¿GEMELAS? O ¿MELLIZOS? (+18)

Autor: lololitas
Género: Romance
Fecha Creación: 20/10/2013
Fecha Actualización: 17/11/2013
Finalizado: NO
Votos: 19
Comentarios: 179
Visitas: 26231
Capítulos: 16

Inglaterra , 1800

SER O NO SER UN MUCHACHO ESA ES LA CUESTION...

Isabella y Elizabeth mejor conocidas como Bells y Beth son un par de hermanas gemelas que huyen de su intrigante tío que está planeando venderlas en matrimonio a dos tipos sumamente indeseables. Para confundir a sus perseguidores, traman un plan, una de ella se hará pasar por un hombre.

Edward, Lord Cullen, apuesto, serio, rico y poderoso, entra en escena y, para sorpresa de Bells y Beth, está decidido a proteger al par de hermanos, hermano y hermana, bajo su ala.

¿Cómo conseguía hacer que sus piernas temblasen? Con cada roce, Cullen, inconscientemente, incitaba los deseos más indecentes en Bells y sus acercamientos fraternales hacían que el corazón del muchacho latiera de manera incontrolable. Y, aunque haberse disfrazado de un joven fuera muy divertido, estaba convencida de que como mujer se lo pasaría aún mejor. Y, después de una cálida caricia de sus labios, Bells se juró a sí misma que no volvería nunca más a ser un hombre.

 

 

Adaptacion de los personajes de Crepusculo con el libro "THE SWITCH" de LYNSAY SANDS

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Capítulo 3: TRES

El posadero era un hombre grandote y áspero. Bells se sentó en una mesa, aceptó la cerveza que el hombre le acercó, luego la bebió mientras consideraba cómo sacar el tema de la pistola. Después de un momento, ella miró alrededor de la sala vacía excepto por la presencia de ella y el posadero.

— ¿Hay algo más que quieras?

— Compañía, si no le importa. Siéntese.

Ensanchando los ojos, vaciló un momento, después fue a traer otra jarra para él.  Cuando volvió él se sentó enfrente de Bells, y ambos bebieron en silencio un rato.

— He oído que estos caminos pueden ser peligrosos, comentó ella finalmente.

— Si. El posadero asintió solemnemente. Pero yo no me preocuparía, con tú juventúd y la habilidad del lord van a viajar bien.

Bells sacudió la cabeza.

— Él me enseñó hoy a disparar.

El posadero asintió. Los había visto a los dos en el campo esa tarde.

— Vas a aprender, dijo teniendo piedad por un joven con tan mala puntería.

Bells levantó la vista,  y sonrió amargamente.

— Si, con mucha práctica.

Inclinándose hacia adelante, el posadero volvió a llenarle la jarra, y Bells lo miró sorprendida. No se había dado cuenta que había estado bebiendo tan rápidamente. Determinada a demorar el consumo de alcohol, le preguntó:

— ¿Tienes una pistola?

— Oh, si. Una muy buena. ¿Quieres verla?

Bells asintió con impaciencia y el hombrote salió de detrás de la mesa y se apresuró a salir de la sala.

Bells bebió cerveza mientras esperaba, animándose cuando reapareció el hombre con la pistola. 

— Ahí tienes. Él colocó la pistola sobre la mesa, después sirvió más cerveza para  ambos mientras Bells tomaba la arma. Parecía un arma muy buena.

Sus ojos se agrandaron cuando notó las iniciales RN tallados en la pistola, adivinando correctamente que un posadero no sería capaz de pagar por un arma de tanta calidad.

— Me la dio un lord, anunció el, notando su interés en las iniciales. Como no  pudo pagar la cuenta de la posada. Había perdido todo su dinero apostando a los naipes.  Yo lo atrapé tratando de escaparse en medio de la noche. Él me dio la pistola como modo de pago.

— Una mala idea. Escaparse de una posada en medio de la noche.

