MI RENDICIÓN

Autor: kdekrizia
Género: + 18
Fecha Creación: 14/08/2013
Fecha Actualización: 07/11/2014
Finalizado: NO
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Capítulos: 64

A veces el primer paso para tomar el control es rendirse.

Bajo el engañosamente suave exterior Bella Swan es una mujer que sabe exactamente lo que quiere. Un hombre fuerte que la tome sin preguntar, porque está dispuesta a darlo todo...

El policía de Dallas Edward Masen, está en una misión: encontrar el hombre que mató a su compañero y llevarlo ante la justicia. Hasta ahora, ha encontrado un vínculo entre el asesino y Bella, y si Edward ha de acercarse a ella para atrapar al asesino, que así sea.

Bella es dulce y femenina, todo lo que Edward necesita y desea en una mujer, pero sospecha que ella está jugando. De ninguna manera va a permitir que un hombre tenga la última palabra en su relación. ¿O sí?

Bella ve en Edward un hombre fuerte, dominante como ella necesita, pero él parece decidido a mantener a distancia. Entonces decide tomar el asunto en sus propias manos para demostrarle a él que no es un juego. Ella está dispuesta a entregarse al hombre correcto. A Edward le gustaría ser ese hombre. Pero la captura del asesino de su compañero tiene que ser su primera prioridad. Hasta que Bella se ve amenazada y Edward se da cuenta que va a hacer todo por protegerla.

BASADA EN SWEET SURRENDER DE MAYA BANKS

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Capítulo 1: CAPÍTULO 1

 

CAPÍTULO 1

 

DALLAS, TEXAS.

—Yo no quiero que vuelvas al trabajo aún.

Edward Masen dejó caer su taza de café en la usada mesa del comedor y miró fijamente a Mick Winslow con confusión.

— ¿De qué coño estás hablando, Mick?

El hombre mayor se pasó una mano cansada sobre su rostro, una cara profundamente surcada por arrugas y por cansancio. Había llamado a Edward temprano por la mañana y le pidió que se encontraran para tomar una taza de café. Debido a que Edward tenía su evaluación física y psiquiátrica en una hora. El último obstáculo para regresar a trabajar como un policía de Dallas.

Él había estado plagado de dudas. ¿Qué persona cuerda no lo estaría? No había estado completamente seguro de que podría regresar a un trabajo, cuando Alex, su pareja, no lo haría. Nunca. Pero, por supuesto, el volvería. El asesino de Alex tenía que ser capturado. La justicia tenía que hacerse. El que se interponía en su camino era un doctor para que dijera que estaba bien físicamente y una evaluación psiquiátrica sobre el estado de su tarro. Él podía fácilmente pasar esa mierda.

— ¿Tú no piensas que nunca más pueda trabajar encubierto?—Edward preguntó cuándo Mick no respondió todavía.

—No. Eso no es lo que digo.

—Entonces, ¿qué carajos estás diciendo?

Mick enfocó sus ojos cargados por el dolor en Edward. Parecía tan desgastado ahora. No como el hombre grande, fornido, con una voz resonante y personalidad a juego.

—Escúchame hasta el final. Tengo que pedirte un favor. Hijo.

Edward se estremeció, no sólo por que Mick le llamara hijo, sino porque el verdadero hijo de Mick se había ido. Perdido para ambos.

—Quiero que me ayudes para llevar al asesino de Alex a la justicia.

Edward debería haber visto esto venir. Mick estaba más allá de la frustración por la falta de progreso en el caso del asesinato de Alex. Era comprensible. Esto reflejaba el propio sentimiento de injusticia ardiente en Edward. Y era por lo que estaba impaciente de regresar a su trabajo. De esta forma él podría encontrar al asesino de Alex y hacerle pagar al bastardo.

—Pero no quieren que vuelva a la fuerza.

