Dulce y Violento (Terminado)

Autor: magui_vulturi
Género: + 18
Fecha Creación: 14/07/2011
Fecha Actualización: 25/09/2011
Finalizado: SI
Votos: 12
Comentarios: 33
Visitas: 34601
Capítulos: 16

Perdonen es que no se como hacer el resumen haci que lean el prologo y hay mas o menos descrive la historia! XD

no sean duras es mi primer fic!! XD


Ninguno de los personajes aqui descritos me pertenece, todos son de Stephenie Meyer. No ahgo este fic con animos de lucro ni gano nada con ello, solo el reconociemiento de todos aquellos que lo leen. No me acuseis de nada, por favor!


Espero que les guste y comenten!

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Capítulo 10: Reflexiones

 

Nos separamos lentamente, como si permanecer alejados fuera una condena. Una sonrisa descansaba en sus labios, pero en mí no pasaba lo mismo. Oculté el rostro en su pecho, intentando –en vano- que no notara las lágrimas que mojaban mis mejillas. ¿Por qué todo era tan complicado?

¿Por qué demonios no podía ser este mi primer beso?

Él era maravilloso. Atractivo, dulce, amable, cariñoso, atento...perfecto. Y yo, una más del montón. Sus ojos buscaron con impaciencia los míos una vez tomó mi rostro entre sus heladas manos. Me miró con preocupación y por un momento me sentí una completa tonta, ¿por qué lloraba en un momento como ese?

-¿Qué va mal, Bella?-preguntó con su melodiosa voz.

-Todo va mal.-dije entre sollozos. –Es demasiado bueno para ser cierto.-

Su rostro se endureció un poco al escuchar mis palabras. –No lo es, Bella.-repuso serio. –Yo no te convengo, y aun así estas aquí, conmigo. Yo soy el que debe pensar que es demasiado bueno, eres demasiado buena para mi.- dijo con tristeza y mis ojos buscaron los suyos.

-Sabes que eso no es verdad.-dije con seriedad y él sonrió con amargura. Me liberé de su contacto, muy a mi pesar, y seguí limpiando la planta baja. Él me ayudó y en poco tiempo todo estuvo mejor. Grandes bolsas negras fueron las que sacamos y aunque me dolía mucho deshacerme de ciertas pertenencias –mías y de mis padres- era necesario dado las malas condiciones en que se encontraban.

Sentía sus ojos clavados en mí de vez en cuando, como si intentara descubrir algo...o simplemente le gustara mirarme. Era extraño, pero el revoloteo de mariposas en mi estómago no se iba. Quizás las cosas no fueran tan mal como pensaba, o solo era un momento de felicidad el que compartía a su lado. Pero, ¿por qué no disfrutar de ello y dejar de amargarse un momento?

Siempre he sido de esas chicas que se hacen las valientes, ya que temen enfrentar a sus demonios de frente. Eso es lo que hago desde la muerte de mamá, ocultarme de todos. Esconder mis sentimientos bajo la imagen de una chica independiente y libre de pensamiento, pero en el fondo de su corazón, prisionera de un hombre controlador y posesivo.

Nadie sabe lo de Phil, ni pienso contárselo a nadie, lo veo innecesario. A demás de eso, ¿a quién le iba a importar? No tengo muchos amigos de verdad, o una persona en quien apoyarme. Le temo a la gente y aunque en ocasiones es fácil socializar e intentar parecer una loca adolescente, no siempre funciona.

Las chicas de mi edad son demasiado explosivas y algo vanidosas, de ejemplo puedo poner a Jessica y Lauren; y los chicos por su parte, son solo hormonas revolucionadas, como Mike Newton. Y aunque cueste decirlo, es la primera vez que llego tan lejos con alguien de mi edad, aunque para variar, no fue voluntario.

¿Qué tiene el mundo en mi contra para tratarme como a una prostituta barata? No es que lo sea, o que realmente me sienta como una, pero...no me parece justo. Y a pesar de que sé, que no soy la única en todo el universo que atraviesa por esta situación, creo ser la única lo suficiente tonta para callarse la boca y decir: "Estoy acostumbrada, después de todo, no conozco otra cosa". Porque eso es lo que puedo pensar.

Phil tiene tanto tiempo tocándome que casi estoy acostumbrada a que lo haga. Hay ocasiones que es suave y otra donde realmente me lastima, todo depende de lo que yo haga. Llorar no sirve de nada, porque eso no detiene su tortura, y aun así, sigo gimoteando cuando cierra la puerta del cuarto donde paso la mayoría de mis noches.

Pero sigo sin entender, ¿qué tengo para que todos me traten como un simple objeto, o una muñeca? Y Edward, ¿qué ve en mí que no pueda encontrar en una criatura más pura? Solo mírenlo a él y luego a mí. ¿Acaso doy el porte de una mujer atractiva y perfecta? No, no soy Rosalie Hale. Dudo que ella alguna vez pudiera pasar por lo mismo que yo.

-¿Bella?- la aterciopelada voz de Edward me trajo de vuelta al mundo real, recordándome que seguíamos juntos, por lo menos este día. -¿Qué harás hoy?-

-Debo ir de compras.- una sonrisa torcida bailó en sus labios. –Hay cosas que reponer y paredes que pintar. No quiero que cuando Phil vuelva todo esté hecho un desorden.- sus ojos solo mostraron dolor cuando hablé de mi "novio", pero no tanto como el que me producía a mi pensar en él.

-¿Quieres que te acompañe?- supe que realmente deseaba hacerlo, no era por simple cortesía. Asentí, aunque no estaba muy convencida.

Y así fue como terminamos Edward y yo metidos en mi, prácticamente nuevo, coche. Anduvimos por varias tiendas, reponiendo cosas rotas y comprando lo necesario para dejar todo como antes.

