MI RENDICIÓN

Autor: kdekrizia
Género: + 18
Fecha Creación: 14/08/2013
Fecha Actualización: 07/11/2014
Finalizado: NO
Votos: 47
Comentarios: 274
Visitas: 113052
Capítulos: 64

A veces el primer paso para tomar el control es rendirse.

Bajo el engañosamente suave exterior Bella Swan es una mujer que sabe exactamente lo que quiere. Un hombre fuerte que la tome sin preguntar, porque está dispuesta a darlo todo...

El policía de Dallas Edward Masen, está en una misión: encontrar el hombre que mató a su compañero y llevarlo ante la justicia. Hasta ahora, ha encontrado un vínculo entre el asesino y Bella, y si Edward ha de acercarse a ella para atrapar al asesino, que así sea.

Bella es dulce y femenina, todo lo que Edward necesita y desea en una mujer, pero sospecha que ella está jugando. De ninguna manera va a permitir que un hombre tenga la última palabra en su relación. ¿O sí?

Bella ve en Edward un hombre fuerte, dominante como ella necesita, pero él parece decidido a mantener a distancia. Entonces decide tomar el asunto en sus propias manos para demostrarle a él que no es un juego. Ella está dispuesta a entregarse al hombre correcto. A Edward le gustaría ser ese hombre. Pero la captura del asesino de su compañero tiene que ser su primera prioridad. Hasta que Bella se ve amenazada y Edward se da cuenta que va a hacer todo por protegerla.

BASADA EN SWEET SURRENDER DE MAYA BANKS

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 21: CAPÍTULO 21

Capítulo Veintiuno

 

 

Descubrirlo probó ser más frustrante de lo que ella había imaginado. Si Bella estaba decidida, entonces Edward estaba más decidido. Decidido a evitarla. Eso era lo que iba a hacer.

Ella había ido a su departamento no mucho después de la visita de Carlisle. Él no había respondido a la puerta, incluso aunque ella sabía malditamente bien que él estaba en casa. Cobarde. Luego, ella había ido por Cattleman’s donde sabía que él se había estado juntando con Jasper y los otros. Sólo cuando ella llegó, Edward hizo una rápida retirada, murmurando algo acerca de una cita que había olvidado. Y Jasper la había mirado fijamente, sondeo suficiente para que ella se diera cuenta de que al menos sabía una parte de lo que había hecho.

Infiernos. Al menos ahora sabía cómo le había llevado Edward su auto a su departamento. Por lo menos él no le había pedido a Jacob que fuera con él. Tendría que haberlo matado si lo hubiera hecho.

Bella se terminó quedando y tomando algo con Emmett, Jacob y Jasper, ya que iba a ser muy sospechoso si se iba tras los talones de Edward. Por lo que se quedó dando vueltas como si no hubiera ido por Edward después de todo.

Y Jasper la había mirado toda la noche como si quisiera sacarle a la fuerza todos sus secretos fuera de su cabeza. En el momento en que terminó por irse, no pudo salir lo suficientemente rápido.

El domingo fue más de lo mismo. Fue al departamento de Edward temprano. Él no abrió la puerta. Lo que era bastante tonto. Ella lo vio irse temprano en la tarde, y estuvo tentada a seguirlo, hasta que pensó cómo se vería haciendo eso. Lo atraparía en el trabajo a la mañana siguiente. No la podía evitar para siempre.

La mañana del lunes ella se aseguró de estar en la oficina temprano. El café estaba hecho, y esperaba que Edward hiciera su aparición. El entró con Jasper y no le dirigió la mirada. Jasper estaba más que feliz de tomar una taza de café y llenar su boca con una rosquilla. Pero Edward se retiró a su oficina, dejando a Jasper atrás.

Con los labios serios, ella sirvió una taza de café para Edward, cogió otra rosquilla y se dirigió a su oficina. Si él la había bloqueado, que Dios la ayudara, tiraría la puerta abajo.

No estaba bloqueada, pero le fue difícil abrir la puerta con las manos ocupadas. Mientras ella entraba empujando la puerta con el hombro, el levantó la vista de su escritorio.

— ¿Qué diablos intentas hacer, quemarte?—Exclamó el mientras corría hacia ella para tomar el café de sus dedos vacilantes.