—Ellos dejaron caer el balón de la investigación—dijo Mick con dureza. —Tú lo sabes, y yo lo sé. Están de pie alrededor con un dedo en sus culos mientras el asesino de mi muchacho camina libremente. Ellos no tienen ni siquiera un sospechoso. Alex era un buen policía. Un policía muy bueno. No se merecía acabar así.

Los ojos de Edward se estrecharon ligeramente. No lo había dirigido personalmente, pero aun así, se le levantaron los pelos de punta por tener que preguntarle a Mick sobre el manejo del caso por parte del Departamento. Nada de lo que había visto le había llevado a creer que alguien hubiera tomada la muerte de Alex a la ligera.

— ¿Por qué no quieres que vuelva?—Edward apuntó, tratando de empujar de nuevo a Mick al asunto. Él no quería meterse en un agujero por Alex. No ahora. No cuando le había tomado esto mucho tiempo, para ser capaz de pensar en su compañero sin parecer que algo le quemaba por dentro.

Una camarera se acercó con una cafetera y comenzó a rellenar sus tazas. Mick la separó lejos en un gesto irritado. Ella rápidamente se retiró, las cejas se levantaban en un ceño oscuro en la cara de Mick.

—He estado haciendo algunas investigaciones por mi cuenta.

Edward frunció el ceño. ¿Era por esto por lo que Mick parecía un muerto recalentado? ¿Había estado dedicando cada hora del día, renunciando a dormir, en un intento desesperado de atrapar al asesino?

—Estás retirado, Mick. Deja el trabajo policial para nosotros.

La pena llenó los ojos de Mick.

—Voy a olvidar que dijiste eso, hijo.

Edward meneó la cabeza.

— ¿Qué has encontrado?

—Creo que tengo una sólida ventaja en quién puede tener noticias del asesino de Alex. Cuando menos él estaba en la escena esa noche, así que si él no lo hizo, con absoluta seguridad sabe quién fue. Pero mi instinto me dice que ese bastardo le pegó un tiro a Alex por la espalda.

El estómago de Edward se arremolinó, y el café que había tomado le quemaba como un ácido. Imágenes de Alex, boca abajo, como un pedazo de basura descartada, en un charco de sangre en el suelo.

—Si tienes pruebas, ¿Por qué no has ido a Billings?, y ¿por qué estás aquí pidiéndome que no regrese al trabajo?

—Debido a que Billings es un clavo desagradable que tiene su cabeza tan lejos del culo que puede oler la cena de la semana pasada—refunfuñó Mick. —Acudí a él cuando supe del tipo que estaba allí. Vulturi. Aro Vulturi.

— ¿Sabes su nombre?—Interrumpió Edward.

Mick levantó la mano.

—Déjame terminar. Sé mucho más que el nombre de esa mierda.

Edward asintió con la cabeza y trató de relajarse en su asiento. Echó un vistazo a su reloj. Él iba a llegar tarde.

—Fui a Billings. Le dije todo lo que sabía. Él me echó. Me dijo que yo era un hombre acabado y que debía dejar el trabajo de la policía a los profesionales. Me dijo que cuando necesitara mi ayuda, él malditamente me la pediría. Esto va en torno del departamento, que piensa que Alex tuvo la culpa en el tiroteo.

— ¿Qué? ¿Qué mierda?

—He estado oyendo rumores, Edward. Parece que la idea general es que actuó sin razón, y que su muerte es una consecuencia desagradable de sus acciones. ‘Flagrante desprecio del deber’, estas palabras fueron lanzadas alrededor de más de una conversación.

Edward miró con incredulidad a Mick.

—No puedes decirlo en serio. Yo estaba allí. Di mi informe.

—Tú dirías cualquier cosa para cubrir a tu compañero.

Edward frunció los labios en una mueca.

Mick levantó su mano.

—Eso es lo que dicen ellos. No yo.

