CORAZÓN IMPREDECIBLE (+18)

Autor: Isabella_256
Género: Romance
Fecha Creación: 30/11/2012
Fecha Actualización: 18/12/2015
Finalizado: SI
Votos: 30
Comentarios: 97
Visitas: 110353
Capítulos: 24

Se conocieron de forma accidental, su amistad se forjó con el tiempo y se enamoraron sin darse cuenta.

El corazón al igual que el amor son impredecibles... ¿Lograran Edward y Bella superar todos los obstáculos y alcanzar la felicidad...

 

Los personajes son propiedad de Stephanie Meyer pero la historia es escrita por mi y es producto de mi loca imaginación por favor no publicar en esta página o en cualquier otra sin mi autorización.

Las invito a pasar por mi nueva historia

SIEMPRE TUYA (+18)

 

Además les invito a pasar por mi fic (Dando clic en el título del fic)

AMOR POR CONTRATO (+18) (En proceso)

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Capítulo 16: Vacaciones

Después del almuerzo recibí una llamada de Reneé contándome sobre el aparatoso accidente de Phil y su lenta recuperación, después de hablar con él y desearle que se mejore pronto comenzó a preguntarme por los detalles de la graduación así que le conté que todos mis amigos, Edward y su familia me habían acompañado además le conté de nuestros planes de viaje.

– ¿Y como está ese amigo tuyo tan guapo? – dijo de repente interrumpiendo mi relato.

– Edward está muy bien… de hecho… ahora somos novios – dije cerrando los ojos para escuchar las preguntas que Reneé tendría para mí.

– ¿Y que pasó con el otro chico? ¿El moreno? – preguntó.

– Ya no estamos juntos mamá – dije rogando porque no me hiciera entrar en detalles.

– Bueno no importa cielo Edward es muy guapo.

– Mamá no se trata de si es guapo o no, lo que importa son sus sentimientos.

– Claro hija ¿Qué te parece si vienen a cenar a la casa cuando Phil y yo volvamos?

– Seguro mamá ahí estaremos – dije luchando contra las ganas de declinar su invitación.

– Así te compenso por no haber ido a tu graduación – dijo a manera de disculpa.

– No te preocupes por eso mamá no fue tu culpa.

– Lo sé hija pero últimamente hemos estado algo alejadas y sé que es mi culpa pero que te puedo decir tu madre está algo trastornada.

– De verdad mamá no te preocupes por eso y ahora te dejo porque tengo que salir.

– Adios hija.

– Adios mamá – me despedí cariñosamente de ella porque como siempre lo he dicho Reneé no es mala es solo que no nació con genes de madre y a veces cuando lo intenta puede ser muy agradable.

– ¿Estás lista Bella? – preguntó Alice acercándose a mí.

– Si Alice ya estoy lista – le respondí.

– De acuerdo las chicas también están listas así que voy por mi bolso y nos vamos – dijo antes de salir corriendo como era su costumbre.

Nos despedimos de todos antes de salir y pese a la tortura normal que suponía para mí una tarde de compras con Alice creo que no solo yo sino todas la pasamos muy bien.

Alice me obligó a medirme docenas de trajes de baño logrando que mis mejillas se encendieran en un rojo intenso con algunos de los diseños que escogía para mi alegando siempre que Edward se volvería loco al verme con algo así puesto.

Cuando teníamos suficiente de trajes de baño empezamos a buscar algunos pareos Katte resulto no solo resultó ser amable sino también muy divertida y sencilla.

– Mira este pareo Bella te combina a la perfección con el traje azul que compraste – dijo tomándolo para obtener una mejor vista de la prenda.

– Si pero Alice no me ha permitido pagar nada y si me ve mirando algo también lo comprará – respondí sonriendo.

– Pues permite que quien te lo regale sea yo – dijo devolviéndome la sonrisa.

– De ninguna manera Katte no sería correcto.

