Dulce y Violento (Terminado)

Autor: magui_vulturi
Género: + 18
Fecha Creación: 14/07/2011
Fecha Actualización: 25/09/2011
Finalizado: SI
Votos: 12
Comentarios: 33
Visitas: 34597
Capítulos: 16

Perdonen es que no se como hacer el resumen haci que lean el prologo y hay mas o menos descrive la historia! XD

no sean duras es mi primer fic!! XD


Ninguno de los personajes aqui descritos me pertenece, todos son de Stephenie Meyer. No ahgo este fic con animos de lucro ni gano nada con ello, solo el reconociemiento de todos aquellos que lo leen. No me acuseis de nada, por favor!


Espero que les guste y comenten!

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Capítulo 12: Venganza

 

¿Qué demonios...

estaba haciendo Jessica en mi casa...

en la cama con...

Phil...?

Retrocedí con una mano sobre la boca, pero aún así se percataron de mi presencia. Phil sonrió antes de pedirme que me marchara, Jessica me miró con pena antes de volver a lo suyo. Los ojos se me llenaron de lágrimas, y ellos parecieron complacidos al verlas. No me importaba lo que estuvieran haciendo, ni nada por ese estilo.

Pero, si Jessica estaba ahí, solo podía significar que Phil sabía lo ocurrido. Nadie se mete en tu cama sin darte una pequeña explicación, ni menos. Claro está, si no lo obligas. Pero Jessica no se veía obligada en ningún sentido. Esa perra se estaba vengando...de nuevo...

Bajé lentamente y entré a la cocina. Eso iba a ser suficiente distracción hasta que mi ex – amiga se marchara. Preparé una cena lo suficiente atractiva para apaciguar la ira de mi padrastro, aunque no creí que bastara. Como por arte de magia, todo pesar desapareció y pude sentarme tranquilamente a mirar televisión.

No había mucho que ver, pero encontré una película que parecía prometedora. Trataba de una banda de adolescentes rebeldes y violentos, y como uno de ellos era encarcelado, y luego ser tratado como un conejillo de indias por científicos experimentando un nuevo método para corregir criminales. Y por un momento me sentí asqueada, la sangre, la violencia y las violaciones, todo tan familiar. La música clásica sonaba en la tele, y mis nauseas no se iban. Ahora entendía lo que sentía Alex al escuchar la novena sinfonía.

Pasos bajando la escalera me alertaron que no estaba sola. Apagué el televisor con el mando a distancia y me giré –sin levantarme- para mirarlos. Jessica jugaba con su cabello castaño, intentando dejarlo en su lugar. Phil se abrochaba los últimos botones de su camisola blanca. Eran tan...horribles.

-No entiendo...-susurró Jessica mirándome con pena. –Porque Isabella...-mi nombre salió cubierto de resentimiento de sus labios. –Se metió con Mike si te tiene a ti todo el tiempo...- la sonrisa en el rostro de Phil era inmensa, un escalofrío me recorrió entera. Deseaba que la tierra se abriera y me arrastrara con ella.

-Quizás Isabella...- incluso Phil se burlaba de mí. –Aún no se de cuenta de lo que tu si.- Jessica soltó una risita tonta y luego se fue.

Me puse de pie y caminé a la cocina, sirviendo dos platos de comida y ocupando mi lugar de siempre. Phil se sentó de forma distraída, no parecía el hombre ruin de siempre, hoy se veía especialmente espeluznante.

-Así que Mike Newton...-dijo llevando el tenedor a sus labios. –Pensé que escogerías a alguien mejor...-

-¿A alguien mejor?- pregunté con cierta sorpresa. -¿A qué te refieres?-

-Vamos, Bella.- dijo acercándose a mi con lentitud. –Sabes que mereces a alguien mucho más atractivo.- acarició mis hombros y brazos con sus manos. Pegué un respingo. –Solo mírate...- sus labios marcaban un camino por mi cuello y hombros. –Eres muy guapa y tu cuerpo es muy deseable...-una de sus manos tocó mi muslo y ascendió por él, tocando la piel desnuda bajo mi falda. Comencé a jadear, con asco...

