CORAZÓN IMPREDECIBLE (+18)

Autor: Isabella_256
Género: Romance
Fecha Creación: 30/11/2012
Fecha Actualización: 18/12/2015
Finalizado: SI
Votos: 30
Comentarios: 97
Visitas: 110339
Capítulos: 24

Se conocieron de forma accidental, su amistad se forjó con el tiempo y se enamoraron sin darse cuenta.

El corazón al igual que el amor son impredecibles... ¿Lograran Edward y Bella superar todos los obstáculos y alcanzar la felicidad...

 

Los personajes son propiedad de Stephanie Meyer pero la historia es escrita por mi y es producto de mi loca imaginación por favor no publicar en esta página o en cualquier otra sin mi autorización.

Las invito a pasar por mi nueva historia

SIEMPRE TUYA (+18)

 

Además les invito a pasar por mi fic (Dando clic en el título del fic)

AMOR POR CONTRATO (+18) (En proceso)

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Capítulo 11: La Llamada

Hola chicas este capítulo se lo de dedico a Noe que me ha apoyado mucho esta semana y a EC07 amiga muchas gracias por comentar cada semana tu experiencia me ha ayudado muchísimo. Y gracias también a ti PRINCESAVESPA por tu comentario tu comentario y por ser siempre tan linda conmigo en el chat.

Bueno ya no las canso más y aquí les dejo el nuevo capítulo de mi fic.

 

Después de haber cerrado con broche de oro la noche anterior, despertar con las caricias de Edward me hacía sentir la mujer más feliz, afortunada y amada del mundo.

– Bueno días amor – dijo contra mi cuello donde dejaba besos húmedos.

– Buenos días – dije en un susurro pues sus caricias ya estaban causando estragos en mi cuerpo, sus labios continuaban bajando hacia mi pecho.

– Espero que hayas dormido bien – dijo para luego tomar uno de mis pezones en su boca logrando que un gemido escapara de mis labios.

– No dormí mucho… pero… te aseguro que… pasé una muy… buena noche – dije entre jadeos.

– Es muy grato escuchar eso – fue un grave error mirarlo porque esa sonrisa tan sexy solo me trastornaba aun más.

Abandonó mis senos para deslizarse bajo las sábanas besando y acariciando todo a su paso hasta llegar a mi intimidad, sus besos hicieron que mi espalda se arqueara por tanto placer y los gemidos escaparan de mis labios sin control.

Mi necesidad por él era incontenible crecía mientras él se dedicaba a torturarme besando y succionando con fuerza jugueteando con mi clítoris hasta que mi cuerpo empezó a convulsionar a causa del orgasmos, Edward se inclino para sacar un condón de mesa junto a la cama y se lo colocó rápidamente.

Volvió a mis labios besándolos de forma demandante, devorándolos, su lengua recorría cada rincón de mi boca nuestra necesidad era tal que se hundió en mi de un solo empujón haciéndome gemir descontroladamente en cada una de sus estocadas que habían adquirido un ritmo frenético.

No tardamos mucho más en disfrutar juntos de un orgasmo placentero y arrollador.

– Te amo – dije aun con la respiración agitada sin poder contener mis sentimiento.

– Y yo a ti… no sabes cuánto – dijo envolviéndome entre sus brazos y besándome suavemente.

– Sabes debes tener mucho cuidado – dije contra sus labios.

– ¿Porque?

– Porque podría acostumbrarme a esto.

– Compartir mi vida contigo es lo que más deseo – la sinceridad en su mirada provocó que mi corazón latiera más de prisa y una lágrima traicionera escapara.

– ¿Qué ocurre amor? – la preocupación era notoria en su rostro.

– Soy feliz… como nunca pensé llegar a serlo – y en la última palabra mi voz se quebró.

– No llores preciosa… si eres feliz no deberías llorar – dijo mientras me atraía a su pecho y me envolvía con sus brazos.