– Por favor Bella es mi manera de darte la bienvenida a la familia de la que también me considero parte – dijo de lo más tranquila.

– ¿Alguna de ustedes dos es adoptada? Porque eso explicaría la gran diferencia entre ustedes tu hermana y tú – le pregunté aunque me arrepentí de inmediato temiendo haber sido demasiado imprudente pero en lugar de eso ella se echó a reír.

– Sabes yo también me he preguntado lo mismo pero hasta donde sé somos hermanas y apropósito muero por darle la gran noticia – dijo maliciosamente.

– Y yo muero de miedo de que lo hagas – dije seriamente.

– Bella no tienes nada de que temer Edward te adora, lo conozco de toda la vida y jamás lo había visto tan enamorado, pero tampoco voy a mentirte mi hermana es envidiosa y muy rencorosa y no está acostumbrada a no salirse con la suya es por eso que siempre ha estado tras Edward porque él nunca cayó a sus pies así que mi hermana hará lo que sea y aunque no veo que pueda hacer para separarlos siento que es mi deber decirte que mi hermana es de cuidado.

– Créeme que ya lo he comprobado en persona – dije recordando su llamada y su comportamiento en la fiesta.

– Si Alice ya algo me contó y sé que en la fiesta la pusiste en su sitio, estaba furiosa – dijo sonriendo ante aquel recuerdo y no pude evitar sonreír yo también.

– Entonces… ¿Qué dices? ¿Me permites regalártelo? – preguntó sosteniendo el pareo.

– Claro que si ella lo acepta – dijo Alice que pasaba por ahí y luego continuó con su camino.

– Gracias Katte, por todo.

– De nada Bella.

El resto de la tarde se fue volando cuando regresamos ya empezaba a ocultarse el sol y Esme insistió en que todos nos quedáramos a cenar porque ya no nos vería en varios días.

Luego de cenar todos nos despedimos y nos fuimos, como de costumbre yo me quedé en el apartamento de Edward y Emmet se quedó con Rose.

A las ocho de la mañana pasamos por el apartamento de Rosalie a recogerla a ella y a Emmet para irnos juntos al aeropuerto donde nos encontraríamos con los demás.

Al llegar al aeropuerto ya todos estaban hay esperando y luego de los respectivos trámites nos dirigimos a abordar.

– ¿Te gusta? – preguntó Edward señalando el avión de la constructora.

– Es enorme... y muy hermoso – le respondí.

– Disfrútalo – dijo sonriendo.

Una vez en el avión todo fluyo favorablemente, todo reíamos mucho con las bromas de los chicos y el mal humor de Katte que se lamentaba por no haberle podido dar la noticia de nuestra boda a Tanya y ver su cara al enterarse porque ella había tenido una sesión fotográfica fuera de la ciudad y cuando llegó ya no se encontraba, así que para cuando regresáramos ya sus padres se lo habrían dicho, en general el vuelo fue muy tranquilo y reconfortante.

Después de un aterrizaje sin contratiempos nos encontrábamos en el aeropuerto de Honolulu con un cielo azul y despejado que auguraba un hermoso día como es propio en aquel lugar.

Nuestro transporte ya estaba listo los chicos habían rentado una pequeña furgoneta para mayor comodidad la cual esperaba por nosotros para llevarnos al sitio donde nos íbamos a hospedar el mismo que yo aun desconocía.

– ¿A donde vamos a hospedarnos? – le pregunté a Edward cuando vi que nos alejábamos de los hoteles del centro.

– Rentamos una casa en una playa privada de Waikiki es un lugar hermoso te va a encantar – dijo con mucho entusiasmo.

Poco tiempo después de que preguntara nos detuvimos en un lugar paradisiaco.

– Es hermoso – dije mirando a mi alrededor.

Y es que el lugar era simplemente hermoso, las palmeras, la fina arena casi blanca, el cielo completamente azul con muy pocas nubes, el agua calmada y de un intenso color turquesa azulado.

