El amor de mi vida (+18)

Autor: sachiko065
Género: Drama
Fecha Creación: 04/06/2013
Fecha Actualización: 23/05/2014
Finalizado: NO
Votos: 15
Comentarios: 46
Visitas: 33998
Capítulos: 21

Bella:

Yo era una chica normal. Un poco gruñona tal vez y no la mejor en clase. Era cariñosa con mis familiares y amigos, me encantaba la música. En fin, era alguien normal como dije. Lo único que odiaba en este mundo era el amor de pareja. Me parecía algo repulsivo y bobo... Hasta que conocí a un bello italiano que llegó a mi escuela. Edward Vulturi. Él sintió cosas por mi desde que me vió, pero yo me quise resistir a lo que sentía porque... Me daba asco el amor. Pero... Terminé aceptandolo. Amandolo con toda mi alma más bien. Solo hay algo que no me gusta de su vida. Su padre es el más grande mafioso de Italia.

 

Edward:  

En mi familia había una especie de maldición, o así lo veía yo. Los hombres de mi familia solo podían enamorarse una vez en la vida y el amor duraba para siempre. Además, se enamoraban solo con ver a su chica a los ojos, aunque no se conocieran. Eso sin duda me parecía una patraña. Mi padre no lucía muy enamorado de mi madre que digamos. Por eso, dejé de preocuparme y disfruté de la vida. Tenía dinero, muchos autos, tenía a cualquier mujer que quisiera en mi cama. De repente mi padre me dió una noticia que me llenó de optimismo. Iriamos a vivir a Norteamérica. No me entristecía dejar Italia, yo no era apegado a las cosas ni había amado a alguien... Hasta que la conocí a ella llegando a mi nueva escuela. Con solo ver sus hermosos ojos chocolate supe que ya no volvería a amar a nadie más. 

 

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Capítulo 11: Estúpido

Hola niñas!! Muchas gracias por sus comentarios y por los votos que he recibido. Son muy importantes para mí porque siento el apoyo a esta historia. Aquí les dejo otro cap. Aquí hacemos otra pausa a la historia para dar la versión de Edward. Espero que les guste. El próximo cap, como ya deben saber, es también contado por Edward, así que la historia avanzará de este capítulo al otro.

 Saludos a:

TIKACULLEN: Hola nena. Me alegra mucho que te haya gustado el cap. Y sobre lo del aborto, yo estoy en contra también, pero pues respeto también a las que estén a favor, cada quien su opinión. Eso del aborto no lo puse por mi sino porque esa es la manera de pensar de Bella jeje. Y sobre la mención... No lo agradezcas, soy yo quien les agradece que se pasen por mi fic, por eso siempre contesto a sus comentarios, es lo mínimo que puedo hacer para agradecer su apoyo, el cual es muy importante para mí. Besos!!

FABIANA: Muchas gracias por comentar, me pone feliz que te guste mi historia :D Besos!!

MEIRYCULLENBLACK: Que bueno que te gusta mi historia y que me sigas, de verdad mil gracias. Es muy importante para mi saber que opinan todas ustedes, así me motivo a seguir escribiendo. Al igual que como le dije a TIKACULLEN, no me agradezcan la mención, las menciono porque son muy importantes para mí, porque ustedes me apoyan y se merecen ser nombradas. También lo hago para contestar a sus comentarios, los cuales me animan a seguir con la historia. Besos!! 

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Capítulo 11: Estúpido

 

Edward POV:

 

Mi Isabella aceptó ser mi amiga. No podía evitar sentirme tan feliz. No la perdería, la tendría conmigo.

 

Le dejé ver a ella cuanta felicidad me causaba su respuesta. Cuando llegamos a su casa, Isabella se bajó rápidamente antes de que pudiese abrirle la puerta. Me dijo que me fuera rápido ya que ni su hermana ni su madre sabían que venía conmigo. Lo comprendí, no quería que mi niña se metiera en problemas.

