Ayúdame a sanar (+18) Short-Fic.

Autor: dianacullenblack
Género: Romance
Fecha Creación: 14/07/2012
Fecha Actualización: 26/07/2013
Finalizado: SI
Votos: 16
Comentarios: 40
Visitas: 44328
Capítulos: 15

La traición se interpuso en la relación de Bella y Edward... para luego hacerlo Damon Salvatore.

M por Lemmons Shortfic. B&D&Ex OoC ¡Todos Humanos! BxD .

Los personajes pertenecen a Stephanie Meyer y L.J Smith. La historia es propiedad de Gissbella De Salvatore yo solo publico con su autorizacion.

TERMINADO

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Capítulo 9: Amigos y reacciones

Declaimer: Los personajes pertenecen a Stephanie Meyer y L.J. Smith. la tramam de gissbella de salvatore.  

Ayúdame a sanar . .

-9-

Amigos y reacciones . .

Uno a uno fueron llegando. Los autos aparcaban donde podían, incluso Stefan tuvo que correr el suyo y meterlo en la cochera para dejarle el espacio a los otros. El primero que llegó fue Nicklaus Mikaelson ―Nick― y su novia Tanya Denali. Él, rubio de ojos azules, rostro delgado y anguloso y complexión y musculatura normales. Ella era también rubia pero sus ojos eran aun más azules que los de él y su cabello era de un color rubio rojizo que le sentaba muy bien a su rostro pálido. Su cuerpo era esbelto y alto, al menos me sacaba una cabeza de altura.

Lo primero que hicieron Damon y Nick apenas verse fue darse un abrazo de esos que Emmett daba diciendo que aquel era un saludo de hombre. Se palmearon la espalda sonoramente y riendo.

―¡Te he extrañado horrores! ―había dicho posando su mano en el hombro de Damon como si quisiera verlo mejor. Damon sonrió en respuesta.

―Yo también, hombre ―luego dirigió su sonrisa a la mujer―. ¿Cómo estás, Tanya? Ella sonrió.

―Muy bien ―se apoyó en el rubio y este le rodeó la cintura con un brazo―, agradecida por un descanso. Lo que me sorprende es saber que estabas aquí ―rodó los ojos―. Creí que nunca saldrías de Seattle ―

noté un rastro de otro idioma en su voz que hizo que el nombre de la ciudad sonara un poco divertido cuando ella lo pronunció. ¿Tal vez era alemana? Damon bufó.

―Todos hacen el mismo chiste malo.

Nicklaus rió y luego sus ojos se posaron en mí. Me encontraba silenciosa y sentada en el sillón en el que habíamos estado platicando con Damon.

Eran como las ocho de la noche y yo ya me había bañado ―con Damon, claro― y vestido acorde a la situación.

Había encontrado en mi maleta con verdadero alivio un vestido liviano de tiras y color verde aceituna que me llegaba hasta antes de las rodillas.

El escote era redondo y recatado; solo dejaba ver lo justo y necesario de mi piel color crema. En los pies usaba unas sandalias negras de tiras con muy poco tacón. Me sentía realmente bien de poder vestirme de aquella manera tana comoda, usualmente usaba jeans o camisas y faldas formales para el trabajo.

―Veo que tienen una invitada.

Damon siguió su mirada y extendió su brazo en m dirección. Entendiéndolo sin palabras me puse de pie y caminé hasta él, pasando mi brazo por su cintura.

―Nick ―comenzó llevándose mi mano a la altura de sus labios y besándome suavemente los nudillos

―, ella es mi pareja; Isabella Swan. Isabella, ellos son Nicklaus Mikaelson, mi mejor amigo, y Tanya Denali, su mujer. Como a todos los anteriores y los siguientes el flash de sorpresa cruzó por sus ojos antes de tenderme la mano y saludarnos. Luego de ellos llegaron Elijah―hermano mayor de Nicklaus― y Katherine Pierce quien para mi enorme sorpresa era idéntica a Elena.

