El amor de mi vida (+18)

Autor: sachiko065
Género: Drama
Fecha Creación: 04/06/2013
Fecha Actualización: 23/05/2014
Finalizado: NO
Votos: 15
Comentarios: 46
Visitas: 34009
Capítulos: 21

Bella:

Yo era una chica normal. Un poco gruñona tal vez y no la mejor en clase. Era cariñosa con mis familiares y amigos, me encantaba la música. En fin, era alguien normal como dije. Lo único que odiaba en este mundo era el amor de pareja. Me parecía algo repulsivo y bobo... Hasta que conocí a un bello italiano que llegó a mi escuela. Edward Vulturi. Él sintió cosas por mi desde que me vió, pero yo me quise resistir a lo que sentía porque... Me daba asco el amor. Pero... Terminé aceptandolo. Amandolo con toda mi alma más bien. Solo hay algo que no me gusta de su vida. Su padre es el más grande mafioso de Italia.

 

Edward:  

En mi familia había una especie de maldición, o así lo veía yo. Los hombres de mi familia solo podían enamorarse una vez en la vida y el amor duraba para siempre. Además, se enamoraban solo con ver a su chica a los ojos, aunque no se conocieran. Eso sin duda me parecía una patraña. Mi padre no lucía muy enamorado de mi madre que digamos. Por eso, dejé de preocuparme y disfruté de la vida. Tenía dinero, muchos autos, tenía a cualquier mujer que quisiera en mi cama. De repente mi padre me dió una noticia que me llenó de optimismo. Iriamos a vivir a Norteamérica. No me entristecía dejar Italia, yo no era apegado a las cosas ni había amado a alguien... Hasta que la conocí a ella llegando a mi nueva escuela. Con solo ver sus hermosos ojos chocolate supe que ya no volvería a amar a nadie más. 

 

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Capítulo 20: Proposición

Hola. Sé que no subo capítulo desde hace mucho pero me volvió a agarrar la inspiración. Quiero continuar con el Fic y lo voy a hacer, mil perdones por no haber actualizado, creo que no tengo justificación alguna o si la tengo si la falta de imaginación se puede considerar una justificación. Si ya se olvidaron de la historia lo tengo más que merecido :( Bueno, aquí les dejo el POV Edward del capítulo anterior. Ya estoy trabajando en el que sigue (o sea el de Bella :D) 

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Capítulo20: Proposición 

 

Edward POV:

 

 Estaba decidido. Entraría a esa escuela y la cogería porque ya no podía aguantar más. Hice que bajara mi erección para poder salir del auto y dirigirme hacia la escuela. Tal vez si decía que era nuevo o que deseaba hablar con Charlie me dejarían entrar…

 

—   Su credencial— me dijo un tipo que parecía guardia. Joder. Esta era una de las escuelas que pedían identificaciones para entrar. Maldita sea.

 

—   Verá, yo…

 

En ese momento Charlie salió por la puerta de la escuela y me vio. Sonreí un poco.

 

—   ¡Edward, que sorpresa! — exclamó—. ¿Qué haces por aquí?

 

—   Es que… quería conocer la escuela dónde estudia Bella— le expliqué. La verdad es que solo quería entrar para encontrarla y hacerla mía pero si le decía eso no me dejaría entrar—. Ella me ha contado maravillas sobre el plantel…

 

Charlie se echó a reír. 

 

—   Isabella exagera las cosas, pero claro que puedes entrar… date una vuelta por ahí y si encuentras a Isabella vigila que nada le pase, eso sí… no la saques de ninguna clase— me advirtió y yo asentí.

 

—   Lo prometo— dije y Charlie me sonrió.

 

 

—   Bueno, me tengo que ir…  quiero ver a mi hija, Jeff, deja que el chico entre

 

—   Sí, director— respondió el guardia con amabilidad. Pude notar que era sincero.  Respetaba a Charlie por ser el director y no por miedo como hacían con mi padre.

 

 

—   ¿Ha llegado Jane?— pregunté algo incómodo.

 

Charlie asintió.

 

 

—   Sí y muero por verla y conocer a mi pequeño nieto así que ya me voy, espero que la pases bien, recuerda… nada de sacar a mi hija de clase

 

Lo dijo en un tono de broma pero lo cierto era que me lo estaba diciendo muy en serio. Tendría que controlar mis ganas un rato.

 

—   Está bien— le respondí y entré a la escuela. Como era una escuela de pocos alumnos, llamé la atención y  muchos se me quedaron mirando, sobre todo las mujeres.

 

Intenté con todas mis fuerzas no poner los ojos en blanco mientras me disponía a buscar a Isabella entre todos los alumnos que seguían observándome.

 

—   Oye, ¿eres nuevo?— me preguntó un chico—. Me llamo Erick

 

—   Yo Edward— respondí distraídamente—. No soy nuevo, solo busco a mi novia

 

 

—   Dime quien es, quizá te pueda ayudar a buscarla… aquí todos se conocen

 

Lo miré. Era un chico muchos centímetros más bajo que yo y con aspecto de nerd pero no era feo. Parecía alguien muy amable.

 

—   Isabella Swan— contesté. Al decir su nombre no pude evitar sonreír como el tonto enamorado que era.

