese no podría ser el lugar a donde quería ir. El cochero debía haberse equivocado de dirección. Moviéndose hacia la siguiente habitación, Aggie captúró su atención y Bells trató de ver más allá del cuerpo exuberante de la mujer. Era imposible. Ella llenaba la puerta, como un budín llenaba una fuente, derramándose hacia los costados del marco de la puerta.
Como adivinase su intención de mirar más allá, la mujer de repente se movió, permitiéndole a Bells echar un vistazo a la habitación siguiente. Lo que vio fue aún más chocante que la mujer. Habian doce mujeres y muchos hombres. Todos estaban en movimiento, riendo y bebiendo y... Oh Dios... ¡las mujeres casi estaban desnudas! Obviamente era mujeres un poco flojitas de moral. ¿Qué otra cosa se podría decir sobre una mujer que permitía que un hombre le viese sus pechos a través de la tela casi transparente de su bata?
Evidentemente estaban en el lugar equivocado, se aseguró a sí misma y, despues miró a Cullen mientras la mujer se movía hacia un lado para permitirle entrar.
— Vamos, muchacho. Esto va a ser edificante para tú formación. Sin dejarle mucha elección, Cullen tomó su brazo y lo arrastró con él.
Bells se sintió como una torta de chocolate en una fiesta. En el momento en que fue empujada dentro de la sala, la mitad de las mujeres de repente giraron hacia ella. Todas murmuraban dulcemente sobre que muchacho lindo era y cómo se convertiría en un apuesto caballero. También se mostraron liberales con sus manos, acariciando sus mejillas, sus hombros, y su pecho.
Una incluso le pellizcó las nalgas y comentó sobre la dureza de su trasero.
El pellizco sacó a Bells de su estado de estúpor. Volviéndose bruscamente, encaró hacia la puerta, sólo para que Cullen la agarrase por el cuello y la detúviese en seco.
— Relájate, le ordenó, al parecer algo divertido con la expresión de pánico de su cara. Cullen parecía un poco abrumado por la sitúación, pero Bells apenas lo noto. Con las mujeres acechándola como una manada de lobos sobre una pata de cordero, estaba buscando alguna salida. Cullen señaló un sillón vacío al lado de una pared, y arrastró a Bells hasta el. Apenas le había empujado sobre el sillón cuando una de las mujeres le entregó un vaso con una bebida .
Cullen inmediatamente se lo dio a Bells, y luego se paró.
— Quédate aquí y relájate. Deseo hablar con Aggie.
Antes que Bells pudiera protestar por el abandono, Cullen se había ido y las lobas la estaban rodeando. Las dos más jóvenes fueron las más rápidas. A Bells le pareció que eran más jóvenes que ella. Ambas se sentaron a ambos lados de ella en el sofá, cada una le apretó los brazos y intentando atraerla contra sus pechos.
Bells estaba frunciendo el ceño y concentrándose en mantener la bebida sin derramarse cuando una tercera mujer se sentó en su regazo.
— Muy bien, murmuró la mujer sobre su regazo, enlazando firmemente sus brazos alrededor del cuello de Bells. Estaba pensando que tú y yo podríamos ser buenos amigos.
— Piensas mal, replicó amargamente la muchacha de la derecha de Bells. Sabes muy bien que a Aggie le gusta que los niños vírgenes vayan con ella.
— Aggie es una vaca vieja y gorda, replicó irritadamente la mujer de su regazo, luego le sonrió dulcemente a Bells y murmuró. Prefieres tenerme a mí y no a esa arpía obesa, ¿verdad? Mira lo que tengo para tú. Aggie no tiene nada tan sabroso como estos. La mujer se abrió la bata con una mano, exponiendo sus pechos mientras comenzaba a ejercer una suave pero inexorable presión sobre la nuca de Bells con la otra mano.
Bells miró horrorizada los senos de la mujer, cada vez más cerca de su cara. Para ella eran dos orbes rosadas hinchadas empeñadas en asfixiar su cara.
— No eres la único por aquí que tiene algo que ofrecer. Antes de que Bells fuese cubierta por los enormes pechos, sintió la mano de la mujer de su izquierda deslizándose entre ella y la mujer sobre su regazo. La mano fue hacia su entrepierna.
Gritando, Bells saltó abruptamente en pies, depositando la Señorita Pechugona en el suelo al mismo tiempo que Cullen aparecía delante ella.
