EL ACTOR Y LA PERIODISTA

Autor: kdekrizia
Género: + 18
Fecha Creación: 09/01/2014
Fecha Actualización: 15/08/2014
Finalizado: SI
Votos: 53
Comentarios: 149
Visitas: 113545
Capítulos: 27

Bella, una chica común y corriente, que trabaja, sueña y espera las rebajas para renovar su vestuario, despierta una mañana en la cama del actor más guapo del mundo.

A sus veintiséis años, Bella Swan es periodista, trabaja en una revista de moda y se especializa en entrevistar a estrellas de cine. Por desgracia, el chico con el que vive parece decidido a batir un récord de abstinencia sexual mientras ella escribe un artículo sobre los ligues de una noche. Cuando le encargan que haga una entrevista a Edward Cullen. el actor de moda en Hollywood, tiene ocasión de conocer el auténtico significado de mezclar trabajo con placer. Pero a la mañana siguiente, para su sorpresa, despierta desnuda en la cama de Edward... ¿Cómo ha podido pasar? ¿Qué ocurrirá si su jefa se entera y quiere sacar partido de la "noticia"? Además de recuperar la reputación perdida. Bella tendrá que aprender una gran lección sobre si misma... y sobre el hecho de que no siempre hay que creer en lo que se lee.

 

BASADO EN COMO LIGAR CON UNA ESTRELLA DE CINE DE KRISTIN HARMEL

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Capítulo 19: CAPITULO 19

Capítulo 19

La ingenua

La noche del día en que apareció el artículo de Tattletale debe de haber sido la peor de mi vida. Alice fue lo suficientemente buena como para quedarse conmigo, pero incluso su compañía no me ayudó demasiado al ver mi cara en Access Hollywood, Entertainment Tonight y en dos ediciones de las noticias locales. Me llamaron algunos amigos de la secundaria de Georgia, excitados y diciendo que no podían creer que la pequeña Bella se hubiese tirado a Edward Cullen. Mi madre llamó para reprenderme nuevamente, por si acaso se me había olvidado su argumentación de la mañana.

—Todos lo saben, Bella. Es tan vergonzoso para mí... —dijo.

Poco a poco, sin embargo, la vida retornó a un estado de semi normalidad. Nunca volví a oír comentarios sobre Access Hollywood y Entertainment Tonight, y aunque mantuve cierto control sobre la página de chismorreos y Tattletale durante las semanas siguientes, no volví a ser mencionada. Comenzaba a respirar más fácilmente.

Aunque mi madre no se había disculpado, al menos se comportaba de manera más normal. Bueno, normal para ella, lo que no necesariamente es normal para cualquier otra persona. Volvió a azuzarme para que encontrase marido antes de los treinta (¡todavía me faltaban cuatro años!) y a criticarme por haberme volcado tanto en mi carrera y haber aumentado algunos kilos.

Sin embargo, las semanas siguientes en el trabajo fueron un infierno.

Se producía un silencio gélido cuando se trataba de que yo entrevistara a famosos para Mod. Agentes de prensa que siempre me habían devuelto las llamadas de pronto parecían no estar disponibles. Se cancelaron entrevistas concertadas con antelación. Y por tres veces encontré a algunas de mis compañeras rumoreando sobre mí.

Además de eso, lo peor era que todos creyeran que me había acostado con el hombre más atractivo de Estados Unidos, cuando en realidad hacía tanto tiempo que no tenía relaciones sexuales que ni me acordaba de cómo se hacía.

Cada semana luchaba por llegar a tiempo con mi trabajo, cosa que antes no había sido un problema. Pasé horas esperando respuestas a mis pedidos de entrevistas por fax y a veces me devolvían entrevistas por fax de estrellas que, repentinamente, estaban muy ocupadas para hablar conmigo. Me quedaba a trabajar hasta tarde la mayor parte de los días para compensar el hecho de que mi carrera parecía ir cuesta abajo.

Tal vez lo peor de todo era que Margaret parecía creerse la historia de Tattletale y me trataba como si esperase que mi conducta se pareciera a la que me atribuía.

Cuando le conté que tenía problemas para conseguir una entrevista con Orlando Bloom, lo que no hubiera debido ser un problema, sonrió y me dijo:

—Estoy segura de que lograrás convencerlo.

