Bella POV
Alice se había ido a drogarse con Jasper y yo había decidido ir a tomar un baño, ya que estaba completamente sudada, además tenía una examen mañana del cual no se me quedaba nada en la cabeza…claro como se me iba a quedar algo en la cabeza si todo lo que la ocupaba era el cuerpo desnudo de Edward…mmm. Que ricura, se me hacía agua la boca solo de acordarme.
Salí del baño, me puse mi tanga y procuraba buscar un top, cuando tocaron a la puerta. No tenía idea de quién podría ser, les había dejado muy claro a todos que subiría a estudiar y que no quería ser interrumpida…pero otra vez sonaron la puerta.
Bueno fuera quién fuera, ya no me importa que me vieran desnuda…total ya había corrido un milla completamente sin ropa, así que el pudor no me iba a acompañar en el momento de abrir la puerta.
Fui directo a la puerta con mi cabello empapado, y solo con mi tanga puesta. Abrí y cuando descubrí quién era, mi corazón se aceleró…y no sé por qué pensé en que hubiese sido mejor buscar un top antes de abrir.
¿Me deseabas?...perdón ¿me buscabas? –las palabras salían atropelladas de mi boca.
Disculpa, es que acabo de salir del baño, pasa mientras busco algo que ponerme. –dije corriendo como loca por la habitación.
Encontré un top de tiras y ombliguero del mismo color de mi tanga y me lo puse. Respiré profundo y fui en busca de mi visita.
Lo siento no debí venir. –dijo él sin mirarme a la cara, era como si estuviera evadiendo verme.
No. Digo está bien que hayas venido…¿Qué se te ofrece? –dije una vez más ahora hiperventilando.
Edward se levantó del sofá donde se había sentado mientras yo me iba a cubrir el cuerpo.
En realidad si me puedes ayudar y mucho. –dijo abalanzándose sobre mí, hasta que hizo chocar mi cuerpo con la pared más cercana.
No había duda que él había sentido lo mismo que yo. Ese impulso, ese deseo de sentir nuestras pieles, y eso era lo que andaba buscando.
Sus manos sujetaban fuertemente mi cintura, mientras el besaba mis labios y cuello con loca desesperación, mis dedos estaban enredados en su cabello rebelde, mientras yo jadeada cada vez que apretaba mi cintura atrayéndola más a su cuerpo.
Bella, yo no quiero esto. –susurraba en mis labios
Oh sí, si lo quieres. Sólo déjate llevar. –le decía yo, no sé a qué se refería con no querer si su cuerpo me decía lo contrario.
Como pude me deshice de su suéter, mientras el acariciaba mis senos a través de la delgada tela del top, sus caricias me hacían sentir en la gloria. Mi lengua se enredó con la suya y se enfrascaron en un batalla que ninguno de los dos quería perder.
Isabella, detente…esto no va a pasar. –dijo separándose de mí a lo que yo quedé perpleja.
Edward no puedes dejarme así…tú tampoco te puedes ir de esa forma…además sé que lo deseas tanto como, por gusto no has venido hasta aquí. –reproché
Quizás tengas razón, pero no voy a dejar que mi cuerpo domine la razón. –dijo parado en el umbral de la puerta listo para partir.
Pero que tiene de malo que lo hagamos, ambos lo deseamos. –dije seductoramente.
No quiero comportarme como todos. –susurró pero lo logré escuchar perfectamente.
Entonces ven, entra y enséñame cuál es tu estilo. –dije tomándolo por la mano y adentrándolo una vez más a la habitación.
Edward POV
Sus últimas palabras me tomaron por sorpresa, no me las esperaba. “Entonces ven, entra y enséñame cuál es tu estilo”, ella quería que fuera yo, la que le enseñara como se debe tratar una mujer tan hermosa como ella en la intimidad, eso me llenó de valor. Ahora si podía dominar la razón, mi cuerpo ya había dejado aquel arrebato con el que había llegado a su habitación y no pude evitar volver a entrar.
Bella tomó mi mano y yo en vez de soltársela, la apreté más fuerte.
Me paré frente a ella y tomé su rostro entre mis manos. La miré fijamente a los ojos.
¿Eso es lo que en verdad quieres Bella? –dije una vez más, mientras ella asentía con la cabeza y sentía su cuerpo estremecerse.
Totalmente. –balbuceó casi en un susurro
Tomé su cuerpo en brazos, ella enredo sus manos en mi cuello. Nuestros labios permanecían juntos, acariciándose con tiernos besos. Caminé hasta su cama y deposité su cuerpo delicadamente. Yo me senté en la cama y la contemplé por unos minutos, su belleza era única e inigualable.
¿Qué? –dijo
Nada. –respondí y no pude reprimir una sonrisa tonta de un perfecto enamorado.
Con ella sentada en la cama me fui acercando lentamente. Su mirada estaba fija en cada uno de mis movimientos. Su rostro era angelical, nada en comparación a la chica rebelde y libertina que conocí.
La besé tiernamente una vez más.
Esta noche no tendremos sexo, esta noche haremos el amor… -susurré en sus labios, pero ella se separó de mí casi en el acto.
¿Qué sucede Bella? –dije, la verdad me asustó su reacción.
Creo que deberías irte. –dijo y se levantó de la cama, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.
Fui tras ella y la tomé por el brazo.
¿Qué hice mal? –pregunté mirándola a los ojos.
Tú nada. Sólo que…solo que tengo miedo. –dijo mientras una lágrima resbalaba por su mejilla.
Ella agachó su rostro.
No, no, no. Jamás vuelvas a bajar tu rostro. No tengas vergüenza de lo que piensas o dices o sientes. Y está bien, si no quieres que pase no va a pasar. –dije y la estreché en un fuerte abrazo pero una vez más se alejó.
Es que no entiendes. Si quiero que pase, pero tengo miedo. Ayúdame a no sentir miedo, ayúdame a que estas ganas que tengo de estar entre tus brazos se calmen. –musitó.
Tonta Bella, hubieses empezado desde el principio. Claro, que te ayudaré a que no sientas miedo, y también voy a ayudarte a que estés entre mis brazos. –dije y nos perdimos en un profundo beso.
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