 

—   ¡Oh, la hija del director!— exclamó y luego se río—. Oye chico tienes mucha suerte…

 

 

—   Más de la que te imaginas…

 

—   No te enojes, pero todos los chicos la consideran la más buena de aquí…

 

 

—   ¿Qué?— pregunté furioso. Me invadió un sentimiento que reconocí como celos. Quería arrancarle la cabeza a cada uno de los que se atrevieron a calificarla.

 

—   Hey, que conste que no pienso lo mismo, yo tengo novia— sonrió—. Y para mí ella es la mujer más perfecta

 

 

—   Creo que yo opino lo mismo sobre mi novia— suspiré—. Ella es la mujer más hermosa del mundo

 

—   Se te nota, amigo… te ves como idiota cuando la mencionas— se carcajeó—. No te preocupes, yo estoy igual

 

 

Suelto una pequeña risa.

 

—   Por cierto, me toca en la misma clase que ella en este momento

 

—   ¿De verdad?

 

 

—   Sí… ¿quieres que le diga que la estás buscando?

 

—   No… no le digas nada, solo dime dónde es el salón en que estarán

 

 

—   Ah, en la última puerta de este pasillo— me dijo señalándola.

 

—   Gracias

 

 

—   No hay de qué, por cierto ¿Cómo has entrado? Se necesita credencial…

 

—   Oh, el padre de ella me ha dejado entrar

 

 

Me miró con asombro.

 

 

—   Vaya, de verdad que si eres un chico con suerte— me dio unas palmadas en el hombro y se dirigió rápidamente a su clase.

 

Yo suspiré y de pronto me di cuenta de que estaba solo a la mitad del pasillo. Podía escuchar la voz de una profesora hablando en español desde aquí.

 

Me moví de donde estaba y me dirigí hacia donde el chico había entrado. El salón se veía borroso a través del cristal de la puerta así que decidí alejarme y dar una vuelta por las instalaciones.

 

 

—   Si son las ocho ahora, la clase debería terminar a las ocho cincuenta— murmuré para mí mismo mientras veía la hora en mi teléfono. La verdad es que no estaba prestando nada de atención a las instalaciones pero comencé a hacerlo y descubrí que está escuela era muy linda. Me hubiese gustado estudiar aquí.

 

Me detuve frente a una máquina expendedora y deposité las monedas suficientes para comprar una soda. Me la tomé en el pequeño jardín rectangular que se encontraba en medio de los pasillos.

 

Me senté y observé la fuente que estaba en el centro del jardín y me reí. Esto era demasiado elegante. En el techo del jardín había un tragaluz que permitía que el lugar se iluminara.

 

Cuando menos me lo esperaba dieron el toque. Me atraganté con el último sorbo de mi soda y salí disparado hacia el salón donde estaba Isabella.

 

—   ¿Eres nuevo, precioso?— me preguntó una rubia con voz chillona a la mitad del camino. Me tomó del brazo con fuerza y me impidió que me fuera.

 

La miré de arriba abajo. Era una zorra que pretendía ser sexy pero que en verdad se veía ridícula. Ni siquiera cuando estuve en Italia me la habría llevado a la cama.  Me contuve para no reírme de ella.

 

—   No— espeté—. No soy nuevo…

 

—   Oh, ¿Acaso un profesor?— cuestionó acercándose más a mí.

 

Me alejé un paso de ella pero ésta seguía sin soltarme.

 

—   Eso no es asunto tuyo

 

—   Me llamo Irina— me guiñó uno de sus ojos excesivamente maquillados—. ¿Y tú?

 

—   Filomeno— mascullé y ella se echó a reír. Su risa me estaba taladrando el cerebro.

 

 

—   Vamos, no hablarás en serio…

 

—   Me llamo Filomeno, ya te lo he dicho, no puedo creer que te burles de mi nombre— me solté bruscamente y eché a andar. La rubia me siguió.

 

 

—   Oh, perdóname Fill— me suplicó.

 

—   No me pongas sobrenombres, por favor, a mí me gusta mi nombre y a Isabella también porque me ama

 

 

—   Espera, amigo— me dijo contrariada. La volteé a ver—. ¿Sales con la estúpida hija del director?

 

—   No la vuelvas a llamar así— le ordené mirándola con odio.

 

 

—   ¿O qué?— preguntó desafiante. Me acerqué a ella con una sonrisa. Sus labios estaban muy cerca de los míos y pude ver que estaba nerviosa.

 

—   O te mataré, rubia insípida de mierda— susurré.

 

 

Mi tono fue tan amenazador que ella me miró asustada y salió corriendo. Los alumnos me miraban interesados pero no les presté más atención. Cuando llegué al salón de Isabella en este ya estaban entrando otros alumnos y maldije para mis adentros ¿Ahora cómo la iba a encontrar?

 

Estuve buscando horas y nunca la encontré. Tampoco encontré al chico llamado Erick. Él me podría haber ayudado.

 

Mis planes de hacerla mía se iban a ir al diablo. Ya faltaban dos horas para la salida, según la chica que había escuchado hacía unos momentos y estaba decepcionado por eso. Deseaba con todas mis fuerzas hacerle el amor a Isabella en un baño o  en un salón vacío. Desde hace algunas horas esta era mi nueva fantasía.

 

Estaba por rendirme e irme de la escuela cuando una chica pasó por delante de mí. Mi corazón se aceleró al verla. Era Isabella, mi princesa. Se metió a lo que supuse sería el baño y como yo sabía que los baños posiblemente estaban vacíos porque ya estaban por comenzar las clases otra vez, entré detrás de ella y la encontré tratando de arreglarse. Cerré la puerta con seguro y ella me miró atónita.