— Gracias a Dios, jadeó Bells, olvidándose por completo de la farsa que estaba llevando adelante y arrojándose contra el pecho másculino. Sácame de aquí, Cullen. Ahora.
La primera reacción de Cullen fue apretar sus brazos alrededor de su cuerpo en señal de protección. Luego, frunció el ceño alejándolo.
— Compórtate, Bells. Ellos son sólo un grupo de mujeres. ¿No encuentras atractiva a ninguna de ellas?
— ¡Atractiva! Son lobas. Bells lo miró fríamente. Quiero irme. Ahora.
Gruñendo, Cullen frunció su frente, su mirada fue hacia a las mujeres preocu-padas. Parecía estar considerando sus palabras, y luego murmuró algo acerca de que Aggie tenía razón .
Molesto, Cullen le dijo:
— Ven. Una oleada de alivio la invadió.
Ella lo siguió fuera de la habitación donde la vieja puta, Aggie esperaba cerca de las escaleras con una jovencita. No vamos a usar los servicios lascitú del establecimiento y probablemente vamos a jugar algunos juegos de azar, fue la conclusión de Bells . Se sentía tan aliviada con esa idea que avanzó con entúsiasmo cuando la mujer mayor se dio vuelta y los llevó hacia las escaleras. Cullen y la otra mujer las siguieron.
En la parte superior de las escaleras, Aggie tomó hacia la derecha y los llevó a un largo pasillo, y luego al tercer cuarto.
Bells siguió a Aggie y trató de espiar lo que había en la habitación. Una enorme cama llamó su atención cuando ella entró. Los cobertores y las cortinas eran de un color rosa furioso. A Bells le pareció más bien vulgar. Aparte de eso había un arcón, una silla y un armario. No había mesas con hombres sentado jugando a los naipes
La puerta se cerró con un golpe detrás de ella y eso hizo que Bells girase su cabeza para descubrir que Cullen ya no estaba con ellas. Estaba a solas con la vieja bruja.
— Aquí estamos, queridito. Vamos a empezar.
Bells abrió los ojos y dio un paso atrás, pero fue captúrada rápidamente por las manos de la otra mujer que comenzaba a deshacer su corbata.
—¿Qué crees que están haciendo?
— Ayudarte a desvestirte, hijo.
—¿Por qué diablos piensas hacer algo así? preguntó ella secamente, tratando rehacer el nudo de su corbata.
Los labios de la mujer se curvaron con diversión.
— Es difícil hacerlo con la ropa puesta, muchacho.
— No hay nada que vayamos hacer para lo que necesite quitarme la ropa, le aseguró Bells, caminando rígidamente hacia la puerta. Apenas había dado un paso cuando Aggie captúró su brazo y la hizo darse vuelta.
— Oh, te gusta así, ¿verdad? Rápido, furioso y con la ropa puesta, murmuró ella insinuantemente, bajando su mano para agarrar la entrepierna de Bells.
Jadeando, Bells saltó alejándose de su asimiento, pero no pudo alejarse mucho. La mujer todavía le agarraba el brazo.
— Dios Mio, eres pequeño. Ni siquiera pude tocarlo, ella exclamó, volviendo a intentar desatar la corbata de Bells. Bien, es una desventaja, pero no algo insuperable. La vieja Aggie te mostrará cómo superarlo.
— ¿Superarlo? Frunciendo el ceño, Bells trató de empujar sus manos y volver atar su corbata.
— Si. Confía en mí. Lo que te digo es cierto, el tamaño no es lo que cuenta, sino la forma en que lo usas. ¿Te sientes bien, muchacho? Te ves muy pálido de repente.
— ¡Oh, Dios! Girando, Bells corrió hacia la puerta, pero antes que pudiese abrirla fue captúrada desde atrás y arrastrada hacia la cama.
— Ahora tranquilízate, muchacho. No hay necesidad de asustarse. Aggie va a ser suave.
— No quiero que seas suave, Bells logró decir, tirando desesperadamente de su brazo.
Aggie se detúvo ante esas palabras y arqueó sus cejas.
— ¿No quieres?
— No. Bells sacudió frenéticamente su cabeza. Yo no...
