AMOR POR CONTRATO (+18)

Autor: Isabella_256
Género: Romance
Fecha Creación: 01/05/2013
Fecha Actualización: 18/12/2015
Finalizado: SI
Votos: 65
Comentarios: 270
Visitas: 229444
Capítulos: 27

Edward Cullen es un joven y exitoso empresario reconocido internacionalmente, proveniente de una de las más importantes familias de Londres, por una desilusión amorosa se mudó a Los Ángeles y pese a ser un mujeriego empedernido lleva una vida muy solitaria hasta que se cruce en su camino Isabella Swan.

Pese a haber tenido una vida difícil la hermosa joven es alegre y carismática pero no confía en los hombres, ambos se conocen en una accidentada situación y se involucraran en un enredado acuerdo para que ella finja ser su novia ante su familia durante un par semanas. ¿Lograrán ambos superar sus temores y disfrutar su amor plenamente?....

 

Los personajes de esta historia son propiedad de Stephanie Meyer pero la historia es escrita por mi y es producto de mi loca imaginación por favor no publicar en esta página o en cualquier otra sin mi autorización.

 

Los invito además a leer mi otra historia (Dando clic en el título del fic)

"CORAZÓN IMPREDECIBLE (+18) (Finalizado)"

 

Además los invito a pasar por mi nueva historia

"SIEMPRE TUYA (+18) (En Proceso)"

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Capítulo 17: De Vuelta a la Realidad.

Hola chicas por aquí estoy otra vez, sorry por la tardanza pero como ya saben hace mucho que no dispongo de una compu personal y mi esposo había tenido mucho trabajo así que no tenía acceso a la compu. Dicho esto quiero agradecerles a todas mis fieles lectoras y sobre todo a las chicas que se tomaron el tiempo de comentar ANGELES FRAGOSO, EMI20, NN, MCECILIALLANOS, INGRIDCOLLEN, MINI CULLEN y ALISS CULLEN gracias a todas por su constante apoyo y por los votos, gracias a ustedes el fic continua escalando posiciones. No las canso más y aquí les dejo el capi, disfrútenlo….

 

– Buenos días futura señora Cullen – susurró Edward en mi oído arrancándome de mi profundo sueño.

– Buenos días – murmuré aun con los ojos cerrados abrazada a mi almohada.

– Arriba dormilona – continuó mientras repartía dulces besos en mi espalda descubierta.

– Por favor quiero dormir un poco más – supliqué.

– Lo siento preciosa pero si no nos vamos ahora será muy tarde y mi madre desea comer con nosotros antes de irnos.

– Pues que hora es? – pregunté.

– Son las 11:30 – respondió.

– Las 11:30? Debiste levantarme antes – le recriminé mientras me levantaba de un salto.

– Tranquila amor solo vístete, iremos a casa, comeremos con la familia y luego iremos al aeropuerto.

– Pero aun tenemos que empacar – protesté.

– Llamé a Sara para que lo hiciera, nuestras maletas ya están listas – dijo tomando mi rostro entre sus manos dejando un casto beso en mis labios.

Nos arreglamos y volvimos a la casa, tal como dijo Edward tuvimos tiempo suficiente de comer con su familia después de que Nessie emitiera un grito al ver el anillo en mi mano y suponer lo que significaba, Edward les dio las buenas noticias, todos se alegraron por nosotros en especial Esme y luego finalmente nos despedimos.

Despedirme de los Cullen resultó más difícil de lo que había esperado sobre todo cuando Esme llorando me abrazó con fuerza y susurró en mi oído lo feliz que estaba por nosotros, fue como si me estuviera alejando de mi propia familia, jamás habría pensado que aquellos extraños al igual que Edward iban a entrar en mi corazón de aquella forma.

La voz del capitán anunciando que ya podíamos desabrochar nuestros cinturones me sacó de mi ensoñación.

– Estas bien? – preguntó Edward mientras ambos desabrochábamos nuestros cinturones.

– Si – me apresuré a contestar.

Edward frunció el ceño pues claramente no estaba satisfecho con mi respuesta pero prefirió dejarlo pasar.

– Ven – dijo levantándose y tomando mi mano.

– En el viaje hacia aquí Jake estaba con nosotros así que preferí que nos quedáramos aquí afuera – dijo mientras abría la puerta de una impresionante habitación con paneles de madera exquisitamente decorada con algunos muebles de cuero negro y la cama y las mesas de noche en madera de color oscuro.