―Lo sé ―había dicho ella riendo cuando mis cejas se dispararon―: somos iguales.

―¿Cómo…? Ella se encogió de hombros.

―Somos hermanas gemelas. Hasta un poco más de media hora más tarde no llegó nadie más así que nosotros ―

los invitados y la familia Salvatore, excepto Stefan que no había vuelto aún con Elena― nos instalamos en los sillones y comenzamos a conversar tranquilamente, aprendí que Nicklaus y Damon se conocían de pequeños cuando la familia de Damon había llegado a Norteamérica, que fueron al Instituto juntos y que hasta habían llegado a compartir una que otra novia.

―¿Liberales?

―Nha ―Nicklaus sonrió en mi dirección―, es que desde pequeños hemos compartido las cosas como nuestras madres nos han enseñado.

―Claro ―Katherine se encontraba al lado de su pareja, cruzada de piernas y con su espalda sobre el costado de Elijah―. Compartir ―rodó los ojos.

―¡Somos muy educados, Kat!

Me reí.

―Me parece que ustedes siguen las enseñanzas de sus madres cuando les conviene.

―Ouch ―Damon fingió que el corazón le dolía―. Eso dolió, cariño.

Me limité a sacarle la lengua como si fuera una niña pequeña.

―Estoy muy de acuerdo contigo, Isabella ―Sofía les disparó a ambos una mirada juguetonamente amonestadora.

―Bueno, basta de juzgarnos ―Nick estaba cambiando de tema muy obviamente.

―Sí, basta de ustedes ―convino Katherine sentándose recta. Clavó sus oscuros en mí

―. Isabella, tú eres la novedad aquí así que por favor dime: ¿cómo demonios hiciste para cazar a nuestro amigo aquí presente? Porque hasta antes de entrar por aquella puerta pensé que eso era misión imposible.

Mi cara comenzó a calentarse mientras trataba de no reírme. ¿Cómo lo había hecho? quizás el niño en mi vientre tenía la respuesta, ¿no? No tuve que contestar ya que la puerta de la entrada fue abierta y Stefan y Elena entraron por ella, dejándola abierta.

―Vienen Alaric y Jenna junto con las chicas ―comunicó ésta última antes de que Sofía ordenara cerrar la puerta y justo en aquel momento entraron una pareja de adultos; el hombre tenía su brazo izquierdo sobre los hombros de la mujer.

Debían estar en sus treintenas. Él tenía el cabello ligeramente largo pero lo llevaba peinado hacia atrás, ojos café y una ligera barba.

Ella era delicada y me hizo acordar mucho a Esme por el color caramelo de su cabello y la expresión de los ojos, sólo que algunos años más joven.

―¡Buenas noches! ―saludó ella con una sonrisa.

Alaric también sonrió. Damon se levantó y los saludó. Hice lo mismo. Cuando estaba presentándome unas voces femeninas y que crecían a medida que se acercaban a la entrada llamaron mi atención.

Miré hacia aquella dirección y un latido de corazón después una cabellera rubia y otra oscura se asomaron a mi visión. Eran ellas: Caroline y Bonnie.

―¡Hola! ―dijeron al mismo tiempo a todos en general pero pronto sus expresiones se convirtieron en una de incredulidad cuando me vieron allí de pie junto con Damon

―. ¿Bella?―ambas pares de cejas se elevaron.

―Perdón ―la voz de Elena o tal vez de Katherine se hizo escuchar pero yo no miré para cerciorarme a quien pertenecía

―, ¿se conocen? Yo no le respondí ni ellas tampoco.

―¿Qué hacen aquí? ―les pregunté con el asomo de una sonrisa. ¡Qué pequeño era el mundo! ―

Bueno ―Caroline miró a su alrededor―, todos aquí somos amigos y casi todos crecimos juntos.

Pero, ¿qué haces tú aquí? ―preguntó Bonnie con curiosidad, la sorpresa ya pasada. Caminó hacia mí y me dio un amistoso abrazo que fue seguido por uno de Caroline.