Edward se echó hacia atrás, respirando hondo para calmar la ira que hervía en su interior. Echó una larga y dura mirada a Mick. ¿Qué estaba haciendo con él? ¿Tratando de enojarle lo suficiente para que estuviera de acuerdo con cualquier cosa que Mick quisiera? Él nunca había sabido que Mick fuera cualquier cosa menos directo, pero la pérdida de un hijo podía tener un modo de doblar la conciencia de cualquiera.

Mick apoyó sus codos en la mesa y se inclinó sobre ella, mirando fijamente a los ojos de Edward.

—Tú vete a tu evaluación, hijo. Habla con Billings. Si piensas que estoy loco como una cabra después de que estés de vuelta en la oficina central durante unas horas, y sigues pensándolo, vuelve al trabajo y olvida que alguna vez hemos tenido esta conversación. Pero si averiguas que tengo razón, me llamas esta tarde. Vienes, y podemos hablar de cómo podemos apresar al hijo de mala madre que mató a mi hijo. Tu compañero. Tu hermano.

Mick salió de la cabina y lanzó unos arrugados billetes sobre la mesa antes de caminar hacia la salida. Habría sido difícil solicitar tranquilamente un permiso para estar ausente, cuando lo que quería hacer era poner su puño a través de la pared. Edward había considerado evadir la evaluación psicológica, pero aquella mierda estaría en su expediente personal para siempre, y no quería que esto lo siguiera durante los próximos veinte años.

Estuvo de pie en la sala de su apartamento, caminando, demasiado inquieto para sentarse y esperar a que Mick llegara. El anciano no había parecido ni una pizca sorprendido cuando Edward le llamó. Ni siquiera preguntó que había oído alrededor de la oficina central.

Pero él lo sabía. Se lo había dicho a Edward, pero Edward no le había creído. Él había vuelto voluntariamente, teniendo intención de no hacer caso de la petición de Mick. No importa lo que pasara, Edward quería estar allí donde pudiera ayudar en la investigación, no en una búsqueda inútil. Pero Billings había trazado una línea difícil en la arena. Edward no debía acercarse a la investigación. Demasiado cerca, y una mierda. Al igual que necesitaba un montón de psicología cuando el asesino de su compañero estaba suelto. Cuando él había preguntado a quemarropa sobre los rumores que flotaban sobre que Alex tenía la culpa, Billings lo había negado rotundamente, diciendo que la investigación estaba en curso, y que el departamento haría todo lo que estuviera en su poder para llevar a los tribunales al asesino. Edward también había preguntado sobre Vulturi, y su posible conexión con el asesinato, pero Billings había rechazado hacer comentarios.

Había salido de la oficina frustrado, sólo para encontrarse con muchas miradas comprensivas de sus compañeros policías. Muchos murmuraron su opinión que de ninguna manera Alex había hecho algo malo. Pero el hecho que ellos tuvieran que decírselo a Edward lo enojó, lejos de conseguir lo contrario. No debería haber ninguna duda. Esto había levantado preguntas en su mente por la dirección en la que iba la investigación.

Mick entró por la puerta, no molestándose en llamar. Edward encontró su mirada, y encontró la cruda determinación que hervía a fuego lento allí.

—Así que ya lo sabes—dijo Mick en voz baja. — ¿Vas a ayudarme?

—Conseguí un permiso de seis meses—dijo Edward al momento. —Ahora dime todo lo que has averiguado y entonces podremos clavar a ese bastardo.

Mick se acercó al sofá y se hundió en los cojines. Echó un vistazo a propósito a Edward.

—Necesito que vayas a Houston.

— ¿Qué hay en Houston?

—Isabella Swan.

Edward cruzó sus brazos sobre el pecho.

— ¿Qué tiene que ver ella con Aro Vulturi?

—Tal vez nada. Pero ella es la única pista que tengo ahora mismo.

—Entonces, ¿qué pasa con ella? ¿Quién es ella?

Mick se rascó detrás del cuello y luego movió la cabeza.

