El amor de mi vida (+18)

Autor: sachiko065
Género: Drama
Fecha Creación: 04/06/2013
Fecha Actualización: 23/05/2014
Finalizado: NO
Votos: 15
Comentarios: 46
Visitas: 34003
Capítulos: 21

Bella:

Yo era una chica normal. Un poco gruñona tal vez y no la mejor en clase. Era cariñosa con mis familiares y amigos, me encantaba la música. En fin, era alguien normal como dije. Lo único que odiaba en este mundo era el amor de pareja. Me parecía algo repulsivo y bobo... Hasta que conocí a un bello italiano que llegó a mi escuela. Edward Vulturi. Él sintió cosas por mi desde que me vió, pero yo me quise resistir a lo que sentía porque... Me daba asco el amor. Pero... Terminé aceptandolo. Amandolo con toda mi alma más bien. Solo hay algo que no me gusta de su vida. Su padre es el más grande mafioso de Italia.

 

Edward:  

En mi familia había una especie de maldición, o así lo veía yo. Los hombres de mi familia solo podían enamorarse una vez en la vida y el amor duraba para siempre. Además, se enamoraban solo con ver a su chica a los ojos, aunque no se conocieran. Eso sin duda me parecía una patraña. Mi padre no lucía muy enamorado de mi madre que digamos. Por eso, dejé de preocuparme y disfruté de la vida. Tenía dinero, muchos autos, tenía a cualquier mujer que quisiera en mi cama. De repente mi padre me dió una noticia que me llenó de optimismo. Iriamos a vivir a Norteamérica. No me entristecía dejar Italia, yo no era apegado a las cosas ni había amado a alguien... Hasta que la conocí a ella llegando a mi nueva escuela. Con solo ver sus hermosos ojos chocolate supe que ya no volvería a amar a nadie más. 

 

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Capítulo 18: Dolor y felicidad

Hola de nuevo :D. No sé si lo hayan notado pero me tardé más días de lo normal en subir capítulo. La razón es que… Estuve estresada tratando de arreglar cosas de mi escuela y anduve de vaga, escribí el POV Bella, me hice tonta, etc. Bueno, lo importante es que no me tardé tanto y que pues aquí está el cap nuevo que espero que les guste. Aquí se sabe cómo vivió Edward la separación jeje y que pensó en el reencuentro ;). Aprovecho para informarles sobre un pequeño cambio que pienso hacer en la actualización. Pienso subir un capítulo de Bella y después otro de Edward, así la historia avanzará más rápido. Si no están de acuerdo con esto me lo pueden decir y lo cambio. Sé que soy la autora de esto pero yo quiero saber cómo prefieren leerlo ustedes.

 

Saludos a:

 

MEIRYCULLENBLACK:  Hola nena!! Me alegra mucho que te haya gustado el capítulo. Jajaja esa pelea entre ellos me encantó escribirla jajaj XD. Y sobre la historia de Carlisle y Esme aún sigo con la idea de escribir algo sobre ellos pero la verdad es que no sé jaja. Sobre Hacienda Cullen- cosa que no mencionaste en el comentario pero que de todas formas te digo-. Es que ya pienso actualizar, no sé cómo lo haré, pero lo haré jaja.  

 

TIKACULLEN: Hola amiga. Qué bueno que te agrade Edward…  ¿Quién no quisiera uno? XD En el cap anterior nuestro querido Ed sufrió pero en este verás aún más dolor en él. Sobre tu fic, estoy ansiosa de leer el cap que sigue aunque no sé si hayas actualizado, últimamente no he checado la página. No te preocupes si no puedes actualizar, te entiendo, a veces tenemos muchas cosas que hacer. Solo que no tardes un mes o más en actualizar porque si me enojo jajaja.

 

FABIANA:  Awww que bueno que te gustó el cap. Síp, realmente Eddy sufrió muchooo y al despertarse pues se calmó pero no se sintió tan bien que digamos, pobre Ed L lo hago sufrir bastante y lo haré sufrir más, a él y a Bella pero eso será más adelante ya que les dé un momento de felicidad… Jajaja la imagen de la chica Taylor jajaj que bueno que ya la hayas visto, es demasiado graciosa XD

 

Les mando muchos besos y abrazos! Muchas gracias por estar conmigo en este fic y seguirme, las quieroooo!! Ahora sí, las dejo leer, el cap está largoooo. Aun así, espero que les guste :D

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Capítulo 18: Dolor y felicidad

 

Edward POV:

 

Cuando llegué a casa Nana me recibió con los brazos abiertos. Me trató de consolar por todo lo que había sucedido. Minutos después llegó mi madre, me regañó por lo que había hecho pero… Finalmente dejó de hacerlo porque vio que yo no estaba en condiciones de escuchar regaños. Estaba muy triste porque sentía que no vería a Bella.

 

Y si fue cierto. Ya habían pasado un par de semanas en que no la había visto. Yo seguía yendo a la escuela porque no me expulsaron a pesar de que debían hacerlo. Los profesores y compañeros me observaban con resentimiento a excepción de Carlie y Jacob. Ángela volvió a odiarme después de lo que pasó y ya no confiaba en mí. Tenía más razón que un santo.  Jasper faltó dos días y cuando volvió me miraba con odio, cosa que no me importó en lo absoluto. Él también era responsable por lo que pasó.

 

Los días pasaban y yo seguía sin ver a mi hermosa niña. La extrañaba como un loco pero lo que hacía que no entrara en depresión es que de vez en cuando hablaba con ella por teléfono. Fingía que estaba bien pero cuando colgábamos las lágrimas inundaban mis ojos y me echaba a llorar.

 

Necesitaba verla. No ver su sonrisa me partía el alma. Mis amigos trataban de ayudarme a superar la tristeza y me preguntaron muchas veces la razón por la que terminé con Bella. No les dije. Lo único que pude decirles fue lo mismo que a Bella, que la dejé por una razón importante.

 

A Carlie y a Jacob les preguntaba constantemente sobre ella porque ellos si podían visitarla. Me decían que estaba recuperándose bastante bien, lo cual me dejaba tranquilo. Aun así, la sensación de que mi Bella se alejaba de mí era cada vez más fuerte. Sin ella yo no podía seguir funcionando… Yo no quería una vida sin Bella, sin ver su sonrisa, sin hablar o pelear con ella. Isabella era la chica más divertida, dulce, irritante, testaruda, simpática, tierna, hermosa y sexy que existía. Era perfecta en pocas palabras y yo la amaba con todo mí ser.

 

Hoy era sábado y me encontraba acostado en mi cama, esperando a que diesen las cuatro de la tarde, la hora en que podía llamar a Isabella.

 

De repente me llamaron a mi celular. Era Jacob.

 

-¿Sí?

 

-Edward- dijo él y luego suspiró-. Se trata de Bella

 

-¡¿Qué ocurrió?!- pregunté alarmado.

 

-Cálmate, ella está en perfecto estado, le acabo de enviar un mensaje y me respondió… Pero, Carlie y yo estamos muy preocupados, por favor llámala

 

-¿Por qué están preocupados?

 

-Ella está muy extraña, nos dijo algo de que iba a irse…

 

-No, ella no se puede ir- me reí, incapaz de aceptar que Bella hubiese dicho eso. Ella se quedaría en Nueva York ¿O no?

 

-No lo sé, Edward… Solo sé que debes hablar con ella, por favor…

 

-¿Qué está ocurriendo, Jacob?- cuestioné serio-. Siento como si Bella se estuviese yendo

 

-Llámala, por favor ¿Sí? Después te diré la verdad, pero no pienso traicionar a mi amiga, por favor cuando la llames actúa normal ¿Entendido? Solo así sabremos lo que queremos saber

 

-Sí, está bien… La llamo en un momento- colgué. La angustia crecía con cada segundo. Con el pulso acelerado marqué el número de Bella.

 

-Hola Ed- respondió. Sonaba bien o tal vez lo estaba fingiendo.

 

-Hola princesa, ¿Cómo te sientes?- le pregunté aliviado. Ella estaba aquí.

 

-Bien Edward…- ahora su voz era extraña. La angustia me invadió de nuevo.

 

-Nena, ¿Te sucede algo? Te escucho rara…

 

-No, no tengo nada, acabo de despertar- dijo. Me reprendí mentalmente por ser un paranoico.

 

-Ok preciosa, te creo… Te extraño Bella, siento como si estuvieras lejos de mí… No lo soporto- confesé.

 

-Te lo estás inventando, sigo en Manhattan- se rió, pero eso no me dejó tan tranquilo. Algo me estaba escondiendo. Sabía que se estaba esforzando para sonar normal.

 

-Eso espero… Me matarías si te vas- le advertí.

 

-No digas eso-susurró. Mi sospecha aumentó. El pánico se apoderó de mí-. No lo digas ni de broma

 

-Es cierto… Eres el amor de mi vida y sin ti yo no puedo vivir a pesar de que no estemos juntos como pareja

 

-Yo tampoco puedo vivir sin ti- me contestó sollozando. El pánico aumentó.

 

-Nena ¿Qué pasa? Te noto muy angustiada

 

-Te extraño Edward, te extraño mucho

 

-No llores pequeña- dije con la voz quebrada. Mi corazón se estaba rompiendo y no solo por oírla llorar. Ella se estaba separando de mí. Podía sentir como la distancia entre los dos cada vez era más grande.

 

-No puedo evitarlo… Te extrañaré Edward, te extrañaré- contestó.

 

-Nos vamos a volver a ver, te lo juro…- afirmé. No quería que se fuera ni que lo intentara.

 

-No… No me querrás ver después de esto

 

-¿Qué  dices?

 

-Te amo, nunca lo dudes… A pesar de la distancia siempre te voy a tener presente

 

De repente escuché con atención. Ella estaba en un coche.

 

-Princesa, no me asustes- dije espantado-. Oigo como si estuvieses en un coche, ¿En dónde estás?

 

-Perdóname mi amor, no puedo decirte- colgó.

 

-No, Bella, no… No me hagas esto- susurré mientras intentaba llamarla. No contestó-. No princesa, no, ¡No!

 

La llamé de nuevo. Bella había apagado el celular. Me apresuré a llamar a Jacob.

 

-¡Dime todo lo que sabes!- le grité sin darle tiempo de decir algo.

 

-Edward… ¿Qué pasó?

 

-Ella se iba, Jacob… ¿Por qué no me lo dijiste?

 

-Yo… Bueno, ella nos dijo que se iba de Manhattan, pero no quiso decir a donde… No te dijimos nada porque mi novia y yo pensamos que podríamos convencerla de no irse, y no pudimos evitarlo al parecer…

 

-¡Debiste decirme!- bramé. Me sentía furioso con todo mundo, incluso con Isabella, quien se iba sin avisarme… Sinceramente no sabía si podía perdonarla por esto. No lo sabía. El daño que me estaba haciendo era muy grande.  Se llevaba mi vida con ella.

 

-Cálmate, Edward…

 

-¡¿Cómo quieres que me calme?!- exclamé. No podía llorar en este momento. Estaba demasiado cabreado como para eso-. Isabella se ha ido sin decirme a donde…

 

-Tal vez aun esté en su casa

 

-No, ella iba en un auto- dije con histeria.

 

-Ve a casa de su familia, tal vez te digan a donde se fue

 

-No creo que quieran decirme…

 

-Nada pierdes con intentar  o tal vez Bella aún no se ha ido y puedas alcanzarla

 

-Sí, sí, si… Tienes mucha razón, nos vemos- dije colgando. Me apresuré a salir de la casa. Nana me preguntaba qué era lo que pasaba pero no contesté. En ese momento mi preocupación era una… Isabella.

 

Una vez en el auto conduje como loco. Necesitaba llegar a casa de Bella. Me bajé rápidamente del carro y corrí hacia la puerta de entrada. Estaba aliviado porque el auto de Jane y el de Esme estaban estacionados en la cochera.

 

Toqué la puerta. Fue Esme quien me abrió. Me recibió fríamente y con la típica pregunta de… ¿Qué haces aquí?