– Lo soy Edward, soy tan feliz, más feliz de lo que siquiera me había atrevido a soñar, soy tan feliz que me da miedo perderte, me aterra que todo sea un sueño y que cuando despierte no pueda soportar la desilusión.

– Pero es real aquí estoy no es un sueño ni una fantasía, aquí estoy no me iré y te probaré que no estás soñando – dijo y reclamo mis labios besándome de forma lenta pero profunda grabando en mi mente y mi cuerpo cada caricia.

Sus manos empezaban a recorrer mi espalda y mis glúteos dejando electricidad en cada caricia por desgracia el despertador rompió el encanto y si no nos dábamos prisa llegaríamos tarde a clases.

– Edward ya quédate quieto que se nos va a hacer tarde – le dije porque sus manos no se quedaban quietas y la carne es débil, lo único que me provocaba era olvidarme de todo y quedarme con él todo el día.

– Solo un ratito más – repetía contra mi cuello haciendo que toda mi piel se erizara.

– Edward sino nos duchamos ahora mismo llegaremos tarde otra vez.

– Tienes razón… lo mejor es ir a la ducha – dijo en tono sugerente muy cerca de mi oído haciendo que todo mi cuerpo vibrara.

– No de ninguna manera, yo me ducharé primero porque si entramos juntos… quien sabe cuando te deje salir – le dije lo más sensual que me fue posible mordiendo suavemente el lóbulo de su oreja, acariciando su pecho y haciendo que gimiera bajito por lo que le acaba de decir – logrando así devolverle el favor.

– Por favor amor, me portaré bien lo prometo – dijo haciendo un tierno puchero.

– No, no, no, ni lo intentes – dije cubriendo mi rostro y precipitándome hacía el baño para no ser manipulada por ese hermoso ser, al entrar le puse seguro a la puerta y me di una ducha rápida pues de lo contrario llegaríamos en verdad tarde.

– Eres una niña muy mala – dijo cuando salí del baño envuelta en una de sus toallas.

– No tan mala como alguien que conozco…

– Ah sí… – dijo y me acorraló contra la pared besándome con pasión, presionando su cuerpo contra el mío deslizando sus manos por mi espalda hasta llegar a mis piernas y guiándolas por la parte interna de mis muslos y entonces reuniendo todo mi autocontrol dije

– Edward… por favor… llegaremos muy tarde si seguimos.

– Maldición – susurró – tienes razón pero no escaparás esta noche – y dejando un suave beso en mis labios entró a la ducha.

Me vestí rápidamente con unos jeans azules, un suéter marrón y unos converse que había sacado la noche anterior de mi apartamento.

Por desgracia olvidé mi secador así que restregué con fuerza la toalla en mi cabello para secarlo lo más posible y luego solo lo cepille y lo dejé suelto.

En unos pocos minutos estuve lista mientras Edward se tomaba su tiempo en la ducha, tomé mi mochila y me dirigí a la sala para esperarlo cuando el teléfono de su apartamento sonó.

– Edward tu teléfono está sonando – grité ya que no quería parecer atrevida contestándolo sin su consentimiento.

– ¿Puedes contestar? – respondió desde la ducha.

– De acuerdo – contesté y tome el teléfono.

– Hola.

– ¿Quién habla? – preguntó una mujer de forma bastante autoritaria al otro lado de la línea.

– ¿Donde está Edward? – continuó.

– ¿De parte de quién?

– De Tanya.

– Edward no puede contestar en este momento pero si quieres dejarle un mensaje – dije intentando calmarme.

– ¿Y tu eres…?

– Isabella – contesté sin darle mayores detalles.

– Ah sí… Pues bien, dile a Edward que lo llamó su novia y que por favor me llame porque últimamente me tiene muy olvidada.

– Espera un momento – dije con mi estómago completamente revuelto y mi pulso desatado.

– ¿Dijiste que eres su novia? – le pregunte intentando controlar mi voz.