-Así que...-comenzó en un tono inocente, lo que me obligó a fruncir el ceño, sabiendo que no iba a ser algo bueno. -¿Cuándo es tu cumpleaños?

Me tensé como respuesta. ¿Acaso importaba? Mi cumpleaños nunca era algo bueno, detestaba cumplir años, el único que me haría feliz sería el número 18, y porque legalmente sería libre. Sin ataduras, sin obligada convivencia con un desagradable personaje y sobretodo, sería yo misma. Sin esconderme ni tener miedo. Sería Bella en todas partes...una nueva y feliz Bella.

-El 13 de septiembre.- respondí con pocos ánimos, y él pareció pensarlo un momento, quizás intentando saber si no le mentía. -¿Y el tuyo?

Su rostro siempre pálido, me lo pareció mucho más. Había hecho la pregunta que jamás podría responderme, a menos que tuviera una excelente memoria sobre su vida humana, o era eso, o no era un vampiro como yo pensaba. Torció los labios en una mueca, viéndose incapaz de responder, pero convenientemente su celular sonó y la casa estaba demasiado cerca para seguir con el tema.

Pronto me puse a organizar todo, después de hacerlo en repetidas ocasiones por simples bromitas de adolescentes, uno sabe lo que hace. No es que sintiera agrado por ello, o deseara gastar mi dinero en cosas que ya tengo, pero siempre pasan "pequeños accidentes" como este. De ahí cuando digo que las adolescentes son muy explosivas, ni aunque viva cien años más, o repita mi vida, dejaré de pensar lo mismo.

A veces deseo haber vivido en una época distinta, algo similar a los tiempos de Romeo y Julieta, o por qué no, Elizabeth Bennet y el Sr. Darcy. Mujeres libres de pensamiento, con costumbres distintas al resto, únicas en varios sentidos; hombres educados y caballerosos, atentos y dulces, los que te defenderían hasta la muerte. ¿Quién no anhelaba un final feliz?

Romeo se sacrifica para estar con Julieta, su esposa, cuando cree que ésta ha muerto, aunque no sea así. ¿Y Julieta? Cuando despierta y descubre lo ocurrido, no siente miedo cuando el filo atraviesa su piel y la sangre corre entre sus dedos. Porque es el amor de su vida, su alma gemela, ¿por qué temer? No hay razones.

El amor es algo puro, y no obedece regla alguna. El corazón no entiende de razones o consejos. El amor es libre.

Pero, ¿por qué es tan difícil decir "te amo", a la persona que más aprecias? Siempre he querido obtener esa respuesta. Cuando te encuentras con esa persona, tu corazón comienza a latir deprisa y se te corta la respiración, no puedes apartar la mirada del suelo o jugar con tus dedos, tus mejillas se tiñen de un gracioso color rosa, y cuando escuchas su voz todo cobra sentido. Eso es lo que me pasa cuando estoy con Edward, aunque no es lo mismo para él.

-¿Bella?- nuevamente su voz me saca de mi ensoñación, cuando está cerca es imposible que no comience a desvariar sobre la inmortalidad del cangrejo. Es tan...especial.

Giro el rostro en su dirección, pero cuando sus ojos chocan con los míos, desvío la mirada completamente avergonzada. El calor oculto en el caramelo derretido de su mirar es abrasador, y es irresistible. Es deslumbrante.

-¿Te molestaría quedarte en mi casa esta noche? Alice quiere saber si...- no pude negarme.

-Si, dile a Alice que estaré ahí.- el sonrió antes de volver a hablar por el pequeño aparato plateado.

La casa quedó impecable, no parecía que un tornado había pasado por ella igual que cuando llegué. Había repuesto todo lo necesario y mandado a arreglar las joyas de mis padres, mi ropa no era importante...estaba segura que Alice me había visto en el centro comercial a su lado, y las paredes estaban secándose en ese momento.

Pasaban las siete cuando llegamos a donde los Cullen, yo hubiera tardado un poco más, pero Edward era quien conducía mi auto, por lo que el viaje fue mucho más corto. Llevaba en el asiento trasero una pequeña maleta, pues si iba a dormir ahí, lo mínimo era llevar todo lo personal, una pijama y un cambio para la mañana.

Alice nos esperaba ,sentada en el porche, con una enorme sonrisa de satisfacción. A su lado estaba Jasper, quien nos miraba atentamente, y una sonrisa tranquila adornaba su bello rostro. La puerta fue abierta por Esme, quien me recibió de nuevo con un gran abrazo, y Carlisle, quien revisó con cuidado mis pequeñas heridas de la tarde.

Emmett estaba frente al televisor, jugando videojuegos. Y Rosalie, ella estaba en el sofá mirando una revista de modas. Sus ojos y los míos chocaron en un breve minuto, pero llevaban un significado oculto. Un escalofrío recorrió mi espina cuando vi más allá de la simple belleza de Rosalie Hale.

Sus ojos eran una puerta al pasado, como si en su mirada encontrara la respuesta a la duda que rondaba por mi mente. Se puso de pie y caminó hacia mí, Edward gruñó bajo como reflejo. Los dorados ojos de la rubia no abandonaron los míos mientras se acercaba con sutileza hasta ofrecerme su mano.

Y como si estuviera bajo un hechizo, la tomé, subiendo las escaleras a su lado. El silencio reinó en la planta baja. Alice y Esme nos siguieron con cautela, mientras los chicos y Carlisle mantenían la vista clavada en Edward, quien mantenía el ceño fruncido y una expresión de furia.

Rosalie Hale ocultaba algo, y creía tener una idea sobre ello, y esperaba poder descubrirlo esa noche.

 

Capítulo 9: Sorpresa Capítulo 11: Piezas

 
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