La Novia Cautiva (+18)

Autor: Mimabells
Género: + 18
Fecha Creación: 24/03/2010
Fecha Actualización: 17/11/2010
Finalizado: SI
Votos: 16
Comentarios: 29
Visitas: 66241
Capítulos: 18

Chicas es Fic es de NessiBella y me gusto su historia asi que la voy a publicar con permiso de la autora

TERMINADA


----------------PROLOGO---------------

Ella odiaba a su secuestrador , pero era muy atractivo , y muy convincente y tená vez por eso apareció en Isabella Swan un gran remolino de emociones y sentimientos de deseo , pero ella no podía parar de preguntarse como podía sentir tales sentimientos ardientes por un hombre al que odiaba.

Ella se había prometido no ser nunca posesión ni esclava de un hombre y menos de aquel que se lo exigía por la entre las arenas del desierto su resistencia fue cayendo ante el amor de él.

Poco a poco la insistencia del joven fue destruyendo la muralla que Bella tenía a su alrededor , hasta que esta por fin se entregó a él , pero al sucumbir a los encantos de Edward la vida se le hizo mas complicada , porque hay envidias y celos , los cuales son causas de luchas.

Entregándose por fin a ese hombre experimentó miles de sensaciones que jamás había sentido, pero a la vez se adentraba en un mundo donde cada paso que daba estaba vigila

Esta historia es una adaptación del libro "LA NOVIA CAUTIVA" pero protagonizado por Edward en el papel de un jeque y Bella , la cual es una chica occidental de buena familia .

Espero que os guste de corazón , pero quiero aclarar que no escribiré la historia tal y como en el libro , ya que introduciré cosas de mi propia cosecha .


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Capítulo 16: Capitulo 16

Chicas estoy de regreso para colocar los ultimos caps de esta fic espero que les gusten y besos y abrazos desde Guatemala, Recuerden  que esta fic no es mia sino de Nessibella una chica linda y hermosa.



El llanto estridente del niño despertó a Isabella. Ella tomó su bata y entró corriendo en la habitación de su hijo. Miró alrededor para asegurarse de que Edward no estaba, y después se acercó a la cuna. El pequeño Edward dejó de llorar cuando la vio, pero continuó moviendo los brazos y las piernas. Isabella tenía un hijo que dormía tranquilamente la noche entera. Pero cuando llegaba la mañana no admitía esperas y se aseguraba de que su madre lo supiese.

Lo cambió y después se sentó en la mecedora para alimentarlo. Mientras amamantaba al niño, Isabella volvió a pensar en las palabras de Edward. Nuestro hijo. Lo había dicho con mucha naturalidad. Ella siempre había pensado en el pequeño Edward como en su propio hijo o como en el hijo de Edward.

Volvió a poner al niño en la cuna y aproximó ésta a la luz del sol que entraba por la ventana. Le acercó algunos juguetes para que se entretuviera mientras llegaba la hora del baño y después pasó a su propia habitación. Tenía que prepararse para el encuentro con Jacob.

El pequeño reloj sobre la repisa de la chimenea indicaba que eran las siete y diez, pero Isabella tenía la certeza de que Jacob llegaría de un momento a otro. Decidió usar un vestido escotado de satén violeta, con mangas largas y ajustadas. No era una prenda apropiada para usarla por la mañana, pero Isabella confiaba en que así lograría distraer de su cólera a Jacob.

Isabella decidió asegurarse los rizos con las horquillas de rubíes, y ponerse los grandes aros adornados con pequeños rubíes. No usó el collar que hacía juego, por temor que ocultase lo que ella deseaba que Jacob viera. Después de mirar por última vez su imagen reflejada en el gran espejo, Isabella llegó a la conclusión de que su apariencia era satisfactoria.

Isabella descendió a la planta baja y se alegró de comprobar que Jacob aún no había llegado. Por lo menos, podría desayunar en paz.