– ¿Si su novia eres sorda o qué?

– Dame un minuto – dije ignorando por completo su altanería y sintiendo mi corazón romperse en mil pedazos, caminé hasta su habitación con la sensación de que todo mi mundo se caía a pedazos en cada paso que daba, abrí la mampara de la ducha de golpe y le tendí el teléfono.

Seguramente el dolor marcaba mi rostro porque mi expresión lo asustó.

– ¿Que ocurre? – preguntó con el ceño fruncido claramente preocupado.

– Tu novia – dije en un susurro cuando tomó el teléfono.

– ¿Qué?... Espera Bella debe haber un error – dijo envolviéndose una toalla en la cintura para salir de la ducha.

– Escúchame Bella detente por favor necesitamos hablar – dijo tomando mi mano.

– ¿Para qué? No quiero seguir escuchando tus mentiras.

– Por favor Bella te juro que no sé de qué me hablas la única mujer a la que amo eres tú – dijo atropelladamente.

– Confié en ti Edward, y tú… – el sollozo que escapó de mi pecho me impidió seguir hablando, intente que me soltara pero no lo conseguí.

– Bella mírame – dijo tomándome del mentón para forzarme a mirarlo – te amo eres la única, tu eres mi novia, la mujer de mi vida no hay nadie más lo juro.

– Entonces quien era ella dímelo – dije retándolo.

– No lo sé, tal ves se trataba de una broma.

– ¿De quien? Tu número es privado no aparece en el directorio.

– Bella por favor escúchame – dijo con voz suplicante.

– Déjame en paz – dije tirando de mi mano con fuerza logrando zafarme de su agarre y salí corriendo de allí, sintiendo que la vida se me iba.

Había pasado los días más felices de mi vida en realidad dos días y en aquellos días había sido más feliz que en toda mi vida hasta ahora.

En dos días había disfrutado, reído y amado a plenitud, había descubierto la satisfacción de descubrir la pasión y el deseo con la persona que más amas.

Lo de Jacob no fue nada comparado con esto, me alejé de aquel edificio intentando en un inútil esfuerzo ser valiente y fallando miserablemente.

Llegué a mi apartamento en piloto automático sin saber cómo había llegado hasta ahí sintiendo el vacío más doloroso que jamás hubiera sentido en mi pecho como si se hubiera abierto un agujero, cada respiración resultaba dolorosa y las lágrimas amenazaban con desbordarse.

Al traspasar la entrada cerré y ya no pude más me desplome en el piso con la espalda apoyada en la puerta, lancé mi bolso al otro extremo de la habitación descargando mi frustración con él, sin poderme contenerme más las lágrimas y los sollozos empezaron a fluir sin control.

 

Edward POV

No podía creer lo que estaba pasando hace unos minutos todo estaba bien mi vida era perfecta tenía a mi lado a la mujer de mi vida haciéndole el amor entregándole mi corazón en cada caricia, dándome la satisfacción de escuchar como entre gemidos y suspiros repetía mi nombre y vibraba entre mis brazos a causa del placer del que ambos estábamos disfrutando.

Estaba parado en el mismo lugar que cuando ella se fue intentando aun entender lo que acababa de suceder.

Lo más duro fue ver el dolor en su mirada y saber que de alguna manera que aún no entendía yo le había causado ese dolor, la desilusión en sus ojos, los sollozos que escapaban de su pecho.

– El teléfono – susurré para mi mismo.

Lo había dejado en el baño cuando salí detrás de Bella tenía que reaccionar de una vez por todas, fui corriendo hacía el baño tomé el teléfono y revisé el registro de llamadas y allí estaba la causante de mi desgracia Tanya.

Marqué el número de inmediato y al segundo timbrazo ella respondió.

– Tanya – dije con la voz llena de ira.

– Edward… bebé que gusto oírte.

– Ahorrémonos todo esto y dime de una vez por todas que fue lo que le dijiste a Bella.