 

—   ¿Qué haces aquí?— susurró.

 

—   Tenía que verte, estar contigo— le expliqué para que no se asustara.

 

—   ¿Cómo te metiste a la escuela? Hay guardias

 

 

—   Sí, pero me encontré con tu padre en la entrada, él me permitió pasar y me dijo que me diese una vuelta por aquí— contesté y me acerqué a ella sonriéndole juguetonamente. La deseaba aquí y ahora. Isabella y yo nos abrazamos.

 

—   Por favor discúlpame por lo que te dije hace rato, amor… no quería recordarte cosas malas— se disculpó.

 

 

—   No te preocupes, no he venido a reclamarte nada, he venido a otra cosa— mi voz sonaba ronca por la excitación. Sus hermosos ojos brillaron; ella lo deseaba también.

 

—   Quiero hacerlo— espetó.

 

Oh, mi dulce y pervertida niña… claro que lo haremos.

 

—   Yo también… sé que habíamos quedado que hasta tu graduación, pero…

 

—   Cállate— me dijo antes de besarme con pasión. No me pude controlar más y la besé con más desesperación; la amaba y la deseaba demasiado.

 

 

Sin romper el beso nos metimos a un cubículo y ahí me bajé el pantalón y el bóxer, liberando mi miembro. Isabella se mordió los labios mientras ella hacía lo mismo. Observé su precioso trasero con lujuria. Esta mujer era absolutamente mía.

 

Cuando se deshizo del pantalón y la braga se dio media vuelta y puso las manos en la taza. Mi visión era sumamente erótica y espectacular. Su culo era demasiado hermoso y sobre todo, era mío. Ella soltó un gemido muy fuerte cuando la penetré y yo gruñí de placer y de furia.

 

—   Cállate, Bella— le pedí enfadado. No quería que nos escucharan. Comencé a embestirla muy rápido y me aferré a sus caderas con las uñas. Está mujer me volvía loco de amor, de pasión—. Hum… se siente tan bien— susurré—. Eres perfecta… me matas, ah… te amo

 

Comencé a sentir como ella se estremecía y llegó al orgasmo. La sensación fue tan exquisita que no pude evitar correrme dentro de ella. Cuando lo hice, Isabella soltó un hermoso gemido.

 

Los dos nos quedamos quietos, sin separarnos para intentar controlar nuestras respiraciones erráticas. Había tenido un orgasmo muy intenso.

 

—   Te amo nena— jadeé.

 

—   Yo también te amo

 

 

—   Nena, tengo pánico de perderte de nuevo— dije con miedo mientras salía de su interior. Bella se volteó hacia mí y depositó un beso en mis labios.

 

 

—   No pasará a pasar, tontito… nadie puede separarnos porque nos amamos mucho 

 

—   Te amo por sobre todas las cosas, princesa

 

 

Esto era más que cierto. Mi Bella lo era todo para mí; había comprobado de la peor manera lo mucho que la necesitaba.

 

Unos minutos después nos pusimos la ropa que nos habíamos quitado, limpiamos el semen que se había derramado en el piso y salimos del baño.

 

—   Por tu culpa perdí una clase— bromeó mientras caminábamos por los pasillos vacíos. En ese momento nos encontramos a Charlie quien nos observaba con una expresión muy seria. Me invadió el pánico.

 

—   ¿No deberías estar en clase, hija?— preguntó frunciendo el ceño.

 

 

—   Tengo hora libre— mintió Bella.

 

—   Hum… que yo sepa, todos los maestros vinieron

 

 

Mierda. Esperaba que a Bella se le ocurriera algo porque a mí no se me ocurría una buena explicación.

 

 

—   Pues yo no tenía que entrar— explicó—. Ya entregué todos mis trabajos

 

—   Bueno, te creeré por esta vez— respondió Charlie—. Bueno, como ya es casi la última hora, podemos irnos… Jane ya llegó a casa, de hecho en la mañana fui a verlos

 

—   ¿Cómo entraron a la casa?— inquirió Bella.

 

 

—   Reneé les abrió— Charlie soltó una risa.

 

—   ¿Pero cómo? Ustedes se van muy temprano a trabajar

 

—   Ah… Reneé no se levantó hoy, ya no trabajará, está embarazada

 

 

—   Haces bien, Charlie— intervine.

 

—   Son un par de tontos sobreprotectores— murmuró Bella haciendo un gracioso mohín. Charlie y yo nos reímos.

 

 

 

Minutos más tarde Charlie, Bella y yo nos dirigimos a casa de ellos. Bella prefirió irse con su padre y yo los seguí durante el trayecto.

 

Sonreí imaginándome los buenos momentos que vivimos en aquel baño. Yo antes decía que ella era una princesa y que no merecía ser cogida en el baño de la escuela. Ella era una princesa pero di cuenta de que la deseaba tanto que quería hacérselo en cualquier lugar.

 

Tardamos muy poco en llegar a la casa de Bella. Sinceramente estaba algo incómodo por volver a ver a Jane, pero tendría que soportarlo; después de todo era alguien querida para Bella… era mi media hermana también.