 

-Vine a ver a Isabella, ¿Dónde está?

 

-Ya no la vas a encontrar… No está aquí

 

-¡¿Dónde está?!- grité.

 

-No voy a decirte aunque quieras matarme- me advirtió-. Isabella ya no quiere nada contigo y tomó la decisión de irse de Manhattan

 

-Dígame que no es verdad- supliqué con los ojos llenos de lágrimas-. Seguramente ella está adentro

 

-Pasa, si quieres y comprueba que no está

 

Le hice caso. Pasé a la casa y subí las escaleras.

 

-¿Qué hace este aquí?- oí preguntar a Jane. La ignoré y busqué la habitación de Bella. Pasé al primer cuarto ya que estaba abierto. El aroma de Bella estaba por todo el lugar. Se me salieron las lágrimas mientras revisaba los cajones. Aun había ropa pero muy poca. No había objetos personales en el tocador. Esta habitación era muy femenina y ordenada, de colores claros. El edredón de la cama era color violeta. Imaginé a mi Bella acostada en ella. Seguramente se veía como un ángel al estar dormida.

 

-¿Por qué te fuiste, mi niña?- susurré mientras las lágrimas corrían por mis mejillas-. Yo te amo, ¿Por qué nos hiciste esto?

 

-Sal de aquí, ya has comprobado que no está- me dijo Esme quien estaba en la puerta al igual que Jane quien me miraba con odio.

 

-¿Ustedes le dijeron que se fuera?- pregunté.

 

Esme me miró triste y negó con la cabeza.

 

-No fue idea de nosotras, ella quiso irse…

 

-¿Con quién se fue?

 

-No hagas preguntas, tranquilo, no se fue sola…

 

-No puedo quedarme tranquilo de ninguna manera, quiero que regrese- gruñí.

 

-Lárgate de aquí- dijo Jane-. No te quiero ver porque mis ganas de matarte son muy grandes, tú le disparaste a mi hermana

 

-Comprendo que te sientas así- contesté. En ese momento me resigné a la partida de Bella. Ella estaba más segura lejos de mí-. Soy un monstruo y un monstruo no puede estar con un ángel y menos cuando lo lastimó… Discúlpenme por haber molestado

 

Y me fui de allí, ignorando las llamadas que me hicieron. Cuando entré en mi auto grité como un loco. Me arrepentí de haberme resignado. Bella y yo nos amábamos y no debíamos estar separados.

 

-¿Por qué te fuiste, mi amor?- le reclamé sollozando-. ¿Por qué me dejaste solo? Me voy a morir

 

No sé cómo hice para  volver a casa. Mis ojos se habían secado de tanto llorar. Al llegar a mi casa, caminé lentamente hacia mi cuarto.

 

-¿Qué tienes, mi niño?- preguntó Nana, angustiada. No respondí. Poco me importaba mi vida en estos momentos. Al llegar a mi cuarto, me eché sobre la cama-. Edward, respóndeme, criatura… Estás más blanco que un papel…

 

-Ya no quiero vivir- musité y sonreí un poco-. Sin Bella, mi vida ya no tiene sentido

 

-¿Pero qué estás diciendo?

 

-Se ha ido, se ha ido…- repetía. Muy pronto la inconsciencia me llevó. Cuando me desperté sentí algo helado en mi frente. Era una compresa. Vi a mi madre quien me la estaba poniendo.

 

-Hijo, despertaste- dijo aliviada y me dio un beso en la mejilla-. Amor, estás ardiendo en fiebre… Siempre te pones enfermo cuando algo terrible sucede, pero esto es peor, pareces un zombi

 

-Isabella- susurré.

 

-Hijo…- sus ojos se llenaron de lágrimas.

 

-¿Dónde está mi Bella, mamá?

 

-Edward, cálmate- dijo mi padre. Él estaba sentado en la cama, a mi lado.

 

-Quiero verla

 

-Carlisle- sollozó Renata-. Mi hijo está muy mal, quiere ver a esa chica… La necesita para vivir

 

-Sí, lo sé- suspiró mi papá con tristeza. Después me miró-. Hijo… Toda la noche has dicho, se ha ido… ¿Qué sucedió con Isabella?

 

-Se fue… Mi niña se fue de esta ciudad- susurré.

 

Y volví a caer en la  inconsciencia.

 

Desde aquel día ya no volví a ser el mismo;  mi vida se había vuelto monótona. No había sido capaz de sonreír siquiera una vez desde que Bella se fue. Ella se había llevado con ella toda mi alegría y mis ganas de vivir, porque eso era ella… Mi felicidad y mi vida entera. Solo esa mujer podía sacarme del estado en el que me encontraba.

 

Físicamente también me sentía muy mal. Había adelgazado tanto que hasta ya no me quedaba mi ropa. En mi pecho sentía como un enorme agujero y eso me impedía respirar como antes lo hacía. Tuve que volver a usar  inhalador, el cual no había usado desde mi último ataque de bronquitis a los trece años. Mi salud era un asco, estaba por darme anemia por la falta de comida y tenía que ir constantemente al médico obligado por mis padres. Nana lloraba amargamente cuando me suplicaba que comiera y yo la mandaba al diablo. Le gritaba cosas no muy educadas, pero estaba seguro de que no era por eso que lloraba. A ella le dolía verme así y sinceramente a mí también. Me dolía el asco de persona que me estaba volviendo pero… No hacía intento de recuperarme ya que la depresión podía conmigo y sin mi Bella yo no quería mejorar.

 

Sin Bella mi vida era oscura, sin sentido. Varias veces pensé en suicidarme pero por piedad a mis papás  y a Nana no lo hacía. Mi corazón latía y continuaba respirando por ellos. También  seguía yendo a la escuela y sacaba buenas calificaciones. Jacob y Carlie intentaron animarme pero jamás consiguieron hacerme reír, incluso un día que mi amigo llegó a mi casa, vestido de mujer con la intención de que me riera. Nana y mi padre casi se tiran al piso de la risa cuando lo vieron pero no pasó lo mismo conmigo.

 

-Te ves mal de mujer- le dije muy serio. Jacob y Carlie se enojaron conmigo por aquello. No me reí a pesar de su enorme esfuerzo.

 

-¡Eres un imbécil!- me gritó Carlie-. Ya deja de actuar como un zombi y vuelve a la vida, Bella, va a aparecer y te rechazará porque ya no eres guapo

 

-Be… Bella- decir o escuchar su nombre hacía que mi agujero en el pecho creciera. Ese día me encerré a llorar por horas en mi habitación.

 

Lo peor de toda esta tortura, eran las noches. Todo mundo disfrutaba dormir porque así se olvidaban de sus problemas. Tenía una pesadilla horrible cada noche y por desgracia la había vivido. El disparo.

 

 También soñaba que buscaba a Bella por todos lados y nunca la encontraba. Después de eso me despertaba gritando. Mi madre iba a velar mi sueño,  ya que se estaba quedando conmigo desde que comencé con las pesadillas, o sea desde el primer día.

 

Incluso Valeria, mi hermana ya estaba enterada de la situación y había decidido salir del internado en Francia y venir aquí. Mi padre estaba muy feliz de tenerla con nosotros…  Le regaló un Volvo cuando llegó y la inscribió en mi escuela. Valeria estaba fascinada allí e hizo amigos rápidamente gracias a su buena actitud y a su belleza. Tenía que admitirlo. Mi hermana ya no era esa niñita que recordaba, ahora era una mujer aunque no tan hermosa como mi Bella. Ella era la mujer más perfecta de este mundo y ahora estaba separado de ella.

 

Mi hermanita había sido de mucha ayuda. Ella siempre trataba de estar conmigo, de apoyarme en esta difícil situación. Gracias a ella aun no me hundía completamente, aunque no me hubiese sacado ni una sola sonrisa, estaba contento de tenerla a mi lado.

 

Al fin llegó el día de la graduación. Me puse la toga de color azul marino y el birrete cuando llegamos al auditorio de la escuela. Mis padres, Nana y Valeria me miraban emocionados. Yo notaba que la gente nos observaba con miedo ya que veníamos con guardaespaldas. Desde la inauguración del hotel Cullen, en donde intentaron matar a mí padre, él contrató a Sebastián, el guardaespaldas más fuerte de la agencia, para que lo protegiera;  mi hermana babeaba por él porque según ella era muy atractivo.  A mí me daba igual su aspecto. Para mí solo era un guardaespaldas.

 

-Hijo, no sabes lo orgulloso  que estoy de ti- me dijo mi padre. Asentí. Renata me miraba con lágrimas en los ojos.

 

-Mi niño, está a punto de terminar la escuela- sollozó.

 

-Le falta la carrera- dijo mi hermana poniendo los ojos en blanco.

 

La graduación se me hizo eterna ya que yo era de los últimos. Tuvimos que oír el discurso larguísimo de Ángela, la segunda mejor alumna de la generación. Yo obtuve el primer lugar pero el profesor que me nombró lo hizo con algo de coraje. Pasé a recoger mi diploma y solo pude escuchar los aplausos de mi familia y la familia de mis amigos. Nadie más lo hizo, cosa que no me importaba en lo absoluto. Solo quería volver a casa y encerrarme.

 

Les había dicho a mis padres que no quería una cena de graduación o ninguna clase de celebración pero no me hicieron caso. Mis padres organizaron una fiesta en su pent-house en donde estuvieron amigos de mi padre, mi padrino y su odioso hijo. Al verlo se me revolvieron las tripas. Seguía odiándolo, el tiempo no cambiaba eso. 

 

Por suerte también estaban mis amigos quienes intentaron una vez más alegrarme. Me ofrecieron una copa de vino y la rechacé. No me sentía de humor para beber o hacer cualquier otra actividad, yo solo deseaba una cosa y era imposible… Tener a Isabella entre mis brazos y besarla hasta cansarme… Pero, maldita sea, era imposible, incluso si la tuviese cerca.

 

Desde aquella noche, hace tres días, mi estado empeoró; estaba siendo insoportable con todo el mundo, incluso con mi familia. Emmett me llamó muchas veces y le dije que ya me dejara de molestar, que no quería ver a nadie. Emmett no se enojó, solo se puso un poco triste y me colgó amenazando con volver a llamar.

 

-¡Hijo, ya no puedes seguir así!- me gritó mi padre veinte minutos después de que Nana me llevara comida y yo la lanzara al piso. Comía muy raras veces, cuando en realidad me estaba muriendo, pero cuando estaba bien, no lo hacía. Hoy, no deseaba probar bocado y nadie me iba a obligar.

 

-¡Déjame en paz, maldito viejo!- le contesté irritado.

 

-Aceptaría ese maldito insulto- masculló-. Si por lo menos fuese con la actitud que tenías antes de ella… Pero como ni siquiera puedes burlarte de mí, como ya ni siquiera eres una persona, no te lo permito… ¡Tienes que recuperarte y dejar de faltarme al respeto!

 

-Yo estoy bien… Deja de molestarme, estúpido bastardo

 

-Edward, no seas grosero con papá- me pidió Valeria quien había entrado a la habitación detrás de papá.

 

-Ya estoy harto de esta situación- susurró Carlisle-. ¡Ya estoy harto! ¡Me cansé de ver como cada día arruinas tu patética vida!

 

-Papá- dijo Valeria, impresionada.

 

-Este viejo tiene razón, mi vida es patética ¿Pero saben qué? ¡No me importa! Ya nada me importa desde que ella no está en mi vida, así que déjenme solo

 

Mi padre no quiso pelear más y salió del cuarto. Valeria me miró triste y quiso decir algo pero la fulminé con la mirada para que se largara y lo hizo.

 

Me quedé acostado un par de horas, con la mente casi en blanco. Pensaba un poco en las solicitudes de universidad que me habían obligado a mandar. Hice cuatro, Universidad de Nueva York, Columbia, Harvard y Dartmouth. En todas me habían aceptado.