Cuando Jerry O'Connell canceló una entrevista que tenía conmigo, Margaret me sugirió que me pusiera ropa interior sexy. Con Hugh Grant, su sugerencia fue que mostrara más el escote.

Lo mismo a lo largo de seis semanas, y mi continua negativa a propósito de que hubiera pasado algo entre Edward y yo parecía caer siempre en oídos sordos. Por dos ocasiones, en reuniones de redacción, Margaret incluso se había referido a mí como «nuestra zorrita de Mod».

Junio y la primera mitad de julio fueron buenos meses... si exceptuamos mi vida laboral. Un fin de semana después de la aparición del artículo de Tattletale, Alice se mudó a vivir conmigo, tal como había dicho, y pronto descubrí que era la mejor compañera de piso que había tenido. Cuando llegaba a casa del trabajo antes que yo —lo que sucedía la mayoría de las noches, debido a la creciente dificultad en mi trabajo—, a menudo preparaba la cena para las dos. Jasper se nos unía las noches que tenía libres. Sus comidas siempre eran deliciosas y ella me juraba que todas sus recetas eran inventadas por él.

—Algún día quiero abrir mi propio restaurante —me dijo tímidamente.

Siempre me sorprendía cuando entraba en mi apartamento y era recibida por el aroma de las especias, la carne al horno y el pan recién hecho.

 

 

Aquel verano fue especialmente caluroso. Alice y yo pasamos los fines de semana bronceándonos y bebiendo limonada en el Sheep Meadow de Central Park, tomando el metro hasta las ridículas atracciones de Coney Island o adentrándonos en el agua en Sea Bright o la orilla de Jersey.

A medida que transcurrían las semanas, no podía quitarme de encima la desazón que me producía el no haber vuelto a tener noticias de Edward. Ni una vez desde la aparición del artículo de Tattletale.Sabía que él pensaba que era culpa mía, lo que me rompía el corazón. Pero obviamente se estaba acostando con Jane. Sabía que no debía preocuparme. Pero me preocupaba. Demasiado.

Él sólo había sido bueno conmigo, cuidándome cuando me emborraché, consolándome por lo de Jacob, e incluso viniendo a mi oficina para asegurarse de que estaba bien. Y ahora pensaba que le pagaba diciéndole a la prensa amarilla que nos habíamos acostado. Probablemente lo había avergonzado más allá de lo soportable. Para una estrella de Hollywood, probablemente debía de resultar mortificante que todo el mundo pensara que se acostaba con una simplona poco agraciada, con un empleo de sueldo bajo, pechos pequeños y ropa comprada en las rebajas de Gap. Por cierto, yo no era un pase para Hollywood. Él estaba acostumbrado a acostarse con mujeres como Emily (guapas, llenas de curvas, de cutis impecable, perfectamente vestidas) o con mujerescomo Jane (fríamente bellas, con ojos relampagueantes y una voz grave y sexy). Era estúpido pensar que siquiera me hubiese mirado dos veces. Ser consciente de ello me hizo sentir aún más tonta y aburrida de lo que ya era.

No ayudaba el hecho de ver su cara por todas partes. Estaba en las vallas de publicidad de toda la ciudad; su rostro aparecía en los laterales de los autobuses, y la televisión transmitía constantemente los avances de sus películas. Algunas noches, buscando entre los canales, vi la repetición de la vez en que estuvo en el Saturday Night Live, o la comedia romántica en la que tenía el papel protagonista. Cada vez era como echarse sal en las heridas. Recordaba con culpa el modo en que había terminado todo con él, después de que se hubiese interesado por mí.

Comencé a soñar con él en ocasiones, lo que me dio un poco de miedo. Seguramente el sentimiento de culpabilidad por la manera en que habían terminado las cosas todavía me pesaba en el inconsciente. Sin embargo, me dije, cuando en cuestión de días saliera mi portada de Mod sobre él, en el número de agosto, se acabaría todo. Le enviaría varios ejemplares de la revista junto con una nota amable y formal a través de su agente, como hacía todos los meses con la celebridad de turno. Entonces podría olvidarle de una vez por todas. El artículo saldría. El rumor de Tattletale ya era historia. Ya no tendría ningún tipo de relación con Edward Cullen.

Pensar eso debería haber hecho que me sintiera aliviada, pero no fue así.

Y eso me daba miedo.

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