El amor de mi vida (+18)

Autor: sachiko065
Género: Drama
Fecha Creación: 04/06/2013
Fecha Actualización: 23/05/2014
Finalizado: NO
Votos: 15
Comentarios: 46
Visitas: 34006
Capítulos: 21

Bella:

Yo era una chica normal. Un poco gruñona tal vez y no la mejor en clase. Era cariñosa con mis familiares y amigos, me encantaba la música. En fin, era alguien normal como dije. Lo único que odiaba en este mundo era el amor de pareja. Me parecía algo repulsivo y bobo... Hasta que conocí a un bello italiano que llegó a mi escuela. Edward Vulturi. Él sintió cosas por mi desde que me vió, pero yo me quise resistir a lo que sentía porque... Me daba asco el amor. Pero... Terminé aceptandolo. Amandolo con toda mi alma más bien. Solo hay algo que no me gusta de su vida. Su padre es el más grande mafioso de Italia.

 

Edward:  

En mi familia había una especie de maldición, o así lo veía yo. Los hombres de mi familia solo podían enamorarse una vez en la vida y el amor duraba para siempre. Además, se enamoraban solo con ver a su chica a los ojos, aunque no se conocieran. Eso sin duda me parecía una patraña. Mi padre no lucía muy enamorado de mi madre que digamos. Por eso, dejé de preocuparme y disfruté de la vida. Tenía dinero, muchos autos, tenía a cualquier mujer que quisiera en mi cama. De repente mi padre me dió una noticia que me llenó de optimismo. Iriamos a vivir a Norteamérica. No me entristecía dejar Italia, yo no era apegado a las cosas ni había amado a alguien... Hasta que la conocí a ella llegando a mi nueva escuela. Con solo ver sus hermosos ojos chocolate supe que ya no volvería a amar a nadie más. 

 

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Capítulo 21: Desastrosa graduación

Bueno, aquí les dejo otro cap más de la historia jaja. Espero que les guste :D

 

fabiana muchas gracias por seguir aquí :D que bueno que te gustó el cap anterior. Espero que te guste este. Comenzaré ya a escribir el POV Edward. 

 

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Capítulo 21: Desastrosa graduación

 

Bella POV:

 

Al fin me graduaba de la preparatoria. Sonreí mientras me miraba en el espejo de mi cuarto. Pasé los exámenes con muy buenas calificaciones y había sido aceptada en la universidad y lo mejor de todo… me casaría con Edward. Aun no habíamos decidido una fecha exacta pero posiblemente nos casaríamos durante las vacaciones para estar casados al entrar a la universidad. Finalmente, los dos iríamos a la universidad de Columbia. Ambos estudiaríamos economía.

 

Alisé mi toga de forma nerviosa y salí de mi cuarto. Charlie y Reneé me miraron con lágrimas en los ojos y me abrazaron. Mi madre no vendría a mi graduación y eso me ponía triste; no me explicó el motivo, ni siquiera me llamó. Al parecer estaba muy molesta conmigo y ya no le importaba.

 

—   Ya no eres una niña— dijo mi papá con tristeza y con las mejillas húmedas por el llanto. Alargué una mano para acariciarle la mejilla y lo miré con ternura.

 

 

—   Siempre seré tu niña— contesté a punto de echarme a llorar también.

 

—   Es cierto, siempre lo serás

 

Reneé quien sostenía el birrete en las manos lucía muy guapa con su vestido y su cabello recogido. La maternidad le estaba sentando muy bien. Charlie llevaba un traje color beige que le quedaba bien.

 

—   Bueno, debemos irnos— carraspeó Reneé intentando reprimir las lágrimas que estaban por salir de sus hermosos ojos azules.

 

 

—   Sí, es cierto…

 

Mientras bajaba la escalera me preguntaba vagamente donde estaría Edward. Para mi sorpresa él y Valeria estaban afuera de mi casa, mirándome emocionados.

 

Edward me dedicó una mirada llena de amor antes de acercarse. Tomó una de mis manos y me besó los nudillos. Le sonreí.

 

 

—   Estás preciosa, mi cielo— musitó—. Muchas felicidades

 

¿Preciosa yo? Él era el que estaba precioso con su traje color gris y ese cabello despeinado de siempre. Sus ojos verdes brillaban de emoción ya que estaba muy feliz por mí. Yo lo estaba porque él estaba recuperando el peso que había perdido durante nuestra separación.

 

—   Aun no me gradúo— le recordé nerviosa.

 

—   Hoy en la reunión vamos a decirle a tu padre que nos casaremos como acordamos ¿De acuerdo? — susurró en mi oído, después besó mi mejilla.