 

Sinceramente, no quería estudiar nada, pero sabía que iban a ponerse como locos si no lo hacía y yo no deseaba eso. Quería estar en paz, ir muriendo poco a poco y estar sin sobresaltos mientras lo hacía. 

 

Cuando se hizo de noche cerré los ojos para al fin dormir pero se abrió la puerta de mi cuarto. Era mi padre quien entraba.

 

-Hasta aquí llegó tu actitud, quiero a mi hijo de vuelta- gruñó.

 

-Déjame en paz… Largo de aquí

 

Mi padre encendió la luz de cuarto y yo me quejé.

 

-Ah, no… Me escucharás Alessandro

 

Cuando mi padre me llamaba así era porque estaba realmente muy cabreado. Me incorporé un poco para mirarlo.

 

-¿Qué es lo que tengo que escuchar? ¿Qué voy a morirme si sigo así? Realmente no me importa

 

-¿No crees que  a Bella le dolería mucho si tú te murieras?

 

Su nombre hizo que el agujero en mi pecho se abriera más. Mi padre había encontrado lo que más me dolía. Viejo imbécil.

 

-No… No la menciones… Ella no va a enterarse

 

-Pues yo se lo diré… He contratado a un investigador privado para buscarla

 

Me paré de la cama bruscamente.

 

-¿Qué?

 

-Sí, la vamos a encontrar, por fin podrás verla, maldita sea… Y será todo más fácil… El hombre conoce la familia de Isabella, realmente tuve mucha suerte… Parece que el destino quiere que se encuentren

 

-Papá muchas gracias- dije sollozando. Carlisle fue a abrazarme-. Quiero saber dónde está ella, ¿Ya te lo dijeron?

 

-Sí, ya sé dónde está… Me dieron la dirección de su casa y todo… Obvio le pagué mucho dinero y usé unas cuantas amenazas

 

-¡Dime donde está!- exigí.

 

-No lo haré… Primero tienes que hacerme un favor

 

-El que sea, yo solo quiero volverla a ver

 

-Tienes que demostrarme que te estás recuperando, tienes que comer, volver a sonreír aunque sea un poco… No quiero que Isabella vea el zombi en el que te has convertido

 

-Te lo juro, intentaré recuperarme, pero dime donde está

 

-Te pondré dos días a prueba, si cumples lo que te he dicho podremos ir con Bella, si no… Pues no me quedará más remedio que llevarme esa información a la tumba

 

-Y te irás a la tumba realmente si no me dices donde está Bella- gruñí. A mi padre se le escapó una pequeña risa la cual me hizo sonreír un poco por primera vez en meses.

 

-Eso es, hijo… Sigue así y pronto lo sabrás

 

Esos dos días que siguieron fueron una verdadera tortura. Tuve que comer a pesar de no tener hambre y fingir sonrisas. Mi madre y Nana estaban muy contentas por mí, pero la que estaba más eufórica era Valeria quien me arrastró al centro comercial a comprar ropa. No entendía qué necesidad tenía de comprarnos abrigos, suéteres, pantalones y esas cosas. Parecía como si se estuviese preparándonos para algo.

 

Al final del segundo día casi golpeó a mi padre para que me dijera el paradero de Bella.

 

-Bueno, como por fin reaccionas, te lo voy a decir… Bella está en Washington en un pueblito llamado Forks con su padre y la esposa de este… La dirección la tengo anotada en este papel

 

Me tendió una pequeña tarjeta en blanco. La volteé y allí venía anotada una dirección. Se me escaparon las lágrimas y  suspiré fuertemente. Comenzaba a sentirme un poco mejor, la agonía ya no era tanta. Ahora sabía dónde estaba ella e iría a buscarla.

 

-Hijo, ya estás recuperándote, eso me alegra… Bueno… Prepárate, mañana nos iremos, serán casi tres días en auto

 

-¿Iremos a Forks en auto?- pregunté-. ¿Por qué?

 

-Porque no quiero ir en avión, quiero que tu hermana, tú y yo convivamos durante esos días que vamos a estar en el viaje, además Forks creo que es un buen lugar para cazar y a mí me encanta hacer eso

 

-Pero…

 

-Pero nada, hijo, quiero hacerlo

 

-Está bien- dije suspirando-. Iremos en auto

 

Dicho y hecho. Nos fuimos en auto y en el de Valeria. El chofer y el guardaespaldas de mi papá nos seguían en una camioneta. El viaje fue muy, muy largo y con varias paradas en el camino, pero sirvió para pasar un tiempo con papá.

 

-Arg, quiero cazar- decía feliz. Me preguntaba por qué podía estar así si no estaba con la mujer que él amaba.

 

 Llegamos a Seattle y nos hospedamos en un  hotel. No pude dormir por la emoción que sentía, tenía los nervios a flor de piel y sentía como la distancia entre Bella y yo se iba acortando.

 

A la mañana siguiente partimos hacia Forks en donde llegamos por la tarde. Quise ir a buscar a Bella pero mi padre me lo impidió. Me dijo que esperara hasta mañana.

 

-Pero papá, quiero verla- protesté.

 

-No, no la verás…  Tienes que descansar, no has dormido en todo el viaje, si Isabella te llega a ver así se morirá del susto y se sentirá mal, ¿Quieres eso?

 

-No, no quiero eso- murmuré-. Está bien, iré a dormir

 

Esa noche, en mi habitación de hotel pude dormir mejor que un bebé. El agujero en mi pecho ya no dolía como antes y podía respirar con normalidad. Esa noche fue la primera que no tuve pesadillas.

 

Me levanté a medio día y empecé a asustarme. Me duché rápidamente y me cambié con lo primero que encontré;  me puse una chamarra porque afuera hacía un frío de mierda; me sentía como una paleta de hielo.

 

Salí del hotel soportando el frío y extrañando un poco la calefacción del cuarto en donde me hospedé. Me cuidé de que mi padre y que mi hermana no me vieran.

 

Los muy tarados me habían dejado las llaves del coche a mí y pude tomarlo y largarme a buscar la casa de Isabella. Tuve que preguntar a varias personas pero por fin localicé la casa gracias a una señora que conocía a Charlie Swan. La casa era de color blanco y de dos pisos. Estaba más bonita que la de Manhattan y se veía más acogedora.

 

De repente el corazón me latió a  un ritmo desbocado. Sentía que mi Bella estaba tan cerca de mí. Me bajé del auto y respiré profundo para intentar calmarme. Cerré la puerta del auto y me dirigí hacia la banqueta. Alcancé a ver a una chica muy delgada que estaba de espaldas a mí y que se estaba yendo. Tenía una chamarra café y el gorro cubría su cabeza. Se me ocurrió que podía preguntarle; tenía que estar seguro de que era la casa de los Swan.

 

-Señorita, ¿Aquí viven los Swan?- la cuestioné-. Quiero encontrar a Isabella… ¿La conoce?

 

Asintió sin darme la cara lo cual me extrañó.

 

-Dígame donde está, es el amor de mi vida, la quiero encontrar… Quiero verla, por favor ayúdeme- dije desesperado. Tenía la sospecha de que ella era Isabella, pero no me quería precipitar.

 

De la chica se escapó un fuerte sollozo. Mi corazón latió más rápido y las lágrimas se me escaparon. Era ella; mi princesa.

 

-¡¿Bella?!- exclamé y ella se volteó. Mi agujero en el pecho desapareció completamente. Sin duda mi amor por ella seguía intacto. Había crecido, más bien.

 

-Edward- gimoteó-. Mi amor, no me odies, yo…

 

No la dejé continuar porque corrí para tenerla entre mis brazos. Los dos lloramos durante varios minutos. La había extrañado, necesitado tanto. Me parecía increíble tenerla así, aspirar su delicioso aroma.

 

-Al fin te encontré, mi amor- sollocé-. Me hiciste mucha falta, muchísima falta

 

La solté para mirar sus hermosos ojos chocolate. Isabella estaba como la recordaba solo que más pálida y delgada lo cual me preocupó. Bella me inspeccionó con la mirada. Parecía angustiada al verme.

 

-Mi amor, no te ves bien… ¿Qué te pasó?

 

-Yo… No puedo vivir sin ti, me moría nena, te lo juro que me moría… Apenas si pude asistir a mi graduación- confesé.

 

-¿Ya fue?

 

-Sí, hace días, pero eso no importa… Yo quería encontrarte y por fin lo hice… Sufrí demasiado, pero entendí tu partida, querías olvidarme… Sé que no podemos estar juntos y maldigo a la vida por eso… Yo te amo como un loco y muero por besarte pero…

 

Ella no me dejó continuar y me besó, haciendo que mi corazón palpitara como nunca antes. Dudé un segundo en corresponderle. No era correcto… Pero, el amor ganó y la apreté contra mí. Comencé a corresponderle con todo el amor que sentía por ella. Ambos gemimos y yo comencé a tener una dolorosa erección. Con un simple beso Bella podía hacerme sentir tantas cosas… Me preguntaba cómo diablos podía estar vivo, ¿Cómo logré estar sin ella? No lo entendía, simplemente no lo entendía. Sin duda tenía que ser un milagro que haya vivido porque Bella era mi aire, mi todo.

 

Cuando frenamos el beso ella me dio tres besos cortos en los labios.

 

-Como extrañé besarte- me dijo-. Estaba muriéndome sin ti

 

-No podemos besarnos- contesté con un hilo de voz a pesar de que quería hacerle el amor en ese mismo momento-. Está mal, mira como me has dejado

 

Ella se rió cuando notó a mi amiguito crecido.

 

-No rías Isabella, en serio no podemos besarnos

 

-Claro que podemos, mi amor… Somos una pareja

 

Me puse muy triste. Tenía que decirle que estaba equivocada. Bella era mi sobrina y tenía que aceptarlo aunque me muriera de amor por ella.

 

-Lo éramos, te dejé, pero fue por una razón muy…

 

 

-Poderosa, lo sé- dijo molesta.

 

-Sí… Pero quiero que sepas que yo te amo y que siempre lo voy a hacer, aunque sea incorrecto- le aseguré. No quería que malinterpretara mis palabras.

 

-No es incorrecto, no es un incesto

 

-Esto…- estaba incrédulo… ¿Qué sabía ella?

 

-Edward, lo sé todo- sonrió-. Ahora bésame

 

-¿Qué es lo que sabes?- pregunté atónito.

 

-Que supuestamente eres mi tío

 

Abrí mucho los ojos por la sorpresa… ¿Quién coño le había dicho eso?

 

-Yo… ¿Entonces por qué me besaste?- interrogué. Bella no parecía ser el tipo de chica que no le importara el incesto.  

 

-Porque no estamos cometiendo ningún incesto precioso… ¡No eres mi tío!

 

-¿Qué?- el pulso se me aceleró de nuevo. La esperanza comenzó a invadirme pero… No debía apurarme. Primero tenía que escucharla.

 

-Ayer supe la verdad… Yo soy hija biológica de Charlie y Esme… La hija de Jane y Alec es otra, no yo

 

-¿Es en serio?- no era posible. Bella… No era mi sobrina. Nuestro amor no era prohibido.

 

-Sí, mi mamá te mintió para alejarte de mí

 

-No- gimoteé. Comenzaba a sentir odio hacia Esme-. Me hizo sufrir como nunca… Bella, ¿Por qué?

 

-No sé, mi vida, no sé… Lo único que sé es que podemos estar juntos

 

-No lo puedo creer, dime que no estoy soñando- la cargué emocionado y la besé en los labios.

 

-No, no estás soñando, me encontraste… Te amo y vamos a ser felices…

 

-Yo te amo más, mi princesa, yo te amo más… He estado como un loco buscándote, tu mamá ni tu hermana me quisieron decir dónde estabas

 

-Las odio- masculló.

 

-Yo igual, perdóname, pero es cierto… Tú no corres peligro a mi lado… Yo solo quiero hacerte feliz, a eso quiero dedicar mi vida entera

 

-Lo sé, Edward, lo sé… No te imaginas lo feliz que soy al tenerte aquí- dijo y yo la bajé.