– Porque no entramos a ver la casa – sugirió Alice encaminándose a la puerta y todos la seguimos.

La casa era otra cosa digna de admirar, pues aparte de ser enorme y hermosa, tenía un diseño muy moderno, en su exterior era de color blanco en su totalidad, en conjunto con los cristales azulados y el oscuro tejado creaban un contraste espectacular.

Su interior era aun mejor los muebles y la decoración en hermosos colores claros, las paredes de la cocina blanca contrastaban con el intenso color de los gabinetes de madera.

Cuando Edward me condujo hacia la que sería nuestra habitación por dos semanas casi se me desencaja la mandíbula de la impresión no solo la habitación era hermosa las paredes color durazno y la pared donde se apoyaba la cama estaba pintada color champagne, la enorme cama con sábanas blancas y un hermoso cubrecamas dorado, un sillón marrón cerca de la puerta francesa que daba al balcón, algunos muebles de madera y desde el balcón la vista de la playa era perfecta.

– Edward este lugar es hermoso – dije saliendo hacia el hermoso balcón.

– Me alegra que te guste – dijo abrazándome por la espalda.

– ¿Que te perece si nos cambiamos y salimos a caminar a la playa un rato?

– Si eso sería relajante y después de todo el estrés por lo de la graduación necesitamos relajarnos.

– Ok entonces voy por las maletas – dijo bajando a buscarlas.

Al cabo de unos pocos minutos regresó con las maletas y en unos cuantos más estuve lista.

Salimos a la hermosa playa a caminar por la arena tomados de la mano en un silencio agradable y cómodo.

– Preciosa – dijo reclamando mi atención.

– Si… – le contesté.

– Vamos a casarnos en mes y medio así que creo que al regresar deberíamos comenzar a buscar una casa. ¿Tú qué opinas? – dijo con cautela.

– Si es una gran idea – dije intentando no preocuparme por el dinero que invertiría.

– ¿Y crees que sea mucho pedir que te mudes a mi apartamento hasta la boda? – preguntó sonriendo nerviosamente.

– No creo que sea mucho pedir a demás prácticamente vivo allí – dije y él me atrajo besando mi frente.

– Sabes mi familia y yo antes veníamos aquí de vacaciones, como podrás imaginar cuando vivíamos en Forks venir aquí era la sensación – dijo sonriendo ante los recuerdos de su infancia.

– ¿A esta misma playa? – asintió.

– Es más quiero mostrarte algo, así que cambiate.

– Ven - dijo tomando mi mano cuando estuve lista.

Corrimos tomados de la mano hasta llegar a una especie de acantilado rocoso.

– Este lugar es bellísimo – dije impresionada.

– Y aun no has visto lo mejor.

– Ven por aquí – dijo conduciéndome hacia la parte de atrás donde encontramos una grieta de unos ochenta centímetros de ancho por la que ingresamos.

El pequeño corredor tenía unos 5 metros de largo y daba a una amplia cueva, las paredes en su interior eran mucho más lisas que en el exterior, entraba agua por un costado de la enorme cueva al romperse las olas y se filtraba luz solar por un agujero en el altísimo techo iluminando a la perfección el enorme espacio.

– Este era mi lugar, pasaba horas jugando aquí cuando veníamos y eres la primera en conocerlo – dijo sonriendo.

– Gracias por el privilegio – dije devolviéndole la sonrisa.

– No al contrario gracias a ti por el privilegio de tener tu compañía para el resto de nuestras vidas – dijo acercándose a mí hasta besarme con suavidad.

– Te amo – dije contra sus labios.

Sus labios se juntaron nuevamente con los mío en un beso que solo subía y subía de temperatura con el pasar de los segundos, con una mano acariciaba mi espalda mientras que con la otra se aferraba a mi cabello atrayéndome aun más a él profundizando el beso.

Su otra mano bajo también a mi espalda hasta llegar a la parte superior de mi traje de baño deslizando el lazo de mi cuello rápidamente y luego el de mi espalda para dejar al descubierto mis senos.