– Es muy hermosa y elegante – murmuré admirando la decoración.

– Y solo para nosotros – murmuró en mi oído mientras deslizaba mi chaqueta por mis hombros – durante todo el vuelo – dijo mordiendo suavemente el lóbulo de mi oreja.

De inmediato el deseo explotó en mi cuerpo al sentir su cercanía y su cálido aliento en mi cuello donde repartía besos húmedos mientras tomaba el borde de mi blusa y la deslizaba poco a poco acariciando mi piel con sus dedos de forma tortuosa, levante los brazos para facilitar su tarea.

La blusa cayó al suelo y le siguió mi brazier, de inmediato sus labios se posaron en mis senos besando, acariciando, succionando, atrapándome en una dulce tortura. Las demás prendas fueron cayendo al piso una a una mientras el me besaba con posesión, devorando mis labios me llevó hasta la cama completamente desnuda ante su lujuriosa mirada.

El subió a la cama y se quitó los zapatos a puntapiés para luego acomodarse sobre mi cuerpo y seguir besándome, sus labios descendieron por mi cuello, por mi pecho, por mi vientre y aun más abajo deteniéndose en mi intimidad volviéndome loca de placer mientras devoraba mi sexo, yo solo podía gemir sin control y su exquisita tortura paró hasta que mi cuerpo convulsionó de placer.

Volvió a mis labios haciendo que probara mi propia excitación, con dedos tembloroso desabotoné su camisa, la deslicé por sus hombros y la lancé al piso para luego continuar con sus jeans y sus boxers que con su ayuda fueron a parar al mismo lugar que su camisa y sin más preámbulos se adentró en mi interior embistiendo con fuerza.

– Eres una diosa – susurraba en mi oído mientras aceleraba el ritmo de sus embestidas y mis caderas se levantaban para recibirle en cada empuje hasta que el orgasmo nos golpeó arrastrándonos a ambos mientras gemíamos sin control.

– Te amo – susurré.

– Y yo te amo a ti preciosa, mas de lo que jamás pude imaginar que amaría a alguien – dijo mirándome con intensidad.

– Eso fue genial – dije ganándome una sonrisa ladeada de su parte.

– Y es solo el comienzo… Arribamos al Aeropuerto Internacional de Los Angeles a las 2 de la tarde del domingo justo a tiempo para reponernos y volver a trabajar el lunes como lo teníamos planeado.

En el aeropuerto ya nos esperaba el volvo de Edward con un hombre de unos 30 años vestido con unos jeans y un jersey negro parado junto a la puerta del piloto.

– Hola Quil – saludó Edward con familiaridad – te presento a mi prometida Isabella Swan.

– Bella él es Quil, es el sobrino de Sue – añadió.

– Mucho gusto – dije tendiéndole mi mano la cual de inmediato aceptó.

– Lo mismo digo señorita Swan, Quil Ateara a sus órdenes – dijo sonriendo de forma cálida.

Ambos nos deslizamos en el asiento trasero del auto y viajamos en silencio mientras Edward olisqueaba mi cabello y besaba mi sien y mi mejilla ocasionalmente mientras yo me acurrucaba en su abrazo.

– Edward debo ir a mi apartamento – protesté cuando vi el rumbo que tomábamos.

– Por favor – dijo haciendo un adorable pucheros – quédate al menos esta noche.

– De acuerdo – dije después de meditarlo un segundo y recordar que en mis maletas aun habían un par de prendas que no había usado y que servirían para la oficina y como premio me gané una radiante sonrisa de su parte.

Traspasamos el ahora familiar portón de la casa de Edward y allí estaba imponente como siempre su bellísima mansión y Sue nos esperaba en la puerta dándonos la bienvenida con una cálida sonrisa muy parecida a la de su sobrino.

Quil estacionó el auto frente a la entrada, se bajó rápidamente y abrió mi puerta mientras Edward bajaba por el otro lado hasta llegar a mi lado y rodearme la cintura con su brazo.

– Bienvenidos señor Cullen, señorita Swan – dijo aun sonriendo, con solo verla se notaba que sentía un gran afecto por Edward.

– Gracias Sue – Quieren que les prepare algo de comer – preguntó Sue amablemente.

– Gracias Sue pero comimos en el avión creo que subiremos a refrescarnos – dijo tomando mi mano conduciéndome hacia las escaleras y luego hacia su habitación.