Ella dejó de un golpe la rosquilla en su escritorio y lo miró.

—Estaba siendo agradable. Amigable. Tú sabes, sociable. Algo que no puedo decir de ti.

Él tragó fuerte y emitió un sonido de cansancio.

—Mira, Bella, es mejor… es mejor si sólo nos olvidamos que la noche del viernes alguna vez pasó. No puedo ni empezar a decirte cuánto lamento haberme pasado tanto de la raya…

Ella entrecerró los ojos y puso una mano en la cadera.

—Bueno, yo no…

Él parpadeó confundido.

— ¿Tú no qué?

—Yo no lo lamento—Dijo ella con los dientes apretados. Plantó las manos en el escritorio y se inclinó hasta mirarlo fijamente a los ojos. —Que pretendas que no pasó no lo hace realidad. Pasó, Edward, y yo quiero hablar de eso en lugar de olvidarlo. No puedo olvidarlo.

Él le tomó el mentón con la mano.

—Bella, déjalo. Por favor. Nada bueno puede venir de nosotros si lo recordamos. Quería enseñarte una lección. No me gustaba la idea de que estuvieras en ese lugar. Eres una chica dulce. Me gustas un montón. Espero que nunca vuelvas. Se suponía que no te tenía que gustar.

Llamas le quemaban desde el cuello hasta la cabeza y la amenazaban con desbordarse y explotar.

Chica dulce. Enseñarte una lección. ¿Qué jodida mierda era toda esa bazofia?

Trató de hablar, pero no le salió nada. Sinceramente estaba demasiado molesta para formular una frase coherente e incluso una incoherente.

Finalmente alzó las manos y dejó escapar un arrggg antes de salir de la oficina. En el momento en que salió estaba hecha un hervidero. Jasper hizo una rápida escapada en cuanto le echó una mirada. Tipo inteligente.

Una vez que él se fue, ella hizo algo que raramente había hecho. Cerró la puerta de su oficina de un golpe, una clara advertencia a que nadie entre. Podía contar con una mano las veces que había recurrido a tan drástica medida desde que entró a trabajar para Charlie. Pero ahora, ciertamente, lo calificaba como necesario en ese momento.

Arrojó las rosquillas a la basura y tiró el café por el desagüe, sin importarle que los demás no tuvieran la culpa, tenían que sufrir su ira tanto como Edward.

Cuando terminó con su rabieta, se dejó caer en su silla giratoria y alzó la mirada al techo.

Necesitaba unas vacaciones. Un descanso. Algo. Entre su madre llevándola a beber, su aventura en un club de sexo atrevido, y Edward volviéndola loca, estaba lista para un traje blanco de fuerza y para ser llevada a una celda acolchada. Huir no era algo que alguna vez haya tenido intención de hacer. Toda su vida había afrontado las cosas, aun cuando eso significaba apoyar a una madre incompetente y sus muchos vicios. No, Vella no era una cobarde. Tenía demasiado arraigada la ética de trabajo. Lo más cerca que había estado de huir fue cuando su madre tenía una sobredosis y Charlie y Jacob habían llegado y la arrastraron a su casa con ellos.

¿Pero ahora? Escapar de la locura en que se había convertido su vida en las últimas semanas se había vuelto muy atractivo. Tal vez debería pedirle a Charlie unas vacaciones. Sabía que se las concedería en un latido de corazón porque nunca se había tomado ningunas.

—Salir huyendo—murmuró.

Las vacaciones sonaban a la vez horribles y buenas. Realmente tendría que considerarlas.

Un golpe cauteloso sonó en la puerta, y ella miró en esa dirección, preguntándose quién era el valiente tonto que se arriesgaba a su ira.

Emmett asomó la cabeza por la puerta y la miró inquisitivamente.

—Buenos días Bella. Yo, ah, sólo quería saber si estabas bien.

—Síndrome premenstrual—dijo ella, sabiendo que era lo único que lo haría disparar hacia otra dirección. Y tenía razón. No pudo haber salido más rápido.

Ella se rió cuando el cerró la puerta en un nanosegundo. Los hombres eran como gatitos.