 

-Nunca voy a dejar de amarte ¿Me entiendes? Ya no voy a volverme a separar de ti… Me tendrás molestándote la vida entera- le advertí. Bella solo era mía.

 

-Tú no me molestas… Tú eres lo que yo necesito para vivir- contestó antes de darnos un beso muy largo en donde me olvidé hasta de mi nombre -Vamos a mi casa Edward- me dijo al terminar. Asentí.

 

-Sí, muero de frío, nena- confesé.

 

Isabella se rió de mí mientras veía mi chamarra.

 

Ambos pasamos a la cálida casa. Observé el lugar mientras Isabella se quitaba la chamarra. Iba a quitársela yo pero me quedé un poco embobado con la decoración. Todo era hermoso y sencillo. Esta era la clase de hogar que me gustaría tener.

 

-Esta casa es muy bonita y acogedora, me gusta más que tu otra casa- comenté-. ¿No hay nadie?

 

-No, mi padre es el director de la preparatoria de Forks y se queda en las tardes a preparar los asuntos de la graduación y el próximo ciclo escolar y Reneé su esposa trabaja en una boutique hasta las tres de la tarde, y apenas es la una… Bueno Edward, siéntate, iré a traerte algo de beber…

 

-No quiero nada, solo abrazarte- hice un puchero. No la quería ni un centímetro alejada de mí-. He estado alejado mucho tiempo de ti

 

-Está bien- dijo tomando mi mano y nos dirigimos al sofá en donde nos sentamos a abrazarnos y a darnos besos tiernos. No hablamos. Con las miradas que nos dábamos podíamos decirnos lo mucho que uno había extrañado al otro. Sin duda éramos almas gemelas o alguna cosa parecida.

 

-¿Qué has hecho en estos meses?- le pregunté interesado después de haber pasado unos momentos en silencio.

 

-¿Aparte de llorar por ti?

 

Ese comentario me partió el corazón.

 

-Amor… No quiero que llores por mí, no sufras, más, me tienes aquí contigo

 

-No pude evitar llorar… El dolor me mataba, sentía como un agujero en mi pecho- confesó. La miré con sorpresa. Yo también había sentido lo mismo.

 

-Yo igual, preciosa…

 

-Ambos estamos muy conectados- contestó sonriendo. Tomó una de mis manos y depositó un suave beso. La miré con emoción y ternura. Besé sus labios, esos que tanto había extrañado. Me sentía asquerosamente feliz. Bella no era mi sobrina y nadie más podría tenerla. Yo cuidaría de mi hermosa princesa por el resto de mi vida. Podría besarla, abrazarla, amarla, adorarla. Mi amor por ella era el sentimiento más grande que yo tenía. 

 

-Sí… Demasiado conectados y por eso no funcionamos si estamos lejos

 

-Tienes toda la razón… Yo intenté ir a la escuela, hice dos amigos, Daniel y Alice, pero yo no funcionaba del todo, Daniel intentaba hacerme reír pero no funcionaba mucho…

 

-¿Daniel?- pregunté alzando una ceja. Mis celos se habían encendido.

 

-Es hijo de mi tía Tanya, o sea mi primo… Alice es novia de él

 

Suspiré con alivio. Casi me echo a reír… Yo era demasiado celoso.

 

-Eres un celoso a morir- se burló. Yo me tensé al recordar el disparo.

 

-No me menciones esa palabra… Los celos provocaron que te disparara, mi amor… ¿Cómo sigues? ¿Te duele algo? Contesta bebé…- le pedí con pánico. Necesitaba saber cómo se encontraba.

 

-Ay mi amor, con lo que estás- se carcajeó-. Ya me recuperé, te lo aseguro… Me quedó una pequeña cicatriz de la operación pero hasta allí…

 

-Nunca me perdonaré por haber hecho eso…- dije enojado.

 

-Pues yo si te perdono… No pasó nada más feo así que ya olvídalo, es pasado

 

-Pero…

 

-Nada Ed, nada- me cortó mientras acariciaba mi rostro. Con eso me calmé un poco. Sus suaves manos sobre mi piel eran lo más placentero que había. Estaba más que feliz porque ahora Bella me demostraba más su amor, nuestra separación la había vuelto más linda y amorosa.

 

-Ahora eres más cariñosa- sonreí-. No sé qué pasó contigo, pero… Me encanta

 

-Esta separación me hizo darme cuenta de lo mucho que te necesito en mi vida… De que no me quiero volver a apartarme de ti… No me importa si me tengo que volver una cursi, te voy a demostrar cada día que tú eres y que siempre vas a ser el amor de mi vida… Sé que eres mi primer novio pero yo sé que no amaré a nadie más que a ti

 

-¿Tu primer novio?- estaba emocionado por todas sus palabras y en especial por ser el primero en su vida.

 

-Sí… Cuando comenzamos a salir te dije que yo también tenía mi pasado, pues lo tengo pero no uno romántico… Yo nunca tuve novio, ni me había besado con nadie

 

-Oh, mi amor- dije conmovido-. Eres tan tierna… De verdad no me importaba si ya habías tenido novio, yo te amaría igual, pero… Me da alegría saber que nadie más te ha tenido, solo eres mía y jamás te dejaré ir… Te debes resignar- me reí-. Nunca tendrás otro novio…

 

Eso era más que cierto. Isabella solo sería para mí y yo sería de ella.

 

-Y no quiero tenerlo… Tú eres al único hombre que yo amo y que amaré para siempre

 

-Y tú eres la única mujer que yo he amado y que amaré toda la eternidad

 

Me sonrió y luego se recostó en mi pecho. Nos quedamos en un agradable silencio. Disfrutaba demasiado tenerla junto a mí.

 

-Hace un rato mencionaste la escuela… ¿Estás asistiendo?- cuestioné. Me preocupaba que no estuviese yendo a la escuela.

 

-Sí… Me gradúo la próxima semana

 

-¿En serio mi amor?- me emocioné.

 

Asintió.

 

-Me gradúo sin ningún problema ya que tengo notas altas… Mi amiga Alice me está ayudando

 

-Estoy orgulloso de ti, cielo- dije besando su cabeza-. Y… ¿Ya mandaste tu solicitud para la universidad?

 

-Sí

 

-¿En cuál?

 

-¿En cuál solicitaste tú? Dime primero, amor…

 

-Harvard, la Universidad de Columbia, Dartmouth, la Universidad de Nueva York…- contesté-.  En todas me han aceptado… Supongo que les impresiona que el promedio de toda mi educación sea diez

 

Ella se quedó boquiabierta. Se veía graciosa.

 

-Y… ¿En cuál te quedarás?- preguntó.

 

-Lo más probable es que en Harvard o la Universidad de Nueva York… Las otras dos las descarto completamente… Sobre todo la de Columbia, mi amigo Emmett, dice que allí estudian puros imbéciles… Su primo estudió allí y es una mierda… En Italia, mis amigos y yo hacíamos burlas de esa universidad- le conté divertido. Me gustaba recordar los viejos tiempos con mis amigos.

 

-Ah- dijo secamente. Parecía molesta.

 

-¿Y tú a cual irás, mi amor?- le pregunté un poco preocupado y deseando que no fuese esa su universidad.

 

-¿A cuál crees?

 

-A Harvard, conmigo, ¿Verdad?... No me importa lo que tenga que hacer… Yo haré lo que sea para meterte allí- le aseguré. Me sentía emocionado al pensar en pagarle la universidad y tenerla cerca de mí.

 

-No gracias… Yo ya tengo elegida mi universidad, la única que solicité de hecho… Lo hice con intenciones de regresar a Manhattan

 

-Amor, yo no quiero separarme de ti… Vamos a Harvard, o esperemos un año y después continuamos nuestros estudios para ir a la misma escuela- sugerí. Ni loco me separaría de nuevo de ella.

 

-Yo no pienso perder el año- respondió poniendo mala cara-. Además no tengo tanto dinero para pagar una carrera allí

 

-Bella, yo te la pagaré… Por eso no te preocupes

 

-¿Ah sí?- se burló.

 

-Sí, cielo…

 

-No, no lo acepto… No iré a Harvard jamás ¿Y sabes por qué? Porque soy una imbécil…

 

-¿De dónde sacas eso princesa? ¡Tú no eres ninguna imbécil!- exclamé.

 

-Tú mismo me dijiste imbécil- contestó levantándose. Se puso frente a mí y puso las manos en la cintura. Su postura era algo amenazante.

 

-¡Yo nunca te dije así!- repliqué-. Tú eres la mujer que amo, jamás te ofendería de esa manera…

 

-No me vengas con palabras de amor, estoy molesta- dijo frunciendo el ceño. Me sacó la lengua como niña pequeña-. Y sí, si me dijiste imbécil

 

-¡Qué no!

 

-Sí, lo hiciste… “Descarto la Universidad de Columbia, allí solo entran imbéciles”-  trató de imitarme. Yo me quedé paralizado. Tenía demasiada vergüenza.

 

-¿Esa universidad fue donde te aceptaron?- pregunté atragantándome. Ella asintió con fuerza

 

-Sí, maldito cabrón… Me insultaste

 

-Hey… ¿Y esas palabras?- me impresionaba que Bella utilizara palabrotas. Aunque… Se oía sexy.

 

-¿Y esos ataques a la universidad de la mujer que supuestamente amas?- contraatacó.

 

-Nada de supuestamente, yo te amo… Siéntate aquí- señalé mis piernas y le hice otro puchero.

 

-No, no me siento allí, me insultaste

 

-Perdóname, cielo… No sabía

 

-Eres cruel- dijo sollozando-. Insultas mi universidad

 

-No llores, princesa- le pedí mientras me paraba.

 

-No, largo- me apartó y volvió a sollozar. Pronto noté que se estaba riendo.                 

 

-Perdóname por favor…

 

-No, no quiero

 

-No estás llorando, te estás riendo- me carcajeé como hace mucho tiempo no lo hacía. Le hice cosquillas a mi Bella.

 

-¡No, Edward!- gritó mientras se reía.

 

-Te estás riendo, mi amor, te estás riendo

 

Mi Bella se liberó de mis cosquillas y se fue corriendo hacia el segundo piso. La perseguí hasta que llegamos a su cuarto. Los dos caímos a la cama riéndonos. Se sentía demasiado bien volver a reír. Solo Bella podía lograr que lo hiciera.

 

-Cómo te necesitaba, mi amor- le dije a Bella cuando nos calmamos. Los dos nos acostamos y estábamos abrazados.

 

-Yo a ti, Ed… Aunque no te perdonaré lo de la universidad- dijo y la miré apenado.

 

-Fue Emmett quien empezó, yo solo seguí el juego…

 

-Ya, no importa- me interrumpió-. Ya sé que no era tu intención insultarme… Ha resultado bastante divertido esto, hace mucho que no me río a carcajadas

 

-Ni yo… Ahora me siento completo, lleno de vida… Porque eso eres tú, mi vida entera, cuando estuvimos alejados me sentía moria

 

Comencé a besarla con todo el deseo que sentía por ella. Sentí como empezaba a ponerme duro. Ambos estábamos solos, en una cama. Definitivamente iba a follarla y nada me detendría excepto ella.

 

Ambo nos paramos y nos miramos fijamente. Moría por hacerlo. Por entrar en ella y hacerle el amor. Técnicamente esta sería mi primera vez.

 

-Quiero hacerte el amor, Bella, pero no sé si tú…

 

-Shh… Calla- musitó y puso un dedo en mis labios para callarme-. Hazme tuya, estoy lista

 

 

 

 

Esas palabras hicieron que ya no pudiera contenerme. Hoy, ella sería completamente mía. Sería mi mujer.