La habitación de Edward era tan espléndida como la recordaba ofreciendo la misma imponente vista del océano. Me quité mis botas y fui directamente al baño a lavarme el rostro y cuando levanté la mirada Edward estaba recostado en el marco de la puerta.

– Quieres ir a relajarte en la piscina un rato – dijo mirándome con una sonrisa tan cálida como si le hubiese pasado algo maravilloso y aun no lo pudiese creer.

– Si me encantaría… espera no tengo ningún traje de baño – dije recordando ese pequeño detalle.

– No hay problema abajo hay trajes de baño nuevos en caso de visitas – dijo solucionando mi dilema.

– De acuerdo – dije y bajamos tomados de la mano rumbo a la piscina.

– Están en aquel armario – dijo señalando un mueble de madera y al abrirlo me encontré con varios trajes de baño aun con la etiqueta, tanto para hombres como para mujeres, principalmente de mujeres y de inmediato en mi mente apareció el monstruo de los celos ¿Por qué otra razón tendría tantos trajes de baño femeninos?

– No… – dijo tomándome por los hombros haciéndome girar por lo visto intuyó lo que estaba pensando – ni siquiera lo pienses.

– Que ni siquiera piense que? – dije intentando sonar calmada pues en el fondo no tenía motivos para sentirme así, porque todas aquellas mujeres eran parte de su pasado y era yo quien llevaba un anillo en mi dedo recordándome su promesa de que siempre me amará, pero pese a eso mi tono de voz fue demasiado mordaz.

– Yo no he dicho nada es tu casa y puedes recibir a quien quieras.

– No hagas esto – dijo en tono suplicante – tu eres la única mujer que amo y deseo, solo contigo deseo pasar el resto de mi vida – dijo tomando mi rostro entre sus manos.

– Esos trajes de baño los compró Alice hace un año vinieron todos de visita y Alice los compró para ella, Nessie, Rosalie y mamá, además si algo te puedo jurar es que eres la primera mujer que traigo a esta casa y que duerme en mi cama – dijo mirándome intensamente dejándome en claro que él decía la verdad y supe que debía dejar de atosigarlo con estúpidas preguntas sobre el pasado así que preferí no pensar mucho en el asunto o me volvería loca pensando en sus viejas conquistas y a donde las llevaba así que lo mejor sería dejar el pasado en el pasado, solo tomé uno de los trajes de baño y fui a cambiarme.

– Lo siento – susurré al volver ya con la mente más despejada.

– No lo sientas si hubiese habido alguien en tu pasado yo me estaría volviendo loco, tengo suerte de que seas solo mía – dijo envolviendo sus brazos a mi alrededor atrayéndome hacia su cuerpo.

– Te ves tan hermosa – añadió Edward devorándome con la mirada al verme con un pequeño traje de baño de dos piezas color azul.

– Gracias – murmuré tímidamente sin saber por que a veces me sentía así con él después de todas las veces que hemos hecho el amor.

Después de que mi repentino ataque de celos quedara olvidado al fin pude relajarme, nos quedamos tomando el sol y hablando, hablando, hablando y hablando me comentó que Quil el sobrino de Sue se encarga del mantenimiento de la casa y de algunas otras cosas, está casado, su esposa se llama Claire y están esperando un bebé.

Al final Edward me lanzó a la piscina y pasamos un buen rato allí jugando y chapoteando como un par de niños hasta que nuestros besos y caricias se volvieron cada vez más intensas y atrevidas.

La temperatura seguía subiendo hasta que Edward me llevó ala escalinata de la piscina y se sentó y llevándome entre sus brazos me colocó a horcajadas sobre él.

Sus labios me devoraban sus manos me presionaban más contra su cuerpo haciéndome gemir con la deliciosa fricción de mi intimidad sobre su erección separadas tan solamente por nuestros trajes de baño.

Todo mi cuerpo vibraba ante sus caricias que se volvían cada vez más atrevidas no fui consciente del lugar en el que nos encontrábamos hasta que sentí como desataba la parte superior de mi bikini.

– Espera… alguien… puede venir – dije con la respiración entrecortada mientras él repartía besos húmedos a lo largo de mi cuello.

– Nadie vendrá – murmuró y volvió a mis labios besándome de una manera tan carnal y llena de necesidad que hizo que olvidara cualquier objeción de mi parte.

Sus labios continuaron besando todo a su paso, deslizándose por mi cuello, por mi pecho, besando mis senos torturando mis pezones mientras sus manos desataban los lazos de mi biquini.