 

Cuando entramos a la casa escuché unas carcajadas. En el sofá estaban sentados, Jane, su pareja y tenían un bebé el cual era muy tierno. Nunca lo había admitido pero me fascinaban los bebés y no me importaría el tener uno con Isabella.

 

Jane y Alec voltearon a vernos y se levantaron inmediatamente. A Jane se le formaron lágrimas en los ojos.

 

 

—   Bella— musitó.

 

—   Jane— dijo Bella y la abrazó.

 

 

Jane le dijo algo a mi novia que no alcancé a escuchar y Bella le responde.

 

—   Hola, Bella— la saludó Alec con el bebé en los brazos.

 

—   Hola Alec— respondió mi hermosa niña con una sonrisa, después estiró los brazos—. Préstame al bebé

 

 

—   Claro que sí, Bella…

 

Alec le pasó al niño a Isabella y sentí una ternura indescriptible al verla con un pequeño en los brazos. No pude evitar imaginarme como sería tener un hijo con ella. 

 

 

—   Hola bebé— lo saludó con una voz muy maternal y el pequeño sonrío y solo se veían sus encías ya que estaba demasiado pequeño—. Que hermoso está tu bebé, ¿cómo le pusiste finalmente?

 

 

 

— Se llama Mike— le respondió Jane

 

 

— Que bonito nombre— sonrió Bella y luego miró al bebé—. Hola mi amor, soy tu tía… nunca le hagas caso a tu mami, está loquita

 

 

—   ¡Oye!— se quejó Jane y todos, incluido yo, se echaron a reír. Decidí entrar en la sala y cuando vi a Bella más de cerca con el bebé en sus brazos supe que definitivamente ella era la mujer con la que quería compartir el resto de mi vida. No me importaba pedírselo ahora aunque fuésemos demasiado jóvenes. Ya no quería esperar. Bella se ruborizó cuando la vi y entregó al bebé para luego ir a abrazarme.

 

La recibí con gusto en mis brazos, sintiendo emoción por la repentina decisión que acababa de tomar; Bella tendría que casarse conmigo. Solo esperaba que ella aceptara.

 

—   Hola, Edward— me saludó Jane con un suspiro.

 

—   Hola, Jane ¿cómo estás?

 

 

—   Muy bien— me sonrío—. ¿Y tú?

 

—   Mucho mejor, ahora soy feliz— respondí con honestidad. No quería hacerla sentir culpable de nada, pero tenía que dejarle claro que con Isabella yo era feliz.  

 

 

—   Todo mundo es feliz— intervino Reneé haciendo que la tensión entre Jane y yo se rompiera. Se lo agradecí en mi fuero interno.

 

—   Quisiera hablar a solas con ustedes dos— dijo Jane dirigiéndose a mí y a mi novia—. ¿Podrían?

 

 

Bella y yo asentimos. Charlie, su esposa y Alec abandonaron la sala para dejarnos hablar con Jane. Ésta se sienta en el sofá al igual que nosotros.

 

—   Quiero pedirles una disculpa por esa separación que tuvieron, yo… ayudé a mi mamá con ello a pesar de que era una mentira

 

—   ¿Por qué hiciste eso?— le preguntó Bella. En su voz se distinguía un tono de reproche. Eso estaba bien.

 

 

—   ¿Tú sabías que Bella no era tu hija?— inquirí y Jane nos observó seria.

 

—   Mi madre me hizo creer que Bella era mi hija, yo no estaba actuando cuando escuchaste que ella me dijo eso, una vez que ustedes se fueron, me dijo la verdad

 

 

—   ¿Y por qué no hiciste nada?— reclamó Bella.

 

—   Porque… me amenazó

 

 

—   ¿Cómo que te amenazó?

 

—   Me dijo que si yo no le ayudaba, le diría a Alec que habíamos tenido un hijo cuando yo tenía quince años, actualmente no lo sabe así que por favor no se lo digas

 

 

—   ¿Pero no vas a buscar a tu hija?— le pregunté.

 

—   Mi hija está muerta— respondió con pena—. Quiero disculparme con ustedes por mi egoísmo, por no perder a Alec tuve que apoyar la mentira de mi madre

 

—   Te comprendó— suspiró mi niña—. Tenías tus razones, tú esperabas un hijo de Alec y no te podías quedar sola de nuevo

 

 

Resistí el impulso de gruñir ya que no estaba muy de acuerdo con lo que Bella decía. Sí, Jane no podía perder a Alec e hizo lo posible para no hacerlo, pero a costa de la felicidad de su hermana.

 

—   Lo amo y no quiero perderlo— dijo Jane en voz baja.

 

—   Lo importante es que ya todo se aclaró— intervine. Tenía que perdonar a Jane… al menos estaba pidiendo disculpas ahora a diferencia de Esme—. Ya no vamos a seguir reclamando la vida entera, lo más importante es que estoy con Bella y que ya nadie va a separarnos

 

 

—   Te perdonamos, Jane— dijo Bella y Jane asintió.

 

—   Gracias

 

 

Segundos después entraron los demás a la sala otra vez. Bella y yo cuidamos del bebé mientras los adultos conversaban. Cuando sostuve al niño en los brazos y vi la mirada de Bella la idea de ser padre me ilusionó. Quería esa mirada llena de ternura en mi niña cuando me viera sosteniendo a nuestro pequeño.