 

Cuando iba en camino a mi casa me llegó una llamada al celular. Respondí sin ver quien era.

 

-¿Sí?

 

-Edward- dijo Gianna. Me quedé paralizado, ¿Qué quería?.

 

-Hola... ¿Qué ocurre?

 

-¿Por qué no me llevaste contigo?- gimió. En otra ocasión su sexy voz me habría causado una erección pero esta vez no. Yo solo podía desear a Isabella.

 

-Porque no- le respondí secamente-. No eres nada mío

 

-Soy tu novia

 

-No, no lo eres... Tú estuviste de acuerdo en que solo era sexo

 

-Bueno, sí, pero... Ahora te necesito

 

-No me digas que estás embarazada porque no te voy a creer, si lo estás, no es mío, ya lo sabes, ya no me interesas, así que no me busques- colgué.

 

No me interesaba conversar con ella. Yo sabía que no podía tener ningún hijo con ella. Yo la obligaba a tomar pastillas y ella las tomaba frente a mí.

 

Gianna me llamó de nuevo pero no le respondí. No cambiaría de número. Sus llamadas no eran importantes.

 

Llegué a mi casa luego de un largo camino. Mi Nana ya no estaba, se había ido ya a su casa. Me fui a mi cuarto. Me quité la ropa, quedándome en boxer y me fui a lavar los dientes. Después me eché a la cama a dormir. No dejé de pensar en mi preciosa... ¿Ella estaría pensando en mí? Tal vez.

 

No podía creer todo el amor que le tenía. Era algo demasiado fuerte. Estaba seguro de que no se iría y no quería que lo hiciera. Amaba a esa mujer con toda el alma y nunca la dejaría ir porque era mía aunque ella no lo supiera. Jamás dejaría que ningún otro hombre estuviera tras ella. No  dejaría que Isabella se fijara en otro.

 

Con esos pensamientos posesivos me quedé profundamente dormido.

 

Los días que siguieron Isabella y yo fuimos a estudiar a mi casa. Sin duda me divertía tanto y me encantaba ver lo bien que se llevaba con Nana. Isabella ya estaba subiendo un poco de peso. Ya no se veía tan flaca como antes. Su cuerpo era lo más sexy del mundo. Cada noche tenía pensamientos pervertidos pero los trataba de olvidar. Isabella era una princesa y yo debía respetarla.

 

Un día le presenté a mis padres. Ella se ganó hasta a mi mamá. Ella casi nunca aprobaba a las chicas con las que salía, pero con Isabella era distinto. Cuando fui a llevar a Isabella y regresé, me dijo que había hecho una buena elección y que fuera tras ella. Carlisle me dijo que Isabella era muy hermosa y que también lo aprobaba y que me apoyaría cuando fuese mi novia.

 

No pude evitar sentir agradecimiento hacia mis padres. Por primera vez pensé en que los amaba. Aceptaron perfectamente a Isabella. Todo iba muy bien.

 

Las dos semanas se pasaron demasiado rápido. Estaba muy triste porque ya no habría ningún pretexto para llevar a Isabella a mi casa. Lo que me alegraba era que ella ya estaba preparada para los exámenes. Mi preciosa iba a pasar con la mejor calificación, estaba seguro.

 

Hoy en la mañana me levanté más temprano de lo normal. Mi nana le pidió permiso a mi padre para ir a visitar a una amiga en Washington. La dejaron ir porque ella casi nunca pedía permiso.  Me había levantado más temprano porque tenía que hacerme mi desayuno. Me hice lo que yo sabía hacer. Un cereal con leche.

 

Hoy en la escuela hicimos los benditos exámenes. Todos estuvieron sumamente sencillos. Yo no necesitaba estudiar para pasar con excelentes notas puesto que yo tenía memoria fotográfica. Pero, había estudiado junto a Isabella durante dos semanas. Incluso podría decir todo lo que había leído sin equivocarme en ninguna palabra.