– Edward… por favor… no… – dije como pude.

– Tranquila – dijo sin detenerse en su tarea – Sue y Quil salieron de compras, así que no volverán en un largo rato – añadió y de un tirón me dejo completamente desnuda ante su hambrienta mirada que mi sexo palpitara de deseo por él.

– Solo déjame disfrutar de ti – dijo con la voz cargada de deseo.

Rápidamente liberó su erección y en un certero movimiento se insertó dentro de mi mientras ambos gemíamos a la par, sus manos sobre mis caderas presionándome más, haciendo la penetración aún más profunda mientras mis caderas se movían cada vez más rápido en busca de placer.

Me encontraba inmersa en un mar de sensaciones del que no quería salir, la sensación de él dentro de mí, su aroma, la suavidad de sus labios sobre mi piel, sus manos acariciándome y dejando descargas eléctricas a su paso.

La imagen de él y yo amándonos en una piscina con una impresionante vista a una bellísima playa privada, con el sol cayendo en el horizonte tiñendo el cielo con impresionantes tonalidades y desprendiendo del océano destellos color naranja, todo esto en conjunto no solo resultaba erótico sino sumamente romántico.

Mientras mi mente divagaba entre las sensaciones y los sentimientos que albergaba por este hombre, sentía que mi corazón y mi cuerpo no podían contener lo que estaba sintiendo y en una magnifica explosión nuestros cuerpos se liberaron casi al mismo tiempo haciendo que ambos arqueáramos nuestros cuerpos mientras ambos gemíamos con fuerza.

– Creo que jamás tendré suficiente de ti – dijo con la respiración entrecortada mientras envolvía sus brazos a mi alrededor y me atraía a su pecho.

– Lo mismo digo – dije aspirando su aroma.

Después de una larga ducha ambos pasamos lo que restaba de la tarde acurrucados en un sofá viendo televisión hasta la hora de la cena.

Estaba realmente hambrienta y el filete con papas de Sue estaba realmente delicioso, mi plato estaba vaciándose con rapidez hasta que vi la mirada cargada de deseo de Edward, mi estómago de inmediato se encontró hecho nudos y el deseo nuevamente empezó a quemar en mi interior ¿Acaso alguna vez se irá este sentimiento de anhelo? ¿Acaso siempre lo desearé con la misma desesperación?

Llegamos a tropezones hasta habitación de Edward donde la ropa que llevábamos encima quedo en el piso en pocos segundos mientras nuestras manos recorrían el cuerpo del otro y nuestros labios se devoraban con hambrienta necesidad para luego caer a la cama conmigo entre sus brazos y embestirme con fuerza a un ritmo frenético de forma salvaje sin ninguna delicadeza abandonándonos en los brazos del otro hasta que nuestros cuerpos estallaron dejándonos saciados y agotados.

 

***********

El vestido que me acabo de poner es gris humo, ceñido, hasta la rodilla con la falda cruzada dejando una pequeña zona descubierta en el centro donde convergían ambas partes, una chaqueta blanca, zapatos del color de la chaqueta y un largo collar de plata con un dije en forma de rosa.

– Luces preciosa – dijo Edward saliendo del su armario.

– Gracias tu también luces muy bien – dije devorándolo con la mirada. Lucía tan guapo y elegante con el cabello húmedo por nuestra reciente ducha, una camisa blanca, un pantalón gris, la corbata colgando en su cuello aun sin atar y el saco en su brazo.

Dejó el saco sobre la cama y se acercó hasta el espejo de sus cómoda para anudar la corbata.

– Déjame ayudarte – dije y empecé a anudarla por él.

– Debes tener cuidado – dijo en tono de advertencia. – ¿Cuidado con qué? – pregunté rápidamente.

– Un hombre podría acostumbrarse a esto – dijo colocando sus manos en mi cintura para acercarme él. – Eso espero señor Cullen – dije sonriéndole dulcemente.

 

*******

– Aquí vamos – dije respirando profundo cuando Edward estacionó su auto al llegar a la empresa.

Edward solo sonrió en respuesta al intuir el motivo de mi inquietud.

En cuanto traspasamos la entrada tomados de la mano las miradas empezaron a seguirnos, algunas con simple curiosidad, otras dándonos la bienvenida de forma atenta y sincera y otras cuantas – tres para ser precisa – me miraban con autentico desprecio desde el mostrador de recepción donde se reunían a criticar a los demás.