 

Asentí, nerviosa por su cercanía y por todo lo que iba a ocurrir hoy. Tenía los nervios a flor de piel y no era por la graduación precisamente. Me ponía nerviosa la reacción de Charlie y de Reneé ante esto.

 

—   Bueno, apurémonos que se nos hace tarde— dijo mi papá antes de tomarme del brazo—. Si no te molesta la llevaré a su graduación

 

Edward negó con la cabeza sonriendo.

 

—   Por supuesto que no, nos vemos allá…

 

Valeria— quién tenía un precioso vestido morado— me sonrío.

 

—   Buena suerte, Bella— me dijo.

 

—   Gracias, Valeria— respondí mientras caminaba junto a mi padre hacia su coche. Tenía puestos unos zapatos de tacón bajo para evitar matarme al subir al estrado a recibir mi diploma. Reneé me puso el birrete antes de subirnos al coche.

 

 

Una vez adentro, sentada en el asiento trasero, observé por la ventana como Edward y Valeria se subían al Volvo. Sonreí recordando que mi cuñada ya se había calmado con eso de organizar mi boda. La que no estaba conforme con la idea era Alice quien insistía en una boda por todo lo alto.

 

—   Por Dios, Bella,  te casarás con un chico multimillonario— me había dicho y yo le puse los ojos en blanco—. Tienes que aprovechar para hacer una boda como de película… ese día es muy importante en la vida de una mujer

 

 

Negué con la cabeza, divertida por eso. Yo no la contradije ni le di la razón porque no deseaba una pelea con ella. Carlie me comprendía más que Alice. Ayer por la noche habíamos hecho una video llamada y le conté sobre mi boda. Por suerte tenía audífonos puestos y nadie escuchó sus gritos en mi casa. Jacob, quien estaba a su lado, intentó calmarla y me deseó mucha suerte en mi graduación y que se alegraba demasiado por mi boda pero admitió que le parecía increíble. Lo comprendía perfectamente; incluso a mí me costaba creérmelo. Ambos me dijeron que una boda sencilla e íntima era más romántico y les agradecí mucho que me entendieran.

 

Estuve sumida en mis pensamientos hasta que papá estacionó frente a la escuela. Miré a mí alrededor al salir del auto y mientras caminaba hacia la entrada vi a todos con sus togas negras puestas caminando hacia el auditorio también. Algunos me seguían mirando y cuchicheaban como había estado ocurrido desde la semana pasada. Quizá solo hablaban de mí por cierto chico guapísimo que venía a recogerme en mis últimos días de instituto, así que no le tomé mucha importancia a los cotilleos. Algunos profesores también me miraban extraño y eso era lo único que me llegó a preocupar.

 

Decidí no comentárselo a nadie. Ni siquiera a Alice quien estaba siempre conmigo en la escuela. Cuando esa pequeña duende y Daniel me vieron corrieron hacia mí y me abrazaron. Mi padre y Reneé se habían adelantado puesto que Charlie era el director y tenía que estar supervisando que todo estuviese en orden.

 

—   ¡Al fin nos vamos a graduar!— exclamó Alice cuando me soltó. Daniel estaba muy sonriente y ya tenía el birrete puesto; se veía muy gracioso.

 

 

 

—   Al fin me desharé de todos los cabrones que hablaban de ti— dijo Daniel—. Bella, has sido bastante popular esta semana…

 

 

—   ¿De qué estás hablando?— le pregunté confundida. Alice lo fulminó con la mirada.

 

En ese momento sentí como me abrazaban por detrás. Mi pulso se aceleró cuando Edward mordió juguetonamente el lóbulo de mi oreja y luego me besó la mejilla riéndose.

 

—   Quisiera darte tu regalo de graduación antes— murmuró y yo volteé a verlo arqueando una ceja.

 

 

—   Dije que nada de regalos— lo regañé. Edward sonrió de forma desvergonzada e introdujo su mano adentro del saco para luego sacar una caja alargada.

 

 

—   Déjame darte este regalo— me pidió con un puchero. Dios mío; Edward era tan irresistible.

 

—   Está bien— gruñí.

 

 

Abrió la caja y entonces pude contemplar el hermoso collar de plata con un dije de corazón.

 

Edward volteó el corazón y en letras cursivas venía grabada una frase.

 

“Te amo más que a mi vida”

 

Miré a Edward boquiabierta y con los ojos llenos de lágrimas. Le eché los brazos al cuello y lo besé de forma apasionada, sin importarme mucho quien estuviese observándonos. Edward se rio contra mis labios y me respondió al beso pero un carraspeo nos hizo separarnos.

 

—   Hey, estamos aquí ya no den espectáculos— dijo Daniel—. ¿Acaso quieres empeorar la reputación de tu novia?