 

Cuando terminaron los exámenes le propuse a Isabella que fuésemos a celebrar a mi casa. Mi niña aceptó. Les mandó un mensaje a su mamá y a su hermana para pedir permiso. De nuevo mintió pero, yo no le decía nada. Estaba feliz de que Isabella fuese a mi casa.

 

Cuando llegamos a mi casa me sentí como idiota. Se me había olvidado que Nana no estaba. Me metería en un buen problema. De repente la miré. Tenía que decirle en ese momento que la amaba. Ya no podía estar sin decírselo. Me angustió la idea de perderla pero debía ser sincero.

 

-Rayos, acabo de recordar que Nana ha ido a visitar a una amiga a Washington… Perdóname Isabella- me disculpé.

 

 

-No te preocupes Ed, podemos ir a otro lado…

 

-Dudo que quieras ir conmigo a ninguna parte después de lo que voy a decirte- dije con seriedad. Ella se puso nerviosa.

 

 -¿Por qué?

 

 -Porque te voy a perder- contesté casi sollozando. El miedo podía conmigo.

 

 -Sigo sin entender…

 

-Ya no puedo aguantar esto, te lo tengo que decir, vas a querer matarme, pero es que debo ser sincero

 

 -Dilo de una vez

 

Me acerqué a Isabella, tomé su cintura entre mis brazos y la acerqué a mi cuerpo. La sensación de electricidad que tenía cada vez que la acariciaba volvió.

 

-Te amo Isabella… Te amo más que a nada en el mundo, lo supe desde que te vi, me enamoraste a primera vista, eres lo que buscaba tanto en apariencia como en personalidad, eres la niña perfecta para mí- confesé.

 

No le permití hablar porque la besé con mucha desesperación. Me sentía en el cielo besando de nuevo estos hermosos y suaves labios. Al principio puso resistencia pero terminó correspondiéndome. Su aliento era extremadamente delicioso, nunca me cansaría de besarla. Ella era el amor de mi vida, sin duda alguna, con nadie podría sentirme igual que con ella. Cuando nuestras lenguas se entrelazaron Isabella comenzó a gemir suavemente. Mi amiguito inmediatamente reaccionó. La apreté más contra mí. Cada vez sentía más calor, deseaba hacerla mía. Estuve a punto de mandar todo a la mierda y follarla cuando me mordió los labios. Esta chica sabía cómo volverme loco, me mataría. Simple y sencillamente me mataría.

 

De repente, Isabella frenó el beso bruscamente. Me apartó y me miró con los ojos llenos de lágrimas. Me sentí un imbécil. Sabía lo que pasaba por su mente. Creía que yo solo la quería para eso.

 

-Isabe...

 

-¡Eres un desgraciado!- me gritó histérica. Estaba llorando. Sin duda yo me llevaba el premio al más imbécil y desgraciado.

 

 -Sé que te molesta que te hable de amor, pero tenías que saberlo…- de nuevo lo arruiné.

 

 -No es eso, es lo mínimo que me interesa… Tú dijiste que serías mi amigo, durante dos semanas creí que lo eras, pero me traicionas… Además tú no me amas, solo me querías llevar a la cama

 

-¡Nunca vuelvas a decir eso!- exclamé enojado. Cómo pensaba eso -. Tú eres una mujer hermosa que merece ser respetada, nunca te haría eso, lo que siento por ti es real… Te amo, te amo, te amo, entiéndelo

 

 

-¡Cállate, no digas eso, no quiero que me vuelvas a dirigir la palabra!

 

No, Isabella no se iba de mi vida de ninguna manera. Ella tomó su mochila la cual había puesto en el suelo cuando llegamos y se dirigió hacia las puertas del elevador. La tomé por un brazo. Mi princesa no iba a escaparse de mí. La amaba demasiado. La empujé lentamente hacia las puertas del elevador hasta que su espalda se encontró con ellas. Se podría decir que la tenía arrinconada. Las respiraciones de ambos eran agitadas. Ninguno de los dos podía ocultar sus nervios al estar cerca del otro. Ambos nos amábamos, yo lo sabía, solo que ella no quería admitirlo. Le di un suave beso en los labios. En ese momento me di cuenta de las lágrimas que caían por mis mejillas. Estaba llorando por ella.