―Yo… vine a conocer a la familia de Damon. Ambas se miraron entre sí, luego a Damon y por último volvieron nuevamente a mí.

Bonnie entrecerró casiimperceptiblemente los ojos.

―Ya veo ―murmuró Caroline. Damon miró entre nosotras con el seño fruncido.

―A riesgos de repetir a Elena ―ésta vez sí miré y vi que era Katherine quien hablaba―: ¿se conocen?

―Sí ―contestó Bonnie mientras saludaba a los demás―, ¿recuerdan que les contamos de la reserva a la cual le hicimos el reportaje? ―algunos como los señores Salvatore, Alaric, Elena, Katherine, Stefan y Elijah asintieron.

―Pues Bella fue quien nos lo sugirió ―apostilló Caroline.

―La chica de la cafetería ―dedujo Elena. Me tensé ante la mención porque precisamente ese día yo había estado llorando por otro hombre cuando las conocí. Me pregunté cuánto le habían contados Caroline y Bonnie y por la mueca que hizo ésta última deduje que lo necesario.

―Sí.

―El mundo es un pañuelo

―comentó Jenna con una sonrisa. .

~oOo~ .

Nos encontrábamos en el patio trasero nuevamente pero esta vez era el doble de gente de la que éramos al mediodía.

La noche estaba hermosa y no había ni una gota de frío en el aire mientras que nosotras, las mujeres, nos encontrábamos sentadas en la mesa que luego serviría para la cena.

―¿Y qué hiciste, entonces? ―preguntó Caroline riendo al igual que Elena y Bonnie.

―¿Qué iba a hacer? ―Katherine se encogió de hombros―. Le dije que me dejara en paz y que, sin ofenderlo, no creía que su… tamaño fuera algo de lo que yo podría sorprenderme.

―¿Y si te equivocas? ―preguntó Bonnie con una risilla.

Yo también contuve una risa ante la anécdota de Katherine.

―No lo creo ―sonrió con aire pícaro y divertido― pero si lo hiciera, créeme, no creo que sea más grande que Elijah. ―¡Kat! ―Elena tapó sus labios para amortiguar su risa.

Varias echamos un vistazo hacia donde los hombres se encontraban riendo de lo que fuera que los hombres se reirían para cerciorarnos de que ninguno hubiera escuchado nada aunque era algo imposible debido a sus risas y a la distancia en que nos encontrábamos ambos grupos.

―¿Qué? ―abrió sus ojos con inocencia o al menos lo intentó.

―Soy demasiado vieja para oír estas cosas ―Sofía sacudió la cabeza pero la sonrisa aun estaba en sus labios.

―Creo que destruiste su autoestima ―rió Jenna.

―Sí, bueno, era eso o que Elijah destruyera su rostro cuando se enterara ―contestó Katherine.

Se me escapó una risita y miré a ambas gemelas. ¡Qué parecidas y tan distintas eran al mismo tiempo! En apariencia eran como dos gotas de agua sin mencionar que Elena usaba colores más claros o pasteles en sus ropas mientras que Katherine usaba colores oscuros pero llamativos al mismo tiempo.

El cabello ondulado de ésta última también se diferenciaba del increíblemente lacio de Elena pero allí terminaban las diferencias. Pero a pesar de ello, en personalidades parecían ser como agua y aceite.

Desde un primer momento supe que ambas eran entretenidas y extrovertidas pero mientras que Elena era gentil y tranquila, Katherine parecía ser impetuosa y enérgica. La suavidad en los ojos de Elena era reemplazada por vivacidad en los de la otra y la manera de ser desestructurada de Katherine contrarrestaba con la formalidad de Elena. Me pregunté por qué sus apellidos eran diferentes ya que una era Gilbert y la otra Pierce pero no me pareció el momento de saciar mi curiosidad.

Volví a mirar hacia los hombres y vi que Damon se encontraba en la parrilla controlando la cocción de las carnes mientras tomaba un trago de su cerveza. Robaba el aliento con aquella camisa gris y los jeans azules. ¡Parecía tan… alcanzable verlo con ropas que era de entre casa! ―… Damon, Bella? Volví a mirar a mis acompañantes.