 

Edward lo miró con el ceño fruncido. Parecía preocupado.

 

—   Ya no la besaré así que cállate, por favor

 

—   Daniel, yo no tengo mala reputación— le dije indignada.

 

 

Daniel me miró ligeramente boquiabierto y luego negó con la cabeza. A su lado, Alice estaba tensa, mirando a todas partes excepto a nosotros. Fruncí el ceño.

 

 

—   Es verdad, tu reputación es buena, me he expresado mal

 

—   Ya díganme de que están hablando— protesté. Edward aprovechó que me volteé para hacer mi cabello a un lado ponerme el collar. Después de abrocharlo pasó con cuidado mi cabello por la cadena, haciéndome sonreír como idiota.  

 

 

—   ¡Ustedes!— exclamó una de las coordinadoras de la escuela—. ¡Vayan adentro, ya va a empezar!

 

Decidí que en otro momento debía preguntar sobre lo que dijeron Daniel y Edward.

 

Los cuatro entramos al auditorio y con tristeza me tuve que separar de Edward ya que debía sentarme con los alumnos cuyos apellidos comenzaran con S. Por suerte atrás de las sillas que estaban en la esquina habían pegado letras y encontré rápidamente la fila cuya fila tenía una “S”.

 

Como mi fila era de las últimas giré para mirar las gradas que estaban llenas de gente. Aun así localicé rápidamente a Edward, a Valeria y a Reneé quienes me sonrieron ampliamente. A su lado estaban mi hermana, Alec quien llevaba a Mike dormido sus en brazos, Carlisle y… ¡Mi madre!

 

Me quedé boquiabierta y mis ojos se volvieron a llenar de lágrimas. Mi madre me lanzó un beso y articuló con los labios algo que yo entendí como “te quiero”.  Carlisle me sonrió y me saludó con la mano.

 

Me quise levantar para correr a abrazarla pero la voz de mi padre resonó en todo el auditorio. La graduación había comenzado y muy rápido. Me volteé y noté que había un chico a mi lado quien al verme me sonrió coquetamente. Sentí asco.

 

—   ¿Quieres que vayamos a coger al baño después de graduarnos?— me preguntó en el oído. Me puse rígida y lo observé horrorizada. Me aguanté las ganas de golpearlo.

 

Le lancé una mirada envenenada y luego volteé hacia mi padre quien estaba dando un discurso y presentando a los profesores que estaban sentados en la mesa.

 

El resto de la graduación traté de olvidarme de lo que el estúpido de al lado me dijo. Irina, la rubia y  porrista estrella de la escuela pasó a dar el discurso de graduación. Realmente me gustaba mirarla ya que parecía la típica chica popular que sale en las series. Yo había conocido a sus padres ya que estos eran amigos de Charlie. Eran excelentes personas.

 

Irina hizo un discurso muy emotivo que me hizo olvidar el desagradable momento con el chico de al lado que tenía una sonrisita estúpida en la cara al oír a Irina.

 

—   Bueno… he preparado una sorpresa para todos ustedes para el final de la ceremonia— anunció Irina con los ojos llorosos. Oh… se veía como una niña llorando. Sonreí—. Es un video de despedida de esta generación… espero de todo corazón que lo disfruten…

 

Y así concluyó su discurso. Todos aplaudimos y los maestros iniciaron a repartir los diplomas. Pasó más de media hora hasta que me tocó pasar por el mío. Papá en vez de solo estrecharme la mano como todos los profesores se levantó de su lugar y se inclinó para abrazarme.

 

—   Muchísimas felicidades, mi princesa— me dijo en el oído. Después me soltó y me colocó la borla del otro lado, señal de que ya estaba graduada.

 

—   Gracias, papi— respondí ruborizada. Volteé hacia el fotógrafo y me tomó una foto con mi diploma.

 

Bajé del estrado y regresé a mi lugar, aliviada de no haberme caído en ningún momento.

 

Cuando terminaron de repartir los diplomas yo ya estaba ansiosa por aventar mi birrete y correr a recibir las felicitaciones de todos, especialmente la de mamá. Yo la amaba a pesar de todo y tendría que convencerla de que apoyara mi relación con Edward.

 

Observé a mi prometido quien me miraba con esa sonrisa torcida que tanto me encantaba. Lo amaba con toda mi alma y jamás podría alejarme de él otra vez.

 

—   En serio, vayamos al baño a coger— insistió el estúpido rubio muriéndose de risa.

 

—   Oye ¿qué diablos pasa contigo?— pregunté enfadada. No alcé mucho la voz debido a que no quería alterar a nadie, menos a Edward quien en estos momentos debía estar vigilando atentamente cada uno de mis movimientos. Las chicas sentadas al lado de él comenzaron a convulsionarse levemente y a taparse la boca para no soltar una carcajada.