 

-No te alejes de mí, mi amo, te necesito, eres mi vida- le supliqué.

 

Ella me miró con amor por un momento. Sentí esperanza, la cual murió cuando esa hermosa mirada cambió.

 

-Sé que me amas igual que yo a ti, pero te da miedo admitirlo, quieres negar lo que sientes ¿No te das cuenta? Nacimos para estar juntos- insistí.

 

Ella me miró furiosa y me tomó por sorpresa. Me dio una gran patada en mi parte débil. Me caí al piso por el dolor. De verdad que Isabella pegaba fuerte. Si otra chica me hubiese hecho esto hubiese pensado que era una hija de puta y tal vez la mandaría matar. Pero... Era mi Isabella, además me merecía la patada por estúpido e imbécil. Isabella me miró con culpa pero no hizo nada y llamó al elevador. Las puertas se abrieron. Sentí pánico.

 

-¡Isabella, no te vayas!- imploré con un hilo de voz. El dolor era horrendo. Traté de levantarme y cuando lo hice fue demasiado tarde. Isabella ya se había ido. Desesperadamente traté de llamar al elevador. Un minuto después se abrieron las puertas. La espera se me hizo eterna. Tal vez Isabella ya se había ido.

 

Al llegar a la recepción vi que llovía. Vi como mi niña estaba parada, como si esperara un taxi o un autobús. No podía permitirle eso, no quería que se enfermara. Fui corriendo detrás de ella sin importar que me mojara. Cuando ella volteó y me vio, echó a correr. Cruzó la avenida corriendo. Mi corazón dejó de latir cuando un auto se acercaba peligrosamente. Me quedé paralizado. Casi atropellan a mi princesa. Quise gritar pero la voz no me salió. El alma me volvió al cuerpo cuando el auto se detuvo a tiempo. Quería ahorcar a Isabella por ser tan imprudente. ¿Qué no entendía que ella era mi vida?

 

Una señora bajó del auto y gritoneó a Isabella. Las miré confundido. Por la intensa lluvia no podía ver quien era la otra mujer. Mi niña se metió al auto de la muchacha. Me preocupé, ¿Y si era una extraña? No, de seguro la conocía. Tenía que pensar eso o si no me volvía loco.

 

Una vez que se fue el auto me quedé un rato allí parado. La lluvia era extremadamente fría. No sabía porque diablos llovía pero no me detuve a pensarlo. Solo era lluvia y ya.

 

Un rato después regresaba a mi casa, temblando de frío. Seguramente me enfermaría; y efectivamente, lo hice. Al día siguiente no me pude ni levantar. Estaba con fiebre y con gripe; para colmo no estaba Nana. Estaba sumamente jodido.

 

Todo el día la pasé durmiendo y pensando en Isabella... ¿Qué pensaría ella acerca de mi ausencia? Más bien, ¿Seguiría enojada conmigo?

 

Tenía demasiadas preguntas. No sabía por qué ella no admitía que me amaba. Tal vez no lo hacía y yo malinterpretaba todo. Quizás solo le atraía y ya. Sin duda era un estúpido.

 

Al día siguiente me levanté temprano para ir a la escuela. Ya no iba a faltar. Quería ver a Isabella. La extrañaba demasiado y me valía una mierda si estaba enfermo o no. Además, ya me sentía un poco mejor.

 

Cuando llegué a la escuela, pasó lo que me esperaba, Isabella no quiso hablarme. Yo no insistí. Merecía estar enojada conmigo. Cuando empezaron las clases me extrañé de no ver a Lauren- la molesta chica- al lado mío. No le di más vueltas al asunto y me concentré en las clases, o eso intenté. El asunto de Isabella no dejaba de torturarme la mente. Tenía que hablar con ella.

