Durante largo tiempo se limitó a mirarla, mientras ella, hipnotizada, era incapaz de moverse. Sentía que los ojos se le estaban llenando de lágrimas y parpadeó para evitar que se derramaran, porque sería la humillación definitiva.

—Vete a la cama —le dijo con voz dura—. Antes de que haga algo de lo que me pueda arrepentir —la soltó y se volvió a vestir. Tenía que trabajar. Necesitaba perderse en gráficos y cifras. Consultar el correo electrónico, hacer llamadas… Lo que fuera con tal de olvidar lo que acababa de suceder.

Salió de la habitación cerrando la puerta. Bajó a su despacho y se encerró en él hasta tarde. Volvió a subir sin hacer ruido.

Sólo había una lamparita encendida en el dormitorio, pero le bastó para ver que la cama estaba vacía. Inspeccionó la habitación. Fue al cuarto de baño, se desvistió, se puso un albornoz y fue a mirar en el resto de las habitaciones. Bella no estaba en ninguna. Sintió un leve escalofrío. Era seguro que no había salido de la casa, ya que la alarma habría sonado si se hubiera abierto una de las puertas exteriores.

Bajó a la planta baja e inspeccionó la cocina, el comedor, el salón, el despacho de Bella, el garaje y los coches. ¿Dónde estaba? Sólo quedaba la sala de cine. Entró en ella y vio que la pantalla no estaba iluminada. Iba a marcharse cuando algo atrajo su atención, un leve movimiento, la sacudida de la cola de un animal.

Entonces la vio. Hecha un ovillo en un sillón, con el gato que María dejaba en el lavadero por la noche sentado cómodamente en su regazo. Los ojos del felino parpadearon ante la presencia del intruso, al que observó con recelo mientras se acercaba. Edward lo acarició suavemente y el gato ronroneó complacido.

—Perdona, amiguito —murmuró Edward mientras lo agarraba y lo devolvía al lavadero. Volvió a la sala y se quedó mirando a Bella durante un rato interminable. Después, con una delicadez infinita, la tomó en brazos y la llevó a la cama. Allí, a la débil luz de la lámpara, vio las huellas de las lágrimas secas. Su vista lo trastornó, y cerró los ojos recriminándose en silencio. Blasfemó en voz baja cuando la depositó en el lecho y vio cómo su cuerpo se hacia un ovillo para protegerse.

¡Por Dios! ¿Era él la causa de aquello? ¿Había conseguido reducirla a ese estado con sus propias manos y unas palabras caprichosas dichas en un arrebato de ira?

Con extrema delicadeza se acostó a su lado y la abrazó. Sintió que ella se retiraba de forma instintiva al mismo tiempo que se despertaba. La besó en la sien y, después, sus labios descendieron a la comisura de los de ella.

—Confía en mí, y siente. Limítate a sentir.

Recorrió sus labios y se introdujo en su boca con tanta suavidad, que ella casi se echó a llorar. Con las manos siguió el delicado contorno de su cara, luego le acarició los hombros y bajó a uno de sus senos, que siguió acariciando con la boca. Algo se quebró en su interior al sentir la respuesta espontánea de Bella, y le agarró los senos con las manos, descendió a la cintura y recorrió su estómago. La sintió temblar ante sus caricias y buscó el centro de su feminidad para darle el beso más íntimo de todos.

Bella cerró los ojos y dejó que la mente se le separara del cuerpo y se elevara para poder observar las sensaciones que Edward despertaba en ella, para analizarlas y separarlas de su corazón. Sentía cómo se despertaba su sensualidad, y trató de refrenarla, pero fracasó penosamente cuando la excitación que anunciaba el orgasmo cobró fuerza, y perdió el control mientras el cuerpo se le arqueaba por sus caricias.

Al cabo de uno segundos interminables, cedió al nirvana táctil que él había creado, consciente de que no tenía otra opción, ya que Edward la seguía excitando una y otra vez hasta que ella gritó en el momento de liberarse. Entonces la besó en la boca, y Bella sintió que se derretía.

Pero todavía necesitaba más: sentirlo dentro, experimentar el largo y lento empuje de su posesión y cómo se acomodaba a ella cuando sus músculos internos se cerraban en torno a él.

Él lo sabía. ¿Cómo no iba a saberlo?

Un gemido salió de su garganta cuando Edward se colocó encima de ella y se deslizó lentamente hasta el fondo, se detuvo un momento y comenzó a moverse, creando un ritmo ancestral que los llevó hasta la cima y los mantuvo ahí para luego dejarlos caer, en una gloriosa y sensual caída libre, a un lugar donde sólo importaban ellos y la emoción que compartían.

Si lo que Edward había querido era recalcar el poder que ejercía sobre ella, lo había conseguido. Con creces. Pero eso era todo; maestría sexual. El amor que habían compartido ya no existía. Para sobrevivir tenía que aceptar la vida con el. Ir hacia delante, no mirar atrás. Era lo mejor para su salud, su bienestar y su equilibrio mental. Pensar cualquier otra cosa constituía una auténtica locura.

Bella  se durmió estrechamente abrazada a él, con los labios de Edward pegados a su sien.

ola.... chikas ... una enorme disculpa..... se k debi subir ayer ... pero me temo ... k me fue imposible conectarme .... pero aki  tienen.... el cap.... k les debia...... veo k llevan 75 .... 5 mas y tendran un nuevo capitulo.....  y les prometo k sera bastante largo ...... grax ... estoy muy emocionada de ver k no tardan ni siquiera un dia en lograrse los 10 votos...... mil... mil grax a mis lectoras..........  estoy muy muy contenta enserio ... eso me motiva mucho..... estoy pensando en subir una nueva historia........ en el sig ...capitulo les dire... las ideas que tengo y espero sus comentarios para saber de k desean k trate ....

bye bye ................

cari...............