Fue directamente a la repisa del comedor colmada de fuentes de alimentos, y se sirvió un plato. Como las fuentes estaban medio vacías era evidente que Emmet y Edward ya habían desayunado, y probablemente habían salido de la casa.

Tras concluir el desayuno, Isabella se levantó para servirse otra taza de té. Cuando se volvió, vió a Jacob de pie en el umbral. Vestía un elegante traje de montar y en la mano derecha sostenía un látigo. Como había previsto, los ojos castaños del joven se fijaron directamente en el ancho escote que apenas disimulaba los pechos grandes y redondos.

Ella sonrió con simpatía.

-Jacob, no te he oído llegar, pero no importa. Ven y tómate conmigo una taza de té.

-¿Qué?

Finalmente él la miró en los ojos.

-Dije que te invito a tomar una taza de té.

-Sí. -Se acercó a Isabella y sus ojos volvieron a posarse hambrientos en el busto de la joven-. Isabella, ¿cómo puedes llevar un vestido así por la mañana? Es...

-¿No te agrada mi vestido? -Sonrió seductora-. Me lo puse para ti.

Jacob se ablandó. La atrajo y la abrazó. Sus labios buscaron los de Isabella, pero ella no sintió nada que se pareciese a una excitación especial. No sintió la oleada de fuego que recorría su cuerpo cada vez que Edward la besaba.

-Bella, es un hermoso vestido. -La apartó un poco y la miró de arriba abajo-. No me importa que lo uses ahora que Cullen se ha ido.

-Jacob…

-Dios mío, Bella, no sabes lo que he sufrido desde que vino ese hombre. ¡Un verdadero infierno! No podía dormir ni comer, no podía hacer nada. Mi único pensamiento era que había sido tu amante.

-Jacob...

-Pero ahora todo se arreglará. Dime, ¿lo expulsó Emmet anoche o se ha ido esta mañana?

-Jacob, Edward no se irá.

Él la miró como si hubiese recibido inesperadamente una bofetada en la cara, pero ella se apresuró a hablar.

-Emmet me creyó cuando le dije que anoche no ocurrió nada. Jacob, todo fue muy inocente... en efecto, no hubo nada. Edward Cullen ya no me desea... ya viste cómo se comportó con Tanya. No hay motivo para inquietarse.

-¡No hay motivo! -explotó Jacob.- Estaba en tu cuarto y tú... ¡estabas desnuda! ¿Te parece que eso no significa nada? Isabella, no lo soportaré más aquí! ¡No lo soportaré!

-Mira, Jacob, eso no está bien. Edward tiene derecho estar aquí. En esta casa está su hijo.

-¡Hablaré de esto con Emmet! ¡Ese hombre no continuará en la casa contigo!

-¡Esta es mi casa tanto como la de Emmet! -gritó Isabella-. Y yo digo que Edward puede permanecer aquí.

-¡Maldición!

Jacob descargó el látigo sobre la mesa.

-Jacob -dijo Isabella-. Edward está aquí sólo por su hijo... no por mí. ¿No comprendes?

-Entonces, ¿por qué demonios no le entregas a tu hijo?

-No puedes hablar en serio -dijo Isabella riendo.

-Si todo lo que Cullen desea es tener a su hijo, entrégaselo. De todos modos, nunca quise a ese mocoso -dijo Jacob con amargura-. Isabella, apenas nos casemos tendremos nuestros propios hijos. ¡Mis hijos!

Isabella habló con voz pausada:

-Agradezco que me hayas dicho lo que sientes por el pequeño Edward antes de que nos casemos. Ahora no habrá matrimonio. Jacob, si no quieres a mi hijo, no puedo casarme contigo.

-¡Isabella!

-No comprendes mis sentimientos hacia el niño, ¿verdad? Jacob, es mi hijo, y lo amo con todo el corazón. No hay poder en la tierra que me obligue a renunciar a él.

-¿Nunca has pensado en casarte conmigo, verdad? -gritó Jacob, el rostro rojo por la pasión. Un escalofrío recorrió la columna vertebral de Isabella-. ¡Siempre has querido a ese hombre! Bien, no lo tendrás, Isabella. ¡Recuerda lo que digo! ¡Edward Cullen lamentará el día que entró en esta casa! ¡Y tú también lo lamentarás!