 

 

Se estaban riendo de mí por lo que el chico me estaba diciendo. Solté un leve gruñido antes de volver a mirar hacia el estrado donde Irina estaba parada. Al lado de esta estaba una pantalla muy grande con dos bocinas.

 

—   Al fin veremos nuestro espectacular video de graduación— dijo Irina con una sonrisa burlona. Fruncí el ceño, confundida.

 

—   ¿Por qué no quieres ir conmigo al baño?— cuestionó el tipo—. Con el chico que se coló a la escuela si lo hiciste, eres una puta, ah ya sé… le has cobrado

 

 

Lo volteó a ver con los ojos abiertos como platos… ¿Cómo se había enterado de lo que hice en el baño?

 

—   ¿De qué estás hablando?— fingí no tener idea. El pánico me invadió.

 

—   Ya lo verás— respondió señalando con la cabeza hacia el estrado. Volteó a ver y la pantalla está en azul. Después de eso comenzó el video y me puse pálida. La cámara estaba posicionada en el suelo del baño, a dos cubículos de donde Edward y yo lo hicimos. Reconocí mis zapatos y la ropa tirada en el suelo.

 

 

Me encogí en el asiento al escuchar mi fuerte gemido.

 

“Cállate Bella” dijo Edward.

 

Nos movimos de manera demasiado rápida lo cual hacía más que evidente lo que estábamos haciendo. Miré a Charlie quien miraba atónito la pantalla. Alcancé a entrever el color rojo de su rostro.

 

Nadie se pudo mover hasta que terminó el video. Era la parte en dónde Edward se corría.

 

A continuación mi padre comenzó a gritar improperios. Estaba en problemas… en muchos problemas. En mi mente comencé a pensar en las consecuencias. Mi padre me castigaría y mi madre también; Reneé me tendría asco, mis amigos posiblemente se alejarían de mí y Edward… él me dejaría porque esto era una gran humillación.

 

Quería huir de todo mundo, morirme si era posible. Comencé a ver borroso por las lágrimas que estaba conteniendo. Me levanté de mi asiento, dispuesta a marcharme corriendo pero todos los alumnos me rodearon, impidiendo que me fuera.

 

—   Anda, zorra… dame un poco de eso que le dabas al chico— me dijo el tipo que se sentó al lado mío. Me tenía harta.

 

Me tomó bruscamente por un brazo y comenzó a mordisquearme el cuello.

 

—   ¡No!— grité con todas mis fuerzas y luego fui jalada por alguien; era Daniel quien me abrazó.

 

—   ¡Déjenla!— bramó a punto de echarse a llorar.

 

 

 — ¡Te voy a matar, desgraciado!— el grito de Edward taladró mis oídos. Violentamente apartó a toda la gente y llegó hasta el chico y le dio un puñetazo que lo dejó inconsciente. Sollocé y hundí la cabeza en el pecho de mi primo. No quería ver como lo mataba.

 

—   ¡¿Me puedes explicar esto, Isabella?!— me preguntó Charlie en el micrófono.

 

Lo miré y aparté bruscamente a Daniel. No iba a tolerar estar aquí mucho más tiempo. Corrí entre todos los alumnos que se reían de mí. Dejé escapar un sollozo muy fuerte y salí disparada fuera del auditorio. Me frené un poco para tomar aire y después volví a correr sin ser consciente de donde me dirigía.

 

Cuando finalmente azoté en el suelo me percaté de que estaba en el bosque. Sonreí satisfecha de haber escapado del auditorio de la escuela. Me quité el birrete y la toga y las aventé. Me di cuenta de que no estaba muy lejos de los acantilados de La Push.  Bueno, estaba lejos, pero el sendero en el que me encontraba me conducía hacia ellos.

 

Subí el sendero lentamente apartando con las manos las ramas que se cruzaban en mi camino. Dejé de llorar en el camino y comencé mascullar cosas sin sentido. Estaba demasiado aturdida por aquella humillación; deseaba desaparecer de la vista de todos. A estas alturas todo el pueblo sabía lo que había hecho con Edward en aquel baño y a estas alturas… él se estaba yendo lejos de la vergüenza, lejos de mí. Era lo justo a final de cuentas.

 

Cuando llegué a la orilla del acantilado ya me había serenado un poco y me pregunté si me estarían buscando. Miré mi anillo y gemí. Hoy, lo único estresante debió ser el anuncio de mi compromiso en aquella reunión en casa que Reneé y Charlie organizaron con motivo de mi graduación. Me despojé de mi ropa hasta quedar en ropa interior, me senté a un borde del acantilado y me eché a llorar amargamente.