―Lo siento, me distraje ―sonreí y llevé a mis labios el vaso de zumo de naranja que tenía olvidado en mi mano derecha―. ¿Decías? ―Te pregunté hace cuanto conoces a Damon.

―Oh ―«Piensa, piensa»―. Hace un tiempo.

―Aun no puedo creer que esté en una relación formal ―suspiró Jenna de forma teatral.

―Yo tampoco ―Katherine le dio un trago a su cerveza―. Me refiero a que ni con Andy quiso nada formal.

Mi curiosidad fue súbitamente captada.

¿Quién es Andy?

Elena, Jenna y Bonnie fruncieron el seño.

―Andy es… fue una amiga nuestra ―contestó Caroline.

―¿Se fue a algún lugar…?

―¿Por qué hablaban en pasado?

―Se suicidó ―Katherine depositó su cerveza ya vacía en la mesa―. De un quinto piso.

No sabía qué decir y la noche pareció enfriarse de repente. Miré a Damon de reojo, quien tenía el cuello de Nicklaus rodeado por su brazo en forma de broma.

¿Por qué él no me había dicho nada? ¿Qué había sido Andy para él? ¿Por qué se había suicidado? Quise preguntar pero no me pareció apropiado; tampoco pude.

―¡Ey! ―Damon llamó nuestra atención y todas nos volvimos, Elena y Katherine se encaminaron hacia sus parejas― todo está casi listo.

―Las ensaladas están en el refrigerador ―anunció Tanya, quien estaba sentada a mi lado. La luz que brillaba detrás de nosotras hacía que la parte superior de sus cabellos se vieran rubios.

Sintió mi mirada en ella y me sonrió.

―No te preocupes ―dijo lo suficientemente bajo como para que nadie más que yo la escuchara

―. Yo no conocí a Andy pero por lo que me dijo Nick, ella sólo fue la mejor amiga de Damon. Fruncí el seño.

―Pero, ¿por qué dijeron…?

Tanya sonrió cálidamente y posó su mano sobre la mía. Su tacto era suave y reconfortante.

―Lo único que sé es que ella estaba muy enamorada de Damon pero que también estaba un poco… desequilibrada ―su acento se marcó levemente ante la palabra. Me mordí el labio

―. Ahora, si quieres saber si Damon sentía algo más que amistad por ella… no sabría contestarte a ciencia cierta.

Nick es el mejor amigo de Damon y ni él te lo sabría decir

―me dio una mirada de disculpa. Posé su mano sobre la suya porque me sentía al borde de las lágrimas. ¿Hormonas, quizás?

―¿Qué hacen aquí tan alejadas? ―Nick apareció de la nada y agachó su rostro a la altura de los nuestros. Damon se encontraba de pie detrás de él

―. ¿Es un secretito? ―preguntó en tono conspirador.

Tanya rió y golpeó suavemente su hombro. Nick también rió pero pronto capturó sus labios en un beso y yo miré hacia otro lado.

Damon se puso a mi lado y me tendió su mano. La tomé, dejándome llevar hacia el otro grupo y alejándome de la parejita.

Seguramente Damon había querido dejarlos a solas unos momentos. Miré sobre mi hombro y vi que la mandíbula de Tanya se encontraba apoyada en el hombro de Nick. Él se encontraba de espaldas a mí.

―Gracias ―gesticulé sin sonido con los labios en su dirección.

Tanya me sonrió y volvió su atención a Nick.

―¿Todo en orden? ―preguntó Damon en mi oído haciéndome estremecer―. Noté que te encontrabas un poco… Sacudí la cabeza.

―Estoy bien, no te preocupes ―le sonreí―. Tu familia y tus amigos son maravillosos. Él asintió con la cabeza.

―Sin embargo, no sabía que conocías a Bonnie y Caroline.

―Ni yo que eran tus amigas. Se encogió de hombros.