 

Estuvimos jugando con el niño y un rato después llegó Alice a estudiar con Bella para los exámenes que pronto tendrían. Las acompañé y ellas repasaron todo lo que pudieron. Cuando acabaron de estudiar, Alice nos recordó lo del acantilado el sábado. En vez de molestarme se me ocurrió una idea. Quizá le pediría el sábado que se casara conmigo.

 

—   Ya quiero que sea ese día— dije en voz alta lo que pensaba y Alice y Bella me miraron extrañadas—. ¿Qué? Me ha dado curiosidad

—   Bueno, eso lo entiendo— sonrió Isabella—. saltar del acantilado es muy divertido 

 

—   Por cierto, quiero llevar a mi hermana a eso— le dije—. ¿Puedo invitarla?

 

 

—   Si, claro que sí— contestó Alice.

 

—   ¡Ya quiero conocer a tu hermana!— exclamó Bella y me sentí feliz.

 

Le sonreí.

 

—   Ya la conocerás

 

Cuando llegué al hotel después de haber estado casi todo el día en casa de Bella, mi hermana me recibió muy enfadada.

 

 

—   Oye, ¿qué te crees tú? ¡Me dejas sola el día entero!— exclama—. Ni siquiera me has contestado

 

—   Calmate— le advertí—. Si no, no te voy a contar sobre mis planes

 

 

—   ¿Se puede saber que planes?— preguntó interesada, olvidándose del enojo.

 

—   Hermana, soy completamente feliz— le dije.

 

 

—   Dime algo que no sepa— contestó sonriendo burlona—. Tienes una cara de tonto que no puedes con ella

 

—   Me quiero casar con ella— le solté ignorando su burla. Valeria me miró desconcertada unos momentos y después me tocó la frente.

 

 

—   ¿Hablas en serio? ¿Te sientes bien?

 

—   Me siento más bien que nunca— le contesté ligeramente ofendido—. Con ella lo tengo todo y quiero que sea mi esposa, créeme por favor

 

 

Valeria sonrió y empezó a dar saltitos de niña pequeña.

 

 

—   ¡Es hermoso!— chilló y yo sonreí—. Mi hermano casado… ¡¿Cuándo se lo vas a proponer?!

 

—   El sábado hemos de ir a los acantilados con unos amigos de Bella y quiero que vengas con nosotros, pensaba proponérselo allí

 

 

—   Oh, eso me parece perfecto y claro que iré… vamos a tu habitación, se me acaba de ocurrir un buen plan para confundir a tu novia y que le tome por sorpresa tu propuesta

 

La miré interesado y los dos vamos hacia mi habitación. Allí, Valeria me contó todo su plan.

 

—   No lo sé… ser frío con ella no creo que sirva, quizá se enoje conmigo y no acepte

 

—   Créeme, cuando le pidas matrimonio todo se le va a olvidar… primero tienes que tratarla con indiferencia hasta el grado de que casi se ponga a llorar y después ¡Se lo propones! Ni siquiera lo vendrá venir y antes de que acepte le explicas que estabas nervioso o alguna tontería así y que por eso estabas frío con ella porque no sabías como decírselo, se va a derretir y aceptará

 

 

Me rasqué la parte de atrás de la cabeza con nerviosismo.

 

—   Sigo sin estar convencido… no la quiero hacer sufrir, ella es tan linda…

 

—   Lo sé, si no, no te hubieses enamorado de ella…

 

 

—   La amo y quiero que sea sábado para proponérselo

 

—   Anda, sigue mi consejo ¿quieres? Si se enoja demasiado seré yo quien se lo explique todo y se lo pides

 

 

—   Está bien, haré lo que me dices… la haremos sufrir pero solo un poco

 

—   Sí— puso los ojos en blanco—. Yo tampoco estoy hablando de pasarse de la raya, solo vas a ser un poquito indiferente con ella

 

 

—   Está bien— acepté.

 

—   Si… solo la vas a hacer sufrir un ratito, ya la harás feliz toda la vida

 

 

Sonreí ante la idea. Isabella mía para siempre y esta vez legalmente. Hum… Isabella Vulturi… me encantaba.

 

Por fin llegó el día de ir a los acantilados. Ayer por la tarde mi hermana y yo fuimos a la joyería del pueblo a elegir el anillo. Era sencillo y perfecto, como mi Bella.

 

Aunque fuese sencillo tuve que avisar a mi padre de mis planes puesto que él controlaba nuestros gastos. Se le escuchaba emocionado pero no quise preguntarle el por qué.

 

—   Yo te apoyo totalmente con lo que vas a hacer… eres joven pero siempre he creído que hay que luchar por lo que se quiere así que te doy mi bendición y después me dices cuando es la boda…

 

—   Muchísimas gracias, papá— respondí emocionado—. Es muy importante para mí que me apoyes en esto…

 

 

—   Siempre te apoyaré, hijo mío, bueno… en cosas que no sean tonterías claro está

 

—   Jamás volveré a ser el mismo de antes— le aseguré—. Desde que conocí a Isabella mi mundo ha cambiado

 

 

—   Y para bien— pude notar en su voz que estaba sonriendo—. Bueno, llama  a tu madre para que le digas, me parece importante que ella se entere

 

—   Está bien

 

 

Pensé que mamá se lo tomaría a mal pero casi me revienta el tímpano con sus gritos de emoción

 

—   Mi bebé se va a casar— susurró incrédula después de haber soltado alaridos de felicidad—. No sabes lo feliz que me haces… definitivamente tengo que agradecerle a Isabella el cambio que ha hecho en ti… te ha transformado en otro

 

—   Pensé que tomarías mal la noticia— admití riéndome.