-¡Jacob! -gritó Isabella.

Pero él salió de la sala, cerrando la puerta con un fuerte golpe.

Isabella comenzó a temblar incontroladamente. ¿Qué podía hacer? ¿Qué se proponía hacer Jacob? Tenía que encontrar a Edward y advertirle, pero no tenía idea del lugar en que se encontraba.

Isabella subió corriendo la escalera. Fue directamente a la habitación de Edward y cerró la puerta. «Lo esperaré aquí -pensó-. ¡Oh, Edward... por favor, date prisa! ¡Jacob ha enloquecido!»

Pasaron veinte minutos durante los cuales Isabella se paseó de un extremo al otro del cuarto de Edward. Le parecieron horas. Continuó recordando lo que Jacob había dicho y cavilando acerca del sentido de sus palabras. Cuando oyó pasos en el corredor, contuvo la respiración rogando que fuera Edward. Cuando se abrió la puerta, casi se desmayó de alivio.

-¿Qué demonios haces aquí? ¿Intentas devolverme la visita que te hice anoche? -preguntó Edward fríamente.

Entró en la habitación y comenzó a quitarse la pesada chaqueta de montar.

Isabella se sintió abrumada por la dureza de Edward, pero recordó la razón por la cual estaba allí.

-Edward, he venido a advertirte. Jacob profirió amenazas contra ti, y se comportaba de un modo tan extraño que yo...

-¡Isabella, no seas absurda! -La interrumpió Edward.- Me pediste anoche que saliera de tu cuarto y ahora te pido que abandones el mío. Tu hermano ha dicho claramente que no desea volver a vemos solos.

-¿Dijo eso?

-No exactamente, pero ése era el sentido -replicó Edward.

-Pero Edward. Jacob dijo que te pesaría haber venido aquí. Él...

-¿Crees realmente que me importa en lo más mínimo lo que dice Black? Te aseguro que puedo cuidarme a mí mismo. -Se apartó de ella, dejándola sumida en total confusión-. Si tu joven amante intenta algo trataré de que no sufra demasiado. Ahora, ten la bondad de salir de mi cuarto.

Isabella asió el brazo de Edward y lo obligó a mirarla y sus ojos irritados se clavaron en los ojos verdes de Edward.

-¡Creó que quiere matarte! ¿No puedes meterte eso en tu dura cabeza?

-De acuerdo, Isabella, es precisamente lo que me propongo hacer -dijo Jacob.

De pronto, Isabella sintió que las náuseas la dominaban y percibió al mismo tiempo los músculos tensos del brazo de Edward. Se volvió lentamente para mirar a Jacob, que estaba de pie en el umbral. El recién llegado apuntaba a Edward con dos pistolas.

-Sabía que os hallaría juntos. Bien, Isabella, tu advertencia llegó un poco tarde. Ahora nada podrá salvar a tu amante.

Emitió una risa breve.

Bella trató de hablar, pese a que le parecía que iba a desmayarse de un momento a otro.

-Jacob, ¡no puedes hacer esto! ¡Cometerás un asesinato! Arruinarás tu propia vida.

-¿Crees que mi vida me importa en lo más mínimo? No me importa lo que me ocurra, si él muere. Y ahora morirá, Isabella... ante tus propios ojos. ¿Crees que no sé que te acostaste con él mientras decías ser mi prometida? ¿Crees que soy tan estúpido?

-¡No es cierto, Jacob! -gritó Isabella. Avanzó para proteger con su cuerpo a Edward, pero él la apartó con un movimiento del brazo y Isabella cayó en la cama.

-Isabella, quítate del medio. Esto tiene que resolverse entre Black y yo -dijo Edward con voz dura.

-Muy emocionante -dijo Jacob riendo-. Pero mi propósito no es herir a Isabella.