 

Seguramente me estarían buscando para matarme con la escopeta que mi padre guardaba en el sótano de la casa. No quería que me encontraran y era poco probable que lo hicieran. Quizá no me creyeran tan estúpida como para venir aquí.

 

Si fuiste tan estúpida para tirarte a tu novio en el baño de la escuela, lo más probable es que si te crean lo bastante idiota para venir aquí a suicidarte, me dijo mi subconsciente con un tono mordaz.

 

No, no me iba a suicidar pero sí a tirarme al agua. Era lo que necesitaba; una descarga de adrenalina para aliviar mi dolor, mi vergüenza; o al menos para calmarla un rato.

 

Me levanté con cuidado para no caerme antes de tiempo y tomé varias bocanadas de aire. La vez pasada me tiré sin pensarlo pero en esta ocasión me daba miedo ya que el agua se veía muy abajo y las olas no estaban muy tranquilas que digamos.

 

Me pareció escuchar unos gritos detrás de mí y no lo pensé dos veces antes de tomar mi ropa entre mis manos para no dejar evidencia y aventarme.

 

Chillé de la emoción que me produjo la caída. Sentía como si hubiese dejado el estómago allá en la orilla del acantilado. La ropa se me escapó de las manos pero no me importó porque al menos no la había dejado en el acantilado y por lo tanto no habría pruebas de que realmente estuve allí.

 

Cerré los ojos y tomé aire antes de caer como un bólido en el agua helada. Debajo del agua casi abrí la boca para quejarme por el frío pero me obligué a mí misma a mantenerla cerrada para que no me entrara el agua a la garganta. Sabía que lo que estaba haciendo era completamente absurdo pero tampoco me quería ahogar. Más bien, no me atrevía a ahogarme.

 

Me quedé sumergida lo más que pude para que esas personas que estaban en el acantilado no pusiesen verme.  Me imaginaba a Charlie apuntando al agua con su escopeta a la espera de que yo sacara la cabeza para dispararme.

 

 

Cuando comenzó a faltarme el aire subí a la superficie y respiré profundo. A mi lado estaba una lancha. Arriba de ella estaba un hombre mayor.

 

—   Oye, niña ¿qué estás haciendo ahí?— me regañó el anciano cuando vio mi cabeza. Escupí un poco de agua salada que me había entrado en la boca y seguí moviendo los brazos para mantenerme flotando.

 

Mi mirada se dirigió rápidamente hacia arriba del acantilado donde comprobé aliviada que no había nadie. Me volví hacia el hombre.

 

—   ¿Me deja subir?— le pregunté—. Prometo contarle que hago aquí…

 

El anciano me sonrió dejándome ver que algunos de sus dientes eran de metal. Me tendió el brazo y me ayudó a subir. En cuanto vio que estaba prácticamente desnuda me cubrió con una toalla.

 

Una vez que estuve sentada el señor me ofreció una botella con agua. La acepté temblorosa por el frío. El cielo estaba lleno de nubes grises que no presagiaban nada bueno. Al parecer habría una tormenta.

 

—   Me acaban de arruinar la vida— comencé abriendo la botella. Bebí un pequeño sorbo.

 

El hombre asintió, esperando a que continuara.

 

—   Hoy me gradúe de la preparatoria… al final mostraron un video mío que era demasiado humillante— sollocé.

 

—   Charlie debe estar buscándote, Isabella— suspiró

 

 

—   ¿Cómo sabe mi nombre?— pregunté asustada.

—   Porque yo soy su amigo— confesó—. Me llamo Harry, te he reconocido… Charlie me pidió que te buscara, por eso estaba en la lancha con este clima…

 

—   Por favor no me lleve con él… me va a matar— gemí.

 

 

—   Estoy seguro de que no te hará daño…

 

—   No, usted no tiene ni idea de que era el video

 

 

—   Charlie me lo ha dicho…

 

Me sonrojé furiosamente y puse mi cabeza entre las manos.

 

 

—   Él está angustiado porque saliste huyendo…

 

—   Me quiere matar, eso es seguro…

 

 

—   Bueno, está enfadado— por su tono intuí que estaba sonriendo. Gruñí.

 

—   Pues claro que lo está— hice un mohín pero Harry no pudo verlo. Estaba muerta de miedo. Me daba pánico la reacción de Charlie; me daba miedo su escopeta.

 

 

—   Vamos a la orilla, todos deben estarte esperando allí…

 

—   ¡No!— grité y levante la cabeza. Giré un poco para poder ver la playa. Estábamos bastante lejos pero alcanzaba a distinguir que había un grupo pequeño de personas. Eran ellos.