Bells casi volcó la jarra con cerveza ante esas palabras y miró a un costado para encontrar a Cullen de pie a su lado, teniendo diversión en los ojos.

— Pensé que te habías ido dormir, mi lord, comentó ella irritada, moviéndose incómodamente su asiento y pasándole al posadero  la pistola.

— Hemos dormido todo el día, señaló Cullen, tomando  asiento. No se levante, le dijo al posadero. Sólo quiero unirme a la conversación.

— Le traeré cerveza,  dijo el posadero, apresurándose a dejar la mesa.

Bells lo observó irse con un suspiro. El hombre estaba contento. No era muy a menudo, supuso ella, que dos miembros de la nobleza se sentaban a beber con él. Era una  lástima que ella no pudiese compartir su alegría, porque en ese minuto, Bells deseaba que Cullen estúviese en cualquier lado menos allí.

— Hay un día de viaje desde la siguiente posada en que pararemos hasta Londres.

Bells miró a Cullen mientras él continuaba.

— Voy a enviar a un mensajero desde allí para que traiga mi carruaje. Es cerrado, y pienso que sería mejor si tú y tú hermana no son vistos llegando a Londres. Pueden  quedarse en mi casa de la ciudad y les presentaré como mis primos. Eso deberías darles algo de tiempo antes que tú tío descubra su paradero. Con algo de suerte, tendremos a Beth casada antes que llegue ese momento.

Él se mantúvo en silencio por un momento, luego continuó con sus planes para ellas. Yo te llevará a un joyero al día siguiente que lleguemos. Él te dará un precio justo por las joyas de tú madre. No te recomendaría venderlas todas al mismo tiempo. Apenas lo suficiente como comprar ropa adecuada y hacer algunas inversiones. Estoy viajando a  Londres  para invertir en una nueva empresa. Puede que desees considerar la idea. Es una empresa un poco ariesgada, pero si todo sale bien, puede ser muy aprovechosa económicamente.

Bells simplemente lo observaba atontada por todo lo que él decía. Él estaba  ofreciendo mucho más que protección, y lo que le ofrecía la asombraba. Un hogar, protección, y ayuda financiera. Con su ayuda, ella podría amásar una fortúna y Beth podría casarse con un hombre bueno que le gustase...

Todo eso sería perfecto si ella realmente fuese Bells y no Bells, se recordó  ella a sí misma y suspiró. De las dos, Beth no era quien realmente estaba en peligro.

Ella habría tenido el desgraciado destino de tener que casarse con Biers, y ahora podría casarse con otro hombre. El peligro verdadero era el de Bells porque  difícil-mente podría encontrar un marido vestida de hombre.

Suspirando, Bells sacudió la cabeza. Había sido una linda y breve ilusión, pero  no podrían arriesgarse a que Beth túviese una presentación social en Londres. Incluso si lo hacía con un nombre falso. La opción más segura era huir a Jasper. Entonces se determinó a esperar a Cullen se fuera a dormir, y luego hablaría con el posadero sobre el arma.

— El muchacho parece un poco descompuesto, mi lord, comentó el posadero divertido. No está acostúmbrado a la bebida fuerte, diría yo.

Cullen miró la expresión algo perdida de Bells y sonrió maliciosamente.

— Y yo  diría que tienes razón. Cullen se estiró rápidamente para agarrar al muchacho por el  del cuello de su camisa cuando repentinamente se tambaleó hacia adelante en su asiento y estúvo a punto de estampar su cara contra la superficie de la mesa.

— Está borracho, se rió el posadero.

— Si. Suspirando, Cullen se enderezó, levantando el cuerpo del muchacho en sus brazos.

— Un chico demásiado flaco, ¿verdad? comentó el posadero, echando un vistazo al muchacho que yacía inconsciente en los brazos de Cullen. Se parece mucho a su hermana. Y también se mueven muy parecido. Será un hombre muy elegante cuando crezca.

— Si. Cullen se dirigió hacia las escaleras. Habrán alguna monedas adicionales cuando le pague mañana. Gracias por su compañía y por la cerveza.