-¡Jacob, escúchame! -rogó Isabella. ¡Tenía que detenerlo! Se incorporó bruscamente y se enfrentó a Jacob con la respiración agitada-. Iré contigo, Jacob. Me casaré hoy. Por favor, por favor, deja las pistolas.

-Mientes. ¡Siempre me has mentido!

-Jacob, no te miento. ¡Esto es absurdo! No tienes motivo para sentir celos de Edward. No lo amo. No me desea, y yo no lo deseo. ¿Cómo podría amarlo después de lo que me hizo? Por favor... ¡escucha mis razones! Partiré hoy mismo contigo y no volveremos a mencionar este asunto. ¡Por favor, Jacob!

-¡Basta ya, Isabella! De nuevo te burlas de mí y no lo toleraré. ¡Siempre has querido a este hombre y no trates de decir lo contrario! -rugió Jacob, la cara contraída en una máscara de odio.- Hemos sido novios y sin embargo jamás has permitido que te tocara; pero soportaste que él te pusiera las manos encima, ¿verdad? ¡Bien, ya es suficiente! Isabella, no lo tendrás... ni tendrás a su hijo. -Jacob volvió a reír cuando oyó la exclamación de Isabella, pero mantuvo la vista fija en Edward, que no hacía un solo movimiento. ¿Crees que permitiré que ese mocoso viva para recordarte a este hombre? No, Isabella... ¡ambos morirán! Tengo dos balas, una para cada uno.

-Tendrá que usar las dos conmigo, Black, e incluso así lo destrozaré.

La voz de Edward era serena, pero amenazadora.

-Lo dudo, Cullen... soy excelente tirador. Mi primera bala le destrozará el corazón y me quedará una para matar a ese bastardo.

Isabella no conservará nada de usted. -Hizo una pausa y miró el piso

-Bella, eras la mujer que siempre desee, pero te apartaron de mí.

Miró a Edward y sus ojos de nuevo mostraron una expresión extraviada.

Jacob alzó una de las pistolas y apuntó al corazón de Edward. Isabella profirió un grito escalofriante y se arrojó hacia adelante en el mismo instante en que Jacob disparaba.

Edward había dado un paso al lado para esquivar la bala, pero pudo sostener a Isabella en sus brazos cuando ella se desmayó; la sangre le brotaba de una herida en la cabeza.

Isabella sintió que caía, en un movimiento lento, describiendo amplios círculos. Frente a sus ojos todo se tiñó de rojo... y después la oscuridad se la tragó.

-Oh, Dios mío, ¿qué he hecho? ¡La he matado! -exclamó Jacob.

Había palidecido intensamente; profirió un grito que era casi un aullido y se volvió y descendió corriendo la escalera. Pero antes de que llegase a la puerta principal Emmet salió del comedor; detrás iba Rosalie-

-¡Jacob! -gritó Emmet, impidiéndole el paso. Jacob se volvió lentamente y Emmet palideció al ver las dos pistolas en sus manos-. Dios mío, ¿qué has hecho?

Jacob dejó caer las armas, como si le quemaran las manos. Pero una pistola aún estaba cargada y cuando golpeó el suelo estalló con un estrépito horrible. Del primer piso llegó un grito de angustia. Jacob cayó de rodillas y las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos.

-¡Ya está persiguiéndome! -exclamó Jacob-. Oh, Dios mío, Bella, no quería herirte. Yo te amaba.

-Quédate aquí, Jacob -ordenó Emmet con voz ahogada y comenzó a subir de prisa la escalera

-¿Adónde voy a ir? -murmuró Jacob en el vestíbulo-. ¿Por qué no viene a buscarme Cullen? ¡Es necesario que se haga justicia! Oh, Dios mío, cómo he podido ser tan ciego que no he visto cuánto le amaba... tanto, que se cruzó en mi línea de fuego para protegerlo. No puedo soportar lo que he hecho... ¡Quiero morir!

Capítulo 15: Capitulo 15 Capítulo 17: Capitulo 17

 
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