 

Metí las manos abajo  de su blusa, acariciando su vientre hermoso y plano. Subí más la blusa hasta que pude ver el sostén rosado que llevaba. Joder, ella era demasiado atractiva; luego le quité la blusa por completo mientras ella se deshacía de mi chamarra. Ahora no me importaba el frío. Me importaba la sexy mujer que tenía enfrente. Ella desabrochó los botones de mi camisa y cuando terminó dejó caer la camisa, dejando mi torso expuesto a ella. Tenía ganas de estrecharla contra mí y sentirla pero esperaría. Empecé a besar el cuello de mi princesa, su olor me enloquecía, era tan exquisito. Sus gemidos eran música para mis oídos, demasiado excitantes. Mi erección ya deseaba ser liberada porque comenzaba a doler. Yo soltaba gemidos también a pesar de nunca haberlo hecho con ninguna otra. Solo Bella podía provocarme todo esto.

 

Continué besando su cuello y con mi mano traté de desabrochar su sostén. Cuando lo hice deslicé los tirantes por sus brazos y dejé caer esa prenda al suelo.  Sus erectos y rosados  pezones eran lo más hermoso  y excitante que había visto. Mientras los contemplaba Bella me quitaba el cinturón. Cuando hizo eso yo le quité el pantalón a Isabella y bajé a su hermoso abdomen y lo besé. 

 

Al quitárselo la lleve a la cama y la acosté. Me quité los pantalones y me puse encima de ella, chupando y mordiendo el lóbulo de su oreja.

 

-Te amo Bella- susurré-. Eres el amor de mi vida

 

Bella estaba gimiendo desesperadamente. Ese sonido era tan excitante, tan hermoso. Me encantaba ser yo quien provocara eso en ella. Jadeé varias veces, el placer que sentía era muy grande.

 

Comencé a lamer todo su cuerpo, confirmando que no solo olía sino que también sabía exquisito. Bella me pidió que fuese más despacio. Yo no quería ya que deseaba follarla salvajemente pero… Bella era mi princesa y la iba a respetar. Bajé hasta su ombligo en donde me detuve unos cuantos segundos para jugar con él. Después bajé hasta su intimidad en donde ya moría por entrar. Pasé la lengua por sus braguitas y después las retiré. Luego de eso perdí el control y comencé a lamer su centro con desesperación, volviéndome loco con su delicioso sabor. En ocasiones mordía un poco sus clítoris para hacerla disfrutar más. Bella ya estaba convulsionándose pero quería que su primer orgasmo fuese junto a mí así que me detuve.

 

-Ya no puedo más nena, me terminaré corriendo afuera, si no te lo hago pronto, tu sabor es delicioso, preciosa… Es lo mejor que he probado en mi vida… Arg, quiero hacértelo- me quejé. Moría por hacerla mía, correrme en su interior.

 

-Hazme tuya, pero ve despacio

 

Asentí y luego me levanté para quitarme el bóxer, dejándole ver mi erección a Bella quien me miró con deseo. Con esa mirada me daban más ganas de entrar en ella, de que los dos fuésemos uno solo.

 

 -Despacio- Me recordó mientras gemía. Asentí mientras me ponía encima de ella, listo para penetrarla. Entré en ella lo más lento que pude casi corriéndome por el placer que sentía en estos momentos. Isabella era demasiado estrecha. Empujé un poco más hasta que me topé con su himen, señal de que yo era el primero en su vida. Sinceramente iba a morirme, esto era condenadamente delicioso. Sin importarme nada traspasé esa barrera.

 

Me detuve bruscamente al ver que Bella tenía una expresión de dolor. Había lastimado a mi niña. Era un imbécil, sin duda alguna.

 

-¿Te duele mucho mi amor?- pregunté angustiado-. Dime la verdad

 

-Me duele mucho, Edward, pero no pares

 

Seguía preocupado pero continué adentro de ella para que se acostumbrara y se pasará el dolor. Tenía sentimientos encontrados en este momento. Por un lado estar dentro de ella era lo más placentero que había sentido en toda mi vida pero… Por el otro, había sido muy poco cuidadoso con mi princesa a pesar de que intenté serlo.  Estaba a punto de salirme cuando de repente ella comenzó a mover sus caderas. Ya no resistí más y me moví yo también de manera lenta y suave. Quería darle muy duro pero no podía ser brusco con ella.

 

Mientras la embestía miré su cara. Estaba disfrutando de esto al igual que yo. Bella me gritó que fuese más rápido y yo con gusto la obedecí, me moví más rápido, muriendo por correrme de una buena vez. El placer era demasiado intenso y ya no podría soportarlo mucho tiempo más.

 

-Joder Bella, se siente delicioso, eres muy estrecha, arg… Te amo, pequeña, te amo- le dije.

 

Me dejé llevar y le di más duro. Sentí como sus paredes se contraían en torno a mi pene  y como todo su cuerpo comenzaba a temblar. Segundos más tarde ella gritó mi nombre, en señal de que ya había alcanzado el clímax. No lo soporté más y me corrí gritando su nombre también, teniendo el mejor orgasmo de toda  mi vida. Cuando reaccioné me di cuenta de lo que habíamos hecho. Le hice el amor a Bella. Ella ahora era mi mujer.

 

 -Acabamos de hacer el amor- susurré incrédulo.

 

-Sí, Ed

 

-Esto ha sido lo más jodidamente placentero de toda mi vida- espeté y luego dejé caer mi cabeza sobre su hombro sin salir de ella y sintiendo su pecho junto al mío. Traté de normalizar mi respiración

 

 -Para mí también lo fue…

 

-Ahora sabes lo mucho que te deseo-le dije mirándola otra vez, pero ahora con adoración. Luego salí de ella y me acosté boca arriba para no hacerla sentir incómoda. 

 

-Yo también te deseo demasiado- dijo antes de besarme nuevamente. Mi pene volvió a cobrar vida, quería hacerla mía otra vez. Solté un gemido cuando ella se montó en mí y  me sentí adentro de ella.  Joder, verla de esta manera era maravilloso.

 

-Nena, me vas a matar- gruñí mientras ella me cabalgaba.  Su imagen era gloriosa; sus perfectos pechos moviéndose, su hermosa figura,  ella moviéndose de esa forma tan sensual y atrevida.

 

Cuando ella echó su cabeza para atrás me volví loco. La agarré por la cintura y la embestí con rapidez haciendo que ella gritara bastante alto. Cuando sentí que ella estaba llegando al orgasmo, me dejé llevar y me corrí junto con ella. En ese momento me sentí más agitado que nunca. Bella quedó encima de mí mientras los dos intentábamos recuperarnos. Cuando lo hicimos la miré sin lujuria, solo con amor. Mi princesa se veía hermosa, sus ojos brillaban.  Sin duda alguna, la necesitaba conmigo, jamás permitiría que me la arrebataran. Ahora Bella era mía, completamente mía.

 

 -No sabes cuánto te extrañé- dije besando su boca-. Te necesito, me niego a apartarme de ti seamos familiares o no… Soy tuyo Bella, soy completamente tuyo

 

-No somos familiares, amor- me recordó y me vinieron las dudas.

 

-¿Cómo sabes eso? ¿Cómo sabes que fue esa la razón por la que te dejé?- le pregunté al mismo tiempo en que ella se bajaba de mí y se ponía a mi lado. Necesitaba saber todo eso. Tomé una sábana y nos cubrí con ella.

 

-Yo… Antes de abrir los ojos ya estaba despierta, podía oír lo que hablabas con tu padre… Escuché que no podías estar conmigo porque eras mi tío

 

-¿Es en serio?- cuestioné impresionado.

 

-Sí…

 

-¿Entonces por qué no me preguntaste nada? ¿Por qué?- reclamé.

 

-No lo sé amor, no lo sé… Pensé que era absurdo decirlo, a mi madre no le quise preguntar porque no me iba a creer que lo escuché todo y no quería meterte en problemas… Y después, simplemente me aguanté las ganas de preguntar porque quise irme porque si sabía que no era tu sobrina iba a salir de aquel taxi en el que iba cuando me llamaste e iría por ti

 

-¿Por qué quisiste irte, cielo?- le dije dolido-. Si había la posibilidad de que no fuésemos nada, ¿Por qué te fuiste?

 

-Quería vivir tranquila, necesitaba mi tiempo para calmarme

 

-¿Apartada de mí?

 

-Sí… Pero no lo soporté… Ayer exploté, lloré y dije todo lo que tenía dentro… Acepté que ya me estaba muriendo sin ti, que te amo

 

-Ambos nos necesitamos, eso me ha quedado claro… Bella, nunca más volvamos a separarnos así… Si surge un problema por favor intentemos solucionarlo… Todo lo que ha pasado ha sido una autentica mierda, casi morimos por una mentira

 

-Sí… Por una mentira de mi propia madre- gruñó. Antes de que pudiese contestarle se escuchó una canción en el piso de abajo. Parecía una canción para niños, en japonés… ¿Desde cuándo a Bella le gustaba el anime?

 

 -¿Qué es eso?- me reí.

 

-Mi… Mi celular- respondió ruborizada y se levantó bruscamente. Verla desnuda hizo que me pusiera duro de nuevo.

 

-Eres hermosa- gruñí mientras me la comía con la mirada.

 

 -Vístete, yo iré por el celular- me dijo mientras se ponía ropa interior.

 

-¿Irás así?- estaba preocupado. Hacía un frío del infierno y ella en  ropa interior.

 

-Sí- me dijo antes de salir corriendo de la habitación.

 

-¡Te vas a enfermar Bella!- exclamé con pánico mientras me levantaba y me vestía. No me puse la chamarra para poder dársela a ella

 

Bajé las escaleras y vi a mi niña quien hablaba por teléfono.  Llegué con ella, la tapé con la chamarra y la abracé. Me encantaba tenerla entre mis brazos.  

 

-Ya sabes que siempre hago la cena, Reneé- contestó Bella a esa persona con  la que hablaba. Se calló unos momentos-¿Yo? No, no tengo nada- sonrió-. Reneé… Soy completamente feliz- exclamó-. Cuando llegues a casa sabrás por qué- dijo antes de colgar. El celular volvió a sonar pero mi niña lo ignoró.

 

Hice que Bella se volteará y luego la besé. Después miré sus pies descalzos con enfado.

 

-No me gusta que estés descubierta, ni descalza, ve a vestirte princesa

 

-Ok

 

-Bueno, mejor te llevo, ya no soporto que pises este frío suelo

 

La levanté y la cargué fácilmente porque ella era muy ligera. Bella gritó

 

-Bájame- se carcajeó mientras la subía por las escaleras. Sonreí; esto era divertido.

 

-No te muevas, te puedes caer- la regañé.

 

Cuando llegamos al cuarto la bajé para que buscara su ropa mientras yo me ponía mi chamarra. En la cama algo llamó mi atención. Había una mancha roja. Era sangre… Era su sangre. Sin duda era un infeliz. La había lastimado de nuevo.  

 

-Bella…- susurré. Estaba lleno de pánico y de vergüenza.

 

-¿Qué ocurre?- me preguntó ella. Caminó hacia donde estaba y entonces vio la mancha-. ¿Por qué te espantas?

 

La miré avergonzado y lleno de culpa.  

 

-Te hice sangrar, nena, contéstame con la verdad ¿Te dolió mucho? ¿No te arrepientes de lo que sucedió? Yo no pero… Es tu cuarto… No te hice el amor como tú te merecías…

 

Ella puso los ojos en blanco, se acercó más a mí y me rodeó el cuello con sus pequeños brazos.

 

-No digas eso, Edward… Mi primera vez fue mágica ¿Y sabes por qué? Porque fue contigo, solamente contigo… No me importa en donde haya sido, ¿Acaso tú te arrepientes de lo que sucedió?

 

-Jamás- dije intensamente-. Ese ha sido uno de los momentos más hermosos de toda mi vida… Mis mejores recuerdos son contigo…

 

-Si dices cosas así no vamos a salir de esa cama- le advertí. Si seguía provocándome la follaría. A Bella no le importó mi amenaza y pasó su lengua por mis labios y con su mano agarró mi endurecido amigo.