Al entrar en el ascensor el teléfono de Edward sonó y de inmediato se enfrasco en su conversación hablando sobre algo relacionado con una nueva propiedad y su reinauguración, me di cuenta de que Tanya y Victoria también subieron, debieron haber corrido mucho para habernos alcanzado antes de que las puertas se cerraran, sus miradas fijas en nosotros aunque Edward se encontraba absorto en su llamada y no lo notaba.

– Hoy estaré muy ocupado y no podremos salir a almorzar juntos – dijo Edward con gesto contrariado cuando colgó el teléfono yo solo asentí y sonreí de forma confortante.

Iba a contestarle cuando su teléfono volvió a sonar, lo sacó de su bolsillo y mientras el hablaba presté más atención a lo que Victoria y Tanya susurraban.

– La muy idiota pensó que seguiría con ella sin aburrirse – susurró Tanya.

– Pues por lo que se ve ya se está aburriendo, pronto la veremos llorando por los rincones – añadió Victoria entre risitas a las que Tanya correspondió.

En realidad quería tomarlas por el cabello y arrastrarlas por el piso pero respiré profundo y centré mi atención en el maravilloso espécimen masculino que sostenía mi mano, se veía tan deseable con ese traje a medida, su cabello rebelde y el ceño fruncido mientras escuchaba con atención.

– De acuerdo Angela ya voy en camino – dijo antes de colgar.

– ¿Problemas? – pregunté.

– Algo así – respondió. Los cuchicheos y las risitas a mis espaldas continuaban ¿acaso ese par no iban a callarse?

– Como te decía – dijo Edward guardando su BlackBerry no podremos salir a almorzar, tengo demasiado trabajo pendiente.

– No importa – me apresuré a contestar para que no se notara mi decepción, me había acostumbrado a pasar el día entero junto a él y ahora me costaba que nos separáramos aunque solo fuera durante las horas de trabajo.

Pude ver en mi visión periférica el gesto de burla con el que me miraban ese par de arpías.

– Claro que importa quiero que almorcemos juntos, algo rápido, en mi oficina si no te importa claro y te prometo que esta noche te compensaré y llevaré donde elijas, todo será como tu quieras – dijo acariciando mi mejilla con ternura.

De inmediato las risitas burlonas de Tanya y Victoria cesaron, mientras que un ahh… algodonoso escapó de los labios de dos de las chicas de contabilidad que también se encontraba en el ascensor.

Mi sorpresa fue mayor cuando al llegar hasta el piso en el que trabajo salió del ascensor conmigo, me acompañó hasta mi escritorio y se despidió con un casto beso, para luego marcharse llevándose con él las miradas de todo el personal femenino.

Mi jefa aun no había llegado pero el trabajo ya estaba esperando por mí, tenía una pila de correspondencia sobre mi escritorio que necesitaba ser ordenada.

– Buenos días Bella – saludó sonriente como siempre, la señora Smith era una mujer de unos 40 años, muy elegante, rubia y de muy buen cuerpo para su edad, además de ser una jefa increíble desde el momento en que llegué a trabajar aquí – pasa a mi oficina por favor.

– Enseguida – dije tomando mi agenda.

– Bueno primero lo más importante – dijo cuando cerré la puerta de la oficina.

– ¿Cómo te fue con los Cullen? – preguntó con los ojos reluciendo de curiosidad.

Contesté a todas sus preguntas intentando no ser descortés, cuando su curiosidad fue saciada empezó a ponerme al día con mis obligaciones hasta que…

– ¡Oh por Dios! – casi gritó – ¿y ese anillo?

De inmediato sentí el rubor quemando en mis mejillas y maldije internamente por no haber pensado en esto debí haber dejado el anillo en casa de Edward ahora todos quienes noten el anillo me harán la misma pregunta.

– ¿No me digas que te propuso matrimonio? – preguntó tirando de mi mano para tener una mejor vista del anillo y yo solo asentí en respuesta a su pregunta.

– ¿Y como es que no empezaste por contarme semejante noticia? – me recriminó y empezó toda una nueva ronda de preguntas antes de volver al trabajo.

Salí de allí y me encaminé a hacer mi trabajo el cual no tardé demasiado en terminar gracias a que Angela había hecho un gran trabajo en mi ausencia y todo estaba en orden.

– Aquí está todo lo que me pidió – dije depositando es su escritorio mi trabajo terminado.