— Bien, ¿por qué no lo dijiste antes? Bueno, eso explica todo. Yo estaba empezan-do a preocuparme... Estabas actúando de manera muy extraña. Sacudiendo la cabeza, ella fue hacia el armario. Mientras revolvía las cosas allí adentro, Aggie murmuró, Bien, Lord Cullen me dijo que eras inexperto, ¡pero es evidente que no sabes lo que quieres!
Bells aún estaba perpleja con la primer parte de su declaración cuando la mujer gruñó con satisfacción, se alejó del armario, y se volvió hacia ella. Tenía una cuerda en una mano y algo con aspecto de látigo en la otra.
— No. Ahora que sabemos lo que te gusta, podemos ir directo al grano. Sonriendo dulcemente, ella hizo tronar el látigo.
Bells corrió hacia la puerta. Ella apenas había dado dos pasos cuando el chasquido del látigo precedió algo que se enredó en torno a sus pies.
Gritando, ella extendió sus manos para amortiguar su caída, y cayó sobre su estómago.
— Eres un chico muy travieso, dijo la bruja lascivamente, la agarró por el cuello de su camisa y la arrastró de vuelta hacia la cama. Vamos a tener que castigarte por tús travesuras.
Bells pensaba lo contrario y comenzó a luchar con todas sus fuerzas mientras la mujer se hundía a su lado en la cama y trataba de ponerla sobre sus rodillas. Librándose, ella dio vuelta , sólo para ser captúrada por la cintúra y empujada sobre la cama de espaldas.
Antes que pudiera gritar, la mujer se había sentado sobre su pecho.
Agarrando la cuerda que antes había lanzado sobre la cama, la mujer rápidamente ató las muñeca de Bells a los postes de la cama .
— ¡Si! La mujer dio un suspiro de satisfacción y , luego, quitó el cabello que había caído sobre su cara. Ella miró a Bells con un poco de exasperación. Eres un muchacho muy vivaz. Me estoy poniendo demásiado vieja para estos juegos. Espero que me dejen una buena propina por hacer esta escenita.
Cuando Bells simplemente la miró con la cara en blanco, ella suspiró. Bien, continuemos. Su sonrisa era animada mientras ella se enderezaba y acariciaba sugestivamente la empuñadura del látigo. ¿Es sólo la amenaza o el dolor lo que te gusta?
***
— Cuéntame más acerca Aggie. ¿Ella será suave con el muchacho, verdad?
La prostitúta se quitó el cabello que tapaba sus ojos ante su pregunta. Ella se sentía frustrada también. Cullen había estado preocupándose por el muchacho desde que había entrado en la habitación. Era irritante. Estaba demásiado preocupado por ese maldito muchacho. Ella había estado estimulándolo y acariciándolo durante varios minutos y él ni siquiera había tenido una erección . No podía concentrarse.
— Aggie será muy suave, mi lord, murmuró roncamente la mujer, levantando sus ojos hacia él mientras continuaba abriendo los botones de su camisa. Ella ha estado en el negocio desde hace mucho tiempo. Ella lo va a estrenar con cuidado.
— Sí, por supuesto. Cullen forzó una sonrisa y trató de concentrarse en las atenciones de la mujer, quien ya había terminado con los botones de su camisa y deslizaba sus manos sobre su pecho. Sin embargo le era muy difícil. No podía sacarse al muchacho de la cabeza. Era como una pulga molesta, irritante y persistente.
Haciendo una mueca por su propia estúpidez, él levantó sus manos hacia los hombros femeninos y acercó a la mujer para darle un beso, tratando de fingir cierto entúsiasmo.
Un fuerte grito puso fin a sus esfuerzos, haciendo que su cabeza girase velozmente hacia la pared. No había duda del pánico y del dolor en ese grito que pertenecía a Bells. Maldiciendo, Cullen empujó a la mujer y se apresuró hacia puerta.
Él estaba irrumpiendo en la puerta del cuarto donde estaba Bells antes que el primer grito terminase, pero se detúvo abruptamente en la entrada por la imagen que vio .
Bells estaba atado a la cama, todo su cuerpo tenso y estirado, levantó la cabeza con la peluca algo torcida, su la boca abierta emitía un segundo grito. Pero esa era sólo la mitad de la imagen.
La segunda mitad, la que hizo que Cullen se paralizase, era la vieja Aggie sentado a horcajadas sobre el pecho del delgado muchacho, con lo que parecía ser un látigo en la mano.
— ¿Qué diablos está pasando aquí?
Cerrando la boca, Bells giró su cabeza hacia la puerta, el alivio se mostró en su cara cuando vio al hombre de pie allí.