-Creo que debemos hablar...- dije poniéndome de pie. –Lo que pasó con Newton...- me besó, impidiendo que dijera la verdad.

-Sé lo que ocurrió, Isabella. No me importa.- ¿y a mí me importaba si le importaba? ¡Vaya, pobre tonto!

-No es eso...-intenté de nuevo, pero me cortó otra vez. Me puse de pie totalmente cabreada y con las mejillas sonrojadas por la furia. –¿Puedes dejarme en paz?- pregunté molesta. Su mano impactó contra mi mejilla.

-Cállate, Bella.- le miré con el rostro inexpresivo. –Aprende a respetarme, hija.- sus palabras bastaron para desatar mi furia. Lo abofeteé con todas mis fuerzas.

Su mano llegó hasta la zona enrojecida y una mueca se formó en su rostro, al tiempo que sus ojos me miraban con ira. Tiró con una mano ambos platos de comida, como lo hacía cuando se enfadaba y la mesa cayó al suelo. Las sillas golpearon contra el fregadero antes de aterrizar en el manchado piso de la cocina.

Me tomó por lo hombros, zarandeándome con fuerza. Las piernas me temblaron y temí caer al suelo, me sostuve de sus brazos, con la vista fija en el suelo y el corazón acelerado. El agarre se intensificó y mi malestar iba en aumento.

Me empujó contra el mueble de la cocina, sintiendo el golpe en la espalda. Me sostuve con fuerzas, intentando parar el descontrolado llanto que me mantenía presa ante la impotencia y el miedo. ¿Acaso no iba a escucharme nunca...?

El sonido de la vajilla rompiéndose, y de mi corazón partiéndose en pedacitos ante la escena, fue suficiente para que me quedara sin fuerzas. Estaba aterrada, ¿por qué no me mataba y acababa de una vez con todo? El infierno sería un lugar cálido comparado con este mundo.

Con pasos rápidos se puso frente a mí y tomando mi rostro con brusquedad, apretó sus labios contra los míos. Intenté apartarme, pero la presión que ejercía su cuerpo sobre el mío me mantenía prisionera contra el refrigerador.

Con el codo apreté la palanca del hielo, logrando de ese modo que Phil se apartara al sentir los hielos golpear contra su figura. Me soltó de golpe, y caí al suelo. Jadeante y desesperada. A duras penas me puse de pie de nuevo, intentó agarrarme por el brazo, pero lo corté.

Salí de ahí con pasos torpes, pero su mano alcanzó mi codo y me obligó a darme la vuelta. Sentí otra bofetada y pegué un chillido de frustración.

Sujetó mi barbilla con violencia, lastimándome. Sus ojos se clavaron en los míos, no era nada bueno lo que reflejaban.

Lo aparté bruscamente y subí corriendo las escaleras, azotando la puerta y dejándome caer al piso con la espalda recargada en ella.

-¡Déjame en paz!- grité entre sollozos. No me había percatado que alguien estaba en mi cuarto, ni que el aire helado se colaba por la ventana abierta.

-¡Abre la puerta, Isabella!- gritó.

-¡No!- chillé. Él pareció calmarse un poco.

-Debemos hablar, cielo.-

-Quiero quedarme aquí.-dije en un susurro. –Y quiero que escuches lo que diré.- no podía echarme para atrás. –No quiero que me vuelvas a tocar, no te me acerques.-

-Isabella...- su voz sonaba dulce, amenazadoramente dulce. –Sé que estás enojada, mi vida, pero también creo que haz llegado muy lejos. Abre la puerta y discutamos esto.- negué con la cabeza.

-Phil, estoy embarazada.- las palabras sonaron rotas, comencé a sollozar más fuerte, asustada. No escuché sonido alguno del exterior.

La ventana se cerró con fuerza, rompiéndose el cristal en varios pedazos. Me puse de pie como acto reflejo, sin entender cómo había sucedido eso. Me encaminé a ella, pero la noche era demasiado cerrada para ver más allá del espeso bosque.