—Aro Vulturi llamó a la madre de Isabella justo al momento de los disparos. Ambos desaparecieron sólo unos días después de que le pegaran un tiro a Alex. Nadie les ha visto. Yo la he estado investigando. Más o menos una perdedora como Vulturi. Pasa por los empleos como si fueran un caramelo, y tiene una historia de consumo de drogas. Su hija trabaja para Charlie Swan, el hombre que la adoptó. Él es dueño de la firma de Seguridad Swan e Hijos. Firma de primera categoría. Colores fuera de las líneas. Te caería bien.

Edward esperaba impaciente por que Mick se pusiera sobre el punto. No importaba si le gustaría o no Swan. Lo que le importaba era si su hija podría llevarle al asesino de Alex.

—Por lo visto, Isabella se hizo cargo de su madre durante casi toda su vida hasta hace unos años cuando su madre quedó fuera de juego de una sobredosis, y Swan entró en escena y se llevó a Isabella de nuevo a Houston. Desde entonces, la madre esporádicamente ha llamado a su hija, la mayor parte de las veces pidiendo parte del dinero que ella ha ganado. La última vez que la llamó fue hace un año. Ahora, lo que creo es que si la madre tiene la costumbre de llamar a la hija cuando necesita dinero, ella podría muy bien intentar llamarla otra vez, ahora que Vulturi ha entrado en escena. Aro está desesperado. Necesita dinero ahora que está huyendo. Dinero que la madre no tiene. Si te acercas a la hija, y haces algo de espionaje, ella podría muy bien llevarnos a Vulturi a través de su madre.

Edward asintió con la cabeza. Hasta ahora tenía sentido. La madre y el novio estaban huyendo. Probablemente con poco dinero en efectivo. Ella podría muy bien ponerse en contacto con Isabella y pedirle ayuda. Por lo que sabía, la muchacha podría saber exactamente donde estaba su madre.

—Mi amigo Griffin es amigo de Swan, y este le debe un favor—continuó Mick. —Le he pedido que te contrate en su empresa de seguridad. Él sabe quién eres, que eres un poli, y que tu compañero ha sido asesinado.

—Pero nada más, ¿verdad?

Mick sacudió su cabeza.

—Lo que él sabe es que estás de permiso mientras tratas con la muerte de tu compañero y tomas la decisión sobre si quieres volver de nuevo a tu trabajo.

Edward miró bruscamente a Mick.

Mick se encogió de hombros.

—Parecía una explicación bastante plausible.

Lo que sea. No le importaba un comino lo que pensara Swan que eran sus razones para tomar ese permiso.

— ¿Crees que Swan está en todo esto? ¿Tiene algo que ver con la madre de Isabella?

Mick sacudió la cabeza.

—Giffin me contó todo. Estuvieron casados brevemente diez años atrás. No ha tenido nada que ver con ella desde entonces. Es un buen hombre. Su hijo es ex—militar. Él tiene a otros dos chicos trabajando para él. Uno estaba en las Fuerzas Especiales, y otro un poli antes de que una herida lo sacara de la línea del deber. Ellos hacen un buen trabajo.

—Así que es sólo por su hija por la que tengo que preocuparme.

Mick asintió con la cabeza.

—Exactamente.

Parecía bastante simple. Entra, consigue la información y sal. Se la entregaría al departamento en bandeja de plata. Sonaba como un paseo después de algunos casos en los que había estado metido durante años. Y sí, él podría usar el permiso. Entonces él no tendría que pensar mucho en volver a su trabajo sin su compañero.

Mick se le quedó mirando durante un largo rato antes de que el pareciera arrugarse justamente delante de Edward.

—Gracias, hijo. Sabía que podía contar contigo.

—No tienes por qué darme las gracias—dijo Edward en un momento. —Alex habría hecho lo mismo por mí en un instante.

Se acercó y se sentó junto a Mick. Ninguno habló durante un largo momento, y luego Edward extendió la mano y la puso sobre el hombro de Mick.

—Alex tendrá la justicia que se merece. Lo juro.

Capítulo 2: CAPÍTULO 2

 


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