— Cullen. Su débil voz estaba llena de alivio. Haciendo una pausa, el muchacho tragó para recuperar el aliento luego rugió, ¡Levantate bruja!
Cullen estaba del otro lado de la habitación en un segundo.
— Madame, le sugiero que se quite de encima del muchacho, o me veré obligado a hacerlo por usted.
Aggie frunció el ceño al muchacho debajo de ella y al hombre que se cernía amenazador.
—¿Este es un juego que los dos quieren jugar? preguntó ella desconcertada.
Incapaz de contenerse, Cullen levantó su cuerpo pesado. Ella comenzó a protestar a la vez.
— Pero... pero…, ¿qué está haciendo? ¡El me pidió esto! Le gusta rápido y furioso, con la ropa puesta...
Cullen arqueó sus cejas mirando Bells.
— Esta puta vieja ha entendido todo mal, le informó él con aparente disgusto. Apúrate y desátame. Quiero salir de esta cueva de iniquidad.
— ¡Oh, no! Aggie se puso detrás de Cullen. Ahora no lo desate, él es resbaladizo como una anguila y me dio mucho trabajo llevarlo a la cama.
Ignorando su protesta, Cullen desató a Bells, y luego dirigió su cara a la ahora airada Aggie. Ella todavía protestaba, pero añadía amenazas a sus palabras, quería ser pagado por todo ese fiasco. El muchacho la había hecho correr agitarse, ella dijo, y merecía un pago por eso.
Bells salió fuera de la cama, mientras Cullen enfrentaba a la vaca vieja y una joven mujer que se había sumado a la queja.
Silenciando a las mujeres furiosas, Cullen sacudió la cabeza.
— Voy a pagarles tan pronto como busque mi chaqueta de la otra habitación, les aseguró y luego comenzó a ir hacia la puerta, las dos mujeres lo siguieron.
Bells suspiró con alivio en el momento en que estúvo a solas. Esa noche había sido una pesadilla. Absolutamente diferente a lo que ella había esperado.
Suspirando, miró el cuarto con disgusto y rápidamente fue hacia la puerta, queriendo estar lo más cerca posible de Cullen hasta irse de ese lugar. Un burdel. Por Dios, ¡el hombre la había llevado a un prostíbulo!
¿Esa era su idea de pasar un buen momento? Hizo una pausa en la puerta, espió cautelosamente el pasillo, se relajó cuando vio que estaba vacío. Se moriría de vergüenza si alguien descubriese que había visitado ese lugar.
Bells acababa de salir al pasillo cuando unas risas familiares la hicieron detenerse en seco y observó al hombre y a la mujer que subian por las escaleras. Le tomó sólo un segundo para reconocer a Lord Biers, el prometido de Beth. En un primer momento se sintió tan horrorizada que no pudo moverse, el hombre realmente parecía ser el paradigma de la corrección, y era la última persona que hubiera pensado encontrar aquí. Pero cuando la pareja llegó al último escalón y comenzaron a avanzar hacia ella, Bells se dio vuelta y huyó de regreso a la habitación de donde acababa de salir.
Al llegar a la puerta, comenzó a cerrarla pero simplemente la arrimó por temor a llamar la atención con el ruido. Se dio cuenta del error que había cometido un momento después.
— Aquí estamos, este cuarto está vacío.
Bells podía sentir el rubor en su cara tan pronto como entró la pareja.
— Muy Bien, muy bien, murmuró alegremente Lord Biers.
Viendo que los dedos cerraban la puerta, Bells cubrió su rostro con sus manos y esperó ser descubierta.
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JAJAJAJA POBRE BELLS, VA QUEDAR TRAUMATIZADA DE POR VIDA, !!!!POR DIOS!!!!, PRIMERO SE LE PEGAN TODAS ESAS MUJERES, DESPUES SE LE MONTA UNA VACA DOMINATRIZ AJAJAJAJA Y AHORA ESTA A PUNTO DE VER COSAS QUE UNA SEÑORITA NO DEBE DE VER JAJAJA Y PARA FREGAR LORD BIERS, ES EL PROMETIDO QUE EL TIO HABIA ESCOGIDO PARA ELIZABETH, OOOOO ESPERMOS QUE NO LA DESCUBRA.
BUENO CHICAS LAS VEO MAÑANA. BESITOS.
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