Sus labios se deslizaron por mi cuello y por mi pecho besando todo a su paso hasta alcanzar su objetivo, alternando sus besos en cada uno de mis senos.

Continuó enloqueciéndome con sus caricias hasta que sus labios empezaron a deslizarse por mi estómago y aun más llevándome al éxtasis total con sus besos en mi intimidad.

Con rapidez desato el pareo que llevaba en la cintura y lo dejó caer para luego desatar los finos lazos a cada costado de mi biquini y hacer lo mismo con él.

Se enderezó hasta alcanzar mis labios, se quito su bermuda y me tomó entre sus brazos sosteniéndome contra la fría pared de roca penetrándome lentamente.

– Eres tan hermosa – susurró contra mis labios.

– Te amo – dije con la respiración completamente errática.

– Y yo a ti – respondió mientras aumentaba el ritmo de sus embestidas hasta que ambos llegamos al límite convulsionando de placer.

Nos vestimos y regresamos a caminar por la playa y decidimos nadar un rato o más bien chapotear porque nos la pasamos jugando y arrojándonos agua en el rostro del otro.

Los días siguientes todo fue diversión y cosas buenas, todas las noches hacíamos fogatas en la playa, hablábamos y bromeábamos hasta cansarnos, al levantarnos desayunábamos juntos para luego ir a la playa un rato, luego regresábamos a casa para almorzar y volvíamos a la playa pues allí era donde pasábamos la mayor parte del tiempo.

El tiempo aquí pasaba volando y cada día nos lamentábamos por no podernos quedar más tiempo este lugar era realmente mágico y todos nos habíamos enamorado de él.

En cuanto a mi no era la excepción amaba este lugar sentía que aquí todo era perfecto, los días eran maravillosos en compañía de nuestros amigos y las noches con Edward no eran suficientes para amarnos hasta caer rendidos, me entristecía saber que pronto tendríamos que regresar, tenía el presentimiento de que cuando llegara el día de irnos las cosas ya no irían tan bien o tal vez era solo porque últimamente estaba muy sentimental y no quería despedirme de este hermoso lugar.

Entre los brazos de Edward ya casi dormida no podía evitar sentir que mi vida era perfecta, no quería que cambiara ni un solo detalle, había pasado de ser una persona que se esforzaba por ser feliz cada día a ser una persona que simplemente era feliz sin tener que hacer ningún esfuerzo porque al fin tenía todo incluso cosas que no sabía que deseaba como casarme y formar un hogar con Edward.

En cuanto regresáramos Esme y las chicas continuarían con los preparativos de la boda y Edward y yo empezaríamos a buscar la casa que convertiríamos en nuestro hogar, con esos pensamientos me quedé sin darme cuenta sumida en la inconsciencia.

– Buenos días dormilona – susurró Edward en mi oído.

– Buenos días amor – contesté algo adormilada.

– Siento despertarte pero todos quieren ir a comer al centro comercial y luego a ver una película – dijo a manera de disculpa.

– ¿A comer? ¿Qué hora es? – pregunté un poco aturdida.

– Es la una de la tarde.

– ¿Que… porque no me despertaste?

– Lo intenté cielo pero estabas profundamente dormida y te dejé dormir un poco más, además estamos de vacaciones – dijo encogiéndose de hombros.

– Un poco más Edward debiste despertarme he dormido casi 14 horas – dije levantándome tan rápidamente que todo dio vueltas.

– Wow… ¿Qué te pasó? – pregunto Edward quien me sostuvo antes de que me estrellara en el piso.

– Dormí demasiado y creo que me levanté muy de prisa, diles a las chicas que en 20 minutos estoy lista – dije mientras me apresuraba a darme una ducha.

Salí del baño intentando ser rápida pero a la vez teniendo cuidado de no caerme como hacía un momento atrás y es que no debía dormir tanto pero los últimos días me había sentido muy cansada.