 

 

—   ¿Bromeas? ¡Es la mejor noticia que he recibido en mucho tiempo! Hasta tengo ganas de llorar de felicidad, mi bebé ya es todo un hombre… Edward Alessandro— pronunció mi nombre con emoción—. Te apoyaré ahora y siempre… te doy mi bendición, cariño

 

Después llegó el momento de decirle a Alice a Daniel la noticia ya que deseaba que me ayudarán. Alice se lo tomó muy bien y se emocionó mucho al igual que Daniel, aunque claro, éste se burló un rato de mí. Me dieron su bendición y organizamos como sería la proposición. En cuanto yo fuese al auto por el anillo ellos iban a irse a otro lado, dejando a Bella sola para que después yo llegara a ella y le propusiera matrimonio.

 

Aparté esos recuerdos del día anterior con una sonrisa y continúe vistiéndome. Valeria me dejó de apurar para que pudiese concentrarme. Hoy tendría que ser algo frío con Bella, pero me resultaría difícil dado que yo estaba loco por ella. Me tendría que controlar para no arruinar la sorpresa.

 

Tomé la caja de terciopelo entre mis manos y la abrí para observar el hermoso anillo que hoy adornaría el dedo de mi futura prometida. Estaba convencido de lo que haría; nada haría que me echara para atrás porque lo que más deseaba era atarme de todas las formas posibles a mi hermosa Bella, porque quería que fuese mía ante la ley, ante Dios, ante todo el mundo.

 

Valeria, Sebastián— quien solo nos seguiría con su camioneta— y yo fuimos a recoger a Bella, a su amiga y a Daniel.

 

En cuanto la vi quise abrazarla y besarla pero me contuve y llevé a mi hermana al encuentro con mi novia. Esta última miró a Valeria impactada, seguramente se estaba comparando con ella y menospreciándose a sí misma. Reconocía la típica mirada de envidia… ¿Qué acaso no se daba cuenta de que ella misma era más perfecta que nadie?

 

 

— Mucho gusto, yo soy Valeria— se presentó mi hermana muy alegremente. Isabella le sonrió sinceramente. Después miró a Sebastián quien estaba tras de mí.

 

 

—   ¿Quién es él?— inquirió interesada. Me puse tenso y dejé que los celos me invadieran. Ahora mi frialdad sería real. No soportaba el hecho de que mi niña mirase otros hombres.

 

—   Él es Sebastián, el guardaespaldas de papá, vino conmigo….

 

 

—   ¿Guardaespaldas?

 

 

—   Larga historia— espeté con furia—. Bueno, tenemos que irnos

 

Todos nos subimos al auto. No dejé que Isabella se sentara en el asiento de adelante así que la mandé atrás. Todavía sentía esos malditos celos irracionales. Sabía que Bella me amaba a mí pero necesitaba los celos para poder actuar bien; necesitaba estar realmente molesto con ella.

 

Puse en marcha el auto. En todo el camino nadie habló. Resistí mi deseo de observar a Bella por el espejo retrovisor. Mi coraje se había desvanecido totalmente.

 

Daniel solo rompió el silencio para indicarme por dónde meterme. El camino estaba lleno de árboles y sentía que estábamos muy alto pero decidí continuar hasta que llegamos. Estacioné mi auto a más de diez metros de la orilla del acantilado. Cuando llegamos había dos tipos de piel morena y sin camisa que según Daniel eran de la reserva en la que estábamos.

 

—   Estos son los más altos— gruñí al observar desde arriba los otros acantilados que estaban a una altura considerable. Esta altura era de vértigo.

 

—   Pues no van a saltar, así que no hay problema ¿o sí?— me preguntó Daniel. Me encogí de hombros.

 

 

—   Bueno, eso sí

 

La reunión habría sido genial si yo no estuviera alejado de Isabella. La trataba de ignorar pero cada poco tiempo la miraba a hurtadillas y lucía muy aburrida y triste. Toqué mis bolsillos disimuladamente, intentando buscar la cajita, también revisé los de la chaqueta pero no estaba. Mierda, había olvidado que era parte del plan dejarla en el auto.

 

A mi lado Daniel alardeaba sobre las dos caídas del acantilado que había realizado hacia un buen rato. Miré a Valeria quien charlaba con el tipo llamado Sam, y cuando nuestros ojos se encontraron hizo un asentimiento leve de cabeza. Sam estaba en medio de Bella y Valeria por lo que mi novia no se percató de aquel gesto.

 

Ya no iba a hacer esperar más a Bella. Durante este tiempo había estado reuniendo coraje para preguntárselo y creía que ya era el momento. Si no lo hacía ahora no podría hacerlo nunca.

 

Me levanté y miré intensamente a Bella. Me obligué a mí mismo a no sonreírle. Caminé hacia mi auto y Bella me levantó para seguirme. Maldije en mi fuero interno.

 

—   No quiero que vengas— le dije cortante. Me dolía hablarle así pero debía hacerlo. Caminé hacia el auto y abrí la puerta. Me incliné para abrir la guantera y sacar la cajita que disimuladamente puse hasta el fondo del bolsillo de mi pantalón.