— De nada, mi lord. Fue un placer.

Cullen llevó a Bells hasta su cuarto, echando un vistazo curioso a la cara del muchacho mientras se movía. La semejanza entre los mellizos era algo asombroso, y ahora que el posadero lo había mencionado, era cierto, actúaban y se movían de un modo muy semejantes. El muchacho podía parecer algo afeminado en ciertas ocasiones. El ya lo había notado. Probablemente eso se debía a que pasaba mucho tiempo en   compañía de Beth. Cullen acomodó el cuerpo inconsciente del muchacho en sus brazos para abrir la puerta del cuarto. Sin duda Él cambiaría esos modales afeminados  con algunas horas de compañía másculina. Eso lo había visto claramente durante la conversación de la cena, los hermanos pasaban la mayor parte, si no todo el tiempo juntos. Eso no era sorprendente dado que el único pariente que tenían cerca era su tío.

Cerrando la puerta con el pie, Cullen fue hacia la cama y colocó al muchacho suavemente sobre ella, sintiendo una extraña sensación alivio cuando lo hizo. No se sentía para nada cómodo tocando a ese muchacho.  Había notado eso esa tarde mientras que le enseñaba a disparar. Una sensación extraña que había experimentado esa tarde cuando se había colocado detrás del muchacho, con una mano apoyada en su hombro,  y la otra sobre su mano para ayudarlo a apuntar. Su mente rechazaba ahora ese recuerdo, al mismo tiempo que se alejaba físicamente de la proximidad de Bells.

Cullen tenía una energía sexual sana y había estado  con  muchas mujeres en su cama. Se sentía absolutamente sorprendido por su reacción física ante este jovencito delgado. Probablemente se trataba la semejanza física del muchacho con su hermana, decidió él repentinamente, aliviado con esa simple explicación. Habían pasado dos semanas desde que había estado con su más reciente amante. Sin duda esa prolongada abstinencia, sumada a la semejanza asombrosa del muchacho con su hermana, lo que  había causado esa reacción confusa en él.

La explicación tenía perfecto sentido. A pesar del hecho que no había tenido la misma reacción al tocar a la muchacha cuando la había cargado dentro de la posada el día de su llegada, Cullen decidió que realmente era Beth hacia quien se sentía atraído. Siempre había tenido debilidad por las curvas suaves, y la muchacha tenía abundantes curvas. Era hacia Beth hacia quien su cuerpo reaccionaba cuando tocaba a su hermano.

Cullen estaba tan desesperado por creer eso que podría ser haber llevado a esa  muchacha a su cama, pero él no estaba interesado en el matrimonio a y Beth no era la clase de muchacha con quien se pudiese jugar al amante. Especialmente no cuando se suponía que ella estaba bajo su protección. Cullen supuso que debería hacer una visita a un burdel una vez que llegaran a  Londres. Entonces todo estaría en orden.

Su mirada bajó  hacia el muchacho que dormía en su cama y él asintió. Llevaría a Bells con él al burdel. El muchacho probablemente necesitaba hacer su debut sexual.

Cullen no se cuestionó cómo era que él sabía que el muchacho era inocente e ignorante de temás sexuales, simplemente daba por sentado ese conocimiento.  Tampo-co se cuestionó por qué se sentía tan reticente a desvestir al muchacho y prepararlo para dormir. Se dio vuelta y fue hacia el otro lado de la cama y simplemente comenzó a desnudarse. Se había quitado la capa y la camisa y estaba por desabrochar sus pantalo-nes cuando vaciló. Su mirada fue hacia el muchacho de cara dulce yaciendo en su cama, entonces decidió dejarse los pantalones puestos y evitar usar una camisa de dormir esa noche. Tampoco se cuestionó esa decisión mientras apagaba la vela, luego se metió en la cama, cuidando que ninguna parte de su cuerpo tocara al muchacho debajo  de las sabanas.