Un trueno resonó en el lugar, pegué un salto. La lluvia comenzó a azotar al pueblo, la tormenta venía con fuerza, como si un tornado se hubiese desatado cerca. Un rayo alumbró mi oscura habitación en el momento en que Phil atravesaba el umbral de mi puerta, ahora abierta.

Lo miré con horror y algunas lágrimas empaparon mi rostro. En su cara solo se reflejaba ira, una ira demasiado peligrosa para cualquiera. Sentí su dedos recorrer mi mejilla, intenté hablar, pero era incapaz de emitir sonido alguno.

Esa noche no fue distinta a las anteriores.

...

La mañana llegó con lentitud. Apenas dieron las cinco me puse de pie dispuesta a ducharme. Tomé un pantalón de mezclilla y una sudadera negra, y me encaminé al agua.

No pude evitar sollozar un poco mientras el agua caliente recorría mi piel lastimada. Los moretones eran demasiado notorios, no podía ponerme falda ni ropa ligera, tendría que llevar el cabello suelto y un maquillaje un tanto más pronunciado.

Mis dedos acariciaron cada moretón, al tiempo que mi rostro reflejaba una mueca. Esto era culpa mía...por ser tan cobarde. Pero, ¿qué hacer?

Me vestí con calma, cepillé mi cabello con el rostro inexpresivo y me maquillé carente de emoción alguna. Me sentía débil, pálida y sin ganas de salir de casa. Los ojos chocolate de mi reflejo no mostraban nada, ni siquiera me veían con la pena de siempre. Todo era gris este día. Llevé ambas manos a mi vientre, notando lo incómodo que me parecía eso.

Definitivamente no estaba preparada para algo similar a lo anunciado, nunca iba a estarlo.

Bajé a desayunar con el estómago cerrado. Phil estaba sentado en la silla de siempre, hablando por su costoso celular mientras revolvía su desayuno. Me serví un tazón de cereal y no pude comerle, imité sus movimientos y sólo le di vueltas a la cuchara dentro de la leche.

-¿De quién es?- preguntó Phil cuando colgó.

Mis ojos buscaron su rostro sin comprender.

-Es de Newton, ¿cierto?- me señaló con el tenedor. –Anoche dijiste que estabas embarazada, ¿es suyo, acaso?-

-No es de Mike, es tuyo.- sonaba totalmente confiada. –Y no pareció importarte anoche..- los ojos se me llenaron de lágrimas.

-Sabes que anoche estaba molesto por lo que dijo tu...amiga.- una diminuta sonrisa se instaló en sus labios, pero sus ojos estaban serios.

-Te odio.- dije sin pensarlo y en escasos segundos estuvo ante mí con el rostro furioso. –Lo siento.-

-Buscaré diversión en otra parte mientras arregló el aborto.- dijo saliendo de la cocina.

-No pienso abortar.- dije siguiéndolo a la sala. –Es mío.-

-No vas a tenerlo, Isabella.- se detuvo y me miró. –Como tu tutor sé lo que te conviene.-

-Pues no parece que lo sepas.- repuse amargamente. –Haz lo que quieras, mándame a un internado religioso en Marte si quieres, envíame de regreso a Phoenix, no sé...pero no pienso abortar ni seguir contigo.- me miró desafiante.

-Eso está por verse.- azotó la puerta al salir. Me relajé un poco, pero volvió a abrirla poco tiempo después. –Y hoy no saldrás de esta casa.- no entendí a que se refería hasta que intenté abrir la puerta y noté que había cerrado por fuera. Era imposible salir sin usar una llave.

Me dejé caer en el sillón, incapaz de pensar en algo distinto a mi encierro. El teléfono comenzó a sonar.

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chicas solo quedan 3 cap mas el epilogo!!!

un adelantico.

se descubren muchas cosas y bella toma una decicion muy importante!

comenten y voten!! besos

Magui_vulturi

 

Capítulo 11: Piezas Capítulo 13: Planes

 
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