―Eran compañeras de Instituto de Stefan y Elena así que cada vez que había una fiesta tenía que haber alguien responsable.

―¿Entonces por qué te llamaban a ti? ―pregunté simulando una gran falta de certeza.

―Ja-ja ―a pesar de la ironía me sonrió―. De todas formas me caen bien; son buenas muchachas.

―Créeme, lo sé ―comenté desviando la mirada.

Él no dijo nada más pero sabía que él intuía algo más; no era idiota

―. ¿Buscamos las ensaladas? ―pregunté y él asintió.

Dijo en voz alta a lo que nos dirigíamos y me tomó por la cintura para encaminarnos hacia la cocina

―. Me cae muy bien… Me empujó suavemente hacia la pared y pronto sus brazos estuvieron a mi alrededor, su boca sobre la mía.

El calor recorrió mi cuerpo como si de una ráfaga se tratase y no pude evitar responderle apasionadamente, enlazando mis dedos con su fino cabello.

Su boca sabía a hombre y las manos que aprisionaban mi cadera me decían cuánto me deseaban. Nos separamos para poder respirar y dijo:

―No sabes lo que daría para que todos desaparecieran ―besó mi mandíbula― y poder hacerte gritar ―besó mi cuello y resollé por aliento― hasta que no te queden fuerzas.

―Damon ―sólo alcancé a decir su nombre antes de atraer su rostro nuevamente al mío… y alguien se aclaró la garganta. Me separé de él con tanta rapidez que me mareé y Damon tuvo que colocar un brazo en mi cintura para evitar que me cayera.

―¿Estas bien? ―Sofía se acercó a nosotros y me palmeó el hombro. Sonrió―. Lo siento pero es que Stefan y Nick están protestando de que tienen hambre.

―N-No se preocupe ―mis mejillas estaban en llamas.

Acomodé mi vestido lo mejor que pude evitando su mirada. Damon solo rió fuertemente.

Una vez que nos sentamos a comer todo se desarrolló normalmente. Giuseppe entabló una conversación con Elijah sobre una constructora que luego me enteré era el oficio de la familia Mikaelson; arquitectos, contratistas. También me enteré que Katherine era arquitecta

―trabajaba con su pareja―, Elena, nutricionista y Stefan era un abogado como su padre que trabajaba en el bufete Salvatore & Denali, el cual era dirigido por Giuseppe y el padre de Tanya, quien era abogada especializada en defensa.

―Somos familia ―sentenció Nick riendo y Elijah sonrió, alzando su copa a modo de brindis. Todos lo imitaron y pronto me vi rodeada de copas alzadas.

―¡Tú también, Bella! ―exclamó Caroline desde mi derecha en la punta.

―Sí ―Katherine me sonrió―, te lo mereces al realizar semejante azaña ―Jenna y Elena rieron junto con ella.

―Déjenme decirles que el chiste ha comenzad a aburrir ―les dijo Damon.

―¡No peleen y, Bella, levanta tu copa! Riendo hice lo que me dijeron que hiciera.

―¡Por la familia!

―¡La familia!

―¡Nuestra gran familia!

Hasta el tiempo del postre todo estuvo bien, las risas eran contagiosas y la comida estaba exquisita.

Pero una vez terminada la cena y que la vajilla fuera llevada nuevamente adentro vino el postre, y con ello lo inevitable.

El gran tiramisú de limón fue depositado en la mesa amorosamente por Sofía.

―He hecho el postre favorito de Damon ―anunció.

―Eso se ve excelente.

―Se me hace agua la boca…

―Yo quiero ésta parte ―Damon señalaba todo el lado derecho del postre. Elijah y Nick se rieron.

Y es que en verdad se veía delicioso, amarillo y blanco… La boca se me hacía agua a mí también.

Sofía comenzó a repartir las porciones―una considerablemente grande para Damon― y pronto todos estuvieron en silencio saboreando el manjar.

Yo probé el primer bocado y era exquisito; tuve que contenerme de gemir.