 

En el receso no lo soporté más y le pedí que habláramos. Ella aceptó y sus amigos la miraron con incredulidad y furia. Lamentaba meterla en problemas con sus amigos pero tenía que disculparme.

 

Cuando estuvimos en el patio comencé a disculparme. Hablaba sumamente rápido, cosa que solía hacer cuando me ponía nervioso o avergonzado. En este caso, sentía ambas cosas. Juré que ya no iba a volver a hacer lo que hice en mi casa.

 

-Pero quiero que seas mi amiga, no quiero perderte- concluí suspirando después de terminar con mi disculpa.

 

 -Yo pensé en perdonarte cuando estaba en mi casa, pero ayer no viniste y Lauren tampoco, Edward… ¿Tuviste algo que ver con ella?

 

-No, claro que no- respondí inmediatamente. No quería que me relacionara con esa tipa-. Yo me quedé en casa ayer, estuve un poco resfriado ya que salí a la lluvia a perseguirte, no quería que te fueras sola, cuando me viste saliste corriendo y casi te atropellan, no sabes la angustia que pasé en esos segundos, y no pude evitar sentirme furioso contigo, luego vi que frenó a tiempo el coche y que luego te subiste a él, me quedé confundido

 

-Era el auto de mi hermana- expliqué-. Ella trabaja cerca de allí y pues a esa hora ya iba saliendo del trabajo

 

 -Menos mal- suspiró-. Qué bueno que tú no te enfermaste, yo no me metí rápido así que terminé en la cama todo el día de ayer, además de que mi nana no estaba para cuidarme… Ya te imaginarás

 

Sentí como mi voz estaba cada vez más ronca. Me sentí avergonzado con Isabella.

 

-Lauren no ha venido a la escuela, ¿Sabes algo?- preguntó ignorando mi voz.

 

Me encogí de hombros. No sabía y no me importaba donde pudiera estar Lauren.

 

-No, no sé nada, tampoco me importa… Simplemente la ignoro, ese tipo de niñas no me interesan ni como conocidas… Demasiado superficial

 

 Vi que en el rostro de Isabella se quiso formar una sonrisa. Me sentí emocionado.

 

-¿Me darás la oportunidad de ser tu amigo?- pregunté.

 

 -Yo… Sí, si te la daré, pienso que no eres mala persona después de todo y… Quiero ver a tu nana de nuevo

 

 Comencé a reírme pero me dio un pequeño ataque de tos. Isabella me miró preocupada.

 

 -Sigues resfriado, no debiste venir…

 

 -Valió la pena, eres mi amiga…

 

Ella solo se quedó seria. Ambos regresamos al salón cuando dieron el toque. Cuando nos separamos vi como sus amigos casi la matan. Casi intervengo, pero no lo hice. No era quien para meterme en sus conversaciones.

 

Las clases siguieron. A mí se me pasaron rápidamente. En clase de español nos dijeron que el lunes entregaban las calificaciones. No me importaban mis notas, pues ya sabía que iba a sacar. Me importaban las de Isabella. Deseaba que ella fuese la mejor de la clase.

 

Cuando salimos de clases, Isabella recogió sus cosas y estaba a punto de irse. La detuve, le diría que no llamara a su mamá. Yo quería llevarla.

 

-¿Qué sucede Ed?

 

 -¿A dónde vas?- pregunté. Qué estúpida pregunta, ¿A dónde va a ir?

 

 -Voy a casa

 

 -Yo te llevo…

 

 -No te molestes, yo me iré en autobús

 

 Esas palabras casi hacen que me dé un infarto. Isabella... ¿Subida en un autobús? Eso era peligroso.

 

-¿Siempre te vas en autobús?- gruñí. Me miró como si fuese muy raro.

 

 -Sí,  lo hago, es lo normal

 

 -Pues ya no lo harás, yo te llevaré desde ahora- eso era seguro. Isabella en su vida volvía a pisar un autobús.