—Entonces, ¿Qué coño hiciste para enojar tanto a Bella? Aparte de meterte en su noche de hedonista deleite—Dijo Jasper mientras él y Edward se dirigían a su camión para realizar un trabajo.

Jasper buscó a tientas en la guantera y sacó una caja de cigarrillos. Encendió el cigarro cuando se alejaban del estacionamiento y luego inhaló profundamente cerrando brevemente los ojos.

—Veo que no has dejado de fumar todavía—Observó Edward. Jasper abrió la ventana y tiró las cenizas.

— ¿Vas a responder mi pregunta?—preguntó haciendo caso omiso de la declaración de Edward.

Edward suspiró.

—La estoy evitando, y aparentemente, eso la enoja.

— ¿No te puedes imaginar por qué?—dijo Jasper secamente.

—Es para mejor.

Jasper dio una larga calada a su cigarrillo y miró triste e intensamente la punta que brillaba.

—Malditas cosas que van a matarme. Pero pasé muchos años fumando en el trabajo. Es duro como el infierno dejar el hábito.

— ¿Por qué lo has dejado?—Preguntó Edward curiosamente.

— ¿El trabajo o los cigarrillos?—Bromeó Jasper.

Edward rió.

La expresión de Jasper se tornó seria.

—Tuve lo suficiente.

Por un momento, Edward pudo jurar que leyó una profunda tristeza en la mirada de Jasper. Jasper  lanzó el cigarrillo por la ventana y enseguida tomó otro. Sus dedos temblaban mientras buscaba a tientas el encendedor. Edward sentía que había mucho más que su “tuve suficiente” pero no se sentía cómodo insistiendo, y Jasper no parecía inclinado a ofrecer una explicación más detallada.

Viajaron en silencio unos minutos hasta que Jasper tiró la colilla por la ventana y miró a Edward.

—No puedes evitarla para siempre, lo sabes. Ella se merece más que eso, de todas maneras.

Edward no respondió, pero ¿Qué podría decir?

 

Bella suspiró cuando oyó unos golpecitos en la puerta de su oficina. Como no respondió, la puerta se abrió, y Emmett asomó tentativamente la cabeza.

— ¿Es seguro entrar?—preguntó.

— ¿Te irás si te digo que no?

—Uh, no, necesito un favor—Dijo él, dándole una sonrisa encantadora.

—Tú eres o muy valiente o muy tonto—Murmuró ella.

Su sonrisa se agrandó mientras entraba en la habitación.

—Mi madre siempre decía que yo era el chico más brillante…

— ¿Tus hermanos eran estúpidos?—preguntó ella secamente.

Él adoptó una expresión herida y se agarró el pecho. Se encaminó hacia ella y se encorvó en una silla enfrente de su escritorio, todavía agarrándose el pecho como si se hubiera infligido un golpe mortal.

— ¿Cuál es el favor?—preguntó ella resignada. Para su sorpresa, sus mejillas se oscurecieron. Ella alzó una ceja, intrigada por su reacción.

—Yo, uh, me preguntaba si me acompañarías a perforarme la oreja—Murmuró él.

Su boca cayó abierta, y la risa burbujeaba en su garganta.

— ¿Lo vas a hacer, de verdad?

Él se inquietó y se frotó la oreja izquierda.

—Sí. Eso creo. Pero no sé a dónde ir. Bueno, de ninguna manera a un lugar donde me sienta como un tonto

—Conozco el lugar justo—Dijo mientras agarraba el teléfono. —Puedo llevarte donde me arreglo el cabello y que Rose te perfore la oreja, las chicas de allí van a adorarte.

— ¿Chicas?—Él se animó visiblemente.

—Sí. Es un sitio de Chicas.

Definitivamente parecía interesado, pero luego frunció el ceño.

—No vas a decirle a nadie donde vamos, ¿Verdad?

Ella se rió.

—Me deberás un favor, pero no, no le diré a nadie. Tal vez pueda inscribirte a algunas sesiones de bronceado, para que tu cabeza se acomode a tu cuerpo. —Dejó su mirada vagar por los brazos bronceados. Luego se acercó y le paso la mano por la cabeza calva.

El frunció el ceño.

— ¿No me estarás convirtiendo en un marica metrosexual?

Los hombros de Bella temblaban de alegría.