El segundo y el tercero le siguieron…

y el cuarto tuvo un sabor diferente, raro. Fruncí el seño y miré la porción que parecía no tener nada fuera de lo común. Fruncí el seño y tomé otro bocado.

Solté el postre ―esa cosa asquerosa― en la mesa y me llevé una mano a la boca mientras echaba a correr al baño, rogando llegar a tiempo. .

Lo sentí detrás mío mientras mi rostro aun estaba inclinado sobre el inodoro. Sujetó mis cabellos y frotó mi espalda mientras las nauseas cesaban ya que no podía hacer otra cosa.

Me senté en el suelo aun cerca del inodoro. Una mano se posó en mi frente y noté que estaba pegajosa. Me levanté ―con la ayuda de Damon― y caminé lentamente hacia el lavatorio para enjuagarme la boca y lavarme el rostro con agua fría, agradeciendo la frescura.

Damon secó mi rostro con delicadeza y no pude evitar recostarme sobre su pecho permitiendo que él me sostuviera entre sus brazos.

―¿Sabes? ―habló― de alguna sabía que esto sucedería.

―¿Entonces por qué no me advertiste? ―mi voz salió demasiado dura pero, ¡hey! Yo era quien había devuelto la mitad de mi vida en aquel cuarto de baño. Sentí que sus hombros se movían y un segundo después me di cuenta de que se estaba riendo

―. ¿Te parece gracioso?

―¿Eh? No, no. Claro que no.

Diez segundos de silencio.

―Dime, ¿por qué dices que lo sabías?

―Bueno, es que hace unos años cuando aún me encontraba rindiendo materias para el título mi madre me contó que cuando estaba embarazada de mí no el limón le daba náuseas. Tiramisú de limón. Ugh.

―Pero no todas las mujeres somos iguales ―comenté.

―Sí, bueno, pero no todas las mujeres tienen un bebé Salvatore en sus vientres ―acarició con ternura el lugar mencionado―. Sabes que ahora tendremos que salir y dar una explicación, ¿verdad? Asentí con la cabeza. Luego de semejante espectáculo me lo imaginaba.

―Perdón por… acelerar las cosas. Él resopló a la vez que tomaba un mechón de mi cabello y lo colocaba detrás de mi oreja.

―De hecho, no pudo ser más oportuna, señorita Swan ―no pude evitarlo; tuve que reír―, porque no se me ocurría alguna manera de decirlo sin que me preguntaran cien veces si estoy diciendo la verdad o no.

―Pues… para serle franca, señor Salvatore, no me agradó serle útil. Él rió y me dio la vuelta para que quedara frente a él.

―¿Estás lista? ―inhalé profundo y luego solté el aire lentamente―. Bien, aquí vamos.

Acomodé mi cabello lo mejor que pude mientras salíamos por la puerta y Damon se encaminaba hacia el patio trasero nuevamente. Los rostros preocupados no se hiciero esperar y Bonnie fue la primera que habló:

―¡Bella! ¿te encuentras bien?

―¡Por Dios! ―exclamó Katherine―. Te habías puesto verde.

Miré a Sofía que estaba al lado de su marido con rostro inseguro. Clavó sus ojos en mí y en sus ojos pude ver el brillo de la incertidumbre.

―Isabella está bien ―los apaciguó Damon y volvió a colocarse detrás mío― pero tenemos… algo que decirle.

―No nos asustes, Damon ―Nick abrazó a Tanya de la misma manera en la que Damon me estaba abrazando a mí―. ¿Qué sucede?

La barbilla de Damon se posó en mi hombro izquierdo. Pensé que volvería a vomitar debido a los nervios.

―Isabella y yo seremos padres ―anunció en voz alta, pude detectar la seriedad en su voz y también… ¿era eso orgullo?

Nadie reaccionó en seguida, de hecho creo que tomó un largo minuto para que Elijah abriera los labios.