 

 -No es necesario Ed…

 

 -Claro que lo es, es peligroso que andes sola en un autobús

 

 -Claro que no- replicó-. Toda la vida he regresado en autobús de la escuela y nunca…

 

 -Pues tal vez nunca, pero puede que algún día sí, si no tienes cuidado

 

 -Eres un fastidioso- gruñó.

 

 -Prefiero ser fastidioso a dejarte ir

 

 -Bueno, estás insistiendo mucho, has de saber que no voy a pagarte la gasolina…

 

Me eché a reír por su comentario. Isabella también se rió.

 

Ambos salimos de la escuela y nos dirigimos a mi auto. Algunos de nuestros compañeros nos miraban extrañados, pero no le di importancia. Nos subimos al auto y después de un rato llegamos a su casa. Isabella me invitó a pasar. Yo no rechacé la invitación. Ni loco lo haría.

 

-Bueno, mi casa no es tan bonita como la tuya, pero la amo- me dijo cuándo nos sentamos en su sala. La casa era sencilla y hermosa, justo como me gustan.

 

-Claro que no, es preciosa- repliqué-. Cómo tú

 

Las mejillas de Isabella se volvieron rosadas. Se veía tan hermosa cuando se ruborizaba.

 

-¿No quieres comer algo?- preguntó una vez que se le pasó el sonrojo.

 

-Hum, si tuvieras galletas sería genial…- le contesté. De repente tenía ganas de comer dulces. En Italia casi nunca comía nada de eso porque iba al gimnasio. Desde que llegué a Nueva York no había hecho ejercicio.

 

-No, no tengo, pero puedo ir a comprar

 

-Yo voy- le dije. No quería que fuese sola. Podían robarme a mi niña.

 

-Vamos los dos, no creo que sepas donde es la tienda

 

-Está bien, vamos los dos- acepté. Me encantaba hacer cosas con ella. Por más simples que fueran.

 

Isabella sonrió. Me quedé unos momentos embobado. Esta niña era un ángel.

 

-Está bien, déjame ir por el dinero…

 

-No, yo lo voy a pagar y no protestes

 

-Muy bien, tú pagas, mejor para mí- bromeó y ambos reímos.

 

Tomó las llaves de su casa y ambos nos dirigimos caminando hacia un pequeño supermercado que estaba cerca de la casa de Isabella. Compramos muchos dulces y galletas de chocolate, las cuales eran mis favoritas. Me sorprendió y me alegró saber que también eran las de ella.

 

Al llegar a casa de Isabella prácticamente tragamos todo lo que habíamos traído mientras hacíamos la tarea, la cual no era mucha. Al final vimos televisión. Me sentía feliz de hacer este tipo de cosas. La televisión no me gustaba mucho pero con ella presente era maravilloso verla. De repente alguien llegó. Era una chica muy parecida a Isabella, solo que con el cabello teñido de rubio.

 

Isabella nos presentó. Ella era Jane, su hermana. Era muy simpática y los tres estuvimos conversando. Me gané el cariño de la hermana de Isabella.

 

Después de pasar un rato entretenido, decidí que debía irme.

 

Cuando llegué a casa me puse a jugar videojuegos. De repente vibró mi teléfono. Era Emmett.

 

-¿Emmett? ¿Eres tú?

 

-Hola, maldito bastardo- me dijo en italiano. Me sentí un poco extraño. Ya llevaba varios días hablando inglés, incluso con mis padres lo hacía-. No me hables en inglés que no entiendo

 

-Oh, disculpa- me reí hablando en inglés todavía.

 

-¡Ya, estúpido! ¡Deja de hablar así!

 

-Ya, está bien- contesté carcajeándome ahora. Hablé en italiano.

 

-¿Cómo has estado? ¿A cuántas chicas te has tirado ya?

 

-A ninguna- respondí molesto. Yo tenía reputación de ser un auténtico mujeriego, pero... Ya no quería tenerla.