Cullen soñaba con su última amante, Lena. Estaban abrazados en la cama. Ella le murmuraba cosas dulces, sus labios carnosos colocando besos sobre su pecho  mientras que con una mano ella acariciaba su miembro.

Suspirando agradablemente, él abrió los ojos y abrazó al cuerpo a su lado, luego  se puso rígido. El cuerpo de sus brazos no era un cuerpo femenino. Era Bells Swan dormido. La mano que él había soñado estaba acariciando su miembro en realidad era la rodilla del muchacho colocada sobre sus piernas .

El muchacho estaba abrazado a él como lo estaría una puta caliente en una noche de invierno, y peor todavía, Cullen respondía a la proximidad de una manera que ni siquiera una  puta haría.  Estaba duro como un garrote.

Maldiciendo, luchó para salir de debajo del muchacho con un ataque de pánico, se puso de pie velozmente, y se dio vuelta para mirar ferozmente al muchacho como  todo eso fuera su culpa.

Despertado por los movimientos bruscos de la cama, Bells se incorporó repenti-namente, mirando a su alrededor alarmada.

— ¿Qué? ¿Qué pasa? gritó el muchacho. Bells estaba medio dormido, pero había captado el pánico de Cullen y miraba a su alrededor buscando una explicación. El primer pensamiento del muchacho fue que habían sido robados. Rodando sobre su estómago, se inclinó sobre la cama para mirar debajo de ella. Se mostró visiblemente relajado cuando vio los  bolsos estaban  allí. Arrastrando uno de debajo de la cama, lo abrió, y luego suspiró con alivio cuando vio que las joyas no habían sido robadas.

Cerrando los ojos, el joven tomó un par de respiraciones profundas, luego  miró de nuevo a Cullen, quien todavía estaba parado al lado de la cama, observándolo furiosamente. Hubo desconcierto en la cara del muchacho, quien se enderezó la peluca en la cabeza y volvió a preguntar.

— ¿Qué pasa?

Parpadeando, Cullen contempló al muchacho por un momento, después desvió la mirada. Bells no tenía ni idea de lo qué había sucedido. Una mirada a la ingle del muchacho  fue suficiente  para darse cuenta que Bells no se había sentido excitado en  lo más mínimo  por el encuentro de los cuerpos en la cama.

 Dándole la espalda al muchacho, Cullen observó su propia erección.  Tomó la  camisa y se la puso rápidamente, mientras murmuraba,

— Una pesadilla, como única explicación. Acabó de vestirse rápidamente, y todavía podía sentir la mirada desconcertada de Bells perforándole la espalda. Una vez que acabó de vestirse, Cullen agarró su bolso y fue hacia la puerta. Lávate, luego   despierta a tú hermana. Nos vamos tan pronto como hayamos comido. Y cerró la puerta detrás de sí con un golpe.

 

Sacudiendo la cabeza y reflexionando sobre las particularidades inexplicables de los hombres, Bells miró dentro el bolso que había sacado de debajo de la cama. Cerrándolo rápidamente, ella fue hacia la fuente con agua para lavarse, su mente repasaba lo que había ocurrido la noche anterior.  Había dejado a  Cullen durmiendo, luego había ido abajo para hablar con el posadero sobre la pistola. Parecía que su plan  había fallado. No podía recordar mucho de la última parte de la noche. El posadero había vuelto a llenar su jarra con cerveza y ella había continuado bebiendo. No había sido su intención, pero de alguna manera cada había tomado demásiada cerveza.  Tampoco se acordaba cómo había llegado a la cama. Supuso que el hecho que hubiese despertado en la cama significaba que no había  podido comprar la pistola.

Suspirando, ella miró brevemente en la puerta cerrada, luego se sacó la peluca. Se rascó el cuero cabelludo con ambas manos, mientras iba a uno de los bolsos a buscar   un cepillo. Sentándose en la cama, desató su cabello que le llegaba hasta la cintúra y se  pasó el cepillo. El cabello estaba graso al tacto, y se imaginaba que luciría peor de lo que se sentía, pero no estaba sorprendida. Había estado usando esa maldita peluca durante dos días y dos noches.  Pero eso no era tan incómodo como la faja que le sujetaba los  pechos.