 

-Hum… Es muy grande- gimió. Jadeé cuando ella comenzó a masajearme allí. Se sentía demasiado bien. Deseaba ponerla a cuatro e introducirme en  ella para luego hacérselo hasta que ambos muriéramos... Pero no debía, ella merecía respeto.

 

-Bella, detente- le pedí-. Voy a terminar haciéndotelo y no voy a ser suave… No me provoques así… Eres una prin… cesa y mereces que… Ah… te trate bien

 

-Eres mío y hago contigo lo que me plazca- afirmó y eso me emocionó, era suyo-.Además, no quiero que seas suave

 

-Hum… Me encanta ser tuyo

 

-¿Quieres ser mi novio otra vez?- preguntó.

 

-S…Sí, claro que sí, ¿Por qué lo preguntas? Yo soy tuyo…

 

Estaba a punto de echarla a la cama para volver a hacerla mía cuando de repente tocaron a la puerta. Bella se apartó bruscamente de mí, aun así mi erección no bajaba, estaba encendido aun.

 

-Bajemos…- murmuró. Carraspeé y señalé mi pequeño problema.

 

-¿Cómo voy a bajar así?- pregunté.

 

-Piensa en Jacob siendo un travesti- me aconsejó. Imaginé la vez que él fue a mi casa vestido de mujer y fruncí el ceño, sintiendo asco. También me estremecí y la erección bajó en pocos segundos.

 

-Wow, jamás en mi vida se me había bajado tan rápido una erección… Gracias, Bella

 

Ella se rió mientras ambos bajábamos rápidamente. Yo me fui a sentar a la sala mientras Bella abría. Alcancé a ver que eran unos amigos de ella.

 

-¿Tengo monos en la cara?- cuestionó Bella.

 

-Isabella Swan, ¿Qué rayos te pasó? ¡Eres otra! Tienes color, tus ojos brillan, ¿Qué coño te hicieron? ¡Cuenta!- exclamó la chica

 

-Déjala hablar, cariño- se rió el chico y ella respiró profundo.

 

-Quiero presentarles a alguien- contestó Bella haciéndolos pasar a la casa. Cuando entraron a la casa nos presentaron y supe el nombre de ella. Al saberlo, miré a la chica y se me vino un recuerdo no muy agradable a la mente.

 

FLASHBACK:

 

Me encantaba Nueva York. Era una ciudad muy divertida. Mi padre me había traído a Central Park para jugar un rato ya que era nuestro último día aquí.  

 

Mi padre me dejó solo unos momentos para ir por unos helados y de repente alguien llamó mi atención. Era una hermosa niña de  cabello corto. Mi corazón se aceleró al mirarla.

 

Me acerqué hacia donde estaba y le hablé.

 

-Hola…

 

Ella me volteó a ver. Su mirada era preciosa e hizo que me pusiera muy nervioso.

 

-Hola- su voz sonaba como campanas lo cual me hizo sentir ternura. Definitivamente estaba enamorado de esta niñita, o eso creía.

 

-¿Qué haces aquí?- le pregunté-. ¿Dónde está tu familia?

 

-Vengo sola, me escapé de casa porque estoy muy triste

 

-¿Por qué estás triste? ¿Qué sucedió?

 

-Mis papás se quieren divorciar- sollozó.

 

-Lo siento mucho- le dije con dolor. Verla así me destrozaba y no sabía por qué. Sin pensarlo demasiado, la abracé. Mi pulso se aceleró al tocarla. Ella sollozó mucho, aferrada a mí.

 

De repente algo golpeó la cabeza de aquella niñita. Era un balón. Enojado miré de donde venía aquello. Una niña de cabello un poco largo y con andares de bailarina se acercó a nosotros.

 

-Hey, lo siento

 

-¡¿Por qué la golpeaste?!- bramé en italiano mientras me levantaba. Yo no sabía mucho inglés en aquel tiempo-. Eres una tonta

 

-¡Idiota! ¡Fue un accidente!- exclamó furiosa, sorprendiéndome de que ella sabía el italiano también.

 

-No me importa como haya sido, la golpeaste y la pagarás caro

 

Y comencé a empujarla. Ella me golpeó en mi parte débil. Caí adolorido al suelo.

 

-¡Eres una idiota!- grité con todas mis fuerzas.

 

-Eso te enseñará que con Alice Brandon nadie se mete- dijo.

 

-Hey, ¿Qué sucede aquí?- preguntó mi padre llegando hasta donde yo estaba. Carlisle miró a Alice y esta se echó a correr.

 

-Me pateó, papá- me quejé.

 

-¿Pues qué le hiciste?- me levantó.

 

Cuando me recuperé vi que aquella preciosa niña ya no estaba. Seguramente estaba asustada por mi actitud y por la de esa mocosa. Desde aquel día odie a esa tal Alice Brandon y me prometí a mí mismo nunca sentir algo por alguien que no fuese aquella niña, cosa que no cumplí porque me enamoré de Bella y además esa promesa se me olvidó al poco tiempo.  

 

FIN DEL FLASHBACK

 

-¿Tú?- preguntamos Alice

 

-¿Te acuerdas de que te conté que me había peleado con una niña en Nueva York, Bella?- le pregunté a mi novia sin apartar la vista de su amiga-. ¡Ella es!- la señalé. Alice gruñó y yo también.

 

-¡Tú eres el imbécil que me golpeó!- exclamó irritada. Estaba hablando en italiano, como en aquella ocasión.

 

-¡Porque golpeaste aquella niña!- grité, contestando en ese mismo idioma.

 

-Fue un maldito accidente, ¿Aun no lo superas?

 

-Tú eres quien no lo supera, tú has comenzado a pelear ahora ¿O no?

 

-¡Yo ya lo superé!

 

-Pues no se nota, y además creo que yo tampoco, golpeaste a esa pobre niña

 

-Estaba jugando futbol y el balón se me fue

 

-Pues no debías jugar futbol, eres una niña

 

-Maldito bastardo, machista

 

-Bueno, bueno… Si puedes jugar futbol, ¿Pero por qué precisamente en esa zona? ¡Central Park es muy grande!

 

-¡¿Y por qué tú estabas allí?!

 

-¡Porque estaba con esa niña! ¡Ella lloraba y tú vas y la golpeaste en la cabeza!

 

-Yo no soy adivina para saber los problemas de cada uno ¿Eh?  Además yo quería jugar allí ¿Algún problema?

 

-Sí, por tu culpa defendí a esa niña y se escapó luego de que nos peleamos, por eso estoy enfadado contigo desde aquel día

 

-¿Entonces no amas a Bella?

 

-¿De qué coño hablas? ¡Ella es mi vida! ¿Por qué me preguntas eso?

 

-¿Entonces por qué sigues enojado?

 

Me quedé sin saber que decir… Era cierto… ¿Por qué seguía tan enojado? ¿Por qué me llegué a sentir enamorado de esa niña? ¿Por qué razón siempre buscaba aquella mirada color chocolate en cada chica con la que estaba? ¿Por qué solo me  excitaba con las demás al imaginar que esa chica había crecido y que era ella con quien estaba follando? ¿Por qué nunca llegué a sentir nada por nadie y por Bella si? Eso solo explicaba una cosa, aquella niña era…

 

-Bella- susurré.  Ahora entendía porque siempre la consideré mi niña. Eso era, la chica que había amado desde que era un niño.

 

-¿Eh?

 

-No, nada… Perdóname por estar enojado después de tantos años- le dije ya en inglés. Ya estaba más acostumbrado a este idioma que al italiano. Era algo extraño pero así era. Quería también que no me preguntara por qué dije Bella, quería mantener ese recuerdo solo para mí. Algún día lo compartiría con mi niña, pero eso sería más adelante.

 

De repente Alice y yo nos percatamos de que su novio y mi Bella no estaban. Se habían ido a la cocina.

 

-Sin resentimientos- le dije a Alice, extendiéndole una mano. Ella la tomó y nos dimos un apretón de manos antes de ir a la puerta de la cocina en donde escuché la conversación que Bella tenía con Daniel.

 

-Bueno… Olvidando eso… El fin de semana, Sam, el chico de La Push me invitó a saltar de los acantilados… Quise invitar a Alice pero lo pensé mejor, no la quiero exponer a eso- decía esto.

 

-¿Van a saltar desde lo más alto?- preguntó Bella con interés y eso activó mi estado de alerta… ¿Por qué sabía Bella de acantilados?

 

-Sí… Y me preguntaba que si tú querías ir… Hace dos semanas me dijiste que querías saltar

 

¡¿Pero qué mierda?! ¡¿Bella quería saltar acantilados?! Ni loco la dejaría.

 

-Perfecto, voy contigo a los acantilados- aceptó Bella. En ese momento Alice y yo entramos a la cocina.

 

-¿Qué acantilados?- pregunté haciéndome el confundido. Alice soltó un gruñido y con justa razón.

 

-¿Sigues con eso de ir a saltar del acantilado Daniel?- le preguntó a Daniel.

 

-Sí y acabo de invitar a Bella

 

-¿Por qué no me invitas a mí?- reclamó Alice.

 

-No te pienso exponer a ese peligro, además, nunca has saltado, Bella si…

 

-¿Has saltado de un acantilado?- exclamé angustiado. La imagen de Bella saltando de un acantilado era escalofriante. No podría soportarlo aunque no hubiese peligro de  que se matara.

 

-Sí, pero desde los más bajos- sonrió-. Ahora iremos a los más altos

 

-De ninguna manera- dije acercándome a ella y rodeándola con mis brazos-. Tú no vas a exponerte a ninguna clase de peligro

 

-Joder, no es peligroso- gruñó Daniel.

 

-¿Entonces por qué no me llevas?- le preguntó Alice con tono de reproche.

 

-Porque no te quiero exponer a ti

 

-¿Y a mi novia si la quieres exponer?- comenzaba a enfurecerme. Nadie exponía a mi niña de esa forma. Nadie.

 

-Para Bella no es ningún peligro… Ella y yo sabemos nadar en el mar, Alice no

 

-Así que no tienes por qué temer- me dijo Bella. No pude evitar pensar que era una idiota inconsciente.

 

-Ya sé que no voy a temer nada porque simplemente no irás- le sonreí con burla. Esta pequeña tenía que estar a salvo.

 

-Claro que iré… No seas injusto, quiero divertirme

 

-Te puedes divertir, pero de manera más segura, puedes ir de compras

 

-¡Sí! ¡De compras!- exclamó la amiga de Bella-. Tenemos que ir los cuatro de compras

 

-Te detesto- me dijo Bella cosa que casi hace que me carcajee.

 

-Y yo te amo- le respondí-. Por eso los cuatro iremos de compras

 

-Demonios chico, ¡te odio!- gritó Daniel.

 

-¿No sabes con quien estás hablando?- le dije con tono de amenaza porque este cabrón ya me estaba enfadando-. Soy Edward Vulturi, hijo de Carlisle Vulturi… El…

 

-Mafioso más temido de Italia y probablemente del mundo- me interrumpió poniendo una voz más aguda-. Sí, y yo soy el príncipe William, el nieto de la reina Isabel dos de Inglaterra

 

Bella se echó a reír y yo gruñí.

 

-Es en serio- le dijo Alice-. Él es Edward Vulturi

 

-Lo sé- se rió Daniel-. Se parece a su padre… Yo soy un fanático de los mafiosos, y por eso sé quién es Carlisle Vulturi

 

-¿Entonces por qué te metes conmigo?-  pregunté molesto.

 

-Eres un delicado, yo solo dije que te odiaba… No es para que te pongas así…

 

-¿Por qué me odias?- eso era lo que quería saber.

 

-Porque… Me obligarás a ir de compras con Alice, es una locura, un maldito infierno

 

-No creo que sea para tanto

 

-Mejor vamos a los acantilados- gruñó Daniel-. Por favor, deja ir a Bella y tú te vas de compras con Alice

 

-Esa podría ser buena idea- sonrió Bella. Abracé más a esa pequeña idiota a la que tanto amaba.

 

-No, no lo permitiré, ¿Por qué no llevas a Alice a los acantilados y yo me llevo a Bella de compras?- le sugerí a Daniel.