—Dios nos libre. Qué lástima que no tengas experiencia en un spa. Rose también da masajes.

— ¿Masajes?

—Sí. Pero tendrías que desnudarte—Ella se mordió los labios para reprimir la sonrisa.

— ¿Y hay otras mujeres desnudas ahí?—preguntó el. Ella perdió la batalla y se rio. — ¿Tú te desnudas cuando vas?—Preguntó Emmett, como si la idea recién se le ocurriera.

—Como si te lo fuera a decir.

—Vamos Bella, dale un hueso a este chico.

Ella sonrió.

— ¿Quieres que llame a Rose y le pida que te reserve un paquete completo?

Él la miró con recelo.

—No estoy tan seguro de esto. La liga de los hombres viriles me revocaría el pene si esto sale mal…

Bella puso sus ojos en blanco.

—No seas tan imbécil. ¿Quién se va a enterar? Qué podría ser peor que tener una mujer que te haga sentir bien por media hora.

—Precioso.

— ¿Cambiaste de opinión?

— ¿Y tú juras que no le dirás una palabra de esto a nadie?

Ella levantó dos dedos.

—Lo juro.

Capítulo 20: CAPÍTULO 20 Capítulo 22: CAPÍTULO 22

 


Capítulos

Capitulo 1: CAPÍTULO 1 Capitulo 2: CAPÍTULO 2 Capitulo 3: CAPÍTULO 3 Capitulo 4: CAPÍTULO 4 Capitulo 5: CAPÍTULO 5 Capitulo 6: CAPÍTULO 6 Capitulo 7: CAPÍTULO 7 Capitulo 8: CAPÍTULO 8 Capitulo 9: CAPÍTULO 9 Capitulo 10: CAPÍTULO 10 Capitulo 11: CAPÍTULO 11 Capitulo 12: CAPÍTULO 12 Capitulo 13: CAPÍTULO 13 Capitulo 14: CAPÍTULO 14 Capitulo 15: CAPÍTULO 15 Capitulo 16: CAPÍTULO 16 Capitulo 17: CAPÍTULO 17 Capitulo 18: CAPÍTULO 18 Capitulo 19: CAPÍTULO 19 Capitulo 20: CAPÍTULO 20 Capitulo 21: CAPÍTULO 21 Capitulo 22: CAPÍTULO 22 Capitulo 23: CAPÍTULO 23 Capitulo 24: CAPÍTULO 24 Capitulo 25: CAPÍTULO 25 Capitulo 26: CAPÍTULO 26 Capitulo 27: CAPÍTULO 27 Capitulo 28: CAPÍTULO 28 Capitulo 29: CAPÍTULO 29 Capitulo 30: CAPÍTULO 30 Capitulo 31: CAPÍTULO 31 Capitulo 32: CAPÍTULO 32 Capitulo 33: CAPÍTULO 33 Capitulo 34: CAPÍTULO 34 Capitulo 35: CAPÍTULO 35 Capitulo 36: CAPÍTULO 36 Capitulo 37: CAPÍTULO 37 Capitulo 38: CAPÍTULO 38 Capitulo 39: CAPÍTULO 39 Capitulo 40: CAPÍTULO 40 Capitulo 41: CAPÍTULO 41 Capitulo 42: CAPITULO 42 Capitulo 43: CAPITULO 43 Capitulo 44: CAPITULO 44 Capitulo 45: CAPITULO 45 Capitulo 46: CAPITULO 46 Capitulo 47: CAPITULO 47 Capitulo 48: CAPITULO 48 Capitulo 49: CAPITULO 49 Capitulo 50: CAPITULO 50 Capitulo 51: CAPITULO 51 Capitulo 52: CAPITULO 52 Capitulo 53: CAPITULO 53 Capitulo 54: CAPITULO 54 Capitulo 55: CAPITULO 55 Capitulo 56: CAPITULO 56 Capitulo 57: CAPITULO 57 Capitulo 58: CAPÍTULO 58 Capitulo 59: CAPÍTULO 59 Capitulo 60: CAPÍTULO 60 Capitulo 61: CAPÍTULO 61 Capitulo 62: CAPÍTULO 62 Capitulo 63: CAPITULO 63 Capitulo 64: CAPÍTULO 64

 


 
14441161 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10758 usuarios