Bells hubiese adorado poder liberar a sus pechos de ese aprisionamiento, pero sólo túvo tiempo tomar una respiración profunda o dos. Le gustaría poder lavarse el pelo y gozar de un baño largo en la tina. Pero esas fantasías eran demásiado peligrosas como para intentarlas. Cullen podía volver en cualquier momento. Pensar en él la hizo suspirar con tristeza. En el momento de despertarse. No había evaluado el hecho de que no había logrado comprar la pistola y que no había podido escaparse con Beth. Ahora lo hacía. Eso significaba otro día viajando alejandose del destino planeado.

Colocando el cepillo a un lado, se volvió a atar el cabello y luego escondió la larga  trenza dentro de su camisa.

En verdad  no podría decir que realmente se sentía apesadumbrada por no haber podido escaparse. Cullen había sido bueno con ellas. Y no se sentía cómoda con la idea de escapar  furtivamente y abandonarlo en medio de la noche.

Un golpecito en la puerta hizo que se tensase brevemente. Rápidamente Bells se colocó la peluca en la cabeza y se puso de pie cuando la puerta se abrió, relajandose cuando vio a Beth.

— Oh, qué  bueno. Estás sola. Entrando, ella fue al lado de Bells y se paró.

— No conseguir una pistola, Bells comenzó a hablar disculpándose.

— Bien, dijo Beth repentinamente. Cuando Bells parpadeó sorprendida, ella se encogió los hombros. Realmente no deseaba escaparme de Lord Cullen. Además, se  me ha ocurrido que Londres puede ser un mejor lugar para nosotras por ahora.

— Piénsalo. ¿No sería mucho mejor llegar a Jasper con dinero en efectivo en vez de joyas? Y con la ayuda de Cullen, seguramente vamos a conseguir una buena cotización por las joyas de mamá. Luego podremos viajar a Jasper... si es necesario.

La mirada de Bells se estrechó ante ese final. 

— ¿Qué  quiere decir si es necesario?

— Bien... Ella apretó sus labios levemente. Se me ocurrió que podríamos tener nuestra presentación social en Londres.

— Beth, ¡eso no es posible! Le respondió Bells.

— ¿Por qué no?

—¿Qué quieres decir con Por qué no? La respuesta es obvia. Tío Billy oiría hablar de nuestra aparición en Londres, y no queremos eso, ¿verdad? 

— ¿Por qué tendría que enterarse?

— ¿Por qué no? Bells replicó impacientemente. Él no se enteraría si no damos nuestros nombres verdaderos, respondió Beth simplemente.

Bells hizo una mueca.

— Oh, si. Estoy segura que con nombres falsos el truco nos va a salir bien.  Beth,  cuántos gemelas identicas piensas que hay en Inglaterra? ¿Y cuántos de ellas crees que tienen nuestra edad y que hagan su presentación social este año? ¿Y cuántos de esas gemelas crees que  tienen ojos y cabello marrón?

— ¿Por qué tenemos que decir que somos gemelas?

— ¿No  te parece que lo notarían? Preguntó Bells secamente.

— No. No lo creo... Bells.

Bells se posó rígida cuando ella usó ese nombre, y entonces comprendió. Eso fue seguida por una puntada de dolor que ocultó dándose vuelta y alejándose.

—  Ya veo. Quieres que continuemos con esta charada para que puedas hacer tú debut social, murmuró ella con tristeza.

— Bells, susurró Beth, estirando la mano para tocar su brazo, pero su hermana se alejó.

— Está bien.

— No.  Me entendiste mal. Yo pensé que la dos podríamos encontrar marido.

Bells se rió amargamente

— Sería muy difícil que yo lograse atraer a un marido vestido de varón, hermana.