 

-¿Por qué no vamos los cuatro de compras?- preguntó Alice.

 

-¡Qué no!- gritaron Daniel y Bella al mismo tiempo.

 

-¿Y por qué no vamos los cuatro al acantilado?- sugirió-. Yo no me aviento y Bella puede saltar junto a Edward

 

-Oye… Ya veo que si tienes cerebro después de todo- la felicitó Daniel. Alice lo golpeó en la cabeza y yo me alegré. Ese imbécil se lo merecía. Yo le hubiese dado un  disparo, pero no había armas aquí. Que lastima.

 

 

 

 

 

 

 

 

-Bella no va a saltar- afirmé-. Y si lo hizo antes fue porque no la conocía, si no si lo hubiese impedido- bueno, la conocía, pero no tanto como para encontrarla. 

 

-Por favor, vamos- me suplicó-. Será divertido…

 

-Estúpido e imprudente querrás decir- le dije ya furioso-. Bella, no puedes hacer cosas así… Mejor vamos de compras, más vale ir al infierno que ir a que te arriesgues

 

-Eso solo lo dices porque nunca has ido de compras con Alice- Daniel entrecerró los ojos y Alice lo golpeó en la cabeza de nuevo.

 

-Mierda, Alice, deja de pegarme- se quejó.

                                     

-Te lo mereces- espeté-. Te lo mereces por querer ir a hacer cosas peligrosas y emocionar a mi novia con eso

 

-Pues sí, estoy emocionada y vamos a ir a los acantilados- dijo ella-. Nada de compras, prefiero mil veces tirarme del acantilado

 

-Qué mala eres Bella- Alice hizo un puchero. Ella tenía razón. Bella estaba siendo mala con su amiga y más conmigo porque al parecer ella quería provocarme un  paro cardíaco.

 

-Amiga… Tardas una eternidad en comprar- le contestó Bella-. Yo te quiero, pero… Ir contigo de compras si es un infierno

 

-No exageres Bella- Alice volteó los ojos ante la exageración.

 

-Mejor díganle a Edward que no exagere- pidió Daniel-. No es peligroso para los que sabemos saltar acantilados

 

-Ya dije que no iremos a ningún acantilado, o ya se… Puedes ir tú solo y yo me llevo de compras a Bella- le propuse.

 

-¿Y dónde quedo yo?- reclamó Alice.

 

Luego de eso solté a Bella y me puse a discutir con esos dos en lo que mi novia preparaba la cena para su padre y su madrastra. Aunque estuviese discutiendo no le quitaba la vista de encima a mi princesa, no quería que se quemara o algo.

 

Cuando terminó de cocinar nos sentamos a cenar la comida que hizo Bella. Cocinaba exquisito sin duda, casi o igual que Nana. Alabé bastantes veces a mi niña que Alice y Daniel ya se veían enfadados.  Mientras comíamos discutimos sobre los acantilados. Muy a mi pesar quedamos de ir a ambos lugares.

 

 -Bueno, el sábado vamos al acantilado, a los más bajos- explicó el odioso primo de Bella-. Y el domingo temprano nos iremos a una excursión al centro comercial…

 

-Hum… Si es a lo más bajo no hay problema- opinó Alice-. Y podremos ir de compras al día siguiente

 

-Sigue sin gustarme la idea de los acantilados- gruñí.

 

-Te prometo que no saltaré- juró. Yo le sonreí. Al fin mi princesa llegaba a algo razonable.

 

-¿De verdad?

 

-De verdad, solo Daniel saltará y pues los dos nos quedamos a ver… Si no es peligroso otro día iremos a saltar ¿De acuerdo?

 

Asentí pero obviamente estaba mintiendo. Peligroso o no, ella no saltaría de ningún modo.

 

Daniel no se veía muy conforme que digamos pero la opinión de ese bruto, no me importaba para nada.  

 

Al término de la cena, dejamos los trastes en el lavadero y nos dirigimos a la sala. Bella y su amiga se sentaron a hablar sobre la forma en que estudiarían para los exámenes. Yo me puse con ellas a planear todo y le dije a Bella que yo también la enseñaría. Me encantó ver como mi niña se había puesto esperanzada.

 

Después de un rato Daniel y Alice se fueron pero luego llegó el papá de Bella junto con su mujer. Bella nos presentó. El padre de Isabella me pidió que lo llamase solo Charlie y que lo tuteara, lo cual me pareció agradable de su parte.

 

-¡Ah! ¡Es él!- exclamó la madrastra de Bella mientras la abrazaba a ella. después me dio otro abrazo a mí. Una vez que me soltó nos miró a mi novia y a mí-. Con razón tienes ese brillo en la mirada y ya no pareces un zombi

 

Me tensé… ¿Qué tanto afectó a Bella nuestra separación? 

 

-¿Cómo que zombi?- pregunté sin pensar.

 

-No tiene caso mencionar eso- murmuró Bella, prácticamente asesinando a Reneé con la mirada-. Es pasado

 

-Pero…

 

-Pero nada… Ya pasó

 

Yo dejé el tema al igual que Reneé. No quería que mi niña se sintiera incómoda. Obviamente quería saber cómo fueron sus meses sin mí, pero ya preguntaría en otro momento.

 

-Bueno, tenemos una noticia que contarles-intervino Charlie, rompiendo el pequeño momento de tensión-. Sobre todo a ti hija, creo que te hará feliz como a nosotros

 

-Vamos a tener a nuestro primer bebé- dijo Reneé con una enorme sonrisa y un brillo especial en la mirada-.  Tengo un mes de embarazo

 

-¡¿En serio?!- exclamó Bella mientras abrazaba a la esposa de su papá-. No puedo creerlo

 

-Nosotros tampoco- sonrió Charlie. Bella lo abrazó, le susurró algo en el oído y después lo besó en la mejilla. La imagen era tan tierna. Sin duda mi Bella amaba mucho a su papá.

 

-Felicidades- les dije.

 

-Gracias a ambos- contestó la esposa de Charlie-. Ahora la felicidad está completa

 

-Tenemos otra noticia- añadió Charlie-. Jane va a venir con su niño mañana y con Alec

 

-¿Qué?- preguntó Bella sin emoción alguna en la voz.

 

-Mi hija ya me explicó lo que ocurrió… Ella no fue la responsable de la mentira, fue tu mamá… Jane no dijo nada porque…  Bueno, eso no es asunto mío, que te lo cuente ella mañana ¿Sí?

 

-Eh… Sí- contestó-. Está bien… No tendré resentimiento con ella

 

-Lo importante es que estamos juntos ahora- le dije para tratar de que estuviese tranquila-. Ya no importa el pasado, además Jane solo calló, ella no fue quien dijo la mentira

 

Ella abrió la boca para decirme algo que sonó el teléfono el cual estaba en la cocina. Bella se apresuró a ir a contestar. Me quedé en un silencio incómodo con Charlie y Reneé. Esperamos unos momentos y como vi que Bella no salía decidí ir a la cocina a ver qué pasaba.

 

 -Y tú amas a ese mafioso, pero lo dejaste porque eres una tonta, lo amabas- la oí decir cuando entré. Seguramente hablaba con Esme. Sentí furia, pero me controlé. Bella escuchó lo que su madre le decía y comenzó a alterarse.

 

-Cálmate- le pedí. Ella se quitó el teléfono del oído y puso el altavoz, lo cual no me pareció correcto.

 

-Sí, sí sé lo que pasó, te alejaste por cobarde- la acusó Bella.

 

-¡Lo hice por proteger a Jane!- gritó Esme-. El padre de Carlisle me dijo que si no lo dejaba me dispararía y mataría a mi bebé… Él no creía que mi hijo fuese de Carlisle porque uno de sus primos intentó abusar de mí y él lo vio todo y nunca creyó lo del abuso

 

Me quedé paralizado ante tal información… Estaba seguro de que mi papá no sabía esto. Él creía que Esme lo dejó solo por ser mafioso. Sentí rabia hacia mi abuelo y hacia ese tío. Por culpa de esos bastardos Esme tuvo miedo e intentó alejarme de Bella. Charlie entró en la cocina en ese momento, se le veía muy serio, señal de que ya lo sabía.

 

-¿Qué has dicho?- preguntó Bella.

 

-Sí, nadie me quería en esa familia, no me aceptaron y por eso me tuve que alejar, por los acosos y amenazas hacia mi persona y hacía mis padres y amigos… Tu papá también estuvo involucrado, él me quería y al confesarse a Carlisle le vino un ataque de celos y casi lo mata

 

Isabella miró a su padre con incredulidad. Yo estaba petrificado por lo que escuchaba. Esto tenía que saberlo Carlisle.

 

-Me da miedo que salgas con Edward- siguió diciendo Esme-. Sé que nadie te odia, pero son peligrosos, corres peligro, Edward y tú son de mundos distintos, si fuesen amigos no habría ningún problema, pero al ser pareja te estás involucrando en asuntos peligrosos

 

-Pero Edward no se involucrará en eso- replicó mi novia.

 

-No lo puedes saber, Carlisle me dijo lo mismo y velo ahora

 

-Él se metió a eso porque tú lo dejaste, ¿No se te ha ocurrido pensarlo?- la cuestioné.

 

-No, él se metió a eso antes de separarnos, quería entrar al negocio y me aseguró que no me involucraría en eso…

 

-Joder, pero Edward no es igual- protestó.

 

“Eso es, mi niña” pensé “Yo no soy igual, yo no te voy a defraudar”

 

 -Sea como sea, no quiero que te involucres más con él- dijo antes de colgar.

 

-Tu mamá no confía en mí- susurré triste. Ella se volteó y tomó mi rostro entre sus manos.

 

-Escúchame Edward Vulturi, no me voy a volver a separar de ti jamás, que te quede bien claro…

 

-No, no lo harás… Yo no seré un mafioso como mi padre, con Carlisle se muere el negocio, ni mi hermana ni yo seguiremos sus pasos, por eso estudiaré, para tener un trabajo propio, legal y darte lo que mereces- le aseguré.

 

-Eso espero- murmuró.

 

-¿Ya están planeando casarse o algo así?- preguntó Charlie con una sonrisa burlona. Isabella y yo enrojecimos.

 

-¿Acaso escuché boda?- preguntó la madrastra de Bella entrando a la cocina-. Olvidemos lo de Esme, ella ya hablará con ustedes en otra ocasión, ahora contesten

 

-Pero yo no puedo olvidarlo- se quejó Bella-. Es impresionante lo que me dijo

 

-Mi abuelo la amenazó- gruñí-. Pensé que él era una buena persona

 

-¿Sigue vivo ese viejo?- me preguntó mi suegro.

 

-No, ya murió, pero… Lo alcancé a conocer- respondí.

 

-Esme sufrió mucho- susurró Reneé. Parecía realmente afligida-. Comprendo porque quiere alejarte de él, pero pues esa no es razón para inventar una mentira así

 

-No, no la es- dijo Charlie mirándome-. No me gusta mucho eso de que seas hijo de Carlisle, pero tú ya diste tu palabra de que no entraras a eso

 

-Te lo juró Charlie, no entraré a eso- contesté-. Bella es lo más importante para mí y jamás la voy a exponer a esa clase de peligro, además desde antes de conocerla yo no quería entrar así que puede confiar en que no lo haré

 

-¿Tu padre está de acuerdo con eso?- me preguntó-. Si te obligan a entrar alejaré a mi hija de ti

 

-Mi padre está más que de acuerdo con mi decisión- respondí inmediatamente. A mí nadie me apartaría de mi princesa.

 

-Bueno, ya olvidemos por la paz ese tema, ya habrá tiempo para eso- insistió Reneé-. Ahora todo debe ser felicidad, ustedes dos están juntos, llegará un bebé a la familia y mañana conoceremos al bebé de Jane y Alec

 

Un rato más tarde Bella ya estaba sirviendo la cena a Charlie y a Reneé. Cuando vi que era de noche me disculpé y dije que tenía que irme a pesar de que no lo deseaba. Quería quedarme con Bella, pero no podía hacerlo. Después me despedí de Bella afuera de la casa.