 

—   ¡Voy a saltar!— me gritó Bella y me llené de pánico. Salí tan rápido que me golpeé la cabeza pero no me importó.

 

 

—   ¿Qué?

 

Me quedé paralizado viendo como Isabella se quitaba la chamarra, los zapatos y las calcetas y como hacía todo a un lado. Dio media vuelta y echó a correr. Las piernas me funcionaron en ese momento y corrí hacia ella para tratar de detenerla ante la mirada asombrada de todos, los cuales ya se estaban preparando para irse. Chicos… hay un inesperado cambio de planes.

 

—   ¡Bella, por favor, no!— bramé. Isabella ya casi había llegado a la orilla y no se detenía.

 

—   ¡No me importa lo que me digas!— exclamó antes de lanzarse. Frené en seco en la orilla del acantilado viendo como caía. Mi corazón latía frenético a causa de la ansiedad y el pánico.

 

 

Sin pensarlo dos veces me lancé para rescatarla. Solté un grito de miedo mientras caía precipitadamente hacia el agua. Sentía como si fuese a matarme mientras mi cuerpo giraba como muñeco de trapo. Cerré los ojos y tomé una bocanada de aire antes de caer en las oscuras y frías aguas del océano.

 

 

No veía nada. Mi mente solo estaba enfocada en llegar a la superficie y rescatar a Bella. Si le pasaba algo, no me lo perdonaría jamás.

 

Cuando llegué a la superficie tomé aire y miré a mi niña.

 

 

—   ¿Estás bien, mi amor?— pregunté con angustia y nadé hacia donde estaba.

 

La rodeé con mis brazos y ella luchó para zafarse de mí.

 

—   Estoy bien, y no me digas mi amor, que no lo soy

 

—   Nena, por favor, perdóname por lo de hace rato— supliqué. Había sido un imbécil por seguir los consejos de mi hermana.

 

 

—   Me estabas ignorando, y no sé por qué

 

—   Porque ese era mi plan, cuando llegara del auto todos iban a irse

 

 

—   ¿Por qué?

 

—   ¿Podemos ir a la orilla?— le sugerí. Bella entornó los ojos y se liberó de mis brazos.

 

 

—   Vamos

 

—   Yo te llevaré, no quiero que te ahogues— le dije preocupado.

 

 

—   Sé nadar, no soy idiota, ahora vamos de una buena vez

 

No tuve más remedio que aceptar y nadamos un rato hasta que llegamos a la arena. Isabella estaba exprimiéndose el cabello y yo nervioso buscando el anillo. Sorprendentemente estaba en mi bolsillo aun. Mi corazón se aceleró por lo que iba a hacer a continuación.

 

—   ¿Qué diablos te ocurre, Edward?— preguntó Isabella con hostilidad. Me lo merecía.

 

—   Amor, no estés enojada conmigo, por favor— le pedí abrazándola pero ella se apartó bruscamente.

 

 

—   Me ignoraste el día entero ¿y esperas que te perdone así como así?

 

—   Sí— admití—. Espero que me perdones fácil porque hay algo que quiero decirte

 

 

—   Pues no me lo digas, yo seguiré enojada

 

—   Por favor, es importante…

 

 

Me miró. Sus ojos estaban llenos de indignación. Sin duda, era un pedazo de idiota.

 

—   Dilo de una vez 

 

 

—   No así, primero bésame

 

—   No quiero besarte— eso dolió.

 

 

—   Entonces tendrá que ser a la fuerza— la amenacé. Moría por besarla y como ella era mía lo iba a hacer.

 

—   ¿Qué? No creo que…

 

Di un paso grande y tomé por la cintura para pegarla a mi cuerpo y la besé. Ella se quedó paralizada pero después comenzó a responderme. La amaba, la amaba tanto. Sin mi niña yo no era nada.

 

Cuando me faltó el aire la dejé de besar y junté nuestras frentes. Intenté hacer que mi pulso se normalizara pero no podía. Estaba muy nervioso.

 

—   Por favor, ya no estés enojada, mi cielo

 

—   No, amor… ya se me ha pasado, estaba sentida porque no me hacías caso— hizo un puchero.

 

 

—   Si lo hice fue porque deseaba hacer algo en cuanto todos se fueran

 

—   ¿Qué querías hacer?

 

 

La miré con todo el amor que sentía por ella. Este era el momento, lo podía sentir. Me moví un poco para sacar la caja que estaba mojada; después me arodillé ante mi princesa y se la enseñé. Abrí la caja emocionado y le mostré el anillo. Isabella abrió mucho los ojos, sorprendida y se me formó un nudo en la garganta.

 

—   Isabella Swan— pronuncié su nombre con la voz rota pero aun así con adoración—. Eres lo mejor que me ha ocurrido, te necesito a mi lado por el resto de mi vida aunque no te merezca, te amo Bella ¿me harías el gran honor de ser mi esposa?

 

Bien. Finalmente lo había dicho. No había ensayado la proposición pero tampoco estaba improvisando; lo que le dije fueron mis sentimientos. Jamás en la vida me había sentido tan expuesto.

 

A Isabella se le formaron lágrimas en los ojos. Se mordía el labio y yo estaba esperando impaciente su respuesta.  

 

—   ¿Qué dices mi amor?— le pregunté al ver que no respondía. Comenzaba a sentirme decepcionado.