 

 

—   Tengo que llevarte— dijo encendiendo el motor de la lancha.

 

 

—   Me voy a aventar— lo amenacé.

 

—   No hagas esto más difícil, por favor— me suplicó—. Tienes que ir con tu padre

 

 

—   ¡No quiero!— exclamé. Se me saltaron las lágrimas. No quería ir con papá… no quería escuchar a Edward diciéndome que cancelaba nuestro compromiso.

 

—   Están llenos de angustia… debemos ir— me explicó y apagó la lancha. Sentí un alivio momentáneo por aquello.

 

 

—   No… se lo suplico…

 

—   Le hablaré por el radio ¿Sí?

 

 

 

—    ¿Eh?

 

—   Le hablaré por el radio, así podrás oír que tan enojado está ¿De acuerdo?

 

Negué con la cabeza pero Harry no me hizo caso. Sacó un walkie- talkie de su saco y comenzó a hablar.

 

—   Charlie, aquí tengo a tu hija en la lancha…

 

Esperamos la respuesta la cual llegó dos segundos más tarde.

 

—   Oh, tráela de regreso por favor— suplicó mi padre. No se escuchaba enfadado; se escuchaba preocupado.

 

—   Ella no quiere regresar a la orilla

 

 

Me le quedé mirando a Harry con la boca abierta. Era un traidor.

 

—   Dígale que yo le suplico que regrese— sollozó Edward en el radio. Me quedé petrificada—. Bella sé que me escuchas, por favor regresa, mi vida…

 

 

—   Ya los oíste— me dijo Harry con una sonrisita burlona. Lo fulminé con la mirada pero después me relajé.

 

—   No quiero regresar— musité—. Siento mucha vergüenza… estoy en problemas

 

 

—   Eso no lo puedo negar… estás en problemas y no solo es el video… es por desaparecerte así

 

—   Pues no podía quedarme— me defendí. Agarré la botella y le di un buen trago.

 

 

—   Regresemos…

Encendió la lancha y yo me estremecí por los nervios. Se me ocurrió saltar de la lancha pero no quería regresar al agua. El clima estaba empeorando cada vez más y tuve de nuevo la certeza de que una tormenta se avecinaba.

 

—   No quiero regresar— murmuré. Harry no me había escuchado. Veía hacia el frente con una expresión seria.

 

Solté un leve gruñido y volví a estremecerme mientras veía como nos acercábamos a la orilla. Esas personas que estaban en la orilla, eran ellos, de eso no había duda. Reconocía los trajes desde lejos.

 

Ojala estuviésemos lejos. Desafortunadamente estábamos lo bastante cerca hasta para escucharlos. Edward al ver acercarse la lancha entró al agua sin importarle arruinar su traje y corrió para sacarme de allí.

 

En cuanto me sacó me estrechó muy fuerte en sus brazos y comenzó a respirar agitadamente.

 

—   No me vuelvas a hacer esto— susurró—. Casi me da un maldito infarto…

 

—   Edward…— lo miré sin entender por qué me abrazaba—. ¿Por qué me tratas bien?

 

 

—   ¿Qué?

 

—   ¡Hija!— exclamó mi padre entrando en el agua también. Me apartó de los brazos de Edward y me abrazó. Atrás de él estaban Sam y Paul, los chicos de la reserva, los que estaban en el acantilado con nosotros—. Nos tenías preocupados

 

 

—   Papá… ¿no estás enojado conmigo?

 

—   Estoy sumamente molesto— admitió soltándome. Miró a Edward con el ceño fruncido—. Lo dejé entrar en la escuela y lo que hizo fue…— se estremeció.

 

 

—   Perdóname papá— supliqué.

 

—   No lo haría si no fuera por el hecho de que ustedes se van a casar…

 

 

Miré a Edward angustiada y él se encogió de hombros. Notaba en su mirada que quería tenerme con él pero no se atrevía a alejarme de mi papá.

 

—   Le tuve que decir para que no piense que solo estoy contigo por sexo… yo te amo y te tomo más en serio que nada

 

—   Está muy bien que se amen, pero no debían tener sexo en mi escuela— masculló Charlie y luego suspiró—. Voy a tener problemas por esto… esta historia seguramente no tardará en salir a la luz y mi escuela va a perder prestigio…

 

 

—   Papá— dije con voz temblorosa.

 

—   Eso no sucederá— gruñó Edward—. Mi madre conoce a muchas personas de la prensa y puede impedir que esta historia salga a la luz…yo conozco personas que podrían ayudarme a eliminar cualquier video sobre esto que se llegue a subir a internet

 

 

—   Eso espero muchacho— le advirtió mi padre—. Y espero que no estés jugando con mi hija y que si se casen de verdad

 

Edward asintió y sus labios se curvaron hacia arriba, pero solo un poco. Corrí hacia él y lo abracé.