 

-¿Mañana irás a la escuela?- pregunté interesado.

 

-Si amor, iré, entro a las ocho de la mañana,  nos vemos mañana por la tarde entonces

 

-No, yo te llevaré- la corregí.

 

-No, yo siempre voy caminando, no pienso cambiar mi hábito

 

-No puedes irte sola, así que te recogeré, no insistas- contesté molesto. Me daba rabia pensar en que mi Bella tuviese que caminar para ir a la escuela.

 

-Voy con Alice

 

-Pues le vas diciendo que te recogeré

 

-No, no puedo hacerle eso… Nosotras nos vamos juntas…

 

-Ni sueñes que continuarás haciendo eso, nena, yo te recojo y punto- tenía que entenderlo. Mi decisión ya estaba más que tomada.

 

-Cómo te echaba de menos, tonto sobreprotector- se rió y luego rodeó mi cuello con sus brazos y me besó con urgencia. Pasaron unos cuantos segundos y yo ya estaba duro.

 

-Maldita sea- refunfuñé. Quiero volver a hacerlo…

 

-Yo igual

 

-Tenemos que repetirlo definitivamente

 

-Si

 

-Pero después- susurré-. Después de tu graduación, a partir de mañana estarás muy ocupada con tus estudios ¿No?

 

-Tienes razón, esperemos a que me gradúe

 

-Si amor, y… Sobre la universidad

 

-Iré a la misma a la que me inscribí

 

-Entonces me inscribiré en esa misma escuela

 

-Pero… Tienes la oportunidad de ir a Harvard o la Universidad de Nueva York

 

-No me importa- me reí. Como si me importara la bendita universidad-. Yo solo quiero estudiar una carrera y que mejor que sea a tu lado

 

Ella sonrió y después miró el Volvo.

 

-Oye… ¿Y ese auto?- preguntó.

 

-Es el auto de mi hermana, el que le compraron al llegar, ella y mi padre han venido conmigo- contesté.

 

-¿Tu hermana? ¿La que estaba en el internado?

 

-Sí, ella vino porque… Bueno, ella fue a visitarme porque me encontraba mal y quería estar conmigo… Ella se salió del internado y  ahora asistirá al mismo colegio que nosotros

 

Bella puso una expresión de tristeza y yo me sentí como un verdadero imbécil.

 

-Fue mi culpa- musitó-. Si no me hubiese ido…

 

-No digas eso- dije preocupado-. Tú no tienes la culpa de nada

 

-Pero me fui sin haber preguntado nada

 

-No es tu culpa… Tú creíste esa mentira que nos dijeron para separarnos, pero ahora nadie nos separará, es una promesa, ahora que te encontré nadie te alejará de mi

 

-Edward… ¿Cómo me encontraste?

 

-Contratamos un investigador privado cuando mi padre se cansó de mi depresión, pero ya no hablemos de eso, mi vida… Me duele recordar ese tiempo, por favor no lo menciones- supliqué. Me pondría a llorar si recordaba mi vida sin ella. No era necesario recordar esos horrendos meses.  

 

Después de que me fui  de regreso al hotel en donde mi padre me esperaba muy enojado.

 

-¡¿Dónde te fuiste todo el santo día?! ¡Por tu culpa no pude cazar!

 

-Pudiste decirle a Sebastián que te llevara

 

-No, yo quería ir solo con tu hermana, pero por tu culpa…

 

-Fui a casa de Bella- lo interrumpí y él sonrió.

 

-¿En serio? ¿La encontraste? ¿Qué pasó?

 

-Volvimos a estar juntos, no podemos estar el uno sin el otro

 

-Hijo, sabes que no puedes…

 

-Si puedo, ella no es mi sobrina, papá… Tengo varias cosas que explicarte, Esme te mintió, no te dejó por ser un mafioso

 

Carlisle se tensó.

 

-¿Por qué me dejó?

 

-Papá, tomate esto con calma, siéntate

 

Él se sentó en su cama y yo en el sofá que estaba frente a esta.

 

-¡Habla!- exclamó. Parecía desesperado.

 

-Esme nos dijo una mentira el día que estuvo internada, ella inventó una mentira para separarnos a mí y a Bella… Ella tiene pánico de nuestra familia

 

-¿Qué mentira?

 

-Jane es tu hija, en eso no te mintió, pero… Bella no es hija de Jane y por lo tanto no es tu nieta y tampoco mi sobrina, Isabella es hija de Charlie y Esme

 

Carlisle se quedó perplejo.

 

-¿Entonces nos mintió? ¿Jane la ayudó con eso?

 

-No tengo ni la más mínima idea, no pregunté mucho sobre aquello, solo quería estar con ella

 

-Tengo que hablar con Charlie Swan- murmuró.

 

-Tienes que hablar con él y con Esme, ahora te diré lo más importante de todo esto, la razón de Esme para comportarse así contigo

 

-¡Dímelo!

 

Comencé a contarle todo lo que había escuchado en esa conversación telefónica. Carlisle estaba rojo de furia.

 

-¡Malditos desgraciados!- gritó-. Ahora entiendo porque a Esme nunca le agradó Joseph, mi primo y se separó de mi semana después de que los presenté, ¡Y mi padre me ocultó esto y además se atrevió a amenazarla!- sollozó-. ¿Por qué mi Esme no me dijo nada? ¡¿Por qué?! Siempre maldije mi trabajo porque creía que eso la alejó de mí pero ahora me doy cuenta de que no es así, fue por mi maldito primo y por el imbécil de mi padre

 

-¿Cómo sabes que fue el tío Joseph?

 

-Él la miraba como si quisiera devorarla, le gustó desde que la vio y siempre tuve el presentimiento de que quería hacerle algo pero mi padre me dijo que no fuese paranoico, ¡Y ve lo que sucedió! Las consecuencias llegaron bastante lejos, sufriste por culpa de los traumas que mi primo y mi padre dejaron en Esme, ella tuvo sus razones, quiso proteger a nuestra hija

 

-Hey, ¿Qué sucede aquí?- preguntó Valeria entrando en la habitación-. ¡¿Qué tienes papá?!

 

-Nada, princesa- respondió él.

 

-Tienes algo, lo sé, tú nunca lloras

 

-Después te lo diremos- le aseguré-. Pero no es tiempo aun

 

-Pero…

 

-Pero nada, hija, por favor no insistas- pidió mi padre-. Déjenme solo por favor, necesito pensar

 

Mi hermana y yo lo miramos con pena y nos fuimos de allí.

 

-¿Qué le ocurre a papá?- cuestionó Valeria. Ambos estábamos en la cafetería del hotel.

 

-No me corresponde decírtelo

 

-Oye, ahora que te veo, ¡Luces mejor! ¿Qué rayos pasó?

 

Se me formó una sonrisa enorme y le conté sobre mi reencuentro con Bella.

 

-¿Entonces están juntos de nuevo?- asentí-. ¡Yupi!

 

-Sí, yo también tengo ganas de saltar- admití-. La amo como un loco, no puedo vivir sin  ella

 

-Que hermoso- suspiró-. Quisiera que el idiota de Sebastián me hiciera caso pero…

 

-¿Sigue gustándote?

 

-Sí, me sigue gustando, pero él nunca me hace caso

 

Me reí.

 

-Edward, que guapo te ver riendo- me dijo asombrada-. Por fin se te quitó esa cara de amargado que tienes, esa tal Isabella es mágica- se rió-. Quiero conocer a mi cuñadita

 

-Claro que la conocerás- sonreí-. El fin de semana iremos de compras con un primo y una amiga de Bella, ¿Quieres venir?

 

-¿Nos quedaremos más días?

 

-Si

 

-¡Genial! Entonces claro que voy con ustedes de compras

 

Después de cenar algo nos fuimos a acostar a nuestras respectivas habitaciones. Yo debía ir mañana temprano por Bella. Puse mi alarma y me quedé dormido sin pesadillas otra vez. Podía estar en paz de nuevo.

 

Cuando sonó mi despertador me desperté, me vestí y fui a la casa de Bella en el Volvo. Dejaría a mi padre otra vez sin ir a cazar, pero… No creo que estuviese de humor para hacerlo.

 

Llegué a la casa en cuestión de minutos y después de un rato salió Bella de su casa. Se veía jodidamente sexy con la ropa que traía puesta. La miré con deseo, corrí hacia ella, la abracé y la llené de besos. Necesitaba recuperar el tiempo perdido.

 

-Buenos días amor- la saludé entre besos. Mi corazón iba a estallar por la felicidad de tenerla así.   

 

-Bu… Buenos días- tartamudeó. Me encantaba que yo fuese el único que provocara eso.

 

-¿Cómo amaneció mi princesa?- pregunté besando su oído. Moría por comérmela, hacerla mía otra vez.

 

-Muy bien- contestó. Me alegraba oír eso-. ¿Y tú?

 

-Mejor que nunca… Te he recuperado, eres mía otra vez y eso me hace feliz, tanto, que hasta podría ponerme a cantar

 

Ella se rió de lo que dije.

 

-Creo que si me extrañaste entonces- dijo divertida.

 

-Demasiado, nena, demasiado…

 

-Tenemos que irnos- me recordó. Hice un puchero porque no quería irme-. No querrás que no me gradúe y no podamos hacerlo de nuevo 

 

Nos besamos durante unos minutos más y después la llevé a su escuela. Ella me indicó por donde debía irme una vez y eso bastó para que supiera como llegar. El pueblo era bastante pequeño y podría acostumbrarme a él en una semana. Cuando vi los edificios del instituto de Forks me quedé impresionado. Eran modernos y muy bien conservados, mejor que mi colegio de Manhattan e incluso podía hacerle competencia al de Italia.

 

-Esta escuela está genial- murmuré-. Mejor que la de Nueva York

 

-Sí, mi padre es el director y ha mejorado mucho la escuela desde que comenzó con su cargo…

 

 -Debe ser genial venir a esta escuela- comenté mientras me estacionaba en un lugar libre.

 

-Sí, aquí cada quien tiene sus propias clases, no hay grupos y puedo venir con ropa normal- respondió. Ese comentario no me gustó mucho. Bella se veía sexy con uniforme pero con ropa normal… Era una diosa.

 

-Sí, eso no me gusta mucho- dije serio-. Te ves tremendamente sexy con lo que tienes puesto

 

Ella miró su atuendo. Era una camisa de tirantes en morado y pantalones de mezclilla ajustados a sus largas piernas. Hoy no hacía frío y por eso no le pedí que se pusiera una chamarra pero… También me volvía loco dejarla sola y vestida así. Seguramente ya tendría pretendientes.

 

 -Eh… No estoy sexy- dijo ruborizada.

 

 -Oh, claro que lo estás… Quisiera ir contigo para arrancarle los ojos a quien  se atreva a mirarte

 

-Por favor no seas celoso- me pidió-. Recuerda lo que pasó la última vez

 

Lo que me dijo hizo sentir un inmenso dolor. Por culpa de mis celos había lastimado a Isabella. Mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas al recordarlo. Este tema me afectaba bastante. Bella cuando vio mi expresión me miró avergonzada.

 

-Perdóname, amor… Yo no quería recordarte eso…

 

-No importa cielo, lo merezco- era cierto. Yo lo merecía, por imbécil.

 

-No amor, por favor no llores- me suplicó-. Por favor, no me hagas esto

 

-No lloraré princesa- le prometí limpiando las dos lágrimas que se me habían escapado.

 

Luego de aquella promesa nos despedimos y ella se fue. Vi como Isabella caminaba. No pude evitar comérmela con la mirada, sobre todo a su trasero. Era tan firme, tan sexy. Definitivamente no cumpliría mi maldita promesa de no tocarla. Moría por hacerla mía de nuevo y hoy mismo lo haría.  

 

 

 

Capítulo 17: Monstruo Capítulo 19: Acantilados

 
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