– Esta bien Bella ahora necesito que te reúnas con Angela para saber si el señor Cullen dio su aprobación al presupuesto que le dejé y lo revisen juntas lo necesito antes de enviar las invitaciones – concluyó mi jefa.

– Bella – llamó mi jefa.

– Si – Yo voy a salir y volveré después del almuerzo así que tómate tu tiempo – dijo guiñándome un ojo.

Yo solo asentí sintiendo el rostro en llamas, tomé las carpetas y fui hasta los ascensores, durante todo el camino mi corazón latía con fuerza ante la posibilidad de hacerle caso a la señora Smith y colarme en la oficina de Edward un instante.

– Hola Angela – dije cuando llegué hasta su escritorio ella de inmediato levantó la vista que tenía fija en su computadora, se levantó y corrió hacia mi.

– ¿Como has estado amiga? Me has hecho mucha falta ¿Cómo te fue? ¿Cómo te trató la familia del jefe? – dijo tomando mi mano libre.

– Ahhhhh… – gritó sobresaltándome no solo a mi sin a todos los que estaban a nuestro alrededor ¿Qué esto? – dijo señalando mi anillo.

– Angela solo puedo contestar una pregunta a la vez y ya párale que estas llamando la atención de todos, mejor vamos a tu escritorio y hablamos mientras revisamos esto – dije mostrándole las carpetas que llevaba.

Nos sentamos y empecé a responder pacientemente al interrogatorio de mi amiga y cuando le conté como me había pedido matrimonio Edward, se emocionó tanto que tiró todos los papeles al piso.

– Déjalo yo lo recojo – dije y me agaché a recoger los papeles cuando escuche el sonido de unos tacones que se aproximaban.

– ¿Está Edward? – preguntó una mujer con voz altanera.

– Buenos días señorita Denali, lo siento pero el señor Cullen se encuentra muy ocupado así que… señorita Denali no puede entrar – pero Angela no tuvo oportunidad de continuar hablando pues la única respuesta que obtuvo fue la puerta del la oficina de Edward cerrada de un portazo.

Me incorporé rápidamente pues me había quedado inmóvil abrazando los papeles ¿Quien era esa mujer y porque venía aquí con esa actitud tan altanera y posesiva? Y sobre todo ¿Que significaba para Edward? Sacudí mi cabeza intentando reaccionar y me puse de pie.

– Esa mujer es una pesadilla se llama Irina Denali y por lo que se ha perseguido al señor Cullen desde que él llegó a Los Angeles – dijo Angela intuyendo lo que e iba a preguntar.

– ¿Porque llega comportándose de esa manera?

– Así es ella, no supera que el señor Cullen la haya rechazado, de seguro llegó en ese estado porque vio tus fotos con el jefe y se enteró de que él ya está de regreso – respondió.

– Tranquila amiga tu eres la que lleva el anillo – añadió Angela al ver mi expresión.

– ¿Es que acaso nunca se va a terminar siempre habrá otra mujer tras él? – dije con desanimo pues ya le había hablado a Angela sobre Jessica y los malos ratos que nos había hecho pasar.

– Amiga no tienes nada de que preocuparte solo hay que ver como te mira el jefe para saber que eres la única para él y si no le prestó atención a la pesada de Irina antes mucho menos lo hará ahora – dijo Angela tomando mi mano con ternura.

Tomé mi lugar junto a Angela e intenté hacer mi trabajo y concentrarme en ello pero era inútil aquella mujer cuyo rostro ni siquiera había visto colmaba todos mis pensamientos, ni siquiera llevaba 10 minutos allí dentro y me parecía que habían trascurrido horas, lo peor es que no se escuchaba ni un solo murmullo salir de la oficina y mi imaginación volaba y volaba hasta que la puerta se abrió de golpe y un hermosa figura alta, delgada, rubia y muy elegante emergió de la oficina de Edward gritando.

– Esto no se va a quedar así Edward cuando encuentre a esa maldita se va a acordar de mi – dijo aun mirando al interior de la oficina y entonces centro su atención en mi y sus ojos azules destellaron con furia.

Definitivamente había visto nuestras fotos…

 

 

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Bueno chicas espero que les haya gustado el capi y de ser así me lo hagan saber y me dejen sus votitos si creen que la historia los merece. Gracias a todas por ser fieles a la historia y también le doy las gracias a mi maravilloso esposo por siempre apoyarme.

Nos vemos…

Besitos…

 

 

 

Capítulo 16: Una Noche Inolvidable Capítulo 18: Solo Tú

 
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