 

-Eso ni tú te la crees, hermano- se carcajeó. Me sentí más molesto.

 

-No me he acostado con ninguna chica, te lo juro- gruñí-. No me interesa

 

-Dios mío, ¿Qué pasa contigo chico?- preguntó preocupado-. Si es una broma, déjame decirte que es de muy mal gusto

 

-No es ninguna broma, idiota, es la verdad... Yo, ya no quiero estar con ninguna otra chica

 

-No me digas que te enamoraste- se quejó-. Edward, no seas estúpido...

 

-Pues sí, lo hice

 

-Vas a ver que esa puta lo único que quiere es tu dinero... Solo follala y ya

 

-¡No te permito que hables así de ella!- exclamé alterado-. Ella es una princesa, la mejor mujer del mundo, la voy a respetar, además no es mi novia... Aun así, te pido que no la insultes, la amo más que nada y no pienso permitir que le digas puta, putas son las mujeres con las que me metí, pero Isabella, no ¿Entendido?

 

-Vaya, hombre... Estás enfermo de amor- dijo con seriedad-. ¿Dónde quedó Edward Vulturi?

 

-Sigo siendo yo...

 

-No amigo, no eres tú... Tú prometiste que solo usarías a las mujeres para el sexo, que no te enamorarías

 

-Pues me enamoré... Pero esa chica no quiere nada conmigo, es mi amiga, aun así le soy fiel... No volveré a tener a ninguna chica en mi cama

 

-De verdad no lo puedo creer, te llamo en un par de días, hoy no estoy hablando con mi amigo, estoy hablando con un marica- colgó. Suspiré. Emmett no me reconocía. De hecho, nadie de mis amigos lo haría. Pero, todos debían entender que me había enamorado y que ya jamás sería como fui antes.

 

Después de esa estresante conversación apagué la consola y me fui a dormir sin cenar, de nuevo. Nana llegaba en no sé cuántos días, pero esperaba sobrevivir hasta entonces. Cuando me acosté pensé en mi Isabella de nuevo... ¿Cómo podría yo conquistar a ese ser tan hermoso? Definitivamente no me la merecía. La conversación que tuve con Emmett me hizo darme cuenta de que Isabella era demasiado para mí. Ella era perfecta... ¿Cómo podía fijarse en un monstruo como yo? No es que fuese feo físicamente, pero eso no bastaba para enamorarse.

 

Al día siguiente en la escuela, Isabella al saludarme sonrió mucho. Me emocioné sin quererlo. Me encantaba cada sonrisa que me dedicaba. Lo que casi hace que muera de emoción fue que se sentó a mi lado porque Lauren, por alguna extraña razón, no había venido tampoco hoy.

 

En el descanso, ella fue con una chica llamada Ángela a preguntar por Lauren. Yo me quedé esperándola sin quitarle la vista de encima. Empezaron a platicar. Isabella estaba de espaldas a mí y no podía ver su expresión. Ángela de repente me miró pero Isabella ni siquiera volteó, estaba tensa. Me tensé también. ¿Ahora qué diablos había hecho?

 

Isabella dijo algo y Ángela asintió. Ambas se dirigieron a afuera del salón. Quise seguirlas pero Isabella me fulminó con la mirada para que no las siguiera. Me detuve, aunque por dentro moría por ir con ella. No deseaba perderla de vista.

 

Esperé unos minutos que a mí me parecieron una eternidad... ¿Qué rayos le estaría diciendo Ángela a Isabella? No lo sabía, pero sin duda no podría ser algo bueno.

 

Cuando estaba por ir a buscar a Isabella, ella entró al salón. Me sentí aliviado de verla de nuevo. Tal vez estaba paranoico, de seguro fueron temas de mujeres.

 

-¿Qué te ha dicho?- pregunté curioso, sin imaginarme su reacción.

 

-Nada que te importe- respondió groseramente. No pude evitar sentir dolor.

 

 -Isabella, ¿Qué te ocurre?