 

 

—   Estás casi desnuda— me regañó Edward mientras se quitaba el saco y me lo ponía. Charlie carraspeó.

 

—   Vamos a casa, tu madre y  Reneé deben estar angustiadas… Alice y Daniel te han ido a buscar al acantilado, ya les llamé y les dije que fueran directo a la casa porque te encontramos… habrá reunión todavía

 

 

No sonreí pero muy en el fondo estaba feliz de ir a casa y hacer la reunión.

 

—   ¿Dónde quedó tu ropa?— me preguntó mi prometido. Estábamos sentados en el asiento trasero del Volvo. Papá estaba manejando.

 

—   En el mar— admití avergonzada.

 

 

—   ¿Cómo que en el mar?

 

—   Pues me quité la ropa para lanzarme pero escuché gritos detrás de mí y no quise dejar evidencia, así que la tomé y me lancé con ella

 

 

—   Eres una inconsciente— dijo enojado—. Te pudiste haber matado… nena, si te pasa algo, me muero...

 

—   ¡Sí!— exclamó Charlie—. Yo te habría matado…

 

 

Solté una risita entre dientes por lo que dijo papá. Edward me miró intensamente y arqueó una ceja.

 

—   ¿Qué?— le pregunté.

 

—   Eso no es gracioso— murmuró—. No debiste salir corriendo como lo hiciste… me las pagarás— lo último me lo dijo en el oído. Me paralicé. Edward jamás me había amenazado.

 

 

Llegamos a la casa en quince minutos. Mi madre fue la primera en echárseme encima.

 

 

—   Jamás me vuelvas a hacer esto, Isabella— me regañó pero después me abrazó—. Si te hubiera pasado algo me moría ¿es que no lo entiendes?

 

Asentí con desgana.

 

—   Perdóname, mamá— musité.

 

—   ¡Bella!— exclamó Reneé y me abrazó con todas sus fuerzas—. Casi pierdo a mi hijo de la preocupación— me reprochó—. Que bueno que ya estás bien

 

 

Jane y Alice me hicieron lo mismo. Me regañaron y me abrazaron pero al final subí a bañarme y a ponerme algo decente. Alcanzaba a escuchar desde abajo la reunión que se estaba celebrando por mi graduación.

 

—   Ponte esto— me dijo Alice mientras sostenía un vestido color blanco el cual casi nunca me ponía. Ella llevaba uno pero de color verde.

 

—   Es muy lindo— le dije y acepté ponérmelo porque no tenía ganas de discutir con nadie. Mi amiga me arregló en cuestión de minutos y me dejó muy guapa.

 

Cuando bajé Edward me recorrió el cuerpo con la mirada y me ruboricé mientras tomaba su mano.

 

—   Estás preciosa, pareces un ángel— susurró antes de darme un casto beso en los labios—. No habría soportado perderte…

 

Alice, quien estaba atrás de mí, carraspeó.

 

 

—   Vamos a la reunión— nos regañó mientras tomaba del brazo a Daniel.

 

Los cuatro nos incorporamos a la reunión que estaba teniendo lugar en la sala de mi casa. Allí estaban mis padres, Carlisle, Valeria, los padres de Alice y los de Daniel. Esme y Carlisle estaban tomados de la mano lo cual me hizo suponer que ya debían estar juntos. Sonreí.

 

—   Vamos a anunciar ya— me dijo Edward en voz baja. Sostenía una copa de champagne que mi padre había comprado. Yo también tenía una ya que habíamos hecho un brindis por la graduación.

 

—   Bueno, está bien— murmuré nerviosa.

 

 

—   ¡Queremos anunciarles algo!— exclamó Edward y todos nos voltearon a ver. En ese momento me sentía acobardada… ¿qué diría mi madre sobre esto? Guardamos todos silencio para dejarlo continuar—. Amo a Isabella con toda mi alma desde la primera vez que la vi— confesó mientras me miraba con los ojos llenos de amor. Le sonreí—. Ella al principio no me quiso hacer caso, era muy testaruda

Algunos soltaron una carcajada.

 

 

—   Luché para conquistarla y finalmente lo hice— continuó Edward—. Y valió la pena porque estar con ella es lo más maravilloso que me ha sucedido en la vida y estoy seguro de que ella me ama también… estoy convencido de que es el amor de mi vida y que quiero pasar el resto de mi vida a su lado, empezando desde ahora y por eso le he pedido matrimonio

 

Miré a todos. Mi madre estaba boquiabierta y mi padre sonreía al igual que Valeria, Daniel y Alice.