Me puse un sencillo vestido blanco de algodón, unas zapatillas del mismo color y me dejé el cabello suelto, tome mis lentes de sol y mi bolso y bajé lo más rápido posible para encontrarme con las chicas reunidas al pie de la escalera.

– Hasta que al fin… tardaste mucho – dijo Alice.

– Lo siento es que Edward no me despertó – dije intentando justificarme.

– ¿Te sientes bien? – preguntó Rosalie.

– ¿Si por?...

– Es que en casa siempre te levantas temprano – dijo algo preocupada.

– Estoy bien Rose no te preocupes.

– ¿Es cosa mía o estás algo pálida? – preguntó Ángela.

– No a mí también me lo parece – dijo Katte.

– Ya paren chicas no me pasa nada y ya dejen el tema que Edward las puede oír y ya saben lo exagerado que es, además estoy bien incluso he estado comiendo muy bien estos días es más creo que si sigo comiendo así engordaré muy pronto.

– Está bien pero si te sientes mal nos dices – dijo Alice señalándome con su dedo índice.

Por suerte el claxon sonó y me salvó de seguir batallando con ella.

– ¿Que les parece si para despedirnos de Hawái está noche hacemos un luau? – preguntó Alice ya en el centro comercial.

– Siii… – dijeron todos.

– Podríamos aprovechar que estamos aquí y comprar lo que haga falta – dijo Katte.

Nos dirigimos al patio de comidas el almuerzo fue toda una locura tuvimos que unir cuatro mesas para poder comer juntos, al terminar los chicos se quedaron en la zona de juegos y nosotras nos fuimos a hacer las compras para nuestro luau de despedida.

Al llegar a casa Alice y Katte se ocuparon casi de todo yo me fui a mi habitación un momento, me lave la cara y me recosté en el sillón un momento a ver el horizonte.

– ¿Te sientes bien? – preguntó Edward desde la puerta.

– Si pero estoy un poco cansada, Alice nos hizo caminar mucho.

– ¿Seguro que solo es eso? – preguntó preocupado.

– Si seguro solo estoy cansada y tal vez algo triste por tener que dejar este lugar tan hermoso – dije aun viendo hacia el bellísimo horizonte.

– De acuerdo, dijo Alice que te arregles que en un rato empezamos, yo arreglo unas cosas más y regreso en un momento.

– Ok entonces me voy a arreglar – dije levantándome él se acerco a mí y me dio un suave beso en los labios.

– Si te sientes mal solo dímelo si… – yo solo asentí, sonreí y lo bese antes de que él volviera con los demás y empecé a arreglarme.

Ya estaba con mi traje de baño y mi falda hawaiana abajo todo había quedado hermoso, una hermosa fogata, muchas antorchas distribuidas en la playa cerca de la casa y una mesa con muchas flores frutas y bocadillos.

– Qué comience la fiesta!!!... – gritó Alice.

Todos disfrutaban de la fiesta, decidí dejar mis malos presentimientos y mi estado depresivo a un lado para disfrutar de la fiesta y nuestra última noche en este paradisiaco lugar.

Pasé una de las mejores noches de mi vida junto a Edward y todos mis amigos riendo, corriendo por la playa cantando y disfrutando juntos de la hermosa velada.

 

 

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Hola chicas espero que les haya gustado el capítulo que como siempre escribí con mucho cariño para ustedes.

Saludos y millón gracias a MIKATWILIGHT4EVER, GINNADECULLEN, PRINCESAVESPA y NOE chicas las amo gracias por su apoyo y sus comentarios.

Además quiero agradecerle a mi marido que desde que se enteró de que escribo a estado siguiendo el fic y aportando con excelentes ideas TE AMOOO mi amor. Bueno chicas espero sus votos y comentarios nos vemos el próximo sábado. Besitosss…

 

 

Capítulo 15: Planes Capítulo 17: Nuestra Noche

 
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