 

-No es nada

 

 -Claro que lo es, te pusiste rara después de hablar con ella

 

 -No tiene nada que ver contigo…

 

 -Aun así, quiero saberlo

 

Me dio un ataque de pánico al verla recoger sus cosas. Sus ojos se llenaron de lágrimas.

 

-Isabella, ¿Qué demonios haces? ¿Por qué te vas?- interrogué mientras me paraba de mi asiento.

 

 -He decidido que no quiero ser tu amiga, lo siento, pero mi familia va primero…

 

Me lo dijo sin poder mirarme a los ojos. Ángela de seguro le había dicho algo malo. Deseaba matar a esa tipa, pero no era el momento para pensamientos asesinos.

 

-¿Por qué me dices esto?- dije con voz temblorosa. No soportaba que mi niña me tratara así. Isabella se fue de allí. Intenté recoger mis cosas para irme con ella pero cuando estaba en la puerta, la maestra de la clase me dijo que me metiera al salón. La maldije internamente.

 

El resto de las clases pensé en la forma en que buscaría a Isabella. Cuando finalizó la penúltima hora, se me ocurrió algo.

 

Me acerqué a donde los amigos de Isabella estaban hablando.

 

-Carlie- llamé a la amiga de Isabella.

 

-¿Qué quieres?- preguntó secamente. Jacob gruñó.

 

-Por favor dime a donde pudo haberse ido a esconder Isabella... No creo que le permitan salir del colegio

 

-No sé dónde pudo haberse ido- confesó. Ya parecía menos fría.

 

-Por favor mándale un mensaje... A mí no querrá contestarme

 

-¿Para qué la quieres?

 

-Ella se fue...

 

-¿Qué le hiciste?

 

-Yo nada... Pero Ángela le dijo algo malo de mí

 

-No le mandes el mensaje- le dijo Jacob a Carlie-. No lo hagas cariño...

 

-No, no lo haré- respondió esta mirándome con desprecio.

 

-Te pagaré, Carlie- gruñí-. Pero por favor llámala

 

-No- gruñó Jacob-. Ella no aceptará soborno si no es conmigo... A mí me tienes que pagar para dejarla mandar ese mensaje

 

Suspiré. Metí la mano en mi bolsillo del pantalón y saqué mi billetera. Saqué dos billetes de quinientos dólares. Le di a cada uno. Se quedaron boquiabiertos.

 

-Vaya, sí que estás interesado en mi amiga- se rió Carlie. Jacob observaba el billete para ver si no era falso.

 

-No, no es falso, Jacob- le dije casi riendo. Me volví hacia Carlie-. Por favor manda el mensaje

 

-Está bien, está bien

 

Carlie sacó el celular de su mochila y comenzó a escribir. Después de mandar el mensaje esperamos unos segundos y llegó la respuesta. Suspiré aliviado.

 

-Está en el baño- dijo Carlie extrañada.

 

-Voy a buscarla

 

-¿Pero qué mierda?- preguntó Jacob-. No, no debes entrar allí

 

Suspiré de nuevo, ahora le di cincuenta dólares más.

 

-Te callas- le ordené.

 

-Muy bien- sonrió-. Me saludas a Bella

 

-¿Bella?

 

-Sí, Bella- dijo Carlie.

 

-¿Quién es Bella?

 

-Así le decimos a Isabella- gruñó Carlie.

 

-Ah

 

No tenía más tiempo de preguntar aunque deseaba hacerlo. Quería saber por qué le decían Bella Recogí mis cosas y salí del aula. Tenía que buscar a Isabella.

 

Por suerte no había nadie en los pasillos. Entré al baño de niñas y cerré con seguro. Busqué en los baños. Primer baño, nada, segundo nada, tercero lo mismo, cuarto igual. Cuando llegué al quinto la encontré. Mi niña estaba escondida y paralizada de miedo. 

Capítulo 10: Enojada Capítulo 12: Mi novia

 
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