– De qué hablas amor yo solo hablaba para saludarte y ver si podíamos recordar viejos tiempos.

– Sabes bien de lo que hablo Tanya y te advierto que Bella al fin aceptó ser mi novia y no voy a poner en riesgo mi relación con ella por ti así que si quieres que tengamos un trato medianamente educado vas a tratarla con respeto – dije completamente enojado.

– Pero yo…

– No intentes negarlo Tanya tú y yo sabemos que eres capaz de lo que sea cuando te encaprichas con algo y por desgracia esta vez yo fui ese algo – y con esas palabras colgué, sabía que mi comportamiento no era nada caballeroso pero después de lo que Tanya acababa de ocasionarme no me podía comportar de otra forma.

Me vestí lo más rápido que pude con lo primero que encontré y salí corriendo hacía su apartamento al llegar toqué la puerta pero no obtuve respuesta.

– Bella amor por favor ábreme se que estás ahí – podía oír los sollozos al otro lado de la puerta logrando que mi pecho doliera de pensar que estaba allí dentro sola llorando por culpa de la loca de Tanya y por mi propia estupidez, deseaba con todas mis fuerzas abrazarla y consolarla pero ella no me lo permitiría.

– Por favor déjame explicarte las cosas no son lo que parecen.

– Por favor mi cielo te juro que no es lo que estás pensando necesitamos hablar.

Al cabo de un rato me di por vencido ella no me iba a abrir así que decidí ir por refuerzos y saqué mi celular.

– Alice ¿Donde estás?

– Buenos días hermano yo muy bien ¿Y tú qué tal? – dijo sarcásticamente.

– Lo siento Alice sabes que te quiero mucho pero en este momento no tengo cabeza para nada.

– ¿Que pasó Edward? No me asustes ¿Estás bien?

– Sí, bueno no del todo, tu solo dime dónde estás.

– En el apartamento de Jasper ¿Y tú?

– En la entrada del edificio donde vive Bella.

– ¿En la entrada... pues que le hiciste?

– En cuanto llegues te cuento por favor apúrate.

– Voy para allá en seguida.

Al cabo de unos 15 interminables minutos apareció Alice seguida por Rosalie y Ángela.

– Se puede saber que fue lo que le hiciste a mi amiga – pregunto una muy enojada Rosalie.

– Es una larga historia yo…

– ¿Que fue lo que hiciste Edward? Porque sabes muy bien que si engañas a Bella mamá te castrará – dijo Alice.

– Ya déjenlo hablar no ven lo angustiado que está – dijo Ángela rescatándome de aquel interrogatorio.

– Es que yo no hice nada fue Tanya la que llamó  a mi apartamento, Bella contestó y no tengo idea de que fue lo que le dijo pero Bella salió de mi apartamento furiosa, muy convencida de que Tanya es mi novia y les juro que yo no la he engañado, la amo demasiado como para lastimarla así. Por favor tienen que ayudarme – dije suplicando a esas tres mujeres que aun me estaban juzgando con la mirada.

– Esa maldita loca – gruñó Alice.

– De acuerdo te ayudaremos – dijo Rosalie – pero si mientes y la lastimas Esme no tendrá que hacer nada porque entre las tres te seguiremos a donde sea que vayas y te castraremos – y tanto mi hermana como Ángela asintieron apoyándola pero en este momento nada me preocupaba más que Bella y recuperar su amor y su confianza.

 

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Hola chicas espero que todas hayan pasado un fin de año maravilloso y que este nuevo año lo sea aun más. Aquí les dejo un nuevo capítulo de mi fic espero que sea de su agrado que voten y comenten, bueno como podrán ver Tanya ya empezó a dar problemas pero no se asusten que esto se va a resolver muy rápido. 

Las quiero mucho y nos vemos el próximo sábado.

 

 

 

 

Capítulo 10: Cena en Familia Capítulo 12: Confesiones

 
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