―¿Van a tener un hijo? ―Damon y yo asentimos con la cabeza al mismo tiempo―. Bueno, pues felicidades

―se acercó y le dio una gran abrazo a Damon y un beso en la mejilla a mí. Katherine también se acercó y me dio una sonrisa dubitativa y luego un abrazo. ―Felicidades, supongo ―comentó en mi oído. Fruncí el seño y dije:

―Con «felicidades» está bien. Estamos felices.

―Disculpa a Katherine pero es que mi mujer tiene algunos pensamientos acerca de los niños ―se disculpó Elijah con una sonrisa fácil pero pude percibir un deje de tristeza detrás de sus palabras. Katherine desvió disimuladamente la vista.

―Seré abuela ―Sofía tenía los ojos abiertos como platos y los labios levemente entreabiertos mientras que Nick y Tanya se acercaban a felicitarnos―. ¡Seré abuela! ―sin que la viera venir se lanzó hacia Damon con sus mejillas bañadas en lágrimas.

Se escucharon unas risas y luego Stefa me abrazó tiernamente ya que su madre estaba acaparando a su hermano mayor.

―Muchas felicidades ―susurró en mi oído. Luego de que él me soltara fue Giuseppe quien vino a darme un abrazo corto pero afectuoso. Uno a uno fueron cayendo en la realidad

―Damon tenía razón en que le hubieran preguntado cien veces si decía la verdad―

y nos continuaron felicitando. A quien no vi por ningún lado fue a Elena y me extrañó ya que no había dicho nada así que aprovechando que todos estaban bombardeando de preguntas a Damon me escapé para ir hacia el interior de la casa. Miré en la sala y no vi nada, luego en la cocina y tampoco la encontré.

Tuve un destello de ingenio y subí las escaleras, buscando el cuarto que se suponía había sido de Stefan. Encontré una puerta entreabierta y no dudé en echar un vistazo. Era un dormitorio similar al de Damon y luego de una leve búsqueda pude divisar el lacio cabello de Elena.

Se encontraba de pie y de espaldas a mí, observando por la ventana. Entré despacio pero no pude evitar el suave chirrido de la puerta. Ella volvió la cabeza en mi dirección.

―Hey ―dije sin saber qué hacer. Caminé unos pasos hacia ella y le sonreí débilmente al ver la humedad en sus mejillas―. ¿Te encuentras bien?

Ella me devolvió el intento de sonrisa y se secó las lágrimas con el dorso de la mano.

―Sí, es sólo ―su voz salió rasposa. Se aclaró la garganta―… que me emocioné por la noticia. Felicidades

ésta vez la sonrisa era más grande y sincera.

―Gracias ―susurré mientras ella volvía a contemplar la vista que ofrecía el exterior de la noche

― pero no pareces muy contenta. Suspiró. ―No me malinterpretes; me pone muy feliz que les esté sucediendo esto. Damon se lo merece porque es un gran hombre, sólo faltaba que sentara cabeza ―rió bajito y no pude evitar acompañarla―. Y tú me pareces una buena persona.

―¿Entonces? ―tenía que haber algo más. Ella se movió y se encaminó hacia la cama, donde se sentó. Me uní a ella.

―Es que… Stefan y yo hemos estado buscando un niño desde hace meses y no sucede nada ―otra lágrima― y me pongo a pensar de que ustedes se conocen desde hace poco tiempo y ya están esperando uno ―volvió a intentar secarse las lágrimas pero yo no pude contener las mías―. No es justo ―

terminó en voz baja, como si protestara. Miré mis manos a través de mi visión llorosa. ¿Qué podía decirle?

―¡Oh, por Dios, mira: ya te he hecho llorar!

Me reí entre lágrimas.

―Es que… las hormonas van a matarme ―ambas reímos―. Elena, no te aflijas. Ya verás que cuando menos lo pienses estarás esperando tu propio hijo

ante mis palabras ella me sonrió y, para mi sorpresa, pasó un brazo sobre mis hombros y me abrazó.

Le devolví el abrazo. La familia Salvatore no estaba tan mal después de todo, ¿verdad?

Capítulo 8: La familia Salvatore Capítulo 10: secretos de un diario intimo

 
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