 

—   Levántate— me ordenó y me llené de miedo… ¿no había aceptado? La miré preocupado y triste.

 

 

—   ¿Qué?

 

—   Levántate— me pidió de nuevo y así lo hice.

 

 

—   ¿No aceptaste?— me atreví a cuestionar. Necesitaba saberlo.

 

—   ¡Claro que acepto, mi amor!— gritó mientras se lanzaba a mis brazos y me besó por todo el rostro. Me quedé pasmado; había aceptado. Mi princesa sería mi esposa.

 

 

—   ¿En serio?— pregunté emocionado.

 

—   Claro que sí— sollozó—. Me quiero casar contigo, mil veces si

 

 

—   ¡Mi amor!— exclamé feliz y más enamorado que nunca. La cargué y le di vueltas; era demasiada la alegría que me embargaba, tanta, que resultaba un poco abrumadora. Isabella se rio—. Te amo, te amo, te amo

 

Solté una risotada mientras la bajaba. Después le puse el anillo y la besé con desesperación, ansioso por hacerla mi esposa cuanto antes.

 

— Te amo, intentaré hacerte la mujer más feliz del mundo— juré.

 

— Yo ya soy la mujer más feliz del mundo, mi amor… te amo, Edward, eres mi vida

 

Sin duda era el tipo más dichoso de este mundo. Mi Bella me amaba y sería mi esposa; sería mía, absolutamente mía.

 

—   Tú la mía— respondí—. Me quiero casar contigo en cuanto antes, pero no sé si tú…

 

Soltó una adorable risita.

 

—   No debemos darnos tanta prisa… tenemos que hablar con nuestros padres

 

—   Es cierto, después de eso, decidiremos una fecha para nuestra boda

 

 

Bella me miró con emoción. Esta niña era mi vida entera y me encargaría de protegerla y amarla para siempre. Ella despertaba en mí los sentimientos más hermosos y puros y no deseaba alejarme nunca de su lado.

 

Un rato después llegaron Valeria y Sebastián hasta donde estábamos. Mi hermana, haciéndose la inocente, preguntó qué había ocurrido y Bella, roja como un tomate, le mostró el anillo.

 

—   ¡Ah!— gritó Valeria y abrazó a mi prometida—. Ya voy a tener una hermanita

 

—   Gracias por aceptarme— dijo Isabella cuando se soltaron y Valeria sonrió ampliamente.

 

—   ¿Cómo no voy a hacerlo? Has enamorado a este tonto

 

 

—   Oye— protesté en broma—. No soy tonto

 

—   Bueno, no tanto… has elegido a una hermosa y valiosa mujer, te felicito

 

 

Isabella se ruborizó más y yo la abracé posesivamente. Aun no olvidaba la forma en que preguntó quién era Sebastián.

 

—   Si, ella es lo mejor que tengo en mi vida, mi mayo bendición— dije.

 

Bella se sonrojó aún más y eso nos hizo reír a mi hermana y a mí. A Sebastián se le escapó una pequeña risa también y eso me molestó pero no dejé que se notara. Mis celos eran completamente irracionales.

 

—   ¡Tenemos que ir organizando todo!— exclamó Valeria. Oh, en eso nunca quedamos, querida.

 

—   Es muy pronto para eso— musitó mi niña.

 

 

—   Nada de pronto, la boda del siglo tiene que planearse muy bien

 

—   ¿Boda del siglo?— preguntó Isabella horrorizada. Le gruñí a mi hermana.

 

 

—   La boda se hará como ella quiera— le advertí a Valeria.

 

—   Está bien, pero estoy segura de que ella querrá una super boda

 

 

—   No, en realidad, no— confesó Bella—. Yo creo que algo sencillo sería…

 

—   ¡Antes muerta que sencilla!— chilló mi hermana. Parecía una nena consentida de cinco años. Detestaba cuando se ponía así—. Tú boda será la mejor de todas, Alice y yo nos encargaremos de eso

 

 

Isabella comenzó a maldecir entre dientes pero no entendí lo que estaba diciendo. Mi niña iba a tener lo que ella deseara; yo estaba para complacerla, no para obligarla a hacer lo que no quería.

 

 

—   No agobies a Bella con eso— le reclamé molesto a mi hermana—. Aun no vamos a casarnos, no tenemos la fecha

 

—   Mejor aun, vamos a organizar más cosas

 

 

—   Les recomiendo que vayan a Las Vegas— dijo Sebastián con un tono de burla pero sinceramente me gustó la idea.

 

—   ¡¿Las Vegas?! ¿Estás loco?— bramó la niña malcriada.

 

 

—   Relájate, solo era una sugerencia— le dije riendo—. Y una muy buena… te subiré el sueldo por eso, Sebastián

 

Le pediría a mi padre que le pagara más. Me encantó como acababa de molestar a mi pequeña hermana.

 

—   Yo me encargo de que papi lo corra y lo asesine si ustedes llegan a pisar una capilla en Las Vegas— amenazó mi hermana—. Ustedes se casarán correctamente

 

Isabella se encogió de miedo ante la expresión de furia de Valeria. A mí no me intimidaba. La boda sería como mi prometida quería, no como Valeria lo planeaba. Estaba más que decidido.

 

 

Capítulo 19: Acantilados Capítulo 21: Desastrosa graduación

 
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