 

—   ¿Quieren saber mi respuesta?— les pregunté sonriendo. Levanté la mano para por fin enseñar el precioso anillo—. He dicho que sí 

 

 

 

 

La sala estalló en aplausos y risas. Mi madre me felicitó lo cual me resultó extraño ya que hasta hace poco no aceptaba mi relación con Edward. Reneé me abrazó y se mostró muy feliz por la noticia. En fin, todos me felicitaron.

 

 

 

—   Vas a ser una excelente esposa para mi hijo— me dijo Carlisle mientras me abrazaba. Después me soltó y alzó su copa—. Quiero proponer un brindis por la felicidad de Isabella y de mi hijo… estoy seguro de que serán muy felices

 

 

 

Todos brindamos y más tarde los más jóvenes de la reunión, a excepción de Valeria, nos pusimos a charlar en la cocina mientras los más grandes estaban en la sala.

 

 

 

—   El día ha sido extraño— comentó Daniel. Edward a mi lado se puso tenso.

 

 

 

—   Por cierto… ¿de qué hablabas cuando dijiste que hablaban de mí?

 

 

 

 

 

—   Isabella… toda la escuela sabía que habías tenido una cogida rápida en el baño de mujeres con Edward

 

 

 

—   Daniel, cállate— masculló Edward. Miré a mi novio.

 

 

 

 

 

—   No, que continué— gruñí y volví a mirar a Daniel.

 

 

 

 

 

—   Pues ahora que ha acabado esta pesadilla, tengo que decirte que llevaban días hablando de ti… me sorprende que no sepas

 

 

 

—   No supo porque yo la cuidé— exclamó Alice y golpeó a su novio en el brazo. La furia me invadió… ¿todos sabían?

 

 

 

 

 

—   Así que todos sabían que la escuela estaba enterada de lo que hice— susurré.

 

 

 

—   Mi amor, ya pasó— dijo Edward abrazándome.

 

 

 

 

 

—   ¿Tú lo sabías?— le pregunté. Edward abrió mucho los ojos y me sentí muy decepcionada—. ¿Lo sabías?

 

 

 

Hizo una mueca pero finalmente asintió. Me solté de su abrazo bruscamente.

 

 

 

—   Me lo dijo Daniel, pero no quise decirte nada para que pudieses asistir a la escuela, entiéndeme, quería protegerte…

 

 

 

—   ¡Eres un estúpido!— le grité. Estaba extremadamente furiosa—. Me preguntaba por qué todos en la escuela se reían cuando me veían y ninguno de ustedes me dijo

 

—   ¡Yo te lo quise decir!— se defendió Daniel—. Pero Alice y Edward no me dejaron, querían cuidarte

 

 

 

—   Ocultandome las cosas… si lo hubiese sabido… tal vez habría estado preparada para lo que pasó en la graduación ¿Saben? El chico que tenía al lado se la pasó proponiéndome sexo en el baño y yo no sabía por qué

 

 

 

 

 

—   ¿Hizo qué?— preguntó Edward levantándose. Se quiso acercar a mí pero no lo dejé. Me quité el anillo y lo miré con odio.

 

 

 

Edward me miró horrorizado.

 

 

 

 

 

—   ¿Qué haces, mi amor?

 

 

 

—   Regresándote el anillo— le espeté y se lo di—. No me voy a casar con un mentiroso de mierda

 

 

 

 

 

—   Isabella, no— susurró lleno de dolor. Me intentó tomar por el brazo pero lo aparté violentamente.

 

 

 

—   No me toques, y si ustedes saben lo que les conviene será mejor que se larguen

 

 

 

 

 

Nunca había hablado así pero es que no podía detenerme. Estaba muy enojada.

 

 

 

—   Bella, por favor— me suplicó Alice—. No le hagas esto a Edward, él te ama y solo quería proteger…

 

 

 

—   ¡Cállate!— bramé y rompí a llorar.

 

 

 

 

 

—   Bella, mi amor no me hagas esto— suplicó Edward arrodillándose y con lágrimas en los ojos. Lo miré aterrorizada—. Te amo, princesa

 

 

 

—   No me casaré contigo— le dije y me solté. Salí de la cocina y les grité a todos los adultos en la sala que no me casaría con Edward. Luego de eso subí las escaleras pero cuando estaba a la mitad me giré y le dije a Edward—. Tú y yo terminamos, no quiero volverte a ver

 

 

 

 

 

El grito desgarrador de Edward y el ver como caía de rodillas en una escalera, me partió el corazón pero no me detuve y me encerré en mi cuarto a llorar amargamente.

 

Capítulo 20: Proposición

 
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