— No si nos túrnamos para vestir de varón. Cuando Bells la miró perpleja, Beth le explicó. Podríamos hacer de Bells, una vez tú y una vez yo. Una noche tú seras  el hermano y yo la hermana, y al  noche siguiente cambiamos los papeles. De esa manera podemos conocer a los candidatos. Eventúalmente podríamos contarles la verdad cuando estemos seguras que son los hombres con quien queremos casarnos.

Bells paralizó ante la idea y luego miró a su hermana.

— ¿Nos túrnaríamos en el papel del  muchacho?

Beth asintió solemnemente, sus labios se arquearon levemente después de un momento para arruinar el efecto que había causado. Pero de verdad, me parece que tú te diviertes  mucho en el papel del chico, Bells.

— ¿Divertirme? Sus cejas se arquearon con enojo.

— Si. Bueno, eso parece. Lord Cullen te enseñó ayer a disparar. Anoche te quedaste despierta toda la noche y bebiste hasta desmayarte por la borrachera.

— ¿Desmayarme por la borrachera? Bells miró a su hermana, horrorizada.

— Si. La esposa del posadero me contó todo. Su marido le contó que bebiste un montón de cerveza, y que luego te desplomáste como un pescado. Lord Cullen túvo que llevarte hasta la cama y acostarte.

— Oh, no. Bells se sentó pesadamente en la cama.

Beth la miró curiosamente por un momento, luego comentó.

— No pareces estar sufriendo por eso hoy, ¿verdad?

Bells parpadeó ante esas palabras, luego respondió.

— No, no. Me siento bien.

— Hmm. El tío Billy siempre se quejó de un terrible dolor de cabeza a la mañana siguiente de una noche de excesos.

— Si, concordó Bells. El tío se ponía insufrible cuando tenía resaca.

— Pero papá nunca sufría la mañana siguiente de una borrachera, ¿verdad? 

— No. Beth sonrió abiertamente. Eso hacía que uno se sintiese alentado a embo-rracharse.

— Beth, Bells la retó con más diversión que reproche.

— Bien, y ¿por qué no?  Tú siempre tienes toda la diversión. Beth dijo las palabras provocativamente, luego suspiró repentinamente y admitió. A veces me canso de ser  siempre la comprensiva y la  razonable, ya sabes a que me refiero.

Bells quiso protestar, pero de repente recordó su enojo de la noche anterior, cuando Beth había esperado que ella produjese un plan que resolviese todos sus proble-más. Esas habían sido las funciones natúrales de las gemelas . Bells siempre había sido  quien generaba los planes y las ideas, y Beth, con natúraleza razonable, era quien los aprobaba o los rechazaba. En caso que Beth desaprobaba, Bells creaba otra plan. Si ella aprobaba, Bells era quien ejecutaba el plan. Bells se daba cuenta ahora que había dependido de la razonabilidad Beth, así como Beth había dependido de su capacidad de generar ideas.  Hoy las cosas habían cambiado y Beth había traído un plan.

— No es malo intentar un cambio, hay que cambiar de zapatos de vez en cuando,  murmuró Bells.

Beth no entendió.

— ¿Qué?

— ¿No recuerdas el cuento que mamá nos contaba? Ese  ¿sobre una princesa que tenía un  par de zapatos  muy pero muy cómodos? Su prima fue visitarla un día y usaba unos zapatos color rojo con hebillas de plata. Los zapatos eran demásiado pequeños para la princesa. Pero ella insistió en probárselos y los usó hasta que sus pies se ampollaron. Cuando volvió a ponerse los zapatos viejos le agradeció al cielo. Madre decía que la moraleja de la historia era que toda persona debe probarse un nuevo par de zapatos de vez en cuando, aunque sólo sea para descubrir que prefiere los zapatos viejos. 

Beth sonrió.

— Madre era muy inteligente, ¿verdad?

— Si. Y papá también. Bells suspiró. Los extraño mucho a los dos.

Sentándose en la cama a su lado, Beth deslizó su mano sobre sus hombros y la apretó suavemente.

— Yo también.

Ellas estúvieron en silencio por un rato y, a continuación, Bells habló abruptamente.

— Entonces iremos a Londres, convertiremos nuestras joyas en dinero, comprar un nuevo guardarropa, y nos encontramos  un par de maridos muy guapos. Sonriendo, ella miró a su hermana. Por Dios, Beth. Creo que acabas de inaugurar el uso de tú cerebro produciendo un plan. ¿Crees que  va a  funcionar?

Beth se encogió los hombros.

— No puede lastimarnos intentarlo. Siempre podemos huir a Jasper si no sale bien.

— Hmm, Bells asintió, y luego sonrió. Es casi demásiado perfecto. Anoche, Cullen nos ofreció su vivienda y presentarnos como sus primos. 

— ¿Lo hizo? Beth abrió los ojos muy sorprendida. Eso es bueno.

— Si.

— ¿Crees que deberíamos decirle que dos somos mujeres? preguntó Beth, preocupada.

— No, si quieres  descubrir cuales son las ‘cosas divertidas’ que un hombre puede hacer.

Beth asintió.

— Entonces tenemos que mantener el secreto.

—  ¿Aun  deseas hacer eso del cambio de papeles? ¿Quieres hacerlo ahora?

Beth dudó y, luego, sacudió la cabeza murmurando,

— Tal vez cuando lleguemos a Londres.

Los ojos de Bells se iluminaron divertidos.

—  ¿Tienes miedo de compartir una cama con Lord Cullen? Es muy poco probable que  salte sobre ti vestida como varón.

Beth sonrió ligeramente, pero se encogió los hombros.

— Igualmente prefiero esperar.

— Como quieras, Beth.

La apertúra de la puerta hizo que ambas se dieran vuelta hacia Cullen mientras él  las observaba.

— ¿Qué les está llevando tanto tiempo? Vamos, tenemos que comer y ponernos en marcha. 

— Sí, mi lord. Bells le sonrió ampliamente, y luego se inclinó para alzar uno de los  bolsos de al lado de la cama. Beth se movió para tomar el  otro, pero Cullen estaba allí delante de ella.

— Yo lo cargaré, muchacha. No te hagas problemás. Es demásiado pesado. Vengan, vamos abajo. Cuanto antes desayunemos, antes podremos partir a casa. Mañana ustedes gozarán de la comodidad del carruaje para llegar a la ciudad.

— Suena bonito, Beth murmuró al salir por la puerta, y le sonrió a Bells. Si,  sería genial poder disfrutar de la comodidad de un carruaje después de los días que había pasado con el trasero pegado a la dura silla de montar.  Si sería como tocar el  cielo con las manos.

 

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JAJAJAJA Y AQUI COMIENZA LA AVENTURA, ESTA HISTORIA ESTA LLENA DE DIVERSION, ENREDOS, AVENTURA, MAS EN REDOS, AMOR, MAS ENREDOS, ROMANCE, MAS ENREDOS JAJAJA. ESPEREMOS UN FINAL FELIZ ANTES DE QUE BELLS TERMINE VOLVIENDO LOCO A EDWARD, POBRECITO, AUNQUE HAY QUE ADMIRAR EL CORAJE DE ESTAS GEMELITAS TAN TREMENDAS, ¿EN CONTRARAN UN MARIDO PARA CADA UNA? ¿MANTENDRAN SU FARSA FRENTE A EDWARD? Y LA MEJOR PREGUNTA ¿QUE PASARA CON LAS DAMITAS CUANDO CONOZCAN AL MELLIZO BELLS? JAJAJAJA NO SE LO PUEDEN PERDER.

 

GRACIAS A TODAS POR SU APOYO, POR SUS PALABRAS DE ALIENTO, POR TODO UN INFINITO GRACIAS, LAS VEO AQUI, TODOS LOS DIAS, BESITOS

Capítulo 2: DOS Capítulo 4: CUATRO

 
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